
A pesar de que cada mañana me cuesta un poco más levantarme de la cama, a pesar de que me duelen todos los huesos del cuerpo y de que me falla la vista; a pesar de que me falta el aire cuando subo escaleras y de que se me olvidan las cosas, y de que tengo que ir al baño el doble de veces de lo normal… A pesar, vaya, de que me estoy haciendo viejo, muy viejo, tengo que decir que aún me quedan ganas para acercarme de vez en cuando al puerto a oler el mar y a escuchar, si tengo suerte, la sirena de algún barco. Porque sigo pensando que no hay sonido en este mundo como la sirena de un barco. Tal vez, si acaso, el pitido de un tren, pero es prácticamente la misma cosa.
Cierro los ojos y todo vuelve, y todo está bien como está, y todo es posible todavía. El mundo es tan grande, y tan hermoso…
Dicen los que han escrito sobre mí que en el fondo estoy solo, y también que no sé lo que es amar a una mujer. En fin, lo primero tal vez sea cierto. De lo segundo habría mucho que hablar.
¿Milú?
Publicado el 24/3/2009 en Están todos vivos
Imagen: Hergé, Les aventures de Tintin: Le crabe aux pinces d’or
En el relato: Tintín
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