Elecciones legislativas en EE UU: por qué son cruciales, qué está en juego y cómo llegan republicanos y demócratas

Miguel Máiquez, 7/11/2022

Esta­dos Unidos cel­e­bra este martes día 8 elec­ciones leg­isla­ti­vas, unos comi­cios que decidirán la nue­va com­posi­ción de las dos cámaras del Con­gre­so (la Cámara de Rep­re­sen­tantes, o Cámara Baja; y el Sena­do, o Cámara Alta), y que deter­mi­narán por tan­to el mar­gen de man­io­bra que ten­drá Joe Biden durante el resto de su actu­al pres­i­den­cia. Las leg­isla­ti­vas se cel­e­bran cada dos años, por lo que tienen lugar a medio manda­to. Son con­sid­er­adas por ello, además, una opor­tu­nidad para que los votantes se pro­nun­cien, aunque sea indi­rec­ta­mente, sobre la labor presidencial.

En 36 esta­dos se cel­e­brarán además vota­ciones para ele­gir gob­er­nadores y sec­re­tar­ios estatales. Estos últi­mos son los encar­ga­dos de rat­i­ficar el recuen­to de votos en las elec­ciones pres­i­den­ciales, una labor cru­cial, a la vista de lo ocur­ri­do en los últi­mos comicios.

Biden lle­va sem­anas inten­tan­do con­vencer a los votantes de que estas serán unas elec­ciones deci­si­vas en temas clave como el abor­to, las armas o el mat­ri­mo­nio igual­i­tario, sobre los que ha prometi­do leg­is­lar a niv­el fed­er­al si logra con­seguir may­orías sufi­cientes en el Con­gre­so. «Estas son las elec­ciones de medio manda­to más impor­tantes de nues­tras vidas. Y eso no es una hipér­bole. Van a dar for­ma a cómo será este país durante la próx­i­ma déca­da o más. No es una bro­ma», dijo el pres­i­dente hace una sem­ana, al votar por ade­lan­ta­do en Delaware, su esta­do natal.

El pres­i­dente ha lle­ga­do a decir, varias veces, que «la democ­ra­cia está en peli­gro», durante una cam­paña que tan­to el actu­al man­datario como su ante­cesor, Don­ald Trump, han con­ver­tido en una especie de con­tin­uación de los comi­cios de 2020, y en un ade­lan­to de lo que puede pasar en los de 2024. 

Biden ha arremeti­do con­tra los can­didatos apoy­a­dos por Trump —a los que lla­ma «repub­li­canos MAGA», acrón­i­mo de «Make Amer­i­ca Great Again» (Hag­amos a Esta­dos Unidos grande de nue­vo), el eslo­gan de cam­paña y de la pres­i­den­cia de Trump— y ha definido los comi­cios como «una batal­la por el alma» de EE UU.

«Esta es una elec­ción entre dos visiones difer­entes de Esta­dos Unidos», dijo Biden este domin­go en Filadelfia, durante un mitin mul­ti­tu­di­nario en el que apare­ció jun­to al expres­i­dente Barack Oba­ma, y en el que el men­saje prin­ci­pal fue pedir a los ciu­dadanos que voten. Unos 36 mil­lones de per­sonas ya lo han hecho por ade­lan­ta­do, pero los demócratas nece­si­tan lograr una alta par­tic­i­pación para ganar las batal­las claves.

Trump, vivito y coleando

Por su parte, Trump, que sigue sien­do el líder de Par­tido Repub­li­cano, ha juga­do durante la cam­paña un papel cuya inten­si­dad no tiene prác­ti­ca­mente precedentes. 

Históri­ca­mente, los expres­i­dentes sue­len adop­tar un per­fil políti­co bajo tras dejar la Casa Blan­ca. Trump, sin embar­go, sigue sin recono­cer su der­ro­ta frente a Biden, ha con­tin­u­a­do pro­pa­gan­do sus men­ti­ras sobre fraude elec­toral, ha recau­da­do mil­lones de dólares para los can­didatos que le son fieles y, lo más impor­tante, ha ido dejan­do cada vez más claras sus inten­ciones, ade­lan­tan­do que «muy prob­a­ble­mente» volverá a ser can­dida­to en las pres­i­den­ciales de 2024.

Estas elec­ciones serán, además, las primeras que cel­e­bra el país des­de el asalto al Capi­to­lio del 6 de enero de 2021, cuan­do una tur­ba de seguidores de Trump irrumpió en el Con­gre­so para impedir que se rat­i­ficara la vic­to­ria de Biden. Es una heri­da que aún no ha acaba­do de cica­trizar, en un con­tex­to en el que se ha dis­para­do la polar­ización ideológica.

A medi­a­dos de octubre, el grupo de exper­tos Soufan Group alerta­ba en un informe sobre la posi­bil­i­dad de un nue­vo estal­li­do de vio­len­cia políti­ca durante estas elec­ciones leg­isla­ti­vas, debido a la situación de «hiper­par­tidis­mo» que, señal­a­ban, atraviesa el país, ali­men­ta­do en par­tic­u­lar por redes sociales de ultra­derecha. Este esta­do de crispación alcanzó su máx­i­ma expre­sión en el ataque sufri­do el 28 de ese mes por Paul Pelosi, el esposo de la pres­i­den­ta de la Cámara de Rep­re­sen­tantes, la demócra­ta Nan­cy Pelosi.

Soufan describió la situación actu­al como resul­ta­do de mul­ti­tud de temas de dis­cor­dia entre demócratas y repub­li­canos durante los dos primeros años de la admin­is­tración Biden, incluyen­do la históri­ca decisión del con­ser­vador Tri­bunal Supre­mo con­tra el abor­to, la lucha con­tra la pan­demia, la cri­sis económi­ca deriva­da de la guer­ra de Ucra­nia (en espe­cial la subi­da de la inflación), los pro­ce­sos judi­ciales con­tra los par­tic­i­pantes en el asalto al Capi­to­lio, o la inves­ti­gación abier­ta con­tra Trump.

En este con­tex­to se ha vuel­to espe­cial­mente com­pli­ca­do lle­gar a pactos que hagan posi­ble que una for­ma­ción apruebe nuevas leyes, a menos que ostente tan­to la pres­i­den­cia como el lid­er­az­go de las dos cámaras.

Así, si los repub­li­canos recu­per­an el poder leg­isla­ti­vo pueden obsta­c­ulizar los inten­tos de la Admin­is­tración demócra­ta de Biden de sacar ade­lante nuevas prop­ues­tas. Ya han avisa­do de que se plantean uti­lizar una poten­cial may­oría para impul­sar una avalan­cha de inves­ti­ga­ciones, entre ellas una sobre las razones del reg­istro de la man­sión de Trump en Flori­da, y no descar­tan inclu­so la pues­ta en mar­cha de un juicio políti­co (impeach­ment) con­tra el actu­al presidente.

Qué está en juego

La Cámara de Rep­re­sen­tantes se renue­va ínte­gra­mente cada dos años. Sus 435 escaños se reparten en fun­ción de la población de cada uno de los esta­dos (Cal­i­for­nia, el más pobla­do, cuen­ta con 52 con­gre­sis­tas; Wyoming, el de menos habi­tantes, con solo uno).

Actual­mente, los demócratas con­trolan este órgano leg­isla­ti­vo gra­cias a sus 220 escaños, ocho más que los repub­li­canos, lo que per­mite al par­tido de Biden apro­bar sin prob­le­mas cualquier proyec­to, o inclu­so impul­sar ini­cia­ti­vas como la inves­ti­gación por el asalto al Capi­to­lio.

El Sena­do, por su parte, se renue­va por ter­cios, con dos escaños por esta­do, inde­pen­di­en­te­mente de su población. Cada senador obtiene un manda­to de seis años y, en esta ocasión, están en juego 35 escaños proce­dentes de un total de 34 estados.

La Cámara Alta, que tiene entre sus com­pe­ten­cias avalar o tum­bar car­gos públi­cos o jue­ces nom­bra­dos por el pres­i­dente, está actual­mente divi­di­da, con 50 escaños para cada uno de los dos grandes par­tidos. Sin embar­go, téc­ni­ca­mente, está con­tro­la­da por los demócratas, ya que el voto de desem­pate recae en la Pres­i­den­cia del Sena­do, ejer­ci­da por la ‘número dos’ de Biden, la vicepres­i­den­ta del país, Kamala Harris.

Con­tro­lar al menos una de las cámaras es clave para cualquiera de los dos grandes par­tidos, ya que per­mite pro­mover una agen­da leg­isla­ti­va propia u obsta­c­ulizar la del con­trario. El pres­i­dente, no obstante, tiene mar­gen para pro­mul­gar o vetar las leyes que ema­nen del Congreso.

Qué puede ocurrir

Tradi­cional­mente el par­tido en la Casa Blan­ca se ve penal­iza­do en las elec­ciones de medio manda­to, y esta vez no parece ser una excep­ción: tras un ini­cio de cam­paña opti­mista para el ban­do demócra­ta, la bal­an­za en los son­deos se ha ido incli­nan­do cada vez más en favor de los repub­li­canos, espolea­d­os, más allá de las lla­madas ‘guer­ras cul­tur­ales’, por una cam­paña cen­tra­da en cul­par a las políti­cas demócratas de la inflación des­bo­ca­da que sufre el país.

La media pon­der­a­da de encues­tas elab­o­ra­da por la web FiveThir­tyEight otor­ga a los demócratas un 45% de posi­bil­i­dades de man­ten­er su ven­ta­ja en el Sena­do y solo un 16% de hac­er­lo en la Cámara de Representantes.

El esce­nario más prob­a­ble apun­ta, por tan­to, a una vic­to­ria repub­li­cana en la Cámara de Rep­re­sen­tantes. De ser así, Biden y sus seguidores perderían capaci­dad para pro­mover algu­nas de las medi­das que han prometi­do impul­sar, como una ley fed­er­al para el dere­cho al abor­to, sal­va­guardar el mat­ri­mo­nio entre per­sonas del mis­mo sexo, o intro­ducir nuevos con­troles a la ven­ta de armas de asalto.

El Par­tido Repub­li­cano, además, lograría rever­tir la ten­den­cia de las últi­mas elec­ciones en un con­tex­to clave, pre­vio a las pres­i­den­ciales de 2024, y con­taría con uno de sus miem­bros como ter­cera máx­i­ma autori­dad del país. El actu­al líder de la minoría en la Cámara de Rep­re­sen­tantes, Kevin McCarthy, es la opción más prob­a­ble para pre­sidir el órgano.

Mien­tras, en el Sena­do, los demócratas tienen, en prin­ci­pio, más opciones de con­ser­var el con­trol, aunque todo indi­ca que no habrá grandes dese­qui­lib­rios en favor de ningu­na de las dos partes. 

Si los repub­li­canos diesen la sor­pre­sa y con­tro­lasen tam­bién la Cámara Alta, se com­pli­caría la esta­bil­i­dad políti­ca de Biden, al que solo le quedaría recur­rir a la her­ramien­ta del veto y esper­ar una suerte mejor a dos años vista. Sin ningu­na de las dos cámaras bajo su con­trol, el pres­i­dente estaría abo­ca­do a cen­trarse en temas que no depen­dan tan­to del aval del Con­gre­so, como prop­ues­tas en políti­ca exte­ri­or, si quiere dejar algún lega­do de cal­a­do en sus últi­mos años o reforzar su cam­paña de cara a la poten­cial reelec­ción en las pres­i­den­ciales de 2024.

Los estados clave

Pen­sil­va­nia, Neva­da, Geor­gia, Ohio, Ari­zona, Michi­gan y Wis­con­sin ocu­parán la aten­ción en la noche electoral.

La car­rera será par­tic­u­lar­mente dura en Ari­zona, Geor­gia o Pen­sil­va­nia. En Geor­gia, Raphael Warnock y Her­schel Walk­er están empata­dos en inten­ción de voto al 48% para el Sena­do. Lo mis­mo ocurre en Ari­zona, donde el demócra­ta Mark Kel­ly saca ven­ta­jas de ape­nas entre uno y dos pun­tos al repub­li­cano Blake Masters. 

En Pen­sil­va­nia, todo apun­ta a que el «gigante» John Fet­ter­man, demócra­ta, obten­drá la vic­to­ria sobre el can­dida­to repub­li­cano, el ciru­jano y pre­sen­ta­dor de tele­visión Mehmet Oz, un can­dida­to emergi­do, como Walk­er, al calor del trump­is­mo. Pero no es descartable un vuelco.

Pen­sil­va­nia, que podría deter­mi­nar qué par­tido con­tro­la el Sena­do, tiene además un gran sig­nifi­ca­do sim­bóli­co: Oba­ma ganó este esta­do en los comi­cios de 2008 y 2012, Trump se lo arrebató a los demócratas en 2016, y Biden lo recu­peró en 2020.

Aborto, armas, marihuana…

Al mar­gen de las elec­ciones leg­isla­ti­vas, en 36 esta­dos se cel­e­brarán vota­ciones para ele­gir gob­er­nador y mul­ti­tud de car­gos estatales y locales, entre ellos las men­cionadas Sec­re­tarías de Estado.

Los son­deos pronos­ti­can suertes diver­sas para los par­tidos: los demócratas pueden recu­per­ar Masachusets y Mary­land y los repub­li­canos Neva­da, Wis­con­sin e inclu­so Oregón, donde la irrup­ción de un ter­cer can­dida­to ha mar­ca­do la carrera.

Tam­bién habrá elec­ciones locales en dece­nas de ciu­dades, mien­tras que se some­terán a votación más de un cen­te­nar de medi­das de ámbito estatal.

En var­ios esta­dos se votarán prop­ues­tas que pueden restringir el dere­cho al abor­to tras el históri­co fal­lo del Tri­bunal Supre­mo en su con­tra (Cal­i­for­nia, Míchi­gan y Ver­mont bus­can blindar su acce­so, mien­tras que Ken­tucky y Mon­tana quieren lim­i­tar­lo más aún), y la lista total incluye ini­cia­ti­vas sobre las armas, el juego, la mar­i­hua­na (cin­co esta­dos plantean su uso con fines recre­ativos), o la pro­hibi­ción de la lla­ma­da «servidum­bre impues­ta» como cas­ti­go, un pun­to que afec­ta a las per­sonas encar­ce­ladas y al tra­ba­jo que en oca­siones efec­túan en prisión sin remu­neración a cambio.


Con infor­ma­ción de Efe y Europa Press

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