Era un discurso para conmemorar los 34 años de la independencia de Zimbabue, pero Robert Mugabe, presidente del país desde 1987, de 90 años de edad y con una nada ejemplar trayectoria en lo que respecta a los derechos humanos, no pudo resistir este viernes la tentación de volver a una de sus mayores obsesiones: la homosexualidad.
En declaraciones anteriores, Mugabe ya había dicho que los homosexuales son «peores que los cerdos y los perros», que «merecen ser castrados» y que, si fuera por él, irían «derechos a pudrirse en el infierno». Esta vez le tocó el turno al «absurdo homosexual de Europa»: las naciones europeas, dijo, «no tienen principios; el matrimonio solo puede ser entre un hombre y una mujer. Lo que es natural lo han hecho antinatural, y lo que es antinatural ellos quieren decir que es natural». El presidente remató su arenga amenazando con expulsar del país a los funcionarios diplomáticos extranjeros que defiendan los derechos de los homosexuales.
El problema, con ser grave, no es que el presidente de un país realice semejantes declaraciones, aunque fuese a título personal. El problema es que Mugabe habla respaldado por una legislación que contempla esos mismos principios (los matrimonios entre personas del mismo sexo son ilegales en Zimbabue, donde los homosexuales son arrestados con regularidad), y ante una población (votantes) que, de forma muy numerosa, rechaza también la homosexualidad.
Y Zimbabue no es, en absoluto, un caso aislado. Según cifras de Amnistía Internacional, 38 de los 54 países del continente africano criminalizan las relaciones homosexuales entre adultos. En Mauritania, Somalia o Sudán, este «delito» puede llevar a una sentencia de muerte. En Nigeria, cárcel; en Uganda, cadena perpetua.
En otro ejemplo de visceralidad, el presidente de Gambia, Yahya Jammeh, calificó recientemente a los homosexuales de «alimañas» y aseguró que su gobierno se enfrentará a ellos «del mismo modo que combate a los mosquitos de la malaria». «Por lo que a mí respecta, LGTB [siglas del colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales] significa lepra, gonorrea, bacterias y tuberculosis», dijo.
Perseguidos por ley
África es, junto con Oriente Medio, el peor lugar del mundo para ser abiertamente homosexual, pero la persecución y la discriminación se extienden, en diversos grados, a lo largo y ancho del planeta. Los homosexuales son perseguidos por ley (incluyendo la pena capital en algunos casos) en más de 70 países, según el último informe de ILGA, la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales y Personas Intersex (LGBTI), pero la lista de naciones donde son víctimas de actitudes homófobas, incluyendo varias en Europa, es mucho más larga.
Es cierto que en los últimos años ha ido disminuyendo poco a poco el número de países donde se criminaliza la homosexualidad, pero también lo es que las leyes en las que se reconocen sus derechos se siguen midiendo con cuentagotas.
En este contexto, destaca como noticia alentadora para este colectivo la decisión del Tribunal Supremo de la India, dada a conocer esta misma semana, de reconocer a los transexuales como un «tercer género» y ordenar al Gobierno del país que los trate como tal en los documentos oficiales. Hasta ahora, los transexuales debían marcar la casilla «hombre» o «mujer» en los documentos oficiales, pero tras la sentencia del Supremo, el Gobierno deberá emitir pasaportes y licencias de conducir que incluyan el nuevo género. Además, a partir de ahora se incorporan al sistema de «discriminación positiva» indio que desde 1950 reserva puestos de trabajo público y en universidades para los miembros de castas bajas. India sigue así los pasos de Australia, donde, desde 2011, los transexuales o hermafroditas pueden elegir en los pasaportes un tercer tipo de sexo indeterminado, diferente de las opciones «hombre» o «mujer».
Se trata, sin embargo, del mismo Tribunal Supremo que a finales de 2013 restablecía en la India la ilegalidad de las relaciones sexuales consentidas entre homosexuales, cuatro años después de que fueran despenalizadas.
El papel de la religión
En junio de 2013, el centro de investigaciones sociológicas estadounidense Pew Research Center publicó un estudio sobre la aceptación de la homosexualidad en el mundo. La conclusión, tras analizar una encuesta realizada en 39 países, fue que los homosexuales son más aceptados en aquellos países donde la religión juega un papel menos importante en la sociedad (los más laicos), y en aquellos que disfrutan de un mayor nivel económico.
El factor religioso, o la interpretación fundamentalista de algunos credos, en la persecución legal a los homosexuales es especialmente notorio en Estados de mayoría musulmana en Oriente Medio donde se aplica la sharia (ley islámica), y en el África Subsahariana. En los primeros, la lectura radical del islam llega a contemplar incluso la pena capital en países como Irán, Arabia Saudí o Yemen. En los segundos, el factor clave es el auge de las iglesias evangélicas de corte fundamentalista.
Jon Sistiaga, autor, junto con Hernán Zin, del documental Caza al homosexual (Canal +), lo resume así en El País, refiriéndose al caso de Uganda: «El 90% de su población es, a partes iguales, católica y anglicana. La religión está muy presente en la vida diaria y los programas de telepredicadores tienen un enorme seguimiento. Activistas de derechos humanos y observadores internacionales coinciden en que la llegada masiva de dinero y misioneros desde Estados Unidos ha modificado los principios de convivencia. Uganda se ha convertido en la nueva tierra de promisión para algunas iglesias evangelistas norteamericanas. […]. Telepredicadores como Lou Engle, fundador del movimiento La Llamada, o Scott Lively, que escribió un libro titulado, atención, La esvástica rosa, se han acercado por Uganda y han encontrado en su odio al homosexual la manera de diferenciarse de otros credos. Ellos han convencido a los pastores locales de que los gais tienen una agenda oculta para reclutar niños ugandeses en las escuelas y que la homosexualidad es un hábito que se puede curar. El resultado es que muchos predicadores traducen esas ideas directamente desde el Viejo Testamento en términos de odio, aversión y xenofobia».
Este es un resumen, región por región, de la persecución legal a la que son sometidos los homosexuales en el mundo:
África subsahariana
El continente africano se ha convertido en los últimos años en el lugar del mundo donde es más peligroso ser homosexual. El caso más reciente y con más repercusión internacional ha sido el de Uganda, cuyo presidente, Yoweri Museveni, firmó a finales del pasado mes de febrero una ley que aumenta las penas de prisión contra los homosexuales, incluyendo la cadena perpetua para aquellos que ‘reincidan’, y que castiga a familiares y allegados que no denuncien estas prácticas. En la misma línea de Mugabe, el presidente ugandés quiso dejar claro con la aprobación de esta norma su «independencia frente a las presiones occidentales».
En Nigeria, el presidente del país, Goodluck Jonathan, ha propuesto otra ley que castiga el matrimonio entre personas del mismo sexo con 14 años de prisión para cada miembro de la pareja. Además, cualquier persona que muestre en público, de forma directa o indirecta, una relación homosexual será condenada a diez años de cárcel, según la nueva legislación. La ley cuenta con un amplio apoyo entre la población, muy devota y mayoritariamente cristiana y musulmana.
Según denunció Amnistía Internacional en un informe sobre la criminalización de las relaciones del mismo sexo en la región, titulado Transformando al amor en un crimen y publicado en junio de 2013, «los ataques y la persecución a homosexuales en el África subsahariana son cada vez más visibles, la homofobia está alcanzando niveles peligrosos». El documento añade que «en muchos casos los ataques han sido alentados por políticos y líderes religiosos».
«En Camerún, las personas son arrestadas con frecuencia después de ser denunciadas a las autoridades por ser gays o lesbianas, en base a su apariencia o rumores. Algunos individuos fueron encarcelados hasta por tres años sin proceso judicial o cargos en base a esas denuncias», añade el informe. Exdetenidos dijeron a Amnistía que fueron golpeados con frecuencia y sometidos a «procedimientos invasivos como exámenes anales forzosos».
No obstante, y como explica el periodista Hernán Zin en su blog Viaje a la guerra, en 20minutos.es, «no todos los países africanos padecen esta retrógrada y desvergonzada fobia a los gays y lesbianas. Sudáfrica es un ejemplo de libertad y tolerancia. Kenia, en menor medida también. No es raro ver en bares de Westland como el Black Diamond o Gipsies a jóvenes que no necesitan esconder su homosexualidad».
Oriente Medio y Magreb
La mencionada encuesta del Centro PEW revela que los países de Oriente Medio son, junto con los del África Subsahariana, los menos tolerantes del mundo en lo que respecta a la homosexualidad. A la pregunta «¿Debería la sociedad aceptar la homosexualidad?», la mayoría de los encuestados en Israel, Líbano, Turquía, Egipto, Jordania, Túnez y los territorios palestinos responde «No». En Egipto, Jordania, Palestina y Túnez esta mayoría supera el 90%.
En Arabia Saudí, todas las relaciones sexuales que no sean efectuadas dentro del tradicional matrimonio heterosexual son consideradas un crimen, castigado, en algunos casos, con la pena de muerte. Al no existir un código penal escrito, la pena contra personas convictas por homosexualidad o sodomía varía desde castigos como cárcel, multas, palizas o, para un extranjero, la expulsión, hasta confinamientos en una institución mental o ejecución pública.
En Yemen, la homosexualidad, aparte de un estigma social, es ilegal, y los castigos que recoge la legislación pueden ir desde la flagelación hasta la pena de muerte. Yemen es uno de los cinco países en todo el mundo, junto con Mauritania, la mencionada Arabia Saudí, Sudán e Irán, que contemplan, aunque sea en teoría, la pena capital por la práctica de relaciones sexuales consentidas entre personas adultas del mismo sexo. Las páginas web gays y lésbicas son bloqueadas por el Gobierno yemení, y no existen lugares públicos o semipúblicos para gays o lesbianas.
En 2005, en Irán, otro de los países donde la homosexualidad puede estar penada con la muerte, dos jóvenes recibieron 228 latigazos y fueron ahorcados en medio de una gran multitud en la ciudad de Mashhad por mantener una relación homosexual entre ellos. El Gobierno acusó a los jóvenes de haber violado a un niño pequeño, pero otras fuentes desmintieron estos cargos. A raíz de esta ejecución, algunos países europeos como Suecia, Holandas, Alemania, el Reino Unido y Rusia, contemplaron detener las extradiciones de gays a Irán.
En Marruecos, y según denunció Amnistía Internacional, un tribunal confirmó en enero de 2008 condenas de hasta 10 meses de prisión impuestas a seis hombres declarados culpables de «conducta homosexual». Y en Egipto, 24 hombres fueron detenidos por «práctica habitual de libertinaje» y 20 de ellos fueron condenados en 2008 a entre uno y tres años de prisión. La mayoría fueron obligados a someterse a exploraciones anales para «demostrar» que habían tenido conductas homosexuales.
En países cuyas legislaciones son más tolerantes, como Líbano, donde los homosexuales cuentan con la primera asociación para gays en oriente Medio, la fundación Helem, y donde existen también bares y clubs nocturnos gays, los homosexuales se enfrentan a menudo a un gran rechazo social.
La homosexualidad ya no es delito en Turquía, que hace cada vez más esfuerzos por aproximar su legislación a la de Europa, si bien existe aún una considerable homofobia entre la población, especialmente fuera de la cosmopolita Estambul. Tampoco es delito en Irak y Jordania.
Asia Oriental y del Sur
La homosexualidad es legal en la mayoría de los países del Lejano Oriente (China, las dos Coreas, Japón, Mongolia, los países de la península de Indochina y Taiwán). En Birmania y Uzbekistán es ilegal y se aplican penas menores. Corea del Sur, Japón y Tailandia se encuentran en una situación similar a algunos países europeos y latinoamericanos, y contemplan la legalización de las uniones civiles. En el sudeste asiático la homosexualidad es ilegal en Malasia y legal en Indonesia, donde existe, no obstante, una fuerte homofobia. También es ilegal en Brunéi y Singapur, con castigos, en este último caso, que pueden llegar a la cadena perpetua.
En todo el sur de Asia, Nepal es actualmente la única nación donde las relaciones entre gays son plenamente legales. A mediados del pasado mes de diciembre, India anunció el reestablecimiento de la ilegalidad de las relaciones entre homosexuales, cuatro años después de que fueran despenalizadas. La decisión, tomada por el Tribunal Supremo indio, anulaba una sentencia de un tribunal en Delhi que había legalizado la homosexualidad en 2009, tras una campaña de más de una década por organizaciones civiles locale. El Gobierno ha solicitado a la Corte Suprema que revise su dictamen.
América
Nicaragua era el único país de Latinoamérica que mantenía la homosexualidad como delito. El anterior gobierno nicaragüense instó a que se derogase el artículo 204, y, desde marzo de 2008, en la nueva versión del código penal, con el gobierno del presidente Daniel Ortega, la homosexualidad ya no es ilegal.
En Cuba, donde durante décadas se produjo una importante persecución de los homosexuales, la homosexualidad tampoco está ya penada. En los últimos años, el país caribeño ha buscado la manera de reconocer algunos derechos de las minorías sexuales, y de penalizar la homofobia.
A pesar de los avances logrados en toda la región, un informe publicado en 2006 indicaba que cada dos días se asesina a una persona homosexual en América Latina. Solo en México fueron asesinadas por motivos relacionados con la homofobia un total de 1.000 personas entre 2003 y 2007. Y en Honduras, activistas locales denunciaron que más de 186 homosexuales fueron asesinados en el país centroamericano entre 2009 y 2012, y que la mayoría de los crímenes no han sido castigados.
La lista de países americanos que penalizan en alguna forma las relaciones homosexuales incluye a Barbados, Belice, Granada, Guyana, Jamaica y Trinidad y Tobago.
Europa
Amnistía Internacional denunció en 2012 la «discriminación constante» que sufren las personas homosexuales en países europeos como Letonia, Lituania, Bulgaria, Croacia, Serbia, Hungría, Moldavia o Rusia. En un informe anterior, de 2009, la organización señalaba que las autoridades de varios países europeos «continúan fomentando un clima de intolerancia y discriminación contra lesbianas, gays, bisexuales y personas transgénero, lo que dificulta aún más que se escuchen sus voces y se protejan sus derechos».
Durante 2008 y el primer semestre de 2009, las autoridades prohibieron actos públicos en apoyo de las comunidades de lesbianas, gays, bisexuales y personas transgénero en Bielorrusia, Lituania y Moldavia. En mayo de 2009, tuvo lugar la marcha del Orgullo Eslavo en Moscú, en la Federación Rusa. Las autoridades habían prohibido su celebración y la policía antidisturbios cargó contra los manifestantes y detuvo a entre 25 y 80 activistas.
El caso de Rusia es especialmente significativo, como se puso de manifiesto recientemente con la aprobación, por parte del Gobierno de Vladimir Putin, de dos leyes que prohíben la «propaganda homosexual» y la adopción de niños rusos por homosexuales extranjeros. Otras propuestas pretenden impedir a los homosexuales donar sangre y retirar la patria potestad a padres homosexuales. Además, grupos neonazis atacan, a menudo impunemente, a homosexuales en el país, y el 74% de los rusos considera que la homosexualidad no debe ser aceptada por la sociedad.
En junio de 2009 el Parlamento de Lituania decidió seguir adelante con un proyecto de ley que, según Amnistía, «institucionaliza la homofobia y supondría prohibir el debate sobre la homosexualidad en las escuelas, así como toda referencia a ella en cualquier información pública que puedan ver menores». La ONG añade que «la reforma propuesta equipara la homosexualidad a la violencia física o psicológica, a la exhibición de un cuerpo humano muerto o cruelmente mutilado y a información que suscite temor u horror o fomente la automutilación o el suicidio».