Caminamos a través de la selva durante meses. Le encontramos cuando se nos agotó el recuerdo del mundo del que veníamos.
Estaba desnudo, en mitad del río, esquelético, solo. La barba hasta la cintura, los ojos desorbitados, las piernas llenas de llagas. En silencio. Solo. Como si el sol le hubiese dado la espalda durante siglos. Como si llevara siglos buscando inútilmente un poco de expiación.
Publicado el 3/11/2010
En el relato: Hernán Cortés
Imagen: «De la conquista de Méjico (Otumba)», Manuel Ramírez Ibáñez, 1887
4 comentarios
En lo que va a parecer la semana internacional de Antonio Vega, te alabo el gusto.
Feliz y deseado regreso. Ya pensé que el reloj se había quedado detenido en el tiempo. Siempre se me olvida decirte que tus fotos me parecen buenísimas, lo mismo que las de Odei.
Muchas gracias, aunque la verdadera artista es ella… Las tuyas, por cierto, parece que van asomándose poco a poco en tu blog…
Le encontramos solo, y cuando nos miramos, nos reconoció, a pesar de llevar siglos dándole la espalda al sol…