La división de las superpotencias y la amenaza terrorista mantienen viva la pesadilla nuclear

Miguel Máiquez, 3/4/2016

Con los bru­tales ataques ter­ror­is­tas de Bruse­las y Lahore aún en la reti­na, medio cen­te­nar de líderes mundi­ales se reunieron esta sem­ana en Wash­ing­ton para tratar de avan­zar en el con­trol de las armas nuclear­es, en una cum­bre que al final se cen­tró en la necesi­dad de dar una respues­ta a la ame­naza de que parte de ese dev­as­ta­dor arse­nal caiga en manos de gru­pos como Esta­do Islámi­co.

La cuar­ta Cum­bre sobre Seguri­dad Nuclear (con­vo­ca­da, como las tres ante­ri­ores, por el pres­i­dente esta­dounidense, Barack Oba­ma) se cele­bró, no obstante, con la pre­vis­i­ble tara que supusieron las ausen­cias de algunos de los país­es que más tienen que decir en este asun­to. La sil­la vacía más notable fue la de Rusia, cuyo pres­i­dente, Vladimir Putin, decidió no acud­ir a la cita ale­gan­do una «fal­ta de coop­eración» durante los prepar­a­tivos de la reunión.

Tam­poco estu­vo, aunque nadie la esper­a­ba, Corea del Norte, cuyos con­stantes ejer­ci­cios mil­itares, ensayos nuclear­es y comu­ni­ca­dos ame­nazantes lle­van tenien­do en jaque al mun­do en gen­er­al, y a la región asiáti­ca del Pací­fi­co en par­tic­u­lar, des­de los años noven­ta, y que aprovechó el encuen­tro, además, para lan­zar un mis­il anti­aéreo al mar (el sex­to en un mes). Irán, recién sali­do del ‘eje del mal’ tras el acuer­do nuclear alcan­za­do en julio de 2015, y Bielor­ru­sia, una ex repúbli­ca soviéti­ca que albergó oji­vas nuclear­es has­ta 1996, fueron los otros ausentes.

A pesar de los avances reg­istra­dos en estos últi­mos años, el obje­ti­vo de con­seguir un mun­do sin más armas nuclear­es que se fijó Oba­ma al ini­cio de su primer manda­to (una de las razones por las que recibió el Nobel de la Paz) sigue todavía muy lejos. Y, si bien es cier­to que el final de la Guer­ra Fría tras la caí­da de la Unión Soviéti­ca acabó con el temor a que un enfrentamien­to nuclear entre las dos super­po­ten­cias ter­mi­nase, lit­eral­mente, con la vida en el plan­e­ta tal y como la cono­ce­mos, un cuar­to de siglo después la ame­naza del uso de armas atómi­cas, con su apoc­alíp­ti­ca capaci­dad de destruc­ción masi­va, sigue ahí. Y, lo que es peor, a día de hoy nadie apues­ta ya real­mente por el desarme global.

En primer lugar, por la imposi­bil­i­dad de ‘con­vencer’ a país­es como India y Pak­istán —en los que el arse­nal nuclear jue­ga un papel fun­da­men­tal en el equi­lib­rio de su rival­i­dad—, Corea del Norte, o inclu­so Israel, que, aunque ofi­cial­mente ni lo con­fir­ma ni lo desmiente, pocos dudan de que tiene armas nuclear­es. Pero, sobre todo, por el poco interés que tienen en ello tan­to Rusia como Esta­dos Unidos.

Oba­ma aca­ba de anun­ciar la may­or mod­ern­ización del arse­nal nuclear esta­dounidense des­de la pres­i­den­cia de Ronald Rea­gan, con una inver­sión de cer­ca de 900.000 mil­lones de euros en las próx­i­mas tres décadas, en un proyec­to que pre­vé mejo­rar las bom­bas y desar­rol­lar nuevos sis­temas para lan­zarlas. Y el Krem­lin, que está con­struyen­do asimis­mo nuevas armas para susti­tuir a las antiguas, incluye en su cada vez más noto­ria políti­ca de dis­tan­ci­amien­to de Occi­dente el rec­ha­zo a que las reglas sobre las armas atómi­cas se dicten en la Casa Blan­ca. Moscú sigue insistien­do en que sea el Organ­is­mo Inter­na­cional de la Energía Atómi­ca (OIEA), depen­di­ente de la ONU, quien mar­que el paso, lo que no es de extrañar si se tiene en cuen­ta que esta insti­tu­ción se limi­ta a con­tro­lar a los país­es que aún no dispo­nen de tec­nología para fab­ricar bom­bas atómi­cas, y no a los que ya las poseen.

De hecho, la cum­bre de Wash­ing­ton asum­ió de algún modo la renun­cia al obje­ti­vo ide­al del desarme, al pon­er el acen­to en el con­trol del arse­nal actu­al, más que en su elim­i­nación defin­i­ti­va, un con­trol que, en cualquier caso, parece más nece­sario que nun­ca: toneladas de mate­r­i­al nuclear y radi­ac­ti­vo se encuen­tran aún en insta­la­ciones civiles con­sid­er­adas poco seguras (cen­tros de inves­ti­gación, hos­pi­tales, cen­trales energéti­cas), y la posi­bil­i­dad de que acaben en manos de «actores no estatales» (gru­pos ter­ror­is­tas, traf­i­cantes, mer­ca­do negro), es real.

Ese fue pre­cisa­mente el gran peli­gro surgi­do tras el final de la Guer­ra Fría, la posi­bil­i­dad de que todo o parte de ese plu­to­nio y uranio que ya no con­trolan los esta­dos pudiera lle­gar a ser uti­liza­do por gru­pos ter­ror­is­tas con la sufi­ciente capaci­dad téc­ni­ca como para fab­ricar bom­bas (las lla­madas «bom­bas sucias», por ejem­p­lo) y aten­tar con ellas, sin los con­troles y ni la pre­sión a los que, al menos en teoría, puede some­ter la comu­nidad inter­na­cional a país­es como Corea del Norte o Irán.

Durante décadas, la acu­mu­lación de arma­men­to nuclear por parte de EE UU y la entonces Unión Soviéti­ca se pro­du­jo en el mar­co de una guer­ra dis­ua­so­ria, en la que la uti­lización por parte de cualquiera de los dos garan­ti­z­a­ba la destruc­ción total de ambos. Aho­ra, como recuer­da el peri­odista Marc Bas­sets, «no es pre­vis­i­ble que ni Al Qae­da ni el ISIS dejen de lan­zar una bom­ba porque sus rivales puedan usar­la en respuesta».

Las claves de lo acor­da­do en la cum­bre y de la ame­naza del ter­ror­is­mo nuclear, en pre­gun­tas y respuestas:

¿Qué es la Cumbre sobre Seguridad Nuclear?

La Cum­bre de Seguri­dad Nuclear se cel­e­bra cada dos años des­de 2010 por ini­cia­ti­va del pres­i­dente de EE UU, Barack Oba­ma, quien prometió al comien­zo de su primer manda­to con­ver­tir en una pri­or­i­dad la no pro­lif­eración nuclear e instó a la comu­nidad inter­na­cional a avan­zar hacia «un mun­do libre de armas atómi­cas», durante un dis­cur­so en Pra­ga en 2009.

A Oba­ma le que­da menos de un año en el poder, por lo que esta cum­bre, de dos días de duración (los pasa­dos jueves y viernes), ha sido la últi­ma en su for­ma­to actu­al. Se desconoce si el próx­i­mo pres­i­dente o pres­i­den­ta esta­dounidense, que lle­gará a la Casa Blan­ca en enero de 2017, quer­rá con­tin­uar con este pro­ce­so multilateral.

¿Quiénes han participado y quiénes no?

Los líderes de medio cen­te­nar de país­es, entre ellos, y además del pro­pio Oba­ma, el pres­i­dente francés, François Hol­lande; el de Chi­na, Xi Jin­ping; el de Turquía, Recep Tayyip Erdo­gan; el de Méx­i­co, Enrique Peña Nieto; el de Argenti­na, Mauri­cio Macri; la de Chile, Michelle Bachelet; el primer min­istro británi­co, David Cameron; el primer min­istro de Japón, Shin­zo Abe, y la pres­i­den­ta de Corea del Sur, Park Geun-Hye.

Rusia, el país con el may­or arse­nal nuclear del mun­do, decidió no asi­s­tir por con­sid­er­ar que hubo «fal­ta de coop­eración al elab­o­rar la agen­da» del encuen­tro, según explicó el miér­coles el por­tavoz del Krem­lin, Dmitri Peskov. Su ausen­cia ha difi­cul­ta­do el alcance de grandes acuer­dos sobre seguri­dad nuclear, pero la Casa Blan­ca con­fía en que la cita haya servi­do para aumen­tar la coor­di­nación inter­na­cional en la lucha con­tra Esta­do Islámi­co, para tomar may­or con­cien­cia de la posi­bil­i­dad de que éste u otros gru­pos ter­ror­is­tas obten­gan un arma nuclear, y para empezar a adop­tar medi­das al respecto.

Al tér­mi­no de la cum­bre, no obstante, Oba­ma no ocultó su decep­ción por la ausen­cia de Rusia: «Dado que Putin impu­so una visión que enfa­ti­za el poder mil­i­tar por enci­ma del desar­rol­lo den­tro de Rusia y la diver­si­fi­cación de la economía, no hemos vis­to el tipo de avances con Rusia que habría esper­a­do», dijo.

Esta­dos Unidos y Rusia con­cen­tran el 90% del arse­nal nuclear del mundo.

¿Cómo se ha definido la amenaza terrorista?

El viernes, Oba­ma instó a los líderes mundi­ales a pro­te­ger las insta­la­ciones nuclear­es vul­ner­a­bles para impedir que los «locos» de gru­pos como Esta­do Islámi­co accedan a armas atómi­cas o a bom­bas radi­ac­ti­vas. En su dis­cur­so, el pres­i­dente esta­dounidense ase­guró que el mun­do se enfrenta a una «per­sis­tente ame­naza de ter­ror­is­mo nuclearx, que está evolu­cio­nan­do a pesar de los pro­gre­sos en reducir este tipo de ries­gos. «No podemos ser auto­com­plac­i­entes», advirtió.

Si bien Oba­ma ase­guró que, de momen­to, ningún grupo ha tenido éxi­to a la hora de obten­er mate­ri­ales nuclear­es, tam­bién dijo que Al Qae­da estu­vo «mucho tiem­po» detrás de ellos, y men­cionó acciones lle­vadas a cabo por miem­bros del grupo yihadista Esta­do Islámi­co, que plantean «pre­ocu­pa­ciones sim­i­lares». En este sen­ti­do, los aten­ta­dos de Bruse­las y, ante­ri­or­men­tre, París, han ele­va­do la pre­ocu­pación de que Esta­do Islámi­co (el grupo que reivin­dicó los ataques) pue­da asaltar cen­trales nuclear­es con el fin de robar mate­r­i­al y poder desar­rol­lar bom­bas radiactivas.

«No hay ningu­na duda de que si esos locos tienen algu­na vez en sus manos una bom­ba nuclear o mate­r­i­al nuclear, lo usarán para matar al may­or número posi­ble de per­sonas inocen­tesx, señaló Oba­ma. «Eso cam­biaría nue­stro mun­do», añadió.

En los últi­mos años, y según indicó el pres­i­dente, se han reduci­do con­sid­er­able­mente los ries­gos de robo y trá­fi­co de mate­r­i­al nuclear (EE UU y Japón, por ejem­p­lo, han com­ple­ta­do la tarea de elim­i­nar todo el uranio alta­mente enrique­ci­do y sep­a­rar los com­bustibles de plu­to­nio de un reac­tor japonés), pero Oba­ma admi­tió asimis­mo que una parte de las 2.000 toneladas alma­ce­nadas en todo el mun­do «no está debida­mente pro­te­gi­da». De hecho, la seguri­dad en los silos nuclear­es de EE UU ha sido obje­to de críti­cas.

Como primera medi­da, Oba­ma anun­ció el viernes que hará públi­co el arse­nal nuclear esta­dounidense por primera vez en una déca­da, así como una «descrip­ción detal­la­da» de las medi­das de seguri­dad que toman las Fuerzas Armadas esta­dounidens­es para protegerlo.

¿Cuáles son los riesgos concretos?

En prin­ci­pio, y según detal­la el Cen­tro de Estu­dios para la No Pro­lif­eración, los ter­ror­is­tas podrían des­de robar direc­ta­mente un arma nuclear en una insta­lación mil­i­tar de alguno de los país­es que dispo­nen de ellas, has­ta atacar o sabotear una cen­tral nuclear, colo­car un explo­si­vo en una insta­lación, o robar o com­prar ile­gal­mente mate­r­i­al radi­ac­ti­vo de uso civ­il para fab­ricar una «bom­ba sucia» (arte­fac­tos explo­sivos rel­a­ti­va­mente baratos de fab­ricar, y capaces de dis­em­i­nar ele­men­tos radi­ac­tivos en la atmós­fera). Entre 1993 y 2011, la Agen­cia Inter­na­cional de la Energía Atómi­ca (AIEA) detec­tó 2.164 casos de pér­di­da, robo o desapari­ción de mate­ri­ales nuclear­es que podrían ser emplea­d­os para fab­ricar este tipo de bombas.

Con­stru­ir un arma nuclear no es fácil, pero fab­ricar una bom­ba sim­i­lar a la que destruyó Hiroshi­ma es «muy posi­ble den­tro de las capaci­dades de un grupo ter­ror­ista avan­za­do», según advertía hace ya unos años Matthew Bunn, pro­fe­sor adjun­to en la Escuela John Kennedy de la Uni­ver­si­dad de Har­vard (EE UU). «Existe una enorme difer­en­cia entre la difi­cul­tad de pro­ducir armas seguras y con­fi­ables para usar en un proyec­til o avión de guer­ra, y fab­ricar armas inse­guras y no con­fi­ables para trans­portar en un camión», indicaba.

Los cables diplomáti­cos fil­tra­dos por Wik­iLeaks rev­e­laron, por ejem­p­lo, la gran frag­ili­dad de los con­troles sobre el per­son­al impli­ca­do en el pro­gra­ma nuclear paquis­taní, lo que en su día llevó a Wash­ing­ton a dar al prob­le­ma pri­or­i­dad estratég­i­ca, con el fin de evi­tar que emplea­d­os «rad­i­cales» accedan a las instalaciones.

El peri­o­do de may­or descon­trol sobre el arma­men­to nuclear ocur­rió tras la caí­da de la Unión Soviéti­ca, en 1991, cuan­do sus bases nuclear­es en Rusia, Arme­nia, Bielor­ru­sia, Kaza­jstán y Ucra­nia quedaron en una situación de gran vul­ner­a­bil­i­dad. Además, muchos cien­tí­fi­cos perdieron su empleo y bus­caron una sal­i­da lab­o­ral en otros país­es, lleván­dose con­si­go algunos de ellos el conocimien­to y los archivos necesarios.

En un informe que elaboró para la revista Tech­nol­o­gy Review, el anal­ista esta­dounidense de seguri­dad nacional espe­cial­iza­do en armas nuclear­es Gra­ham Alli­son indicó que «si los gob­ier­nos no hacen más de lo que están hacien­do actual­mente, las posi­bil­i­dades de que ocur­ra un ataque ter­ror­ista con armas nuclear­es con­tra una de las grandes ciu­dades occi­den­tales en el pla­zo de una déca­da son de más del 50%».

¿Qué es el uranio enriquecido?

El uranio alta­mente enrique­ci­do es el que pre­sen­ta una pureza igual o supe­ri­or al 85%, lo que per­mite uti­lizar­lo para fab­ricar bom­bas atómi­cas. Actual­mente, un total de 31 país­es se han declar­a­do libres de este min­er­al, incluyen­do todos los de Lati­noaméri­ca y el Caribe, según anun­cia­ron al comien­zo de la cum­bre de Washington.

Des­de la últi­ma cum­bre de Seguri­dad Nuclear, diez país­es han destru­i­do todo su uranio alta­mente enrique­ci­do (en total, 400 kilos).

¿Qué se ha logrado en la cumbre?

La may­oría de los exper­tos cree que más bien poco, aunque es ver­dad que el obje­ti­vo de la cum­bre no era tan­to realizar grandes anun­cios o alcan­zar com­pro­misos nove­dosos, como hac­er bal­ance y fijar las líneas por las que debería guiarse la seguri­dad nuclear en los próx­i­mos años.

En gen­er­al, la cum­bre ha con­segui­do dar una may­or rel­e­van­cia a la ame­naza del ter­ror­is­mo nuclear, pero, de momen­to, no se han estu­di­a­do fór­mu­las conc­re­tas para hac­er­le frente, algo muy com­pli­ca­do de lograr sin que exista una coor­di­nación efec­ti­va entre Rusia y Esta­dos Unidos.

Tam­poco se han abor­da­do sufi­cien­te­mente casos que sus­ci­tan espe­cial pre­ocu­pación, como el de Pak­istán, uno de los país­es que reconoce ofi­cial­mente poseer armas nuclear­es, y que sigue inmer­so en una situación políti­ca muy inestable y de grave vio­len­cia, con una cre­ciente pres­en­cia y activi­dad tal­ibán y un pro­tag­o­nis­mo cada vez may­or del ejérci­to en el Gobierno.

En cuan­to a Corea del Norte, al menos Chi­na y Esta­dos Unidos lle­garon a un acuer­do bilat­er­al durante la cum­bre, por el que se com­pro­m­e­ten a tra­ba­jar con­jun­ta­mente para tratar de pre­venir que Pyongyang, que dispone ya de la capaci­dad de insta­lar pequeñas bom­bas nuclear­es en mis­iles, real­ice nuevas prue­bas prue­bas de lanzamientos.

Según el pres­i­dente esta­dounidense, des­de la primera cum­bre se han hecho «pro­gre­sos impor­tantes», como la fir­ma de un nue­vo trata­do START de desarme entre EE UU y Rusia para que las oji­vas nuclear­es que poseen estén en 2018 en su niv­el más bajo des­de la déca­da de 1950, la elim­i­nación o reti­ra­da de más de tres toneladas de uranio enrique­ci­do o plu­to­nio, mejo­ras en la seguri­dad de insta­la­ciones que alber­gan com­bustible nuclear, o la insta­lación de equipos para detec­tar radia­ciones en más de 300 pasos fron­ter­i­zos, aerop­uer­tos y puer­tos marítimos.

Algunos exper­tos, no obstante, con­sid­er­an que Oba­ma solo ha con­segui­do una parte de lo que se pro­pu­so, dada la fal­ta de con­sen­so para alcan­zar un trata­do glob­al vin­cu­lante sobre desarme nuclear.

El armamento nuclear, en cifras

  • 9 país­es con­cen­tran más de 15.000 armas nuclear­es (EE UU, Rusia, Reino Unido, Fran­cia, Chi­na, India, Pak­istán, Corea del Norte e Israel). Solo los 5 primeros, que son, tam­bién, los 5 miem­bros per­ma­nentes del Con­se­jo de Seguri­dad de la ONU, tienen esta­tus de «esta­do nuclear­mente arma­do», recono­ci­do inter­na­cional­mente en el Trata­do de No Pro­lif­eración Nuclear (NPT, Non-Pro­lif­er­a­tion Treaty, en inglés).
  • Algu­nas orga­ni­za­ciones, como el Insti­tu­to de Inves­ti­gación para la Paz de Esto­col­mo (SIPRI, por sus siglas en inglés), ele­van la cifra de armas nuclear­es en el mun­do a 20.500. De ellas, alrede­dor de 5.000 estarían desple­gadas y lis­tas para su uso.
  • El 90% del arse­nal total está en manos esta­dounidens­es y rusas.
  • 188 país­es for­man parte del NPT. India y Pak­istán no han fir­ma­do el Trata­do, y Corea del Norte se retiró en 2003. Los tres han real­iza­do prue­bas nuclear­es. Sudáfrica fue uno de los primeros país­es que fab­ricó armas nuclear­es, pero después renun­ció a ellas y las destruyó, jun­to con los planos (las insta­la­ciones han sido des­man­te­ladas y están bajo con­trol de la Agen­cia Inter­na­cional de Energía Atómi­ca). Pese a numerosos informes que con­fir­man que Israel posee armas nuclear­es, el país no lo ha con­fir­ma­do ni desmentido.
  • 1.550 cabezas nuclear­es por país es el límite estable­ci­do por el nue­vo Trata­do de Reduc­ción de Armas Estratég­i­cas (START II, por sus siglas en inglés), fir­ma­do entre Esta­dos Unidos y Rusia en enero de 2010, como ren­o­vación del START I, acor­da­do en 1991.
  • 2 bom­bas atómi­cas han sido det­on­adas en esta­do de guer­ra. Las lanzó EE UU sobre las ciu­dades japone­sas de Hiroshi­ma y Nagasa­ki en 1945, durante la II Guer­ra Mundial.
  • 2.000 prue­bas nuclear­es, aprox­i­mada­mente, se han real­iza­do has­ta la fecha.

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