La voz metálica y mandona de la vieja cassette en aquellas clases de francés reclama al fin, tantos años después, su auténtico sentido. Écoutez et répétez.
—Muchas gracias por la invitación.
—Es un sitio precioso, al lado del mar. ¡Y puedes ir a ver los delfines!
Metro de Toronto, Yonge Line, entre York Mills y Eglinton, 24 de febrero de 2009, diez menos cuarto de la mañana. Dos mujeres de más de 40 años, en el metro. Hablan, en un inglés básico, de sus hijas. También de sus respectivas culturas: una es de origen nigeriano; la otra, filipina. Ninguna de las dos parece tener demasiados recursos económicos. La primera sujeta con firmeza un gran monedero negro, a modo de bolso; la segunda va agarrada a un carrito de la compra. Aunque llevan un buen rato charlando, da la impresión de que apenas se conocen. Pero están a gusto.
Miguel Máiquez, 18/3/2023