«Así que hemos decidido que Marcos deje de existir hoy […]. No lo extrañarán las niñas y niños que antes se juntaban para escuchar sus cuentos, pues ya son grandes, ya tienen juicio, ya luchan como el que más por la libertad, la democracia y la justicia, que son la tarea de cualquier zapatista. El gato-perro, y no un cisne, entonará ahora el canto de despedida. Y al final, quienes entiendan, sabrán que no se va quien nunca estuvo, ni muere quien no ha vivido».
En un largo discurso titulado Entre la luz y la sombra, al que pertenece el párrafo anterior, el subcomandante Marcos, fiel a su estilo entre lírico, críptico y humorístico, anunció hace apenas una semana que por su voz «ya no hablará la voz del Ejército Zapatista de Liberación Nacional» (EZLN). Marcos explicó que el relevo del mando «no se da por enfermedad o muerte, ni por desplazamiento interno, purga o depuración», sino por cambios que se han producido en la guerrilla.
El portavoz de una revolución que logró captar la atención del mundo, el líder guerrillero mitificado y desmitificado, el personaje enigmático que enamoró a la prensa y sacó del olvido palabras como utopía o justicia social, ha pasado, con todas sus virtudes y todos sus defectos, a la historia.
Identificado en su día por el Gobierno mexicano como el profesor de Universidad Rafael Sebastián Guillén Vicente, el ya exlíder zapatista reaparecía así tras haber estado cinco años alejado de la vida pública. Durante un encuentro con organizaciones civiles en la comunidad de La Realidad, en la selva de Chiapas (sureste de México), el subcomandante leyó un comunicado explicando su decisión y recordó la histórica irrupción pública del EZLN en enero de 1994. Serían, según dijo, sus «últimas palabras en público antes de dejar de existir». Marcos reconoció que ha sido una «decisión difícil», pero insistió en que en estos 20 años «ha habido un relevo múltiple y complejo en el EZLN», pese a que «algunos solo han advertido el evidente, el generacional».
El acto elegido para la despedida fue un multitudinario homenaje al indígena José Luis Solis Sánchez, alias «Galeano», asesinado veinte días antes. Marcos anunció que, en su memoria, renacía con el nombre de «Subcomandante Galeano»: «En lugar de Galeano ponemos otro nombre para que Galeano viva y la muerte se lleve no una vida sino un nombre solamente», dijo.
¿Y ahora? No está claro. Su mensaje no es una declaración de despedida al uso; como tantos otros comunicados suyos, está lleno de metáforas, relatos, frases irónicas y referencias al Popol Vuh, una recopilación de narraciones míticas, históricas y legendarias de la cultura maya en la época prehispánica. Para algunos debe interpetrarse como el inicio, efectivamente, de su nueva personalidad, dentro del EZLN. Para otros, sin embargo, Marcos se estaría retirando por completo del movimiento zapatista.
A fin de cuentas, el EZLN ha sostenido en reiteradas ocasiones que son muy pocos los que entienden la verdadera naturaleza del movimiento, empezando por la existencia de Marcos, «una botarga», en palabras del propio líder zapatista, creada por los medios y alimentada por los dirigentes indígenas.
Como explicó él mismo en su discurso de despedida, en los primeros momentos del movimiento (1994), la mirada de los periodistas «se detuvo en el único mestizo que vieron con pasamontañas, es decir, que no miraron. Empezó así una compleja maniobra de distracción, un truco de magia terrible y maravillosa, una maliciosa jugada del corazón indígena que somos; la sabiduría indígena desafiaba a la modernidad en uno de sus bastiones: los medios de comunicación. Empezó entonces la construcción del personaje llamado Marcos».
El resultado, impulsado en parte por los entonces nacientes medios digitales, fue algo que no se había visto desde los años sesenta y (salvando todas las distancias que haya que salvar) los tiempos del Che Guevara: un guerrillero latinoamericano convertido en icono global.
Estas son diez claves para tratar de entenderlo mejor.
1. Profesor y guerrillero
Rafael Sebastián Guillén Vicent, líder del mexicano Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), y conocido hasta ahora como «Subcomandante Marcos», nació en Tampico, estado mexicano de Tamaulipas, el 19 de julio de 1957. Hijo de un español propietario de una cadena de tiendas de muebles, estudió con los jesuitas y se graduó en Ciencias de la Comunicación en Guadalajara (Jalisco). Después se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad Autónoma de México, donde se doctoró en 1980 con la tesis Discursos prácticos e ideologías prácticas. Entre 1979 y 1983 fue profesor en la Universidad de Xochimilco, en el sur de la capital del país. Se le vincula sentimentalmente a Silvia Fernández Hernández, alias «Sofía» o «Gabriela», y tiene una hija, Mariana, que reside en Francia.
Marcos llegó por primera vez a la selva Lacandona de Chiapas en 1980 como empleado rural, y posteriormente pasó por la sierra Tarahumara, en Chihuahua. Su contacto con la comunidad indígena le hizo tomar partido en favor de los derechos de los indios marginados, pero su formación como guerrillero se remonta a 1969, cuando se fundó el Frente de Liberación Nacional, que actuó como guerrilla urbana en Monterrey (Nuevo León), bajo influencia de los tupamaros y del ELN colombiano. También en 1980 estuvo en contacto con el sandinismo nicaragüense, donde colaboró en la organización de gobiernos municipales y sindicatos agrícolas en la zona de San Juan de Río Coco.
2. Todas las luchas en una
El encuentro con los movimientos indígenas de Chiapas acabaría transformando su ideología y acercándole a visiones revolucionarias que podrían considerarse más posmodernas. En ideas que ha expuesto en sus discursos y acciones existe una relación, por ejemplo, con los postulados marxistas revisionistas del italiano Antonio Gramsci, muy populares en México cuando Marcos estudiaba en la universidad.
En cualquier caso, desde el principio del levantamiento de Chiapas, Marcos aclaró a la prensa que el EZLN no es marxista, y en entrevistas ha declarado estar más influido por el intelectual mexicano Carlos Monsiváis que por Karl Marx. Su visión es anticapitalista, pero no propone ni busca una solución global a todos los problemas a los que se enfrentan los sectores desposeídos. El objetivo es, más bien, unir todas las luchas ya existentes sin tratar de imponer una visión o metodología en particular. Además de por el histórico revolucionario mexicano Emiliano Zapata, Marcos también ha manifestado admiración por el Che Guevara.
En sus propias palabras, «Marcos es gay en San Francisco, negro en Sudáfrica, asiático en Europa, chicano en San Ysidro, anarquista en España, palestino en Israel, indígena en las calles de San Cristóbal, chavo banda en Neza, rockero en CU, judío en la Alemania nazi, ombudsman en la Sedena, feminista en los partidos políticos, comunista en la posguerra fría, preso en Cintalapa, pacifista en Bosnia, mapuche en los Andes, maestro de la CNTE, artista sin galería ni portafolios, ama de casa un sábado por la noche en cualquier colonia de cualquier ciudad de cualquier México, guerrillero en el México de fin del siglo XX, huelguista en la CTM, reportero de nota de relleno en interiores, machista en el movimiento feminista, mujer sola en el metro a las 10 p.m., jubilado en plantón en el Zócalo, campesino sin tierra, editor marginal, obrero desempleado, médico sin plaza, estudiante inconforme, disidente en el neoliberalismo, escritor sin libros ni lectores, y, es seguro, zapatista en el sureste mexicano».
3. El levantamiento
La represión a la que fueron sometidos en México muchos movimientos campesinos, obreros y populares durante los más de setenta años de gobierno del Partido Revolucionario Institucional (PRI) dio lugar a que muchos jóvenes disidentes apostaran por la formación de organizaciones armadas clandestinas para buscar el derrocamiento del régimen. De una de estas organizaciones, las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN), surgió el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), constituido formalmente en 1983 como «ejército regular», y con tres objetivos básicos: defender los derechos colectivos e individuales negados históricamente a los pueblos indígenas mexicanos; construir un nuevo modelo de nación que incluya a la democracia, la libertad y la justicia como principios fundamentales de una nueva forma de hacer política; y tejer una «red de resistencias y rebeldías altermundistas en nombre de la humanidad y contra el neoliberalismo».
El EZLN salió a la luz el 1 de enero de 1994 con una declaración de guerra al Gobierno mexicano. Aquel día, justo cuando entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, el EZLN se alzó en armas, y los indígenas ocuparon por la fuerza cuatro ciudades del estado de Chiapas con una exigencia clara: la propiedad de las tierras y un mayor reparto de las riquezas en una zona, de entre las más pobres de México, donde la reforma agraria ordenada tras la revolución de 1910 no había devuelto la tierra a los campesinos.
Los enfrentamientos se prolongaron durante doce días y hubo más de un centenar de muertos. Marcos, constituido en portavoz del movimiento, se había convertido ya en el hombre más buscado del país, tanto por el Ejército como por periodistas e intelectuales de medio mundo.
4. El icono
Tras los combates vino una serie interminable de treguas y de diálogos fallidos en los que el alzamiento podría haber perdido fuelle. Pero la figura de Marcos, con su pasamontañas, su pipa, su humor mordaz y su característica prosa (entre 1992 y 2006 escribió más de 200 ensayos e historias, y publicó 21 libros en un total de al menos 33 ediciones) era ya demasiado apetitosa para la prensa.
Años después, Marcos diría que buena parte de lo ocurrido en aquellos primeros días de enero de 1994 fue improvisadoMarcos fue entrevistado por Gabriel García Márquez, saludado por Eduardo Galeano y Noam Chomsky, y alabado como el mejor escritor latinoamericano del momento por Regis Debray (antiguo alumno de Louis Althusser; amigo del Che, a quien acompañó en Bolivia y ex asesor en política internacional del presidente francés François Mitterrand). Como recuerda el periodista Juan Carlos Pérez Salazar, «comités de solidaridad brotaron como hongos por todo el planeta y Chiapas se convirtió en un imán para jóvenes –muchos de ellos, europeos– en busca de una causa que consideraran justa».
Varios años después, Marcos diría que buena parte de lo ocurrido en aquellos primeros días de enero de 1994 fue improvisado, incluido el simbólico pasamontañas, y que en ningún momento pensó en convertirse en lo que se convirtió.
5. Con nombre y apellidos
Después de algunos enfrentamientos, el 15 de enero de 1995 se recuperó el diálogo en la selva Lacandona y, a los tres días, se decretó el alto el fuego indefinido. Poco después, el 9 de febrero, el presidente Ernesto Zedillo le puso nombre a la identidad, siempre oculta por el pasamontañas, del subcomandante Marcos, revelando que se trataba del profesor de universidad Rafael Sebastián Guillén Vicent.
No obstante, Zedillo suspendió la presión sobre los zapatistas e impulsó una ley de amnistía. Volvieron las negociaciones y el 30 de septiembre Marcos reapareció en la reunión con la Comisión de Concordia y Pacificación (COCOPA). Al cumplirse dos años del levantamiento, en enero de 1996, participó en un foro en el que se analizaron los derechos indígenas y respaldó la creación de la formación política Frente Zapatista de Liberación (FZLN). El 16 de febrero firmó los Acuerdos de San Andrés sobre Derechos y Cultura Indígenas, pero el diálogo volvió a romperse en septiembre, y la tensión continuó en Chiapas. Marcos mantuvo entonces contactos con la COCOPA y la CONAI, quienes hicieron llegar a Zedillo una serie de reformas constitucionales que el presidente rechazó por la «desmesurada autonomía» que otorgarían.
En diciembre de ese mismo año, 1996, la masacre de 45 campesinos en la comunidad de Acteal reavivó el conflicto.
6. Tira y afloja
En enero de 1998, el Ejército inició una ofensiva contra las bases zapatistas y dos meses después Marcos anunció que mantendría su silencio hasta que el Gobierno no cumpliese los acuerdos firmados. Tras meses deambulando por la selva, en los que se especuló con su muerte, reapareció en julio con dos comunicados, en uno de los cuales rechazó retomar el diálogo con el Gobierno y apostó por la interlocución con la COCOPA, con la que negoció sin resultados a finales de ese año.
El entonces presidente Vicente Fox ordenó el 1 de diciembre de 2000, el día de su toma de posesión, la retirada del Ejército en la zona próxima a donde se encontraba Marcos, quien mostró su predisposición a reanudar el diálogo con condiciones (retirada del Ejército de la zona, liberación de presos políticos y aprobación de la ley de derechos indígenas), que el Gobierno adoptó.
7. La gran marcha
El 24 de febrero de 2001 Marcos abandonó la selva junto a sus 23 comandantes para encabezar una caravana que le llevó desde San Cristóbal de las Casas hasta la capital del país, y cuyo objetivo era exigir el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés, el documento firmado en 1996 entre el EZLN y el Gobierno, por el que este último comprometía a realizar cambios en la Constitución para consagrar los derechos indígenas. Arropado por unos 10.000 indígenas y cientos de periodistas, el 11 de marzo finalizaron en Ciudad de México un recorrido de 3.000 kilómetros. Su intervención en el Zócalo fue seguida por 150.000 personas. Fue su momento culminante.
El 28 de ese mismo mes, tras tensas negociaciones, sus comandantes accedieron al Congreso y cuatro de ellos tomaron la palabra en favor de una Ley de Derechos y Cultura de los pueblos indígenas. El texto aprobado por el Congreso de abril fue rechazado por los zapatistas, por considerar que mutilaba el aportado por la COCOPA en 1996.
De nuevo en la clandestinidad, Marcos rompió su silencio con contados comunicados, incluyendo uno en la que condenaba la ilegalización de Batasuna en España (que rectificó en enero de 2003 tras las críticas de escritores como Carlos Fuentes o José Saramago), una serie de cartas en defensa de la situación de los indígenas, su negativa a negociar con Fox o sus comentarios sobre el proyecto de López Obrador.
8. «La otra campaña» y «la genial impostura»
Tras acusar de traición a López Obrador y pedir la abstención en las elecciones de 2006, entre enero y junio de ese año Marcos protagonizó desde una moto la caravana «La otra campaña», con la que intentó aglutinar a las organizaciones de izquierdas. Regresó a Chiapas en septiembre, y entre marzo y mayo de 2007 reeditó la caravana.
Desde su retiro en la selva de Lacandona, a finales de 2007 reconoció que el movimiento estaba «pasado de moda» y anunció que maduraba una nueva forma de acción y que se retiraba de la escena pública «por un buen tiempo». Desde entonces sus apariciones han sido muy escasas.
Su imagen fue desmitificada en el libro Marcos, la genial impostura (1998), de los periodistas Maite Rico (El País) y Bertrand de la Grange (Le Monde). En la obra se hace referencia a su doble lenguaje, su deseo de protagonismo y su afán de convertirse en un nuevo Che Guevara. El libro desmenuza asimismo la figura del obispo de San Cristóbal de las Casas, Samuel Ruiz (para muchos el principal respaldo de la guerrilla zapatista) y desmiente la supuesta importancia de los indígenas en las decisiones del EZLN.
9. El relevo
La ausencia de Marcos en estos últimos años ha impulsado en el EZLN los liderazgos de comandantes como «David» y «Hortensia», ambos de origen tzotzil, y que dirigieron el pasado mes de enero los festejos del 20º aniversario del levantamiento de Chiapas, unos festejos a los que Marcos no acudió.
Para algunos analistas, la guerrilla (que otros comentaristas ven en proceso de desaparición) estaría haciendo sitio al fin, 20 años después, a los líderes indígenas, un camino que la retirada del propio Marcos podría ayudar a despejar.
En este sentido, el propio Marcos habla en su último comunicado de la existencia de un revelo de clase (de la clase media ilustrada al indígena campesino), de raza (de la dirección mestiza a la dirección netamente indígena) y de pensamiento («de la toma del poder de arriba a la creación del poder de abajo, de la política profesional a la política cotidiana, de los líderes, a los pueblos»).
10. Veinte años después
Con respecto a Chiapas, donde existen actualmente diversas comunidades zapatistas, con dirigentes que aún se esconden a la prensa, la región se sigue enfrentando a muchos de los problemas que causaron el levantamiento de 1994. Un total de 55 municipios del Estado están dentro de la llamada Cruzada Contra el Hambre, pero este programa social no llega a las comunidades zapatistas por no cumplir los criterios que pide el Gobierno, como el pago de impuestos por la tierra. Chiapas es la segunda entidad del país con mayor grado de marginación; el 78,4% de su población vive en situación de pobreza, y presenta el índice más alto de analfabetismo, un 18%, el triple de la media nacional.
Según señala al diario El País Víctor Hugo López Rodríguez, director del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas (Frayba), «la violencia estructural es más vigente que nunca: pobreza, impunidad, criminalización. Lo que cambió es que se visibilizó el actor, se creó el sentido de dignidad indígena».