Biden y Trump chocan por la pandemia, la inmigración y el racismo en un último debate muy duro pero menos caótico

El can­dida­to repub­li­cano a la pres­i­den­cia de EE UU y actu­al pres­i­dente, Don­ald Trump, y su rival demócra­ta, el ex vicepres­i­dente Joe Biden, pro­tag­oni­zaron este jueves en la Uni­ver­si­dad de Bel­mont, en Nashville (Ten­nessee), un segun­do y últi­mo debate elec­toral menos caóti­co que el ante­ri­or cara a cara, pero en el que no fal­taron, al igual que en el primer encuen­tro, graves acusa­ciones y duros inter­cam­bios dialécticos.

A la may­or flu­idez con­tribuyó, sin duda, la medi­da imple­men­ta­da por los orga­ni­zadores de silen­ciar el micró­fono del can­dida­to que no esta­ba en uso de la pal­abra durante los primeros min­u­tos de la inter­ven­ción de su rival, al prin­ci­pio de los dis­tin­tos tramos, para evi­tar inter­rup­ciones. Tam­bién, el hecho de que la mod­er­ado­ra, la peri­odista de la cade­na NBC Kris­ten Welk­er, no lle­gara a perder del todo las rien­das, como le ocur­rió en el ante­ri­or debate a su cole­ga de Fox News, Chris Wallace.

Los can­didatos chocaron en todos los tramos, pero espe­cial­mente en los referi­dos a la inmi­gración y los menores indoc­u­men­ta­dos sep­a­ra­dos de sus famil­ias, la gestión de la pan­demia del coro­n­avirus, el racis­mo, y el supuesto dinero que ambos se acusaron mutu­a­mente de haber recibido de gob­ier­nos extran­jeros. Y Chi­na volvió a ocu­par, como en el ante­ri­or encuen­tro, un lugar predominante.

Una vacuna «en semanas» frente a «un invierno oscuro»

El debate arrancó con la pan­demia de COVID-19 sobre la mesa, una cri­sis san­i­taria que este jueves se sald­a­ba ya con 8.399.689 casos y 222.965 muer­tos en Esta­dos Unidos.

Los dos can­didatos dibu­jaron un panora­ma com­ple­ta­mente difer­ente del reto al que se enfrenta el país. «Creo que habrá una vac­u­na den­tro de sem­anas, y será dis­tribui­da muy rápi­do, está lista», ase­guró Trump. Inter­pela­do por la mod­er­ado­ra, el pres­i­dente recono­ció, no obstante, que no tiene «garan­tías» de que la vac­u­na vaya a dis­tribuirse en ese pla­zo, pero insis­tió en que cree que lle­gará «antes de que acabe el año», a pesar de que muchos cien­tí­fi­cos apun­tan más bien a 2021.

Pre­gun­ta­do sobre cuál será la far­ma­céu­ti­ca que lo con­seguirá, Trump respondió: «Johnson&Johnson lo está hacien­do muy bien, Mod­er­na lo está hacien­do muy bien, Pfiz­er lo está hacien­do muy bien».

Por su parte, Biden acusó al pres­i­dente de no asumir «su respon­s­abil­i­dad» por el impacto de la pan­demia en el país, y sen­ten­ció: «Cualquiera que sea respon­s­able por tan­tas muertes no debería seguir sien­do presidente».

«Esta­mos a pun­to de entrar en un invier­no oscuro, y él no tiene un plan claro» para com­bat­ir la COVID-19, sub­rayó el can­dida­to demócra­ta, a lo que Trump replicó: «[A Biden] le gus­ta meterse en un sótano y quedarse ahí, pero la gente no puede hac­er eso, ten­emos que apren­der a vivir con ello. El 99% de la gente se recu­pera. No podemos cer­rar la nación, ten­emos que abrir las escuelas».

«Dice que esta­mos apren­di­en­do a vivir con esto, ¡increíble! Esta­mos apren­di­en­do a morir con esto», le respondió Biden.

El dinero de Rusia y los impuestos

Otro de los momen­tos ten­sos del debate se pro­du­jo cuan­do ambos se acusaron mutu­a­mente de haber recibido dinero de gob­ier­nos extran­jeros, lo que los dos negaron.

Trump acusó a Biden de haber recibido dinero de Rusia, de haber puesto a su hijo Hunter en una com­pañía gasís­ti­ca ucra­ni­ana y de haber facil­i­ta­do nego­cios para sus her­manos en sitios como Irak: «Joe con­sigu­ió 3,5 mil­lones de dólares de Rusia y vinieron de Putin porque fue muy ami­ga­ble con el exal­calde de Moscú, y fue la esposa del alcalde de Moscú [sic], y ust­ed obtu­vo 3,5 mil­lones de dólares», dijo.

Biden, que negó haber recibido «ni un cen­ta­vo» de gob­ier­nos extran­jeros, respondió que los nego­cios de su hijo en Ucra­nia fueron «éti­cos». «El tipo que se metió en prob­le­mas en Ucra­nia fue este [Trump], que inten­tó sobornar al Gob­ier­no ucra­ni­ano para que dijera algo neg­a­ti­vo sobre mí, lo que no hicieron», añadió el demócrata.

Biden aprovechó tam­bién para recor­dar que Trump «paga más impuestos en el extran­jero que en Esta­dos Unidos» y que tiene «una cuen­ta ban­car­ia sec­re­ta en Chi­na». «Yo he pub­li­ca­do mis impuestos durante toda mi vida, algo que tú no has hecho, ¿por qué? Pub­li­ca tus impuestos». 

Trump replicó, sin pre­sen­tar prue­bas, que él ha «‘prepa­ga­do’ mil­lones y mil­lones de dólares en impuestos». Sobre la supues­ta cuen­ta ban­car­ia en Chi­na, el pres­i­dente alegó que estu­vo acti­va entre 2013 y 2015 cuan­do esta­ba ded­i­ca­do a nego­cios inmobiliarios.

La separación de familias inmigrantes, «criminal»

En el aparta­do ded­i­ca­do a la inmi­gración, Biden, tachó de «crim­i­nal» la políti­ca de sep­a­ración de famil­ias inmi­grantes sin pape­les en la fron­tera, mien­tras que Trump defendió que su Gob­ier­no «tra­ta muy bien» a los 545 niños cuyos padres todavía no ha local­iza­do después de imple­men­tar esa medida.

«Es algo crim­i­nal. Hace que seamos el hazmer­reír del mun­do y vio­la todo los con­cep­tos de lo que somos como nación», dijo el demócra­ta. Trump respondió que su gob­ier­no está «inten­tan­do muy en serio» localizar a los padres de esos menores, a pesar de que no es cier­to que sea su Ejec­u­ti­vo sino que los que lo hacen son abo­ga­dos y gru­pos de dere­chos humanos. 

«Los esta­mos tratan­do tan bien, están en insta­la­ciones que son tan limpias», afir­mó el pres­i­dente, en ref­er­en­cia a los niños sep­a­ra­dos de sus padres. «A los niños los han traí­do ‘coy­otes’ [traf­i­cantes] y mala gente», agregó, algo que Biden rebatió de inmedi­a­to al insi­s­tir en que vinieron «con sus padres».

Trump, además, insultó a los indoc­u­men­ta­dos que, una vez den­tro de EE UU, siguen la ley y se pre­sen­tan ante los tri­bunales de inmi­gración: «Odio decir­lo, pero los úni­cos que podrían apare­cer son los que tienen el coe­fi­ciente int­elec­tu­al más bajo», dijo.

«El menos racista de esta sala», «el más racista de la historia»

«Creo que ten­go bue­nas rela­ciones con todo el mun­do, soy la per­sona menos racista de esta sala», dijo Trump, en el bloque del cara a cara ded­i­ca­do al racis­mo en el país. El pres­i­dente recordó asimis­mo que su rival fue el impul­sor en el Sena­do de una ley del crimen en 1994 que provocó que «miles de afroamer­i­canos ter­mi­nasen entre rejas», y que él aprobó una refor­ma en el sen­ti­do con­trario poco después de lle­gar al poder.

Tam­bién afir­mó que ha sido el pres­i­dente que «más ha hecho por la comu­nidad negra en la his­to­ria de Esta­dos Unidos, con la posi­ble excep­ción de Abra­ham Lin­coln», quien abolió la esclav­i­tud en 1863.

Biden, por su parte, repasó el his­to­r­i­al de comen­tar­ios racis­tas de Trump y recordó que en 1989 abogó por la pena de muerte para un grupo de ado­les­centes afroamer­i­canos cono­ci­dos como los «Cen­tral Park Five» que fueron acu­sa­dos de un crimen que no cometieron.

«Nun­ca hemos respon­di­do del todo a nue­stro ide­al de que todos somos crea­d­os iguales, pero siem­pre nos hemos movi­do hacia allí, paso a paso. Este es el primer pres­i­dente que ha para­do eso, es el pres­i­dente más racista de la his­to­ria mod­er­na de EE UU», dijo el demócrata.

Las claves de un ‘acuerdo del siglo’ a la medida de Israel, inaceptable para los palestinos y oportuno para Trump

«Mi prop­ues­ta pre­sen­ta una opor­tu­nidad con la que ganarían los dos lados, una solu­ción real­ista de dos Esta­dos que resuelve el ries­go que suponía para la seguri­dad de Israel un Esta­do palesti­no». Así desve­la­ba este martes Don­ald Trump en la Casa Blan­ca su «acuer­do del siglo» para Israel y Palesti­na, en una solemne cer­e­mo­nia en la que el pres­i­dente esta­dounidense apare­ció acom­paña­do del primer min­istro israelí en fun­ciones, Ben­jamin Netanyahu, y en la que, sig­ni­fica­ti­va­mente, no hubo rep­re­sentación palesti­na algu­na, ni de ningún otro man­datario internacional.

El acuer­do fue rec­haz­a­do de inmedi­a­to y con vehe­men­cia por el pres­i­dente palesti­no, Mah­mud Abás (lo cal­i­ficó como «la bofe­ta­da del siglo»), y tam­bién por las dis­tin­tas fac­ciones palesti­nas, en una poco habit­u­al mues­tra de unidad. En las calles de Gaza y Cisjor­da­nia el anun­cio fue recibido con airadas protes­tas, mien­tras que Amnistía Inter­na­cional señal­a­ba que se tra­ta de «un man­u­al para más sufrim­ien­to y abusos».

Esper­a­do des­de hace más de dos años, el plan se ha dado final­mente a cono­cer en un momen­to políti­ca­mente cru­cial, tan­to para Trump como para Netanyahu. El primero bus­ca pon­er­le un broche históri­co a su políti­ca inter­na­cional y, según muchos anal­is­tas, desviar tam­bién el foco del juicio políti­co (impeach­ment) al que está sien­do someti­do en el Sena­do; el segun­do, imputa­do por fraude, cohe­cho y abu­so de con­fi­an­za en tres casos de cor­rup­ción, y can­dida­to asimis­mo en los comi­cios gen­erales que cel­e­brará Israel en mar­zo (los ter­ceros en menos de un año), recibe un espal­dara­zo fun­da­men­tal de su prin­ci­pal y más poderoso socio, y prác­ti­ca­mente car­ta blan­ca para con­sol­i­dar prome­sas elec­torales que has­ta aho­ra eran con­sid­er­adas prob­lemáti­cas, como la anex­ión de las colo­nias en los ter­ri­to­rios ocupados.

¿Cuáles son los principales puntos del acuerdo?

En esen­cia, el plan de Trump mantiene la lla­ma­da solu­ción de los dos Esta­dos, recono­cien­do el dere­cho palesti­no a ten­er uno, pero anteponien­do en cualquier caso la seguri­dad de Israel y dan­do por muer­tas las demar­ca­ciones que aún reconoce la ONU. Para ello con­tem­pla cam­bios fron­ter­i­zos que per­mi­tirían a Israel anex­ionarse parte de Cisjor­da­nia. Tam­bién amplía el ter­ri­to­rio palesti­no, pero lo frag­men­ta más aún, dejan­do den­tro los asen­tamien­tos israelíes. Además, en uno de sus aspec­tos más polémi­cos, apun­ta­la Jerusalén como «cap­i­tal indi­vis­i­ble» de Israel y, en prin­ci­pio, de un futuro Esta­do palesti­no que se anto­ja inviable.

¿Quién lo ha negociado y cómo?

Uno de los prin­ci­pales artí­fices del plan es Jared Kush­n­er, yer­no de Trump y asesor del pres­i­dente. Kush­n­er elaboró la hoja de ruta jun­to con el emba­jador esta­dounidense en Israel, David Fried­man, y el aho­ra exen­vi­a­do de la Casa Blan­ca para Ori­ente Medio, Jason Green­blatt.

El equipo hizo un primer ama­go de pre­sen­tar su acuer­do hace dos años, pero acabó aplazán­do­lo una y otra vez, ale­gan­do que quería esper­ar a con­tar con un gob­ier­no estable en Israel, y esperan­do con­seguir asimis­mo más apoyos de los país­es árabes. Mien­tras, Trump seguía hacien­do gestos políti­cos hacia Netanyahu, como el reconocimien­to por parte de Wash­ing­ton de la sober­anía israelí sobre los Altos del Golán.

Los líderes palesti­nos se han nega­do a nego­ciar en los tér­mi­nos pre­vis­tos y, de hecho, no tienen con­tac­to ofi­cial con Wash­ing­ton des­de que Trump recono­ció a Jerusalén como cap­i­tal de Israel en 2017.

¿En qué se diferencia de acuerdos anteriores?

El acuer­do pre­sen­ta­do por Trump incluye nuevas prop­ues­tas ref­er­entes al traza­do de fron­teras entre Israel y los ter­ri­to­rios ocu­pa­dos, y conc­re­ta el esta­tus de Jerusalén, que en pro­ce­sos de paz ante­ri­ores se había deja­do siem­pre como uno de los pun­tos finales sobre los que lle­gar a un con­sen­so, una vez que se hubiesen con­segui­do los demás objetivos.

Resuci­ta además la solu­ción de los dos Esta­dos, que empezó a ges­tarse tras el reconocimien­to mutuo entre Israel y la OLP en 1993, a través de los Acuer­dos de Oslo de ese mis­mo año, pero que esta­ba enter­ra­da en la práctica.

Trump argu­men­tó este martes que su plan de paz es «difer­ente» al de sus pre­de­ce­sores porque con­tiene muchos más detalles «téc­ni­cos» de par­ti­da, con 80 pági­nas de prop­ues­tas. «Esta es la primera vez que Israel ha autor­iza­do la pub­li­cación de un mapa con­cep­tu­al que ilus­tra las con­ce­siones ter­ri­to­ri­ales que está dis­puesto a hac­er para con­seguir la paz», subrayó.

Lo más nove­doso, no obstante, quizá sea que, a difer­en­cia de todos los demás acuer­dos de paz nego­ci­a­dos por Esta­dos Unidos, la Casa Blan­ca no ha bus­ca­do esta vez la aprobación de Palesti­na antes de cer­rar el plan, sino que le ha bas­ta­do la luz verde israelí.

¿Desde cuándo están estancadas las negociaciones?

El últi­mo plan de paz de Wash­ing­ton para la zona lo pre­sen­tó Barack Oba­ma en 2011, e incluía un Esta­do palesti­no basa­do en las fron­teras pre­vias a la Guer­ra de los Seis Días de 1967, «con inter­cam­bios de tier­ra acor­da­dos mutu­a­mente», algo que Netanyahu rechazó.

Aunque hubo un inten­to, fal­li­do, de retomar con­ver­sa­ciones direc­tas entre palesti­nos e israelíes en 2010, la nego­cia­ciones están estancadas des­de 2008, cuan­do Israel lanzó la operación Plo­mo Fun­di­do en la fran­ja de Gaza en respues­ta al lan­za­mien­to de cohetes por Hamás, una operación que dejó más de 1.400 palesti­nos muertos.

¿Cómo cambiarían las fronteras actuales con el plan de Trump, y cómo sería el Estado palestino?

La Casa Blan­ca señala que su plan «quiere lograr un reconocimien­to mutuo del Esta­do de Israel como una nación-Esta­do para el pueblo judío y el futuro Esta­do de Palesti­na como el Esta­do-nación del pueblo palesti­no, con los mis­mos dere­chos civiles para todos los ciudadanos».

El mapa que mar­ca mues­tra, no obstante, un Esta­do palesti­no hiper­frag­men­ta­do a modo de archip­iéla­go, con asen­tamien­tos israelíes en su inte­ri­or, conec­ta­dos con el Esta­do israelí a través de corre­dores que parten el territorio.

Asimis­mo, con­cede a Israel zonas al oeste del valle del río Jordán, situ­adas en Cisjor­da­nia, con lo que este área ocu­pa­da quedaría sin sal­i­da direc­ta a Jor­da­nia, a la que estaría vin­cu­la­da por dos car­reteras que cruzarían ter­ri­to­rio israelí. «El valle del Jordán, que es críti­co para la seguri­dad nacional de Israel, estará bajo la sober­anía de Israel», sen­ten­cia el tex­to. Se tra­ta de una zona que con­sti­tuye alrede­dor del 30% del ter­ri­to­rio de Cisjor­da­nia, y su anex­ión es un reclamo históri­co de la derecha israelí.

Cisjor­da­nia y Gaza estarían unidas a través de un túnel que las conec­taría y que atrav­es­aría Israel.

Según el plan, las nuevas fron­teras garan­ti­zan una «expan­sión ter­ri­to­r­i­al» a los palesti­nos a través de ter­ri­to­rios en el desier­to del Negev, que supon­drían un ter­ri­to­rio «com­pa­ra­ble en tamaño» al que con­tro­la­ban antes de 1967.

Mapa del plan del gob­ier­no esta­dounidense de Don­ald Trump para Israel y Palesti­na. Mapa: Pres­i­den­cia de Esta­dos Unidos

¿Qué pasaría con los asentamientos?

Los asen­tamien­tos israelíes exis­tentes en Cisjor­da­nia (con­sid­er­a­dos ile­gales por la leg­is­lación inter­na­cional) serían incor­po­ra­dos al Esta­do de Israel, que se com­pro­m­e­tería a no con­stru­ir nuevos asen­tamien­tos, expandir los exis­tentes o apro­bar planes para con­struc­ción en las zonas que serán parte del Esta­do de Palestino.

Israel no pro­ced­erá a demol­er estruc­turas exis­tentes, una mora­to­ria que no incluye «con­struc­ciones ile­gales» ni aque­l­las que «supon­gan un ries­go de seguri­dad, según deter­mine el Esta­do de Israel», o «demo­li­ciones de cas­ti­go por actos de terrorismo».

Cer­ca del 97% de los israelíes en asen­tamien­tos en Cisjor­da­nia quedarían en ter­ri­to­rio israelí ady­a­cente, cifra sim­i­lar para los palesti­nos en Cisjor­da­nia que quedarían en ter­ri­to­rio palestino.

¿Y con Jerusalén?

La prop­ues­ta de la Casa Blan­ca reconoce a «Jerusalén como cap­i­tal de Israel» y reit­era que «debería per­manecer como una ciu­dad íntegra».

Además, sostiene que Israel debe ser guardián de los lugares reli­giosos en Jerusalén, tan­to judíos, como cris­tianos y musul­manes, y abo­ga por man­ten­er el «esta­tus quo actual».

En cuan­to a la cap­i­tal del hipotéti­co Esta­do palesti­no, el plan recoge que debería ubi­carse en Jerusalén Este, conc­re­ta­mente, en «todas las zonas al este y el norte de las bar­reras de seguri­dad exis­tentes, incluyen­do Kafr Aqab, la parte este de Shuafat y Abu Dis», y que podría ser renom­bra­da como Al Quds (como la denom­i­nan los árabes) o con otra denom­i­nación que deci­dan los palestinos.

Esto sig­nifi­ca que la posi­ble cap­i­tal palesti­na se localizaría en bar­rios ubi­ca­dos en las afueras de la Jerusalén actual.

¿Algún cambio sobre Gaza?

El plan recuer­da que Gaza ha esta­do gob­er­na­da por el grupo islámi­co Hamás, al que describe como una «orga­ni­zación ter­ror­ista, respon­s­able de asesinatos y ataques a miles de israelíes», y con­cede a Israel la sober­anía de las aguas ter­ri­to­ri­ales de la fran­ja, al con­sid­er­ar que son vitales para la seguri­dad del Esta­do israelí.

Advierte además de que «no habrá mejo­ras sig­ni­fica­ti­vas en Gaza has­ta que haya un alto el fuego con Israel, una desmil­i­ta­rización com­ple­ta de la fran­ja y una estruc­tura de gob­ier­no que per­mi­ta a la comu­nidad inter­na­cional inver­tir de for­ma segu­ra y cómo­da» para mejo­rar su economía.

La ini­cia­ti­va pro­pone tam­bién que Israel ceda ter­ri­to­rio a los palesti­nos cer­ca de Gaza, que pueden ser «áreas pobladas y no pobladas».

¿Quién se encargaría de la seguridad, y cómo?

Israel man­ten­dría una «respon­s­abil­i­dad de seguri­dad pre­dom­i­nante» del Esta­do de Palesti­na, con las fuerzas palesti­nas encar­gadas úni­ca­mente de la seguri­dad inter­na, de la lucha antiter­ror­ista, la seguri­dad fron­ter­i­za y la respues­ta a desastres.

Israel sería respon­s­able de la seguri­dad en los cruces inter­na­cionales y, en el caso de Rafá, en la fron­tera con Egip­to, se abor­darían acuer­dos especí­fi­cos con El Cairo.

Además, Israel man­ten­dría el con­trol del espa­cio aéreo al oeste del río Jordán, mien­tras que la Arma­da israelí podría blo­quear la entre­ga de «armas y mate­ri­ales para la fab­ri­cación de mate­ri­ales en el Esta­do de Palesti­na, inclu­i­da Gaza».

¿Podrían regresar los refugiados palestinos?

La ini­cia­ti­va abor­da uno de los temas más espinosos en unas hipotéti­cas nego­cia­ciones entre israelíes y palesti­nos: el dere­cho de retorno de los refugiados.

A ese respec­to, y pese a lo que establece la res­olu­ción 194 de la ONU, el plan mar­ca que «no habrá dere­cho de retorno, o absor­ción de ningún refu­gia­do palesti­no en Israel».

Establece, no obstante, tres opciones para los refu­gia­dos palesti­nos que busquen un sitio per­ma­nente de res­i­den­cia: «absor­ción» para aque­l­los reg­istra­dos en la Agen­cia de la ONU para los Refu­gia­dos Palesti­nos (UNRWA) en el futuro Esta­do palesti­no; inte­gración en sus país­es actuales de acogi­da; o su reasen­tamien­to en los país­es miem­bros de la Orga­ni­zación de Coop­eración Islámi­ca (OCI), que los acepten.

En ese sen­ti­do, el plan indi­ca que «los her­manos árabes tienen la respon­s­abil­i­dad moral de inte­grar a los refu­gia­dos en sus ter­ri­to­rios del mis­mo modo que los judíos fueron inte­gra­dos en el Esta­do de Israel».

¿Qué limitaciones tendría el nuevo Estado palestino

Entre otras, Palesti­na no podría alcan­zar acuer­dos mil­itares, de Inteligen­cia o seguri­dad con ningún Esta­do u orga­ni­zación que «afecte de for­ma adver­sa la seguri­dad de Israel» ni podrá desar­rol­lar capaci­dades «mil­itares o para­mil­itares» den­tro o fuera de su territorio.

Tam­poco podría unirse a orga­ni­za­ciones inter­na­cionales sin el con­sen­timien­to de Israel, y debería reti­rar sus deman­das con­tra Israel, EE UU y los ciu­dadanos de estos país­es ante el TPI, la CIJ o cualquier otro tri­bunal, así como no recur­rir a Inter­pol con­tra ellos.

Así, el nue­vo esta­do no podría ten­er «capaci­dades que puedan ame­nazar al Esta­do de Israel», mien­tras que Israel ten­dría dere­cho a «des­man­te­lar o destru­ir» insta­la­ciones uti­lizadas para pro­ducir armas o con «propósi­tos hos­tiles», así como para adop­tar medi­das de seguri­dad para man­ten­er Palesti­na «desmil­i­ta­riza­da».

¿Recoge el plan alguna demanda palestina?

Según declaró a Efe el exper­to de la Uni­ver­si­dad George Wash­ing­ton Nizar Farsakh, antiguo asesor del ex primer min­istro palesti­no Salam Fayad y miem­bro en el pasa­do del equipo nego­ci­ador palesti­no, cuan­do se lee el plan, «si se com­para con la pos­tu­ra palesti­na pub­li­ca­da en la pági­na web del Depar­ta­men­to de Esta­do, es exac­ta­mente lo opuesto a lo que los palesti­nos piden».

Trump prometió a los palesti­nos una inver­sión de 50.000 mil­lones de dólares para duplicar su PIB y crear un mil­lón de empleos, pero exigió a cam­bio un alto el fuego con Israel, cam­bios en su estruc­tura de Gob­ier­no y la desmil­i­ta­rización de Gaza.

¿Hay un plazo para negociar?

Aunque Abás ya ha dicho «mil veces no» a la prop­ues­ta, Trump le ha dado cua­tro años para super­ar sus reser­vas y sen­tarse a la mesa de nego­ciación, y el Gob­ier­no israelí ha indi­ca­do asimis­mo que está dis­puesto a esper­ar ese tiempo.

¿Cómo ha reaccionado la comunidad internacional?

La ONU seguirá defen­di­en­do una solu­ción al con­flic­to que pase por la creación de dos Esta­dos basa­dos en las fron­teras pre­vias a 1967, según dijo este mis­mo martes el sec­re­tario gen­er­al de la orga­ni­zación, António Guter­res.

Entre los país­es árabes, Egip­to llamó a Israel y Palesti­na a con­sid­er­ar «a fon­do» el plan de Trump, y aplaudió los esfuer­zos de Wash­ing­ton para lograr un acuer­do «amplio y jus­to». En una línea seme­jante se expresó Ara­bia Saudí, val­o­ran­do pos­i­ti­va­mente los esfuer­zos de EE UU y reafir­man­do su «apoyo a lograr una solu­ción jus­ta y com­ple­ta al con­flic­to palestino».

Rusia con­sid­era que el plan debe ser anal­iza­do por el lla­ma­do Cuar­te­to de Madrid, for­ma­do por EE UU, la ONU, la UE y la propia Rusia, mien­tras que Irán afir­mó que el acuer­do bus­ca «humil­lar» a los musul­manes, y que «está muer­to» antes de ver la luz. Es un plan que «nace muer­to», indicó igual­mente el Gob­ier­no de Turquía.

El primer min­istro del Reino Unido, Boris John­son, afir­mó por su parte que el plan de paz «podría ser un paso pos­i­ti­vo hacia ade­lante», y la Unión Euro­pea señaló, a través de su Alto Rep­re­sen­tante para Políti­ca Exte­ri­or y Seguri­dad Común, Josep Bor­rell, que la prop­ues­ta «supone una opor­tu­nidad para relan­zar los muy nece­sar­ios esfuer­zos» para lograr un acuerdo.

El primer min­istro del Reino Unido, Boris John­son, afir­mó por su parte que el plan de paz «podría ser un paso pos­i­ti­vo hacia ade­lante», y la Unión Euro­pea señaló, a través de su Alto Rep­re­sen­tante para Políti­ca Exte­ri­or y Seguri­dad Común, Josep Bor­rell, que la prop­ues­ta «supone una opor­tu­nidad para relan­zar los muy nece­sar­ios esfuer­zos» para lograr un acuerdo.


Con infor­ma­ción de Efe y Europa Press

Canadá: Se busca profesor de español… no español

«Llam­a­ba para saber si tenés algún prob­le­ma con la foto­copi­ado­ra»… Durante var­ios días estuve imi­tan­do lo mejor que pude a Diego Arman­do Maradona, enca­ja­do en el cubícu­lo de un cen­tro de aten­ción tele­fóni­ca de Toron­to dirigi­do a clientes de Lati­noaméri­ca. El moti­vo no era una desmesura­da admiración por el astro argenti­no, sino algo bas­tante menos román­ti­co. El incon­fundible acen­to de Maradona fue, a saber por qué, lo úni­co que me vino a la cabeza en la primera lla­ma­da, y pare­ció dar el pego, algo esen­cial tenien­do en cuen­ta que, nada más lle­gar, me habían deja­do claro que mi español era «muy de España», que los clientes «pre­fieren el español lati­no», y que lo mis­mo íbamos a ten­er un prob­le­ma. No me expli­caron por qué, pero imag­i­no que la sen­sación de cer­canía que se supone que teníamos que dar qued­a­ba algo dilu­i­da si la lla­ma­da parecía pro­ced­er del otro lado del char­co (aunque, en real­i­dad, estu­viése­mos en Canadá). «No hay prob­le­ma», con­testé. Al final sí que lo hubo, pero eso es otra historia.

En Canadá en gen­er­al, y en Toron­to, la ciu­dad más mul­ti­cul­tur­al del plan­e­ta según la ONU, en par­tic­u­lar, se escucha mucho español. No tan­to, des­de luego, como en Esta­dos Unidos, pero cada vez más. Y el español que se escucha es, aunque solo sea por las obvias razones de la geografía, el español de Lati­noaméri­ca. Los lati­nos (una denom­i­nación no demasi­a­do especí­fi­ca en la que se incluyen, en gen­er­al, los his­panoh­ab­lantes del con­ti­nente amer­i­cano) rep­re­sen­tan actual­mente en torno al 1,3% de la población total cana­di­ense. Según el últi­mo cen­so ofi­cial del país, de 2017, eso supone cer­ca de medio mil­lón de per­sonas que se iden­ti­f­i­can a sí mis­mas como lati­noamer­i­canos, con el prin­ci­pal ori­gen en Méx­i­co, segui­do de cer­ca por Colom­bia y, a may­or dis­tan­cia, por El Sal­vador, Perú, Chile, Venezuela y Argenti­na, en ese orden.

Mien­tras, en 2018 había exac­ta­mente 16.787 españoles reg­istra­dos como res­i­dentes en Canadá, de acuer­do con datos ofi­ciales del Insti­tu­to Nacional de Estadís­ti­ca. La cifra no incluye a tur­is­tas ni a estu­di­antes, que, sobre todo en ver­a­no, ele­van con­sid­er­able­mente la can­ti­dad de zetas, vosotros y pretéri­tos per­fec­tos que puede uno cazar en el metro, pero aun así, no hay color.

Todo esto tiene un refle­jo inevitable en el español que se enseña aquí, al menos en lo que respec­ta a las acad­e­mias pri­vadas, en la may­oría de las cuales la nor­ma no escri­ta es dar pre­pon­der­an­cia a las vari­antes lati­noamer­i­canas del castel­lano, o, al menos, a cier­to español lati­no están­dar, ya que, al igual que en la Penín­su­la, tam­bién en este lado del Atlán­ti­co son muchos los españoles que se hablan.

Aparte del hecho de que la comu­nidad his­panoh­ab­lante en Canadá sea may­ori­tari­a­mente lati­na, Javier Aiz­er­sztein, direc­tor del Span­ish Cen­tre, la may­or acad­e­mia de español del país, da otras dos razones por las que en sus escue­las se deja de lado el español europeo: «Por un lado, las conex­iones más impor­tantes de Canadá son norte-sur, y la gente que quiere apren­der español lo nece­si­ta, a menudo, para hac­er nego­cios con Méx­i­co, Chile, Perú, Argenti­na, el Caribe… Pocas veces con España. Por otro, hay que pen­sar tam­bién en los des­ti­nos de los cana­di­ens­es cuan­do se van de vaca­ciones: Cuba, Méx­i­co…». «Se opta por un español muy genéri­co: no enseñamos el vosotros, pero tam­poco el vos», aclara.

Con­viene no olvi­dar, en cualquier caso, que de los alrede­dor de 500 mil­lones de hablantes nativos de español que hay en el mun­do, solo unos 46 mil­lones usan el español de España.

El mun­do uni­ver­si­tario es, sin embar­go, más flex­i­ble. Actual­mente se imparten 76 tit­u­la­ciones en el área de Lengua y Lit­er­atu­ra españo­las en 42 uni­ver­si­dades de Canadá, y el español se enseña como lengua inter­na­cional en prác­ti­ca­mente cada una de las 94 uni­ver­si­dades cana­di­ens­es. Yolan­da Igle­sias, pro­fe­so­ra aso­ci­a­da en el Depar­ta­men­to de Español de la Uni­ver­si­dad de Toron­to (la que tiene más alum­nos del país), expli­ca que en esta insti­tu­ción «no hay ses­go» a la hora de enseñar el idioma: «Cada pro­fe­sor es libre de enseñar la vari­ante que quiera, y a los alum­nos, por supuesto, no se les cor­rige si usan una u otra», señala. «Muchas veces ter­mi­namos enseñan­do las dos, tam­poco hay tan­tas difer­en­cias», añade. De hecho, su depar­ta­men­to ha edi­ta­do recien­te­mente un tra­ba­jo en el que se com­paran var­ios tex­tos escritos en las difer­entes modal­i­dades de la lengua. «Muy enrique­ce­dor», indi­ca Iglesias.

Con­seguir un puesto como pro­fe­sor en la Uni­ver­si­dad de Toron­to tal vez sea más com­pli­ca­do que encon­trar empleo en un cen­tro de tele­mar­ket­ing (o, mejor, tele­mer­cadeo), pero al menos no ten­dría que imi­tar a Maradona.


Pub­li­ca­do en el No. 4 de la revista Archile­tras (julio-sep­tiem­bre 2019)

Latin American economy will get better in 2019, but is still weak and vulnerable

Latin America’s econ­o­my will improve this year, but its growth is still weak and vul­ner­a­ble to the volatile glob­al sce­nario, accord­ing to the report The Latin Amer­i­can Eco­nom­ic Out­look 2019: Devel­op­ment in Tran­si­tion, pre­sent­ed on Wednes­day in Buenos Aires by the Unit­ed Nations Eco­nom­ic Com­mis­sion for Latin Amer­i­ca and the Caribbean (ECLAC –  CEPAL), CAF – Devel­op­ment Bank of Latin Amer­i­ca, and the Orga­ni­za­tion for Eco­nom­ic Coop­er­a­tion and Devel­op­ment (OECD), in coop­er­a­tion with the Euro­pean Commission.

«We con­tin­ue to face very strong tasks, such as access to cap­i­tal mar­kets and mea­ger growth. The region has not man­aged to take off yet,» said CEPAL Exec­u­tive Sec­re­tary, Ali­cia Bárce­na, when pre­sent­ing the report in the Argen­tine capital.

The con­clu­sions of this report are on the table of dis­cus­sions of the sec­ond Unit­ed Nations High Lev­el Con­fer­ence on South-South Coop­er­a­tion (PABA + 40), which began also this Wednes­day in Buenos Aires.

Accord­ing to CEPAL’s pro­jec­tions, Latin America’s gross domes­tic prod­uct (GDP) grew by 1.2% in 2018, slow­ing slight­ly com­pared to 1.3% in 2017, and is expect­ed to advance this year by 1.7%. But, despite that pre­dict­ed improve­ment, the report warns that growth «remains weak» and with very het­ero­ge­neous real­i­ties between countries.

Volatile global context

Accord­ing to the doc­u­ment, since 2011 GDP growth has been low­er than the rates reached in the mid-2000’s, and the cur­rent and expect­ed growth has been «insuf­fi­cient» to close the income gaps.

The region is also «vul­ner­a­ble» in a com­pli­cat­ed glob­al con­text: glob­al growth is expect­ed to expe­ri­ence a «soft land­ing» in 2019–2020, and glob­al trade will slow down fur­ther, with a decrease in com­mod­i­ty prices.

The exter­nal con­text, warns the report, is «volatile» and could include a glob­al finan­cial «hard­en­ing» and an increase in trade ten­sions between the Unit­ed States and Chi­na that could «derail» the eco­nom­ic recov­ery in Latin America.

«We fin­ished the tail­wind of the super-cycle of the com­modi­ties’ of 2014–2015 and, to grow back to the high­est rates, we need a reform agen­da that seeks to increase pro­duc­tiv­i­ty,» said Pablo San­guinet­ti, from CAF.

On the oth­er hand, «insuf­fi­cient» eco­nom­ic growth in Latin Amer­i­ca is hold­ing back the reduc­tion of pover­ty and inequal­i­ty, with pover­ty and indi­gence rates sim­i­lar to the ones reg­is­tered in 2016.

«Around 40% of Latin Amer­i­cans run the risk of falling back into pover­ty,» warned Neven Mim­ica, Euro­pean Com­mis­sion­er for Inter­na­tion­al Coop­er­a­tion and Devel­op­ment. «We have infor­mal jobs and poor social pro­tec­tion,» he added.

GDP growth in Latin Amer­i­ca and the Caribbean. Source: OCDE/CAF/CEPAL, IMF (2018), World Eco­nom­ic Out­look (April 2018, July 201 8update).

Four challenges

The report iden­ti­fies four «pit­falls» or «chal­lenges» of devel­op­ment that results from com­bin­ing the weak­ness­es of long data with new prob­lems, as coun­tries move for­ward in their respec­tive devel­op­ment paths.

The first one is social vul­ner­a­bil­i­ty. As Mim­ica high­li­ht­ed, 40% of Latin American’s pop­u­la­tion is cur­rent­ly at risk of falling back into pover­ty. This «vul­ner­a­ble mid­dle class» is caught in a vicious cycle of low-qual­i­ty jobs, poor skills and volatile income, accord­ing to the report.

The sec­ond one is low labour pro­duc­tiv­i­ty, with out­put per work­er remain­ing stuck at 40% of that of the Euro­pean Union for the last 30 years.

Low trust in insti­tu­tions is the third devel­op­ment trap. Around 64% of Latin-Amer­i­cans express no con­fi­dence in their own gov­ern­ment, more than 1/3 are not sat­is­fied with the edu­ca­tion avail­able in their coun­try and more than 1/2 are not hap­py with the health care they receive.

Final­ly, the region faces impor­tant envi­ron­men­tal threats. Latin Amer­i­ca, which holds 40% of the planet’s bio­di­ver­si­ty and has one of the world’s low­est eco­log­i­cal foot­prints, with­stands the worst of col­lec­tive glob­al inac­tion. The Caribbean’s expo­sure to surg­ing nat­ur­al dis­as­ters is, accord­ing to the report, a stark example.

«Inclusive multilateralism»

«Escap­ing those four traps demands vig­or­ous reforms. Stronger pub­lic capac­i­ties and pub­lic-pri­vate dia­logue are nec­es­sary to iden­ti­fy pol­i­cy pri­or­i­ties and co-ordi­nate across min­istries by adopt­ing and imple­ment­ing a new gen­er­a­tion of nation­al devel­op­ment plans”, said Ali­cia Bárcena.

The OECD Devel­op­ment Cen­tre, ECLAC, CAF and the EU call upon Latin Amer­i­can gov­ern­ments to «take a lead­ing role in pro­mot­ing a renewed and inclu­sive mul­ti­lat­er­al­ism that helps achieve the 2030 Agen­da for Sus­tain­able Development.»

«The region is fer­tile ground to shift to such a new inter­na­tion­al co-oper­a­tion par­a­digm in an effort to over­come the devel­op­ment traps it faces,” said Mario Pezzi­ni, Direc­tor of the OECD Devel­op­ment Cen­tre and Spe­cial Advi­sor of the OECD Sec­re­tary-Gen­er­al on Development.

Latin Amer­i­ca and the Caribbean «should be at the fore­front for rethink­ing inter­na­tion­al co-oper­a­tion,» accord­ing to the Latin Amer­i­can Eco­nom­ic Out­look (LEO) 2019.

Espanola, la remota localidad canadiense que olvidó su pasado y perdió su eñe

Situ­a­da a oril­las del río Span­ish, y a solo 40 kilómet­ros de otra población lla­ma­da tam­bién Span­ish, la remo­ta local­i­dad de Espanola, en la provin­cia cana­di­ense de Ontario, no con­ser­va, sin embar­go, ni una huel­la de su supuesto pasa­do español más allá de su nom­bre, un nom­bre que ni siquiera ha logra­do man­ten­er la eñe en su denom­i­nación oficial.

La actu­al Espanola, con sus cer­ca de 5.000 habi­tantes (el tamaño de Chinchón, en Madrid), es un tran­qui­lo pueblo cer­ca del lago Hurón, en una espec­tac­u­lar zona boscosa que alber­ga has­ta dos par­ques nat­u­rales; una pequeña local­i­dad en una región a la que no lle­garon jamás, que se sepa, los con­quis­ta­dores españoles, y en la que tam­poco existe hoy, ni exis­tió en el pasa­do, ningu­na comu­nidad rel­e­vante de emi­gra­dos que jus­ti­fique su pecu­liar toponimia.

A fal­ta de doc­u­men­tos ofi­ciales o cróni­cas con­trastadas, para dar con el ori­gen de su nom­bre no hay más reme­dio que acud­ir a la leyen­da, una leyen­da cuyo úni­co tes­ti­mo­nio escrito lo recogió en el libro Espanola on the Span­ish, pub­li­ca­do en 1989, George R. Mor­ri­son, un vet­er­a­no de la Segun­da Guer­ra Mundi­al, emplea­do fore­stal, pro­fe­sor en el insti­tu­to local y apa­sion­a­do por la his­to­ria de su pueblo, que fal­l­e­ció en 2005 a los 85 años.

Según Mor­ri­son, a medi­a­dos del siglo XVII explo­radores de la Primera Nación Ojib­wa, uno de los gru­pos étni­cos orig­i­nar­ios de Canadá más impor­tantes, partieron hacia el sur des­de la desem­bo­cadu­ra del río Span­ish, cer­ca de la actu­al Sud­bury, en direc­ción a lo que hoy en día es Esta­dos Unidos. Tras una larga mar­cha, el grupo con­sigu­ió aden­trarse en una zona que forma­ba parte por entonces de las perte­nen­cias españo­las en Améri­ca del Norte (el Vir­reina­to de Nue­va España llegó a abar­car, además de Méx­i­co y las Antil­las, los actuales Nue­vo Méx­i­co, Ari­zona, Texas, Cal­i­for­nia, Neva­da, Flori­da, Utah, Luisiana, Wyoming, Kansas, Okla­homa y parte de Colorado).

A par­tir de ahí, la leyen­da entron­ca con otras his­to­rias de asim­i­lación, mes­ti­za­je e inter­cam­bios, libres o forza­dos, que tan­to han inspi­ra­do a la lit­er­atu­ra y el cine, des­de Un hom­bre lla­ma­do cabal­lo a Bai­lan­do con lobos. Según el rela­to, los indí­ge­nas regre­saron de su via­je trayen­do con­si­go «una mujer blan­ca que habla­ba español». Esta «españo­la» acabó casán­dose con uno de los jefes locales y enseñó a sus hijos a hablar castel­lano. Con el tiem­po, otros miem­bros de la comu­nidad aprendieron tam­bién algu­nas pal­abras… Cuan­do, décadas más tarde, expe­di­cionar­ios france­ses (prob­a­ble­mente Coureurs des bois, como se conocía en Nue­va Fran­cia a los primeros com­er­ciantes de pieles) lle­garon a este asen­tamien­to, des­cubrieron sor­pren­di­dos que muchos de los nativos uti­liz­a­ban con nor­mal­i­dad expre­siones españo­las. Los france­ses deci­dieron lla­mar al lugar Espag­nole, y el nom­bre acabó con­vir­tién­dose en Espanola cuan­do, tras el Trata­do de París de 1763, los británi­cos se hicieron con la total­i­dad de Ontario. El río que atraviesa el ter­ri­to­rio pasó a denom­i­narse, a su vez, Span­ish Riv­er (Río Español).

La mod­er­na Espanola, sin embar­go, no se fun­daría has­ta prin­ci­p­ios del siglo XX, cuan­do, aprovechan­do la abun­dante madera de la zona y los recur­sos del río, una fil­ial de la Mead Cor­po­ra­tion abrió una fábri­ca de pul­pa y papel en el lugar y lev­an­tó un cam­pa­men­to para sus emplea­d­os. El pueblo cre­ció ráp­i­da­mente y pron­to se con­vir­tió en un destaca­ble cen­tro urbano con un hotel, una escuela y has­ta un teatro. De esta época, la ciu­dad guar­da, no obstante, un triste recuer­do. El 21 de enero de 1910, un tren de pasajeros de la Cana­di­an Pacif­ic Rail­way descar­riló a 10 kilómet­ros al este de Espanola, y uno de los vagones cayó a las aguas heladas del río. Murieron 43 per­sonas, en el que sigue sien­do uno de los peo­res acci­dentes en la his­to­ria de la com­pañía ferroviaria.

La Gran Depre­sión de los años trein­ta se llevó por delante la fábri­ca, con­vir­tien­do Espanola en una ciu­dad fan­tas­ma, pero durante la Segun­da Guer­ra Mundi­al la local­i­dad albergó un cam­po de pri­sioneros ale­manes, y eso volvió a situ­ar­la en el mapa. En 1946 la ya extin­ta Kala­ma­zoo Veg­etable Parch­ment Com­pa­ny reabrió la fac­toría y, diez años después, Espanola se con­sti­tuyó legal­mente como ciu­dad. La fábri­ca, que pertenece actual­mente a Dom­tar, una empre­sa líder en pro­duc­ción de papel, sigue sien­do la prin­ci­pal fuente de empleo de la local­i­dad. Como en muchas otras ciu­dades de Ontario, el nom­bre de la población puede verse escrito en grandes letras sobre la super­fi­cie del depósi­to de agua cuya enorme altura dom­i­na el paisaje: Espanola, sin eñe, como un hom­e­na­je fal­li­do al empeño por que no se perdiera la lengua de sus padres de una mujer que exis­tió hace sig­los… O no.


Pub­li­ca­do en el No. 1 de la revista Archile­tras (octubre-diciem­bre 2018)

Canadarm, el brazo canadiense del espacio

El astro­nau­ta Stephen K. Robin­son, en el Canadarm de la Estación Espa­cial Inter­na­cional, el 3 de agos­to de 2005. Foto: NASA / Dominio Público

El 20 de noviem­bre de 1998, hace aho­ra 20 años, dio comien­zo una aven­tu­ra cien­tí­fi­ca que es tam­bién uno de los may­ores ejem­p­los de coop­eración inter­na­cional de la his­to­ria. Ese día fue lan­za­do el módu­lo ruso Zaryá, con el que se puso en fun­cionamien­to la Estación Espa­cial Inter­na­cional (EEI), una mini­ci­u­dad cien­tí­fi­ca que des­de entonces orbi­ta a unos 400 kilómet­ros de la Tier­ra, oper­a­da por la Agen­cia Espa­cial Euro­pea (ESA), la esta­dounidense NASA, la rusa Roscos­mos, la japone­sa JAXA y la cana­di­ense CSA. Es la may­or infraestruc­tura que los humanos han lan­za­do jamás al espa­cio, ha esta­do habita­da inin­ter­rump­i­da­mente des­de 2000, y des­de 2001 está equipa­da con un sofisti­ca­do inge­nio tec­nológi­co cono­ci­do como Canadarm (o, más exac­ta­mente, Canadarm2), un gran ‘bra­zo’ mecáni­co que ayu­da a realizar tar­eas en el exte­ri­or de la nave, y que fue con­ce­bido y desar­rol­la­do en Canadá.

Canadarm2 es el heredero mejo­ra­do y más avan­za­do de Canadarm, otro bra­zo mecáni­co cana­di­ense que fue uti­liza­do en los trans­bor­dadores espa­ciales, y que fue reti­ra­do final­mente en julio de 2011 tras más de 90 misiones. Fue dis­eña­do y fab­ri­ca­do por MDA Space Mis­sions (lla­ma­da ante­ri­or­mente MD Robot­ics), para el pro­gra­ma de la con­tribu­ción de la Agen­cia Espa­cial Cana­di­ense (CSA, por sus siglas en inglés) a la Estación Espa­cial Inter­na­cional. En 2013 el Ban­co de Canadá lo incor­poró como ilus­tración en el rever­so de los bil­letes de 5 dólares.

Denom­i­na­do en su con­jun­to Sis­tema Móvil de Man­ten­imien­to (Mobile Ser­vic­ing Sys­tem, MSS), y más cono­ci­do por el nom­bre de su com­po­nente prin­ci­pal (Canadarm2), este sis­tema robo­t­i­za­do aso­ci­a­do a la EEI tiene un impor­tante papel en el ensam­bla­je y el man­ten­imien­to de la estación, mueve equipos y sum­in­istros, ayu­da en el exte­ri­or a los astro­nau­tas en sus tar­eas de inves­ti­gación, man­ten­imien­to y reparación, y revisa car­gas e instrumentos.

El MSS se mueve a lo largo de unos raíles y está for­ma­do por tres com­po­nentes prin­ci­pales: el bra­zo robóti­co lla­ma­do Manip­u­lador Remo­to de la Estación Espa­cial (SSRMS, por sus siglas en inglés), el Ser­vi­cio Remo­to Móvil del Sis­tema Base (MBS), y el Manip­u­lador Die­stro de Propósi­to Espe­cial (SPDM), tam­bién lla­ma­do Dex­tre o Cana­da Hand.

Para asi­s­tir a los astro­nau­tas en el exte­ri­or de la Estación, el sis­tema tiene espa­cios des­ig­na­dos para guardar her­ramien­tas y equipos, lim­i­ta­dores de pies, pasamanos y pun­tos de amarre de seguri­dad, así como una cámara de ensam­bla­je. Si se nece­si­ta, es inclu­so posi­ble para un astro­nau­ta subirse al MBS mien­tras se desplaza por los raíles del armazón.

En cuan­to al Dex­tre, la lla­ma­da ‘mano cana­di­ense’, se tra­ta de un pequeño robot de dos manos capaz de lle­var a cabo del­i­cadas tar­eas de ensam­bla­je que al prin­ci­pio eran real­izadas por los astro­nau­tas durante los paseos espa­ciales. Tras lle­varse a cabo diver­sas prue­bas en cámaras de sim­u­lación espa­cial en el Lab­o­ra­to­rio David Flori­da de la Agen­cia Espa­cial Cana­di­ense en Ottawa, este manip­u­lador fue lan­za­do el 11 de mar­zo de 2008 con la expe­di­ción STS-123.

Cuan­do está total­mente exten­di­do, Canadarm2 tiene una lon­gi­tud de 17.6 met­ros. El bra­zo posee siete artic­u­la­ciones (un ‘codo’ en el medio y tres artic­u­la­ciones rota­to­rias que están, a su vez, artic­u­ladas), y su peso total es de 1.800 kilos, con un diámetro de 35 cen­tímet­ros. Canadarm2 puede sosten­er car­gas de has­ta 116.000 kilos, y fue capaz de prestar asis­ten­cia en el acoplamien­to del trans­bor­dador espa­cial a la Estación Internacional.

Canadienses en el espacio

Chris Hadfield
Chris Had­field, tocan­do la gui­tar­ra y can­tan­do des­de la Estación Espa­cial Inter­na­cional. Foto: CSA

Has­ta la fecha han pasa­do por la Estación Espa­cial Inter­na­cional un total de seis astro­nau­tas cana­di­ens­es, dos de ellos en misiones de larga duración (Robert Thirsk, en la Expe­di­ción 20/21 de 2008, y Chris Had­field, en la Expe­di­ción 34/35 de 2013), y cua­tro en vis­i­tas de trans­bor­dadores espa­ciales (Julie Payette, Dave Williams, Steve MacLean y Marc Gar­neau).

El próx­i­mo será David Saint-Jacques, quien a par­tir del 3 de diciem­bre de 2018 se con­ver­tirá en el ter­cer cana­di­ense en lle­var a cabo una mis­ión de larga duración en la EEI, donde per­manecerá un total de seis meses y medio, has­ta junio de 2019, como parte de la Expe­di­ción 58.

Canadá ha lle­va­do a cabo más de 20 estu­dios cien­tí­fi­cos en la Estación Espa­cial Inter­na­cional, entre ellos, algunos ded­i­ca­dos a estu­di­ar los efec­tos del via­je espa­cial en los cuer­pos de los astro­nau­tas antes de empren­der via­jes más lar­gos en nue­stro sis­tema solar.

Julie Payette and Robert Thirsk
Los astro­nau­tas cana­di­ens­es Julie Payette y Robert Thirsk hicieron his­to­ria el 17 de julio de 2009 al con­ver­tirse en los primeros cana­di­ens­es en encon­trarse en el espa­cio. Foto: NASA

José Vivar, de líder pandillero y narcotraficante a emprendedor de ‘fitness’: «Es posible cambiar»

Con tan solo 19 años, José Vivar, un joven de ori­gen ecu­a­to­ri­ano naci­do en Toron­to, esta­ba ya al man­do de los LA Boys (Lati­no Ameri­cos Boys), una pandil­la que por entonces con­tro­la­ba bue­na parte del trá­fi­co de dro­gas en la ciu­dad. En 2002 fue acu­sa­do de asesina­to en primer gra­do tras la muerte a tiros en un bar de un miem­bro de una pandil­la rival. Fue absuelto.

Cin­co años después, en 2007, la Policía de Toron­to puso en mar­cha la operación Ched­dar, con Vivar (apo­da­do «Cheesie») como prin­ci­pal obje­ti­vo. En la reda­da en la que le detu­vieron, los agentes se incau­taron de 10 kilos de cocaí­na, una gran can­ti­dad de éxta­sis y mar­i­hua­na, seis armas de fuego (entre ellas, el mod­e­lo favorito de Sadam Husein), 300 car­tu­chos de muni­ción y 130.000 dólares en metáli­co. Le con­denaron a diez años y cua­tro meses en el cor­rec­cional fed­er­al de Bath and Collins Bay (la «escuela de glad­i­adores», como lo lla­ma él), en Kingston.

Durante su estancia en prisión, Vivar decide dar un giro a su vida. Comien­za a hac­er ejer­ci­cio, dis­eña un pro­gra­ma de entre­namien­to «al esti­lo carce­lario» y obtiene un cer­ti­fi­ca­do de instruc­c­tor de fit­ness. Se con­vierte, inclu­so, en colum­nista reg­u­lar de un diario local, el Kingston Whig-Stan­dard. Tras cumplir ocho años y medio de sen­ten­cia, obtiene la lib­er­tad condi­cional por bue­na con­duc­ta (no ten­drá la lib­er­tad com­ple­ta has­ta 2022).

Es entonces cuan­do pone en prác­ti­ca su proyec­to, y fun­da 25/7 Fit­ness – Prison Pump, una orga­ni­zación sin áni­mo de lucro ded­i­ca­da a pro­mover la gim­na­sia y el ejer­ci­cio físi­co, a través de clases sem­anales gra­tu­itas y acce­si­bles, y de pro­gra­mas para jovenes.

Sin embar­go, a primera hora de la mañana del 30 de julio de 2016, su vida vuelve a dar un vuel­co. Durante una clase al aire libre en el par­que de Christie Pits, en Toron­to, un sicario le dis­para cin­co balas a boca­jar­ro, en frente de sus alum­nos. Mila­grosa­mente, Vivar sobrevive.

Tras recu­per­arse en el hos­pi­tal, Vivar es traslada­do a un lugar seguro, lejos de Toron­to. Allí con­tinúa dirigien­do Prison Pump y, final­mente, logra abrir un gim­na­sio en Sud­bury, activi­dad que com­bi­na con su ambi­ción de con­ver­tirse en un orador inspira­cional (llegó a ser semi­fi­nal­ista en el con­cur­so inter­na­cional de oradores Toast­mas­ters).

Su his­to­ria, con él mis­mo como pro­tag­o­nista, la cuen­ta en detalle el doc­u­men­tal Prison Pump, dirigi­do por Gary Lange, pro­duci­do por Ed Bar­rev­eld, y recién estre­na­do en la CBC: «Antes de cono­cer­le —cuen­ta el direc­tor—, José Vivar no con­ta­ba pre­cisa­mente con mi sim­patía. Era un líder pandillero, un nar­co­traf­i­cante, un hom­bre cuya vida había esta­do defini­da por la vio­len­cia. Vendía cocaí­na a los chicos de mi bar­rio. Llev­a­ba un arma des­de los 13 años… José sabe que no puede cam­biar su pasa­do, pero tam­bién le ator­men­tan las pér­di­das que ha sufri­do como con­se­cuen­cia de sus deci­siones. No pudo ver cre­cer a sus hijos [Vivar tiene dos, uno de 12 años y otro de 17], y no solo destrozó a sus padres, sino que tam­bién puso sus vidas en peli­gro. Además, los ami­gos en los que más con­fi­a­ba acabaron dán­dole la espal­da y con­ver­tidos en infor­mantes de la policía. Aho­ra inten­ta deses­per­ada­mente cam­biar su vida, pero sabe que el camino hacia la reden­ción no es un camino fácil».

Con moti­vo de la pro­mo­ción del doc­u­men­tal, José Vivar ha esta­do estos días en Toron­to, donde habló con Lat­tin Magazine.

¿Qué le pasa por la cabeza al volver a Toronto?

Toron­to es mi casa. Yo nací aquí. Mis padres vinieron en 1974, yo nací en el 81… He pasa­do aquí toda mi vida. Pero aho­ra que ten­go expe­ri­en­cias en otras ciu­dades, Toron­to es demasi­a­do grande, demasi­a­da gente. Yo quiero vivir una vida en paz, y a veces creo que Toron­to no me puede dar esa paz. Pero siem­pre voy a ten­er­la en mi corazón. Mi famil­ia está aquí, mi papá, mi mamá y mi hijo de doce años viv­en aquí.

¿Ha sido difí­cil adap­tarse a la vida en una ciu­dad pequeña?

Sí, pero lo pre­fiero. A veces me abur­ro, pero eso me está per­mi­tien­do apren­der nuevas cosas. Aho­ra leo, me con­cen­tro en escribir, camino, paseo con mi per­ri­to… Es una vida com­ple­ta­mente difer­ente. Estoy tam­bién escri­bi­en­do un libro con The Globe and Mail, The Lure of the Gun, donde cuen­to mis expe­ri­en­cias con las armas.

¿Cómo se sin­tió al revivir su pasa­do durante la fil­mación del documental?

No fue fácil, pero es una his­to­ria que quería con­tar. La gente tiene que saber cómo es ese tipo de vida, tiene que saber que es real, que no es solo algo de las películas.

En una de las esce­nas recrea inclu­so, con todo detalle, el momen­to en que le dispararon…

Yo siem­pre supe que iba a pasar. Cuan­do me dis­pararon, pen­sé: «ya está, está pasan­do»… Por supuesto que fue hor­ri­ble. Pero mi mantra es con­ver­tir lo neg­a­ti­vo en pos­i­ti­vo. Todo lo que me ha pasa­do en la vida no solo me ha hecho más fuerte a mí mis­mo, sino que puede inspi­rar tam­bién a otras per­sonas. En el pasa­do he lid­er­a­do a gente de la for­ma equiv­o­ca­da. Esta es mi opor­tu­nidad de hac­er­lo correctamente.

El ataque se pro­du­jo cuan­do ust­ed ya había empeza­do a cam­biar su vida. ¿Cómo reaccionó?

Al prin­ci­pio fue como si me arras­traran de vuelta a todo ese mun­do. Cuan­do me dis­pararon, lo úni­co en lo que podía pen­sar era en ven­garme. Ten­go que acabar con estos tipos antes de que ellos acaben con­mi­go… Pero para entonces había puesto ya tan­to esfuer­zo en vivir de otro modo que no podía per­mi­tirme pen­sar de esa man­era. Aún así, sigo luchan­do con esos demo­ni­os cada día. Estuve meti­do en esa vida durante décadas… Esta es la ver­dadera prue­ba. Aho­ra hay mucha gente que depende de mí y a la que no puedo fal­lar. Mis dos hijos… Ellos son mi motor. Ten­go que hac­er lo cor­rec­to. Y es posi­ble cambiar.

¿Recibió algún tipo de ayu­da en prisión?

Es uno de los prob­le­mas del sis­tema pen­i­ten­cia­rio. Porque en una situación así tienes que pedir ayu­da, y yo tuve la suerte de ten­er a guardias, y después, ofi­ciales en la lib­er­tad condi­cional, que estu­vieron dis­puestos a tra­ba­jar con­mi­go, y a hac­erme ver la vida con otros ojos. Pero hay muchos que no tienen esa opor­tu­nidad. Y son esos los que vuel­ven a la calle, los que no con­fían en el sis­tema, los que vuel­ven a meterse en problemas.

Ust­ed cuen­ta que no cre­ció en un ambi­ente famil­iar prob­lemáti­co, o de fal­ta de recur­sos económi­cos. ¿Qué le llevó a unirse a una ban­da en su adolescencia?

Por supuesto que tuve la posi­bil­i­dad de no hac­er­lo… Pero me daban pal­izas los his­panos, los por­tugue­ses, los ital­ianos… Tenía que tomar una decisión. No podía acud­ir a mi padre, un ecu­a­to­ri­ano de la vie­ja escuela, que me habría dicho que lo que tenía que hac­er era defen­d­erme. Tam­poco podía decir: «vámonos a otra zona», porque no habría sido acept­able… Unirme a una ban­da fue, para mí, un modo de enfrentarme al trau­ma que había vivi­do antes. Después, claro, cuan­do estás en la ban­da exper­i­men­tas más trau­ma, un trau­ma que no es muy difer­ente al que se vive en las guer­ras, en Irak… Es una guer­ra urbana. Y luego, más trau­ma aún en prisión. Mucha gente no es capaz de ges­tionar todo eso. Yo tuve la suerte de con­tar con buenos con­se­jeros y psicól­o­gos en la cárcel.

Un doc­u­men­tal como este sig­nifi­ca volver a estar expuesto. ¿Es un riesgo?

Sí, pero tam­bién me ha abier­to muchas puer­tas. Ten­go que bus­car una man­era de gan­arme la vida, y esta es, para mí, la for­ma de hac­er­lo. Es tam­bién la for­ma de devolver lo que he recibido de la comunidad.

Este está sien­do un año espe­cial­mente duro en Toron­to, con un niv­el de vio­len­cia descono­ci­do en la ciu­dad des­de hace mucho…

La situación es real­mente mala. Es un prob­le­ma cul­tur­al… Lo que Toron­to tiene que enten­der es que todo el mun­do debería sen­tirse inclu­i­do. Lo que a mí me hizo sen­tirme inte­gra­do fue pertenecer a una ban­da lati­na. El resto me hacía sen­tir exclu­i­do. A mí nadie me enseñó finan­zas, o cómo empren­der un nego­cio inmo­bil­iario, por ejem­p­lo. A mí me enseñaron a vender dro­gas, y que es así como vas a ten­er éxi­to. Todos estos tiro­teos en los que hay envuel­tos chicos están moti­va­dos por un esti­lo de vida que quieren man­ten­er, y para eso nece­si­tas dinero… Lo que hay que hac­er es enseñar a estos chicos otras for­mas de ganar ese dinero, enseñar­les a mon­tar un nego­cio, pro­por­cionarles becas y ayu­das para que puedan ganarse la vida hon­rada­mente. Si cuan­do yo tenía 19 años alguien me hubiera dado una ayu­da económi­ca para empezar un nego­cio, eso habría cam­bi­a­do mi vida. Si me hubier­an pro­por­ciona­do un men­tor que me hubiese acon­se­ja­do… Porque las habil­i­dades están ahí. Si eres bueno ven­di­en­do dro­gas, tam­bén serás bueno hacien­do nego­cios. Podría haber puesto toda esa energía en algo legí­ti­mo. Ten­emos que iden­ti­ficar quiénes son estos chicos, quienes son los más influyentes, y echarles una mano. Eso ayu­daría a resolver el problema.

¿Es tam­bién un prob­le­ma policial?

Pon­er más policías no es la solu­ción. Así no se ata­ca la raíz del prob­le­ma… Estos chicos no dis­paran porque sí. Han sido tes­ti­gos de algún tiro­teo, o les han dis­para­do a ellos, o tienen miedo, y entonces van y dis­paran ellos tam­bién, y matan a alguien. Ten­emos que encon­trar la man­era de sacar a esos chicos de esas situa­ciones de alto ries­go, lle­var­los a otros lugares, a otra ciu­dad, inclu­so. Si per­maneces en el mis­mo sitio donde está el prob­le­ma, no podrás evitarlo.

¿Qué planes tiene para el futuro?

La idea es seguir desar­rol­lan­do 25/7 Fit­ness, con el foco espe­cial­mente puesto en los jóvenes, y con­ver­tir­lo en un pro­gra­ma que incluya tam­bién una escuela de nego­cios. Lo bueno de este pro­gra­ma, en cualquier caso, es que es para todo el mun­do. Hay médi­cos y abo­ga­dos hacien­do ejer­ci­cio jun­to a antigu­os dro­ga­dic­tos. Porque se tra­ta de unir a la comu­nidad. Todos somos humanos.

¿Cómo se financia?

Todas nues­tras insta­la­ciones han sido finan­ciadas por donantes pri­va­dos. Recibi­mos mate­r­i­al que esta­ba acu­mu­lan­do pol­vo en sótanos de gente que ya no lo usaba.

¿Mantiene algún con­tac­to con Ecuador?

Claro que sí, ten­go allí mucha famil­ia, en Quito, en Cuen­ca, en Guayaquil… Y algún día voy a regre­sar. Yo nací aquí, pero Ecuador es mi país. Lo primero que haré cuan­do acabe el peri­o­do de lib­er­tad condi­cional será ir allí y estar dos meses en la playa con mis hijos.

Toronto y Vancouver, entre las cuatro ciudades del mundo con mayor burbuja inmobiliaria

Dos ciu­dades cana­di­ens­es, Toron­to y Van­cou­ver, se encuen­tran entre las cua­tro urbes del plan­e­ta con may­or bur­bu­ja inmo­bil­iaria, es decir, aque­l­las en las que los pre­cios de la vivien­da están más por enci­ma de lo que deberían, en fun­ción de parámet­ros como el salario local, lo que se ofrece en la vivien­da, el mer­ca­do de alquil­er o la deu­da hipote­caria. Toron­to, además, encabeza la lista de las ciu­dades en las que es may­or el ries­go de que esta bur­bu­ja vaya a peor, con un desajuste de pre­cios más grande inclu­so que el exis­tente en las ciu­dades tradi­cional­mente más caras en todos los rank­ings, como Lon­dres o Tokio.

Así lo pone de man­i­fiesto el Índice Glob­al de Bur­bu­ja Inmo­bil­iaria del ban­co de inver­sión suizo UBS, un informe anu­al de ref­er­en­cia para el sec­tor, cuya edi­ción de 2018 ha sido pub­li­ca­da esta sem­ana. Cada año, el ban­co anal­iza 20 ciu­dades de todo el mun­do con­sid­er­adas grandes cen­tros financieros, en una lista que incluye metrópo­lis como Nue­va York, Síd­ney, Sin­ga­pur, París, o Hong Kong, aparte de las men­cionadas Lon­dres y Tokio. En algu­nas de ellas el alquil­er es demasi­a­do caro; en otras, encon­trar una vivien­da es un autén­ti­co desafío para los extran­jeros. Todas tienen en común un coste de la vida sen­si­ble­mente may­or que el de sus áreas geográ­fi­cas cercanas.

Mapa y datos: UBS Glob­al Real Estate Bub­ble Index 2018. Pichar en la ima­gen para ampliarla.

El ránk­ing mundi­al de bur­bu­ja inmo­bil­iaria elab­o­ra­do por el ban­co para 2018 lo encabeza Hong Kong (Chi­na), segui­da de Múnich (Ale­ma­nia). En ter­cera posi­ción aparece Toron­to; después, Van­cou­ver, y a con­tin­uación, Lon­dres (Reino Unido) y Ams­ter­dam (Holan­da).

El ban­co otor­ga una puntación a cada ciu­dad anal­iza­da. Por deba­jo de –1,5 se con­sid­era un mer­ca­do deprim­i­do, es decir, aquel en el que hay más vende­dores que com­pradores, un exce­so de ofer­ta que se tra­duce en pre­cios gen­eral­mente más bajos. Entre –1,5 y –0,5 se con­sid­era un mer­ca­do infraval­o­rado, y entre –0,5 and 0,5, bien val­o­rado. Una pun­tuación may­or de 1,5 cor­re­sponde a un mer­ca­do sobreval­o­rado, una sitación en la que puede hablarse ya de bur­bu­ja, o, más exac­ta­mente de «alto ries­go de bur­bu­ja», ya que el ban­co define el tér­mi­no como «un sobre­pre­cio sus­tan­cial y sostenido de un acti­vo cuya exis­ten­cia no puede pro­barse has­ta que estal­la». Toron­to obtiene un 1,95; Van­cou­ver, un 1,92.

Uti­lizan­do los datos del informe, la CBC cal­culó que, en Toron­to, un tra­ba­jador alta­mente cual­fi­ca­do nece­si­taría seis años de salario para com­prar una casa a los pre­cios actuales, mien­tras que en Van­cou­ver el tiem­po sería de nueve años.

Ralentización en Toronto

Grá­fi­co: UBS Glob­al Real Estate Bubble.

La situación es algo mejor que el año pasa­do en el caso de Toron­to, no así en lo que respec­ta a Van­cou­ver. El informe de UBS señala que en la may­or ciu­dad de Colum­bia Británi­ca los pre­cios se han acel­er­a­do en una relación que alcan­za ya los dos dígi­tos. En Toron­to, sin embar­go, la dinámi­ca de subi­da se ha ralen­ti­za­do un poco. En ambas ciu­dades las val­o­raciones han ten­di­do al alza des­de los años noven­ta, sin que la cri­sis financiera con­sigu­iera mod­er­ar los precios.

Más en detalle, el informe indi­ca que, des­de «el fre­nesí alcista» de medi­a­dos del año pasa­do, cuan­do se batieron récords en el coste de la vivien­da, los pre­cios se han esta­bi­liza­do en Toron­to a lo largo de los últi­mos cua­tro cuatrimestres. Con­sideran­do el ajuste de la inflación, los pre­cios de la vivien­da son actual­mente un 50% más caros que hace cin­co años.

Según el ban­co, a este enfri­amien­to ha podi­do con­tribuir el Plan de Vivien­da Jus­ta imple­men­ta­do el año pasa­do, a través del cual se gravó con impuestos a las com­pras extran­jeras y a los aparta­men­tos vacantes, y se pusieron en mar­cha con­troles más estric­tos en el alquil­er. A ello se le unen la subi­da de los costes de las hipote­cas y una may­or difi­cul­tad a la hora de obten­er un prés­ta­mo, fac­tores que con­tribuyen a fre­nar la deman­da y, en con­se­cuen­cia, los pre­cios. El ban­co advierte, no obstante, que, a cor­to pla­zo, el debili­ta­mien­to del dólar cana­di­ense puede volver a atraer a inver­sores extran­jeros, lo que volvería a calen­tar el mercado.

De acuer­do con datos de la Jun­ta de Bienes Inmo­bil­iar­ios de Toron­to (Toron­to Real Estate Board), el pre­cio prome­dio de ven­ta de una casa en la región fue el pasa­do mes de agos­to de 765.270 dólares.

En gen­er­al, la ase­quibil­i­dad de la vivien­da en Canadá se encuen­tra en su peor momen­to en 28 años, tal y como refle­ja un informe elab­o­ra­do por los econ­o­mis­tas del Roy­al Bank of Cana­da (RBC), y dado a cono­cer este mis­mo viernes.

Según este estu­dio, el por­centa­je de ingre­sos que un hog­ar cana­di­ense medio nece­si­ta para poder cubrir los cos­tos deriva­dos de adquirir una vivien­da alcanzó el 53,9% en el segun­do trimestre de 2018. Se tra­ta del peor dato des­de 1990, cuan­do la pro­por­ción de los ingre­sos nece­saria para hac­er frente a los cos­tos de la propiedad era del 56%.

Los econ­o­mis­tas con­statan, eso sí, que la situación es espe­cial­mente pre­ocu­pante en las áreas de Toron­to, Vic­to­ria y, espe­cial­mente, Van­cou­ver, cuyos reg­istros empe­o­ran con­sid­er­able­mente la media nacional, pero mucho menos críti­ca en el resto del país.

Las claves de la contundente victoria de Doug Ford en Ontario

El líder del Par­tido Con­ser­vador Pro­gre­sista, Doug Ford, será el nue­vo pre­mier de Ontario tras ganar este jueves por may­oría abso­lu­ta las elec­ciones cel­e­bradas en la provin­cia. La con­tun­dente vic­to­ria de Ford, que logró un total de 76 escaños (49 más de los que tenían los con­ser­vadores), ha hecho saltar en peda­zos las predic­ciones de las encues­tas, que has­ta el últi­mo momen­to le situ­a­ban prác­ti­ca­mente empata­do con la can­di­da­ta del NDP, Andrea Hor­wath. Hor­wath, con 40 escaños, encabezará la oposi­ción ofi­cial gra­cias a sus buenos resul­ta­dos y a la deba­cle del Par­tido Lib­er­al, que pierde no solo el poder, después de 15 años en el gob­ier­no, sino tam­bién a su líder, Kath­leen Wynne. Tras obten­er tan solo siete escaños (el peor resul­ta­do de la his­to­ria para los lib­erales en la provin­cia), la has­ta aho­ra primera min­is­tra renun­ció a su car­go al frente del par­tido en la mis­ma noche elec­toral. La jor­na­da fue tam­bién históri­ca para los Verdes de Mike Schrein­er, cuya vic­to­ria en Guelph les per­mi­tirá sen­tarse por primera vez, con un escaño, en el Par­la­men­to de Queen’s Park.

La may­oría de los anal­is­tas políti­cos coin­ci­den en atribuir el tri­un­fo de Ford, naci­do en Eto­bi­coke hace 53 años, al hecho de que el can­dida­to con­ser­vador haya con­segui­do cap­i­talizar el deseo de cam­bio de una may­oría de votantes cas­ti­ga­dos por la mala situación económi­ca, cansa­dos del sta­tus quo lib­er­al, y opuestos, a menudo de un modo casi vis­cer­al, a una Kath­leen Wynne que, más allá de sus logros como pre­mier, nun­ca dis­frutó de altas cotas de pop­u­lar­i­dad ni supo dis­tan­cia­rse de los escán­da­los que pla­garon el gob­ier­no de su ante­cesor en el car­go, Dal­ton McGuin­ty. Una bue­na parte de los votos habrían provenido asimis­mo de elec­tores que, sin situ­arse espe­cial­mente a la derecha del espec­tro políti­co, no desea­ban cua­tro años más de gob­ier­no lib­er­al, pero tam­poco con­fían lo sufi­ciente en las prop­ues­tas, en teoría, más a la izquier­da, del NDP. En este sen­ti­do, es prob­a­ble que, una vez descar­ta­da la opción de Hor­wath, muchos votos hayan sido más con­tra Wynne que a favor de Ford.

La vic­to­ria de Ford puede ten­er que ver tam­bién con el hecho de que sea con­sid­er­a­do por muchos como una especie de out­sider en su par­tido. Así, es posi­ble inter­pre­tar los resul­ta­dos elec­torales más como un regre­so por la puer­ta grande de la lla­ma­da ‘Ford Nation’ y de sus val­ores (las prome­sas estrel­la de Ford giran invari­able­mente en torno a bajadas o elim­i­nación de impuestos, empezan­do por las demo­nizadas tasas medioam­bi­en­tales a las emi­siones de car­bono, un asun­to espe­cial­mente sen­si­ble para un sec­tor de la población tradi­cional­mente escép­ti­co con el cam­bio climáti­co), que como un vira­je de la provin­cia a los val­ores más clási­cos y orto­dox­os del Par­tido Con­ser­vador. No hay que olvi­dar que Ford cogió las rien­das del par­tido ape­nas el pasa­do mes de mar­zo, cuan­do los con­ser­vadores esta­ban descabeza­dos y en mitad de una grave cri­sis inter­na tras el escán­da­lo que provocó la reti­ra­da de su ante­ri­or líder, Patrick Brown.

Además de estos fac­tores estruc­turales, Ford ha cimen­ta­do su vic­to­ria en cin­co aspec­tos igual­mente impor­tantes: un men­saje sim­ple, pop­ulista y repeti­do una y otra vez («los impuestos nos están ahogan­do», «vamos a ayu­dar a las famil­ias que tra­ba­jan duro», «vamos a hac­er que el dinero se quede en vue­stros bol­sil­los» ); la ima­gen de un can­dida­to cer­cano a la gente y ale­ja­do de las ‘élites’ («uno de los nue­stros»);  guiños a los pequeños y medi­anos empre­sar­ios (con­gelación de la subi­da del salario mín­i­mo, reduc­ción de las tasas cor­po­ra­ti­vas, «Ontario vuelve a estar abier­to para los nego­cios»); con­ce­siones a los sec­tores más con­ser­vadores (elim­i­nación del temario esco­lar actu­al sobre edu­cación sex­u­al, vaguedad y ausen­cia de com­pro­misos con respec­to a la reg­u­lación del cannabis); y, sobre todo, un pro­gra­ma en el que no aca­ba de conc­re­tar de dónde va a sacar el dinero para finan­ciar sus prome­sas (además de bajar los impuestos, Ford ase­gu­ra que reducirá el pre­cio de la gasoli­na, el de la de la fac­tura de la elec­t­ri­ci­dad y has­ta el de la cerveza, y prom­ete elim­i­nar el déficit, a pesar de que se ha com­pro­meti­do a inver­tir miles de mil­lones de dólares en proyec­tos de trans­porte públi­co e infraestructuras).

Como señala a la CBC Myer Siemi­aty­c­ki, pro­fe­sor de cien­cias políti­cas en la Uni­ver­si­dad de Ryer­son, «Ford tenía un pro­duc­to muy sen­cil­lo, y lo ha esta­do ven­di­en­do más bara­to que nadie». Lo ha ven­di­do, además, aseso­ra­do por un efi­caz equipo de estrate­gas que, al man­ten­er bajo mín­i­mos las com­pare­cen­cias del líder con­ser­vador ante los medios, ha logra­do evi­tar muchas situa­ciones en las que el can­dida­to podría haber cometi­do errores o verse someti­do a pre­gun­tas incó­modas. Con las encues­tas de cara durante bue­na parte de la cam­paña, Ford entendió, además, que tam­poco era nece­sario cor­rer el ries­go de ser demasi­a­do pre­ciso acer­ca de sus prop­ues­tas y prome­sas, algo que prob­a­ble­mente habría dado muni­ción a los ataques de sus opo­nentes. Una vez que Wynne tiró la toal­la al recono­cer, a menos de una sem­ana de los comi­cios, que no tenía opciones, Ford solo tuvo que seguir apli­can­do su fór­mu­la unos días más.

Con este cóc­tel, Ford, a quien nadie augura­ba un futuro políti­co rel­e­vante hace tan solo unos meses, ha con­segui­do pasar pági­na, de momen­to, sobre los escán­da­los que pre­cedieron a su nom­i­nación como can­dida­to, sobre las acusa­ciones referi­das a su escasa preparación, sobre las dis­putas legales con su propia famil­ia que salieron a la luz en los últi­mos días de la cam­paña y, espe­cial­mente, sobre sus polémi­cos años en el Ayun­tamien­to de Toron­to, tan­to a la som­bra de su her­mano Rob durante el caóti­co gob­ier­no del fal­l­e­ci­do alcalde (a cuyo lega­do no dudó en rendir un emo­ciona­do trib­u­to en su dis­cur­so la noche elec­toral), como des­de su puesto como con­ce­jal, con sus pos­turas a favor de la pri­va­ti­zación de parte del ser­vi­cio de basur­as o de reducir el pre­supuesto de varias ofic­i­nas municipales.

En cualquier caso, y pese a tratarse de una vic­to­ria incues­tion­able, tam­poco se puede afir­mar que Ford haya arrasa­do por com­ple­to a sus rivales, como podría pen­sarse tras echar un vis­ta­zo rápi­do a la nue­va dis­tribu­ción de los escaños en Queen’s Park, o al mapa de los resul­ta­dos de los comi­cios en el área met­ro­pol­i­tana de Toron­to (el GTA), con ese gran mar azul en el que tan solo el corazón más urbani­ta de la ciu­dad emerge como una pequeña isla naran­ja y roja. Aparte del hundimien­to de los lib­erales, del escaño históri­co de los Verdes y de la evi­dente subi­da de los con­ser­vadores en el GTA y en muchos dis­tri­tos del mis­mo Toron­to, las elec­ciones han demostra­do tam­bién que una bue­na parte de Ontario con­fía en el NDP, y que sus opciones futuras de vic­to­ria son sól­i­das, espe­cial­mente si Ford no es capaz de cumplir sus promesas.

Los por­centa­jes del voto pop­u­lar (antes de aplicar la ley elec­toral que los tra­duce en escaños en el Par­la­men­to provin­cial) demues­tran que la ven­ta­ja de Ford, aún sien­do muy impor­tante, no ha sido tan abis­mal: los con­ser­vadores obtu­vieron el 40,63% de los votos; el NDP, el 33,69%; el Par­tido Lib­er­al, el 19,30%; y los Verdes, el 4,62%. Con estas cifras, alrede­dor del 56% de los votantes en Ontario siguen situán­dose en posi­ciones de izquier­da o cen­tro izquier­da, lo que, al mar­gen inclu­so de la evolu­ción de la economía, sin duda ten­drá con­se­cuen­cias en el caso de que el gob­ier­no de Ford opte por un manda­to de fuerte con­tenido con­ser­vador en el aspec­to más ide­ológi­co y cul­tur­al. Habrá que ver aho­ra si el Par­tido Lib­er­al es capaz de recon­stru­irse después de este duro golpe, y si la vet­er­ana Andrea Hor­wath, que nun­ca había esta­do tan cer­ca de la vic­to­ria, tiene áni­mo y energía para aguan­tar cua­tro años más, después de casi una déca­da al frente del Nue­vo Par­tido Democrático.

La obra de Banksy toma Toronto por partida doble… y con polémica

La Rata de Haight Street, de Banksy, expues­ta en Yorkville Vil­lage, en Toron­to. Foto: Lat­tin Magazine

La coin­ci­den­cia en Toron­to durante este mes de junio de dos exposi­ciones de la obra de Banksy es una mag­ní­fi­ca ocasión para ver ‘en direc­to’ las crea­ciones del míti­co artista calle­jero y activista británi­co, pero ha lev­an­ta­do tam­bién cier­ta polémi­ca. Por un lado, ningu­na de las dos mues­tras está autor­iza­da ofi­cial­mente por el artista; por otro, muchos fans del escur­ridi­zo y provo­cador mae­stro del sten­cil art, creador de emblemáti­cas imá­genes como la niña y el globo rojo en for­ma de corazón, los monos que un día dom­i­narán el mun­do, o los dos policías fun­di­dos en un tier­no beso, ven como mín­i­mo una con­tradic­ción que obras con­ce­bidas orig­i­nal­mente para ser con­tem­pladas en lugares públi­cos, en un espa­cio deter­mi­na­do y de for­ma gra­tui­ta, se exhiban fuera de con­tex­to y rodeadas de tien­das de lujo en un caso, o pagan­do una entra­da en el otro.

La primera exposi­ción, tit­u­la­da Sav­ing Banksy (Sal­van­do a Banksy), está com­pues­ta por una sola obra, una de las más emblemáti­cas del artista. Se tra­ta de la famosa Rata de Haight Street, cuyo orig­i­nal (es decir, la sec­ción del muro donde fue pin­ta­da orig­i­nal­mente, en San Fran­cis­co) puede verse has­ta el 11 de junio en el cen­tro com­er­cial de Yorkville Vil­lage, com­par­tien­do espa­cio con tien­das de mar­cas como Chanel, Tiffany o Prada.

La obra, eso sí, puede con­tem­plarse de for­ma gra­tui­ta, y en prin­ci­pio su exhibi­ción cumple las condi­ciones impues­tas por su ‘propi­etario’ (él se define más bien como «preser­vador») en todos los lugares que ha recor­ri­do ya la mues­tra (Mia­mi, Los Ánge­les, la propia San Fran­cis­co): además de ser gratis y de estar abier­ta al pub­li­co en gen­er­al, la exposi­ción debe pro­mover la impor­tan­cia del arte calle­jero y la ima­gen de la pin­tu­ra no puede ser comercializada.

La Rata de Haight Street fue pin­ta­da por Banksy en 2010 en el históri­co bar­rio de Haight and Ash­bury de San Fran­cis­co, durante las dos sem­anas que el artista estu­vo tra­ba­jan­do en las calles de la ciu­dad cal­i­for­ni­ana, con moti­vo del estreno de su doc­u­men­tal Exit Through the Gift Shop (nom­i­na­do al Óscar en 2011 a la mejor pelícu­la doc­u­men­tal, y ganador del Inde­pen­dent Spir­it Awards en 2010, tam­bién a la mejor pelícu­la doc­u­men­tal). Des­de la calle, los vian­dantes podían leer un men­saje («Aquí es donde mar­co la línea»), del que partía una línea roja has­ta el edi­fi­cio con­tiguo, donde esta­ba la pin­tu­ra de la rata en sí, soste­nien­do una especie de rotu­lador y atavi­a­da con una gor­ra que recuer­da a la del Che Guevara.

La gran may­oría de las obras que pin­tó Banksy durante aque­l­la estancia en San Fran­cis­co fueron bor­radas, bien por los propi­etar­ios de los inmue­bles donde las real­izó, bien por las autori­dades. La Rata, sin embar­go, sobre­vivió, y un colec­cionista de arte, Bri­an Greif, decidió sal­var­la. Para ello, Greif pagó 40.000 dólares. No para com­prar­la, pues téc­ni­ca­mente no esta­ba en ven­ta, sino para poder ‘arran­car­la’, y preser­var­la. De hecho, y a pesar de que Greif ha tenido ofer­tas de has­ta medio mil­lón de dólares por la pin­tu­ra, has­ta aho­ra las ha rec­haz­a­do todas, embar­cán­dose, en su lugar, en esta especie de exposi­ción itin­er­ante. En la mues­tra de Yorkville Vil­lage, que cualquiera puede ver y fotografi­ar sin pagar un dólar, la obra está acom­paña­da por pan­e­les explica­tivos y por otros tra­ba­jos rela­ciona­dos con el arte callejero.

La Rata de Haight Street es tam­bién el tema prin­ci­pal de un doc­u­men­tal, pro­duci­do por Net­flix y tit­u­la­do asimis­mo Sav­ing Banksy, en el que el debate sobre la exhibi­ción de arte calle­jero en con­tex­tos difer­entes a sus espa­cios orig­i­nales es, pre­cisa­mente, uno de los asun­tos fundamentales.

La segun­da exposi­ción es The Art of Banksy (el arte de Banksy), un gran even­to que lle­ga a Toron­to pre­ce­di­do de una potente cam­paña pub­lic­i­taria (los carte­les anun­cián­dola pueden verse des­de hace sem­anas en muchas de las prin­ci­pales avenidas de la ciu­dad), y que mostrará, por primera vez en Norteaméri­ca, más de 40 obras del artista, val­o­radas en unos 35 mil­lones de dólares.

La exposi­ción, no autor­iza­da tam­poco por el artista, ha sido comis­ari­a­da a par­tir de difer­entes colec­ciones pri­vadas por Steve Lazarides, exa­gente del pro­pio Banksy, con quien rompió pro­fe­sion­al­mente en el año 2009. En este caso, además, la entra­da no es gra­tui­ta. Cues­ta 35 dólares (32,50 para estu­di­antes y seniors).

The Art of Banksy podrá verse en el 213 de Ster­ling Road durante cua­tro sem­anas, tras haber pasa­do por ciu­dades como Mel­bourne, Ams­ter­dam, Tel Aviv, Auck­land y Berlín. La may­oría de las obras que for­man la mues­tra fueron expues­tas orig­i­nal­mente en algu­nas de las primeras exposi­ciones real­izadas por el artista a prin­ci­p­ios de los años 2000, entre ellas, Turf Wars (Lon­dres, 2003) y Bare­ly Legal (Los Ánge­les, 2006). La exposi­ción incluye obras emblemáti­cas como Girl and Bal­loon, Laugh Now o Flag Wall.

Activismo a pie de calle

Banksy, quien no ha apare­ci­do nun­ca en públi­co ni ha rev­e­la­do jamás su iden­ti­dad, es un pin­tor, artista calle­jero y activista social, con­sid­er­a­do uno de los grafiteros políti­cos más impor­tantes e influyentes del mundo.

Comen­zó su obra en las calles de Bris­tol (Reino Unido), su ciu­dad natal, entre 1992 y 1994, y en el año 2000 orga­nizó una exposi­ción en Lon­dres. Des­de entonces, sus pin­tadas han apare­ci­do en ciu­dades de todo el mun­do y en lugares de gran sig­nifi­cación políti­ca, como el muro con­stru­i­do por Israel en la Cisjor­da­nia ocupada.

Banksy es cono­ci­do asimis­mo por haberse intro­duci­do, dis­fraza­do, en famosos museos de todo el mun­do para col­gar algu­nas de sus obras de man­era clan­des­ti­na, incluyen­do la Tate Mod­ern y el Museo Británi­co, en Lon­dres, y el MOMA de Nue­va York.

En su obra mez­cla imá­genes de una gran car­ga sim­bóli­ca, jugan­do con el humor y recur­rien­do a menudo a los con­trastes y las con­tradic­ciones del sis­tema cap­i­tal­ista occi­den­tal, en la línea del movimien­to de denun­cia de la pub­li­ci­dad y el con­sum­is­mo encabeza­do por revis­tas como Adbusters.