Francisco Rico-Martínez, codirector del Centro de Refugiados FCJ, y una de las caras más conocidas en la lucha por los derechos de refugiados e inmigrantes en Canadá, falleció este viernes en Toronto a los 63 años de edad, víctima de un cáncer.
Nacido en 1958 en la ciudad salvadoreña de Santa Ana, Francisco llegó a Canadá como refugiado en 1989, junto con su esposa, Loly, y sus dos hijos (un tercero nacería ya en su nuevo país de residencia). Dos años después, bajo el paraguas de la organización religiosa FCJ (Fieles Compañeras de Jesús), la pareja puso en marcha el Centro de Refugiados FCJ, del que Loly Rico es codirectora, y que este año celebra su 30 aniversario.
Con el impulso incansable de Francisco, Loly, y un creciente y dedicado equipo de profesionales y voluntarios, el Centro FCJ se ha convertido a lo largo de estas tres décadas en un referente para la inmigración en Canadá, dando apoyo de todo tipo a miles de personas en situación precaria, entre refugiados, migrantes, indocumentados, víctimas de la trata de personas y de la explotación laboral, y, en general, todos aquellos que, procedentes de los más diversos rincones del mundo, se han acercado alguna vez pidiendo ayuda.
Situado en el corazón de Toronto, el Centro les brinda no solo apoyo legal y asesoramiento, sino un espacio seguro y solidario desde el que construir una nueva vida en Canadá, con programas que abarcan desde albergues temporales para mujeres hasta clases de inglés, pasando por servicios básicos de salud, cuidado infantil, talleres de formación, sesiones informativas, un grupo de jóvenes, apoyo a estudiantes, preparación para los procesos de refugio…
Formado como abogado y economista, con un carácter firme y extrovertido, y poseedor de un gran sentido del humor, Francisco estuvo comprometido toda su vida con la lucha por la justicia social. Comenzó su trabajo en el campo de los derechos humanos en su país natal, El Salvador, lo continuó en Europa, y lo culminó en Canadá, donde, además de su trabajo en el Centro FCJ, era frecuente verle al frente de marchas reivindicativas, realizando declaraciones públicas, impartiendo conferencias y charlas, abogando por los derechos de los refugiados en los medios, o negociando directamente con las autoridades.
Francisco Rico fue presidente del Consejo Canadiense de Refugiados y su trabajo se vio reconocido con, entre otras distinciones, el Premio William P. Hubbard de Relaciones Raciales de la Ciudad de Toronto y el Medallón de la Paz de la YMCA.