La voz metálica y mandona de la vieja cassette en aquellas clases de francés reclama al fin, tantos años después, su auténtico sentido. Écoutez et répétez.
—Esto no es para lo que yo me apunté.
Nueva York, 22 de mayo de 2023, sobre las cinco de la tarde. Una pareja en la Octava Avenida, en lo que parece una discusión. Habla ella. Él, que le dobla la altura, permanece callado. Caminan en dirección sur, a un par de manzanas de Penn Station. Manhattan luce bajo un sol brillante tras la intensa lluvia que le lavó la cara durante horas hace un par de días. La incesante sinfonía de motores y cláxones fluye de nuevo sin sordina. Hay algo de orgánico en el caos: el tráfico, el ruido, la gente… Como un ser vivo gigantesco pero indefinible. ¿Para qué se apuntó ella entonces? ¿Qué esperaba? ¿Qué le queda aún? Es posible que lo esté explicando ahora, pero el manto de la ciudad ha engullido ya su voz, uniéndola al resto de historias, sonidos, luces, esperas, instantes. Un ser vivo gigantesco con un apetito insaciable y que, efectivamente, nunca duerme.
Miguel Máiquez, 9/6/2023