Rick

Miguel Máiquez, 16/12/2008

Café A Brasileira, Lisboa, en el Barrio Alto. Once y media de una tórrida noche de verano. El calor se mezcla con el ruido y con las voces de la gente, como si todo fuese una misma cosa. Sobre la mesa, una botella de oporto y dos vasos.

IL­SA: No he de­ja­do de pen­sar en él ni un so­lo día, Lo­u­ie. Ni un so­lo día.

LO­U­IE: Lo sé, que­ri­da, lo sé.

IL­SA: Ni uno solo.


Miguel Máiquez, 16/12/2008
Archivado en Están todos vivos
En el relato: Ilsa Laszlo

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