Over The Rainbow

Miguel Máiquez, 17/12/2012

Un día pasarás frente a un espejo y te verás al fin, pero ya no te reconocerás. Aparecerás de pronto en el cristal de un escaparate y pensarás que es otro.

Surges en mitad de la avenida nocturna, aturdido por las luces, cegado por la nieve. Es como despertar sumergido en una bañera llena de leche densa y caliente, intragable. Te arrastras buscando la oscuridad de un callejón, con la espalda encorvada y el pelo grasiento congelado sobre la frente, pisando los charcos, rascándote inconscientemente a través del bolsillo raído de tus pantalones.

Hace cientos de años que te fuiste. Te has dejado crecer la barba y tienes los ojos vidriosos, las manos agrietadas, los colmillos destrozados, inservibles. Ya no sabes cuándo hace calor o cuándo hace frío. Te sangra la nariz y no te das cuenta. Tienes una erección y no la sientes. Y la memoria es un pozo seco, esquilmado, un pozo del que sube un hedor irreal que te inunda los sueños y te confunde, un manto rancio que iguala lo sucedido y lo imaginado, lo recordado y lo vivido.

Pasarás frente a un espejo y sentirás la misma repulsión que sentías ante la podredumbre de los otros. Y entonces dirás:

—Soy yo.

Un montón de basura, un gato, una mancha de aceite en la nieve. Un destello de sangre en la basura, un estremecimiento en el gato, el arco iris en el aceite.

Es hora de morirse o de vivir.

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Miguel Máiquez, 17/12/2012
En el relato: Drácula
Imagen superior: Over The Rainbow (foto: Gloria Nieto), detalle

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