Álex Grijelmo: «Desconfío de los políticos que le dan patadas al lenguaje»

Al mando de la agencia Efe desde hace dos años y medio, Álex Grijelmo es un vicioso del lenguaje. Un vicioso productivo, eso sí. La gramática descomplicada (Taurus, 19 euros), su último libro publicado, es ya la sexta obra que dedica a la lengua, una lengua que poco a poco va desgranando y desentramando con vocación didáctica y todo el sentido del humor que uno sea capaz de asociar a la palabra gramática, lo que, a priori, puede parecer una auténtica hazaña. 

¿Divertirse con la gramática? Tendrá que explicarse…

La gramática simpática, sí. He intentado hacer un libro que se pueda leer de corrido, con sorpresas, ejemplos, historias… Rebajar la barrera léxica que existe entre la gramática y el uso que de ella hacen los ciudadanos; evitar esa gramática antipática que nos tocó estudiar.

Y que cada vez se complica más: sintagmas, regímenes verbales, predicativos…

Es un léxico complejo, sí, muy frío. Todos los sabios tienden a crear un lenguaje propio para entenderse entre ellos y, al final, les resulta difícil hacerse entender por los demás.

¿Aprobaría Cervantes un examen de lengua de secundaria?

Uno de su época, sin duda. Con uno de ahora lo tendría difícil, pensaría que estaba en otro idioma.

¿Y si se leyera su libro?

Entonces creo que sí. No faltan tablas, definiciones…

La palabra «descomplicada» no está en el diccionario.

No, pero es perfectamente legítima, un uso del prefijo «des-», que significa «lo contrario de». Tampoco está «cabreante»…

¿Hay una gramática legítima y una gramática legal?

La gramática no dice cómo se debe hablar. Lo que hace es explicar cómo hablamos.

Sin embargo, parece algo inmutable, acabado. ¿Es más difícil cambiar la gramática que la Constitución?

Pues sí, por no decir imposible. Solemos decir que el lenguaje está vivo, que evoluciona, pero lo hace muy lentamente. Lo que cambia es el léxico y, a veces, hacia atrás. Volvemos a decir «nevera» en lugar de «frigorífico», «disco» en vez de «cedé»… Eso sí, en los últimos quinientos años no se ha inventado ninguna preposición, ni una nueva conjugación verbal. La estructura apenas cambia.

O sea, que tenemos «anduve» para rato.

Todas las irregularidades tienen una explicación en su evolución a través de los siglos.

Se critica a periodistas y políticos por su mal uso del lenguaje, pero también son los que están más expuestos…

El hecho de estar más expuestos debería conllevar una mayor responsabilidad en el uso del idioma.

¿Habría que dejar de votar a un político que cometa errores gramaticales?

Yo desconfío de los políticos que le dan patadas al lenguaje.

¿Se puede aprender la gramática o su buen uso natural es más bien un don, como el de quien tiene oído?

La gente se expresa con corrección cuando habla con naturalidad. Lo que está claro es que conocer la gramática ayuda a pensar mejor.

Para hablar bien, ¿mejor leer mucho que estudiar mucha gramática?

La sabiduría procede de la lectura. Leer nos da la capacidad de abstracción, y eso lo están perdiendo muchos jóvenes. Ven y oyen, pero no leen.

También manejan otros lenguajes, como el de los SMS. ¿Le asusta?

No. Cada generación cree que le está ocurriendo algo que nunca había sucedido antes, pero no es cierto. Cuando surgió la taquigrafía la gente pensaba que había llegado el fin de la escritura tradicional.

¿Qué es lo último que le ha taladrado el oído, gramaticalmente hablando?

Alguien dijo en televisión que había «un vendaval de viento». ¿De qué iba a ser si no?

Algún error cometerá usted…

Bueno, el laísmo se me escapa de vez en cuando.

Bio

Álex Grijelmo nació en Burgos en 1956. Premio Nacional de Periodismo, bajo su mandato en la Agencia Efe se ha creado la Fundación del Español Urgente.

Manolo Escobar: «Que se casen los gays me parece natural, pero no acepto el aborto»

Son las seis y media de la tarde, hora de merendar, y Manolo Escobar no perdona. Antes de hablar, un par de tostadas de aceite y un café con leche. Ya lo dijo tras superar sus problemas de corazón: «A partir de ahora, madrugar, caminar y aceite de oliva».

No obstante, a sus 74 años, lo que más le preocupa es la garganta («no me quito la chaqueta, que el aire acondicionado es muy traicionero»), una garganta que sigue en plena forma, tal y como acaba de demostrar con el espectáculo De Manolo a Escobar, una especie de cabaré en el que, a través de sus 20 canciones más emblemáticas, este auténtico mito de la cultura popular española repasa su vida, de la mano del director vanguardista Xavier Albertí.

Es la primera vez que se sube a un escenario para contar su vida. ¿Impone?

La verdad es que sí, y eso que llevo 45 años en el teatro.

¿Pudor?

Pudor, ninguno. Me gusta. Además, yo no tengo secretos. Ni como Manolo, que en el espectáculo sería la persona, ni como Escobar, que es el personaje popular.

No se me ocurre mucha gente más famosa que usted… ¿Aún se mira al espejo y se dice ««no me lo puedo creer»?

No, soy muy consciente de quién soy. Además, si en todo este tiempo no me hubiera acostumbrado… ¡La verdad es que yo recuerdo haber sido siempre famoso!

¿Alguna canción le pone aún un nudo en la garganta?

Ya no… Me emocionaba con Madrecita María del Carmen o con Mi pequeña flor, que está dedicada a mi hija…

¿Y hay alguna que no volvería a cantar ni por todo el oro del mundo?

Sí, Que viva España.

Vaya, creí que iba a decir la del carro, o el porompompero… ¿Y eso?

Pues porque es muy de otra época, de otro tiempo, es como una especie de Viva Cartagena folclórico…

Mucha gente le considera, precisamente, un símbolo de una España de otro tiempo.

Yo he sido siempre un artista. Y tampoco me libré de la censura en el franquismo. Me acuerdo, por ejemplo, de que una vez me prohibieron cantar una copla que decía: «A la Virgen del Rocío, como es tan alta, se le ve por abajo la enagua blanca» [ríe].

¿Qué le parece todo lo que está haciendo el Gobierno por recuperar la llamada memoria histórica?

Una tontería que no lleva a ningún sitio. El franquismo habría que olvidarlo y no removerlo. Es un tema más político que social. El pueblo siempre está muy sano.

¿Y aquello de que la nación se está rompiendo, de que vuelven las dos Españas?

Pues que tampoco es para tanto. Sería muy triste.

Usted fue emigrante, y sus canciones acompañaron a miles de emigrantes españoles. ¿Qué piensa del problema actual de la inmigración?

Esas personas vienen a hacer trabajos que muchos españoles no quieren hacer. Que vengan, claro que sí, pero de forma regular. No creo que seamos racistas, pero hay cabreo, tal vez por ignorancia…

En 2001, Todo es posible en Granada (su último filme) fue una de las tres películas españolas más vistas en todo el año en televisión. ¿Hemos cambiado poco?

A la gente le gusta recuperar el cine de siempre. No eran películas para ganar festivales, pero hacían pasar una hora y media muy entretenida.

Se ha confesado adicto a la televisión, y su sobrina, Ana García Lozano, es una conocida presentadora. ¿Qué piensa de los programas del corazón, de todo este boom de pseudofamoseo?

Yo no le he puesto jamás una cruz a nadie, pero a estos programas sí se la pongo. Son lamentables. Siempre me he negado a ir. Ahora, que gran parte de la culpa es de quien los ve.

¿Volvería a la tele? ¿Qué recuerdos tiene de Goles son amores, aquel programa en el que salía acompañado de las Cacao Maravillao?

Lo pasé muy bien. ¡Y barríamos a la competencia! Pero a la tele sólo volvería para hacer algo muy especial. Requiere mucha dedicación y no sé si sería capaz.

¿Sabe lo que es e‑Mule?

¿Algo de Internet?

Es un programa en el que ahora mismo se están bajando gratis unas 200 obras suyas. ¿Le preocupa?

Bueno, me pasa a mí y a mucha otra gente. En general, lo del top manta y la piratería me preocupa, pero no creo que la culpa sea de los pobres que están vendiendo, sino de los que les surten y, como en la televisión, de quienes compran.

Es conocida su pasión por el arte contemporáneo, del que tiene una gran colección. ¿De dónde le viene?

Empecé la colección en torno a la movida madrileña, que me encantaba. Por cierto, es curioso, porque las dos cosas que más me gustan siempre he sido incapaz de hacerlas yo. Quiero decir que siempre he ido a galerías y he comprado cuadros, pero nunca he cogido un pincel. Y con la música, igual. Jamás he compuesto una canción.

Volviendo a Internet, me temo que David Bisbal tiene más de un millón y medio de páginas en Google y usted, sólo 260.000…

Bueno, ¡no está mal! Además, David es muy amigo mío, un gran artista y, encima, somos paisanos.

¿Se ha comprado ya su nuevo disco?

¡Estoy esperando a que me lo regale!

Lleva 40 años con su mujer, y tan contento…

El secreto es asumir que se puede ser feliz con tu pareja.

¿Qué piensa del matrimonio entre homosexuales?

A mí, que se casen los gays, me parece lo más natural, ¿qué problema hay? Yo tengo muchos amigos homosexuales, es algo que veo todos los días. Lo que no acepto es el aborto, pero ésa es otra cuestión.

Usted era un gran amigo de Rocío Jurado.

Sí, de ella y de su marido. Éramos íntimos. Su muerte fue algo muy duro.

Dijo una vez que era más de Sinatra que de los Beatles…

Sí, aunque mi favorito era Nat King Cole. Y Elvis, claro, que siempre será el rey.

Manolo Escobar en 20 pinceladas

  • ¿Reza? Sí, soy católico.
  • ¿Guarda algo bajo la cama? No.
  • ¿Canta en la ducha? En la ducha no hay quien cante.
  • ¿Qué hace si se desvela por la noche? Leo o hago crucigramas, e intento no despertar a mi mujer, porque duermo con ella.
  • ¿Canta en los karaokes? ¡Alguna vez!
  • ¿Escribe e‑mails? De vez en cuando.
  • ¿Cuál ha sido su último viaje? A Alemania.
  • ¿Se sonroja si le halagan? No. Me río o no me río, según.
  • ¿Conserva amigos del colegio? Los he ido perdiendo.
  • ¿Qué ruido le parece más insoportable? Todos, menos la música.
  • ¿Pasaría por quirófano por estética? No.
  • ¿Se hace la cama? No, desde la mili. Pero ayudo en casa.
  • ¿Qué iba a ser de no haber sido cantante? Administrador de correos.
  • Adora: A mi familia
  • Detesta: La mentira.
  • Teme: No tengo miedos.
  • Aspira a: Hacer cosas nuevas.
  • Colecciona: Arte y, antes, también sellos.
  • Una manía: No tengo.
  • Un defecto y una virtud: Creo que no tengo grandes defectos ni tampoco grandes virtudes.

Bio

Manolo Escobar nació en El Ejido, Almería, en 1931. Fue el quinto de diez hijos. El éxito le llegó en 1962, con su debut en Madrid y Barcelona, y su primer filme, Los guerrilleros. Le avalan más de 20 películas y, sobre todo, sus cerca de 80 discos (24 de ellos, de oro). Está casado y tiene una hija.