Elecciones legislativas en EE UU: por qué son cruciales, qué está en juego y cómo llegan republicanos y demócratas

Esta­dos Unidos cel­e­bra este martes día 8 elec­ciones leg­isla­ti­vas, unos comi­cios que decidirán la nue­va com­posi­ción de las dos cámaras del Con­gre­so (la Cámara de Rep­re­sen­tantes, o Cámara Baja; y el Sena­do, o Cámara Alta), y que deter­mi­narán por tan­to el mar­gen de man­io­bra que ten­drá Joe Biden durante el resto de su actu­al pres­i­den­cia. Las leg­isla­ti­vas se cel­e­bran cada dos años, por lo que tienen lugar a medio manda­to. Son con­sid­er­adas por ello, además, una opor­tu­nidad para que los votantes se pro­nun­cien, aunque sea indi­rec­ta­mente, sobre la labor presidencial.

En 36 esta­dos se cel­e­brarán además vota­ciones para ele­gir gob­er­nadores y sec­re­tar­ios estatales. Estos últi­mos son los encar­ga­dos de rat­i­ficar el recuen­to de votos en las elec­ciones pres­i­den­ciales, una labor cru­cial, a la vista de lo ocur­ri­do en los últi­mos comicios.

Biden lle­va sem­anas inten­tan­do con­vencer a los votantes de que estas serán unas elec­ciones deci­si­vas en temas clave como el abor­to, las armas o el mat­ri­mo­nio igual­i­tario, sobre los que ha prometi­do leg­is­lar a niv­el fed­er­al si logra con­seguir may­orías sufi­cientes en el Con­gre­so. «Estas son las elec­ciones de medio manda­to más impor­tantes de nues­tras vidas. Y eso no es una hipér­bole. Van a dar for­ma a cómo será este país durante la próx­i­ma déca­da o más. No es una bro­ma», dijo el pres­i­dente hace una sem­ana, al votar por ade­lan­ta­do en Delaware, su esta­do natal.

El pres­i­dente ha lle­ga­do a decir, varias veces, que «la democ­ra­cia está en peli­gro», durante una cam­paña que tan­to el actu­al man­datario como su ante­cesor, Don­ald Trump, han con­ver­tido en una especie de con­tin­uación de los comi­cios de 2020, y en un ade­lan­to de lo que puede pasar en los de 2024. 

Biden ha arremeti­do con­tra los can­didatos apoy­a­dos por Trump —a los que lla­ma «repub­li­canos MAGA», acrón­i­mo de «Make Amer­i­ca Great Again» (Hag­amos a Esta­dos Unidos grande de nue­vo), el eslo­gan de cam­paña y de la pres­i­den­cia de Trump— y ha definido los comi­cios como «una batal­la por el alma» de EE UU.

«Esta es una elec­ción entre dos visiones difer­entes de Esta­dos Unidos», dijo Biden este domin­go en Filadelfia, durante un mitin mul­ti­tu­di­nario en el que apare­ció jun­to al expres­i­dente Barack Oba­ma, y en el que el men­saje prin­ci­pal fue pedir a los ciu­dadanos que voten. Unos 36 mil­lones de per­sonas ya lo han hecho por ade­lan­ta­do, pero los demócratas nece­si­tan lograr una alta par­tic­i­pación para ganar las batal­las claves.

Trump, vivito y coleando

Por su parte, Trump, que sigue sien­do el líder de Par­tido Repub­li­cano, ha juga­do durante la cam­paña un papel cuya inten­si­dad no tiene prác­ti­ca­mente precedentes. 

Históri­ca­mente, los expres­i­dentes sue­len adop­tar un per­fil políti­co bajo tras dejar la Casa Blan­ca. Trump, sin embar­go, sigue sin recono­cer su der­ro­ta frente a Biden, ha con­tin­u­a­do pro­pa­gan­do sus men­ti­ras sobre fraude elec­toral, ha recau­da­do mil­lones de dólares para los can­didatos que le son fieles y, lo más impor­tante, ha ido dejan­do cada vez más claras sus inten­ciones, ade­lan­tan­do que «muy prob­a­ble­mente» volverá a ser can­dida­to en las pres­i­den­ciales de 2024.

Estas elec­ciones serán, además, las primeras que cel­e­bra el país des­de el asalto al Capi­to­lio del 6 de enero de 2021, cuan­do una tur­ba de seguidores de Trump irrumpió en el Con­gre­so para impedir que se rat­i­ficara la vic­to­ria de Biden. Es una heri­da que aún no ha acaba­do de cica­trizar, en un con­tex­to en el que se ha dis­para­do la polar­ización ideológica.

A medi­a­dos de octubre, el grupo de exper­tos Soufan Group alerta­ba en un informe sobre la posi­bil­i­dad de un nue­vo estal­li­do de vio­len­cia políti­ca durante estas elec­ciones leg­isla­ti­vas, debido a la situación de «hiper­par­tidis­mo» que, señal­a­ban, atraviesa el país, ali­men­ta­do en par­tic­u­lar por redes sociales de ultra­derecha. Este esta­do de crispación alcanzó su máx­i­ma expre­sión en el ataque sufri­do el 28 de ese mes por Paul Pelosi, el esposo de la pres­i­den­ta de la Cámara de Rep­re­sen­tantes, la demócra­ta Nan­cy Pelosi.

Soufan describió la situación actu­al como resul­ta­do de mul­ti­tud de temas de dis­cor­dia entre demócratas y repub­li­canos durante los dos primeros años de la admin­is­tración Biden, incluyen­do la históri­ca decisión del con­ser­vador Tri­bunal Supre­mo con­tra el abor­to, la lucha con­tra la pan­demia, la cri­sis económi­ca deriva­da de la guer­ra de Ucra­nia (en espe­cial la subi­da de la inflación), los pro­ce­sos judi­ciales con­tra los par­tic­i­pantes en el asalto al Capi­to­lio, o la inves­ti­gación abier­ta con­tra Trump.

En este con­tex­to se ha vuel­to espe­cial­mente com­pli­ca­do lle­gar a pactos que hagan posi­ble que una for­ma­ción apruebe nuevas leyes, a menos que ostente tan­to la pres­i­den­cia como el lid­er­az­go de las dos cámaras.

Así, si los repub­li­canos recu­per­an el poder leg­isla­ti­vo pueden obsta­c­ulizar los inten­tos de la Admin­is­tración demócra­ta de Biden de sacar ade­lante nuevas prop­ues­tas. Ya han avisa­do de que se plantean uti­lizar una poten­cial may­oría para impul­sar una avalan­cha de inves­ti­ga­ciones, entre ellas una sobre las razones del reg­istro de la man­sión de Trump en Flori­da, y no descar­tan inclu­so la pues­ta en mar­cha de un juicio políti­co (impeach­ment) con­tra el actu­al presidente.

Qué está en juego

La Cámara de Rep­re­sen­tantes se renue­va ínte­gra­mente cada dos años. Sus 435 escaños se reparten en fun­ción de la población de cada uno de los esta­dos (Cal­i­for­nia, el más pobla­do, cuen­ta con 52 con­gre­sis­tas; Wyoming, el de menos habi­tantes, con solo uno).

Actual­mente, los demócratas con­trolan este órgano leg­isla­ti­vo gra­cias a sus 220 escaños, ocho más que los repub­li­canos, lo que per­mite al par­tido de Biden apro­bar sin prob­le­mas cualquier proyec­to, o inclu­so impul­sar ini­cia­ti­vas como la inves­ti­gación por el asalto al Capi­to­lio.

El Sena­do, por su parte, se renue­va por ter­cios, con dos escaños por esta­do, inde­pen­di­en­te­mente de su población. Cada senador obtiene un manda­to de seis años y, en esta ocasión, están en juego 35 escaños proce­dentes de un total de 34 estados.

La Cámara Alta, que tiene entre sus com­pe­ten­cias avalar o tum­bar car­gos públi­cos o jue­ces nom­bra­dos por el pres­i­dente, está actual­mente divi­di­da, con 50 escaños para cada uno de los dos grandes par­tidos. Sin embar­go, téc­ni­ca­mente, está con­tro­la­da por los demócratas, ya que el voto de desem­pate recae en la Pres­i­den­cia del Sena­do, ejer­ci­da por la ‘número dos’ de Biden, la vicepres­i­den­ta del país, Kamala Harris.

Con­tro­lar al menos una de las cámaras es clave para cualquiera de los dos grandes par­tidos, ya que per­mite pro­mover una agen­da leg­isla­ti­va propia u obsta­c­ulizar la del con­trario. El pres­i­dente, no obstante, tiene mar­gen para pro­mul­gar o vetar las leyes que ema­nen del Congreso.

Qué puede ocurrir

Tradi­cional­mente el par­tido en la Casa Blan­ca se ve penal­iza­do en las elec­ciones de medio manda­to, y esta vez no parece ser una excep­ción: tras un ini­cio de cam­paña opti­mista para el ban­do demócra­ta, la bal­an­za en los son­deos se ha ido incli­nan­do cada vez más en favor de los repub­li­canos, espolea­d­os, más allá de las lla­madas ‘guer­ras cul­tur­ales’, por una cam­paña cen­tra­da en cul­par a las políti­cas demócratas de la inflación des­bo­ca­da que sufre el país.

La media pon­der­a­da de encues­tas elab­o­ra­da por la web FiveThir­tyEight otor­ga a los demócratas un 45% de posi­bil­i­dades de man­ten­er su ven­ta­ja en el Sena­do y solo un 16% de hac­er­lo en la Cámara de Representantes.

El esce­nario más prob­a­ble apun­ta, por tan­to, a una vic­to­ria repub­li­cana en la Cámara de Rep­re­sen­tantes. De ser así, Biden y sus seguidores perderían capaci­dad para pro­mover algu­nas de las medi­das que han prometi­do impul­sar, como una ley fed­er­al para el dere­cho al abor­to, sal­va­guardar el mat­ri­mo­nio entre per­sonas del mis­mo sexo, o intro­ducir nuevos con­troles a la ven­ta de armas de asalto.

El Par­tido Repub­li­cano, además, lograría rever­tir la ten­den­cia de las últi­mas elec­ciones en un con­tex­to clave, pre­vio a las pres­i­den­ciales de 2024, y con­taría con uno de sus miem­bros como ter­cera máx­i­ma autori­dad del país. El actu­al líder de la minoría en la Cámara de Rep­re­sen­tantes, Kevin McCarthy, es la opción más prob­a­ble para pre­sidir el órgano.

Mien­tras, en el Sena­do, los demócratas tienen, en prin­ci­pio, más opciones de con­ser­var el con­trol, aunque todo indi­ca que no habrá grandes dese­qui­lib­rios en favor de ningu­na de las dos partes. 

Si los repub­li­canos diesen la sor­pre­sa y con­tro­lasen tam­bién la Cámara Alta, se com­pli­caría la esta­bil­i­dad políti­ca de Biden, al que solo le quedaría recur­rir a la her­ramien­ta del veto y esper­ar una suerte mejor a dos años vista. Sin ningu­na de las dos cámaras bajo su con­trol, el pres­i­dente estaría abo­ca­do a cen­trarse en temas que no depen­dan tan­to del aval del Con­gre­so, como prop­ues­tas en políti­ca exte­ri­or, si quiere dejar algún lega­do de cal­a­do en sus últi­mos años o reforzar su cam­paña de cara a la poten­cial reelec­ción en las pres­i­den­ciales de 2024.

Los estados clave

Pen­sil­va­nia, Neva­da, Geor­gia, Ohio, Ari­zona, Michi­gan y Wis­con­sin ocu­parán la aten­ción en la noche electoral.

La car­rera será par­tic­u­lar­mente dura en Ari­zona, Geor­gia o Pen­sil­va­nia. En Geor­gia, Raphael Warnock y Her­schel Walk­er están empata­dos en inten­ción de voto al 48% para el Sena­do. Lo mis­mo ocurre en Ari­zona, donde el demócra­ta Mark Kel­ly saca ven­ta­jas de ape­nas entre uno y dos pun­tos al repub­li­cano Blake Masters. 

En Pen­sil­va­nia, todo apun­ta a que el «gigante» John Fet­ter­man, demócra­ta, obten­drá la vic­to­ria sobre el can­dida­to repub­li­cano, el ciru­jano y pre­sen­ta­dor de tele­visión Mehmet Oz, un can­dida­to emergi­do, como Walk­er, al calor del trump­is­mo. Pero no es descartable un vuelco.

Pen­sil­va­nia, que podría deter­mi­nar qué par­tido con­tro­la el Sena­do, tiene además un gran sig­nifi­ca­do sim­bóli­co: Oba­ma ganó este esta­do en los comi­cios de 2008 y 2012, Trump se lo arrebató a los demócratas en 2016, y Biden lo recu­peró en 2020.

Aborto, armas, marihuana…

Al mar­gen de las elec­ciones leg­isla­ti­vas, en 36 esta­dos se cel­e­brarán vota­ciones para ele­gir gob­er­nador y mul­ti­tud de car­gos estatales y locales, entre ellos las men­cionadas Sec­re­tarías de Estado.

Los son­deos pronos­ti­can suertes diver­sas para los par­tidos: los demócratas pueden recu­per­ar Masachusets y Mary­land y los repub­li­canos Neva­da, Wis­con­sin e inclu­so Oregón, donde la irrup­ción de un ter­cer can­dida­to ha mar­ca­do la carrera.

Tam­bién habrá elec­ciones locales en dece­nas de ciu­dades, mien­tras que se some­terán a votación más de un cen­te­nar de medi­das de ámbito estatal.

En var­ios esta­dos se votarán prop­ues­tas que pueden restringir el dere­cho al abor­to tras el históri­co fal­lo del Tri­bunal Supre­mo en su con­tra (Cal­i­for­nia, Míchi­gan y Ver­mont bus­can blindar su acce­so, mien­tras que Ken­tucky y Mon­tana quieren lim­i­tar­lo más aún), y la lista total incluye ini­cia­ti­vas sobre las armas, el juego, la mar­i­hua­na (cin­co esta­dos plantean su uso con fines recre­ativos), o la pro­hibi­ción de la lla­ma­da «servidum­bre impues­ta» como cas­ti­go, un pun­to que afec­ta a las per­sonas encar­ce­ladas y al tra­ba­jo que en oca­siones efec­túan en prisión sin remu­neración a cambio.


Con infor­ma­ción de Efe y Europa Press

Los nombres del gabinete de Biden: estos son los elegidos para dar un giro de 180 grados a Estados Unidos

Aunque aún deben ser con­fir­ma­dos por el Sena­do, el pres­i­dente elec­to de Esta­dos Unidos, Joe Biden, tiene ya prác­ti­ca­mente deci­di­dos a todos los miem­bros del equipo con el que arran­cará su leg­is­latu­ra, cua­tro años en los que el demócra­ta pre­tende dar un giro total al mal­tre­cho país que le deja en heren­cia Don­ald Trump.

Y esa inten­ción de cam­bio es, pre­cisa­mente, lo primero que desta­ca en el nue­vo Gob­ier­no. Trump llegó a las elec­ciones con un gabi­nete com­puesto por 20 hom­bres y cua­tro mujeres, un úni­co afroamer­i­cano (a la cabeza del Depar­ta­men­to de Urban­is­mo) y solo una lati­na (encar­ga­da de pequeñas y medi­anas empresas). 

Por con­tra, y aparte del hecho históri­co de que Kamala Har­ris vaya a con­ver­tirse en la primera mujer en ocu­par la vicepres­i­den­cia de EE UU, el gabi­nete de Biden será el más diver­so de la his­to­ria del país y el primero con pari­dad de género. «Como prometí, este es un gabi­nete que rep­re­sen­ta cómo es Esta­dos Unidos, y que aprovecha todo el aban­i­co del poten­cial que ten­emos en nues­tra nación», dijo el pres­i­dente electo.

Doce de los 24 nom­i­na­dos por Biden para su gabi­nete son mujeres (incluyen­do dos can­di­datas para lid­er­ar Inteligen­cia Nacional y el Depar­ta­men­to del Tesoro, algo sin prece­dentes), menos de la mitad de todos los des­ig­na­dos son de raza blan­ca (cua­tro son lati­nos, uno de ellos al frente de inmi­gración), y habrá, si son con­fir­ma­dos, afroamer­i­canos al frente de puestos tan impor­tantes como el Depar­ta­men­to de Defen­sa o la rep­re­sentación ante la ONU.

Tranquilidad para el ‘establishment’

La diver­si­dad —pre­sente no solo en los puestos de direc­ción, sino tam­bién en la com­posi­ción de los depar­ta­men­tos en sí—, no es, en cualquier caso, el úni­co denom­i­nador común del nue­vo gabi­nete: la may­oría de los nom­bra­dos tienen una larga expe­ri­en­cia en car­gos públi­cos de respon­s­abil­i­dad (a difer­en­cia de muchos de los elegi­dos por Trump: mil­lonar­ios, ideól­o­gos o fieles al mag­nate que ocu­pa­ban puestos de gob­ier­no por primera vez), y casi todos tra­ba­jaron ante­ri­or­mente en la Admin­is­tración de Barack Oba­ma.

Se tra­ta, además, de per­files ampli­a­mente recono­ci­dos en sus respec­tivos cam­pos, y tam­bién afines, en prin­ci­pio, al ala más mod­er­a­da del Par­tido Demócra­ta

De momen­to no habrá en el nue­vo Gob­ier­no esta­dounidense ningún Sanders (Biden rev­eló que estu­vo a pun­to de incluir al senador por Ver­mont en su equipo, pero no quiso pon­er en ries­go el con­trol demócra­ta del Sena­do) ni ningu­na Oca­sio-Cortez. Nadie a quienes los repub­li­canos puedan acusar de ‘social­is­tas’, o que puedan des­per­tar rece­los en los demócratas más conservadores.

Porque aunque el Sena­do ten­ga aho­ra may­oría demócra­ta, y el ries­go de que los can­didatos de Biden sean rec­haz­a­dos en la Cámara Alta sea menor, la lucha inter­na en el Par­tido Demócra­ta entre ‘mod­er­a­dos’ y ‘rad­i­cales’ no solo sigue existien­do, sino que es prob­a­ble que mar­que muchos momen­tos clave de la nue­va legislatura.

Estos son, uno a uno, los nuevos hom­bres y mujeres más impor­tantes del presidente:

Relaciones internacionales y seguridad nacional

Sec­re­tario de Esta­do: Antony Blinken

Cen­trista y mod­er­a­do como el pro­pio Biden, Antony Blinken (58 años) se encar­gará de las rela­ciones inter­na­cionales al frente del Depar­ta­men­to de Esta­do (equiv­a­lente a un Min­is­te­rio de Exte­ri­ores), uno de los puestos con más peso en el Gobierno. 

Antony Blinken, cono­ci­do como Tony, ya fue número dos del Depar­ta­men­to durante los dos últi­mos años de la pres­i­den­cia de Barack Oba­ma. Habla francés de man­era flu­i­da y es un firme defen­sor del mul­ti­lat­er­al­is­mo, por lo que tratará de reforzar las des­gas­tadas rela­ciones con los país­es ali­a­dos, cas­ti­gadas por la Admin­is­tración de Trump durante los últi­mos cua­tro años. 

El que con toda prob­a­bil­i­dad será nue­vo sec­re­tario de Esta­do cree en la acogi­da de refu­gia­dos en EE UU, y en Europa como socio prin­ci­pal. Con respec­to al con­flic­to palesti­no-israelí no parece razon­able esper­ar un gran cam­bio en la políti­ca esta­dounidense: Blinken defiende que la solu­ción de dos Esta­dos es «la úni­ca man­era de defend­er el futuro de Israel como un Esta­do democráti­co y judío».

Ten­drá en sus manos, por ejem­p­lo, la gestión de los planes de Biden de volver a inte­grar a EE UU en el Acuer­do de París con­tra el cam­bio climático.

Sec­re­tario de Defen­sa: Lloyd Austin

La nom­i­nación del gen­er­al reti­ra­do Lloyd Austin para sec­re­tario de Defen­sa (y jefe del Pen­tá­gono) es tan históri­ca —sería el primer afroamer­i­cano en ocu­par el car­go— como polémi­ca

La con­tro­ver­sia rad­i­ca en una ley crea­da en 1947 y mod­i­fi­ca­da en 2008, según la cual tienen que pasar al menos siete años para que los mil­itares reti­ra­dos puedan ocu­par el car­go de sec­re­tario de Defen­sa. Puesto que Austin solo lle­va cua­tro años como civ­il, para incor­po­rarse al gabi­nete de Biden, nece­si­tará no solo el vis­to bueno del Sena­do, sino la aprobación de una excep­ción por parte de ambas cámaras del Con­gre­so que le per­mi­ta sortear la ley.

Biden afir­mó al pro­pon­er­lo que «no pediría esta excep­ción si no crey­era que este momen­to en la his­to­ria lo exige».

Austin, de 67 años, fue jefe del Coman­do Cen­tral encar­ga­do de las opera­ciones en Irak, Afgan­istán, Yemen y Siria, la may­oría de los país­es en los que EE UU está en guer­ra. Como gen­er­al del Ejérci­to de Tier­ra, ocupó ese car­go entre 2013 y 2016, cuan­do se retiró tras casi 40 años de servicio.

Sec­re­tario de Seguri­dad Nacional: Ale­jan­dro Mayorkas

El equipo de Seguri­dad Nacional de Biden estará encabeza­do por un lati­no, el cubano-esta­dounidense Ale­jan­dro May­orkas, quien ya ocupó un car­go en ese grupo durante el Gob­ier­no de Oba­ma. May­orkas, sub­sec­re­tario del Depar­ta­men­to de Seguri­dad Nacional (DHS) entre 2013 y 2016, encabezará una agen­cia que tiene a su car­go asun­tos claves como la seguri­dad fron­ter­i­za y la inmigración.

Naci­do en La Habana en 1959, May­orkas ha sido además direc­tor de Ser­vi­cios de Ciu­dadanía e Inmi­gración de EE UU, una de las depen­den­cias que mane­ja el DHS. Durante su gestión, lid­eró el desar­rol­lo y la imple­mentación del pro­gra­ma de Acción Diferi­da para los Lle­ga­dos en la Infan­cia (DACA, en inglés), el plan que la Admin­is­tración de Oba­ma dis­eñó para pro­te­ger de la deportación a los miles de jóvenes traí­dos por sus padres indoc­u­men­ta­dos a EE UU cuan­do eran niños (los cono­ci­dos como dream­ers, soñadores).

Su nom­bramien­to ha sido inter­pre­ta­do com un guiño de Biden a la inmi­gración tras cua­tro años de mano dura de Trump.

Direc­to­ra de Inteligen­cia Nacional: Avril Haines

De ser con­fir­ma­da por el Sena­do, Avril Haines, de 51 años, se con­ver­tirá en la primera mujer en diri­gir el Depar­ta­men­to de Inteligen­cia Nacional de Esta­dos Unidos.

Haines sirvió en la Admin­is­tración de Oba­ma como abo­ga­da de Seguri­dad Nacional y fue sub­di­rec­to­ra de la CIA entre 2013 y 2017. De hecho, fue tam­bién la primera mujer en ocu­par ese segun­do car­go, y durante el tiem­po que estu­vo en el puesto decidió no aplicar medi­das dis­ci­pli­nar­ias con­tra el per­son­al de la agen­cia al que un comité del Sena­do acusó de haber entra­do de man­era improce­dente en sus ordenadores.

Emba­jado­ra ante las Naciones Unidas: Lin­da Thomas-Greenfield

La vet­er­ana diplomáti­ca Lin­da Thomas-Green­field, de 68 años y naci­da en Bak­er (Luisiana), será el ros­tro de Wash­ing­ton ante las Naciones Unidas, en lo que se pre­vé como el regre­so de EE UU al multilateralismo.

Thomas-Green­field fue la sec­re­taria de Esta­do Asis­tente para Asun­tos Africanos entre 2013 y 2017. Des­de ese puesto se encar­gó de coor­di­nar las políti­cas de la Admin­is­tración de Oba­ma para África.

Durante sus más de 35 años de expe­ri­en­cia en el ser­vi­cio exte­ri­or de EE UU, ha sido emba­jado­ra en Liberia entre 2008 y 2012, y ha desem­peña­do diver­sos car­gos en las lega­ciones de Kenia, Pak­istán o Suiza.

Aban­donó la car­rera diplomáti­ca en 2017 en medio de la con­tro­ver­ti­da ren­o­vación lle­va­da a cabo por Trump en el Depar­ta­men­to de Estado.

Política económica

Sec­re­taria del Tesoro: Janet Yellen

Si, como se espera, el Sena­do la rat­i­fi­ca como sec­re­taria del Tesoro, Janet Yellen, antigua respon­s­able de la Reser­va Fed­er­al (Fed), será la primera mujer en ocu­par esta esen­cial cartera (equiv­a­lente a un Min­is­te­rio de Finan­zas, o de Economía), un hito que ya mar­có al ser la primera pres­i­den­ta del ban­co cen­tral esta­dounidense, entre 2014 y 2018.

Yellen será la encar­ga­da de lid­er­ar el tra­ba­jo del Gob­ier­no en la recu­peración económi­ca de la cri­sis provo­ca­da por la pan­demia. En la Fed, destacó por prestar más aten­ción de lo habit­u­al en sus pre­de­ce­sores al manda­to de pro­mover un mer­ca­do lab­o­ral fuerte, además de al man­ten­imien­to de la inflación, lo que le costó algu­nas críti­cas de repub­li­canos que con­sid­er­a­ban que se esta­ba extralimitando.

A sus 74 años, Yellen es una figu­ra muy respeta­da en Wash­ing­ton. Es doc­to­ra en Economía por la Uni­ver­si­dad de Yale y ha sido pro­fe­so­ra en cen­tros tan pres­ti­giosos como Har­vard, la Lon­don School of Eco­nom­ics, o Berkeley.

Direc­to­ra del Con­se­jo de Asesores Económi­cos: Cecil­ia Rouse

Cecil­ia Rouse es econ­o­mista lab­o­ral y decana de la Escuela de Asun­tos Públi­cos e Inter­na­cionales de la Uni­ver­si­dad de Prince­ton. Fue miem­bro del Con­se­jo de Asesores Económi­cos (CEA) durante la Admin­is­tración de Oba­ma, y del Con­se­jo Económi­co Nacional durante la Admin­is­tración de Clin­ton. Si es con­fir­ma­da, Rouse será la pimera per­sona afroamer­i­cana en pre­sidir la CEA.

Rep­re­sen­tante de Com­er­cio Exte­ri­or: Kather­ine Tai

La letra­da Kather­ine Tai ya tra­ba­jó para la Ofic­i­na del Rep­re­sen­tante de Com­er­cio Exte­ri­or durante la pres­i­den­cia de Oba­ma, como la prin­ci­pal abo­ga­da encar­ga­da de asun­tos con Chi­na. Des­de la lle­ga­da de Trump a la Casa Blan­ca, Tai era la aseso­ra com­er­cial jefe de los demócratas en el Comité de Medios y Arbi­trios de la Cámara Baja.

Fue la segun­da mujer de ori­gen asiáti­co nom­i­na­da por Biden para ocu­par un puesto de ran­go min­is­te­r­i­al en su gabi­nete, después de que el pres­i­dente elec­to pro­pusiera a Neera Tanden como direc­to­ra de la Ofic­i­na de Admin­is­tración y Presupuesto.

Sec­re­taria de Com­er­cio: Gina Raimondo

La elegi­da para lid­er­ar el Depar­ta­men­to de Com­er­cio es la actu­al gob­er­nado­ra del esta­do de Rhode Island, y fue una de las can­di­datas que Biden llegó a con­sid­er­ar como vicepres­i­den­ta, antes de decidirse por Kamala Harris. 

Al prin­ci­pio de su car­rera, Gina Rai­mon­do fundó una empre­sa de cap­i­tal de ries­go y fue la tesor­era gen­er­al de Rhode Island. Como gob­er­nado­ra se ha cen­tra­do en for­ma­ción lab­o­ral, prés­ta­mos para pequeñas empre­sas y energías limpias.

Jefa de la Admin­is­tración de Pequeñas Empre­sas: Isabel Guzmán

Primera mujer lati­na elegi­da para el gabi­nete, Isabel Guzmán cre­ció en Cal­i­for­nia, tra­ba­jan­do jun­to a su padre en pequeños nego­cios vet­eri­nar­ios. Es, des­de abril de 2019, la direc­to­ra de la Ofic­i­na de Pro­mo­ción de Pequeñas Empre­sas en ese esta­do, una posi­ción para la cual fue des­ig­na­da por el gob­er­nador Gavin Newsom. 

Guzmán es tam­bién fun­dado­ra de un nego­cio lla­ma­do Gov­Con­tract­Pros, que ayu­da a las empre­sas pequeñas en los trámites de con­tratos con el Gob­ier­no fed­er­al. Durante el Gob­ier­no de Oba­ma ocupó un puesto ejec­u­ti­vo en el mis­mo depar­ta­men­to del que aho­ra se hará cargo.

Otros miembros del gabinete

Fis­cal Gen­er­al: Mer­rick Garland

En 2016, Oba­ma designó a Mer­rick Gar­land para el Tri­bunal Supre­mo, pero la may­oría repub­li­cana en el Sena­do blo­queó durante meses su con­fir­ma­ción para poder colo­car a un mag­istra­do más con­ser­vador después de las elec­ciones de ese año. La man­io­bra rompió el sueño del metic­u­loso juez fed­er­al, que lle­va más de dos décadas en la Corte de Apela­ciones del Dis­tri­to de Colum­bia. Aho­ra, Joe Biden ha deci­di­do dar­le una segun­da opor­tu­nidad, nom­inán­do­lo como Fis­cal Gen­er­al (equiv­a­lente a un min­istro de Jus­ti­cia) de EE UU.

Gar­land, de 68 años, se estrenó hace décadas en el Depar­ta­men­to de Jus­ti­cia como asis­tente del que entonces era fis­cal gen­er­al, Ben Civilet­ti. Ha ase­gu­ra­do que sus pri­or­i­dades, si le con­fir­ma el Sena­do, serán «ase­gu­rar la igual­dad racial en el sis­tema de jus­ti­cia» y com­bat­ir «la ame­naza cam­biante del extrem­is­mo violento».

Sec­re­tario de Salud: Xavier Becerra

Actu­al fis­cal gen­er­al de Cal­i­for­nia, Xavier Becer­ra, de ori­gen mex­i­cano, tiene más de 20 años de expe­ri­en­cia leg­isla­ti­va. Llegó a ser el his­pano con may­or ran­go en el Con­gre­so, ayudó a impul­sar la aprobación de la ley cono­ci­da como Oba­macare, y lid­eró en noviem­bre su defen­sa ante el Tri­bunal Supremo.

Si es con­fir­ma­do por el Sena­do, Becer­ra será el primer lati­no en diri­gir el Depar­ta­men­to de Salud y Ser­vi­cios Humanos.

Sec­re­taria de Vivien­da y Desar­rol­lo Urbano: Mar­cia Fudge

Mar­cia Fudge, de 68 años, es con­gre­sista por Ohio en la Cámara Baja des­de 2009 y ante­ri­or­mente fue alcalde­sa de la ciu­dad de War­rensville Heights, tam­bién en ese estado.

Si es con­fir­ma­da por el Sena­do, la leg­is­lado­ra demócra­ta será la segun­da per­sona afroamer­i­cana con ran­go min­is­te­r­i­al en el gabi­nete de Biden, jun­to al gen­er­al reti­ra­do Lloyd Austin en Defensa.

Sec­re­tario de Agri­cul­tura: Tom Vilsack

Tom Vil­sack, de 69 años, fue sec­re­tario de Agri­cul­tura durante los ocho años de la pres­i­den­cia de Oba­ma. Antes de lle­gar al Gob­ier­no fed­er­al, Vil­sack fue gob­er­nador de Iowa, senador estatal y alcalde.

Sec­re­tario de Asun­tos de los Vet­er­a­nos: Denis McDonough

Denis McDo­nough es tam­bién un viejo cono­ci­do de Joe Biden. Tra­ba­jó en la Admin­is­tración de Oba­ma como jefe de Gabi­nete, viceas­esor de Seguri­dad Nacional y jefe de Gabi­nete del Con­se­jo de Seguri­dad Nacional.

Sec­re­tario de Tra­ba­jo: Mar­ty Walsh

Mar­ty Walsh, actu­al alcalde de Boston, fue miem­bro de la Cámara de Rep­re­sen­tantes de Mass­a­chus­sets y, ante­ri­or­mente, pres­i­dente sindi­cal. Durante sus dos leg­is­lat­uras al frente de la alcaldía de Boston se ha cen­tra­do en cues­tiones como el aumen­to del salario mín­i­mo. Cuen­ta con el respal­do de los grandes sindi­catos del país. 

Biden desveló que se planteó nom­i­nar como sec­re­tario de Tra­ba­jo a Bernie Sanders, su prin­ci­pal rival en las pri­marias demócratas y una de las fig­uras pro­gre­sis­tas más influyentes de EE UU. Sin embar­go, tras con­statar el ajus­ta­do resul­ta­do de las elec­ciones al Sena­do en Geor­gia, decidió que no podía arries­garse a dejar vacante el escaño por Ver­mont que ocu­pa Sanders, y que los repub­li­canos pudier­an con­quis­tar­lo y quitar­les las rien­das de la Cámara Alta.

Sec­re­tario de Trans­porte: Pete Buttigieg

Pete Buttigieg, exri­val de Biden en las pri­marias demócratas y uno de los ros­tros emer­gentes del Par­tido Demócra­ta, podría con­ver­tirse en el primer miem­bro de la comu­nidad LGTBI en ser con­fir­ma­do por el Sena­do de EE UU para un puesto de sec­re­tario en el Gobierno.

Cat­a­pul­ta­do a la fama por las pri­marias, el exal­calde de South Bend (Indi­ana), pasó de ser un descono­ci­do para la may­or parte de los esta­dounidens­es a ser el favorito en la ban­ca­da mod­er­a­da del par­tido, después de ganar por un estre­cho mar­gen los cau­cus de Iowa.

Buttigieg, de 38 años y abier­tamiente gay, se per­filó como un mile­nial mod­éli­co que mez­cla­ba su men­saje de esper­an­za con val­ores pro­fun­da­mente cris­tianos y la con­stante reivin­di­cación de su condi­ción como vet­er­a­no del Ejérci­to, ya que com­bat­ió en Afganistán.

Sec­re­taria de Energía: Jen­nifer Granholm

Gob­er­nado­ra de Michi­gan entre 2003 y 2011, Jen­nifer Granholm es una defen­so­ra del vehícu­lo eléc­tri­co y del desar­rol­lo de tec­nologías energéti­cas alter­na­ti­vas, por lo que su nom­bramien­to se inter­pre­ta como un espal­dara­zo de Biden al com­bate a la cri­sis climática.

El Depar­ta­men­to de Energía está encar­ga­do del man­ten­imien­to del pro­gra­ma de armas nuclear­es, algo en lo que Granholm no tiene expe­ri­en­cia y que con­sume aprox­i­mada­mente el 75% de su pre­supuesto, unos 27.000 mil­lones de dólares.

Sec­re­taria de Inte­ri­or: Deb Haaland

La leg­is­lado­ra Deb Haa­land será, si es con­fir­ma­da por el Sena­do, la primera nati­va amer­i­cana al frente del Depar­ta­men­to de Inte­ri­or. Su elec­ción supone un pun­to de inflex­ión en los 171 años de his­to­ria del depar­ta­men­to encar­ga­do de admin­is­trar los recur­sos nat­u­rales del país, inclu­i­dos los ter­ri­to­rios trib­ales, y que ha tenido una relación com­pli­ca­da con las 574 tribus recono­ci­das a niv­el fed­er­al en EE UU.

Haa­land prometió que con­ver­tirá el depar­ta­men­to en una insti­tu­ción que mit­igue la cri­sis climáti­ca, tras años en los que ha sido el prin­ci­pal pro­mo­tor de los com­bustibles fósiles.

Sec­re­tario de Edu­cación: Miguel Cardona

El lati­no Miguel Car­dona es un antiguo pro­fe­sor de escuela públi­ca y el actu­al encar­ga­do de super­vis­ar todos los cen­tros educa­tivos en el esta­do de Con­necti­cut. Con la prop­ues­ta de Car­dona, Biden cumple con su prome­sa de ele­gir a un pro­fe­sor como sec­re­tario del Depar­ta­men­to de Educación. 

Naci­do en Con­necti­cut de padres puer­tor­riqueños, Car­dona ejerce des­de 2019 como sec­re­tario de Edu­cación de ese esta­do, un puesto des­de el que ha tenido que super­vis­ar la enseñan­za a dis­tan­cia de miles de estu­di­antes debido a la pan­demia. Cuan­do los cen­tros de enseñan­za cer­raron sus puer­tas, Car­dona se apresuró a entre­gar 100.000 orde­nadores portátiles a los estu­di­antes de su esta­do para ase­gu­rarse de que podían seguir las clases.

Otros puestos clave

Direc­tor de la CIA: William Burns

Will­liam J. Burns es un vet­er­a­no diplomáti­co que acu­mu­la tres décadas de expe­ri­en­cia en el ser­vi­cio exte­ri­or (des­de 1982) y que, entre otros car­gos, ha sido emba­jador en Rusia (2005–08) y adjun­to al sec­re­tario de Esta­do (2011–14).

Biden ha ase­gu­ra­do que Burns com­parte con él la con­vic­ción de que los ser­vi­cios de inteligen­cia deben ser «apolíti­cos» y que sus servi­dores han de ser vis­tos con «grat­i­tud y respeto», al tiem­po que señala que los esta­dounidens­es «dormirán más tran­qui­los» con él al frente de la CIA.

Será el primer jefe del ser­vi­cio de inteligen­cia, espi­ona­je y con­traes­pi­ona­je que pro­cede del Depar­ta­men­to de Esta­do, con lo que su per­fil se adap­ta más al de un diplomáti­co que al del más típi­co «hal­cón» nom­bra­do tradi­cional­mente al frente de la CIA.

Burns suma a su largo cur­rícu­lum su expe­ri­en­cia en el pro­ce­so de paz en Ori­ente Medio y en el acuer­do nuclear con Irán durante la Admin­is­tración de Obama.

Admin­istrado­ra de la Agen­cia para el Desar­rol­lo Inter­na­cional: Saman­tha Power

Saman­tha Pow­er tra­ba­jó para la Admin­is­tración de Oba­ma como emba­jado­ra de EE UU ante las Naciones Unidas y, ante­ri­or­mente, for­mó parte del per­son­al del Con­se­jo de Seguri­dad Nacional como aseso­ra espe­cial del pres­i­dente y direc­to­ra sénior de Asun­tos Mul­ti­lat­erales y Dere­chos Humanos.

De ori­gen irlandés y licen­ci­a­da en Artes por la Uni­ver­si­dad de Yale, Pow­er comen­zó su car­rera como cor­re­spon­sal de guer­ra en Bosnia y, antes de su ser­vi­cio en el Gob­ier­no, fue direc­to­ra ejec­u­ti­va fun­dado­ra del Cen­tro Carr para Políti­cas de Dere­chos Humanos en la Escuela de Gob­ier­no John F. Kennedy de la Uni­ver­si­dad de Harvard.

Direc­to­ra de los Cen­tros para el Con­trol y Pre­ven­ción de Enfer­medades: Rochelle Walensky

La doc­to­ra Rochelle Walen­sky, exper­ta en enfer­medades infec­ciosas de la Escuela de Med­i­c­i­na de Har­vard, y que ejerce actual­mente en el Hos­pi­tal Gen­er­al de Mass­a­chu­setts, en Boston, es la elegi­da como próx­i­ma direc­to­ra de los Cen­tros para el Con­trol y Pre­ven­ción de Enfer­medades (CDC).

Walen­sky será uno de los prin­ci­pales nom­bres en la lucha con­tra la pan­demia, jun­to al prop­uesto como sec­re­tario de Salud, Xavier Becer­ra; el epi­demiól­o­go prin­ci­pal del país, Antho­ny Fau­ci (como asesor médi­co jefe de Biden); Jef­frey Zients, un exfun­cionario de la Admin­is­tración de Oba­ma y que diri­girá la respues­ta a la COVID-19 des­de la Casa Blan­ca; y el doc­tor Vivek Murthy, nom­i­na­do a ciru­jano gen­er­al de EE UU, car­go que ya ocupó en los últi­mos años de Obama.

Direc­tor de la Agen­cia de Pro­tec­ción Medioam­bi­en­tal: Michael Regan

Michael Regan es actual­mente es el máx­i­mo respon­s­able de cal­i­dad ambi­en­tal en Car­oli­na del Norte y pre­vi­a­mente tra­ba­jó en la Agen­cia de Pro­tec­ción Medioam­bi­en­tal durante las admin­is­tra­ciones de Bill Clin­ton (1993–2001) y de George W. Bush (2001–2009).

«Vamos a actu­ar con urgen­cia con­tra el cam­bio climáti­co, pro­te­gien­do el agua e imple­men­tan­do un mar­co de jus­ti­cia medioam­bi­en­tal», ha prometi­do Regan, quien, no obstante, tam­bién ha ten­di­do una mano a la indus­tria de los com­bustibles fósiles para encon­trar «pun­tos en común» y tra­ba­jar por un futuro mejor.

De ser con­fir­ma­do por la Cámara Alta, será el primer afroamer­i­cano en lid­er­ar el organismo.

Casa Blanca, consejeros y enviados especiales

Jefe de Gabi­nete: Ron Klain

Abo­ga­do y asesor de Biden durante años (incluyen­do la eta­pa del Gob­ier­no de Oba­ma, la eta­pa en el Sena­do y la cam­paña elec­toral), Ron Klain será el Jefe de Gabi­nete del nue­vo pres­i­dente, un puesto de gran influ­en­cia cuyo respon­s­able es el encar­ga­do de diri­gir la Casa Blan­ca en nom­bre del mandatario.

Klain, que fue el respon­s­able de la respues­ta de la Casa Blan­ca a la cri­sis del ébo­la en 2014, ha sido muy críti­co con la gestión de la pan­demia del coro­n­avirus por parte del Gob­ier­no de Trump,

Con­se­jero de Seguri­dad Nacional: Jake Sullivan

Jake Sul­li­van, de 43 años, se per­fi­la como uno de los asesores de Seguri­dad Nacional más jóvenes que ha tenido la Casa Blan­ca en décadas (el segun­do más joven después de McGe­orge Bundy, que ocupó el car­go con 41 años bajo el manda­to de Kennedy). 

Con una amplia trayec­to­ria en exte­ri­ores, fue tam­bién asesor de seguri­dad nacional de Biden durante su segun­do manda­to como vicepres­i­dente de Oba­ma, y sub­jefe de Gabi­nete de la exsec­re­taria de Esta­do Hillary Clin­ton, quien le definió como «un tal­en­to que se encuen­tra una vez en cada generación».

Sul­li­van tuvo un papel deter­mi­nante en las nego­cia­ciones que con­du­jeron al acuer­do nuclear con Irán en 2015.

Envi­a­do Pres­i­den­cial Espe­cial para el Cli­ma: John Kerry

Biden ha escogi­do a un peso pesa­do de la políti­ca esta­dounidense, John Ker­ry, para el nue­vo car­go de Envi­a­do Espe­cial para el Cli­ma (el lla­ma­do zar del cli­ma), con el que el pres­i­dente elec­to quiere recal­car la urgen­cia de la lucha con­tra el calen­tamien­to glob­al por parte de su Administración.

De 76 años y naci­do en Auro­ra (Col­orado), Ker­ry es exse­nador, ex sec­re­tario de Esta­do (entre 2013 y 2017, con Oba­ma) y exas­pi­rante demócra­ta a la Pres­i­den­cia en 2004. En 2015, fue pre­cisa­mente él quien rat­i­ficó la entra­da de EE UU en el Acuer­do del Cli­ma de París.

Su nom­bramien­to no requiere la con­fir­ma­ción del Senado.

Direc­tor del Con­se­jo Económi­co Nacional: Bri­an Deese

Como su prin­ci­pal asesor económi­co, Biden ha elegi­do a Bri­an Deese, quien jugó un impor­tante papel en la nego­ciación del Acuer­do de París bajo el Gob­ier­no de Oba­ma. Es otro de los nom­bramien­tos que pone de man­i­fiesto la inten­ción de Biden de usar su políti­ca económi­ca para luchar con­tra el cam­bio climáti­co. Al igual que en el caso de Ker­ry, este puesto tam­poco nece­si­ta ser rat­i­fi­ca­do por el Senado.

Deese, de 42 años, lle­va casi dos décadas tra­ba­jan­do para políti­cos demócratas: primero asesoró al pro­pio Ker­ry durante su cam­paña pres­i­den­cial de 2004 con­tra el entonces pres­i­dente George W. Bush (2001–2009) y, más tarde, tra­ba­jó para Hillary Clin­ton y para el después man­datario Barack Oba­ma en los comi­cios de 2008.

Sec­re­taria de Pren­sa: Jen Psaki

Jen Psa­ki es miem­bro del equipo de tran­si­ción pres­i­den­cial de Biden. Ante­ri­or­mente tra­ba­jó en la Admin­is­tración de Oba­ma como direc­to­ra de comu­ni­ca­ciones y por­tavoz del Depar­ta­men­to de Estado. 

Psa­ki tam­bién tra­ba­jó en las dos cam­pañas pres­i­den­ciales de Oba­ma y en la cam­paña pres­i­den­cial de 2004 de John Kerry.

Direc­to­ra de la Ofic­i­na de Asun­tos Inter­gu­ber­na­men­tales: Julie Chávez Rodríguez

La lati­na Julie Chávez Rodríguez, que tra­ba­jó tam­bién en el equipo de la cam­paña elec­toral de Biden, pasará a ocu­par el puesto de direc­to­ra de la Ofic­i­na de Asun­tos Inter­gu­ber­na­men­tales de la Casa Blanca. 

Chávez Rodríguez es nati­va de Cal­i­for­nia con ascen­den­cia mex­i­cana y nieta del líder de dere­chos civiles César Chávez. Estu­vo tra­ba­jan­do en la cam­paña pres­i­den­cial de Kamala Har­ris como direc­to­ra políti­co-nacional y jefa de per­son­al itinerante.

Durante la Admin­is­tración de Oba­ma, fue asis­tente espe­cial del pres­i­dente y sub­di­rec­to­ra prin­ci­pal de la Ofic­i­na de Par­tic­i­pación Públi­ca. Tam­bién ha tra­ba­ja­do en el Depar­ta­men­to de Interior.

Asesor Prin­ci­pal de la Primera Dama: Antho­ny Bernal

El elegi­do para el puesto de Asesor Prin­ci­pal de la Primera Dama (la esposa del pres­i­dente, Jill Biden) Bernal fue jefe de per­son­al y sub­di­rec­tor durante la cam­paña y ha tra­ba­ja­do para la famil­ia Biden durante más de una década. 

Naci­do en Ari­zona y grad­u­a­do de la Uni­ver­si­dad de Texas en El Paso, Bernal tra­ba­jó con el pres­i­dente Bill Clin­ton y el vicepres­i­dente Al Gore y tam­bién ha ocu­pa­do var­ios puestos en el sec­tor pri­va­do, inclu­so en rela­ciones inter­na­cionales en Coca-Cola.

Jefa de Gabi­nete de la Primera Dama: Julis­sa Reynoso Pantaleon

Reynoso Pan­ta­le­on es socia de un bufete de abo­ga­dos glob­al y ha sido nom­bra­da como jefa de per­son­al de Jill Biden. En la Admin­is­tración de Oba­ma, desem­peñó el car­go de emba­jado­ra de Esta­dos Unidos en Uruguay y fue sub­sec­re­taria de esta­do adjun­ta para el hem­is­fe­rio occidental. 

Es orig­i­nar­ia de la Repúbli­ca Domini­cana y emi­gró a los Esta­dos Unidos cuan­do tenía 7 años. Cre­ció en el Bronx y se graduó entre la Uni­ver­si­dad de Har­vard, la Uni­ver­si­dad de Cam­bridge y la Fac­ul­tad de Dere­cho de Columbia.

Vices­ec­re­taria de Salud y Ser­vi­cios Humanos: Rachel Levine

La elegi­da para ocu­par la Vices­ec­re­taría del Depar­ta­men­to de Salud y Ser­vi­cios Humanos ha sido a la doc­to­ra Rachel Levine, que sería la primera per­sona abier­ta­mente trans­género en ocu­par un car­go de este niv­el fed­er­al si recibe el apoyo del Senado.

Has­ta aho­ra era sec­re­taria de Salud de Pen­sil­va­nia y una de las respon­s­ables de la gestión de la pan­demia en el esta­do; puestos que, según el pres­i­dente elec­to, Joe Biden, ha alcan­za­do al demostrar una pro­fun­da expe­ri­en­cia y ser una servi­do­ra públi­ca efectiva.

Ganar con menos votos que el rival: el peculiar sistema electoral de EE UU podría beneficiar de nuevo a Trump

En las elec­ciones de 2016 Don­ald Trump recibió unos 3,2 mil­lones de votos menos que su rival demócra­ta, Hillary Clin­ton, a pesar de lo cual el can­dida­to repub­li­cano obtu­vo la vic­to­ria, al aca­parar más votos en el Cole­gio Elec­toral. Cua­tro años después, la his­to­ria podría repetirse.

Miles de sim­u­lacros por orde­nador real­iza­dos en la Uni­ver­si­dad de Colum­bia indi­can que, si el lla­ma­do voto pop­u­lar (el número total de sufra­gios que recibe cada can­dida­to) aca­ba sien­do muy igual­a­do, el pecu­liar sis­tema de Cole­gio Elec­toral por el que se rigen los comi­cios pres­i­den­ciales en EE UU volverá a incli­narse la sem­ana que viene a favor del actu­al inquili­no de la Casa Blan­ca, aunque algo menos que en 2016, según señala un estu­dio pub­li­ca­do esta sem­ana en la revista Pro­ceed­ings of the Nation­al Acad­e­my of Sci­ences (PNAS), y recogi­do por Efe.

Los respon­s­ables del informe, Robert Erik­son, un pro­fe­sor de cien­cias políti­cas, y Karl Sig­man, pro­fe­sor de inge­niería indus­tri­al, exam­i­naron la for­ma en que los resul­ta­dos del Cole­gio Elec­toral están condi­ciona­dos por el modo en que los Esta­dos votaron en elec­ciones pre­vias. Tras analizar los desen­laces elec­torales des­de el año 1980, y después de efec­tu­ar miles de sim­u­lacros, con­cluyeron que Trump ten­drá ven­ta­ja en el Cole­gio Elec­toral frente a su rival demócra­ta, el ex vicepres­i­dente Joe Biden, en el caso de que el resul­ta­do sea, como se pre­vé, ajustado.

Los autores sostienen que, de acuer­do con los datos de su análi­sis, el pun­to de inflex­ión entre una prob­a­ble vic­to­ria demócra­ta o repub­li­cana en el Cole­gio Elec­toral no está en un voto pop­u­lar repar­tido 50 a 50, sino más bien en una horquil­la de un 51% de voto demócra­ta frente a un 49% republicano. 

Actual­mente, las encues­tas dan a Biden el lid­er­az­go con un 52,1% del voto pop­u­lar, mien­tras que Trump acu­mu­la el 43%, según la media pon­der­a­da que elab­o­ra la web espe­cial­iza­da FiveThirtyEight.

Erik­son recuer­da que Trump sal­ió airoso del Cole­gio Elec­toral debido a su vic­to­ria por már­genes muy estre­chos en Wis­con­sin, Michi­gan y Pen­sil­va­nia, pero que hay otros Esta­dos, como Ari­zona, Flori­da, Geor­gia y Car­oli­na del Norte, que «tam­bién podrían ten­er peso en 2020».

El voto delegado

A difer­en­cia de la may­oría de las otras democ­ra­cias del mun­do, en Esta­dos Unidos el pres­i­dente no resul­ta elegi­do direc­ta­mente a par­tir del voto de los ciu­dadanos. No es, por tan­to, el voto pop­u­lar el que deter­mi­na quién ocu­pará el Despa­cho Oval, sino el Cole­gio Elec­toral, en cuyos miem­bros los ciu­dadanos del­e­gan esa función. 

Este Cole­gio está for­ma­do por 538 com­pro­mis­ar­ios o elec­tores –nom­i­na­dos por los par­tidos y dis­tribui­dos en pro­por­ción a la población de cada esta­do– que, en nom­bre de los ciu­dadanos, votan en los 50 esta­dos del país y el Dis­tri­to de Colum­bia (sede de la cap­i­tal). Para ser elegi­do, el can­dida­to debe ten­er una may­oría (al menos 270) de los votos emi­ti­dos por el Cole­gio Elec­toral, y si ninguno de los dos la logra, la decisión pasa al Con­gre­so. Cada com­pro­mis­ario emite un voto elec­toral que debe ser, en prin­ci­pio, para el can­dida­to más vota­do en el Esta­do, sal­vo en los casos de Nebras­ka y Maine, donde el voto elec­toral se dis­tribuye en fun­ción del por­centa­je de los votos obtenidos.

El can­dida­to que recibe la may­oría de los votos de un Esta­do gana de esta for­ma todos los sufra­gios emi­ti­dos por los elec­tores de ese Esta­do, y por eso las cam­pañas elec­torales se con­cen­tran en ganar el voto pop­u­lar en una com­bi­nación de los Esta­dos que otorguen una may­oría de elec­tores, en lugar de en con­seguir el may­or número de votos a niv­el nacional.

Mandato ciudadano

La con­se­cuen­cia de este sis­tema es que cuan­do una per­sona deposi­ta su voto por un can­dida­to pres­i­den­cial en EE UU, lo que real­mente está hacien­do es pedir a los com­pro­mis­ar­ios de su Esta­do que voten por su aspi­rante en el Cole­gio Elec­toral, algo que se da por hecho, al enten­der­se como un manda­to ciu­dadano. Los com­pro­mis­ar­ios son per­sonas con­sid­er­adas leales al par­tido, y en algunos Esta­dos sus nom­bres apare­cen inclu­so en las papele­tas jun­to a los del can­dida­to a pres­i­dente y vicepresidente.

De hecho, la his­to­ria reg­is­tra tan solo un puña­do de casos (en 1948, 1956, 1960, 1968, 1972, 1976 y 1988) en los que algún elec­tor se negó a apo­yar al can­dida­to con el que se había com­pro­meti­do (en 2000 hubo un voto en blan­co), y una sola vez en la que el Cole­gio Elec­toral no votó por el ganador, cuan­do, en 1836, el órgano le negó a Richard Men­tor John­son los votos nece­sar­ios para ser nom­bra­do vicepres­i­dente. En 2016 hubo siete com­pro­mis­ar­ios que se des­mar­caron en la votación por el pres­i­dente y seis que lo hicieron en la del vicepresidente.

Precedentes

La vic­to­ria de Trump en 2016 pese a haber obtenido menos votos (el 46,15% frente al 48,17% de Clin­ton) no es el úni­co caso en la his­to­ria de la democ­ra­cia esta­dounidense en que el can­dida­to más vota­do acabó der­ro­ta­do. En 1825, ni John Quin­cy Adams ni Andrew Jack­son con­sigu­ieron la may­oría de los votos elec­torales y final­mente la Cámara de Rep­re­sen­tantes eligió a Adams pres­i­dente, a pesar de que Jack­son había recibido más votos populares.

En 1876 Ruther­ford B. Hayes obtu­vo el apoyo casi unán­ime de los Esta­dos pequeños y resultó elegi­do pres­i­dente, a pesar de que Samuel J. Tilden había logra­do 264.000 votos más, y en 1888 Ben­jamin Har­ri­son se impu­so frente a su rival, Grover Cleve­land, que había tenido más sufragios.

Ya en 2000, George W. Bush fue elegi­do con 271 votos elec­torales después de se le adju­dicaran los com­pro­mis­ar­ios de Flori­da —por solo 573 votos— tras la impu­gnación del resul­ta­do y un nue­vo recuen­to, aunque Al Gore había logra­do casi 450.000 votos pop­u­lares más en todo el país.

¿Un sistema injusto?

El Cole­gio Elec­toral fue crea­do por los rep­re­sen­tantes de los Esta­dos que con­for­maron la repúbli­ca, antes de que la may­oría de la población pud­iese votar, y con el obje­ti­vo de evi­tar el dominio de las zonas más pobladas del país. Los autores del estu­dio de la Uni­ver­si­dad de Colum­bia señalan que «a menudo es vis­to como insti­tu­ción injus­ta que puede negar la pres­i­den­cia al ganador del voto pop­u­lar, una cir­cun­stan­cia denom­i­na­da a veces como una ‘inver­sión’ electoral».

Erik­son y Sig­man añaden que hay quienes argu­men­tan que «el Cole­gio Elec­toral favorece a los Esta­dos pequeños, dado que sus cuo­tas siem­pre incluyen dos votos extra que rep­re­sen­tan a los dos senadores que cada Esta­do elige sea cual sea su población».

Otros, sin embar­go, «opinan que el favoritismo se incli­na hacia los Esta­dos más pobla­dos, puesto que el ganador se lle­va todos los rep­re­sen­tantes, lo cual les da un poder enorme». Cal­i­for­nia, por ejem­p­lo, con 39,5 mil­lones de habi­tantes, tiene 55 votos elec­torales (com­pro­mis­ar­ios); Mon­tana, con cer­ca de un mil­lón, tiene 3.

Según expli­ca a Europa Press Jere­my May­er, pro­fe­sor aso­ci­a­do de Políti­ca y Gob­ier­no en la Uni­ver­si­dad George Mason, el sis­tema se ideó de este modo para «evi­tar que hubiera un pres­i­dente region­al, por ejem­p­lo del sur, lo que podría provo­car una nue­va guerra».

El exper­to sub­raya que, tenien­do en cuen­ta que «ben­e­fi­cia a los Esta­dos más pequeños», parece poco prob­a­ble que estos accedan a respal­dar una refor­ma, algo para lo que sería nece­sario enmen­dar la Con­sti­tu­ción, con el respal­do de dos ter­ceras partes del Con­gre­so y de tres cuar­tas partes de los 50 estados.

Biden y Trump chocan por la pandemia, la inmigración y el racismo en un último debate muy duro pero menos caótico

El can­dida­to repub­li­cano a la pres­i­den­cia de EE UU y actu­al pres­i­dente, Don­ald Trump, y su rival demócra­ta, el ex vicepres­i­dente Joe Biden, pro­tag­oni­zaron este jueves en la Uni­ver­si­dad de Bel­mont, en Nashville (Ten­nessee), un segun­do y últi­mo debate elec­toral menos caóti­co que el ante­ri­or cara a cara, pero en el que no fal­taron, al igual que en el primer encuen­tro, graves acusa­ciones y duros inter­cam­bios dialécticos.

A la may­or flu­idez con­tribuyó, sin duda, la medi­da imple­men­ta­da por los orga­ni­zadores de silen­ciar el micró­fono del can­dida­to que no esta­ba en uso de la pal­abra durante los primeros min­u­tos de la inter­ven­ción de su rival, al prin­ci­pio de los dis­tin­tos tramos, para evi­tar inter­rup­ciones. Tam­bién, el hecho de que la mod­er­ado­ra, la peri­odista de la cade­na NBC Kris­ten Welk­er, no lle­gara a perder del todo las rien­das, como le ocur­rió en el ante­ri­or debate a su cole­ga de Fox News, Chris Wallace.

Los can­didatos chocaron en todos los tramos, pero espe­cial­mente en los referi­dos a la inmi­gración y los menores indoc­u­men­ta­dos sep­a­ra­dos de sus famil­ias, la gestión de la pan­demia del coro­n­avirus, el racis­mo, y el supuesto dinero que ambos se acusaron mutu­a­mente de haber recibido de gob­ier­nos extran­jeros. Y Chi­na volvió a ocu­par, como en el ante­ri­or encuen­tro, un lugar predominante.

Una vacuna «en semanas» frente a «un invierno oscuro»

El debate arrancó con la pan­demia de COVID-19 sobre la mesa, una cri­sis san­i­taria que este jueves se sald­a­ba ya con 8.399.689 casos y 222.965 muer­tos en Esta­dos Unidos.

Los dos can­didatos dibu­jaron un panora­ma com­ple­ta­mente difer­ente del reto al que se enfrenta el país. «Creo que habrá una vac­u­na den­tro de sem­anas, y será dis­tribui­da muy rápi­do, está lista», ase­guró Trump. Inter­pela­do por la mod­er­ado­ra, el pres­i­dente recono­ció, no obstante, que no tiene «garan­tías» de que la vac­u­na vaya a dis­tribuirse en ese pla­zo, pero insis­tió en que cree que lle­gará «antes de que acabe el año», a pesar de que muchos cien­tí­fi­cos apun­tan más bien a 2021.

Pre­gun­ta­do sobre cuál será la far­ma­céu­ti­ca que lo con­seguirá, Trump respondió: «Johnson&Johnson lo está hacien­do muy bien, Mod­er­na lo está hacien­do muy bien, Pfiz­er lo está hacien­do muy bien».

Por su parte, Biden acusó al pres­i­dente de no asumir «su respon­s­abil­i­dad» por el impacto de la pan­demia en el país, y sen­ten­ció: «Cualquiera que sea respon­s­able por tan­tas muertes no debería seguir sien­do presidente».

«Esta­mos a pun­to de entrar en un invier­no oscuro, y él no tiene un plan claro» para com­bat­ir la COVID-19, sub­rayó el can­dida­to demócra­ta, a lo que Trump replicó: «[A Biden] le gus­ta meterse en un sótano y quedarse ahí, pero la gente no puede hac­er eso, ten­emos que apren­der a vivir con ello. El 99% de la gente se recu­pera. No podemos cer­rar la nación, ten­emos que abrir las escuelas».

«Dice que esta­mos apren­di­en­do a vivir con esto, ¡increíble! Esta­mos apren­di­en­do a morir con esto», le respondió Biden.

El dinero de Rusia y los impuestos

Otro de los momen­tos ten­sos del debate se pro­du­jo cuan­do ambos se acusaron mutu­a­mente de haber recibido dinero de gob­ier­nos extran­jeros, lo que los dos negaron.

Trump acusó a Biden de haber recibido dinero de Rusia, de haber puesto a su hijo Hunter en una com­pañía gasís­ti­ca ucra­ni­ana y de haber facil­i­ta­do nego­cios para sus her­manos en sitios como Irak: «Joe con­sigu­ió 3,5 mil­lones de dólares de Rusia y vinieron de Putin porque fue muy ami­ga­ble con el exal­calde de Moscú, y fue la esposa del alcalde de Moscú [sic], y ust­ed obtu­vo 3,5 mil­lones de dólares», dijo.

Biden, que negó haber recibido «ni un cen­ta­vo» de gob­ier­nos extran­jeros, respondió que los nego­cios de su hijo en Ucra­nia fueron «éti­cos». «El tipo que se metió en prob­le­mas en Ucra­nia fue este [Trump], que inten­tó sobornar al Gob­ier­no ucra­ni­ano para que dijera algo neg­a­ti­vo sobre mí, lo que no hicieron», añadió el demócrata.

Biden aprovechó tam­bién para recor­dar que Trump «paga más impuestos en el extran­jero que en Esta­dos Unidos» y que tiene «una cuen­ta ban­car­ia sec­re­ta en Chi­na». «Yo he pub­li­ca­do mis impuestos durante toda mi vida, algo que tú no has hecho, ¿por qué? Pub­li­ca tus impuestos». 

Trump replicó, sin pre­sen­tar prue­bas, que él ha «‘prepa­ga­do’ mil­lones y mil­lones de dólares en impuestos». Sobre la supues­ta cuen­ta ban­car­ia en Chi­na, el pres­i­dente alegó que estu­vo acti­va entre 2013 y 2015 cuan­do esta­ba ded­i­ca­do a nego­cios inmobiliarios.

La separación de familias inmigrantes, «criminal»

En el aparta­do ded­i­ca­do a la inmi­gración, Biden, tachó de «crim­i­nal» la políti­ca de sep­a­ración de famil­ias inmi­grantes sin pape­les en la fron­tera, mien­tras que Trump defendió que su Gob­ier­no «tra­ta muy bien» a los 545 niños cuyos padres todavía no ha local­iza­do después de imple­men­tar esa medida.

«Es algo crim­i­nal. Hace que seamos el hazmer­reír del mun­do y vio­la todo los con­cep­tos de lo que somos como nación», dijo el demócra­ta. Trump respondió que su gob­ier­no está «inten­tan­do muy en serio» localizar a los padres de esos menores, a pesar de que no es cier­to que sea su Ejec­u­ti­vo sino que los que lo hacen son abo­ga­dos y gru­pos de dere­chos humanos. 

«Los esta­mos tratan­do tan bien, están en insta­la­ciones que son tan limpias», afir­mó el pres­i­dente, en ref­er­en­cia a los niños sep­a­ra­dos de sus padres. «A los niños los han traí­do ‘coy­otes’ [traf­i­cantes] y mala gente», agregó, algo que Biden rebatió de inmedi­a­to al insi­s­tir en que vinieron «con sus padres».

Trump, además, insultó a los indoc­u­men­ta­dos que, una vez den­tro de EE UU, siguen la ley y se pre­sen­tan ante los tri­bunales de inmi­gración: «Odio decir­lo, pero los úni­cos que podrían apare­cer son los que tienen el coe­fi­ciente int­elec­tu­al más bajo», dijo.

«El menos racista de esta sala», «el más racista de la historia»

«Creo que ten­go bue­nas rela­ciones con todo el mun­do, soy la per­sona menos racista de esta sala», dijo Trump, en el bloque del cara a cara ded­i­ca­do al racis­mo en el país. El pres­i­dente recordó asimis­mo que su rival fue el impul­sor en el Sena­do de una ley del crimen en 1994 que provocó que «miles de afroamer­i­canos ter­mi­nasen entre rejas», y que él aprobó una refor­ma en el sen­ti­do con­trario poco después de lle­gar al poder.

Tam­bién afir­mó que ha sido el pres­i­dente que «más ha hecho por la comu­nidad negra en la his­to­ria de Esta­dos Unidos, con la posi­ble excep­ción de Abra­ham Lin­coln», quien abolió la esclav­i­tud en 1863.

Biden, por su parte, repasó el his­to­r­i­al de comen­tar­ios racis­tas de Trump y recordó que en 1989 abogó por la pena de muerte para un grupo de ado­les­centes afroamer­i­canos cono­ci­dos como los «Cen­tral Park Five» que fueron acu­sa­dos de un crimen que no cometieron.

«Nun­ca hemos respon­di­do del todo a nue­stro ide­al de que todos somos crea­d­os iguales, pero siem­pre nos hemos movi­do hacia allí, paso a paso. Este es el primer pres­i­dente que ha para­do eso, es el pres­i­dente más racista de la his­to­ria mod­er­na de EE UU», dijo el demócrata.