Los prados del cielo

Miguel Máiquez, 02/06/2009

—Holly Golightly… Gracias por aceptar esta entrevista.

—No hay de qué. Me encantan las entrevistas.

—¿Sí?

—Oh, sí. Te preguntan cosas, respondes, luego escriben algo que no dijiste y al final, si es bonito, acabas creyéndote que sí lo dijiste [risas].

—¿Y si es feo?

—Entonces probablemente lo estabas pensando, pero te dio vergüenza decirlo, así que te está bien empleado.

—Así da gusto entrevistar a la gente…

—Lo que no entiendo es por qué quieres entrevistarme. O sea, por qué querría nadie entrevistarme a mí.

—¿Está de broma?

—No.

—Bueno, usted es… Vaya, ¿cómo decirlo? ¿Un icono?

—Un encanto.

—Sí. Un encanto puede valer.

—¿Entiendes ahora por qué me gustan las entrevistas? [risas].

—La verdad es que resulta imposible no enamorarse de usted, sentada ahí, en la ventana, cantando a media voz con la guitarra…

—Bueno, no siempre resulto tan dulce.

—Imagino que no… Por cierto, ¿qué ocurrió realmente?

—¿Qué ocurrió realmente con qué?

—En la película usted acaba con Paul, ya sabe, después de encontrar al gato en el callejón. Ese maravilloso final feliz bajo la lluvia, con el beso…

—Qué final más bonito, sí…

—Pero en el libro, sin embargo, no sólo abandona al gato huyendo de la policía, sino que, además, se va lejos y deja a Paul atrás…

—Pobrecito, sí. Qué nostalgia más grande parece sentir por lo que pudo haber sido, ¿verdad?

—¿Entonces? ¿Qué pasó en realidad?

—¿Es necesario elegir?

—Bueno…

—Los dos finales son ciertos, los dos son verdad.

—Pero eso no es posible.

—Claro que es posible. ¿Acaso no te pasa a ti todo el tiempo? Lo que no es posible es vivir sólo un final, sólo una historia. Eso sólo les pasa a los personajes de ficción. En la vida real…

—La vida real…

—Sí, en la vida real, vamos, creo yo, cada final lleva dentro una parte de los demás finales posibles. Aunque sea una parte pequeñita.

—Pero cuando optamos por un camino, estamos renunciando a todos los demás, ¿no?

—Sí, pero no del todo. A mí me parece que el camino que hemos elegido ya no es el mismo que era antes de elegirlo, porque, de algún modo, los caminos a los que hemos renunciado lo transforman. Quiero decir que esos otros caminos no han dejado de existir. Los recordamos, nos acordamos de ellos, están ahí, los llevamos siempre dentro. Y pienso que influyen, por poco que sea, en el camino que hemos tomado… ¡Uf! ¡Dios mío! ¡Vaya lío!

—No, no, en absoluto, creo que lo entiendo. Continúe, por favor.

—Ya está. Ya he terminado con los caminos.

—¿Sigue usted viajando por los prados del cielo?

—¿Los prados del cielo?

—¿No se acuerda? Usted dijo: «No quiero dormir, no quiero morir, sólo quiero seguir viajando por los prados del cielo».

—Qué bonito… ¿De veras lo dije?

—Sí.

—Los prados del cielo… Parece el título de una película, o de un disco… Me gusta mucho.

—No quería dormir, no quería morirse…

—No, no quiero.

—Bien. No se muera nunca, ¿de acuerdo?

—De acuerdo [risas]. Tú si que eres un encanto.

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Publicado el 2/6/2009
En el relato: Holly Golightly
Imagen: «Breakfast at Tiffany’s», Blake Edwards, 1961

Comentarios

5 comentarios

  • Odei dice:

    No me cabe duda de que una entrevista con Holly Golightly sería así: cándida y divertida.
    Me ha encantado la reflexión que hace sobre «los caminos» y su mutabilidad. Nunca lo había visto así.
    Y gracias por estas entradas tan hermosas, a veces desgarradas y siempre originales que nos regalas. Da gusto leerlas.

  • juanjomar dice:

    Cabrón,te estás convirtiendo en un escritorpradodelcielo de verdad, y la prueba es que se me eriza la piel al leerte.

  • kuki (i) dice:

    Entrevista deliciosa que arranca una dulce sonrisa.

  • Miguel dice:

    Muchas gracias a los tres, de parte de mí y de Audrey.

  • -F osca dice:

    ENORME!!!
    me ha gustado lo de vivir varios finales!! 🙂
    y qué decir de Holly/Lulamee… las personas se pertenecen para ser felices 🙂
    Encantada

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