El 6 de enero de 2021 fue un día que quedará grabado para siempre en la memoria de los estadounidenses. En un ataque sin precedentes, retransmitido en directo por televisión, una turba de simpatizantes del entonces presidente, Donald Trump, destrozaba las puertas y ventanas de la sede del Congreso, en Washington DC, e irrumpía en el Capitolio, interrumpiendo la sesión conjunta del poder legislativo que se disponía a certificar la victoria de Joe Biden en las elecciones presidenciales de 2020.
El asalto se produjo justo después de un incendiario mitin de Trump, en el que el mandatario agitó sus mentiras sobre un supuesto fraude electoral, y alentó a sus seguidores a marchar hacia el Capitolio y «luchar». Tras el discurso, unas 10.000 personas se dirigieron hacia el Congreso y, tras rodearlo, cerca de 800 lograron entrar en el emblemático edificio, superando las barreras policiales y obligando a los legisladores a buscar refugio a toda prisa.
Las imágenes surrealistas que se produjeron entonces, con energúmenos campando a sus anchas por las instalaciones, ataviados con exóticas vestimentas y parafernalia trumpista, y causando destrozos mientras ondeaban banderas confederadas, dieron la vuelta al mundo y continúan aún en la retina de los ciudadanos.
La jornada terminó con el trágico balance de cinco muertos, cerca de 140 agentes heridos y el trauma colectivo de haber visto amenazado el corazón mismo de las instituciones democráticas del país.
Ya de madrugada, el Congreso cumplió con su misión de certificar la victoria de Biden en las elecciones y la derrota de Trump, quien posteriormente se convertiría en el único presidente de la historia de EE UU en superar un segundo impeachment (juicio político), impulsado esta vez bajo la acusación de incitar la insurrección.
Un año después, la herida sigue abierta: el 68% de los votantes republicanos piensa todavía que a Trump le robaron las elecciones y que, por tanto, Biden ejerce su poder de forma ilegítima, según una encuesta de noviembre de la firma demoscópica PRRI.
Contra «el odio» y «las mentiras»
Biden, por su parte, dará este jueves un discurso en el que, según ha adelantado la Casa Blanca, condenará el «odio» que provocó el ataque y las «mentiras» que desde entonces han difundido Trump y sus aliados, apoyándose en teorías de la conspiración, según las cuales los asaltantes no fueron seguidores del entonces presidente, a pesar de que varias investigaciones han demostrado ya que sí lo eran.
«El presidente hablará del significado histórico del 6 de enero [de 2021], y de lo que supone para el país un año después», dijo este martes la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki.
Tanto Biden como la vicepresidenta, Kamala Harris, pronunciarán sendos discursos desde el mismo Capitolio, donde hay programados varios actos solemnes con motivo del primer aniversario del asalto.
«El presidente hablará sobre la verdad de lo que ocurrió, no sobre las mentiras que algunos han difundido desde entonces, y sobre el peligro que ha supuesto para la legalidad y para nuestro sistema de Gobierno democrático», recalcó Psaki. Además, Biden pedirá seguir trabajando para «asegurar y fortalecer la democracia y las instituciones», para «rechazar el odio y las mentiras que vimos el 6 de enero», y para «unir al país», agregó.
No está claro si Biden criticará directamente a Trump en su discurso, pero Psaki aseguró que el actual mandatario tiene claro que su predecesor «intentó bloquear la transición pacífica de poder» tras las elecciones de 2020 y «defendió a la turba que atacó el Capitolio y a los policías» que lo custodiaban.
En cuanto al propio Trump, el expresidente tenía previsto dar una rueda de prensa sobre el aniversario también este jueves, pero finalmente anunció en un comunicado este martes que había decidido cancelarla, debido a «la total parcialidad» del comité de la Cámara de Representantes que investiga el asalto.
Culpables materiales e intelectuales
Porque, entre tanto, la justicia y la investigación siguen su curso. Un año después del asalto, centenares de procesos, tanto judiciales como políticos, continúan buscando a los culpables materiales e intelectuales del ataque, y estrechando cada vez más el cerco sobre Donald Trump.
Las investigaciones se dividen en dos grandes grupos: por un lado, la persecución policial (encabezada por el FBI) y judicial a centenares de personas que protagonizaron actos violentos o vandálicos en esa jornada; por otro, el proceso político centrado en miembros de la órbita del exmandatario, que lleva a cabo el comité del Congreso al que se refería Trump este martes.
Hasta la fecha se han presentado cargos contra más de 700 personas por delitos que van desde atacar físicamente a policías hasta impedir el ejercicio de sus funciones, pasando por destruir propiedad del Gobierno o entrar en un edificio de acceso restringido. La mayor condena emitida hasta ahora —dada a conocer el pasado 17 de diciembre— recayó sobre un hombre que atacó a agentes de policía con un extintor y que fue sentenciado a cinco años y tres meses de prisión.
Los hombres del presidente
Y mientras el FBI y la Justicia lidian con los ciudadanos anónimos que protagonizaron los hechos, el mencionado comité de la Cámara de Representantes —controlada por el Partido Demócrata— desarrolla una investigación paralela sobre qué ocurrió el 6 de enero y los días precedentes en las más altas instancias del Gobierno estadounidense.
Este comité fue creado por la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, y está formado por una mayoría de congresistas demócratas, aunque hay también dos integrantes republicanos -Liz Cheney y Adam Kinzinger- que están enfrentados con Trump. Su misión es investigar por qué ocurrió el asalto, quién fue responsable y qué puede hacerse para evitar otro suceso similar.
El Congreso no tiene capacidad de sancionar, por lo que la investigación es meramente informativa, pero si alguno de los llamados a testificar se niega a hacerlo, el comité puede declarar en desacato a esa persona, para que el Departamento de Justicia decida después si presenta cargos.
Es lo que ha sucedido, precisamente, con tres excolaboradores de Trump: su exasesor y exjefe de campaña Steve Bannon, su exjefe de gabinete Mark Meadows, y el exayudante del fiscal general Jeffrey Clark, todos ellos declarados en desacato. Si son hallados culpables, podrían ser condenados a varios meses o incluso un año de prisión.
Denuncias directas contra Trump
En el fondo del debate tras los casos de Bannon, Meadows y Clark está la figura del propio expresidente, y la incógnita sobre si el comité pedirá al Departamento de Justicia que presente cargos criminales contra Trump, en función de lo que encuentre. La prensa estadounidense asegura que los demócratas lo tienen sobre la mesa, pero incluso entre las propias filas progresistas existe división de opiniones.
Por lo pronto, tres policías demandaron este mismo martes al expresidente por su papel durante el asalto al Capitolio, con lo que ya son diez las acciones legales impulsadas contra Trump, después de que dos agentes denunciaran al exgobernante republicano en marzo y siete más en agosto del año pasado.
Los policías acusan a Trump de asalto y agresión, complicidad en el asalto y la agresión, y violación del estatuto de seguridad pública del Distrito de Columbia, entre otros delitos.
Los documentos secretos
Por otra parte, sigue en pie la batalla judicial de Trump por mantener ocultos una serie documentos sobre el asalto al Capitolio que están ahora en poder de los Archivos Nacionales de Estados Unidos.
A principios de octubre, Biden autorizó que los Archivos entregasen los documentos al comité del Congreso que investiga el asalto, rechazando así los argumentos de Trump, que defiende que esos informes deben mantenerse en secreto porque podrían poner en peligro la seguridad nacional. El 18 de octubre, Trump interpuso una demanda ante la Corte Federal de Washington, pero en noviembre una jueza de esa instancia falló en su contra. Trump recurrió, y el pasado 9 de diciembre un tribunal federal de apelaciones rechazó su recurso. No obstante, el exmandatario aún puede acudir al Tribunal Supremo.
El contenido exacto de esos documentos se desconoce, pero supuestamente se trata de correos electrónicos, borradores de discursos y registros de visitas que podrían revelar qué pasó exactamente en la Casa Blanca durante el asalto al Capitolio y en los días que rodearon el suceso.
Con información de Efe