En noviembre de 1918, recién concluida la Primera Guerra Mundial, el coronel T. E. Lawrence, más conocido como Lawrence de Arabia, presentó ante el Comité de Guerra británico un mapa realizado por él mismo, en el que mostraba cómo deberían trazarse las nuevas fronteras en Oriente Medio, una vez desaparecido el Imperio Otomano. El mapa, más un boceto que una propuesta detallada, reservaba un espacio para los kurdos de Irak, dividía con más o menos precisión las áreas suní y chií de este país y, aunque mantenía la frontera con la actual Siria para no molestar a los franceses, agrupaba el norte de ambos Estados en una sola zona del mismo color.
No le hicieron ni caso. La Administración británica en Mesopotamia rechazó la idea de plano, y las potencias occidentales siguieron adelante con el acuerdo alcanzado durante la guerra por franceses y británicos, que habían negociado en secreto Mark Sykes y François Georges-Picot. El resultado, un Oriente Medio diseñado según agendas coloniales, a base de escuadra y cartabón, fue el mapa que, con ligeras variaciones, conocemos hoy, y también, aunque no la única, sí una de las principales semillas de un siglo de guerras y caminos sin salida.
Más tarde vendrían la creación del Estado de Israel y el drama palestino, el boom del petróleo y sus consecuencias, las dictaduras, los nacionalismos, los experimentos y las revoluciones, el fundamentalismo islámico, el terrorismo, los dobles raseros de la comunidad internacional y la frustración de que comunidades distintas no puedan vivir en paz bajo un mismo techo, más allá de los países que las albergan. Pero el germen, haber dejado de lado la compleja realidad religiosa y étnica de Oriente Próximo, había quedado plantando mucho antes, en los despachos de Londres y París… ¿Hasta ahora?
Las revueltas de la llamada «primavera árabe», iniciada hace ya tres años; la devastadora guerra civil en Siria y su efecto en los países vecinos; el caos dejado en Irak por la invasión que lideró EE UU en 2003; el renacimiento de las eternas divisiones en el Líbano… Mes tras mes, semana tras semana, las fronteras que durante décadas mantuvieron, a menudo con mano de hierro, los gobiernos de la zona, empiezan a emborronarse. Alianzas y odios ancestrales –entre las dos principales ramas del islam, suníes y chiíes, sobre todo– van tomando cada vez más protagonismo, y la identidad sectaria, étnica y religiosa se superpone a la nacional. Los grupos más radicales del llamado yihadismo aprovechan la debilidad de los gobiernos o las situaciones de guerra para crear pseudoestados en los que las líneas divisorias creadas por Occidente parecen haber dejado de existir.
Un nuevo escenario
En tan solo unos días, los yihadistas suníes del EIIL (Estado Islámico de Irak y el Levante, ISIS, por sus siglas en inglés) se han hecho con el control de Mosul, la segunda ciudad más grande de Irak y la más importante de su zona norte, llegaron a entrar triunfantes en Tikrit, capital de la provincia de Salahedin y localidad natal de Sadam Husein, y avanzan ahora hacia Bagdad tras haber provocado la huida de más de medio millón de personas, y ante la espantada del ejército iraquí.
Los insurgentes, demasiado radicales incluso para la Al Qaeda de la que se escindieron, fanáticos instalados en el terror de la intolerancia total, están estrechamente conectados con grupos similares que combaten en la guerra en Siria. Entre sus primeras acciones, a golpe de excavadora y con la gran difusión mediática que les permite su intensa actividad en las redes sociales, se apresuraron a destruir los abandonados pasos fronterizos con este país y anunciaron la unificación formal de los territorios que controlan en ambos Estados. Las fronteras ideales del califato islámico que tienen en mente se extienden desde el golfo Pérsico hasta el Atlántico, pero, de momento, sus límites no difieren mucho de aquel olvidado mapa de Lawrence.
Esta explosión está suponiendo, además, una oportunidad para los kurdos del norte de Irak, obligados a defenderse ante la ausencia del Ejército nacional iraquí, y ha provocado que Irán (la gran potencia chií) se haya comprometido a intervenir, colaborando incluso con Estados Unidos si es necesario.
Es demasiado pronto para hacer predicciones, y son muchos y muy complejos los intereses que hay en juego, pero, para algunos analistas, podríamos estar asistiendo al final de Irak tal y como lo conocemos.
Estas son, en preguntas y respuestas, las principales claves de la crisis:
¿Qué está pasando en Irak?
El pasado martes, el EIIL, apoyado por combatientes tribales y otros grupos afines, se hizo con el control de Mosul, capital de la provincia iraquí de Nínive, en el norte del país, antes de extender en los siguientes días una espectacular ofensiva hacia las provincias de Salahedin, Kirkuk y Diyala, en su camino hacia Bagdad y los santuarios chiíes de Kerbala y Nayaf. Los insurgentes llegaron a entrar en Tikrit, la cuna del fallecido líder iraquí Sadam Husein, si bien esta localidad fue recuperada después por el ejército.
La toma de Mosul, la segunda gran ciudad que cae en manos del EIIL este año, después de Faluya, supone un duro golpe a los intentos del primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, por derrotar a los insurgentes. Desde la retirada de las fuerzas estadounidenses del país en 2011, los yihadistas han ido ocupando cada vez más territorio.
El avance actual del EIIL ha provocado la huida de cientos de miles de personas (algunas fuentes elevan el número de desplazados en la zona al medio millón), principalmente hacia el Kurdistán iraquí. La ofensiva se produce después de que los yihadistas se hayan hecho con buena parte del nordeste de Siria (el grupo controla la provincia de Al Raqqa y tiene gran presencia en la vecina Deir Ezzor, fronteriza con Irak), y tiene como objetivo establecer un estado islámico entre estos dos países.
La situación se agravó este viernes cuando el más alto clérigo chií en Irak instó a los ciudadanos a tomar armas contra los extremistas suníes, y Naciones Unidas informó de que tiene pruebas de que algunos miembros del EIIL han realizado ejecuciones sumarias de civiles en su avance hacia el sur. Diversos vídeos y fotografías distribuidos estos días en Internet muestran prisioneros capturados por los insurgentes, ejecutados o marchando en grandes filas con destino incierto.
Entre tanto, tropas kurdas tomaron este jueves el control de la ciudad petrolera de Kirkuk, en la región autónoma del Kurdistán iraquí, ante la huida de soldados y policías iraquíes, y con el fin de defender a la población del avance de los yihadistas.
¿Cuál es el contexto?
La violencia sectaria, principalmente entre suníes (en torno al 35% de la población) y chiíes (cerca del 65%), ha sido una constante en Irak desde la invasión liderada por EE UU que derrocó a Sadam Husein en 2003. El punto máximo se alcanzó durante la guerra civil de 2006-2007 y, tras unos años de relativa calma, la tensión volvió a recrudecerse a lo largo de 2013, con atentados casi diarios y decenas de miles de muertos cada mes.
El incremento de la violencia está vinculado al resentimiento de la población suní con la mayoría chií (actualmente en el gobierno liderado por Nuri al Maliki), a la que los suníes acusan de practicar una discriminación sistemática. Algunas muertes se producen cuando las fuerzas de seguridad se enfrentan a personas o grupos armados. En otros casos se trata de pura violencia confesional, dirigida contra objetivos civiles.
La tensión se disparó tras la retirada de las tropas estadounidenses, y las medidas adoptadas por el Gobierno para intentar atajarla solo han conseguido echar más leña al fuego. El ejecutivo actual, concebido desde el principio en base a identidades religiosas, no ha logrado articular, o fortalecer, la idea de una única entidad nacional. A ello hay que añadir los intentos de Al Qaeda en Irak y de otros grupos extremistas como el EIIL por hacerse fuertes en el país.
La guerra en Siria también está afectando. Los lazos entre los suníes de Irak y los de Siria son fuertes, y las tribus suníes iraquíes preciben la «opresión chií» como algo general, proveniente tanto del Gobierno iraquí como de la minoría alauí siria (el alauismo, confesión a la que pertenecen el presidente sirio, Bashar al Asad, y la clase dirigente de este país, es una rama del islam que comparte muchas prácticas y creencias con el chiísmo).
Por otro lado, a pesar del entrenamiento que recibieron de las tropas estadounidenses, las fuerzas de seguridad iraquíes no están aún preparadas para enfrentarse a los múltiples desafíos que presenta la situación actual. Los suníes, además, acusan a la policía y al ejército de velar tan solo por los intereses del Gobierno, en lugar de ser una fuerza nacional dedicada a proteger al país y a los ciudadanos.
¿Por qué se ha producido ahora el avance yihadista?
El origen del avance actual se encuentra en diciembre de 2013, cuando militantes islamistas tomaron la ciudad de Faluya, en el centro del país, y algunas poblaciones cercanas a Ramadi. Ahora, el EIIL está aprovechando dos factores clave: el creciente descontento de la minoría suní hacia el presidente Maliki, y la cada vez mayor dimensión sectaria de la guerra en la vecina Siria. La debilidad de las autoridades estatales en el norte de ambos países hace posible que los militantes yihadistas puedan cruzar fácilmente la frontera, y no hay que olvidar que la mayoría de la población del territorio en que se mueven es de confesión suní.
En cualquier caso, la ofensiva actual no puede calificarse exactamente como un ataque sorpresa. En las últimas semanas, el EIIL ya había atacado en otras zonas de Irak, como Samarra (localidad especialmente importante para el Gobierno por su santuario chií), y el primer ataque sobre Mosul (el verdadero objetivo) se inició el pasado 6 de junio, aunque en aquella ocasión pudo ser repelido.
¿Cómo han podido avanzar tan rápidamente?
Los insurgentes no han encontrado apenas resistencia por parte de las fuerzas de seguridad iraquíes, aquejadas de graves problemas de corrupción, marcadas por el sectarismo en sus filas y con poco sentimiento de lealtad a un gobierno que, entre otras cosas, tarda meses en pagar los salarios.
El Gobierno iraquí cuenta con unos 930.000 soldados entrenados por EE UU, y con un personal de seguridad complementario de 270.000 efectivos, suficientes, en teoría para contener a los rebeldes del EIIL, cuyo número se calcula entre 10.000 y 15.000. Las tropas iraquíes, sin embargo, están desmoralizadas por la dureza del conflicto y por la crudeza de los ataques de los yihadistas, que incluyen atentados suicidas, decapitaciones y crucifixiones.
Por otra parte, en las áreas suníes suelen estar destacados soldados suníes, que no ven con buenos ojos tener que combatir a miembros de su misma confesión, y en cuanto a la policía, muchos de sus componentes son reclutados entre la población local, y muy vulnerables, por tanto, a la presión de sus correligionarios y de los grupos terroristas. En Mosul, unos 30.000 soldados iraquíes abandonaron sus armas y huyeron cuando fueron atacados por cerca de 800 combatientes.
En cuanto al EIIL en sí, sus militantes estarían siendo apoyados por exoficiales y exsoldados del antiguo ejército iraquí que se disolvió cuando EE UU invadió el país. Además, el grupo, reforzado con voluntarios llegados no solo de Siria sino también de otros países de la región e incluso de Europa y EE UU, parece haber adaptado sus tácticas y su mensaje para conectar mejor con la población iraquí. En Siria no ocultan sus objetivos e imponen abiertamente su radical interpretación de la ley islámica, con prohibiciones que recuerdan las prácticas de los talibanes afganos y ejecuciones en plazas públicas. En Irak parecen concentrarse más en presentarse como los protectores de la comunidad suní frente al gobierno chií de Maliki.
¿Qué es el EIIL y cuál es su relación con Al Qaeda?
El Estado Islámico de Irak y el Levante surgió durante la guerra de Irak de 2003, y juró alianza a Al Qaeda en 2004. En 2006, la organización, bajo el nombre de Estado Islámico de Irak, se estableció como una coalición que englobaba a varios grupos insurgentes iraquíes (incluyendo su predecesor el Consejo de la Shura de los Muyahidines, la propia Al Qaeda en Irak y diversos clanes suníes), con el objetivo de establecer un califato islámico en las regiones suníes de Irak.
El grupo adoptó su actual denominación de Estado Islámico de Irak y el Levante en 2013, al ampliar su ámbito de operaciones a la vecina Siria, donde se ha convertido es una de las principales facciones de la guerra civil, y controla parte de las gobernaciones sirias de Idlib, Alepo y Raqqa. En abril de ese año, la organización se presentó como una fusión entre el original Estado Islámico de Irak (vinculado a Al Qaeda) y el grupo yihadista rebelde sirio conocido como Frente Al Nusra.
Al Nusra, sin embargo, rechazó la supuesta alianza, y dos meses después el propio líder de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri, desautorizó al EIIL como rama territorial de la organización. Al Zawahiri, quien quiere una única facción yihadista combatiendo a las fuerzas del Gobierno sirio, teme que la brutalidad de los métodos del EIIL y la violencia terrorista sistemática que este grupo ejerce sobre la población local acabe deslegitimando la causa yihadista global. Por su parte, el máximo dirigente del EIIL, Abu Bakr al Baghdadi, desobedeció a Al Zawahiri y se negó a aceptar la orden de que sus actividades se limitasen al territorio iraquí.
La competencia entre Al Qaeda y el EIIL por liderar el yihadismo global puede tener como consecuencia un mayor riesgo de atentados en OccidenteLa competencia entre Al Qaeda y el EIIL por liderar el yihadismo global puede tener como consecuencia un mayor riesgo de atentados en Occidente, con fines propagandísticos. Según explica en el diario El País Fernando Reinares, investigador principal de Terrorismo Internacional en el Real Instituto Elcano y catedrático de Ciencia Política en la Universidad Rey Juan Carlos, «a partir de sus conquistas en Irak y Siria el EIIL ha pasado a competir con Al Qaeda por la hegemonía del yihadismo en Próximo Oriente y más allá. Es hoy el desarrollo más importante en la evolución del yihadismo global, cuyos actores están tomando partido por Al Qaeda y sus afines o por el EIIL y los suyos […]. Al Qaeda y el EIIL, en su pugna por movilizar apoyos en el seno de las poblaciones musulmanas, intentarán mostrar potencial para infligir daño a países del mundo occidental utilizando adeptos con que cuenten en los mismos».
¿Cómo actúa en las zonas que controla?
Con sus caras a menudo cubiertas y sus omnipresentes banderas negras, los extremistas del EIIL dirigen las poblaciones que controlan como pequeños Estados, aplicando su radical interpretación de la ley islámica y organizando desde cortes de ‘justicia’ hasta escuelas, servicios urbanos básicos o incluso distribuciones de alimentos.
En Siria ejercen su poder sin contemplaciones (ejecuciones públicas, amputaciones por robos, prohibición de actividades como la música). En Irak parece existir una mayor moderación, aunque solo relativa. En ambos casos han demostrado bastante eficacia a la hora de gestionar los recursos, incluyendo campos de petróleo en Siria o plantas eléctricas en Irak.
Tras tomar el control de Mosul, el EIIL hizo públicas algunas consideraciones y normas para la población. Entre ellas:
- Somos soldados del islam, y nuestra responsabilidad es recuperar la gloria del Califato Islámico.
- Los líderes tribales y jeques que colaboren con el Gobierno serán considerados traidores.
- Las mujeres solo deben salir de casa si es necesario, y, en ese caso, deben vestir de forma modesta y con ropa amplia.
- El alcohol, el tabaco y las drogas están prohibidos.
- Soldados, policías y miembros de otras organizaciones ateas pueden arrepentirse. Habilitaremos lugares específicos para que lo hagan.
- Las reuniones públicas con armas y banderas [salvo las del EIIL] están prohibidas.
- Nuestra postura sobre los santuarios y tumbas [chiíes] es conocida [serán destruidos].
En cuanto a sus recursos económicos, el EIIL cuenta con amplias redes de extorsión, y en febrero se hicieron con los valiosos campos de gas de Conoco, cuyo valor se calcula en cientos de miles de dólares. Tras la toma de Mosul, el Gobierno regional iraquí aseguró que el EIIL se había apoderado del equivalente a 430 millones de dólares en moneda iraquí y oro.
¿Quién es su líder?
Considerado por la revista Time «el hombre más peligroso del mundo», y apodado por el diario Le Monde como «el nuevo Bin Laden», el líder del EIIL, Abu Bakr al Baghdadi, es una figura relativamente poco conocida, tremendamente esquiva y bastante enigmática. Estados Unidos ofrece por su cabeza una recompensa de 10 millones de dólares.
Nacido en la ciudad iraquí de Samarra en 1971, Al Baghdadi, de quien apenas existen un par de fotografías públicas, asegura ser descendiente directo del profeta Mahoma y, según una biografía citada frecuentemente por los yihadistas, procede de una familia profundamente religiosa y obtuvo un doctorado en la Universidad Islámica de Bagdad. En 2005 fue capturado por las tropas estadounidenses y pasó cuatro años como prisionero en Bucca, al sur de Irak, donde, presumiblemente, entró en contacto con combatientes de Al Qaeda.
En 2010, tras la muerte de varios de los líderes de Al Qaeda en Irak, Al Baghdadi asumió el mando de la organización integrista en el país, en un momento en que la rebelión suní estaba muy debilitada. La guerra en Siria y las políticas del Gobierno iraquí reforzaron tanto al grupo como su liderazgo.
Como señalaba hace unos días un antiguo oficial antiterrorista británico a la agencia AFP, «durante los últimos 10 años, Al Zawahiri [el líder de Al Qaeda] ha estado escondido en la frontera entre Afganistán y Pakistán y se ha limitado a publicar unos pocos comunicados y vídeos, mientras que Al Baghdadi ha capturado ciudades, ha movilizado enormes cantidades de gente, ha asesinado sin piedad a lo largo de Irak y Siria… Si fueras un tipo que busca acción, tu opción sería Al Baghdadi».
¿Cómo son sus combatientes?
El EIIL, un grupo que está combatiendo, con éxito, a dos gobiernos y a otros grupos rebeldes, es como un imán para militantes radicales, no solo iraquíes y sirios, sino de todo el mundo, incluyendo, tal y como puede verse en los vídeos y mensajes que distribuye en Internet, chechenos, alemanes, británicos o estadounidenses.
Un líder del opositor Ejército Libre de Siria indicaba a The New York Times que los combatientes del EIIL están «mejor pagados, mejor entrenados y mejor armados que muchos soldados de los ejércitos nacionales de Siria e Irak». Según testimonios citados por ese mismo diario, muchos se unen a los yihadistas por motivos ideológicos, pero otros lo hacen tambien atraídos por los altos salarios y por la capacidad del grupo para consolidar su poder en las zonas que controla.
¿Pueden tomar Bagdad?
No es muy probable. Por un lado, la defensa de la capital, pertrechada por milicias chiíes y con una presencia del ejército mucho más sólida, no tendría nada que ver con lo ocurrido en el norte. La implicación internacional sería, además, mucho mayor, empezando por Irán.
Por otra parte, no parece que, de momento, el EIIL tenga la capacidad humana, logística y militar necesaria para capturar (y mantener) Bagdad y seguir controlando, a la vez, el resto del territorio.
¿Qué responsabilidad tiene EE UU?
Para algunos analistas, la situación que vive actualmente Irak es la consecuencia directa de la invasión liderada por Estados Unidos en 2003, bajo la presidencia de George W. Bush. La desmantelación del régimen (y del ejercito) de Sadam Husein, que, aunque de forma brutal, mantenía unido el país con un férreo centralismo, no fue sustituida por un gobierno lo suficientemente integrador. El régimen dictatorial de Sadam, controlado por la minoría suní, creó durante décadas un resentimiento entre kurdos y chiíes cuya solución difícilmente podía pasar por darle, sin más, la vuelta a la tortilla. Teóricamente, la intención de Washington era crear un modelo que uniese a todas las comunidades. En la práctica supuso un Estado dominado por la mayoría chií.
La apuesta de la Administración de Barack Obama por Maliki no hizo más que empeorar la situaciónPosteriormente, la apuesta de la Administración de Barack Obama por Maliki no hizo más que empeorar las cosas, creando un país irreversiblemente dividido ahora entre suníes, chiíes y kurdos. La retirada de las tropas estadounidenses cuando aún no estaba garantizada la estabilidad política ni la seguridad acabó de derribar lo que era ya un frágil castillo de naipes. A pesar de los planes iniciales de EE UU de mantener algunas fuerzas en Irak para apoyar al ejército local, las últimas tropas estadounidenses abandonaron el país en diciembre de 2011 sin que se hubiese conseguido un acuerdo en ese sentido entre Bagdad y Washington.
¿Cómo ha respondido Obama?
De momento, el presidente de Estados Unidos ha rechazado una nueva intervención militar terrestre para contener a los yihadistas en Irak. El pasado viernes, Obama indicó claramente que no hará regresar a las tropas estadounidenses a este país, cuya situación describió como un «problema regional a largo plazo», si bien se comprometió a ayudar a las autoridades iraquíes a hacer frente a los guerrilleros, siempre que el Gobierno de Bagdad haga su trabajo: «Estados Unidos hará la parte que le corresponda, pero cualquier tipo de acción que emprendamos deberá estar acompañada por los esfuerzos de los líderes iraquíes», dijo.
No obstante, Obama dejó la puerta abierta a otras opciones militares, entre ellas la que se baraja con más fuerza: ataques aéreos selectivos. Este sábado, el secretario de Defensa de EE UU, Chuck Hagel, ordenó el envío del portaaviones George H.W. Bush al golfo Pérsico.
¿Cómo ha reaccionado Irán?
Las autoridades iraníes (chiíes), que han respaldado siempre al primer ministro iraquí, se apresuraron a expresar su apoyo al Gobierno de Bagdad en su lucha contra los insurgentes suníes, y han llegado a contemplar incluso una eventual (y hasta ahora, impensable) cooperación con Estados Unidos, país que pidió una respuesta «fuerte y coordinada». El presidente iraní, Hassan Rohani, señaló que su país (principal aliado del régimen sirio) no tolerará la violencia y el terror en la región.
Rohani ha negado que Irán haya enviado soldados a Irak, aunque indica que «está dispuesto a ayudar a un país amigo». Como recuerda en El Mundo Javier Espinosa, «Irán ni siquiera necesita implicar gran número de tropas en el territorio iraquí. Desde hace años Teherán apadrina toda una nebulosa de milicias como Asaib ahl Haq, Kataib Hizbulá, Kataib Sayyid al-Shuhada o las Brigadas Badr, que casi actúan como unidades afiliadas a su propio ejército».
¿Qué consecuencias está teniendo la crisis para los kurdos?
Tras el avance de los yihadistas, las fuerzas de seguridad de la región autónoma del Kurdistán iraquí están ocupando las posiciones de las que ha huido el ejército de Bagdad, especialmente en las regiones de Nínive y Kirkuk. Se trata de una zona a la que, tras la invasión estadounidense, regresaron masivamente miles de kurdos desplazados, y en la que se han producido desde entonces continuos enfrentamientos con las autoridades centrales, tanto por cuestiones territoriales como por el control de la gran riqueza petrolera de esta región.
La situación actual supone una oportunidad única para que se produzca una mayor desmembración con respecto a Bagdad, y para que los kurdos afiancen su control político y militar en el norte. Por lo pronto, los diputados de esta comunidad boicotearon esta semana la reunión del Parlamento iraquí en la que Maliki pretendía conseguir apoyo para declarar el estado de emergencia a nivel nacional (una situación que acrecentaría notablemente su poder), y que tuvo que ser suspendida ante la falta de quórum.
Los kurdos ya han mandado al EIIL el mensaje de que no van a reaccionar como el ejército iraquí, y han reforzado sus defensas en numerosas poblaciones. Su papel, no obstante, puede suponer un importante punto de fricción en el futuro, se incline la balanza hacia donde se incline, ya que tanto los árabes iraquíes suníes como los chiíes se oponen a sus reclamaciones territoriales más allá de su enclave actual.
¿Se dividirá Irak?
Esta nueva crisis ha vuelto a poner sobre la mesa la vieja idea, discutida ya durante la guerra de 2003, de que Irak se divida en tres regiones separadas, o incluso en tres naciones independientes: una chií (Bagdad y la mayor parte del sur y la frontera oriental con Irán), una suní (el oeste y algunas zonas del norte), y una kurda (también en el norte, e incluyendo las ciudades de Irbil y Kirkuk, a las que Sadam desplazó grandes cantidades de población árabe).
La opción de la división, planteada también en otros países de la región, tiene defensores y detractores. Por un lado, y contando siempre con que los extremistas del EIIL fuesen reemplazados en un futuro por un liderazgo suní civilizado, el nuevo mapa obedecería a una distribución mas homogénea de la población y supondría, en principio, menos tensiones de carácter étnico y confesional. Por otro lado, y como señalaba el diario británico The Guardian en un editorial, «un Irak dividido sería demasiado débil como para hacer frente, en el mejor de los casos, a la penetración de potencias exteriores, y, en el peor de los casos, podría convertirse en el campo de batalla de la guerra regional entre suníes y chiíes».
La clave, al final, es determinar hasta qué punto es posible un Estado integrador y aconfesional a estas alturas, con tantos muertos a la espalda en todos los bandos.
¿Cómo afecta la crisis a Turquía?
Al otro lado de la frontera septentrional iraquí, el Gobierno de Ankara ya ha celebrado reuniones de emergencia, y decide cómo rescatar a los 80 ciudadanos turcos que mantiene secuestrados el EIIL.
Turquía, con grandes intereses energéticos en Irak, es ahora especialmente sensible a posibles ataques yihadistas, una situación que le ha obligado ha cambiar su discurso en los últimos meses. En 2012, el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan, que apoya a los grupos opositores al régimen sirio de Bashar al Asad, calificó de «apresurada» la decisión de EE UU de incluir al Frente Al Nusra como grupo terrorista. Por entonces, a Ankara no le preocupaba especialmente la ideología de los rebeldes sirios. El pasado mes de junio, Turquía ya había colocado a Al Nusra en su propia lista de grupos terroristas.
¿Cómo está sufriendo la población?
El viernes, la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, mostró su extrema preocupación por «el deterioro dramático de la situación en Irak», de donde provienen «informaciones sobre ejecuciones sumarias y extrajudiciales, y el desplazamiento masivo de medio millón adicional de personas». El sábado, la ONU calificó la crisis como una «tragedia humana» y cifró el número de desplazados internos en todo el país en alrededor de un millón de personas.
La masiva llegada al Kurdistán iraquí en los últimos días de civiles procedentes de la vecina provincia de Nínive ha abierto un nuevo frente humanitario para la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), que ya tenía que afrontar la ayuda a los refugiados que siguen llegando de Siria y a los desplazados en los últimos meses de la provincia iraquí de Al Anbar, en el oeste del país.