Demócratas y republicanos: visiones opuestas para un país cada vez más polarizado

Miguel Máiquez, 7/11/2016

La polar­ización de la sociedad esta­dounidense, la brecha que sep­a­ra a con­ser­vadores y pro­gre­sis­tas, repub­li­canos y demócratas, es cada vez más pro­fun­da, a pesar de que la insóli­ta cam­paña para las elec­ciones pres­i­den­ciales del 8 de noviem­bre, mar­ca­da por la irrup­ción de un per­son­aje como Don­ald Trump, parez­ca haber deja­do de lado las tradi­cionales ide­ologías de fon­do de los dos prin­ci­pales par­tidos, bar­ri­das por el efec­to del carác­ter indi­vid­ual, ‘por libre’ y has­ta cier­to pun­to inclasi­fi­ca­ble, de la can­di­datu­ra del mag­nate neoyorquino.

Es cier­to que Trump sigue sien­do, sobre el papel, el can­dida­to a pres­i­dente por parte del Par­tido Repub­li­cano, pero tam­bién lo es que, espe­cial­mente en los últi­mos meses, y según han ido aumen­tan­do sus escán­da­los y sus insul­tos, cada vez más pesos pesa­dos de esta for­ma­ción, incluyen­do expres­i­dentes y altos car­gos, han ido des­mar­cán­dose del mil­lonario o inclu­so rec­hazan­do abier­ta­mente sus prop­ues­tas. De hecho, ni siquiera está claro que el apoyo pop­u­lar del que dis­fru­ta Trump pro­ce­da (tan solo) de la base tradi­cional de votantes repub­li­canos, muchos de los cuales se ven inca­paces de apo­yar el sim­plis­mo xenó­fobo, excluyente, ais­la­cionista y machista de que hace gala sin remordimien­tos el can­dida­to de un par­tido que ha dado al país pres­i­dentes como Lin­coln, Roo­sevelt (Theodore), Eisen­how­er o inclu­so Ronald Reagan.

Una de las claves es, prob­a­ble­mente, que esa base tradi­cional ha cam­bi­a­do, y que muchos votantes des­en­can­ta­dos, cas­ti­ga­dos por la cri­sis y que has­ta aho­ra per­manecían al mar­gen del sis­tema, han encon­tra­do al fin en la can­di­datu­ra de Tump un espa­cio en el que recono­cerse, y que poco tiene que ver ya con el dis­cur­so que seguían man­te­nien­do las élites del GOP (Grand Old Par­ty, como se conoce a la for­ma­ción repub­li­cana). Sin olvi­dar que esa deri­va ha sido cau­sa­da, en bue­na parte, por el com­por­tamien­to del pro­pio par­tido a lo largo de los últi­mos años (la irrup­ción del Tea Par­ty fue el primer sín­toma impor­tante), y por su giro hacia posi­ciones cada vez más nacional­is­tas, con­ser­vado­ras en lo moral, ‘pop­ulis­tas’ y obse­sion­adas con «la ley y el orden».

Nada de esto es ajeno al incre­men­to del resen­timien­to cul­tur­al y racial exper­i­men­ta­do por la población blan­ca de may­or edad (el votante repub­li­cano tipo), como respues­ta al empu­je lib­er­al cada vez may­or que perciben en el país (mat­ri­mo­nio entre homo­sex­u­ales, «cor­rec­ción políti­ca», más peso de los inmi­grantes, políti­cas de apoyo a las minorías), ni a un debate ide­ológi­co que, a lo largo de la últi­ma déca­da, ha esta­do dom­i­na­do por una gran con­frontación, con un com­po­nente muy vis­cer­al, en la que pre­sen­ta­dores radiofóni­cos ultra­con­ser­vadores, ter­tu­lianos en la tele­visión y par­tic­i­pantes en foros de Inter­net dis­cuten los prob­le­mas domés­ti­cos con una com­bi­nación de agre­sivi­dad, espec­tácu­lo y descalificaciones.

Tam­poco en las filas del Par­tido Demócra­ta están sien­do éstas unas elec­ciones típi­cas. El éxi­to del dis­cur­so anti­sis­tema (en este caso, des­de posi­ciones pro­gre­sis­tas) de Bernie Sanders en las pri­marias obligó a la final­mente elegi­da can­di­da­ta demócra­ta a la Casa Blan­ca, Hillary Clin­ton, a virar su men­saje hacia la izquier­da para poder repescar a los seguidores de su der­ro­ta­do rival (jóvenes, votantes con menos ingre­sos y menos iden­ti­fi­ca­dos con el par­tido), que podrían verse ten­ta­dos, no, obvi­a­mente, a votar a Trump, pero sí, tal vez, a quedarse en sus casas el día de las elecciones.

No es que Clin­ton, vista por muchos demócratas como un gen­uino pro­duc­to del estab­lish­ment y de las élites económi­cas, todavía bien conec­ta­da con Wall Street, y no pre­cisa­mente una rev­olu­cionar­ia en políti­ca exte­ri­or, haya rad­i­cal­iza­do demasi­a­do la agen­da demócra­ta, pero sí ha inten­ta­do, al menos, aprovechar para rel­lenar los tremen­dos agu­jeros sociales excava­dos por Trump, y agluti­nar así a su elec­tora­do tipo (minorías, mil­i­tantes iden­ti­fi­ca­dos con el par­tido, pro­fe­sion­ales lib­erales, mujeres).

Políti­ca abierta

Antes de analizar la ide­ología de los dos grandes par­tidos esta­dounidens­es, es impor­tante reseñar la gran difer­en­cia exis­tente entre las estruc­turas políti­cas en EE UU y las de los par­tidos españoles, o, en gen­er­al, europeos.

En EE UU, el Par­tido Repub­li­cano y el Par­tido Demócra­ta actúan más como mar­cas bajo las que con­cur­ren coa­li­ciones de políti­cos, que como los aparatos buro­cráti­cos y jerárquicos, fuerte­mente depen­di­entes de su líder y de sus estatu­tos, que oper­an a este lado del Atlán­ti­co. El sis­tema esta­dounidense se cen­tra en los can­didatos (a cualquier niv­el) en sí, unos can­didatos que actúan de man­era más o menos inde­pen­di­ente, con sus pro­pios equipos de cam­paña, sin dis­ci­plina de par­tido y con una gran lib­er­tad de con­cien­cia. Por ello, y aunque exis­tan una serie de ref­er­en­cias comunes según se pertenez­ca a una u otra for­ma­ción, las difer­en­cias ide­ológ­i­cas y pro­gramáti­cas entre los dis­tin­tos rep­re­sen­tantes y aspi­rantes políti­cos de un mis­mo par­tido pueden lle­gar a ser muy importantes.

En gen­er­al, los demócratas rep­re­sen­tan el lib­er­al­is­mo (en el sen­ti­do esta­dounidense del tér­mi­no, no en el del lib­er­al­is­mo económi­co europeo; es decir, con una agen­da pro­gre­sista más o menos de cen­tro izquier­da, que en muchos país­es de Europa sería vista como cen­tro, o inclu­so como cen­tro derecha), e ide­ales basa­dos en la sol­i­dari­dad, la igual­dad, la impor­tan­cia de la comu­nidad y la respon­s­abil­i­dad social. No obstante, en el seno de este par­tido coex­is­ten con los lib­erales muchos gru­pos ide­ológi­cos dis­tin­tos, des­de con­ser­vadores has­ta pro­gre­sis­tas, pasan­do por socialdemócratas, cen­tris­tas e inclu­so social­is­tas como el pro­pio Sanders. Los demócratas no se opo­nen a la economía de libre mer­ca­do, y creen, al igual que los repub­li­canos, que el cap­i­tal­is­mo es el úni­co sis­tema económi­co que per­mite gener­ar crec­imien­to y pros­peri­dad. Pero pien­san que el Esta­do debe inter­venir para reducir los dese­qui­lib­rios sociales, dis­tribuir mejor la renta y garan­ti­zar la igual­dad de oportunidades.

El ideario repub­li­cano, entre tan­to, es clara­mente con­ser­vador, tan­to en lo económi­co (menos gob­ier­no, menos impuestos, impul­so a la ini­cia­ti­va pri­va­da) como en lo políti­co y lo social (antiburo­c­ra­cia, a favor de un fuerte gas­to mil­i­tar, pro empre­sar­i­al, énfa­sis en la respon­s­abil­i­dad per­son­al, impor­tan­cia de val­ores tradi­cionales y reli­giosos). El Par­tido Repub­li­cano rep­re­sen­ta los ide­ales de la jus­ti­cia, la lib­er­tad, los dere­chos indi­vid­uales, la respon­s­abil­i­dad per­son­al y la impor­tan­cia de la tradi­ción. Y tam­bién con­viv­en en su seno diver­sas ten­den­cias, des­de la derecha reli­giosa cris­tiana más fun­da­men­tal­ista has­ta posi­ciones más lib­erales en asun­tos morales y cen­tradas tan solo en aspec­tos económi­cos, como la reduc­ción de la fiscalidad.

Ambos par­tidos com­parten aspec­tos esen­ciales del modo de vida y la cul­tura esta­dounidens­es, un mín­i­mo común denom­i­nador que incluye val­ores rela­ciona­dos con la fe en la capaci­dad de la ini­cia­ti­va indi­vid­ual, la teóri­ca igual­dad de opor­tu­nidades, la democ­ra­cia, el libre mer­ca­do y la economía cap­i­tal­ista más o menos mod­er­a­da, grandes dosis de patri­o­tismo, sep­a­ración for­mal entre la religión y el Esta­do (aunque con un papel muy impor­tante de la religión en el día a día de la vida públi­ca), defen­sa rad­i­cal de la lib­er­tad de expre­sión y de los dere­chos indi­vid­uales, etc.

Como señala Roger Senser­rich, licen­ci­a­do en Cien­cias Políti­cas y edi­tor de Poli­tikon, «los dos grandes par­tidos hablan dis­tin­to, actúan dis­tin­to y tienen agen­das dis­tin­tas porque la estruc­tura de su elec­tora­do afec­ta a su com­por­tamien­to. Los repub­li­canos son un par­tido racial­mente mucho más homogé­neo, pero ide­ológi­ca­mente mucho más divi­di­do. Sus pri­marias son mucho más ide­ológ­i­cas y su pro­gra­ma mucho menos incluyente. Los demócratas son una aglom­eración de gru­pos que el GOP ha renun­ci­a­do a rep­re­sen­tar, y sus debates inter­nos giran más en torno a asi­gnación de recur­sos que a prin­ci­p­ios ide­ológi­cos definidos».

El sigu­iente cuadro resume, a grandes ras­gos, las posi­ciones tradi­cionales de ambos par­tidos en asun­tos clave, tenien­do en cuen­ta que sobre la may­oría de ellos no existe una «pos­tu­ra ofi­cial», y al mar­gen de las prop­ues­tas y posi­cionamien­tos con­cre­tos de los actuales can­didatos a la presidencia.

 Repub­li­canosDemócratas
Gob­ier­noCuan­to más pequeño mejor, tan­to en cuan­to al número de per­sonas empleadas como en sus fun­ciones y respon­s­abil­i­dades. Las reg­u­la­ciones del Gob­ier­no tien­den a entor­pecer el cap­i­tal­is­mo de libre mer­ca­do y el crec­imien­to del empleo. Máx­i­mo con­trol posi­ble del déficit y de la deu­da pública.Esta­do de bien­es­tar, aunque en el con­tex­to esta­dounidense (mucho menor que el equiv­a­lente europeo). La inter­ven­ción del Gob­ier­no y un fuerte gas­to públi­co, aún a cos­ta de aumen­tar el déficit, son nece­sar­ios para cor­re­gir desigual­dades y pro­te­ger a los consumidores.
EconomíaSalarios reg­u­la­dos por el mer­ca­do e impuestos igual­i­tar­ios (sin aten­der a nive­les de renta), lo más bajos posi­bles para todos, una vez cubier­tas las necesi­dades más bási­cas de la sociedad. Alto gra­do de pro­tec­cionis­mo inter­na­cional para las empre­sas estadounidenses.Salarios mín­i­mos, con incre­men­tos per­iódi­cos en fun­ción de la mar­cha de la economía, y cobro de impuestos pro­gre­si­vo, con may­ores tasas para los con­tribuyentes de may­ores ingre­sos. Tar­i­fas pro­tec­cionistas más bajas e impul­so de trata­dos inter­na­cionales de libre comercio.
Gas­to militarIncre­men­to.Con­gelación o reducción.
SaludEn con­tra del apoyo estatal a la sanidad, sal­vo para casos extremos. Las ase­gu­rado­ras pri­vadas son más efi­caces que el Gob­ier­no, y el sis­tema pri­va­do de sanidad ayu­da a evi­tar fraudes. En con­tra de la refor­ma san­i­taria impul­sa­da por el pres­i­dente Oba­ma (Oba­macare).La sanidad públi­ca uni­ver­sal al esti­lo europeo es aún impens­able en EE UU, pero los demócratas son más favor­ables a un fuerte apoyo del Gob­ier­no en seguros de salud, incluyen­do los pro­gra­mas Medicare y Med­ic­aid, y la refor­ma san­i­taria Obamacare.
Edu­caciónEn los últi­mos años, las platafor­mas de ambos par­tidos han enfa­ti­za­do la impor­tan­cia de un sis­tema finan­cia­do de edu­cación pri­maria y secun­daria a niv­el nacional. Sin embar­go, los repub­li­canos se cen­tran más en dar dinero a los dis­tri­tos locales para que sean éstos quienes deci­dan cómo gas­tar­lo, y en lim­i­tar los fon­dos fed­erales a la edu­cación pri­maria y secun­daria, excluyen­do la superior.Los demócratas están a favor de aumen­tar el gas­to públi­co des­ti­na­do a finan­ciar no solo la enseñan­za pri­maria y secun­daria, sino tam­bién las uni­ver­si­dades y escue­las téc­ni­cas, con ayu­das para reducir las enormes deu­das de los estudiantes.
Pena de muerteLa may­oría de los que siguen apoyan­do la pena cap­i­tal son republicanos.La may­oría de los que se opo­nen a la pena de muerte son demócratas.
Mat­ri­mo­nio entre homosexualesLos políti­cos repub­li­canos, y en espe­cial los más con­ser­vadores, sue­len opon­erse al mat­ri­mo­nio entre per­sonas del mis­mo sexo, y creen que esta insti­tu­ción debe lim­i­tarse legal­mente a la unión de un hom­bre y una mujer. Rec­haz­an asimis­mo la adop­ción de niños por parte de pare­jas homosexuales.A favor del mat­ri­mo­nio legal entre per­sonas del mis­mo sexo y, aunque en una menor pro­por­ción, tam­bién de la adop­ción de niños por parte de pare­jas homosexuales.
Abor­toA favor de una leg­is­lación más restric­ti­va en con­tra del abor­to, reducien­do los supuestos legales al mín­i­mo, sobre todo entre los repub­li­canos reli­giosos más con­ser­vadores. Más tol­er­an­cia entre los repub­li­canos pura­mente ‘económi­cos’.La sanidad públi­ca uni­ver­sal al esti­lo europeo es aún impens­able en EE UU, pero los demócratas son más favor­ables a un fuerte apoyo del Gob­ier­no en seguros de salud, incluyen­do los pro­gra­mas Medicare y Med­ic­aid, y la refor­ma san­i­taria Obamacare.
Inmi­graciónMay­or con­trol, deportación de inmi­grantes indoc­u­men­ta­dos y refuer­zo de la frontera.Con­trol, pero con mora­to­ria en las deporta­ciones o posi­bil­i­dades de ciu­dadanía para cier­tos inmi­grantes indoc­u­men­ta­dos (aque­l­los que no ten­gan un expe­di­ente crim­i­nal, o que hayan vivi­do en EE UU más de cin­co años).
ArmasSe opo­nen firme­mente a las leyes para el con­trol de armas y son fuertes defen­sores de la Segun­da Enmien­da (el dere­cho a por­tar armas), así como del dere­cho a lle­var armas ocultas.Defien­den may­ores sis­temas de con­trol para la ven­ta y la pos­esión de armas de fuego (espe­cial­mente de arma­men­to automáti­co o de tipo mil­i­tar), y cier­tas restric­ciones al dere­cho a por­tar armas, incluyen­do la pro­hibi­ción de lle­var armas ocul­tas en lugares públicos.
Políti­ca internacionalLos politi­cos repub­li­canos tien­den a ser más ais­la­cionistas, aunque son par­tidar­ios de inter­ven­ciones mil­itares cuan­do están en juego los intere­ses (a menudo económi­cos) de EE UU. En Ori­ente Medio son firmes ali­a­dos de Israel y se opo­nen al pacto nuclear con Irán.Los políti­cos demócratas sue­len ser más inter­ven­cionistas y más defen­sores del papel de EE UU como garante de val­ores uni­ver­sales. En Ori­ente Medio son más críti­cos con Israel (aunque sin lle­gar a cues­tionar la alian­za entre ambos país­es) y defien­den el pacto nuclear con Irán.
Energía y cam­bio climáticoApoyo a las energías tradi­cionales, escep­ti­cis­mo con respec­to al cam­bio climáti­co o al hecho de que esté cau­sa­do por la activi­dad humana. Impor­tan­cia de la inde­pen­den­cia energética.Impul­so, aunque sin una apues­ta rad­i­cal, a energías alter­na­ti­vas. Con­cien­cia del cam­bio climáti­co y respal­do a sus evi­den­cias científicas.
Esta­dos en los que son más fuertesTexas, Kansas, Okla­homa, Utah, Alas­ka. Alabama.Cal­i­for­nia, Nue­va York, Mass­a­chus­sets. Min­neso­ta, Dis­tri­to de Columbia.
Base elec­toral típicaMás hom­bres que mujeres; clase alta; pequeños, medi­anos y grandes empre­sar­ios; una parte social­mente con­ser­vado­ra de la clase obr­era blan­ca; sec­tores vin­cu­la­dos a la indus­tria; mil­itares de car­rera; población blan­ca de ori­gen europeo e his­panos de ori­gen cubano; protes­tantes blan­cos y mor­mones; zonas rurales.Más mujeres que hom­bres. Uni­ver­si­tar­ios, pro­fe­sion­ales lib­erales y cien­tí­fi­cos; jóvenes; clase obr­era sindi­cal­iza­da y de bajos ingre­sos (aunque más con­ser­vadores que la base int­elec­tu­al de ten­den­cia lib­er­al que tam­bién vota a los demócratas); población LGBT; afroamer­i­canos, his­panos y nativos amer­i­canos; protes­tantes negros, católi­cos, judíos, ateos, agnós­ti­cos y, en los últi­mos años, tam­bién musul­manes (social­mente más con­ser­vadores, su ten­den­cia al voto repub­li­cano ha cam­bi­a­do debido a las políti­cas de EE UU en Ori­ente Medio y al ses­go islamó­fobo de políti­cos como Don­ald Trump); zonas urbanas.
Col­or representativoRojo.Azul.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *