El candidato republicano a la presidencia de EE UU y actual presidente, Donald Trump, y su rival demócrata, el ex vicepresidente Joe Biden, protagonizaron este jueves en la Universidad de Belmont, en Nashville (Tennessee), un segundo y último debate electoral menos caótico que el anterior cara a cara, pero en el que no faltaron, al igual que en el primer encuentro, graves acusaciones y duros intercambios dialécticos.
A la mayor fluidez contribuyó, sin duda, la medida implementada por los organizadores de silenciar el micrófono del candidato que no estaba en uso de la palabra durante los primeros minutos de la intervención de su rival, al principio de los distintos tramos, para evitar interrupciones. También, el hecho de que la moderadora, la periodista de la cadena NBC Kristen Welker, no llegara a perder del todo las riendas, como le ocurrió en el anterior debate a su colega de Fox News, Chris Wallace.
Los candidatos chocaron en todos los tramos, pero especialmente en los referidos a la inmigración y los menores indocumentados separados de sus familias, la gestión de la pandemia del coronavirus, el racismo, y el supuesto dinero que ambos se acusaron mutuamente de haber recibido de gobiernos extranjeros. Y China volvió a ocupar, como en el anterior encuentro, un lugar predominante.
Una vacuna «en semanas» frente a «un invierno oscuro»
El debate arrancó con la pandemia de COVID-19 sobre la mesa, una crisis sanitaria que este jueves se saldaba ya con 8.399.689 casos y 222.965 muertos en Estados Unidos.
Los dos candidatos dibujaron un panorama completamente diferente del reto al que se enfrenta el país. «Creo que habrá una vacuna dentro de semanas, y será distribuida muy rápido, está lista», aseguró Trump. Interpelado por la moderadora, el presidente reconoció, no obstante, que no tiene «garantías» de que la vacuna vaya a distribuirse en ese plazo, pero insistió en que cree que llegará «antes de que acabe el año», a pesar de que muchos científicos apuntan más bien a 2021.
Preguntado sobre cuál será la farmacéutica que lo conseguirá, Trump respondió: «Johnson&Johnson lo está haciendo muy bien, Moderna lo está haciendo muy bien, Pfizer lo está haciendo muy bien».
Por su parte, Biden acusó al presidente de no asumir «su responsabilidad» por el impacto de la pandemia en el país, y sentenció: «Cualquiera que sea responsable por tantas muertes no debería seguir siendo presidente».
«Estamos a punto de entrar en un invierno oscuro, y él no tiene un plan claro» para combatir la COVID-19, subrayó el candidato demócrata, a lo que Trump replicó: «[A Biden] le gusta meterse en un sótano y quedarse ahí, pero la gente no puede hacer eso, tenemos que aprender a vivir con ello. El 99% de la gente se recupera. No podemos cerrar la nación, tenemos que abrir las escuelas».
«Dice que estamos aprendiendo a vivir con esto, ¡increíble! Estamos aprendiendo a morir con esto», le respondió Biden.
El dinero de Rusia y los impuestos
Otro de los momentos tensos del debate se produjo cuando ambos se acusaron mutuamente de haber recibido dinero de gobiernos extranjeros, lo que los dos negaron.
Trump acusó a Biden de haber recibido dinero de Rusia, de haber puesto a su hijo Hunter en una compañía gasística ucraniana y de haber facilitado negocios para sus hermanos en sitios como Irak: «Joe consiguió 3,5 millones de dólares de Rusia y vinieron de Putin porque fue muy amigable con el exalcalde de Moscú, y fue la esposa del alcalde de Moscú [sic], y usted obtuvo 3,5 millones de dólares», dijo.
Biden, que negó haber recibido «ni un centavo» de gobiernos extranjeros, respondió que los negocios de su hijo en Ucrania fueron «éticos». «El tipo que se metió en problemas en Ucrania fue este [Trump], que intentó sobornar al Gobierno ucraniano para que dijera algo negativo sobre mí, lo que no hicieron», añadió el demócrata.
Biden aprovechó también para recordar que Trump «paga más impuestos en el extranjero que en Estados Unidos» y que tiene «una cuenta bancaria secreta en China». «Yo he publicado mis impuestos durante toda mi vida, algo que tú no has hecho, ¿por qué? Publica tus impuestos».
Trump replicó, sin presentar pruebas, que él ha «‘prepagado’ millones y millones de dólares en impuestos». Sobre la supuesta cuenta bancaria en China, el presidente alegó que estuvo activa entre 2013 y 2015 cuando estaba dedicado a negocios inmobiliarios.
La separación de familias inmigrantes, «criminal»
En el apartado dedicado a la inmigración, Biden, tachó de «criminal» la política de separación de familias inmigrantes sin papeles en la frontera, mientras que Trump defendió que su Gobierno «trata muy bien» a los 545 niños cuyos padres todavía no ha localizado después de implementar esa medida.
«Es algo criminal. Hace que seamos el hazmerreír del mundo y viola todo los conceptos de lo que somos como nación», dijo el demócrata. Trump respondió que su gobierno está «intentando muy en serio» localizar a los padres de esos menores, a pesar de que no es cierto que sea su Ejecutivo sino que los que lo hacen son abogados y grupos de derechos humanos.
«Los estamos tratando tan bien, están en instalaciones que son tan limpias», afirmó el presidente, en referencia a los niños separados de sus padres. «A los niños los han traído ‘coyotes’ [traficantes] y mala gente», agregó, algo que Biden rebatió de inmediato al insistir en que vinieron «con sus padres».
Trump, además, insultó a los indocumentados que, una vez dentro de EE UU, siguen la ley y se presentan ante los tribunales de inmigración: «Odio decirlo, pero los únicos que podrían aparecer son los que tienen el coeficiente intelectual más bajo», dijo.
«El menos racista de esta sala», «el más racista de la historia»
«Creo que tengo buenas relaciones con todo el mundo, soy la persona menos racista de esta sala», dijo Trump, en el bloque del cara a cara dedicado al racismo en el país. El presidente recordó asimismo que su rival fue el impulsor en el Senado de una ley del crimen en 1994 que provocó que «miles de afroamericanos terminasen entre rejas», y que él aprobó una reforma en el sentido contrario poco después de llegar al poder.
También afirmó que ha sido el presidente que «más ha hecho por la comunidad negra en la historia de Estados Unidos, con la posible excepción de Abraham Lincoln», quien abolió la esclavitud en 1863.
Biden, por su parte, repasó el historial de comentarios racistas de Trump y recordó que en 1989 abogó por la pena de muerte para un grupo de adolescentes afroamericanos conocidos como los «Central Park Five» que fueron acusados de un crimen que no cometieron.
«Nunca hemos respondido del todo a nuestro ideal de que todos somos creados iguales, pero siempre nos hemos movido hacia allí, paso a paso. Este es el primer presidente que ha parado eso, es el presidente más racista de la historia moderna de EE UU», dijo el demócrata.
«Mi propuesta presenta una oportunidad con la que ganarían los dos lados, una solución realista de dos Estados que resuelve el riesgo que suponía para la seguridad de Israel un Estado palestino». Así desvelaba este martes Donald Trump en la Casa Blanca su «acuerdo del siglo» para Israel y Palestina, en una solemne ceremonia en la que el presidente estadounidense apareció acompañado del primer ministro israelí en funciones, Benjamin Netanyahu, y en la que, significativamente, no hubo representación palestina alguna, ni de ningún otro mandatario internacional.
El acuerdo fue rechazado de inmediato y con vehemencia por el presidente palestino, Mahmud Abás (lo calificó como «la bofetada del siglo»), y también por las distintas facciones palestinas, en una poco habitual muestra de unidad. En las calles de Gaza y Cisjordania el anuncio fue recibido con airadas protestas, mientras que Amnistía Internacional señalaba que se trata de «un manual para más sufrimiento y abusos».
Esperado desde hace más de dos años, el plan se ha dado finalmente a conocer en un momento políticamente crucial, tanto para Trump como para Netanyahu. El primero busca ponerle un broche histórico a su política internacional y, según muchos analistas, desviar también el foco del juicio político (impeachment) al que está siendo sometido en el Senado; el segundo, imputado por fraude, cohecho y abuso de confianza en tres casos de corrupción, y candidato asimismo en los comicios generales que celebrará Israel en marzo (los terceros en menos de un año), recibe un espaldarazo fundamental de su principal y más poderoso socio, y prácticamente carta blanca para consolidar promesas electorales que hasta ahora eran consideradas problemáticas, como la anexión de las colonias en los territorios ocupados.
¿Cuáles son los principales puntos del acuerdo?
En esencia, el plan de Trump mantiene la llamada solución de los dos Estados, reconociendo el derecho palestino a tener uno, pero anteponiendo en cualquier caso la seguridad de Israel y dando por muertas las demarcaciones que aún reconoce la ONU. Para ello contempla cambios fronterizos que permitirían a Israel anexionarse parte de Cisjordania. También amplía el territorio palestino, pero lo fragmenta más aún, dejando dentro los asentamientos israelíes. Además, en uno de sus aspectos más polémicos, apuntala Jerusalén como «capital indivisible» de Israel y, en principio, de un futuro Estado palestino que se antoja inviable.
¿Quién lo ha negociado y cómo?
Uno de los principales artífices del plan es Jared Kushner, yerno de Trump y asesor del presidente. Kushner elaboró la hoja de ruta junto con el embajador estadounidense en Israel, David Friedman, y el ahora exenviado de la Casa Blanca para Oriente Medio, Jason Greenblatt.
El equipo hizo un primer amago de presentar su acuerdo hace dos años, pero acabó aplazándolo una y otra vez, alegando que quería esperar a contar con un gobierno estable en Israel, y esperando conseguir asimismo más apoyos de los países árabes. Mientras, Trump seguía haciendo gestos políticos hacia Netanyahu, como el reconocimiento por parte de Washington de la soberanía israelí sobre los Altos del Golán.
Los líderes palestinos se han negado a negociar en los términos previstos y, de hecho, no tienen contacto oficial con Washington desde que Trump reconoció a Jerusalén como capital de Israel en 2017.
¿En qué se diferencia de acuerdos anteriores?
El acuerdo presentado por Trump incluye nuevas propuestas referentes al trazado de fronteras entre Israel y los territorios ocupados, y concreta el estatus de Jerusalén, que en procesos de paz anteriores se había dejado siempre como uno de los puntos finales sobre los que llegar a un consenso, una vez que se hubiesen conseguido los demás objetivos.
Resucita además la solución de los dos Estados, que empezó a gestarse tras el reconocimiento mutuo entre Israel y la OLP en 1993, a través de los Acuerdos de Oslo de ese mismo año, pero que estaba enterrada en la práctica.
Trump argumentó este martes que su plan de paz es «diferente» al de sus predecesores porque contiene muchos más detalles «técnicos» de partida, con 80 páginas de propuestas. «Esta es la primera vez que Israel ha autorizado la publicación de un mapa conceptual que ilustra las concesiones territoriales que está dispuesto a hacer para conseguir la paz», subrayó.
Lo más novedoso, no obstante, quizá sea que, a diferencia de todos los demás acuerdos de paz negociados por Estados Unidos, la Casa Blanca no ha buscado esta vez la aprobación de Palestina antes de cerrar el plan, sino que le ha bastado la luz verde israelí.
¿Desde cuándo están estancadas las negociaciones?
El último plan de paz de Washington para la zona lo presentó Barack Obama en 2011, e incluía un Estado palestino basado en las fronteras previas a la Guerra de los Seis Días de 1967, «con intercambios de tierra acordados mutuamente», algo que Netanyahu rechazó.
Aunque hubo un intento, fallido, de retomar conversaciones directas entre palestinos e israelíes en 2010, la negociaciones están estancadas desde 2008, cuando Israel lanzó la operación Plomo Fundido en la franja de Gaza en respuesta al lanzamiento de cohetes por Hamás, una operación que dejó más de 1.400 palestinos muertos.
¿Cómo cambiarían las fronteras actuales con el plan de Trump, y cómo sería el Estado palestino?
La Casa Blanca señala que su plan «quiere lograr un reconocimiento mutuo del Estado de Israel como una nación-Estado para el pueblo judío y el futuro Estado de Palestina como el Estado-nación del pueblo palestino, con los mismos derechos civiles para todos los ciudadanos».
El mapa que marca muestra, no obstante, un Estado palestino hiperfragmentado a modo de archipiélago, con asentamientos israelíes en su interior, conectados con el Estado israelí a través de corredores que parten el territorio.
Asimismo, concede a Israel zonas al oeste del valle del río Jordán, situadas en Cisjordania, con lo que este área ocupada quedaría sin salida directa a Jordania, a la que estaría vinculada por dos carreteras que cruzarían territorio israelí. «El valle del Jordán, que es crítico para la seguridad nacional de Israel, estará bajo la soberanía de Israel», sentencia el texto. Se trata de una zona que constituye alrededor del 30% del territorio de Cisjordania, y su anexión es un reclamo histórico de la derecha israelí.
Cisjordania y Gaza estarían unidas a través de un túnel que las conectaría y que atravesaría Israel.
Según el plan, las nuevas fronteras garantizan una «expansión territorial» a los palestinos a través de territorios en el desierto del Negev, que supondrían un territorio «comparable en tamaño» al que controlaban antes de 1967.
Mapa del plan del gobierno estadounidense de Donald Trump para Israel y Palestina. Mapa: Presidencia de Estados Unidos
¿Qué pasaría con los asentamientos?
Los asentamientos israelíes existentes en Cisjordania (considerados ilegales por la legislación internacional) serían incorporados al Estado de Israel, que se comprometería a no construir nuevos asentamientos, expandir los existentes o aprobar planes para construcción en las zonas que serán parte del Estado de Palestino.
Israel no procederá a demoler estructuras existentes, una moratoria que no incluye «construcciones ilegales» ni aquellas que «supongan un riesgo de seguridad, según determine el Estado de Israel», o «demoliciones de castigo por actos de terrorismo».
Cerca del 97% de los israelíes en asentamientos en Cisjordania quedarían en territorio israelí adyacente, cifra similar para los palestinos en Cisjordania que quedarían en territorio palestino.
¿Y con Jerusalén?
La propuesta de la Casa Blanca reconoce a «Jerusalén como capital de Israel» y reitera que «debería permanecer como una ciudad íntegra».
Además, sostiene que Israel debe ser guardián de los lugares religiosos en Jerusalén, tanto judíos, como cristianos y musulmanes, y aboga por mantener el «estatus quo actual».
En cuanto a la capital del hipotético Estado palestino, el plan recoge que debería ubicarse en Jerusalén Este, concretamente, en «todas las zonas al este y el norte de las barreras de seguridad existentes, incluyendo Kafr Aqab, la parte este de Shuafat y Abu Dis», y que podría ser renombrada como Al Quds (como la denominan los árabes) o con otra denominación que decidan los palestinos.
Esto significa que la posible capital palestina se localizaría en barrios ubicados en las afueras de la Jerusalén actual.
¿Algún cambio sobre Gaza?
El plan recuerda que Gaza ha estado gobernada por el grupo islámico Hamás, al que describe como una «organización terrorista, responsable de asesinatos y ataques a miles de israelíes», y concede a Israel la soberanía de las aguas territoriales de la franja, al considerar que son vitales para la seguridad del Estado israelí.
Advierte además de que «no habrá mejoras significativas en Gaza hasta que haya un alto el fuego con Israel, una desmilitarización completa de la franja y una estructura de gobierno que permita a la comunidad internacional invertir de forma segura y cómoda» para mejorar su economía.
La iniciativa propone también que Israel ceda territorio a los palestinos cerca de Gaza, que pueden ser «áreas pobladas y no pobladas».
¿Quién se encargaría de la seguridad, y cómo?
Israel mantendría una «responsabilidad de seguridad predominante» del Estado de Palestina, con las fuerzas palestinas encargadas únicamente de la seguridad interna, de la lucha antiterrorista, la seguridad fronteriza y la respuesta a desastres.
Israel sería responsable de la seguridad en los cruces internacionales y, en el caso de Rafá, en la frontera con Egipto, se abordarían acuerdos específicos con El Cairo.
Además, Israel mantendría el control del espacio aéreo al oeste del río Jordán, mientras que la Armada israelí podría bloquear la entrega de «armas y materiales para la fabricación de materiales en el Estado de Palestina, incluida Gaza».
¿Podrían regresar los refugiados palestinos?
La iniciativa aborda uno de los temas más espinosos en unas hipotéticas negociaciones entre israelíes y palestinos: el derecho de retorno de los refugiados.
A ese respecto, y pese a lo que establece la resolución 194 de la ONU, el plan marca que «no habrá derecho de retorno, o absorción de ningún refugiado palestino en Israel».
Establece, no obstante, tres opciones para los refugiados palestinos que busquen un sitio permanente de residencia: «absorción» para aquellos registrados en la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA) en el futuro Estado palestino; integración en sus países actuales de acogida; o su reasentamiento en los países miembros de la Organización de Cooperación Islámica (OCI), que los acepten.
En ese sentido, el plan indica que «los hermanos árabes tienen la responsabilidad moral de integrar a los refugiados en sus territorios del mismo modo que los judíos fueron integrados en el Estado de Israel».
¿Qué limitaciones tendría el nuevo Estado palestino
Entre otras, Palestina no podría alcanzar acuerdos militares, de Inteligencia o seguridad con ningún Estado u organización que «afecte de forma adversa la seguridad de Israel» ni podrá desarrollar capacidades «militares o paramilitares» dentro o fuera de su territorio.
Tampoco podría unirse a organizaciones internacionales sin el consentimiento de Israel, y debería retirar sus demandas contra Israel, EE UU y los ciudadanos de estos países ante el TPI, la CIJ o cualquier otro tribunal, así como no recurrir a Interpol contra ellos.
Así, el nuevo estado no podría tener «capacidades que puedan amenazar al Estado de Israel», mientras que Israel tendría derecho a «desmantelar o destruir» instalaciones utilizadas para producir armas o con «propósitos hostiles», así como para adoptar medidas de seguridad para mantener Palestina «desmilitarizada».
¿Recoge el plan alguna demanda palestina?
Según declaró a Efe el experto de la Universidad George Washington Nizar Farsakh, antiguo asesor del ex primer ministro palestino Salam Fayad y miembro en el pasado del equipo negociador palestino, cuando se lee el plan, «si se compara con la postura palestina publicada en la página web del Departamento de Estado, es exactamente lo opuesto a lo que los palestinos piden».
Trump prometió a los palestinos una inversión de 50.000 millones de dólares para duplicar su PIB y crear un millón de empleos, pero exigió a cambio un alto el fuego con Israel, cambios en su estructura de Gobierno y la desmilitarización de Gaza.
¿Hay un plazo para negociar?
Aunque Abás ya ha dicho «mil veces no» a la propuesta, Trump le ha dado cuatro años para superar sus reservas y sentarse a la mesa de negociación, y el Gobierno israelí ha indicado asimismo que está dispuesto a esperar ese tiempo.
¿Cómo ha reaccionado la comunidad internacional?
La ONU seguirá defendiendo una solución al conflicto que pase por la creación de dos Estados basados en las fronteras previas a 1967, según dijo este mismo martes el secretario general de la organización, António Guterres.
Entre los países árabes, Egipto llamó a Israel y Palestina a considerar «a fondo» el plan de Trump, y aplaudió los esfuerzos de Washington para lograr un acuerdo «amplio y justo». En una línea semejante se expresó Arabia Saudí, valorando positivamente los esfuerzos de EE UU y reafirmando su «apoyo a lograr una solución justa y completa al conflicto palestino».
Rusia considera que el plan debe ser analizado por el llamado Cuarteto de Madrid, formado por EE UU, la ONU, la UE y la propia Rusia, mientras que Irán afirmó que el acuerdo busca «humillar» a los musulmanes, y que «está muerto» antes de ver la luz. Es un plan que «nace muerto», indicó igualmente el Gobierno de Turquía.
El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, afirmó por su parte que el plan de paz «podría ser un paso positivo hacia adelante», y la Unión Europea señaló, a través de su Alto Representante para Política Exterior y Seguridad Común, Josep Borrell, que la propuesta «supone una oportunidad para relanzar los muy necesarios esfuerzos» para lograr un acuerdo.
El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, afirmó por su parte que el plan de paz «podría ser un paso positivo hacia adelante», y la Unión Europea señaló, a través de su Alto Representante para Política Exterior y Seguridad Común, Josep Borrell, que la propuesta «supone una oportunidad para relanzar los muy necesarios esfuerzos» para lograr un acuerdo.
«Llamaba para saber si tenés algún problema con la fotocopiadora»… Durante varios días estuve imitando lo mejor que pude a Diego Armando Maradona, encajado en el cubículo de un centro de atención telefónica de Toronto dirigido a clientes de Latinoamérica. El motivo no era una desmesurada admiración por el astro argentino, sino algo bastante menos romántico. El inconfundible acento de Maradona fue, a saber por qué, lo único que me vino a la cabeza en la primera llamada, y pareció dar el pego, algo esencial teniendo en cuenta que, nada más llegar, me habían dejado claro que mi español era «muy de España», que los clientes «prefieren el español latino», y que lo mismo íbamos a tener un problema. No me explicaron por qué, pero imagino que la sensación de cercanía que se supone que teníamos que dar quedaba algo diluida si la llamada parecía proceder del otro lado del charco (aunque, en realidad, estuviésemos en Canadá). «No hay problema», contesté. Al final sí que lo hubo, pero eso es otra historia.
En Canadá en general, y en Toronto, la ciudad más multicultural del planeta según la ONU, en particular, se escucha mucho español. No tanto, desde luego, como en Estados Unidos, pero cada vez más. Y el español que se escucha es, aunque solo sea por las obvias razones de la geografía, el español de Latinoamérica. Los latinos (una denominación no demasiado específica en la que se incluyen, en general, los hispanohablantes del continente americano) representan actualmente en torno al 1,3% de la población total canadiense. Según el último censo oficial del país, de 2017, eso supone cerca de medio millón de personas que se identifican a sí mismas como latinoamericanos, con el principal origen en México, seguido de cerca por Colombia y, a mayor distancia, por El Salvador, Perú, Chile, Venezuela y Argentina, en ese orden.
Mientras, en 2018 había exactamente 16.787 españoles registrados como residentes en Canadá, de acuerdo con datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística. La cifra no incluye a turistas ni a estudiantes, que, sobre todo en verano, elevan considerablemente la cantidad de zetas, vosotros y pretéritos perfectos que puede uno cazar en el metro, pero aun así, no hay color.
Todo esto tiene un reflejo inevitable en el español que se enseña aquí, al menos en lo que respecta a las academias privadas, en la mayoría de las cuales la norma no escrita es dar preponderancia a las variantes latinoamericanas del castellano, o, al menos, a cierto español latino estándar, ya que, al igual que en la Península, también en este lado del Atlántico son muchos los españoles que se hablan.
Aparte del hecho de que la comunidad hispanohablante en Canadá sea mayoritariamente latina, Javier Aizersztein, director del Spanish Centre, la mayor academia de español del país, da otras dos razones por las que en sus escuelas se deja de lado el español europeo: «Por un lado, las conexiones más importantes de Canadá son norte-sur, y la gente que quiere aprender español lo necesita, a menudo, para hacer negocios con México, Chile, Perú, Argentina, el Caribe… Pocas veces con España. Por otro, hay que pensar también en los destinos de los canadienses cuando se van de vacaciones: Cuba, México…». «Se opta por un español muy genérico: no enseñamos el vosotros, pero tampoco el vos», aclara.
Conviene no olvidar, en cualquier caso, que de los alrededor de 500 millones de hablantes nativos de español que hay en el mundo, solo unos 46 millones usan el español de España.
El mundo universitario es, sin embargo, más flexible. Actualmente se imparten 76 titulaciones en el área de Lengua y Literatura españolas en 42 universidades de Canadá, y el español se enseña como lengua internacional en prácticamente cada una de las 94 universidades canadienses. Yolanda Iglesias, profesora asociada en el Departamento de Español de la Universidad de Toronto (la que tiene más alumnos del país), explica que en esta institución «no hay sesgo» a la hora de enseñar el idioma: «Cada profesor es libre de enseñar la variante que quiera, y a los alumnos, por supuesto, no se les corrige si usan una u otra», señala. «Muchas veces terminamos enseñando las dos, tampoco hay tantas diferencias», añade. De hecho, su departamento ha editado recientemente un trabajo en el que se comparan varios textos escritos en las diferentes modalidades de la lengua. «Muy enriquecedor», indica Iglesias.
Conseguir un puesto como profesor en la Universidad de Toronto tal vez sea más complicado que encontrar empleo en un centro de telemarketing (o, mejor, telemercadeo), pero al menos no tendría que imitar a Maradona.
Publicado en el No. 4 de la revista Archiletras (julio-septiembre 2019)
Latin America’s economy will improve this year, but its growth is still weak and vulnerable to the volatile global scenario, according to the report The Latin American Economic Outlook 2019: Development in Transition, presented on Wednesday in Buenos Aires by the United Nations Economic Commission for Latin America and the Caribbean (ECLAC – CEPAL), CAF – Development Bank of Latin America, and the Organization for Economic Cooperation and Development (OECD), in cooperation with the European Commission.
«We continue to face very strong tasks, such as access to capital markets and meager growth. The region has not managed to take off yet,» said CEPAL Executive Secretary, Alicia Bárcena, when presenting the report in the Argentine capital.
The conclusions of this report are on the table of discussions of the second United Nations High Level Conference on South-South Cooperation (PABA + 40), which began also this Wednesday in Buenos Aires.
According to CEPAL’s projections, Latin America’s gross domestic product (GDP) grew by 1.2% in 2018, slowing slightly compared to 1.3% in 2017, and is expected to advance this year by 1.7%. But, despite that predicted improvement, the report warns that growth «remains weak» and with very heterogeneous realities between countries.
Volatile global context
According to the document, since 2011 GDP growth has been lower than the rates reached in the mid-2000’s, and the current and expected growth has been «insufficient» to close the income gaps.
The region is also «vulnerable» in a complicated global context: global growth is expected to experience a «soft landing» in 2019–2020, and global trade will slow down further, with a decrease in commodity prices.
The external context, warns the report, is «volatile» and could include a global financial «hardening» and an increase in trade tensions between the United States and China that could «derail» the economic recovery in Latin America.
«We finished the tailwind of the super-cycle of the commodities’ of 2014–2015 and, to grow back to the highest rates, we need a reform agenda that seeks to increase productivity,» said Pablo Sanguinetti, from CAF.
On the other hand, «insufficient» economic growth in Latin America is holding back the reduction of poverty and inequality, with poverty and indigence rates similar to the ones registered in 2016.
«Around 40% of Latin Americans run the risk of falling back into poverty,» warned Neven Mimica, European Commissioner for International Cooperation and Development. «We have informal jobs and poor social protection,» he added.
GDP growth in Latin America and the Caribbean. Source: OCDE/CAF/CEPAL, IMF (2018), World Economic Outlook (April 2018, July 201 8update).
Four challenges
The report identifies four «pitfalls» or «challenges» of development that results from combining the weaknesses of long data with new problems, as countries move forward in their respective development paths.
The first one is social vulnerability. As Mimica highlihted, 40% of Latin American’s population is currently at risk of falling back into poverty. This «vulnerable middle class» is caught in a vicious cycle of low-quality jobs, poor skills and volatile income, according to the report.
The second one is low labour productivity, with output per worker remaining stuck at 40% of that of the European Union for the last 30 years.
Low trust in institutions is the third development trap. Around 64% of Latin-Americans express no confidence in their own government, more than 1/3 are not satisfied with the education available in their country and more than 1/2 are not happy with the health care they receive.
Finally, the region faces important environmental threats. Latin America, which holds 40% of the planet’s biodiversity and has one of the world’s lowest ecological footprints, withstands the worst of collective global inaction. The Caribbean’s exposure to surging natural disasters is, according to the report, a stark example.
«Inclusive multilateralism»
«Escaping those four traps demands vigorous reforms. Stronger public capacities and public-private dialogue are necessary to identify policy priorities and co-ordinate across ministries by adopting and implementing a new generation of national development plans”, said Alicia Bárcena.
The OECD Development Centre, ECLAC, CAF and the EU call upon Latin American governments to «take a leading role in promoting a renewed and inclusive multilateralism that helps achieve the 2030 Agenda for Sustainable Development.»
«The region is fertile ground to shift to such a new international co-operation paradigm in an effort to overcome the development traps it faces,” said Mario Pezzini, Director of the OECD Development Centre and Special Advisor of the OECD Secretary-General on Development.
Latin America and the Caribbean «should be at the forefront for rethinking international co-operation,» according to the Latin American Economic Outlook (LEO) 2019.
Situada a orillas del río Spanish, y a solo 40 kilómetros de otra población llamada también Spanish, la remota localidad de Espanola, en la provincia canadiense de Ontario, no conserva, sin embargo, ni una huella de su supuesto pasado español más allá de su nombre, un nombre que ni siquiera ha logrado mantener la eñe en su denominación oficial.
La actual Espanola, con sus cerca de 5.000 habitantes (el tamaño de Chinchón, en Madrid), es un tranquilo pueblo cerca del lago Hurón, en una espectacular zona boscosa que alberga hasta dos parques naturales; una pequeña localidad en una región a la que no llegaron jamás, que se sepa, los conquistadores españoles, y en la que tampoco existe hoy, ni existió en el pasado, ninguna comunidad relevante de emigrados que justifique su peculiar toponimia.
A falta de documentos oficiales o crónicas contrastadas, para dar con el origen de su nombre no hay más remedio que acudir a la leyenda, una leyenda cuyo único testimonio escrito lo recogió en el libro Espanola on the Spanish, publicado en 1989, George R. Morrison, un veterano de la Segunda Guerra Mundial, empleado forestal, profesor en el instituto local y apasionado por la historia de su pueblo, que falleció en 2005 a los 85 años.
Según Morrison, a mediados del siglo XVII exploradores de la Primera Nación Ojibwa, uno de los grupos étnicos originarios de Canadá más importantes, partieron hacia el sur desde la desembocadura del río Spanish, cerca de la actual Sudbury, en dirección a lo que hoy en día es Estados Unidos. Tras una larga marcha, el grupo consiguió adentrarse en una zona que formaba parte por entonces de las pertenencias españolas en América del Norte (el Virreinato de Nueva España llegó a abarcar, además de México y las Antillas, los actuales Nuevo México, Arizona, Texas, California, Nevada, Florida, Utah, Luisiana, Wyoming, Kansas, Oklahoma y parte de Colorado).
A partir de ahí, la leyenda entronca con otras historias de asimilación, mestizaje e intercambios, libres o forzados, que tanto han inspirado a la literatura y el cine, desde Un hombre llamado caballo a Bailando con lobos. Según el relato, los indígenas regresaron de su viaje trayendo consigo «una mujer blanca que hablaba español». Esta «española» acabó casándose con uno de los jefes locales y enseñó a sus hijos a hablar castellano. Con el tiempo, otros miembros de la comunidad aprendieron también algunas palabras… Cuando, décadas más tarde, expedicionarios franceses (probablemente Coureurs des bois, como se conocía en Nueva Francia a los primeros comerciantes de pieles) llegaron a este asentamiento, descubrieron sorprendidos que muchos de los nativos utilizaban con normalidad expresiones españolas. Los franceses decidieron llamar al lugar Espagnole, y el nombre acabó convirtiéndose en Espanola cuando, tras el Tratado de París de 1763, los británicos se hicieron con la totalidad de Ontario. El río que atraviesa el territorio pasó a denominarse, a su vez, Spanish River (Río Español).
La moderna Espanola, sin embargo, no se fundaría hasta principios del siglo XX, cuando, aprovechando la abundante madera de la zona y los recursos del río, una filial de la Mead Corporation abrió una fábrica de pulpa y papel en el lugar y levantó un campamento para sus empleados. El pueblo creció rápidamente y pronto se convirtió en un destacable centro urbano con un hotel, una escuela y hasta un teatro. De esta época, la ciudad guarda, no obstante, un triste recuerdo. El 21 de enero de 1910, un tren de pasajeros de la Canadian Pacific Railway descarriló a 10 kilómetros al este de Espanola, y uno de los vagones cayó a las aguas heladas del río. Murieron 43 personas, en el que sigue siendo uno de los peores accidentes en la historia de la compañía ferroviaria.
La Gran Depresión de los años treinta se llevó por delante la fábrica, convirtiendo Espanola en una ciudad fantasma, pero durante la Segunda Guerra Mundial la localidad albergó un campo de prisioneros alemanes, y eso volvió a situarla en el mapa. En 1946 la ya extinta Kalamazoo Vegetable Parchment Company reabrió la factoría y, diez años después, Espanola se constituyó legalmente como ciudad. La fábrica, que pertenece actualmente a Domtar, una empresa líder en producción de papel, sigue siendo la principal fuente de empleo de la localidad. Como en muchas otras ciudades de Ontario, el nombre de la población puede verse escrito en grandes letras sobre la superficie del depósito de agua cuya enorme altura domina el paisaje: Espanola, sin eñe, como un homenaje fallido al empeño por que no se perdiera la lengua de sus padres de una mujer que existió hace siglos… O no.
Publicado en el No. 1 de la revista Archiletras (octubre-diciembre 2018)
El astronauta Stephen K. Robinson, en el Canadarm de la Estación Espacial Internacional, el 3 de agosto de 2005. Foto: NASA / Dominio Público
El 20 de noviembre de 1998, hace ahora 20 años, dio comienzo una aventura científica que es también uno de los mayores ejemplos de cooperación internacional de la historia. Ese día fue lanzado el módulo ruso Zaryá, con el que se puso en funcionamiento la Estación Espacial Internacional (EEI), una miniciudad científica que desde entonces orbita a unos 400 kilómetros de la Tierra, operada por la Agencia Espacial Europea (ESA), la estadounidense NASA, la rusa Roscosmos, la japonesa JAXA y la canadiense CSA. Es la mayor infraestructura que los humanos han lanzado jamás al espacio, ha estado habitada ininterrumpidamente desde 2000, y desde 2001 está equipada con un sofisticado ingenio tecnológico conocido como Canadarm (o, más exactamente, Canadarm2), un gran ‘brazo’ mecánico que ayuda a realizar tareas en el exterior de la nave, y que fue concebido y desarrollado en Canadá.
Canadarm2 es el heredero mejorado y más avanzado de Canadarm, otro brazo mecánico canadiense que fue utilizado en los transbordadores espaciales, y que fue retirado finalmente en julio de 2011 tras más de 90 misiones. Fue diseñado y fabricado por MDA Space Missions (llamada anteriormente MD Robotics), para el programa de la contribución de la Agencia Espacial Canadiense (CSA, por sus siglas en inglés) a la Estación Espacial Internacional. En 2013 el Banco de Canadá lo incorporó como ilustración en el reverso de los billetes de 5 dólares.
Denominado en su conjunto Sistema Móvil de Mantenimiento (Mobile Servicing System, MSS), y más conocido por el nombre de su componente principal (Canadarm2), este sistema robotizado asociado a la EEI tiene un importante papel en el ensamblaje y el mantenimiento de la estación, mueve equipos y suministros, ayuda en el exterior a los astronautas en sus tareas de investigación, mantenimiento y reparación, y revisa cargas e instrumentos.
El MSS se mueve a lo largo de unos raíles y está formado por tres componentes principales: el brazo robótico llamado Manipulador Remoto de la Estación Espacial (SSRMS, por sus siglas en inglés), el Servicio Remoto Móvil del Sistema Base (MBS), y el Manipulador Diestro de Propósito Especial (SPDM), también llamado Dextre o Canada Hand.
Para asistir a los astronautas en el exterior de la Estación, el sistema tiene espacios designados para guardar herramientas y equipos, limitadores de pies, pasamanos y puntos de amarre de seguridad, así como una cámara de ensamblaje. Si se necesita, es incluso posible para un astronauta subirse al MBS mientras se desplaza por los raíles del armazón.
En cuanto al Dextre, la llamada ‘mano canadiense’, se trata de un pequeño robot de dos manos capaz de llevar a cabo delicadas tareas de ensamblaje que al principio eran realizadas por los astronautas durante los paseos espaciales. Tras llevarse a cabo diversas pruebas en cámaras de simulación espacial en el Laboratorio David Florida de la Agencia Espacial Canadiense en Ottawa, este manipulador fue lanzado el 11 de marzo de 2008 con la expedición STS-123.
Cuando está totalmente extendido, Canadarm2 tiene una longitud de 17.6 metros. El brazo posee siete articulaciones (un ‘codo’ en el medio y tres articulaciones rotatorias que están, a su vez, articuladas), y su peso total es de 1.800 kilos, con un diámetro de 35 centímetros. Canadarm2 puede sostener cargas de hasta 116.000 kilos, y fue capaz de prestar asistencia en el acoplamiento del transbordador espacial a la Estación Internacional.
Canadienses en el espacio
Chris Hadfield, tocando la guitarra y cantando desde la Estación Espacial Internacional. Foto: CSA
El próximo será David Saint-Jacques, quien a partir del 3 de diciembre de 2018 se convertirá en el tercer canadiense en llevar a cabo una misión de larga duración en la EEI, donde permanecerá un total de seis meses y medio, hasta junio de 2019, como parte de la Expedición 58.
Canadá ha llevado a cabo más de 20 estudios científicos en la Estación Espacial Internacional, entre ellos, algunos dedicados a estudiar los efectos del viaje espacial en los cuerpos de los astronautas antes de emprender viajes más largos en nuestro sistema solar.
Los astronautas canadienses Julie Payette y Robert Thirsk hicieron historia el 17 de julio de 2009 al convertirse en los primeros canadienses en encontrarse en el espacio. Foto: NASA
Con tan solo 19 años, José Vivar, un joven de origen ecuatoriano nacido en Toronto, estaba ya al mando de los LA Boys (Latino Americos Boys), una pandilla que por entonces controlaba buena parte del tráfico de drogas en la ciudad. En 2002 fue acusado de asesinato en primer grado tras la muerte a tiros en un bar de un miembro de una pandilla rival. Fue absuelto.
Cinco años después, en 2007, la Policía de Toronto puso en marcha la operación Cheddar, con Vivar (apodado «Cheesie») como principal objetivo. En la redada en la que le detuvieron, los agentes se incautaron de 10 kilos de cocaína, una gran cantidad de éxtasis y marihuana, seis armas de fuego (entre ellas, el modelo favorito de Sadam Husein), 300 cartuchos de munición y 130.000 dólares en metálico. Le condenaron a diez años y cuatro meses en el correccional federal de Bath and Collins Bay (la «escuela de gladiadores», como lo llama él), en Kingston.
Durante su estancia en prisión, Vivar decide dar un giro a su vida. Comienza a hacer ejercicio, diseña un programa de entrenamiento «al estilo carcelario» y obtiene un certificado de instrucctor de fitness. Se convierte, incluso, en columnista regular de un diario local, el Kingston Whig-Standard. Tras cumplir ocho años y medio de sentencia, obtiene la libertad condicional por buena conducta (no tendrá la libertad completa hasta 2022).
Es entonces cuando pone en práctica su proyecto, y funda 25/7 Fitness – Prison Pump, una organización sin ánimo de lucro dedicada a promover la gimnasia y el ejercicio físico, a través de clases semanales gratuitas y accesibles, y de programas para jovenes.
Sin embargo, a primera hora de la mañana del 30 de julio de 2016, su vida vuelve a dar un vuelco. Durante una clase al aire libre en el parque de Christie Pits, en Toronto, un sicario le dispara cinco balas a bocajarro, en frente de sus alumnos. Milagrosamente, Vivar sobrevive.
Tras recuperarse en el hospital, Vivar es trasladado a un lugar seguro, lejos de Toronto. Allí continúa dirigiendo Prison Pump y, finalmente, logra abrir un gimnasio en Sudbury, actividad que combina con su ambición de convertirse en un orador inspiracional (llegó a ser semifinalista en el concurso internacional de oradores Toastmasters).
Su historia, con él mismo como protagonista, la cuenta en detalle el documental Prison Pump, dirigido por Gary Lange, producido por Ed Barreveld, y recién estrenado en la CBC: «Antes de conocerle —cuenta el director—, José Vivar no contaba precisamente con mi simpatía. Era un líder pandillero, un narcotraficante, un hombre cuya vida había estado definida por la violencia. Vendía cocaína a los chicos de mi barrio. Llevaba un arma desde los 13 años… José sabe que no puede cambiar su pasado, pero también le atormentan las pérdidas que ha sufrido como consecuencia de sus decisiones. No pudo ver crecer a sus hijos [Vivar tiene dos, uno de 12 años y otro de 17], y no solo destrozó a sus padres, sino que también puso sus vidas en peligro. Además, los amigos en los que más confiaba acabaron dándole la espalda y convertidos en informantes de la policía. Ahora intenta desesperadamente cambiar su vida, pero sabe que el camino hacia la redención no es un camino fácil».
Con motivo de la promoción del documental, José Vivar ha estado estos días en Toronto, donde habló con Lattin Magazine.
¿Qué le pasa por la cabeza al volver a Toronto?
Toronto es mi casa. Yo nací aquí. Mis padres vinieron en 1974, yo nací en el 81… He pasado aquí toda mi vida. Pero ahora que tengo experiencias en otras ciudades, Toronto es demasiado grande, demasiada gente. Yo quiero vivir una vida en paz, y a veces creo que Toronto no me puede dar esa paz. Pero siempre voy a tenerla en mi corazón. Mi familia está aquí, mi papá, mi mamá y mi hijo de doce años viven aquí.
¿Ha sido difícil adaptarse a la vida en una ciudad pequeña?
Sí, pero lo prefiero. A veces me aburro, pero eso me está permitiendo aprender nuevas cosas. Ahora leo, me concentro en escribir, camino, paseo con mi perrito… Es una vida completamente diferente. Estoy también escribiendo un libro con The Globe and Mail, The Lure of the Gun, donde cuento mis experiencias con las armas.
¿Cómo se sintió al revivir su pasado durante la filmación del documental?
No fue fácil, pero es una historia que quería contar. La gente tiene que saber cómo es ese tipo de vida, tiene que saber que es real, que no es solo algo de las películas.
En una de las escenas recrea incluso, con todo detalle, el momento en que le dispararon…
Yo siempre supe que iba a pasar. Cuando me dispararon, pensé: «ya está, está pasando»… Por supuesto que fue horrible. Pero mi mantra es convertir lo negativo en positivo. Todo lo que me ha pasado en la vida no solo me ha hecho más fuerte a mí mismo, sino que puede inspirar también a otras personas. En el pasado he liderado a gente de la forma equivocada. Esta es mi oportunidad de hacerlo correctamente.
El ataque se produjo cuando usted ya había empezado a cambiar su vida. ¿Cómo reaccionó?
Al principio fue como si me arrastraran de vuelta a todo ese mundo. Cuando me dispararon, lo único en lo que podía pensar era en vengarme. Tengo que acabar con estos tipos antes de que ellos acaben conmigo… Pero para entonces había puesto ya tanto esfuerzo en vivir de otro modo que no podía permitirme pensar de esa manera. Aún así, sigo luchando con esos demonios cada día. Estuve metido en esa vida durante décadas… Esta es la verdadera prueba. Ahora hay mucha gente que depende de mí y a la que no puedo fallar. Mis dos hijos… Ellos son mi motor. Tengo que hacer lo correcto. Y es posible cambiar.
¿Recibió algún tipo de ayuda en prisión?
Es uno de los problemas del sistema penitenciario. Porque en una situación así tienes que pedir ayuda, y yo tuve la suerte de tener a guardias, y después, oficiales en la libertad condicional, que estuvieron dispuestos a trabajar conmigo, y a hacerme ver la vida con otros ojos. Pero hay muchos que no tienen esa oportunidad. Y son esos los que vuelven a la calle, los que no confían en el sistema, los que vuelven a meterse en problemas.
Usted cuenta que no creció en un ambiente familiar problemático, o de falta de recursos económicos. ¿Qué le llevó a unirse a una banda en su adolescencia?
Por supuesto que tuve la posibilidad de no hacerlo… Pero me daban palizas los hispanos, los portugueses, los italianos… Tenía que tomar una decisión. No podía acudir a mi padre, un ecuatoriano de la vieja escuela, que me habría dicho que lo que tenía que hacer era defenderme. Tampoco podía decir: «vámonos a otra zona», porque no habría sido aceptable… Unirme a una banda fue, para mí, un modo de enfrentarme al trauma que había vivido antes. Después, claro, cuando estás en la banda experimentas más trauma, un trauma que no es muy diferente al que se vive en las guerras, en Irak… Es una guerra urbana. Y luego, más trauma aún en prisión. Mucha gente no es capaz de gestionar todo eso. Yo tuve la suerte de contar con buenos consejeros y psicólogos en la cárcel.
Un documental como este significa volver a estar expuesto. ¿Es un riesgo?
Sí, pero también me ha abierto muchas puertas. Tengo que buscar una manera de ganarme la vida, y esta es, para mí, la forma de hacerlo. Es también la forma de devolver lo que he recibido de la comunidad.
Este está siendo un año especialmente duro en Toronto, con un nivel de violencia desconocido en la ciudad desde hace mucho…
La situación es realmente mala. Es un problema cultural… Lo que Toronto tiene que entender es que todo el mundo debería sentirse incluido. Lo que a mí me hizo sentirme integrado fue pertenecer a una banda latina. El resto me hacía sentir excluido. A mí nadie me enseñó finanzas, o cómo emprender un negocio inmobiliario, por ejemplo. A mí me enseñaron a vender drogas, y que es así como vas a tener éxito. Todos estos tiroteos en los que hay envueltos chicos están motivados por un estilo de vida que quieren mantener, y para eso necesitas dinero… Lo que hay que hacer es enseñar a estos chicos otras formas de ganar ese dinero, enseñarles a montar un negocio, proporcionarles becas y ayudas para que puedan ganarse la vida honradamente. Si cuando yo tenía 19 años alguien me hubiera dado una ayuda económica para empezar un negocio, eso habría cambiado mi vida. Si me hubieran proporcionado un mentor que me hubiese aconsejado… Porque las habilidades están ahí. Si eres bueno vendiendo drogas, tambén serás bueno haciendo negocios. Podría haber puesto toda esa energía en algo legítimo. Tenemos que identificar quiénes son estos chicos, quienes son los más influyentes, y echarles una mano. Eso ayudaría a resolver el problema.
¿Es también un problema policial?
Poner más policías no es la solución. Así no se ataca la raíz del problema… Estos chicos no disparan porque sí. Han sido testigos de algún tiroteo, o les han disparado a ellos, o tienen miedo, y entonces van y disparan ellos también, y matan a alguien. Tenemos que encontrar la manera de sacar a esos chicos de esas situaciones de alto riesgo, llevarlos a otros lugares, a otra ciudad, incluso. Si permaneces en el mismo sitio donde está el problema, no podrás evitarlo.
¿Qué planes tiene para el futuro?
La idea es seguir desarrollando 25/7 Fitness, con el foco especialmente puesto en los jóvenes, y convertirlo en un programa que incluya también una escuela de negocios. Lo bueno de este programa, en cualquier caso, es que es para todo el mundo. Hay médicos y abogados haciendo ejercicio junto a antiguos drogadictos. Porque se trata de unir a la comunidad. Todos somos humanos.
¿Cómo se financia?
Todas nuestras instalaciones han sido financiadas por donantes privados. Recibimos material que estaba acumulando polvo en sótanos de gente que ya no lo usaba.
¿Mantiene algún contacto con Ecuador?
Claro que sí, tengo allí mucha familia, en Quito, en Cuenca, en Guayaquil… Y algún día voy a regresar. Yo nací aquí, pero Ecuador es mi país. Lo primero que haré cuando acabe el periodo de libertad condicional será ir allí y estar dos meses en la playa con mis hijos.
Dos ciudades canadienses, Toronto y Vancouver, se encuentran entre las cuatro urbes del planeta con mayor burbuja inmobiliaria, es decir, aquellas en las que los precios de la vivienda están más por encima de lo que deberían, en función de parámetros como el salario local, lo que se ofrece en la vivienda, el mercado de alquiler o la deuda hipotecaria. Toronto, además, encabeza la lista de las ciudades en las que es mayor el riesgo de que esta burbuja vaya a peor, con un desajuste de precios más grande incluso que el existente en las ciudades tradicionalmente más caras en todos los rankings, como Londres o Tokio.
Así lo pone de manifiesto el Índice Global de Burbuja Inmobiliaria del banco de inversión suizo UBS, un informe anual de referencia para el sector, cuya edición de 2018 ha sido publicada esta semana. Cada año, el banco analiza 20 ciudades de todo el mundo consideradas grandes centros financieros, en una lista que incluye metrópolis como Nueva York, Sídney, Singapur, París, o Hong Kong, aparte de las mencionadas Londres y Tokio. En algunas de ellas el alquiler es demasiado caro; en otras, encontrar una vivienda es un auténtico desafío para los extranjeros. Todas tienen en común un coste de la vida sensiblemente mayor que el de sus áreas geográficas cercanas.
Mapa y datos: UBS Global Real Estate Bubble Index 2018. Pichar en la imagen para ampliarla.
El ránking mundial de burbuja inmobiliaria elaborado por el banco para 2018 lo encabeza Hong Kong (China), seguida de Múnich (Alemania). En tercera posición aparece Toronto; después, Vancouver, y a continuación, Londres (Reino Unido) y Amsterdam (Holanda).
El banco otorga una puntación a cada ciudad analizada. Por debajo de –1,5 se considera un mercado deprimido, es decir, aquel en el que hay más vendedores que compradores, un exceso de oferta que se traduce en precios generalmente más bajos. Entre –1,5 y –0,5 se considera un mercado infravalorado, y entre –0,5 and 0,5, bien valorado. Una puntuación mayor de 1,5 corresponde a un mercado sobrevalorado, una sitación en la que puede hablarse ya de burbuja, o, más exactamente de «alto riesgo de burbuja», ya que el banco define el término como «un sobreprecio sustancial y sostenido de un activo cuya existencia no puede probarse hasta que estalla». Toronto obtiene un 1,95; Vancouver, un 1,92.
Utilizando los datos del informe, la CBC calculó que, en Toronto, un trabajador altamente cualficado necesitaría seis años de salario para comprar una casa a los precios actuales, mientras que en Vancouver el tiempo sería de nueve años.
Ralentización en Toronto
Gráfico: UBS Global Real Estate Bubble.
La situación es algo mejor que el año pasado en el caso de Toronto, no así en lo que respecta a Vancouver. El informe de UBS señala que en la mayor ciudad de Columbia Británica los precios se han acelerado en una relación que alcanza ya los dos dígitos. En Toronto, sin embargo, la dinámica de subida se ha ralentizado un poco. En ambas ciudades las valoraciones han tendido al alza desde los años noventa, sin que la crisis financiera consiguiera moderar los precios.
Más en detalle, el informe indica que, desde «el frenesí alcista» de mediados del año pasado, cuando se batieron récords en el coste de la vivienda, los precios se han estabilizado en Toronto a lo largo de los últimos cuatro cuatrimestres. Considerando el ajuste de la inflación, los precios de la vivienda son actualmente un 50% más caros que hace cinco años.
Según el banco, a este enfriamiento ha podido contribuir el Plan de Vivienda Justa implementado el año pasado, a través del cual se gravó con impuestos a las compras extranjeras y a los apartamentos vacantes, y se pusieron en marcha controles más estrictos en el alquiler. A ello se le unen la subida de los costes de las hipotecas y una mayor dificultad a la hora de obtener un préstamo, factores que contribuyen a frenar la demanda y, en consecuencia, los precios. El banco advierte, no obstante, que, a corto plazo, el debilitamiento del dólar canadiense puede volver a atraer a inversores extranjeros, lo que volvería a calentar el mercado.
De acuerdo con datos de la Junta de Bienes Inmobiliarios de Toronto (Toronto Real Estate Board), el precio promedio de venta de una casa en la región fue el pasado mes de agosto de 765.270 dólares.
En general, la asequibilidad de la vivienda en Canadá se encuentra en su peor momento en 28 años, tal y como refleja un informe elaborado por los economistas del Royal Bank of Canada (RBC), y dado a conocer este mismo viernes.
Según este estudio, el porcentaje de ingresos que un hogar canadiense medio necesita para poder cubrir los costos derivados de adquirir una vivienda alcanzó el 53,9% en el segundo trimestre de 2018. Se trata del peor dato desde 1990, cuando la proporción de los ingresos necesaria para hacer frente a los costos de la propiedad era del 56%.
Los economistas constatan, eso sí, que la situación es especialmente preocupante en las áreas de Toronto, Victoria y, especialmente, Vancouver, cuyos registros empeoran considerablemente la media nacional, pero mucho menos crítica en el resto del país.
El líder del Partido Conservador Progresista, Doug Ford, será el nuevo premier de Ontario tras ganar este jueves por mayoría absoluta las elecciones celebradas en la provincia. La contundente victoria de Ford, que logró un total de 76 escaños (49 más de los que tenían los conservadores), ha hecho saltar en pedazos las predicciones de las encuestas, que hasta el último momento le situaban prácticamente empatado con la candidata del NDP, Andrea Horwath. Horwath, con 40 escaños, encabezará la oposición oficial gracias a sus buenos resultados y a la debacle del Partido Liberal, que pierde no solo el poder, después de 15 años en el gobierno, sino también a su líder, Kathleen Wynne. Tras obtener tan solo siete escaños (el peor resultado de la historia para los liberales en la provincia), la hasta ahora primera ministra renunció a su cargo al frente del partido en la misma noche electoral. La jornada fue también histórica para los Verdes de Mike Schreiner, cuya victoria en Guelph les permitirá sentarse por primera vez, con un escaño, en el Parlamento de Queen’s Park.
La mayoría de los analistas políticos coinciden en atribuir el triunfo de Ford, nacido en Etobicoke hace 53 años, al hecho de que el candidato conservador haya conseguido capitalizar el deseo de cambio de una mayoría de votantes castigados por la mala situación económica, cansados del status quo liberal, y opuestos, a menudo de un modo casi visceral, a una Kathleen Wynne que, más allá de sus logros como premier, nunca disfrutó de altas cotas de popularidad ni supo distanciarse de los escándalos que plagaron el gobierno de su antecesor en el cargo, Dalton McGuinty. Una buena parte de los votos habrían provenido asimismo de electores que, sin situarse especialmente a la derecha del espectro político, no deseaban cuatro años más de gobierno liberal, pero tampoco confían lo suficiente en las propuestas, en teoría, más a la izquierda, del NDP. En este sentido, es probable que, una vez descartada la opción de Horwath, muchos votos hayan sido más contra Wynne que a favor de Ford.
La victoria de Ford puede tener que ver también con el hecho de que sea considerado por muchos como una especie de outsider en su partido. Así, es posible interpretar los resultados electorales más como un regreso por la puerta grande de la llamada ‘Ford Nation’ y de sus valores (las promesas estrella de Ford giran invariablemente en torno a bajadas o eliminación de impuestos, empezando por las demonizadas tasas medioambientales a las emisiones de carbono, un asunto especialmente sensible para un sector de la población tradicionalmente escéptico con el cambio climático), que como un viraje de la provincia a los valores más clásicos y ortodoxos del Partido Conservador. No hay que olvidar que Ford cogió las riendas del partido apenas el pasado mes de marzo, cuando los conservadores estaban descabezados y en mitad de una grave crisis interna tras el escándalo que provocó la retirada de su anterior líder, Patrick Brown.
Además de estos factores estructurales, Ford ha cimentado su victoria en cinco aspectos igualmente importantes: un mensaje simple, populista y repetido una y otra vez («los impuestos nos están ahogando», «vamos a ayudar a las familias que trabajan duro», «vamos a hacer que el dinero se quede en vuestros bolsillos» ); la imagen de un candidato cercano a la gente y alejado de las ‘élites’ («uno de los nuestros»); guiños a los pequeños y medianos empresarios (congelación de la subida del salario mínimo, reducción de las tasas corporativas, «Ontario vuelve a estar abierto para los negocios»); concesiones a los sectores más conservadores (eliminación del temario escolar actual sobre educación sexual, vaguedad y ausencia de compromisos con respecto a la regulación del cannabis); y, sobre todo, un programa en el que no acaba de concretar de dónde va a sacar el dinero para financiar sus promesas (además de bajar los impuestos, Ford asegura que reducirá el precio de la gasolina, el de la de la factura de la electricidad y hasta el de la cerveza, y promete eliminar el déficit, a pesar de que se ha comprometido a invertir miles de millones de dólares en proyectos de transporte público e infraestructuras).
Como señala a la CBC Myer Siemiatycki, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Ryerson, «Ford tenía un producto muy sencillo, y lo ha estado vendiendo más barato que nadie». Lo ha vendido, además, asesorado por un eficaz equipo de estrategas que, al mantener bajo mínimos las comparecencias del líder conservador ante los medios, ha logrado evitar muchas situaciones en las que el candidato podría haber cometido errores o verse sometido a preguntas incómodas. Con las encuestas de cara durante buena parte de la campaña, Ford entendió, además, que tampoco era necesario correr el riesgo de ser demasiado preciso acerca de sus propuestas y promesas, algo que probablemente habría dado munición a los ataques de sus oponentes. Una vez que Wynne tiró la toalla al reconocer, a menos de una semana de los comicios, que no tenía opciones, Ford solo tuvo que seguir aplicando su fórmula unos días más.
Con este cóctel, Ford, a quien nadie auguraba un futuro político relevante hace tan solo unos meses, ha conseguido pasar página, de momento, sobre los escándalos que precedieron a su nominación como candidato, sobre las acusaciones referidas a su escasa preparación, sobre las disputas legales con su propia familia que salieron a la luz en los últimos días de la campaña y, especialmente, sobre sus polémicos años en el Ayuntamiento de Toronto, tanto a la sombra de su hermano Rob durante el caótico gobierno del fallecido alcalde (a cuyo legado no dudó en rendir un emocionado tributo en su discurso la noche electoral), como desde su puesto como concejal, con sus posturas a favor de la privatización de parte del servicio de basuras o de reducir el presupuesto de varias oficinas municipales.
En cualquier caso, y pese a tratarse de una victoria incuestionable, tampoco se puede afirmar que Ford haya arrasado por completo a sus rivales, como podría pensarse tras echar un vistazo rápido a la nueva distribución de los escaños en Queen’s Park, o al mapa de los resultados de los comicios en el área metropolitana de Toronto (el GTA), con ese gran mar azul en el que tan solo el corazón más urbanita de la ciudad emerge como una pequeña isla naranja y roja. Aparte del hundimiento de los liberales, del escaño histórico de los Verdes y de la evidente subida de los conservadores en el GTA y en muchos distritos del mismo Toronto, las elecciones han demostrado también que una buena parte de Ontario confía en el NDP, y que sus opciones futuras de victoria son sólidas, especialmente si Ford no es capaz de cumplir sus promesas.
Los porcentajes del voto popular (antes de aplicar la ley electoral que los traduce en escaños en el Parlamento provincial) demuestran que la ventaja de Ford, aún siendo muy importante, no ha sido tan abismal: los conservadores obtuvieron el 40,63% de los votos; el NDP, el 33,69%; el Partido Liberal, el 19,30%; y los Verdes, el 4,62%. Con estas cifras, alrededor del 56% de los votantes en Ontario siguen situándose en posiciones de izquierda o centro izquierda, lo que, al margen incluso de la evolución de la economía, sin duda tendrá consecuencias en el caso de que el gobierno de Ford opte por un mandato de fuerte contenido conservador en el aspecto más ideológico y cultural. Habrá que ver ahora si el Partido Liberal es capaz de reconstruirse después de este duro golpe, y si la veterana Andrea Horwath, que nunca había estado tan cerca de la victoria, tiene ánimo y energía para aguantar cuatro años más, después de casi una década al frente del Nuevo Partido Democrático.
La Rata de Haight Street, de Banksy, expuesta en Yorkville Village, en Toronto. Foto: Lattin Magazine
La coincidencia en Toronto durante este mes de junio de dos exposiciones de la obra de Banksy es una magnífica ocasión para ver ‘en directo’ las creaciones del mítico artista callejero y activista británico, pero ha levantado también cierta polémica. Por un lado, ninguna de las dos muestras está autorizada oficialmente por el artista; por otro, muchos fans del escurridizo y provocador maestro del stencil art, creador de emblemáticas imágenes como la niña y el globo rojo en forma de corazón, los monos que un día dominarán el mundo, o los dos policías fundidos en un tierno beso, ven como mínimo una contradicción que obras concebidas originalmente para ser contempladas en lugares públicos, en un espacio determinado y de forma gratuita, se exhiban fuera de contexto y rodeadas de tiendas de lujo en un caso, o pagando una entrada en el otro.
La primera exposición, titulada Saving Banksy (Salvando a Banksy), está compuesta por una sola obra, una de las más emblemáticas del artista. Se trata de la famosa Rata de Haight Street, cuyo original (es decir, la sección del muro donde fue pintada originalmente, en San Francisco) puede verse hasta el 11 de junio en el centro comercial de Yorkville Village, compartiendo espacio con tiendas de marcas como Chanel, Tiffany o Prada.
La obra, eso sí, puede contemplarse de forma gratuita, y en principio su exhibición cumple las condiciones impuestas por su ‘propietario’ (él se define más bien como «preservador») en todos los lugares que ha recorrido ya la muestra (Miami, Los Ángeles, la propia San Francisco): además de ser gratis y de estar abierta al publico en general, la exposición debe promover la importancia del arte callejero y la imagen de la pintura no puede ser comercializada.
La Rata de Haight Street fue pintada por Banksy en 2010 en el histórico barrio de Haight and Ashbury de San Francisco, durante las dos semanas que el artista estuvo trabajando en las calles de la ciudad californiana, con motivo del estreno de su documental Exit Through the Gift Shop (nominado al Óscar en 2011 a la mejor película documental, y ganador del Independent Spirit Awards en 2010, también a la mejor película documental). Desde la calle, los viandantes podían leer un mensaje («Aquí es donde marco la línea»), del que partía una línea roja hasta el edificio contiguo, donde estaba la pintura de la rata en sí, sosteniendo una especie de rotulador y ataviada con una gorra que recuerda a la del Che Guevara.
La gran mayoría de las obras que pintó Banksy durante aquella estancia en San Francisco fueron borradas, bien por los propietarios de los inmuebles donde las realizó, bien por las autoridades. La Rata, sin embargo, sobrevivió, y un coleccionista de arte, Brian Greif, decidió salvarla. Para ello, Greif pagó 40.000 dólares. No para comprarla, pues técnicamente no estaba en venta, sino para poder ‘arrancarla’, y preservarla. De hecho, y a pesar de que Greif ha tenido ofertas de hasta medio millón de dólares por la pintura, hasta ahora las ha rechazado todas, embarcándose, en su lugar, en esta especie de exposición itinerante. En la muestra de Yorkville Village, que cualquiera puede ver y fotografiar sin pagar un dólar, la obra está acompañada por paneles explicativos y por otros trabajos relacionados con el arte callejero.
La Rata de Haight Street es también el tema principal de un documental, producido por Netflix y titulado asimismo Saving Banksy, en el que el debate sobre la exhibición de arte callejero en contextos diferentes a sus espacios originales es, precisamente, uno de los asuntos fundamentales.
La segunda exposición es The Art of Banksy (el arte de Banksy), un gran evento que llega a Toronto precedido de una potente campaña publicitaria (los carteles anunciándola pueden verse desde hace semanas en muchas de las principales avenidas de la ciudad), y que mostrará, por primera vez en Norteamérica, más de 40 obras del artista, valoradas en unos 35 millones de dólares.
La exposición, no autorizada tampoco por el artista, ha sido comisariada a partir de diferentes colecciones privadas por Steve Lazarides, exagente del propio Banksy, con quien rompió profesionalmente en el año 2009. En este caso, además, la entrada no es gratuita. Cuesta 35 dólares (32,50 para estudiantes y seniors).
The Art of Banksy podrá verse en el 213 de Sterling Road durante cuatro semanas, tras haber pasado por ciudades como Melbourne, Amsterdam, Tel Aviv, Auckland y Berlín. La mayoría de las obras que forman la muestra fueron expuestas originalmente en algunas de las primeras exposiciones realizadas por el artista a principios de los años 2000, entre ellas, Turf Wars (Londres, 2003) y Barely Legal (Los Ángeles, 2006). La exposición incluye obras emblemáticas como Girl and Balloon, Laugh NowoFlag Wall.
Activismo a pie de calle
Banksy, quien no ha aparecido nunca en público ni ha revelado jamás su identidad, es un pintor, artista callejero y activista social, considerado uno de los grafiteros políticos más importantes e influyentes del mundo.
Comenzó su obra en las calles de Bristol (Reino Unido), su ciudad natal, entre 1992 y 1994, y en el año 2000 organizó una exposición en Londres. Desde entonces, sus pintadas han aparecido en ciudades de todo el mundo y en lugares de gran significación política, como el muro construido por Israel en la Cisjordania ocupada.
Banksy es conocido asimismo por haberse introducido, disfrazado, en famosos museos de todo el mundo para colgar algunas de sus obras de manera clandestina, incluyendo la Tate Modern y el Museo Británico, en Londres, y el MOMA de Nueva York.
En su obra mezcla imágenes de una gran carga simbólica, jugando con el humor y recurriendo a menudo a los contrastes y las contradicciones del sistema capitalista occidental, en la línea del movimiento de denuncia de la publicidad y el consumismo encabezado por revistas como Adbusters.