Si usted se encuentra entre quienes piensan que el Museo del Prado no es apto para niños, o que al David de Miguel Ángel habría que colocarle unos calzoncillos, Facebook es su amigo. O, al menos, eso es lo que parece a la vista del criterio utilizado a veces por la mayor red social del mundo a la hora de censurar según qué imágenes.
En realidad, no es que la compañía de Mark Zuckerberg haya declarado una guerra total al desnudo en el arte. De hecho, una búsqueda rápida permite encontrar, sin mucha dificultad, imágenes de, por ejemplo, Las tres Gracias de Rubens, o fotografías de Helmut Newton. Sin embargo, la ambigüedad con la que, en ocasiones, pueden ser interpretadas sus condiciones de uso (empezando por el mismo concepto, ciertamente subjetivo, de qué es arte y qué no), unida al problema que supone controlar la ingente cantidad de contenido gráfico que se publica a diario en la red social, y al hecho de que a menudo se actúe mediante algoritmos en base a denuncias de los propios usuarios, lleva a Facebook, una y otra vez, a desatar la polémica con su celo censor.
La última víctima ha sido el Renacimiento. Concretamente, la estatua de la fuente de Neptuno en Bolonia, una soberbia escultura realizada en 1565 por el artista flamenco Jean Boulogne (Juan de Bolonia). La estatua, retratada cada día por miles de turistas, y uno de los emblemas de la ciudad italiana, representa al dios de los mares en todo su esplendor, es decir, sujetando su legendario tridente… y desnudo. Cuando la escritora italiana Elisa Barbari quiso utilizar una fotografía de la escultura para promocionar su página de Facebook (dedicada a Bolonia), lo último que probablemente pensó es que tendría que enfrentarse a la censura.
Según la explicación que le dio la red social tras rechazar su anuncio, la imagen elegida por Barbari incluía «contenido sexualmente explícito, y que muestra el cuerpo en un grado excesivo, concentrándose innecesariamente en algunas partes» (en la foto de Barbari se pueden ver las nalgas del dios). La advertencia añadía, según publicó el diario británico The Telegraph, que «la utilización de imágenes o vídeos de cuerpos desnudos o escotes no está permitida, incluso si es para usos artísticos o educativos».
Entre sorprendida y escandalizada, Barbari compartió en su propia página, el pasado jueves, el mensaje que le había enviado Facebook. En el texto añadido por la escritora puede leerse: «¿El Neptuno? ¡Es de locos!».
Horas después, Facebook reconoció «el error» y pidió disculpas en un nuevo mensaje, similar a los que publica normalmente en estas ocasiones: «Nuestro equipo procesa millones de imágenes publicitarias cada día y a veces prohibimos anuncios de forma equivocada. La imagen no viola nuestra política de anuncios. Lamentamos el error y hemos comunicado al anunciante que vamos a aprobar su anuncio». Las explicaciones no parecieron ser suficientes para Barbari, quien publicó otra foto de la estatua en el encabezamiento de su página, esta vez con el texto: «Sí al Neptuno, no a la censura».
Del ‘Origen del mundo’ a la lactancia materna
El episodio de la estatua de Neptuno no pasaría de simple anécdota si fuese un caso aislado. Pero los ejemplos polémicos de censura en Facebook abundan, y, aunque por regla general la compañía acaba dando marcha atrás, las rectificaciones se suelen producir, no tanto motu propio, sino a raíz de las protestas de los afectados, o una vez que el asunto ha saltado a los medios de comunicación o se ha propagado por las redes sociales.
Uno de los casos más sonados es el del cuadro El origen del mundo, pintado por Gustave Courbet en 1866, conservado en el Museo de Orsay, en París, y que muestra de forma explícita la vagina de una mujer. Su censura por parte de Facebook motivó que, por primera vez, un tribunal francés se haya declarado competente para juzgar a la compañía de Zuckerberg por haber bloqueado la cuenta en que se publicó la imagen de la pintura.
Entre los precedentes se encontraba nada menos que La Sirenita de Copenhague: en enero de 2016 Facebook fue acusada de haber censurado fotos de la famosa escultura por mostrar «demasiada piel desnuda». Meses más tarde le tocaría el turno a Caravaggio, cuando la red social censuró el cuadro del maestro italiano El amor victorioso, por mostrar de frente los genitales masculinos.
El gran caballo de batalla para los defensores de la libertad de expresión en Facebook ha sido, no obstante, la lactancia materna. La polémica no comenzó con una sola foto, pero quizá la más célebre fuese la publicada en enero de 2011 por la chilena Leslie Power, en la que se la veía amamantando a su hijo. Facebook bloqueó su cuenta y, como respuesta, se multiplicaron las reacciones de protesta y los grupos de apoyo en la propia red social (FB v Breastfeeding, Hey Facebook! Breastfeeding is Not Obscene), recordando que la lactancia no es pornografía y que lo censurable eran muchos de los comentarios machistas a estas imágenes. Tras la campaña, que se extendió por todo el mundo y en la que destacaron activistas como Laura Bates, Soraya Chemaly o Jaclyn Friedman, Facebook acabó modificando sus condiciones de uso. En las nuevas normas, los pechos de mujeres dando de mamar ya no se se incluyen en la categoría de desnudos, y la lactancia es «algo hermoso y natural».
Esta nueva ‘tolerancia’ no fue, sin embargo, lo suficientemente amplia como para alcanzar a Francie, una madre estadounidense que publicó en la red social una foto dando a luz a su hija para celebrar el primer cumpleaños de la pequeña. Tras la denuncia presentada por uno de los miembros del grupo privado sobre lactancia, embarazo y parto al que pertenecía Francie, la red social censuró la imagen, alegando que lo mostrado en ella (el pecho de la mujer y parte del pubis) vulneraba las condiciones establecidas.
Las madres no son las únicas agraviadas por mostrar los pechos. Como recuerdan en este artículo publicado en Verne, «por sorpredente que parezca, en 2012 el algoritmo o el equipo que gestiona las denuncias de los usuarios eliminó la imagen de una mujer en la bañera al confundir su codo con un pezón. La decisión provocó que la fotografía se difundiera por otros canales como la web Theories of the Deep Understanding of Things (TDUT) (Teorías para entender cuestiones profundas), en la que plantearon el test: ¿Codo o pezón? El volumen de críticas y comentarios provocó que Facebook rectificara y volviera a publicar la imagen».
Entre las víctimas más controvertidas de la tijera de Facebook se encuentran asimismo algunas imágenes que tienen que ver con enfermedades, o que son publicadas para concienciar sobre alguna enfermedad, incluyendo un proyecto artístico del fotógrafo Michael Colanero en el que éste retrata, con el cuerpo desnudo pintado, a mujeres que se han tenido que someter a mastectomías a causa del cáncer de mama. El proyecto no pasó el ‘filtro anti pornografia’ de Facebook, como tampoco lo hizo un reportaje del diario El Mundo sobre un artista que tatuaba pezones a mujeres a las que se los habían extirpado. La política de Facebook sobre masectomías ha cambiado desde entonces.
Tampoco es el desnudo femenino el único blanco. A principios de este año, por ejemplo, Facebook censuró el tráiler promocional (un anuncio pagado) de la película colombiana El abrazo de la serpiente, nominada al Oscar a la mejor película de habla no inglesa. La razón: demasiada piel (en las imágenes se ve a un indígena del Amazonas colombiano caminando por la selva, ataviado con tan solo un taparrabos). También en este caso, Facebook rectificó.
La niña de Vietnam
Pero si hay un caso especialmente polémico ese es, sin duda, el de la célebre fotografía de la niña que huye, desnuda, de un bombardeo con napalm durante la guerra de Vietnam. Captada en 1972 por el fotógrafo vietnamita de la agencia AP Nick Ut, la imagen, galardonada con el premio Pulitzer, es considerada uno de los símbolos más poderosos sobre el horror de la guerra. Facebook, sin embargo, identificó la foto como contenido inadecuado, y, además de borrarla de la red, suspendió temporalmente la cuenta del escritor noruego Tom Egeland por haberla publicado, provocando la indignación no solo del propio Egeland, sino también la del diario Aftenposten (el mayor de su país) y hasta la del Gobierno noruego, incluyendo a su primera ministra, Erna Solberg.
Especialmente difundida fue una carta abierta que Espen Egil Hansen, redactor jefe y consejero delegado de Aftenposten, dirigió a Mark Zuckerberg: «Escucha, Mark, esto es serio. Primero hacéis reglas que no distinguen entre pornografía infantil y famosas fotos de guerra, luego las aplicáis sin dejar margen al buen juicio y después censuráis también la crítica y el debate y castigáis a quienes se atreven a criticar», escribió.
«Escucha, Mark, esto es serio. Primero hacéis reglas que no distinguen entre pornografía infantil y famosas fotos de guerra, luego las aplicáis sin dejar margen al buen juicio y después censuráis también la crítica y el debate y castigáis a quienes se atreven a criticar», escribió.
Facebook, finalmente, reculó: «Debido a su estatus de imagen icónica de importancia histórica, el valor de permitir compartirla supera al deseo de proteger a la comunidad, así que hemos decidido reinsertar la imagen en los sitios de donde la hayamos borrado», señalaron fuentes de la red social a la agencia France Press. La jefa de operaciones de la red social, Sheryl Sandberg, se disculpó ante la primera ministra noruega por haber borrado una publicación en la que Solberg había compartido la foto, en solidaridad con Egeland: «Se trata de decisiones difíciles y a veces nos equivocamos. Incluso con normas claras, escanear cada semana millones de publicaciones, caso por caso, es un desafío», señaló Sandberg.
Las razones de Facebook
«Proteger a la comunidad», o lo que Facebook entiende por protegerla, es, precisamente, uno de los principales argumentos esgrimidos por la red social a la hora de aplicar censura. Otra de las razones más importantes es evitar que la red se vea inundada de contenido puramente pornográfico, incluyendo el procedente de sitios web sin criterios artísticos o informativos, y con ánimo de lucro, así como la protección a los menores de edad. Bajo el apartado de «Normas comunitarias», y en un epígrafe denominado «Desnudos», sus condiciones de uso estipulan, en concreto, lo siguiente :
A veces, la gente comparte desnudos con un fin determinado, por ejemplo, campañas de concienciación o proyectos artísticos. Restringimos la exhibición de desnudos para evitar que determinados sectores de nuestra comunidad mundial que muestran una especial sensibilidad ante ellos se puedan sentir mal, en particular, por su contexto cultural o su edad. Para tratar a todos de una forma justa y responder a los reportes con rapidez, es fundamental contar con políticas que nuestros equipos en todo el mundo puedan aplicar fácilmente y con uniformidad al revisar el contenido. Como resultado, nuestras políticas pueden ser a veces más directas de lo que nos gustaría y restringir contenido compartido con fines legítimos. Trabajamos constantemente para mejorar la evaluación de este contenido y la aplicación de nuestras normas.
Eliminamos fotografías que muestren los genitales o las nalgas en su totalidad y de una forma directa. También restringimos algunas imágenes de senos femeninos si se muestra el pezón, pero siempre permitimos fotos de mujeres amamantando o que muestren los pechos con cicatrices por una mastectomía. También permitimos fotografías de pinturas, esculturas y otras obras de arte donde se muestren figuras desnudas. Las restricciones sobre la exhibición de desnudos y actividades sexuales también se aplican al contenido digital, a menos que dicho contenido se publique con fines educativos, humorísticos o satíricos. Se prohíben las imágenes explícitas de relaciones sexuales. También podemos eliminar descripciones de actos sexuales que sean demasiado gráficas.
Se trata, no hay que olvidarlo, de normas establecidas por una empresa privada y aceptadas libremente por el usuario, pero, en ocasiones, esas normas pueden afectar a derechos fundamentales, como la libertad de expresión, que se sitúan por encima de los contratos entre particulares, y es ahí donde está el conflicto.
Por otro lado, como señalaba en su carta el redactor jefe de Aftenposten, no siempre es posible «crear reglas comunes y universales sobre lo que puede o no publicarse». La tesis de Hansen es que a veces hay que ‘mojarse’, y cita como ejemplo el caso de las famosas caricaturas de Mahoma, y el debate sobre los límites de la libertad de expresión que originó su publicación en el diario danés Jyllands-Posten, en 2005. Otra cosa es que Facebook prefiera asumir el riesgo de la mala imagen que algunos casos polémicos de censura puedan acarrearle, antes que la posibilidad de perder miles de usuarios pertenecientes a culturas con planteamientos morales más estrictos respecto al desnudo o a la sexualidad.
Más allá del desnudo: China y Donald Trump
La censura en Facebook no se limita a los desnudos. La red bloquea asimismo mensajes cuyo lenguaje incite al odio, así como «imágenes gráficas cuando se comparten para producir un efecto sádico o para fomentar o exaltar la violencia».
¿Y censura política? El pasado mes de octubre Facebook anunció que sus ingenieros han desarrollado una herramienta para adaptar la red social a la censura en Internet de China (país donde Facebook permanece bloqueada desde hace siete años), y adentrarse así en el gigante asiático, según informó The New York Times.
Este software, que Facebook por el momento tan solo habría probado internamente, permitiría censurar entradas de los usuarios antes de que vieran la luz para cumplir con la legalidad de China, aseguró el rotativo neoyorquino, que cita anónimamente a empleados y extrabajadores de la compañía.
Sin responder directamente al diario, Facebook difundió un comunicado en el que abordó sus planes en el país asiático: «Durante mucho tiempo hemos dicho que estamos interesados en China, y estamos invirtiendo tiempo en entender y aprender más sobre ese país», indicó Debbie Frost, una portavoz de la compañía. Frost también aseguró que Facebook «todavía no ha tomado ninguna decisión» en su «acercamiento» a China.
Hasta la fecha, Facebook ha restringido contenidos para cumplir con las normativas locales en países como Rusia, Turquía o Pakistán, pero la herramienta creada para adentrarse en China supondría ir un paso más allá.
Las repetidas acusaciones según las cuales Facebook aplica filtros excesivamente rigurosos al contenido compartido por los usuarios llevaron a la red social a introducir, también en octubre, cambios en su política editorial, más cercana ahora a las de un medio comunicación tradicional. Así, Facebook podría permitir publicar material gráfico (o escrito) que, aunque vaya en contra de sus normas generales, resulte «noticioso, significativo o especialmente importante para el público».
Un ejemplo podrían ser muchos de los dicursos del entonces candidato a la presidencia de EE UU, y actual presidente electo, Donald Trump, que, a pesar de poder ser considerados como incitadores al odio, sí fueron recogidos en Facebook. Según publicó The Wall Street Journal, «Zuckerberg era consciente de que la propuesta de Trump de prohibir la entrada en EE UU a los musulmanes podía ser considerada como lenguaje que incita al odio, pero dijo que las implicaciones de borrar esos discursos habrían sido demasiado graves».