La guerra de los cien años

Miguel Máiquez, 19/5/2016
Detalle del mapa fir­ma­do por Mark Sykes y François Georges-Picot en 1916, con el repar­to de Ori­ente Próx­i­mo entre Fran­cia (zona A) y Gran Bre­taña (zona B), con Palesti­na bajo admin­is­tración inter­na­cional. Mapa: Wiki­me­dia Commons

Entre el 16 y el 19 de mayo de 1916, en ple­na Guer­ra Mundi­al, fue rat­i­fi­ca­do en las can­cillerías euro­peas uno de los doc­u­men­tos más con­tro­ver­tidos de la his­to­ria: el pacto por el que británi­cos y france­ses, con el con­sen­timien­to de Rusia y a espal­das de los pueb­los afec­ta­dos, plan­earon repar­tirse las pos­e­siones del Impe­rio Otomano en Ori­ente Próx­i­mo una vez acaba­da la con­tien­da. En pal­abras del his­to­ri­ador árabe George Anto­nius (1891–1942), “una estu­pid­ez pro­duc­to de la descon­fi­an­za y la codicia”.

Fir­ma­do en secre­to hace aho­ra cien años, el cono­ci­do como Acuer­do Sykes-Picot (por los nom­bres de sus nego­ci­adores) estip­u­la­ba que, pese a las prome­sas hechas a los árabes a cam­bio de su ayu­da con­tra los tur­cos, la región se dividiría en dos grandes áreas admin­istradas por ambas poten­cias. Final­mente, en la Con­fer­en­cia de Paz de París de 1919 se optó por un nue­vo repar­to bajo la for­ma de mandatos, y las fron­teras que cono­ce­mos hoy fueron dibu­ján­dose en las décadas sigu­ientes a través de otros acon­tec­imien­tos, como la creación del Esta­do de Israel o la nue­va repúbli­ca tur­ca, que acabaron sien­do más significativos.

El trata­do de Sykes-Picot y sus con­se­cuen­cias no son los úni­cos orí­genes de la inesta­bil­i­dad que ha sufri­do la zona en el últi­mo siglo, y a la arti­fi­cial­i­dad de sus fron­teras y de las que surgieron después no es fácil opon­er otras más ‘racionales’ (basadas en gru­pos étni­cos o reli­giosos) que hubiesen garan­ti­za­do la paz. El lega­do del impe­ri­al­is­mo es una pesa­da losa, pero tam­bién lo son las dic­taduras que han cas­ti­ga­do Ori­ente Medio durante gen­era­ciones, el extrem­is­mo reli­gioso, los dobles raseros de la comu­nidad inter­na­cional, el inter­ven­cionis­mo, o los intere­ses deriva­dos del petróleo.

Y, sin embar­go, Sykes-Picot sigue sien­do invo­ca­do como el gran peca­do orig­i­nal, tal vez por su innegable carác­ter sim­bóli­co: cuan­do, en junio de 2014, el grupo Esta­do Islámi­co llevó a cabo su espec­tac­u­lar expan­sión, lo primero que hizo tras conec­tar las zonas que con­tro­la­ba en Siria e Irak fue “dar por muer­to” el históri­co pacto.

Cien años después, el futuro de la región, incluyen­do el de los Esta­dos más per­iféri­cos a los que el trata­do no afec­tó direc­ta­mente, parece tan tur­bio como su pasa­do, y su pre­sente, con tres país­es en guer­ra abier­ta, cien­tos de miles de muer­tos por la vio­len­cia, mil­lones de refu­gia­dos, economías destrozadas, dere­chos humanos sis­temáti­ca­mente vio­la­dos y una ‘pri­mav­era árabe’ que es ya como un sueño lejano, no deja mucho espa­cio para la esperanza.

Siria

  • En guer­ra civ­il des­de 2011.
  • Más de 270.000 muer­tos y 4 mil­lones de refugiados.
  • La mitad de la población, desplazada.
  • El 50% de las infraestruc­turas, destruidas.

La guer­ra civ­il en Siria, ya en su sex­to año, tiene su ori­gen en las protes­tas con­tra el gob­ier­no dic­ta­to­r­i­al de Bashar al Asad, ini­ci­adas en 2011 en el con­tex­to de la ‘pri­mav­era árabe’, y que el rég­i­men reprim­ió dura­mente. La com­ple­ja real­i­dad étni­ca, social y reli­giosa del país, los apoyos inter­na­cionales (Rusia, Irán y Hizbulá, con el Gob­ier­no; Turquía, Ara­bia Saudí y las monar­quías del Gol­fo, con los rebeldes), la descom­posi­ción de la oposi­ción mod­er­a­da, la deter­mi­nante irrup­ción del yihadis­mo fun­da­men­tal­ista (Esta­do Islámi­co, Al Qae­da), y el rec­ha­zo a una inter­ven­ción direc­ta por parte de EE UU han estanca­do el con­flic­to. Pese a la frágil y poco respeta­da tregua de los últi­mos meses, los inten­tos de con­ver­sa­ciones de paz han sido, has­ta aho­ra, un fracaso.

Irak

  • En guer­ra con Esta­do Islámico.
  • Ter­ror­is­mo y vio­len­cia sectaria.
  • Cri­sis políti­ca y Esta­do en ries­go de descomposición.
  • 7.515 muer­tos por la vio­len­cia en 2015.

En lo que va de siglo, y después de los 25 años de la dic­tadu­ra de Sadam Husein (incluyen­do la dev­as­ta­do­ra guer­ra con­tra Irán y las acciones geno­ci­das con­tra los kur­dos), Irak ha sufri­do una invasión (la lid­er­a­da por EE UU en 2003), una guer­ra civ­il (2006–2007), el ter­ror­is­mo de Al Qae­da y, aho­ra, la san­gri­en­ta expan­sión de Esta­do Islámi­co y con­tin­u­os aten­ta­dos masivos. Tras el fra­ca­so del Gob­ier­no sec­tarista de Al Mali­ki, el nue­vo ejec­u­ti­vo reformista de Al Aba­di se enfrenta a grandes protes­tas, en un sis­tema políti­co con hon­das raíces en el clien­telis­mo y en los intere­ses de los difer­entes gru­pos que con­for­man la sociedad iraquí. En primera línea con­tra Esta­do Islámi­co, los kur­dos, repar­tidos entre Irak, Siria, Irán y Turquía, y a los que tan­to Sykes-Picot como los trata­dos pos­te­ri­ores negaron un Esta­do inde­pen­di­ente, han vis­to incre­men­tadas sus aspiraciones.

Yemen

  • En guer­ra des­de mar­zo de 2015.
  • 9.000 víc­ti­mas civiles (3.200 muer­tos y 5.700 heridos).
  • 2,4 mil­lones de desplazados.
  • 14 mil­lones nece­si­ta­dos de asis­ten­cia humanitaria.

Has­ta el año pasa­do, en Yemen se super­ponían cua­tro con­flic­tos: el del Gob­ier­no con­tra la guer­ril­la hutí; la revuelta sep­a­ratista en el sur; las protes­tas de la ‘pri­mav­era árabe’ (que acabaron sacan­do del poder al pres­i­dente Saleh tras 33 años en el car­go); y la activi­dad de los yihadis­tas aso­ci­a­dos a Al Qae­da. En enero de 2015, los hutíes (chiíes) forzaron la sal­i­da del nue­vo pres­i­dente, Mansur Hadi. El teóri­co respal­do del rég­i­men chií de Irán a la guer­ril­la, y el con­sigu­iente temor de Ara­bia Saudí (suní) por perder influ­en­cia, motivó una inter­ven­ción mil­i­tar de una coali­ción árabe lid­er­a­da por los saudíes, cuyos bom­bardeos han cau­sa­do más de la mitad de las víc­ti­mas civiles en más de un año de conflicto.

Israel y Palestina

  • En con­flic­to per­ma­nente des­de la creación del Esta­do de Israel en 1948.
  • Gaza y Cisjor­da­nia, ocu­padas des­de 1967.
  • Nego­cia­ciones de paz paralizadas.

Con el pro­ce­so de paz enter­ra­do, y después de la Segun­da Intifa­da, los últi­mos años han esta­do mar­ca­dos por la mano dura del Gob­ier­no israelí del con­ser­vador Ben­jamin Netanyahu, la expan­sión de las colo­nias ile­gales israelíes en los ter­ri­to­rios ocu­pa­dos, las opera­ciones mil­itares con­tra una fran­ja de Gaza en la que 1,5 mil­lones de per­sonas siguen vivien­do en esta­do de sitio, y las acciones vio­len­tas de una nue­va gen­eración de jóvenes palesti­nos que ya no esper­an prác­ti­ca­mente nada de sus divi­di­das, inefi­caces y mani­atadas autori­dades. La guer­ra en Siria y en Irak y la ten­sión con Irán han ale­ja­do el foco infor­ma­ti­vo de Palesti­na, e Israel con­fía en sacar prove­cho del caos en que están inmer­sos sus vecinos.

Turquía

  • Reac­ti­vación de la vio­len­cia entre el Esta­do y la minoría kurda.
  • Olea­da terrorista.
  • Deri­va autori­taria del Gob­ier­no y cri­sis política.
  • 2 mil­lones de refu­gia­dos sirios en su territorio.

La cri­sis de los refu­gia­dos sirios (Turquía es, con mucho, el país que más acoge, y la prin­ci­pal puer­ta de entra­da de éstos a Europa) y el polémi­co acuer­do (aho­ra en entredi­cho) sobre deporta­ciones alcan­za­do con la UE han pro­tag­on­i­za­do la agen­da de la con­vul­sa políti­ca tur­ca en los últi­mos meses, en medio del cre­ciente autori­taris­mo del pres­i­dente Erdo­gan, con acoso a sus ene­mi­gos políti­cos y a la pren­sa, e inten­tos por aca­parar más poder. Impli­ca­da mil­i­tar­mente en la guer­ra siria, Turquía sufre, además, una grave olea­da ter­ror­ista y la rup­tura del alto el fuego con la guer­ril­la kur­da del PKK tras dos años de ten­sa paz.

Líbano

  • Grave­mente afec­ta­do por la guer­ra en Siria, con 1,2 mil­lones de refu­gia­dos en su ter­ri­to­rio y Hizbulá com­bat­ien­do jun­to al rég­i­men de Bashar Al Asad.
  • Cri­sis políti­ca (sin pres­i­dente des­de 2014).

Tras décadas de con­tin­ua vio­len­cia (15 años de guer­ra civ­il, con­trol mil­i­tar sirio, guer­ril­las palesti­nas, inva­siones israelíes), la pre­caria esta­bil­i­dad del Líbano, un com­pli­ca­do exper­i­men­to de repar­to de poder entre sus difer­entes minorías étni­cas y reli­giosas, y sus poderes económi­cos y políti­cos, ha vuel­to a ser sacu­d­i­da, esta vez por la guer­ra en la veci­na siria. Los refu­gia­dos han des­bor­da­do el país, huyen­do de un con­flic­to en el que par­tic­i­pa mil­i­tar­mente la mili­cia libane­sa chií Hizbulá, autén­ti­co “Esta­do den­tro del Esta­do” y uno de los prin­ci­pales agentes en el Gob­ier­no actu­al, mien­tras el Par­la­men­to lle­va dos años sin pon­erse de acuer­do para ele­gir un nue­vo presidente.

Arabia Saudí

  • Inter­ven­ción direc­ta en la guer­ra de Yemen, e indi­rec­ta en Siria.
  • 150 eje­cu­ta­dos en 2015, el 72% por protes­tas políti­cas y crímenes no violentos.

Inm­er­sa en una lucha con el Irán chií por la hege­monía en la región, y ori­gen ide­ológi­co (y a menudo financiero) del extrem­is­mo reli­gioso yihadista, Ara­bia Saudí con­tinúa bajo la acusación con­stante de las orga­ni­za­ciones de dere­chos humanos (dis­crim­i­nación de la mujer, de los homo­sex­u­ales, repre­sión de la oposi­ción políti­ca). Bajo el nue­vo rey, Salman, el país ha aban­don­a­do su tradi­cional políti­ca de dis­cre­ción para entrar en nue­va era más agre­si­va en la que se enmar­carían los bom­bardeos sobre Yemen, el incre­men­to de las eje­cu­ciones, la ayu­da a los insur­gentes sirios, el reforza­mien­to del eje con las otras monar­quías abso­lutis­tas del Gol­fo (espe­cial­mente Bahréin y los Emi­ratos Árabes Unidos), o los movimien­tos para alter­ar el pre­cio del petróleo, cuya caí­da le está afectan­do seriamente.

Irán

  • Par­tic­i­pación mil­i­tar en Siria e Irak, y con­flic­to region­al con Ara­bia Saudí.
  • Repre­sión políti­ca y de dere­chos humanos.
  • Aper­tu­ra tras el acuer­do nuclear de 2014.

Los años de enfrentamien­to frontal con Occi­dente que car­ac­teri­zaron las pres­i­den­cias de Ahmadineyad han dado paso a un may­or entendimien­to, de la mano del más mod­er­a­do Rohaní, con el pacto nuclear alcan­za­do en 2014 y el lev­an­tamien­to de san­ciones económi­cas como prin­ci­pal con­se­cuen­cia. El poder real, no obstante, sigue en manos de una reac­cionar­ia élite reli­giosa, las vio­la­ciones de los dere­chos humanos y la repre­sión políti­ca con­tinúan, y el país, en una cre­ciente rival­i­dad con Ara­bia Saudí, y con­sid­er­a­do aún la gran ame­naza por Israel, está impli­ca­do mil­i­tar­mente en Siria (respal­dan­do a Asad) e Irak (mili­cias chiíes con­tra los suníes de Esta­do Islámi­co), mien­tras mantiene su apoyo a Hizbulá y a la guer­ril­la hutí en Yemen.

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