En una controvertida respuesta que contribuyó no poco a encender los ánimos de los afectados por la tragedia ocurrida el pasado martes en la mina de Soma, el primer ministro turco, Recep Tayip Erdogan, intentó relativizar la magnitud del desastre afirmando que se trata de algo inevitable: «Los accidentes en las minas pasan con frecuencia, son cosas normales», dijo. Y, para ilustrarlo, acudió a ejemplos de otros siniestros… ocurridos en el siglo XIX: «He repasado la historia: unas 204 personas murieron en el Reino Unido al desplomarse una mina en 1838; otros 361 mineros fallecieron en ese mismo país en 1866, y 290 en 1894. Y en Estados Unidos, con toda su tecnología, murieron 307 mineros en 1907. Es algo habitual». En su propio país, tan solo unas horas antes y ya en pleno siglo XXI, acababan de morir 302, según el recuento oficial de víctimas dado por definitivo este viernes por las autoridades locales.
El accidente de Soma, por el que nadie, ni en el Gobierno ni en la empresa minera, ha asumido responsabilidades aún, y del que todavía se desconocen las causas exactas, ha reabierto la brecha entre el Ejecutivo turco y buena parte de la población del país, un descontento que se inició hace aproximadamente un año a raíz de las protestas ciudadanas originadas en el parque Gezi, en Estambul, y que se intensificó después con el escándalo de corrupción relacionado con el clérigo islámico Fetullah Gülen. Ahora, la tragedia minera puede suponer otro importante tropiezo en las aspiraciones de Erdogan para ser reelegido en los comicios presidenciales del próximo mes de agosto, a pesar de que el primer ministro islamista cuenta todavía con un importante e incondicional apoyo electoral, sobre todo en las zonas rurales.
Y, sin embargo, las para muchos injustificables declaraciones de Erdogan tienen, desgraciadamente, algo de cierto: para decenas de miles de trabajadores en muchos países del mundo, la mina sigue siendo la misma trampa mortal que era en el siglo XIX. La importante diferencia, omitida por el primer ministro turco en su repaso histórico, es que el problema no es ahora tanto tecnológico como económico. La búsqueda por obtener un máximo rendimiento hace que las leyes sobre seguridad laboral se ignoren o no sean lo suficientemente duras en muchos casos, una situación a la que hay que sumar la falta de libertad para protestar y la debilidad de los sindicatos en algunos de los países, como China, Rusia o la propia Turquía, donde son más graves y frecuentes estos accidentes.
No existen cifras verificadas del número de accidentes mortales relacionados con la minería, pero, según diversos informes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), cada año mueren en el mundo más de 1.200 mineros como consecuencia de desprendimientos, explosiones, intoxicaciones por gas, incendios, inundaciones y otros accidentes, tanto en explotaciones subterráneas como en superficie. Otras fuentes y sindicatos internacionales del sector consideran que la cifra real es mucho mayor (alrededor de 10.000), dado que muchos de los accidentes se producen en minas «irregulares» de países en desarrollo, sin controles oficiales. La OIT calcula que la minería emplea a cerca del 1% de la fuerza laboral mundial y genera el 8% del total de accidentes mortales.
Según datos de esta misma organización, dependiente de Naciones Unidas, 1.173 mineros murieron en accidentes laborales en Turquía entre 2001 y 2012. La OIT estableció en 1995 un Convenio sobre Seguridad y Salud en las Minas, pero Turquía, a pesar de la importancia del sector en este país, no se encuentra entre las 29 naciones que lo firmaron.
Estas son las claves del peor accidente minero en la historia turca, y de la falta de seguridad que sigue aquejando al sector, doscientos años después del apogeo de la Revolución Industrial.
El accidente de Soma
El accidente que ha conmocionado a la sociedad turca se produjo el pasado martes en una mina de carbón situada cerca de la localidad de Soma, en el oeste del país, a unos 500 kilómetros de Estambul. Aunque las causas exactas siguen sin conocerse, el origen pudo estar en la explosión de un transformador eléctrico que desató un incendio. La mayoría de las muertes (302, según el último cómputo oficial, dado a conocer el viernes) se produjeron por inhalación de monóxido de carbono. La presencia de este gas complicó asimismo las labores de rescate.
Uno de los trabajadores de los equipos de rescate relató a la cadena Euronews que después del accidente los mineros se abalanzaron hacia las salidas pero «murieron de inmediato, se desplomaron ante las puertas». «Por eso hizo falta tanto tiempo para rescatar los cuerpos, porque no se podían abrir las puertas, ya que estaban bloqueadas. Los cuerpos tenían que recogerse uno a uno y se llevaban a los hospitales, pero allí ya no había sitio, las morgues estaban llenas», añadió.
La mina
Pese a que el Gobierno turco ha afirmado que la mina de Soma era una de las «más seguras» del país, medios de comunicación locales han publicado estos días que la explotación tenía tan solo un refugio de cinco metros cuadrados para los cerca de 6.500 mineros que trabajan habitualmente en ella. La empresa propietaria, Soma Holdings, un consorcio que compró la mina al Gobierno, dentro de la política de privatizaciones impulsada por el Ejecutivo islamista de Erdogan, había declarado por su parte, en diversas ocasiones antes del accidente, que las instalaciones contaban con varios refugios.
Otro aspecto polémico son las buenas relaciones existentes entre el Gobierno y Soma Holdings, y las acusaciones según las cuales la venta de la mina se llevó a cabo en condiciones muy favorables para la compañía. Según se ha publicado, Melike Dogru, esposa del director general de la empresa, es consejera del partido del Gobierno, el AKP.
Unas tres semanas antes de la tragedia, diputados del principal partido de la oposición (CHP) denunciaron la «mala gestión» de la mina en una moción presentada en el Parlamento turco. La moción fue rechazada por el partido en el poder, alegando que «el único objetivo era el de desacreditar al AKP ante los trabajadores». El Ministerio de Trabajo renovó en marzo todos los permisos de seguridad a la mina. El ministro de Energía la visitó en 2013 y alabó sus condiciones de trabajo.
Por otra parte, el Gobierno tuvo que reconocer tras el accidente que desconocía el número exacto de trabajadores que estaban empleados en la mina de Soma, lo que ha dado lugar a especulaciones sobre la posibilidad de que algunos de ellos estuviesen contratados de forma ilegal, y de que hubiese incluso menores.
A pesar del desastre, la mina seguirá explotándose, salvo decisión de las autoridades en contra, y según avanzó el propietario de Soma Holding, Alp Gürkan, quien ha negado que la empresa emplease a obreros de subcontratas, y ha reiterado que la mina había pasado todas las inspecciones de seguridad. Akin Çelik, un alto cargo de la empresa, reiteró por su parte que la compañía «no ha cometido errores de negligencia», pese a admitir que la cámara de supervivencia, apta para 500 personas, no pudo ser utilizada por estar en fase de ser desmontada para ser trasladada a otro emplazamiento.
Varios mineros de entre los últimos que salieron con vida del pozo declararon este viernes en una entrevista con la cadena NTV que se quitaban las máscaras «porque estaban rotas». «No duran más de diez minutos», aseguraron.
Tensión y protestas
Ni los tres días de luto nacional decretados por el Gobierno turco tras el accidente, ni las promesas de investigar «hasta el último detalle» consiguieron contener la rabia y el descontento generados por la tragedia. Varios sindicatos convocaron una huelga general en protesta por la inseguridad laboral, y las manifestaciones de rechazo contra el Ejecutivo sacaron a miles de personas a la calle en Estambul y en la capital, Ankara, así como en otras ciudades del país, como Esmirna, Mersin o Antalya. En Ankara y Estambul la policía intervino contra los manifestantes con cañones de agua a presión y gas lacrimógeno, y se produjeron graves enfrentamientos.
La indignación, alimentada por las mencionadas declaraciones de Erdogan, en las que comparaba el accidente con otros ocurridos en la minería en el pasado en diversas partes del mundo, alcanzó su punto más alto tras la difusión de un vídeo en el que podía verse a un asesor del primer ministro pateando a un vecino de Soma mientras era sujetado en el suelo por dos policías, durante la vista de Erdogan a la localidad.
Primeras detenciones
La policía turca ha detenido ya a 24 personas, entre ellas varios responsables de Soma Holdings, la empresa gestora de la mina de Soma, según informaron este domingo las emisoras locales. Los detenidos son sospechosos de causar muertes «por negligencia y descuido» en el accidente minero del martes pasado.
Los arrestados, cuyo número podría aumentar en los próximos días, según la agencia de noticias Anadolu, iban a ser enviados al tribunal este domingo, confirmaron las autoridades turcas.
Entre los detenidos destacan algunos altos cargos de Soma Holdings, como su director general, Ramazan Dogru; el director de operaciones, Akin Celik, y el subdirector financiero, Ali Ulu.
Las privatizaciones, en el punto de mira
La ley turca no obliga a que las minas dispongan de una cámara de supervivencia, y Turquía no ha firmado la Convención de la OIT sobre Seguridad y Salud en las Minas. Desde 2004, la legislación turca permite que las minas sean explotadas por compañías privadas, empresas que, en teoría, deben someterse a los requerimientos de seguridad y salud impuestos por el Gobierno (la última ley sobre seguridad laboral, aprobada en 2012, obliga a estas empresas a llevar a cabo análisis de riesgos y a implementar las medidas necesarias, incluyendo la adopción de nuevas tecnologías). Pero, según señalan los expertos del sector, los controles están muy divididos entre diferentes autoridades, y la coordinación es insuficiente.
Ozgur Ozel, un diputado del principal partido de la oposición (CHP), resumía así el problema en declaraciones a SES Türkiye: «El Estado tiene una mina, y decide alquilarla a alguien en lugar de explotarla él mismo. Pero la mina sigue siendo la misma, tiene la misma cantidad de carbón. ¿Cómo puede [la compañía] incrementar sus beneficios si no se puede incrementar la cantidad de carbón? Reduciendo los costes ¿Qué costes? Los relacionados con la seguridad y la salud de los trabajadores». El diputado señala además que, puesto que el Estado es quien compra el carbón y el que establece de antemano la cantidad que puede ser explotada, las compañias privadas que explotan las minas «no tienen más opción que reducir costes si quieren obtener beneficios».
Más de 3.000 trabajadores han muerto y alrededor de 100.000 han resultado heridos en accidentes mineros en Turquía desde 1941, según datos de la agencia gubernamental de estadística TurkStat. Más del 10% de los accidentes laborales ocurridos en el país el año pasado tuvieron lugar en el sector minero.
De acuerdo con un informe publicado en 2010 por la Economy Policy Research Foundation of Turkey (TEPAV), la tasa de muertes relacionadas con accidentes mineros en Turquía supera a las de los países mayores productores de carbón en número de fallecidos por tonelada extraída (sería seis veces superior a la de China y hasta 30 veces mayor que las de la India y Sudáfrica). El mismo informe subraya que las minas explotadas por empresas privadas y subcontratadas presentan un mayor riesgo de accidentalidad, y que el número de muertes en las minas privadas se ha incrementado notoriamente desde 2008.
Trabajo de alto riesgo
Las minas de carbón producen una atmósfera altamente contaminante y explosiva, debido a la gran cantidad de gases que se encuentran absorbidos en este mineral. La toxicidad y explosividad que presentan estos gases hace muy peligrosa la labor de los trabajadores. Los avances tecnológicos, tanto en el equipamiento como en las propias instalaciones, han logrado reducir sensiblemente el número de fallecidos en las últimas décadas, pero miles de trabajadores siguen muriendo cada año como consecuencia de accidentes mineros.
La mayor tragedia en una mina de Turquía hasta ahora sucedió en 1992, cuando una explosión de grisú mató a 263 mineros. El segundo y el tercer peor siniestro en este país tuvieron lugar en 1983 y en 1990, y dejaron 103 y 68 muertos, respectivamente, por sendas explosiones de gas metano.
El mayor número de accidentes, no obstante, lo ostenta China, que produce un tercio del carbón mundial y emplea a la mitad de los mineros del mundo. Según datos del Gobierno chino, en 2013 fallecieron en accidentes 1.049 mineros en este país, un 24% menos que en 2012. En 2003 murieron más de 7.000.
En comparación, en el Reino Unido, donde históricamente ha habido un gran número de muertes en la mina, la media entre 2007 y 2012 fue de seis fallecidos al año, el 1% del total de muertes en accidentes laborales ocurridas en el país. En Estados Unidos, las muertes por accidentes mineros han caído desde 100 al año en los años noventa a 35 anuales entre 2009 y 2012, según datos del Departamento de Trabajo estadounidense.
No solo en la mina
Las muertes relacionadas con la minería del carbón no se producen tan solo en los pozos. La contaminación derivada de estas explotaciones es asimismo la causa de miles de muertes prematuras al año, tanto entre los propios trabajadores como entre la población colindante. En este sentido, un estudio citado por el diario británico The Guardian indica que las emisiones de explotaciones de carbón en China fueron responsables de unas 250.000 muertes en 2011. Otro informe, llevado a cabo en un centenar de minas de carbón de la India por un exgerente del departamento de contaminación del Banco Mundial, cifra en entre 80.000 y 120.000 el número de muertes prematuras en este país a causa de emisiones procedentes de minas de carbón, que habrían provocado asimismo unos 20 millones de nuevos casos de asma. Ambos estudios fueron patrocinados por Greenpeace.
Un tercer estudio, elaborado por la Universidad de Stutgart, en Alemania, calcula que la contaminación atmosférica que producen las 300 mayores minas de carbón de Europa es la causa de 22.300 muertes prematuras al año, y cuesta a las arcas públicas miles de millones de euros en concepto de tratamientos sanitarios y días perdidos de trabajo.
Por otra parte, y como señala también en The Guardian Karl Mathiesen, periodista especializado en información medioambiental, la industria del carbón, cada vez más cuestionada por su impacto en el cambio climático y por su alto coste humano, «no es solo un gran negocio; es también el resultado de situaciones de gran pobreza, ya que son a menudo los más pobres del mundo quienes descienden a oscuros pozos para recoger el material, viviendo cortas e intolerables vidas».
Los peores accidentes de la historia reciente
- China tiene el récord del mayor número de personas fallecidas en un solo desastre minero. Ocurrió el 26 de abril de 1942, cuando murieron 1.572 personas en una explosión en la mina de carbón Honkeiko.
- También en China, en febrero de 2005, una explosión de gas en la mina de carbón Sunjiawan de la estatal Fuxin Coal Industry Group, dejó 214 personas muertas. Meses más tarde, en noviembre de ese mismo año, una explosión de gas se cobró 169 vidas en la mina estatal de carbón Dongfeng, en la provincia de Heilongjiang.
- En septiembre de 2006, 50 mineros murieron al derrumbarse el techo de una mina de carbón a causa de una explosión en el estado oriental de Jharkhand, en la India.
- Al año siguiente, el 19 de marzo de 2007, una explosión de metano causó la muerte de al menos 110 personas en una mina de carbón siberiana, en Rusia, en el peor accidente registrado en una década en las minas del país, muchas de las cuales están obsoletas y carecen de modernos equipos.
- El 21 de noviembre de 2009, nuevamente en China, una explosión de gas en una mina de carbón dejó 108 muertos. Más de 500 de personas estaban trabajando en el momento de la explosión, pero la mayoría logró escapar. Ocurrió en la mina Xinxing cerca de la ciudad de Hegang, en el noreste del país.
- En marzo de 2010 al menos 200 personas murieron cuando una zanja se derrumbó en una mina de oro en Sierra Leona.
- Meses más tarde, en junio de ese mismo año, la acumulación de gases provocó una explosión en una mina de carbón cerca del municipio de Amagá, en el departamento de Antioquia, Colombia, dejando 73 personas muertas.
- El 5 de agosto de 2010 quedaron atrapados 33 mineros en un accidente en el yacimiento San José, cercano a Copiapó, en Chile. Hasta el 22 de agosto no se supo si estaban con vida o no. El derrumbe se produjo a más de 700 metros de profundidad. El 13 de octubre fue rescatado el primero de los 33 mineros, y 22 horas después, el último.
- En España, seis trabajadores murieron el 28 de octubre de 2013 por una intoxicación de gas metano, en el Pozo Emilio del Valle de la localidad leonesa de Llombera de Gordón. Fue la tragedia más grave ocurrida en la minería española en los últimos 18 años, desde que catorce mineros perdieron la vida en 1995 tras una explosión de gas grisú en el pozo San Nicolás, perteneciente a Hunosa, en la cuenca minera de la localidad asturiana de Mieres.