Las protestas en Francia plantan cara a la deriva liberal de las reformas laborales en Europa

Miguel Máiquez, 18/4/2016

«¿Aca­so crees que el Sena­do es como la sem­ana lab­o­ral france­sa, donde solo vas tres días a tra­ba­jar?». La ya famosa com­para­ción, con la que el todavía pre­can­dida­to repub­li­cano a la pres­i­den­cia de EE UU Jeb Bush pre­tendía atacar a su opo­nente Mar­co Rubio, durante un debate en octubre del año pasa­do, no pudo ser más desafor­tu­na­da. Dejan­do aparte el hecho de que tra­ba­jar tres días a la sem­ana y que el país siga fun­cio­nan­do no parece, en teoría, una mala cosa, lo cier­to es que los france­ses, o al menos los que tienen empleo (en febrero había reg­istra­dos en Fran­cia 3,59 mil­lones de para­dos, el 10% de la población acti­va), no solo tra­ba­jan más horas que los esta­dounidens­es (una media de 39,6 horas a la sem­ana, frente a las 36,3 de EE UU), sino que, además, y de acuer­do con datos de la OCDE, son más pro­duc­tivos (el PIB por hora tra­ba­ja­da en Fran­cia en 2014 fue de 103,08; en Esta­dos Unidos, 102,03).

La frase del her­mano del expres­i­dente esta­dounidense orig­inó airadas protes­tas, incluyen­do las del emba­jador francés en Wash­ing­ton, y Bush acabó pidi­en­do dis­cul­pas, pero, en el fon­do, ejem­pli­fi­ca bas­tante bien los exten­di­dos tópi­cos sobre la cul­tura lab­o­ral france­sa y los dere­chos de los tra­ba­jadores de este país, unos tópi­cos invo­ca­dos gen­eral­mente con una mez­cla de críti­ca y envidia («un país de fun­cionar­ios», «dos meses de vaca­ciones», «una huel­ga a la sem­ana»), pero cuya real­i­dad de fon­do se basa en una serie de con­quis­tas sociales esen­ciales y un niv­el de pro­tec­ción lab­o­ral por enci­ma de la media euro­pea al que, cier­ta­mente, los france­ses no están dis­puestos a renun­ciar sin plan­tar cara. La reac­ción ciu­dadana con­tra la prop­ues­ta de refor­ma lab­o­ral aproba­da hace poco más de un mes por el Gob­ier­no social­ista francés de François Hol­lande es una bue­na prueba.

Las mov­i­liza­ciones, con enfrentamien­tos vio­len­tos entre man­i­fes­tantes y fuerzas de seguri­dad en algunos casos, comen­zaron en todo el país el pasa­do 9 de mar­zo, y, aunque han ido per­di­en­do fuelle con el paso de las sem­anas, han logra­do sacud­ir no solo a la calle —incluyen­do el resur­gir de un movimien­to de ‘indig­na­dos’, el lla­ma­do Nuit­De­bout («Noche en pie»)—,  sino tam­bién a la izquier­da france­sa y al pro­pio gob­ier­no. De momen­to, los sindi­catos han con­segui­do arran­car al Ejec­u­ti­vo algu­nas con­ce­siones que suavizan el tono de los pun­tos más polémi­cos de la ley.

La refor­ma, cono­ci­da como Ley El Khom­ri, en ref­er­en­cia a la min­is­tra de Tra­ba­jo, Myr­i­am El Khom­ri, será debati­da en la Asam­blea y el Sena­do durante el pre­sente mes de abril y en mayo, respec­ti­va­mente, y sigue la línea de las medi­das lab­o­rales recla­madas por Bruse­las a los país­es de la Unión Euro­pea para aumen­tar la pro­duc­tivi­dad y la com­pet­i­tivi­dad, y reducir el desempleo.

El proyec­to de ley ha sido com­para­do con la polémi­ca refor­ma aproba­da en España en 2012 por el Gob­ier­no de Mar­i­ano Rajoy (algo que ha admi­ti­do has­ta el pro­pio primer min­istro francés, Manuel Valls), con el prece­dente de la imple­men­ta­da dos años antes por el Ejec­u­ti­vo de José Luis Rodríguez Zap­a­tero.

Con el argu­men­to de que ayu­dará a crear más empleo para los jóvenes, aumen­tará la «flex­i­bil­i­dad» de las empre­sas y ampli­ará las «garan­tías» de los tra­ba­jadores, la refor­ma del Gob­ier­no de Hol­lande cuen­ta con el apoyo de la patronal france­sa y de la derecha políti­ca. En con­tra: los sindi­catos, los prin­ci­pales gru­pos de estu­di­antes, y, según son­deos pub­li­ca­dos estos días por diver­sos medios france­ses, has­ta el 70% de los ciu­dadanos.

Las 35 horas semanales

Uno de los pun­tos más polémi­cos de la refor­ma france­sa es el que hace ref­er­en­cia a la duración de la sem­ana lab­o­ral. Actual­mente, Fran­cia es el úni­co país de la Unión Euro­pea que mantiene las 35 horas sem­anales (en España, Sue­cia o Polo­nia son 40 horas; en el Reino Unido el límite está en 48, y en Ale­ma­nia no existe un tope fija­do por la ley).

La prop­ues­ta del Gob­ier­no de Hol­lande no aca­ba, en prin­ci­pio, con esas 35 horas, una medi­da icóni­ca de la izquier­da, pero flex­i­bi­liza el tiem­po de tra­ba­jo y, según los críti­cos, intro­duce «innu­mer­ables» posi­bil­i­dades para super­ar­las sin penalidades.

La clave se encuen­tra en que la refor­ma intro­duce la posi­bil­i­dad de tra­ba­jar has­ta 48 horas (incluyen­do inclu­so un máx­i­mo de 60 en cir­cun­stan­cias excep­cionales y con autor­ización pre­via), siem­pre que en la sem­ana inmedi­ata­mente pos­te­ri­or la jor­na­da sea solo de 10 horas, y que la media del tiem­po efec­ti­vo tra­ba­ja­do durante un peri­o­do de tres meses no exce­da las 37,5 horas semanales.

Horas extraordinarias

Las horas tra­ba­jadas por enci­ma de las 35 se pagan en Fran­cia como horas extras, pero la refor­ma intro­duce la novedad, muy crit­i­ca­da por los sindi­catos y por la izquier­da, de que, medi­ante un acuer­do empre­sar­i­al, pue­da reducirse el por­centa­je fija­do en este sen­ti­do por los con­ve­nios colec­tivos, que podría pasar del 25% que apli­can actual­mente la may­oría de las empre­sas a has­ta un 10%.

El proyec­to de ley no mod­i­fi­ca el mín­i­mo del 10%, pero deja abier­ta la posi­bil­i­dad de que las empre­sas establez­can su propia ret­ribu­ción para las horas extra­or­di­nar­ias, sin ten­er en cuen­ta el con­ve­nio colec­ti­vo, que pri­ma en la actu­al nor­ma­ti­va. La con­se­cuen­cia es que los tra­ba­jadores man­ten­drán ese seguro del 10%, pero estarán menos pro­te­gi­dos ante posi­bles mod­i­fi­ca­ciones a la baja acor­dadas en las empresas.

En la may­oría del resto de los Esta­dos de la UE la cuan­tía del com­ple­men­to que se paga por horas extra­or­di­nar­ias está suje­to a los resul­ta­dos de la nego­ciación con los inter­locu­tores sociales. En España no existe un mín­i­mo mar­ca­do por la Ley, y tam­poco en Sue­cia o en Ale­ma­nia. En el Reino Unido, y según fuentes guber­na­men­tales citadas por Euronews, la ret­ribu­ción oscila entre el 25% y el 50%, según los casos, mien­tras que en Polo­nia el com­ple­men­to es del 50%, pudi­en­do lle­gar has­ta el 100% en el caso de horas noc­tur­nas y de domin­gos o festivos.

En cuan­to al máx­i­mo de horas extra­or­di­nar­ias per­mi­ti­das por la ley, la refor­ma france­sa mantiene las 220 al año de la actu­al­i­dad (en España son 80 al año; en Ale­ma­nia, dos al día; en Sue­cia, 200 al año; y en el Reino Unido no hay un límite).

El descanso obligatorio

La refor­ma afec­tará asimis­mo al mín­i­mo de horas con­sec­u­ti­vas de des­can­so entre dos jor­nadas lab­o­rales, que la ley france­sa establece actual­mente en 11 (además de un mín­i­mo de 35 horas con­sec­u­ti­vas de des­can­so sem­anal). Según la ley, a la que ya ha dado su vis­to bueno el Gob­ier­no galo, el Min­is­te­rio de Tra­ba­jo per­mi­tiría un frac­cionamien­to de la jor­na­da lab­o­ral para aque­l­los emplea­d­os que cobran por día tra­ba­ja­do, siem­pre y cuan­do exista, como mar­ca la direc­ti­va euro­pea, un acuer­do con el trabajador.

En España, la duración de la jor­na­da de tra­ba­jo depende de lo pacta­do en la nego­ciación colec­ti­va y en los con­tratos, si bien, con carác­ter gen­er­al, debe haber un mín­i­mo de doce horas entre el final de una jor­na­da y el comien­zo de la sigu­iente, y un des­can­so mín­i­mo sem­anal que abar­que, tam­bién como nor­ma gen­er­al, la tarde del sába­do o, en su caso, la mañana del lunes y el día com­ple­to del domin­go. En Sue­cia, el des­can­so mín­i­mo oblig­a­to­rio está fija­do entre la medi­anoche y las cin­co de la mañana.

Más fácil (y más barato) despedir

Jun­to a los cam­bios en las nor­mas que afectan al número de horas tra­ba­jadas, el otro gran cabal­lo de batal­la de los sindi­catos con­tra la refor­ma de El Khom­ri son las mod­i­fi­ca­ciones en mate­ria de despi­dos. Según el proyec­to de ley, a par­tir de aho­ra los empre­sar­ios podrían jus­ti­ficar un despi­do basán­dose en razones pura­mente económi­cas (un descen­so de los ben­efi­cios durante un semes­tre, una reduc­ción sig­ni­fica­ti­va de pedi­dos), más allá del rendimien­to per­son­al del emplea­do en cuestión.

Además, la ind­em­nización por despi­do pasa de los cua­tro meses de salario actuales a solo tres, cuan­do la antigüedad del emplea­do sea infe­ri­or a dos años, y de 27 y 24 meses a 15 cuan­do se hayan super­a­do los 20 años trabajados.

En tér­mi­nos sim­i­lares a los uti­liza­dos por el Ejec­u­ti­vo español cuan­do aprobó la refor­ma lab­o­ral de 2012, el Gob­ier­no francés defiende esta medi­da como un modo de evi­tar que las empre­sas dejen de con­tratar a nuevos emplea­d­os por temor a ten­er que pagar grandes can­ti­dades de dinero en el caso de que los tra­ba­jadores des­pe­di­dos acu­d­an a los tribunales.

De hecho, en el caso de los despi­dos improce­dentes, tam­bién se establece un máx­i­mo en las ind­em­niza­ciones (deter­mi­nadas actual­mente en un tri­bunal lab­o­ral), y, en muchos casos, se hace prevale­cer los acuer­dos en el seno de la empre­sa sobre los con­ve­nios colec­tivos. Así, el plan recu­pera la fijación de topes en la ind­em­nización lan­za­da el pasa­do junio, pero cen­sura­da pos­te­ri­or­mente por el Con­se­jo Con­sti­tu­cional porque en ese momen­to la com­pen­sación no era igual para todos, sino may­or para los tra­ba­jadores de las grandes empresas.

No obstante, los emplea­d­os france­ses seguirán dis­fru­tan­do de un niv­el de pro­tec­ción may­or que el de muchos tra­ba­jadores europeos. En España, por ejem­p­lo, la refor­ma de 2012 instau­ró el denom­i­na­do «despi­do obje­ti­vo», que per­mite asimis­mo a las empre­sas echar a emplea­d­os por causas económi­cas, orga­ni­za­ti­vas, téc­ni­cas o de pro­duc­ción, con una ind­em­nización de 20 días por año tra­ba­ja­do, y que puede apli­carse cuan­do exis­tan pér­di­das actuales o pre­visión de ten­er­las, y cuan­do la com­pañía ten­ga una dis­min­u­ción de ingre­sos durante tres trimestres consecutivos.

En Ale­ma­nia, la nor­ma­ti­va tam­bién con­tem­pla el despi­do por causas económi­cas des­fa­vor­ables, aunque la empre­sa está oblig­a­da a realizar una selec­ción de los tra­ba­jadores que serán des­pe­di­dos en relación a su situación social y famil­iar, una cir­cun­stan­cia que, gen­eral­mente, aca­ba afectan­do a los emplea­d­os más jóvenes.

¿Menos sueldo?

El ter­cer gran obstácu­lo de cara a alcan­zar algún tipo de paz social con los sindi­catos son los salarios. De acuer­do con el proyec­to de ley, la empre­sa podrá alter­ar el con­tra­to de tra­ba­jo sin mod­i­ficar la remu­neración (es decir, que el emplea­do, por ejem­p­lo, tra­ba­je más horas o desar­rolle fun­ciones de más respon­s­abil­i­dad, pero sin que gane más), siem­pre, eso sí, que exista un acuer­do pre­vio entre la com­pañía y el trabajador.

Ese acuer­do pre­vio es, para el Gob­ier­no, la prin­ci­pal garan­tía a la hora de evi­tar situa­ciones abu­si­vas, pero los sindi­catos denun­cian que será muy difí­cil evi­tar que se pro­duz­can pre­siones para que el emplea­do acepte el cam­bio «prop­uesto», espe­cial­mente cuan­do puede estar en peli­gro su puesto de tra­ba­jo, ya que, gra­cias a la refor­ma, las posi­bil­i­dades para un despi­do proce­dente son mayores.

Los sindi­catos temen igual­mente que la refor­ma acabe afectan­do, en la prác­ti­ca, al salario mín­i­mo inter­pro­fe­sion­al, que actual­mente es en Fran­cia de 1.466,62 euros men­su­ales bru­tos, uno de los más altos de Europa (en España está estable­ci­do en 655,20 euros al mes para 14 pagas, 756,70 en 12 pagas al año).

Las protestas

Des­de que el Gob­ier­no francés dio luz verde a su refor­ma, a prin­ci­p­ios del pasa­do mes de mar­zo, las protes­tas, pro­tag­on­i­zadas prin­ci­pal­mente por sindi­catos, estu­di­antes y gru­pos de izquier­das (inclu­i­da el ala más pro­gre­sista del gob­er­nante Par­tido Social­ista), se han suce­di­do por todo el país.

El primer gran pul­so al Ejec­u­ti­vo se pro­du­jo el 9 de mar­zo, con 175 man­i­festa­ciones en las que par­tic­i­paron entre 224.000 per­sonas, según el Gob­ier­no, y medio mil­lón, según los orga­ni­zadores, y pan­car­tas en favor de «tra­ba­jar menos para tra­ba­jar todos» y en con­tra del primer min­istro, Manuel Valls, y del pres­i­dente, François Hol­lande, acu­sa­do de ir inclu­so mas allá que su pre­de­ce­sor y actu­al jefe de la oposi­ción, el con­ser­vador Nico­las Sarkozy.

La parisi­na Plaza de la Repúbli­ca se con­vir­tió en el cen­tro neurál­gi­co de la oposi­ción a la nue­va ley, y en el esce­nario de un nue­vo movimien­to de ‘indig­na­dos’, Nuit­De­bout (Noche en pie), que acam­paron durante var­ios días en la zona, y que en ape­nas una sem­ana pasó de tan solo unos cen­tenares a más de 2.000 par­tic­i­pantes en asam­bleas ciu­dadanas inspi­radas en el 15‑M español.

A lo largo de este últi­mo mes, las protes­tas han ido sien­do menos mul­ti­tu­di­nar­ias, pero, a pesar de que la may­oría de las con­cen­tra­ciones son de carác­ter pací­fi­co, tam­bién han endure­ci­do el tono, con enfrentamien­tos con la policía y dece­nas de detenidos. El pasa­do jueves, man­i­fes­tantes en París rompieron escaparates de tien­das y dañaron var­ios coches, después de que el pres­i­dente Hol­lande declarase en una entre­vista la tele­visión nacional que no pien­sa aban­donar el proyec­to de refor­ma laboral.

Hol­lande ha defen­di­do reit­er­ada­mente la refor­ma con el argu­men­to de que favore­cerá la creación de empleo y aumen­tará el número de con­tratos indefinidos: «He dado todos estos años la pri­or­i­dad al empleo y no cam­biaré. Para mí es lo esen­cial, un empleo estable», dijo, tras la aprobación del proyec­to de ley.

Concesiones

El día después de pro­ducirse las primeras man­i­festa­ciones con­tra la refor­ma, la min­is­tra france­sa de Tra­ba­jo, Myr­i­am El Khom­ri, avanzó varias con­ce­siones a los sindi­catos. «Hay que respon­der a un cier­to número de críti­cas», admi­tió, expli­can­do a con­tin­uación que se pre­vé impon­er coti­za­ciones suple­men­tarias a los con­tratos tem­po­rales para «reducir la pre­cariedad, ya que las per­sonas que tra­ba­jan con ese rég­i­men tienen difi­cul­tades para alquilar una vivien­da o con­seguir un crédi­to», y que se dis­cu­tirá con la patronal y los sindi­catos la posi­bil­i­dad de gen­er­alizar unas coti­za­ciones más ele­vadas para todos los con­tratos temporales.

La segun­da con­ce­sión a la que aludió la min­is­tra es suprim­ir del primer mon­ta­je de su proyec­to de ley una dis­posi­ción que hubiera per­mi­ti­do pro­lon­gar el tiem­po de tra­ba­jo de los apren­dices. En la actu­al­i­dad sus horar­ios se pueden pro­lon­gar has­ta 40 horas sem­anales si se obtiene el vis­to bueno de los inspec­tores laborales.

Pero, más allá de estos cam­bios, El Khom­ri mostró su inten­ción de seguir ade­lante con la refor­ma lab­o­ral, porque, a pesar de que, según dijo, el país está en «una dinámi­ca más pos­i­ti­va», «no con­seguimos tratar prob­le­mas de fon­do en nues­tra sociedad sobre todo la fal­ta de flex­i­bil­i­dad». «Creo que nue­stro sis­tema está ago­ta­do», añadió. «Ten­emos un mer­ca­do lab­o­ral que es rígi­do. Creamos menos empleo que los demás. Esta refor­ma es nece­saria. Tiene que ser equi­li­bra­da, pero es nece­saria», concluyó.

En una primera reac­ción a las con­ce­siones del Ejec­u­ti­vo, Sophie Binet, diri­gente de la Con­fed­eración Gen­er­al del Tra­ba­jo (CGT, una de las cen­trales orga­ni­zado­ras de la mov­i­liza­ciones) con­sid­eró que «es una bue­na noti­cia pero no responde» a lo que le exi­gen, que es que «el proyec­to de ley se tiene que reti­rar». Según la CGT, la refor­ma «supone una vuelta al siglo XIX en mate­ria de leg­is­lación lab­o­ral». Otro sindi­ca­to, Fuerza Obr­era, lamen­tó que el plan ofrez­ca may­ores facil­i­dades para las empre­sas, pero no nuevas garan­tías para los empleados.

Tormenta política

Además de gener­ar la oposi­ción frontal de sindi­catos y estu­di­antes, el proyec­to de refor­ma del códi­go lab­o­ral ha ahon­da­do en Fran­cia la brecha políti­ca abier­ta entre el Ejec­u­ti­vo social­ista y la may­oría par­la­men­taria gob­er­nante y, espe­cial­mente, en el seno de la divi­di­da izquier­da france­sa, que se enfrenta aho­ra a otra gran batal­la inter­na a tan solo 14 meses de las próx­i­mas elec­ciones pres­i­den­ciales, y tras cin­co der­ro­tas elec­torales con­sec­u­ti­vas en los últi­mos dos años (comi­cios europeos, regionales, munic­i­pales, departamentales…).

Des­de que la refor­ma se fil­tró a la pren­sa, muchos respon­s­ables de la may­oría par­la­men­taria, según el per­iódi­co Libéra­tion, oscilan «entre la res­i­gnación y la cólera», y el primer sec­re­tario del Par­tido Social­ista, Jean-Christophe Cam­badélis, ya advir­tió de que le iba a costar votar la ley. Los lla­ma­dos disidentes social­is­tas, por su parte, la ven «peli­grosa para los tra­ba­jadores y car­ente de ambi­ción para la economía». «Es como si el Ejec­u­ti­vo se hubiera embar­ca­do en una estrate­gia de rup­tura. Nadie entiende lo que pasa», indicó la diputa­da social­ista San­drine Mazeti­er, en declara­ciones recogi­das por Efe. Mazeti­er añadió que que no veía «lóg­i­ca» esa línea políti­ca a 14 meses de las elecciones.

En cuan­to a la derecha, que de momen­to se ha mostra­do disc­re­ta sobre el fon­do del proyec­to, cree que algunos pun­tos se inspi­ran en sus propias prop­ues­tas y ani­ma a lle­var­lo más lejos. Según el diario Les Échos, no obstante, lo que real­mente bus­ca es explotar la ola de oposi­ción lev­an­ta­da en la izquier­da. «El infier­no está lleno de bue­nas inten­ciones. En este tex­to las hay, pero, vis­i­ble­mente, plantean un prob­le­ma para la may­oría», afir­mó el sec­re­tario gen­er­al de Los Repub­li­canos, Éric Woerth.

El dictado de Bruselas

Al igual que las refor­mas lle­vadas a cabo en España o, en menor medi­da, en Italia, la refor­ma lab­o­ral france­sa está inspi­ra­da en bue­na parte en las líneas mar­cadas por la Union Euro­pea durante estos últi­mos años.

Ya en junio de 2014, cuan­do la Comisión Euro­pea (CE) pre­sen­tó sus recomen­da­ciones macro­económi­cas por país­es, el Ejec­u­ti­vo comu­ni­tario pidió a Fran­cia que pusiera en mar­cha «más refor­mas con­tra la rigidez del mer­ca­do lab­o­ral» y que apli­case más recortes a su gas­to públi­co. «Es nece­sario que la economía france­sa y otras economías sigan por el camino de las refor­mas y esto, des­de luego, se hará de una man­era colec­ti­va con los demás Esta­dos miem­bros», señaló el pres­i­dente de la Comisión, José Manuel Durao Bar­roso.

Des­de entonces, la CE no solo ha man­tenido esta políti­ca, sino que ha aumen­ta­do su pre­sión sobre los gob­ier­nos para que sigan acome­tien­do refor­mas en este sen­ti­do. El pasa­do mes de febrero, por ejem­p­lo, la Comisión, crit­i­ca­da por obviar a menudo el aumen­to de la pre­cariedad lab­o­ral en aras de una mejo­ra de las cifras gen­erales de desem­pleo, defendió las refor­mas del mer­ca­do lab­o­ral real­izadas en España en 2012, ase­gu­ran­do que, gra­cias a una «may­or flex­i­bil­i­dad inter­na» han «acel­er­a­do la creación de empleo». Según Bruse­las, de no haberse apli­ca­do estas refor­mas, «se habrían per­di­do 400.000 puestos de tra­ba­jo». No obstante, la CE sigue vien­do nece­sario «pro­fun­dizar» en la refor­ma españo­la, con nuevas medi­das de «ajuste».

En la mis­ma línea, hace tan solo unos días, el pres­i­dente del Ban­co Cen­tral Europeo (BCE), Mario Draghi, se con­grat­uló por el resul­ta­do de algu­nas de las refor­mas apli­cadas durante el rescate financiero a Por­tu­gal, pero añadió que hay que aplicar más, sobre todo en el mer­ca­do de tra­ba­jo y «para atraer la inver­sión: «La creación de empleo des­de 2014 indi­ca que el mer­ca­do de tra­ba­jo es aho­ra más adapt­able, y la dis­min­u­ción de tra­bas para crear empre­sas ha impul­sa­do la com­pet­i­tivi­dad, pero aún exis­ten grandes desafíos, , entre ellos, la mejo­ra del fun­cionamien­to del mer­ca­do lab­o­ral para hac­er­lo más flex­i­ble», indicó.

El caso italiano

Jun­to con Fran­cia y España, tam­bién Italia ha acometi­do recien­te­mente impor­tantes refor­mas lab­o­rales. En octubre de 2014, cer­ca de un mil­lón de per­sonas (según los orga­ni­zadores) salieron a la calle en Roma para protes­tar con­tra la refor­ma pre­sen­ta­da por el jefe del Ejec­u­ti­vo ital­iano, Mat­teo Ren­zi, que incluía acabar con el artic­u­lo 18 del Estatu­to de los Tra­ba­jadores, según el cual una empre­sa no puede des­pedir a un emplea­do si éste cumple con sus obliga­ciones con­trac­tuales, y que en la prac­ti­ca supone que quien tiene un con­tra­to fijo lo tiene para toda la vida.

Las protes­tas se repi­tieron en varias oca­siones, como en diciem­bre de ese mis­mo año (huel­ga gen­er­al y cien­tos de miles de man­i­fes­tantes en 54 ciu­dades de todo el país), o en mar­zo del año pasa­do, cuan­do var­ios de los pun­tos más impor­tantes de la refor­ma (la lla­ma­da «Ley de Tra­ba­jo») ya habían sido aproba­dos por el Sena­do y Con­gre­so, poco después de que la Orga­ni­zación para la Coop­eración y el Desar­rol­lo Económi­co (OCDE) pidiera al Gob­ier­no ital­iano que acel­er­ara la apli­cación de los cam­bios anunciados.

El paque­te de refor­mas del Gob­ier­no de Ren­zi tenía como prin­ci­pal obje­ti­vo sim­pli­ficar el mar­co jurídi­co de las múlti­ples modal­i­dades de con­tra­to exis­tentes en Italia (has­ta 40 tipos dis­tin­tos), y apues­ta por los con­tratos en prác­ti­cas como la mejor for­ma de inser­ción. Asimis­mo establece un aumen­to de los amor­tiguadores sociales, con­jun­to de medi­das de apoyo a la renta en caso de pér­di­da o sus­pen­sión del tra­ba­jo o reduc­ción de la jornada.

La mod­i­fi­cación del men­ciona­do artícu­lo 18 fue la prin­ci­pal críti­ca de los sindi­catos, que atac­aron al Gob­ier­no del Par­tido Demócra­ta (PD) de Ren­zi por con­sid­er­ar poco menos que una traición que impul­sara la refor­ma definién­dose como for­ma­ción socialdemócrata.

Una tendencia común

Las refor­mas lab­o­rales empren­di­das en Europa en los últi­mos años (tan­to estruc­turales —en España, Por­tu­gal, Irlan­da, Italia, Fran­cia— como sobre aspec­tos con­cre­tos —en Ale­ma­nia, Reino Unido, Aus­tria, Dina­mar­ca, Sue­cia—) han sido, esen­cial­mente, una respues­ta a la cri­sis económi­ca que estal­ló en 2008 y a su dev­as­ta­dor impacto sobre el empleo.

Sal­van­do las difer­en­cias exis­tentes en las dis­tin­tas leg­is­la­ciones nacionales, es posi­ble iden­ti­ficar en todas estas ini­cia­ti­vas una serie de ten­den­cias sim­i­lares, cuyo denom­i­nador común se inscribiría den­tro de políti­cas de corte más o menos liberal.

De acuer­do con el estu­dio Con­seil d’ori­en­ta­tion pour l’em­ploi: Les réformes des marchés du tra­vail en Europe (Con­se­jo de ori­entación para el empleo: las refor­mas del mer­ca­do de tra­ba­jo en Europa), pub­li­ca­do en Fran­cia en noviem­bre de 2015, y según expli­ca en el diario Cin­co Días el cat­e­dráti­co de Dere­cho del Tra­ba­jo Fed­eri­co Durán, estas ten­den­cias pre­sen­tan cin­co aspec­tos fundamentales:

  • Flex­i­bi­lización del mar­co reg­u­lador de las rela­ciones lab­o­rales esta­bles o indefinidas, y revisión del mar­co nor­ma­ti­vo de la con­trat­ación tem­po­ral: «Sobre todo en los país­es más tradi­cional­mente pro­tec­tores del empleo (España, Italia, Fran­cia, Por­tu­gal), se bus­ca una cier­ta rela­jación de la nor­ma­ti­va lab­o­ral, que per­mi­ta una may­or adapt­abil­i­dad empre­sar­i­al y una cre­ciente aten­ción a las exi­gen­cias com­pet­i­ti­vas de las empre­sas», escribe Durán.
  • Reforza­mien­to de los mecan­is­mos de flex­i­bil­i­dad inter­na, facil­i­tan­do la mod­i­fi­cación de las condi­ciones de tra­ba­jo con el fin de pro­te­ger el empleo evi­tan­do su destrucción.
  • Descen­tral­ización de la nego­ciación colec­ti­va, con rel­e­van­cia cre­ciente de los con­ve­nios y de los acuer­dos en el seno de la empre­sa, y may­ores opciones para no depen­der de los con­ve­nios sectoriales.
  • Mod­eración salar­i­al y con­tención del cos­to del tra­ba­jo, incluyen­do una dis­min­u­ción de las car­gas sociales y fiscales.
  • Revisión de los sis­temas de pro­tec­ción del desem­pleo, «para hac­er­los más incen­ti­vadores de la vuelta al empleo», y de los ser­vi­cios públi­cos de empleo, «para con­seguir un aumen­to de su efi­ca­cia y dinamizar las políti­cas acti­vas del mer­ca­do de trabajo».

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