Por encima del bien y del mal: el imperio de los tabloides

Miguel Máiquez, 24/07/2011

«¡ESCÁNDALO!». El titular, directo y corto, provocativo, escrito en enormes letras mayúsculas y con un buen signo de exclamación, va acompañado de una gran foto de Rupert Murdoch con cara de circunstancias. El resto de los elementos de la portada, todos ellos referentes al cierre del diario News of the World por el escándalo de las escuchas ilegales, mantienen el tono: una foto de Sarah Ferguson, duquesa de York y víctima habitual de la prensa sensacionalista, con el siguiente texto: «El mejor día de Fergie: ‘¿¡¿Por qué no ha pasado esto antes?!?’ »; un juego de palabras combinando una foto de los príncipes Guillermo y Enrique («The Heirs» -los herederos-), con otra de la exdirectora del News of the World, Rebeka Brooks («The Hair» -el pelo-: «¿Qué sabía ella y cuándo lo supo?»), y un pullazo a David Cameron: «¿Le importa algo al primer ministro?», junto a una foto del propio Cameron con cara de «y a mí qué».

Esta portada, una parodia de las primeras páginas de los tabloides británicos que elaboró la semana pasada la revista Time para utilizarla a su vez como su propia portada, resume los principales elementos de la prensa sensacionalista del Reino Unido: amarillismo, irreverencia, apelaciones directas al lector, humor (la cabecera «News of the World» -«noticias del mundo»-, sustituida por «End of the World» -fin del mundo-), provocación, sencillez, ataques o burlas a la ‘gente importante’, a la familia real, y a la clase política…

Si se tratase de un periódico real, este supuesto «End of the World» se completaría en sus páginas interiores con más titulares grandes y directos, multitud de estilos tipográficos distintos, dos o tres exclusivas como mínimo, tan solo una o dos noticias por página, abundante información deportiva (entre ocho y diez páginas dedicadas solo al fútbol inglés), muy poca política internacional, patrioterismo mezclado con una buena dosis de populismo, enfoques radicales y ataques viscerales, cualquier noticia en la que esté presente el sexo, páginas y páginas de pequeños y cutres anuncios locales, contactos… Y, probablemente, una despampanante chica medio desnuda en la página 3 o en la penúltima página, todo ello bajo un mandamiento sagrado: Las únicas historias que valen son aquellas de las que habla la gente en el pub.

Polémicos y poderosos

Es el imperio de los tabloides, los periódicos más criticados y también los más leídos del mundo; la prensa sin ley capaz de cualquier cosa por una exclusiva, la quintaesencia de todo aquello que alimenta los calificativos más despectivos con los que a menudo se define a cierta clase de periodistas: buitres, carroñeros, basura, canallesca…

Y a la vez, también, los mismos periódicos capaces de destapar grandes corrupciones políticas, o de contar sin tapujos los secretos a voces que la llamada ‘prensa seria’ no se atreve a publicar (cuando los tabloides británicos empezaron a desgranar con todo detalle la triste verdad del matrimonio entre Carlos y Diana, por ejemplo, el resto de los medios seguía aún pintando de rosa cualquier noticia referente a la familia real). Los mismos periódicos que, al mismo tiempo que relatan el último chisme de Paris Hilton, pueden poner entre la espada y la pared al primer ministro o al mismísimo heredero al trono. Y los mismos periódicos cuyos directivos son invitados a las principales recepciones, y tenidos en cuenta a la hora de tomar muchas decisiones políticas. Cuando la llamada «reina de los tabloides», Rebekah Brooks, se casó, en su lista de invitados estaban el entonces jefe del Gobierno británico, Gordon Brown, y el actual, David Cameron.

Es posible que la influencia de los tabloides no llegue tan lejos como para definir la agenda política británica, pero lo que está claro es que nadie quiere tenerlos como enemigos.

Ahora, el escándalo de las escuchas ilegales en el Reino Unido ha hecho tambalearse a parte del imperio de Rupert Murdoch, ha sacado a la luz de forma oficial relaciones de décadas entre el periodismo sensacionalista y la Policía y el poder político, y ha reabierto la polémica sobre la ética periodística y los límites de la libertad de prensa.

Los defensores de los tabloides argumentan que, mientras no se superen ciertas ‘líneas rojas’, como ha ocurrido en el caso del News of the World, resulta hipócrita criticar a unos periódicos que lo único que hacen es responder a las demandas informativas del público, tal y como demuestran sus espectaculares cifras de ventas. Los detractores, por su parte, destacan que es imposible no cruzar las ‘líneas rojas’ cuando, invocando esa supuesta demanda del público, se atenta continuamente contra derechos básicos como la privacidad o la presunción de inocencia, con el único fin de vender más periódicos.

Pequeños pero matones

La Real Academia de la Lengua define «tabloide» como «un tipo de periódico con dimensiones menores que las ordinarias, que contiene fotograbados informativos». Originalmente se trata, por tanto, de un formato, y no tanto de un tipo de periódico concreto. No obstante, el hecho de que este formato fuese el preferido por los primeros periódicos sensacionalistas acabó identificando el término con esa clase de periodismo.

Como explica Daniel Pardo en El Espectador, «con la apertura económica, la Revolución Industrial, la alfabetización y el establecimiento del Reino Unido como la primera potencia mundial durante el periodo victoriano se abrió un mercado de periódicos competitivo y feroz. Así nacieron el Daily Mail, un tabloide de derechas especializado en historias humanas; el Times, un periódico de clase alta conservadora, y The Manchester Guardian, el diario liberal que hoy, trasladado a Londres y llamado The Guardian, tiene a Murdoch en jaque».

Fleet Street es la calle del centro londinense donde se instalaron todos estos medios, y el lugar de referencia para un tipo de periodismo que, como los Beatles, el Big Ben o el humor un poco raro, resulta ya inseparable de la cultura británica.

La patria de los tabloides

Favorecidos por una sociedad muy fracturada aún en clases, donde los periódicos se dirigen a sectores específicos de la población, y con un precio más asequible que los llamados «periódicos serios» (20 peniques frente a una libra), los tabloides tienen en el Reino Unido su gran paraíso. En ningún otro país, con la excepción de Alemania, y de manera diferente, tiene este tipo de prensa tantos lectores y tanta influencia.

Los tabloides sensacionalistas británicos, conocidos como «red-tops» (cabecera roja), por el color sobre el que está impreso el nombre del periódico, son consumidos masivamente por la clase trabajadora y, de algún modo, funcionan de intermediarios con las élites, en un diálogo construido a base de escándalos, rumores, cotilleos y, también, control sobre el poder establecido.

Por otra parte, el público encuentra en los diarios sensacionalistas mucha información «del corazón» que, a diferencia de otros países, como España o EE UU, no está tan presente en la televisión, un medio donde existe mucha menor libertad a la hora de tratar estos temas.

La paradoja es que, aunque existe un cierto vacío legal en algunos aspectos, como los límites de la protección de la intimidad, del que se han aprovechado durante años los tabloides británicos, lo cierto es que las regulaciones legales a las que está sometida la prensa en este país se hallan entre las más severas del mundo.

Está, por ejemplo, la figura conocida como superinjunction, una medida cautelar que impide a los medios publicar información sobre la vida privada de cualquier personaje que se acoja a este derecho ante la Corona. Fue el caso del futbolista Ryan Giggs, cuyo nombre no pudo publicar ningún periódico hace unos meses, pese a que todo el mundo sabía que era él el «conocido jugador que tiene una relación extramarital». Al final, se divulgó por Twitter.

Para todos los gustos

Pase lo que pase con el imperio de Rupert Murdoch, quien, tras el cierre del dominical News of the World, mantiene aún la propiedad del otro gran tabloide británico, The Sun, la oferta sensacionalista en el Reino Unido sigue siendo lo suficientemente potente y variada, y está asimismo lo suficientemente arraigada, como para que la cultura del tabloide se vea seriamente afectada.
Estas son las claves de los principales tabloides que, tras la clausura de News of the World, se publican actualmente en el Reino Unido.

  • The Sun. Fundado en 1964, pertenece a News Corporation, la rama británica del conglomerado de empresas de medios de comunicación del magnate australiano Rupert Murdoch. Es el diario más leído en idioma inglés, con una circulación de más de 2,8 millones de ejemplares. Ha sido el periódico que más trapos sucios de la familia real británica ha revelado, incluyendo las conversaciones entre Lady Di y su amante. De orientación derechista, antieuropeísta y conservadora, se mofa habitualmente de los líderes extranjeros. Cuando, tras los atentados terroristas de 2005 en Londres, la Policía mató por error al brasileño Jean Charles de Menezes, The Sun tituló «Muerto un terrorista», y agregó: «Ya cayó uno, quedan tres».
  • Daily Mail. El segundo periódico más leído en el Reino Unido, con una tirada de más de 2 millones de ejemplares. Fue fundado en 1896 y su propietario actual es Daily Mail and General Trust, que publica el diario a través de Associated Newspapers Ltd. En 2006 tuvo que pagar una indemnización de 100.000 libras a Elton John por una información falsa. Es pro conservador.
  • Daily Mirror. Fundado en 1903, pertenece a Sunday Mirror. Fue el primer diario británico en oponerse a la guerra de Irak en 2003. Publicó fotos de supuestos soldados británicos maltratando a presos iraquíes, que después se demostró que eran falsas, por lo que tuvo que rectificar. Uno de sus grandes hitos fue la publicación de fotos de la zona privada del Palacio de Buckingham tomadas por un periodista infiltrado, una historia que acabó en los tribunales. Es pro laborista y tiene una criculación de 1,2 millones ejemplares.
  • The Daily Star. Fundado en 1978, pertenece a Daily Star Sunday. Tiene una circulación de 700.000 ejemplares. En 1987 acusó al aristócrata multimillonario y escritor de best sellers Jeffrey Archer de haber declarado como dietas de viaje 2.000 libras que pagó a una prostituta. Archer demandó al diario, que tuvo que indemnizarle con 500.000 libras, la mayor indemnización por perjuicios registrada hasta entonces en la historia del derecho británico. Doce años después, la Justicia le dio la razón al Star, y Archer tuvo que devolver el dinero y fue condenado por perjurio.
  • The People. Fundado en 1881, es propiedad de Trinity Mirror. Tiene orientación laborista y sale solo los domingos.
  • The Daily Sport / The Sunday Sport. Con una tirada de 84.000 ejemplares, practica el amarillismo puro, sin una orientación política definida ni demasiada preocupación por la actualidad. Lo publica Daily Sport Limited (TBA) y se centra en noticias escandalosas y rumores sobre famosos, con imágenes de porno blando.
  • The Morning Star. Fundado en 1930, de orientación socialista-comunista y propiedad de People’s Press Printing Society (una cooperativa de lectores), es el más centrado en la información política, con especial atención a los asuntos sindicales. Entre sus titulares famosos, «Cobrad impuestos a los ricos, no robéis a los pobres», y «Operación: Asesinar a civiles» (sobre la guerra de Irak),

EE UU: otra historia

Pese a gozar de una mayor libertad que en el Reino Unido, los tabloides estadounidenses son mucho menos agresivos que sus primos del otro lado del Atlántico y no se atreven a ir tan lejos. Tampoco tienen la misma influencia.

Por otra parte, el hecho de que la mayor parte de los periódicos en EE UU se vendan por suscripción, y no en la calle, resta gancho a las portadas impactantes de los tabloides. El mercado periodístico estadounidense, dominado por un gran periódico en cada ciudad, y no tanto por distintos periódicos para los diferentes segmentos de la población, es, además, muy diferente al británico.

Los llamados «tabloides de supermercado», como el National Enquirer (700.000 ejemplares) o el Star (900.000), son los más parecidos a los británicos en cuanto a contenido, aunque están más especializados en las vidas de los famosos, principalmente los de Hollywood. Aparte de estos dos casos, los tabloides más conocidos se encuentran en Nueva York:

  • New York Post. Es el décimo tercer periódico más antiguo de Estados Unidos, y el único que ha sido publicado diariamente desde su fundación. Desde 1976 pertenece a Rupert Murdoch.
  • Daily News. El quinto periódico de EE UU en volumen de circulación, fue el primer diario de este país que se imprimió en formato tabloide. Fundado en 1919, y propiedad de Mortimer Zuckerman, ha ganado diez Premios Pulitzer.

‘Bild’: la locomotora alemana

Alemania es un caso especial. Solo tiene un tabloide importante, pero se trata del periódico con mayor tirada de toda Europa (más de 3,6 millones de ejemplares) y el tercero del mundo. El Bild (antes llamado Bild-Zeitung) fue fundado en 1952, pertenece al grupo editorial Axel Springer (el mismo que publica el rotativo Die Welt) y, a pesar de ser considerado sensacionalista, disfruta de una gran influencia sobre la opinión pública alemana. Sus artículos cuentan con grandes titulares y están escritos en un lenguaje claro y sencillo.

Aunque nació tomando como modelo al Daily Mirror, el Bild evolucionó hacia un diseño algo diferente, con imágenes más grandes y textos más cortos. Sus famosas fotos de chicas en topless le han valido numerosas críticas por parte de grupos feministas alemanes, y también ha sido acusado en varias ocasiones de inventar historias. Su ideología es populista-conservadora y nacionalista, aunque con una tendencia más centrista desde la caída del Muro de Berlín.

¿Y en España?

Los expertos en comunicación atribuyen la inexistencia de tabloides en España a varios factores. Por un lado, la demanda del público en lo que respecta a información ‘rosa’ o de famosos en un tono escandaloso y amarillista está cubierta de sobra por la televisión que, además, es gratis, y también, con diferentes tonos, por las revistas del corazón. Por otra parte, el sector de la población al que normalmente se dirigen los tabloides está copado en España por los diarios deportivos, que son los que, en su campo, más se han acercado al modelo sensacionalista en lo referente al diseño y la concepción de los titulares.

Dos excepciones han sido El Caso y el diario Claro. El primero, un semanario especializado en sucesos, comenzó a publicarse en 1952, y hasta su cierre en 1987 se caracterizó por relatar en sus páginas los crímenes y episodios trágicos más impactantes de la sociedad española. Algunos de los sucesos más famosos de la década de los cincuenta hicieron aumentar su difusión hasta casi medio millón de ejemplares. Sin embargo, tras el éxito cosechado con sus publicaciones sobre El Lute, la implantación de la televisión y el fin de la dictadura en los años setenta van obligando a El Caso a ir reduciendo poco a poco su tirada. Su último director fue el periodista almeriense José Manuel Bretones.

El diario Claro, por su parte, es considerado como el primer proyecto de prensa sensacionalista a gran escala en España. Perteneciente a Prensa Española (editora del diario ABC, y hoy integrada en el grupo Vocento) y a la alemana Axel Springer (Bild), su vida fue, sin embargo, corta, publicándose tan sólo entre los meses de abril y agosto de 1991. Llegó a tener una difusión de 130.000 ejemplares.