Harry

Miguel Máiquez, 02/02/2009

Realmente había tantas cosas de las que escaparse que escapar de la muerte no se me había ocurrido, y sin embargo…

Por lo visto, cada 31 de octubre, la noche de difuntos, se reúnen grupos de magos por todo el mundo e invocan mi espíritu. Y la pobre Bess, mi esposa, estuvo diez años esperando a que le enviase un código secreto desde el más allá. Hasta que se cansó de esperar. «Diez años son suficientes para cualquier hombre», dijo, y probablemente tenía razón.

En fin, lo mismo va siendo hora ya de volver. Una aparición estelar, tal vez. O en la televisión. Es todo tan distinto ahora con la televisión… Aunque, de todos modos, ¿quién iba a creerme? Lo más probable es que al día siguiente estuviese mucho más muerto aún, muerto de verdad, quiero decir. Las leyendas son inmortales; las personas, no lo sé.

Claro que, por otra parte, no puedo ni imaginarme la cara que pondría el viejo Arthur. Vaya, sólo por eso merecería la pena…


Erik Weisz, más conocido como Harry Houdini (su nombre artístico), fue, aparte del mago y escapista más famoso de la historia, un auténtico cruzado contra el espiritismo y lo paranormal, en una época en la que estas prácticas, abonadas por los millones de muertos de la Primera Guerra Mundial y sus millones de viudas, habían cobrado un especial auge. Las convicciones de Houdini le llevaron incluso a enemistarse con el que había sido su gran amigo, Arthur Conan Doyle, el creador de Sherlock Holmes. Conan Doyle, todo un creyente, estaba convencido de que las habilidades de Houdini obedecían a poderes más allá de la comprensión racional, y no a meros trucos, por secretos, sofisticados o difíciles de ejecutar que estos pudieran ser.

Houdini murió en la madrugada del día de difuntos de 1926, después de que un estudiante le retara a demostrar su legendaria resistencia física y, de un puñetazo en el estómago, le destrozase el apéndice. A pesar de haber pasado media vida combatiendo las creencias en lo paranormal, Houdini había ideado un código que compartió tan sólo con su mujer, Bess, consistente en diez palabras secretas. Estas palabras las había extraído, precisamente, de una carta de Conan Doyle. Si alguna vez, después de muerto, contactaba «desde el más allá» a través de algún médium, utilizaría esas palabras como prueba de que el contacto era auténtico. Y hasta hoy…

Bess Houdini, en la última sesión espiritista organizada para intentar contactar con su difunto marido, en el hotel Knickerbocker, en Hollywood, el 31 de octubre de 1936 (noche de Halloween y décimo aniversario de la muerte de Harry Houdini). La sesión fue grabada y se puede escuchar aquí. Foto: New York World-Telegram and the Sun Newspaper Collection, Library of Congress
Harry Houdini, preparado para uno de sus números de escapismo, hacia 1898. Texto en la imagen: «Stone walls and chains do not make a prison --- for Houdini». Foto: Lasky Corporation, Library of Congress, McManus-Young Collection, Dominio Público

Publicado el 2/2/2009
En el relato: Harry Houdini

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *