Tres años después, continúa la batalla en Fukushima y sigue vivo el debate nuclear

Miguel Máiquez, 10/03/2014

Sobre las tres menos cuarto de la tarde, hora local, del 11 de marzo de 2011, un devastador terremoto de 9 grados en la escala de Richter y el brutal tsunami que le siguió, provocaron en la central atómica japonesa de Fukushima la mayor catástrofe nuclear desde el desastre de Chernobil (Ucrania), ocurrido en 1986. El accidente, del que esta semana se cumplen tres años, alcanzó el nivel 7, el máximo en la Escala Internacional Nuclear y de Sucesos Radiológicos (INES).

Desde entonces no han cesado los trabajos para acabar de controlar las filtraciones y completar el proceso de purificación de la central. Tokyo Electric Power (TEPCO), la empresa que gestiona la planta, asegura que, aunque aún no existe un control total, la evolución es positiva, y este mismo domingo el Gobierno japonés anunció que acelerará la construcción de depósitos para almacenar residuos nucleares tras resolver sus desacuerdos con las autoridades de la región de Fukushima sobre la ubicación de estas instalaciones.

Por otro lado, los niveles de radiación en el entorno han disminuido drásticamente y ya no se producen emisiones al aire. El propio Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), que consideró en su día que TEPCO no había tomado las medidas adecuadas para evitar el accidente, se ha mostrado «muy impresionado» por los avances realizados por Japón en la descontaminación de la zona.

Sin embargo, las numerosas fugas de agua contaminada siguen siendo una preocupación constante, y el riesgo continúa existiendo. Recientemente, TEPCO admitió que le iba a ser imposible cumplir su promesa de completar la purificación este año, ya que las máquinas que emplean para ello necesitan detenerse periódicamente para ser inspeccionadas, y no dan abasto.

El pasado mes de febrero, el complejo nuclear regresó a los informativos al detectarse el vertido de un centenar de toneladas de agua contaminada desde uno sus tanques de almacenamiento, como consecuencia de un error humano. Era el accidente más grave desde que en agosto de 2013 se filtraran otras 300 toneladas al terreno circundante.

El accidente de Fukushima sucedió en un momento en que la industria nuclear internacional se encontraba en plena ofensiva para intentar remontar una situación de declive, con una estrategia que incluía la venta de más reactores (sobre todo a los llamados países emergentes, como China) y la prolongación de la vida de las centrales que funcionan en los países industrializados. El desastre, ocurrido en un país muy desarrollado tecnológicamente, volvió a recordar al mundo la dificultad de domesticar por completo la energía atómica y la alta gravedad de sus riesgos. La cuestión es si hemos aprendido o no la lección.

¿Cómo está la zona tres años después del desastre? ¿Qué medidas se han tomado? ¿Qué se ha hecho hasta ahora? ¿Cuántas víctimas se han contabilizado? ¿Se han adoptado mecanismos de control más eficaces en otros países a raíz de la catástrofe?

El accidente

El gran terremoto con epicentro en el Océano Pacífico que devastó la costa noreste de Japón el 11 de marzo de 2011 tuvo como efecto inmediato la paralización de la actividad en once centrales nucleares, entre ellas la de Fukushima Daiichi. Los reactores que estaban operando en esta planta, los números 1 (idéntico al de la central de Santa María de Garoña, en Burgos), 2 y 3 (similar al de la de Cofrentes, en Valencia), se apagaron automáticamente, y la producción de electricidad se detuvo.

Normalmente, la central habría recurrido a la red eléctrica externa para enfriar los reactores y abastecer los sistemas de control, pero la red había sido destruida por el terremoto. Comenzaron entonces a funcionar los motores diésel de emergencia, hasta que la llegada de un tsunami, una hora después de producirse el seísmo, los detuvo abruptamente. La ausencia de un muro de contención suficientemente preparado para hacer frente a los tsunamis de más de 38 metros que han llegado a producirse en la región permitió que el maremoto (de 15 metros en la central y de hasta 40,5 en otras zonas) penetrase sin oposición. La presencia de numerosos sistemas críticos en áreas inundables facilitó que se produjese una cascada de fallos tecnológicos, que culminó con la pérdida completa del control sobre la central y sus reactores.

Tras la parada de los sistemas de refrigeración de dos reactores y de cuatro generadores de emergencia, surgieron evidencias de una fusión del núcleo parcial en los reactores 1, 2 y 3, algo que sería confirmado posteriormente, en junio de 2011. También se produjeron explosiones de hidrógeno que destruyeron el revestimiento superior de los edificios que albergaban los reactores 1, 3 y 4, y otra explosión que dañó el tanque de contención en el interior del reactor 2. Además, se sucedieron múltiples incendios en el reactor 4, y las barras de combustible nuclear almacenadas en las piscinas de combustible gastado comenzaron a sobrecalentarse cuando los niveles de estas piscinas bajaron.

Las autoridades comenzaron por evacuar a cerca de 80.000 personas un radio de 20 kilómetros alrededor de la planta, que luego se extendió a 30, y más tarde, a 40. El número total de evacuados llegó a alcanzar los 300.000.

El 16 marzo, el emperador Akihito se dirigió por televisión a la población por primera vez en sus 22 años de reinado. Diez días después se detectó por primera vez yodo radiactivo, cesio y plutonio en índices anormales, y el 11 de abril la Agencia de Seguridad Nuclear e Industrial (NISA) elevó el nivel de gravedad del incidente a 7 para los reactores 1, 2 y 3, el máximo en la escala INES y el mismo nivel que alcanzó el accidente de Chernobil de 1986.

Las primeras decisiones adoptadas incluyeron inyectar agua marina y ácido bórico en algunos de los reactores, suministrar yoduro de potasio a la población y desplazar los vuelos de la aviación civil.

La central no volverá a ser operativa. Será desmantelada una vez que se haya completado el proceso de purificación y control, algo que, según las propias autoridades, llevará al menos 30 años.

Consecuencias y víctimas

El 17 de marzo de 2011 la cifra total de personas afectadas directamente por el incidente era de 23 heridos y más de 20 afectados por la contaminación radiactiva. Dos personas que estaban desaparecidas desde el día del seísmo fueron encontradas muertas el 1 de abril, aunque su fallecimiento posiblemente se produjo como consecuencia del maremoto, y no de la radiación.

Ese mismo día se comunicó que al menos 21 operarios pertenecientes al retén que permanecía en Fukushima para intentar controlar los reactores de la planta sufrían ya una aceleración en el ritmo de alteración del ADN por efecto de la radiación. Se conoce como Héroes de Fukushima al grupo formado por 230 técnicos y operarios de TEPCO que trabajaron en condiciones extremas durante esas semanas. Con una plantilla de unos 800 trabajadores activos en la central, solo estos operarios trabajaron en turnos rotatorios, poniendo en serio riesgo sus vidas para evitar el recalentamiento, la explosión y y una mayor catástrofe nuclear.

Aunque las cifras de afectados son todavía inciertas, la Agencia de Seguridad Nuclear francesa señaló que «en una hora la gente que se encontraba cerca de la central de Fukushima había recibido el máximo de radiación permitido para todo un año». Cerca de 50.000 personas continúan aún evacuadas porque los niveles de radiactividad siguen siendo demasiado altos, y muchos niños se ven forzados a pasar poco tiempo al aire libre para reducir el tiempo de exposición a la radiactividad.

Las emisiones radiactivas contaminaron el agua, la leche y los alimentos a más de 40 kilómetros de la central. La nube radiactiva llegó hasta Tokio (a 250 Km de Fukushima), donde se registraron valores hasta ocho veces superiores las dosis normales y se contaminaron cinco depuradoras de agua. Componentes de esta nube llegaron a detectarse incluso en España.

Por otra parte, algunos peces han presentado niveles de radiactividad muy por encima de los permitidos. La generación de miles de toneladas de agua contaminada y las frecuentes fugas al mar que no han podido evitarse han supuesto la contaminación de aguas pesqueras y de ecosistemas marinos. Ha sido incluso necesario forrar de cemento el suelo marino próximo a la central.

Seis incidentes al mes

Según recoge la organización Ecologistas en Acción en un informe publicado con motivo del tercer aniversario de la catástrofe, desde el momento del accidente se han producido en torno a 200 incidentes en la central japonesa, es decir, una media de seis al mes. La lista incluye desde accidentes laborales no nucleares hasta graves fugas de radiactividad de los tanques, que pueden ser clasificados como nivel 4 en la escala INES de sucesos nucleares. Este nivel correspondería a las fugas de agua radiactiva producidas el pasado mes de febrero y en agosto de 2013.

Precisamente el pasado 7 de agosto, el Gobierno japonés reveló que diariamente se vierten al subsuelo 1.000 toneladas de agua desde la central nuclear, de las cuales unas 300 contienen sustancias altamente radiactivas que llegan al océano Pacífico. TEPCO sospecha que las fugas radiactivas se deben al desgaste de la resina que une las placas de acero que forman los tanques en los que se almacena el agua contaminada de Fukushima-1, a pesar de que se trata de un compuesto especial para evitar la permeabilidad. No obstante, la compañía ha admitido errores de todo tipo, incluyendo fallos humanos, la ausencia de contadores en todos los tanques o las escasas patrullas que operan alrededor de los tanques para comprobar que no hay escapes radiactivos.

La apuesta por la energía nuclear

A finales de enero de 2012, el Gobierno japonés aprobó un proyecto de ley para limitar la vida útil de las plantas nucleares a 40 años, con prórrogas excepcionales de otros 20 años. Ese mismo año, en el primer aniversario de la catástrofe, decenas de miles de japoneses exigían en las calles el final de la energía atómica en el país, y en mayo se detenía el último reactor que permanecía activo (Tomari), dejando a la tercera economía mundial, por primera vez en 42 años, sin centrales nucleares en funcionamiento.

Sin embargo, y a pesar de que el apagón persiste, ese futuro sin energía atómica por el que parecía apostar Tokio tras el desastre parece estar ahora bastante más lejos. Los plazos para ir reabriendo las 48 centrales del país que están detenidas actualmente se han ido acortando, y el primer ministro, Shinzo Abe, ya ha afirmado que la energía atómica es uno de los pilares fundamentales de la recuperación económica. De momento, la falta de energía atómica ha disparado la factura de la luz y ha puesto en serios apuros a la balanza comercial nipona, que ahora tiene que hacer frente a una importación de gas natural por valor de 36.000 millones de dólares anuales.

En el resto del mundo, entre tanto, existen actualmente alrededor de 70 proyectos de centrales en construcción. Según informa El País, China tiene más reactores en construcción (28) que en funcionamiento (21); Rusia, India, Finlandia y el Reino Unido, entre muchos otros países, cuentan con proyectos para cubrir su demanda eléctrica con más energía nuclear, y Estados Unidos acaba de aprobar avales por valor de 6.500 millones de dólares (4.700 millones de euros) para construir dos nuevos reactores, los primeros de un total de cinco proyectados.

No obstante, la producción nuclear mundial bajó un 7% en 2012 respecto a 2011, y un 10% respecto a 2010, sobre todo por el cierre de ocho reactores en Alemania y por la parada de todo el parque nuclear japonés. En estos momentos, se calcula que la producción nuclear se encuentra en niveles de 1999, mientras que la producción de electricidad solar fotovoltaica crece de forma regular. Según datos de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), en 2011 se produjeron 434 Twh de eólica y 61 Twh de solar.

El Gobierno alemán presentó en mayo de 2011 un plan para cerrar todas las centrales atómicas del país hacia el año 2022, y Francia ha anunciado su intención de reducir a la mitad el peso de la energía nuclear en la producción eléctrica antes de 2025.

En España, el porcentaje de la electricidad generada que aportaron las seis centrales nucleares existentes (casi el 21%) descendió un 7,6% en 2013 con respecto a 2012, debido en parte a la parada de cinco reactores para recarga y a que la planta de Garoña no operó en todo el año. El Consejo de Ministros aprobó en febrero un decreto que permitirá a los propietarios de Garoña (Iberdrola y Endesa) reabrir la central, cerrada por razones económicas, antes del mes de julio.

Medidas internacionales

Tras el accidente de Fukushima, y en el seno de la Unión Europea, Austria promovió la realización de unas llamadas «pruebas de resistencia» o de «estrés» de los reactores nucleares europeos, con el objetivo de analizar la respuesta de las centrales ante diferentes supuestos. Como explica el mencionado informe de Ecologistas en Acción, las discusiones sobre lo que debía tenerse en cuenta y no fueron intensas: «Las principales disensiones venían de si debían considerarse acciones humanas, como el choque de un avión de pasajeros o un posible atentado, o solo sucesos naturales. Finalmente, los sectores más pronucleares, capitaneados por Francia, impusieron sus criterios y se dejaron fuera de las pruebas las repuestas ante atentados y accidentes de avión o de camión de gran tonelaje».

En conjunto, las pruebas comprueban la resistencia frente a terremotos, tempestades e inundaciones, y ordenan mejorar los sistemas de venteo de las contenciones y monitorizar los gases explosivos, así como disponer de una sala de control especial. Además, ordenan la creación de un equipo de emergencia común, ubicado fuera del radio de influencia de la central y capaz de acudir a ella en menos de 24 horas.

El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) español ha realizado un informe en el que obliga a las nucleares a realizar las mejoras que se deducen de estas pruebas antes de 2015, pero, según denuncia Ecologistas en Acción, las pruebas son realizadas por los técnicos del CSN sobre informaciones facilitadas por la propia central, sin la intervención de un agente independiente y sin revisar la exactitud de los datos aportados.

Cronología: Tres años de lucha contra la radiactividad

Estos son algunos de los acontecimientos más destacados relacionados con el desastre de Fukushima en estos tres años:

2011

  • 11 de marzo. Un terremoto de 9 grados en la escala de Richter, con epicentro en el océano Pacífico, a 130 kilómetros de la península de Ojika y una profundidad de 10 kilómetros, paraliza la actividad de once centrales nucleares japonesas, entre ellas la de Fukushima Daiichi, que sufre problemas de refrigeración. El Gobierno declara el estado de emergencia atómica.
  • 12 de marzo. Explosión en el edificio del reactor 1, a la que siguen, en los días posteriores, explosiones en los edificios de los reactores 2 y 3 y dos incendios en el del reactor 4. Se amplía la zona de evacuación. Las autoridades catalogan la explosión en el nivel 4 de la Escala Internacional Nuclear y de Sucesos Radiológicos (INES).
  • 26 de marzo. Se detecta yodo radiactivo, cesio y plutonio en índices anormales.
  • 8 de abril. Trazas radiactivas procedentes de Fukushima son detectadas por todo el hemisferio norte del Planeta.
  • 12 de abril. La Agencia de Seguridad Nuclear de Japón eleva el accidente al nivel 7, el máximo en la escala INES.
  • 19 de julio. El Gobierno prohibe distribuir carne vacuna de Fukushima, Iwate y Tochig, tras confirmarse la alimentación de reses con pienso contaminado. La prohibición fue levantada el 25 de agosto.
  • 7 de septiembre. Premio Príncipe de Asturias para los «Héroes de Fukushima», que trabajaron en la emergencia nuclear.
  • 12 de septiembre. El OIEA anuncia, seis meses después del desastre, que los reactores afectados están «básicamente estables».
  • 27 de octubre. El Instituto de Investigación  Nuclear Francés (IRSN) asegura que el accidente de Fukushima provocó la mayor contaminación radiactiva marina observada de la historia.
  • 15 de noviembre. Un estudio revela indicios de cesio radiactivo, en niveles inferiores a los límites de seguridad, en áreas situadas a más de 500 kilómetros de la central.

2012

  • 5 de mayo. Se detiene el último reactor activo en Japón.
  • 7 de mayo. Ciudadanos denuncian altos niveles de radiación.
  • 23 de mayo. Un informe encargado por la OMS indica que los niveles de radiación a los que fueron expuestos los japoneses fueron menores al límite que se considera nocivo para la salud.
  • 29 de mayo. EE UU detecta restos de cesio radiactivo en atunes rojos procedentes de Japón.
  • 23 de julio. Expertos acusan a TEPCO y al Gobierno de sobrestimar la seguridad de la planta y dar una respuesta inadecuada.

2013

  • 9 de julio. El director de la central de Fukushima durante la crisis nuclear de 2011 y uno de los «héroes» que permaneció en su puesto tras decretarse la alarma atómica, Masao Yoshida, fallece a los 58 años víctima de un cáncer.
  • 18 de julio. TEPCO detecta «una nube de vapor» procedente del reactor 3, aunque no registra cambios significativos en los índices de radiación.
  • 27 de julio. El agua que se filtra al mar tiene niveles radiactivos similares a los de 2011.
  • 6 de agosto. El índice de radiactividad detectada en el agua subterránea bajo la central se incrementa en unas 47 veces en solo cinco días.
  • 7 de agosto. El Gobierno de Japón informa de que la central vierte a diario cerca de 300 toneladas diarias de agua radiactiva al mar.
  • 20 de agosto. La operadora de Fukushima anuncia una nueva fuga de 300 toneladas de agua muy radiactiva.
  • 21 de agosto. Los responsables de la central detectan por primera vez una de las brechas por las que el agua subterránea penetra en los sótanos de los reactores.
  • 10 de octubre. TEPCO  revela haber detectado una radiactividad de 1,4 becquereles por litro de cesio 137 en una muestra de agua de mar recogida a un kilómetro de la planta.
  • 24 de octubre. Se duplica la radiación registrada en un canal de desagüe, situado junto a un tanque que en agosto filtró 300 toneladas de agua muy contaminada.
  • 18 noviembre. La operadora de la central comienza la operación más delicada: la retirada del combustible gastado del edificio que aloja el reactor 4.
  • 12 diciembre. TEPCO comienza a pavimentar zonas del recinto de la central de cara a reducir los niveles de radiación hasta en dos tercios.

2014

  • 11 de enero. Las autoridades japonesas detectan un nivel de radiación 124 veces mayor de lo permitido en un pez capturado cerca de la central.
  • 7 de febrero. Hallan un nivel de radiactividad récord en unas muestras de agua tomadas en 2013.
  • 20 de febrero. Se detecta una nueva fuga de 100 toneladas de agua radiactiva.