Las claves de la contundente victoria de Doug Ford en Ontario

El líder del Par­tido Con­ser­vador Pro­gre­sista, Doug Ford, será el nue­vo pre­mier de Ontario tras ganar este jueves por may­oría abso­lu­ta las elec­ciones cel­e­bradas en la provin­cia. La con­tun­dente vic­to­ria de Ford, que logró un total de 76 escaños (49 más de los que tenían los con­ser­vadores), ha hecho saltar en peda­zos las predic­ciones de las encues­tas, que has­ta el últi­mo momen­to le situ­a­ban prác­ti­ca­mente empata­do con la can­di­da­ta del NDP, Andrea Hor­wath. Hor­wath, con 40 escaños, encabezará la oposi­ción ofi­cial gra­cias a sus buenos resul­ta­dos y a la deba­cle del Par­tido Lib­er­al, que pierde no solo el poder, después de 15 años en el gob­ier­no, sino tam­bién a su líder, Kath­leen Wynne. Tras obten­er tan solo siete escaños (el peor resul­ta­do de la his­to­ria para los lib­erales en la provin­cia), la has­ta aho­ra primera min­is­tra renun­ció a su car­go al frente del par­tido en la mis­ma noche elec­toral. La jor­na­da fue tam­bién históri­ca para los Verdes de Mike Schrein­er, cuya vic­to­ria en Guelph les per­mi­tirá sen­tarse por primera vez, con un escaño, en el Par­la­men­to de Queen’s Park.

La may­oría de los anal­is­tas políti­cos coin­ci­den en atribuir el tri­un­fo de Ford, naci­do en Eto­bi­coke hace 53 años, al hecho de que el can­dida­to con­ser­vador haya con­segui­do cap­i­talizar el deseo de cam­bio de una may­oría de votantes cas­ti­ga­dos por la mala situación económi­ca, cansa­dos del sta­tus quo lib­er­al, y opuestos, a menudo de un modo casi vis­cer­al, a una Kath­leen Wynne que, más allá de sus logros como pre­mier, nun­ca dis­frutó de altas cotas de pop­u­lar­i­dad ni supo dis­tan­cia­rse de los escán­da­los que pla­garon el gob­ier­no de su ante­cesor en el car­go, Dal­ton McGuin­ty. Una bue­na parte de los votos habrían provenido asimis­mo de elec­tores que, sin situ­arse espe­cial­mente a la derecha del espec­tro políti­co, no desea­ban cua­tro años más de gob­ier­no lib­er­al, pero tam­poco con­fían lo sufi­ciente en las prop­ues­tas, en teoría, más a la izquier­da, del NDP. En este sen­ti­do, es prob­a­ble que, una vez descar­ta­da la opción de Hor­wath, muchos votos hayan sido más con­tra Wynne que a favor de Ford.

La vic­to­ria de Ford puede ten­er que ver tam­bién con el hecho de que sea con­sid­er­a­do por muchos como una especie de out­sider en su par­tido. Así, es posi­ble inter­pre­tar los resul­ta­dos elec­torales más como un regre­so por la puer­ta grande de la lla­ma­da ‘Ford Nation’ y de sus val­ores (las prome­sas estrel­la de Ford giran invari­able­mente en torno a bajadas o elim­i­nación de impuestos, empezan­do por las demo­nizadas tasas medioam­bi­en­tales a las emi­siones de car­bono, un asun­to espe­cial­mente sen­si­ble para un sec­tor de la población tradi­cional­mente escép­ti­co con el cam­bio climáti­co), que como un vira­je de la provin­cia a los val­ores más clási­cos y orto­dox­os del Par­tido Con­ser­vador. No hay que olvi­dar que Ford cogió las rien­das del par­tido ape­nas el pasa­do mes de mar­zo, cuan­do los con­ser­vadores esta­ban descabeza­dos y en mitad de una grave cri­sis inter­na tras el escán­da­lo que provocó la reti­ra­da de su ante­ri­or líder, Patrick Brown.

Además de estos fac­tores estruc­turales, Ford ha cimen­ta­do su vic­to­ria en cin­co aspec­tos igual­mente impor­tantes: un men­saje sim­ple, pop­ulista y repeti­do una y otra vez («los impuestos nos están ahogan­do», «vamos a ayu­dar a las famil­ias que tra­ba­jan duro», «vamos a hac­er que el dinero se quede en vue­stros bol­sil­los» ); la ima­gen de un can­dida­to cer­cano a la gente y ale­ja­do de las ‘élites’ («uno de los nue­stros»);  guiños a los pequeños y medi­anos empre­sar­ios (con­gelación de la subi­da del salario mín­i­mo, reduc­ción de las tasas cor­po­ra­ti­vas, «Ontario vuelve a estar abier­to para los nego­cios»); con­ce­siones a los sec­tores más con­ser­vadores (elim­i­nación del temario esco­lar actu­al sobre edu­cación sex­u­al, vaguedad y ausen­cia de com­pro­misos con respec­to a la reg­u­lación del cannabis); y, sobre todo, un pro­gra­ma en el que no aca­ba de conc­re­tar de dónde va a sacar el dinero para finan­ciar sus prome­sas (además de bajar los impuestos, Ford ase­gu­ra que reducirá el pre­cio de la gasoli­na, el de la de la fac­tura de la elec­t­ri­ci­dad y has­ta el de la cerveza, y prom­ete elim­i­nar el déficit, a pesar de que se ha com­pro­meti­do a inver­tir miles de mil­lones de dólares en proyec­tos de trans­porte públi­co e infraestructuras).

Como señala a la CBC Myer Siemi­aty­c­ki, pro­fe­sor de cien­cias políti­cas en la Uni­ver­si­dad de Ryer­son, «Ford tenía un pro­duc­to muy sen­cil­lo, y lo ha esta­do ven­di­en­do más bara­to que nadie». Lo ha ven­di­do, además, aseso­ra­do por un efi­caz equipo de estrate­gas que, al man­ten­er bajo mín­i­mos las com­pare­cen­cias del líder con­ser­vador ante los medios, ha logra­do evi­tar muchas situa­ciones en las que el can­dida­to podría haber cometi­do errores o verse someti­do a pre­gun­tas incó­modas. Con las encues­tas de cara durante bue­na parte de la cam­paña, Ford entendió, además, que tam­poco era nece­sario cor­rer el ries­go de ser demasi­a­do pre­ciso acer­ca de sus prop­ues­tas y prome­sas, algo que prob­a­ble­mente habría dado muni­ción a los ataques de sus opo­nentes. Una vez que Wynne tiró la toal­la al recono­cer, a menos de una sem­ana de los comi­cios, que no tenía opciones, Ford solo tuvo que seguir apli­can­do su fór­mu­la unos días más.

Con este cóc­tel, Ford, a quien nadie augura­ba un futuro políti­co rel­e­vante hace tan solo unos meses, ha con­segui­do pasar pági­na, de momen­to, sobre los escán­da­los que pre­cedieron a su nom­i­nación como can­dida­to, sobre las acusa­ciones referi­das a su escasa preparación, sobre las dis­putas legales con su propia famil­ia que salieron a la luz en los últi­mos días de la cam­paña y, espe­cial­mente, sobre sus polémi­cos años en el Ayun­tamien­to de Toron­to, tan­to a la som­bra de su her­mano Rob durante el caóti­co gob­ier­no del fal­l­e­ci­do alcalde (a cuyo lega­do no dudó en rendir un emo­ciona­do trib­u­to en su dis­cur­so la noche elec­toral), como des­de su puesto como con­ce­jal, con sus pos­turas a favor de la pri­va­ti­zación de parte del ser­vi­cio de basur­as o de reducir el pre­supuesto de varias ofic­i­nas municipales.

En cualquier caso, y pese a tratarse de una vic­to­ria incues­tion­able, tam­poco se puede afir­mar que Ford haya arrasa­do por com­ple­to a sus rivales, como podría pen­sarse tras echar un vis­ta­zo rápi­do a la nue­va dis­tribu­ción de los escaños en Queen’s Park, o al mapa de los resul­ta­dos de los comi­cios en el área met­ro­pol­i­tana de Toron­to (el GTA), con ese gran mar azul en el que tan solo el corazón más urbani­ta de la ciu­dad emerge como una pequeña isla naran­ja y roja. Aparte del hundimien­to de los lib­erales, del escaño históri­co de los Verdes y de la evi­dente subi­da de los con­ser­vadores en el GTA y en muchos dis­tri­tos del mis­mo Toron­to, las elec­ciones han demostra­do tam­bién que una bue­na parte de Ontario con­fía en el NDP, y que sus opciones futuras de vic­to­ria son sól­i­das, espe­cial­mente si Ford no es capaz de cumplir sus promesas.

Los por­centa­jes del voto pop­u­lar (antes de aplicar la ley elec­toral que los tra­duce en escaños en el Par­la­men­to provin­cial) demues­tran que la ven­ta­ja de Ford, aún sien­do muy impor­tante, no ha sido tan abis­mal: los con­ser­vadores obtu­vieron el 40,63% de los votos; el NDP, el 33,69%; el Par­tido Lib­er­al, el 19,30%; y los Verdes, el 4,62%. Con estas cifras, alrede­dor del 56% de los votantes en Ontario siguen situán­dose en posi­ciones de izquier­da o cen­tro izquier­da, lo que, al mar­gen inclu­so de la evolu­ción de la economía, sin duda ten­drá con­se­cuen­cias en el caso de que el gob­ier­no de Ford opte por un manda­to de fuerte con­tenido con­ser­vador en el aspec­to más ide­ológi­co y cul­tur­al. Habrá que ver aho­ra si el Par­tido Lib­er­al es capaz de recon­stru­irse después de este duro golpe, y si la vet­er­ana Andrea Hor­wath, que nun­ca había esta­do tan cer­ca de la vic­to­ria, tiene áni­mo y energía para aguan­tar cua­tro años más, después de casi una déca­da al frente del Nue­vo Par­tido Democrático.