—Muchas gracias por concederme esta entrevista, señora Monroe.
—Señorita.
—Señorita Monroe…
—No hay de qué.
—La verdad es que se ha dicho y escrito tanto sobre usted que no sabe uno por dónde empezar…
—Pregúnteme si estoy muerta.
—¿Perdón?
—Si estoy muerta. Pregúnteme si estoy muerta.
—Pero ya veo que no…
—Usted pregúntemelo.
—Muy bien, ¿está muerta?
—No lo sé.
Miguel Máiquez, 26/1/2009
En el relato: Marilyn Monroe
Foto: Marilyn Monroe, en Nueva York (Richard Avedon, 1957)
4 comentarios
jajajajaja!… y entonces?
Pues no sé… Tú llámala, lo mismo tienes suerte…
me gusta mucho tu blog
Muchas gracias.