Redivivos

Miguel Máiquez, 31/05/2009

—Me ocurre a menudo que al contemplar una fotografía antigua, realmente antigua, quiero decir, como de principios de siglo…

—De eso no hace tanto tiempo.

—El siglo XX, hombre…

—Vale.

—Bien, pues lo que me pasa es que no puedo evitar mirar a la gente que hay en la foto y pensar: «Están todos muertos», «toda esa gente ya no está, está muerta».

—Bueno, claro…

—Sí, claro, lo sé, pero no me dirá que no es deprimente. Es decir, estar, sentir, soñar, ¡vivir! y luego desaparecer… No tiene ningún sentido. Es absurdo.

—Siguen en la foto.

—Sí, ya… Pero no creo que eso les sirva de mucho, ¿no?

—Supongo que no.

—Y sin embargo…

—¿Y sin embargo?

—Mire esta foto…

—Mmm…

—¿Qué ve?

—¿Gente muerta?

—¡Ahí voy! Sí… Y no.

—Explíquese, si no le importa.

—Veamos… La foto está tomada a principios o mediados de los años treinta, de modo que, salvo algunos de los niños, quizá, y el bebé (si es que no se los llevó por delante la guerra), salvo ellos, el resto, por pura biología, estarían todos muertos.

—Eso decía yo…

—Sí, pero preste atención a la imagen, fíjese un poco más… ¿Qué más ve?

—No sé…

—Al fondo, en la pared…

—No veo nada especial, la verdad.

—Justo al lado de la cara de la mujer con la gran sonrisa, la que tiene el bebé en brazos…

—Ah, sí… Como un pequeño círculo blanco, ¿no?… ¿Una luz? ¿Un punto de luz?

—¡Una luz, sí! ¡Exacto! ¡Más que eso! ¡Es un proyector! ¡Un proyector de cine!

—¿Y?

—¿Cómo que «y»? No sabría explicárselo muy bien, pero resulta emocionante… ¿Qué están viendo? ¿Una película? ¿Una película de Charlot? Probablemente, mire esas caras…

—Quién sabe…

—El caso es que da igual. Lo que estoy intentando decirle es que, sea lo que sea lo que está proyectando ese aparato, no se trata de «cosas vivas»…

—¿Perdón?

—Que son imágenes, ¿no? Sólo imágenes. Lo que quedó grabado, mediante un asombroso proceso químico, de algo que existía pero que no existe ya, no ahí, al menos, no en ese momento… Como un… recuerdo. Como un recuerdo sofisticado.

—Muy bien, y qué.

—¿Me va a decir usted que, pese a todo, esta gente no está sintiendo lo que ve como algo real, como algo vivo?

—Tal vez, pero eso no convierte lo que ven en «algo vivo».

—¿No?

—No, creo que no.

—Pues yo creo que sí. O, al menos, creo que tal vez sí. Y también creo que, del mismo modo, usted y yo, ahora, estamos resucitando a esta gente.

—Ya… Bueno, tampoco es precisamente una idea nueva… Muchas culturas…

—Oh, déjese de otras culturas, déjese de ideas nuevas… Yo ya me siento mejor.

—La verdad es que es una foto preciosa.

—Es increíble.

—Fantástica.

—Y mire esta otra… ¿Qué me dice?

Miguel Máiquez, 31/5/2009
Imágenes: Público en una sesión de cine durante las «Misiones Pedagógicas» que recorrieron muchas zonas deprimidas de España entre 1931 y 1937 (fotografías atribuidas a José Val del Omar. Biblioteca Nacional, Madrid)

Comentarios

1 comentario

  • juanjomar26 dice:

    Una bonita y certera y consoladora reflexión.Gracias.

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