Las claves de un ‘acuerdo del siglo’ a la medida de Israel, inaceptable para los palestinos y oportuno para Trump

Miguel Máiquez, 29/1/2020

«Mi prop­ues­ta pre­sen­ta una opor­tu­nidad con la que ganarían los dos lados, una solu­ción real­ista de dos Esta­dos que resuelve el ries­go que suponía para la seguri­dad de Israel un Esta­do palesti­no». Así desve­la­ba este martes Don­ald Trump en la Casa Blan­ca su «acuer­do del siglo» para Israel y Palesti­na, en una solemne cer­e­mo­nia en la que el pres­i­dente esta­dounidense apare­ció acom­paña­do del primer min­istro israelí en fun­ciones, Ben­jamin Netanyahu, y en la que, sig­ni­fica­ti­va­mente, no hubo rep­re­sentación palesti­na algu­na, ni de ningún otro man­datario internacional.

El acuer­do fue rec­haz­a­do de inmedi­a­to y con vehe­men­cia por el pres­i­dente palesti­no, Mah­mud Abás (lo cal­i­ficó como «la bofe­ta­da del siglo»), y tam­bién por las dis­tin­tas fac­ciones palesti­nas, en una poco habit­u­al mues­tra de unidad. En las calles de Gaza y Cisjor­da­nia el anun­cio fue recibido con airadas protes­tas, mien­tras que Amnistía Inter­na­cional señal­a­ba que se tra­ta de «un man­u­al para más sufrim­ien­to y abusos».

Esper­a­do des­de hace más de dos años, el plan se ha dado final­mente a cono­cer en un momen­to políti­ca­mente cru­cial, tan­to para Trump como para Netanyahu. El primero bus­ca pon­er­le un broche históri­co a su políti­ca inter­na­cional y, según muchos anal­is­tas, desviar tam­bién el foco del juicio políti­co (impeach­ment) al que está sien­do someti­do en el Sena­do; el segun­do, imputa­do por fraude, cohe­cho y abu­so de con­fi­an­za en tres casos de cor­rup­ción, y can­dida­to asimis­mo en los comi­cios gen­erales que cel­e­brará Israel en mar­zo (los ter­ceros en menos de un año), recibe un espal­dara­zo fun­da­men­tal de su prin­ci­pal y más poderoso socio, y prác­ti­ca­mente car­ta blan­ca para con­sol­i­dar prome­sas elec­torales que has­ta aho­ra eran con­sid­er­adas prob­lemáti­cas, como la anex­ión de las colo­nias en los ter­ri­to­rios ocupados.

¿Cuáles son los principales puntos del acuerdo?

En esen­cia, el plan de Trump mantiene la lla­ma­da solu­ción de los dos Esta­dos, recono­cien­do el dere­cho palesti­no a ten­er uno, pero anteponien­do en cualquier caso la seguri­dad de Israel y dan­do por muer­tas las demar­ca­ciones que aún reconoce la ONU. Para ello con­tem­pla cam­bios fron­ter­i­zos que per­mi­tirían a Israel anex­ionarse parte de Cisjor­da­nia. Tam­bién amplía el ter­ri­to­rio palesti­no, pero lo frag­men­ta más aún, dejan­do den­tro los asen­tamien­tos israelíes. Además, en uno de sus aspec­tos más polémi­cos, apun­ta­la Jerusalén como «cap­i­tal indi­vis­i­ble» de Israel y, en prin­ci­pio, de un futuro Esta­do palesti­no que se anto­ja inviable.

¿Quién lo ha negociado y cómo?

Uno de los prin­ci­pales artí­fices del plan es Jared Kush­n­er, yer­no de Trump y asesor del pres­i­dente. Kush­n­er elaboró la hoja de ruta jun­to con el emba­jador esta­dounidense en Israel, David Fried­man, y el aho­ra exen­vi­a­do de la Casa Blan­ca para Ori­ente Medio, Jason Green­blatt.

El equipo hizo un primer ama­go de pre­sen­tar su acuer­do hace dos años, pero acabó aplazán­do­lo una y otra vez, ale­gan­do que quería esper­ar a con­tar con un gob­ier­no estable en Israel, y esperan­do con­seguir asimis­mo más apoyos de los país­es árabes. Mien­tras, Trump seguía hacien­do gestos políti­cos hacia Netanyahu, como el reconocimien­to por parte de Wash­ing­ton de la sober­anía israelí sobre los Altos del Golán.

Los líderes palesti­nos se han nega­do a nego­ciar en los tér­mi­nos pre­vis­tos y, de hecho, no tienen con­tac­to ofi­cial con Wash­ing­ton des­de que Trump recono­ció a Jerusalén como cap­i­tal de Israel en 2017.

¿En qué se diferencia de acuerdos anteriores?

El acuer­do pre­sen­ta­do por Trump incluye nuevas prop­ues­tas ref­er­entes al traza­do de fron­teras entre Israel y los ter­ri­to­rios ocu­pa­dos, y conc­re­ta el esta­tus de Jerusalén, que en pro­ce­sos de paz ante­ri­ores se había deja­do siem­pre como uno de los pun­tos finales sobre los que lle­gar a un con­sen­so, una vez que se hubiesen con­segui­do los demás objetivos.

Resuci­ta además la solu­ción de los dos Esta­dos, que empezó a ges­tarse tras el reconocimien­to mutuo entre Israel y la OLP en 1993, a través de los Acuer­dos de Oslo de ese mis­mo año, pero que esta­ba enter­ra­da en la práctica.

Trump argu­men­tó este martes que su plan de paz es «difer­ente» al de sus pre­de­ce­sores porque con­tiene muchos más detalles «téc­ni­cos» de par­ti­da, con 80 pági­nas de prop­ues­tas. «Esta es la primera vez que Israel ha autor­iza­do la pub­li­cación de un mapa con­cep­tu­al que ilus­tra las con­ce­siones ter­ri­to­ri­ales que está dis­puesto a hac­er para con­seguir la paz», subrayó.

Lo más nove­doso, no obstante, quizá sea que, a difer­en­cia de todos los demás acuer­dos de paz nego­ci­a­dos por Esta­dos Unidos, la Casa Blan­ca no ha bus­ca­do esta vez la aprobación de Palesti­na antes de cer­rar el plan, sino que le ha bas­ta­do la luz verde israelí.

¿Desde cuándo están estancadas las negociaciones?

El últi­mo plan de paz de Wash­ing­ton para la zona lo pre­sen­tó Barack Oba­ma en 2011, e incluía un Esta­do palesti­no basa­do en las fron­teras pre­vias a la Guer­ra de los Seis Días de 1967, «con inter­cam­bios de tier­ra acor­da­dos mutu­a­mente», algo que Netanyahu rechazó.

Aunque hubo un inten­to, fal­li­do, de retomar con­ver­sa­ciones direc­tas entre palesti­nos e israelíes en 2010, la nego­cia­ciones están estancadas des­de 2008, cuan­do Israel lanzó la operación Plo­mo Fun­di­do en la fran­ja de Gaza en respues­ta al lan­za­mien­to de cohetes por Hamás, una operación que dejó más de 1.400 palesti­nos muertos.

¿Cómo cambiarían las fronteras actuales con el plan de Trump, y cómo sería el Estado palestino?

La Casa Blan­ca señala que su plan «quiere lograr un reconocimien­to mutuo del Esta­do de Israel como una nación-Esta­do para el pueblo judío y el futuro Esta­do de Palesti­na como el Esta­do-nación del pueblo palesti­no, con los mis­mos dere­chos civiles para todos los ciudadanos».

El mapa que mar­ca mues­tra, no obstante, un Esta­do palesti­no hiper­frag­men­ta­do a modo de archip­iéla­go, con asen­tamien­tos israelíes en su inte­ri­or, conec­ta­dos con el Esta­do israelí a través de corre­dores que parten el territorio.

Asimis­mo, con­cede a Israel zonas al oeste del valle del río Jordán, situ­adas en Cisjor­da­nia, con lo que este área ocu­pa­da quedaría sin sal­i­da direc­ta a Jor­da­nia, a la que estaría vin­cu­la­da por dos car­reteras que cruzarían ter­ri­to­rio israelí. «El valle del Jordán, que es críti­co para la seguri­dad nacional de Israel, estará bajo la sober­anía de Israel», sen­ten­cia el tex­to. Se tra­ta de una zona que con­sti­tuye alrede­dor del 30% del ter­ri­to­rio de Cisjor­da­nia, y su anex­ión es un reclamo históri­co de la derecha israelí.

Cisjor­da­nia y Gaza estarían unidas a través de un túnel que las conec­taría y que atrav­es­aría Israel.

Según el plan, las nuevas fron­teras garan­ti­zan una «expan­sión ter­ri­to­r­i­al» a los palesti­nos a través de ter­ri­to­rios en el desier­to del Negev, que supon­drían un ter­ri­to­rio «com­pa­ra­ble en tamaño» al que con­tro­la­ban antes de 1967.

Mapa del plan del gob­ier­no esta­dounidense de Don­ald Trump para Israel y Palesti­na. Mapa: Pres­i­den­cia de Esta­dos Unidos

¿Qué pasaría con los asentamientos?

Los asen­tamien­tos israelíes exis­tentes en Cisjor­da­nia (con­sid­er­a­dos ile­gales por la leg­is­lación inter­na­cional) serían incor­po­ra­dos al Esta­do de Israel, que se com­pro­m­e­tería a no con­stru­ir nuevos asen­tamien­tos, expandir los exis­tentes o apro­bar planes para con­struc­ción en las zonas que serán parte del Esta­do de Palestino.

Israel no pro­ced­erá a demol­er estruc­turas exis­tentes, una mora­to­ria que no incluye «con­struc­ciones ile­gales» ni aque­l­las que «supon­gan un ries­go de seguri­dad, según deter­mine el Esta­do de Israel», o «demo­li­ciones de cas­ti­go por actos de terrorismo».

Cer­ca del 97% de los israelíes en asen­tamien­tos en Cisjor­da­nia quedarían en ter­ri­to­rio israelí ady­a­cente, cifra sim­i­lar para los palesti­nos en Cisjor­da­nia que quedarían en ter­ri­to­rio palestino.

¿Y con Jerusalén?

La prop­ues­ta de la Casa Blan­ca reconoce a «Jerusalén como cap­i­tal de Israel» y reit­era que «debería per­manecer como una ciu­dad íntegra».

Además, sostiene que Israel debe ser guardián de los lugares reli­giosos en Jerusalén, tan­to judíos, como cris­tianos y musul­manes, y abo­ga por man­ten­er el «esta­tus quo actual».

En cuan­to a la cap­i­tal del hipotéti­co Esta­do palesti­no, el plan recoge que debería ubi­carse en Jerusalén Este, conc­re­ta­mente, en «todas las zonas al este y el norte de las bar­reras de seguri­dad exis­tentes, incluyen­do Kafr Aqab, la parte este de Shuafat y Abu Dis», y que podría ser renom­bra­da como Al Quds (como la denom­i­nan los árabes) o con otra denom­i­nación que deci­dan los palestinos.

Esto sig­nifi­ca que la posi­ble cap­i­tal palesti­na se localizaría en bar­rios ubi­ca­dos en las afueras de la Jerusalén actual.

¿Algún cambio sobre Gaza?

El plan recuer­da que Gaza ha esta­do gob­er­na­da por el grupo islámi­co Hamás, al que describe como una «orga­ni­zación ter­ror­ista, respon­s­able de asesinatos y ataques a miles de israelíes», y con­cede a Israel la sober­anía de las aguas ter­ri­to­ri­ales de la fran­ja, al con­sid­er­ar que son vitales para la seguri­dad del Esta­do israelí.

Advierte además de que «no habrá mejo­ras sig­ni­fica­ti­vas en Gaza has­ta que haya un alto el fuego con Israel, una desmil­i­ta­rización com­ple­ta de la fran­ja y una estruc­tura de gob­ier­no que per­mi­ta a la comu­nidad inter­na­cional inver­tir de for­ma segu­ra y cómo­da» para mejo­rar su economía.

La ini­cia­ti­va pro­pone tam­bién que Israel ceda ter­ri­to­rio a los palesti­nos cer­ca de Gaza, que pueden ser «áreas pobladas y no pobladas».

¿Quién se encargaría de la seguridad, y cómo?

Israel man­ten­dría una «respon­s­abil­i­dad de seguri­dad pre­dom­i­nante» del Esta­do de Palesti­na, con las fuerzas palesti­nas encar­gadas úni­ca­mente de la seguri­dad inter­na, de la lucha antiter­ror­ista, la seguri­dad fron­ter­i­za y la respues­ta a desastres.

Israel sería respon­s­able de la seguri­dad en los cruces inter­na­cionales y, en el caso de Rafá, en la fron­tera con Egip­to, se abor­darían acuer­dos especí­fi­cos con El Cairo.

Además, Israel man­ten­dría el con­trol del espa­cio aéreo al oeste del río Jordán, mien­tras que la Arma­da israelí podría blo­quear la entre­ga de «armas y mate­ri­ales para la fab­ri­cación de mate­ri­ales en el Esta­do de Palesti­na, inclu­i­da Gaza».

¿Podrían regresar los refugiados palestinos?

La ini­cia­ti­va abor­da uno de los temas más espinosos en unas hipotéti­cas nego­cia­ciones entre israelíes y palesti­nos: el dere­cho de retorno de los refugiados.

A ese respec­to, y pese a lo que establece la res­olu­ción 194 de la ONU, el plan mar­ca que «no habrá dere­cho de retorno, o absor­ción de ningún refu­gia­do palesti­no en Israel».

Establece, no obstante, tres opciones para los refu­gia­dos palesti­nos que busquen un sitio per­ma­nente de res­i­den­cia: «absor­ción» para aque­l­los reg­istra­dos en la Agen­cia de la ONU para los Refu­gia­dos Palesti­nos (UNRWA) en el futuro Esta­do palesti­no; inte­gración en sus país­es actuales de acogi­da; o su reasen­tamien­to en los país­es miem­bros de la Orga­ni­zación de Coop­eración Islámi­ca (OCI), que los acepten.

En ese sen­ti­do, el plan indi­ca que «los her­manos árabes tienen la respon­s­abil­i­dad moral de inte­grar a los refu­gia­dos en sus ter­ri­to­rios del mis­mo modo que los judíos fueron inte­gra­dos en el Esta­do de Israel».

¿Qué limitaciones tendría el nuevo Estado palestino

Entre otras, Palesti­na no podría alcan­zar acuer­dos mil­itares, de Inteligen­cia o seguri­dad con ningún Esta­do u orga­ni­zación que «afecte de for­ma adver­sa la seguri­dad de Israel» ni podrá desar­rol­lar capaci­dades «mil­itares o para­mil­itares» den­tro o fuera de su territorio.

Tam­poco podría unirse a orga­ni­za­ciones inter­na­cionales sin el con­sen­timien­to de Israel, y debería reti­rar sus deman­das con­tra Israel, EE UU y los ciu­dadanos de estos país­es ante el TPI, la CIJ o cualquier otro tri­bunal, así como no recur­rir a Inter­pol con­tra ellos.

Así, el nue­vo esta­do no podría ten­er «capaci­dades que puedan ame­nazar al Esta­do de Israel», mien­tras que Israel ten­dría dere­cho a «des­man­te­lar o destru­ir» insta­la­ciones uti­lizadas para pro­ducir armas o con «propósi­tos hos­tiles», así como para adop­tar medi­das de seguri­dad para man­ten­er Palesti­na «desmil­i­ta­riza­da».

¿Recoge el plan alguna demanda palestina?

Según declaró a Efe el exper­to de la Uni­ver­si­dad George Wash­ing­ton Nizar Farsakh, antiguo asesor del ex primer min­istro palesti­no Salam Fayad y miem­bro en el pasa­do del equipo nego­ci­ador palesti­no, cuan­do se lee el plan, «si se com­para con la pos­tu­ra palesti­na pub­li­ca­da en la pági­na web del Depar­ta­men­to de Esta­do, es exac­ta­mente lo opuesto a lo que los palesti­nos piden».

Trump prometió a los palesti­nos una inver­sión de 50.000 mil­lones de dólares para duplicar su PIB y crear un mil­lón de empleos, pero exigió a cam­bio un alto el fuego con Israel, cam­bios en su estruc­tura de Gob­ier­no y la desmil­i­ta­rización de Gaza.

¿Hay un plazo para negociar?

Aunque Abás ya ha dicho «mil veces no» a la prop­ues­ta, Trump le ha dado cua­tro años para super­ar sus reser­vas y sen­tarse a la mesa de nego­ciación, y el Gob­ier­no israelí ha indi­ca­do asimis­mo que está dis­puesto a esper­ar ese tiempo.

¿Cómo ha reaccionado la comunidad internacional?

La ONU seguirá defen­di­en­do una solu­ción al con­flic­to que pase por la creación de dos Esta­dos basa­dos en las fron­teras pre­vias a 1967, según dijo este mis­mo martes el sec­re­tario gen­er­al de la orga­ni­zación, António Guter­res.

Entre los país­es árabes, Egip­to llamó a Israel y Palesti­na a con­sid­er­ar «a fon­do» el plan de Trump, y aplaudió los esfuer­zos de Wash­ing­ton para lograr un acuer­do «amplio y jus­to». En una línea seme­jante se expresó Ara­bia Saudí, val­o­ran­do pos­i­ti­va­mente los esfuer­zos de EE UU y reafir­man­do su «apoyo a lograr una solu­ción jus­ta y com­ple­ta al con­flic­to palestino».

Rusia con­sid­era que el plan debe ser anal­iza­do por el lla­ma­do Cuar­te­to de Madrid, for­ma­do por EE UU, la ONU, la UE y la propia Rusia, mien­tras que Irán afir­mó que el acuer­do bus­ca «humil­lar» a los musul­manes, y que «está muer­to» antes de ver la luz. Es un plan que «nace muer­to», indicó igual­mente el Gob­ier­no de Turquía.

El primer min­istro del Reino Unido, Boris John­son, afir­mó por su parte que el plan de paz «podría ser un paso pos­i­ti­vo hacia ade­lante», y la Unión Euro­pea señaló, a través de su Alto Rep­re­sen­tante para Políti­ca Exte­ri­or y Seguri­dad Común, Josep Bor­rell, que la prop­ues­ta «supone una opor­tu­nidad para relan­zar los muy nece­sar­ios esfuer­zos» para lograr un acuerdo.

El primer min­istro del Reino Unido, Boris John­son, afir­mó por su parte que el plan de paz «podría ser un paso pos­i­ti­vo hacia ade­lante», y la Unión Euro­pea señaló, a través de su Alto Rep­re­sen­tante para Políti­ca Exte­ri­or y Seguri­dad Común, Josep Bor­rell, que la prop­ues­ta «supone una opor­tu­nidad para relan­zar los muy nece­sar­ios esfuer­zos» para lograr un acuerdo.


Con infor­ma­ción de Efe y Europa Press

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