Siria, aliviada por un precario alto el fuego, violado por todos, pero mejor que nada

Miguel Máiquez, 7/3/2016

No hace fal­ta ser un cíni­co para pon­er en tela de juicio el éxi­to del alto el fuego alcan­za­do en Siria hace poco más de una sem­ana. Según infor­mó este sába­do la ONG Obser­va­to­rio Sirio para los Dere­chos Humanos, una orga­ni­zación con sede en Lon­dres, en los siete días pasa­dos des­de que entró en vig­or la tregua pacta­da por Esta­dos Unidos y Rusia, al menos 135 per­sonas han muer­to en zonas del país cubier­tas por el cese de las hos­til­i­dades. Todos los gru­pos involu­cra­dos en el rompecabezas del con­flic­to sirio han sido acu­sa­dos, en may­or o menor medi­da, de vio­lar el acuerdo.

Y, sin embar­go, sería injus­to negar que la situación ha mejo­ra­do algo y que, si bien no es muy posi­ble hablar aún de esper­an­za, sí parece sen­tirse un cier­to respiro. En muchas áreas del país han cesa­do los bom­bardeos y la gente ha podi­do salir a la calle con un poco menos de miedo; el número de muer­tos y heri­dos en com­bat­es ha descen­di­do sig­ni­fica­ti­va­mente, y la ayu­da human­i­taria, que sigue nece­sitán­dose de for­ma deses­per­a­da en las zonas siti­adas, ha podi­do empezar a abrirse paso, aunque sea con cuentagotas.

La tregua ha hecho posi­ble, inclu­so, que se hayan vuel­to a con­vo­car tími­das man­i­festa­ciones con­tra el rég­i­men de Bashar al Asad, algu­nas de ellas en provin­cias tan sig­ni­fica­ti­vas como Daraa, al sur del país, uno de los epi­cen­tros de las protes­tas que en 2011 supusieron el ini­cio de la rev­olu­ción que acabó con­vir­tién­dose en guer­ra civ­il tras la bru­tal repre­sión guber­na­men­tal, la impli­cación de poten­cias extran­jeras y la entra­da de los gru­pos yihadis­tas extremistas.

A con­tin­uación, un bal­ance de esta primera sem­ana de tregua, y un repa­so a las posi­ciones de los difer­entes gru­pos y país­es impli­ca­dos en un con­flic­to que cumplirá cin­co años el próx­i­mo mes de abril, y que se sal­da ya con más de 270.000 muer­tos (79.000 de ellos, civiles), 4,5 mil­lones de refu­gia­dos, 8 mil­lones de desplaza­dos inter­nos y 15 mil­lones de per­sonas nece­si­tadas de ayu­da human­i­taria constante.

I. El acuerdo

Una tregua para empezar a negociar

El alto el fuego, tem­po­ral y par­cial, que entró en vig­or en Siria el pasa­do 27 de febrero fue acor­da­do como un primer paso hacia las nego­cia­ciones de paz aus­pi­ci­adas por la ONU, unas con­ver­sa­ciones que, tras suce­sivos aplaza­mien­tos e inter­rup­ciones, habían queda­do pospues­tas. Tam­bién supone una condi­ción nece­saria para el cumplim­ien­to de la res­olu­ción 2254 del Con­se­jo de Seguri­dad, que pro­mueve un arreg­lo políti­co a la guer­ra en Siria, el cese de las hos­til­i­dades y la mejo­ra de la situación humanitaria.

La tregua fue pacta­da en Munich, Ale­ma­nia, por Esta­dos Unidos y Rusia. Esta­dos Unidos encabeza, jun­to con Ara­bia Saudí, el bloque que apoya a los gru­pos rebeldes, un grupo en el que tam­bién se encuen­tra Turquía y que, en cualquier caso, dista mucho de ser un frente unido con intere­ses comunes. Rusia, por su parte, es, jun­to con Irán, el prin­ci­pal ali­a­do del pres­i­dente sirio, Bashar al Asad.

El acuer­do estable­ció que la tregua se apli­case, durante dos sem­anas, a todas las partes impli­cadas en el con­flic­to que se hubiesen com­pro­meti­do a acep­tar sus tér­mi­nos. Quedaron exclu­i­dos gru­pos yihadis­tas como Esta­do Islámi­co (EI) o el Frente Al Nus­ra (fac­ción de Al Qae­da), a los que se sigue com­bat­ien­do. Además, Rusia y EE UU acor­daron inter­cam­biar infor­ma­ción y estable­cer una línea direc­ta de comunicaciones.

Los pun­tos débiles

La parte más esper­an­zado­ra de la tregua fue su aceptación tan­to por el Gob­ier­no sirio como por  la prin­ci­pal agru­pación de la oposi­ción, la Comisión Supre­ma para las Nego­cia­ciones (CSN). La menos, el hecho de que uno de los pun­tos claves del pacto, el que exige la delim­itación del ter­ri­to­rio bajo con­trol de EI, del Frente Al Nus­ra y del resto de gru­pos cat­a­lo­ga­dos como ter­ror­is­tas por la ONU, sea una tarea real­mente difí­cil. De hecho, la exclusión de la tregua de estos gru­pos habría reduci­do con­sid­er­able­mente, según muchos anal­is­tas, su efi­ca­cia real.

Por otro lado, tam­poco ayudó a gener­ar opti­mis­mo la ambigüedad con la que se sumaron al pacto algunos de los prin­ci­pales actores en el con­flic­to, Turquía y Ara­bia Saudí, en el ban­do anti Asad, e Irán, en el ban­do pro Asad. Turquía, por ejem­p­lo, insis­tió en que las mili­cias kur­das, ali­adas de EE UU, se incluye­sen entre los «gru­pos ter­ror­is­tas» exclu­i­dos de la tregua y, por tan­to, atacables.

Numerosos exper­tos mantienen que, al final, la tregua solo habrá servi­do para intro­ducir algo de ayu­da human­i­taria y aliviar la situación extrema de muchas pobla­ciones, pero poco más. El pro­pio sec­re­tario de Esta­do esta­dounidense, John Ker­ry, ha habla­do más de «pausa» que de «alto el fuego».

Intere­ses estratégicos

Si bien son muchos, incluyen­do la ONU, los que pien­san que el alto el fuego es en sí una bue­na noti­cia, aunque solo fuese por la reduc­ción de la vio­len­cia y la posi­bil­i­dad de que entre ayu­da human­i­taria durante algunos días, otros han vis­to en el acuer­do un sim­ple movimien­to estratégi­co.

Así, la tregua podría dar al Ejérci­to sirio, muy diez­ma­do y depen­di­ente del apoyo de gru­pos como Hizbulá y otras mili­cias chiíes, tiem­po sufi­ciente para repon­erse y com­ple­tar el cer­co a la ciu­dad de Ale­po, lo que supon­dría un paso muy impor­tante de cara a una vic­to­ria final del rég­i­men. Actual­mente, el Ejérci­to sirio, ayu­da­do por los bom­bardeos rusos (en teoría, con­tra los islamis­tas, pero en la prác­ti­ca, tam­bién con­tra los rebeldes), está logran­do avan­zar, pero tiene prob­le­mas para con­sol­i­dar territorio.

En el ban­do rebelde, com­ple­ta­mente ago­ta­do, tam­bién nece­si­tan tiem­po, aunque aquí los medios pror­ru­sos hablan más de facil­i­tar un esce­nario en el que, tal y como han anun­ci­a­do, Ara­bia Saudí y otros país­es del Gol­fo (Emi­ratos, Kuwait) acaben envian­do tropas a Siria, no solo para com­bat­ir a Esta­do Islámi­co, sino tam­bién para luchar con­tra Dam­as­co. La situación se vuelve aún más paradóji­ca si se tiene en cuen­ta que, has­ta la fecha, tan­to Ara­bia Saudí como otros de sus ali­a­dos en el Gol­fo, e inclu­so Turquía, han esta­do ali­men­tan­do, direc­ta o indi­rec­ta­mente, a las mili­cias extremistas.

II. El balance

Menos vio­len­cia

Según afir­mó el pasa­do jueves el envi­a­do espe­cial de la ONU para Siria, Staffan de Mis­tu­ra, el cese de hos­til­i­dades en el país «se ha reduci­do de for­ma con­sid­er­able» y, «en gen­er­al», el alto el fuego se mantiene. Espe­cial­mente durante las primeras horas tras la entra­da en vig­or de la tregua, las opera­ciones mil­itares se redu­jeron drás­ti­ca­mente, los aviones rusos se quedaron en tier­ra, y tam­poco despe­garon los temi­dos helicópteros guber­na­men­tales que han venido cas­ti­gan­do a las pobla­ciones rebeldes durante los últi­mos meses, bom­bas de bar­ril incluidas.

Los com­bat­es, sin embar­go, no se han detenido por com­ple­to. Como admi­tió el pro­pio De Mis­tu­ra, aún se sigue luchan­do en var­ios lugares, como Hama, Homs, Latakia o Dam­as­co, si bien, en pal­abras del envi­a­do de la ONU, estos «inci­dentes» han podi­do «con­tenerse»: «La situación podría resumirse como frágil, y el éxi­to no está garan­ti­za­do, pero el pro­gre­so es vis­i­ble para todos y espe­cial­mente para los sirios», sostuvo.

De momen­to, todas las partes impli­cadas en el con­flic­to han sido acu­sadas de vio­lar el acuer­do. El Gob­ier­no ruso denun­ció el jueves al menos 66 vio­la­ciones de la tregua por parte de las fuerzas opos­i­toras, y la oposi­ción, por su parte, ha denun­ci­a­do más de 170 rup­turas por parte del Ejérci­to guber­na­men­tal, todas ellas en zonas con­tro­ladas por los rebeldes, y no en áreas yihadis­tas (exclu­idas del acuer­do). Tam­bién ha habido denun­cias de más bom­bardeos rusos en los últi­mos días, de nue­vo no solo con­tra blan­cos yihadis­tas, sino tam­bién en áreas rebeldes muy ale­jadas de las zonas dom­i­nadas por Esta­do Islámi­co o el Frente Al Nusra.

El resul­ta­do, según los datos pro­por­ciona­dos por el Obser­va­to­rio Sirio para los Dere­chos Humanos, es que al menos 135 per­sonas han muer­to en zonas de Siria cubier­tas por el alto el fuego, una cifra que incluye a 45 com­bat­ientes de la fac­ciones rebeldes e islamis­tas y a 32 civiles (entre ellos siete menores de 18 años y siete mujeres), así como a 25 miem­bros de las fuerzas leales al rég­i­men sirio y 33 inte­grantes de las mili­cias Unidades de Pro­tec­ción del Pueblo Kur­do, el Frente al Nus­ra, y de otros gru­pos arma­dos islamistas.

La may­oría de esas per­sonas perdieron la vida en bom­bardeos aére­os y enfrentamien­tos entre el 27 de febrero y el 4 de mar­zo pasa­dos en zonas donde se supone que rige el alto el fuego: en la provin­cia costera de Latakia, en Guta Occi­den­tal y Ori­en­tal, ubi­cadas en la per­ife­ria de Dam­as­co, y en la provin­cia norteña de Ale­po. Tam­bién murieron en el sur de las provin­cias cen­trales de Homs y Hama, al oeste de la septen­tri­on­al de Idleb y en la merid­ion­al de Deraa.

Fuera de las zonas afec­tadas por el acuer­do (en la provin­cia ori­en­tal de Al Raqa, cuya cap­i­tal homón­i­ma es el prin­ci­pal feu­do de Esta­do Islámi­co en Siria, en algu­nas zonas de Ale­po, y en otras de la per­ife­ria de Dam­as­co, de Hama y Homs), la cifra de fal­l­e­ci­dos es de 552.

Este viernes, la ONG infor­mó de 12 muer­tos en Siria el jueves. Es el menor número de víc­ti­mas mor­tales en un día reg­istra­do en los últi­mos 13 meses. Como indicó el direc­tor de este grupo, Rami Abdur­rah­man, por aho­ra, las vio­la­ciones del alto el fuego están sien­do como «olas que sacu­d­en la bar­ca sin lle­gar a volcarla».

Más ayu­da humanitaria

«Es posi­ble que menos sirios estén murien­do por las bom­bas, pero aún se siguen murien­do de ham­bre», dijo hace unos días Hen­ri­et­ta McMick­ing, rep­re­sen­tante de The Syr­ia Cam­paign, un grupo cer­cano a la oposi­ción. Y es cier­to que uno de los prin­ci­pales obje­tivos del alto el fuego, per­mi­tir el acce­so libre de la ayu­da human­i­taria a la población, espe­cial­mente a la que reside en las zonas siti­adas, cuya situación es deses­per­a­da, no ha podi­do cumplirse has­ta ahora.

En este sen­ti­do, Jan Ege­land, uno de los miem­bros del equipo human­i­tario del envi­a­do espe­cial de la ONU, ha denun­ci­a­do, por ejem­p­lo, que el movimien­to de los camiones car­ga­dos de ayu­da sigue estando muy restringi­do por los ofi­ciales del rég­i­men, que con­tinúan ponien­do numerosas tra­bas e inclu­so req­ui­san­do parte de los convoys.

No obstante, y a pesar de los prob­le­mas, la tregua ha per­mi­ti­do que, aunque de for­ma insu­fi­ciente e irreg­u­lar, miles de civiles hayan empeza­do a recibir una parte de esta ayu­da. Según infor­mó la Media Luna Roja, diez camiones car­ga­dos de mate­r­i­al human­i­tario (man­tas, pro­duc­tos de limpieza, jabón, toal­li­tas higiéni­cas y pañales) lle­garon el lunes a Muadamiy­at al Sham, una local­i­dad siti­a­da por el ejérci­to al suroeste de Dam­as­co. Fue la primera entre­ga de ayu­da human­i­taria des­de el ini­ciodel alto el fuego, y la ONU anun­ció que en los próx­i­mos cin­co días pre­tendía entre­gar ayu­da a 154.000 per­sonas que viv­en en zonas bajo ase­dio (Naciones Unidas cal­cu­la que más de 480.000 sirios res­i­den en zonas siti­adas por el ejérci­to reg­u­lar, rebeldes o extrem­is­tas de Esta­do Islámi­co o Al Qae­da). El incre­men­to de la ayu­da entre­ga­da ha sido con­fir­ma­do por Wash­ing­ton.

Irán y Turquía

En el plano políti­co tam­bién ha habido algunos avances, aunque esca­sos. Este mis­mo domin­go, el pres­i­dente iraní, Hasan Rohani, man­i­festó que tan­to su país como Turquía apoy­an el alto el fuego y están a favor de «preser­var la inte­gri­dad ter­ri­to­r­i­al siria». Las declara­ciones del man­datario iraní se pro­du­jeron tras una reunión con el primer min­istro tur­co, Ahmed Davu­to­glu, quien se encon­tra­ba de visi­ta en Irán.

Tenien­do en cuen­ta que Turquía apoya a los rebeldes que com­bat­en a Asad, y que Irán es uno de los prin­ci­pales ali­a­dos del pres­i­dente sirio, las pal­abras de Rohani bien podrían quedarse en nada, pero tam­bién es posi­ble inter­pre­tar­las como una nue­va señal de que el tono entre ambos país­es está cam­bian­do. No en vano, el lev­an­tamien­to, tras el acuer­do nuclear, de la may­oría de las san­ciones económi­cas que pesa­ban sobre Irán ha abier­to nuevas vías de com­er­cio entre las dos naciones. Según Davu­to­glu, Turquía e Irán esper­an aumen­tar su acuer­do com­er­cial has­ta los 30.000 mil­lones de dólares, el triple de la can­ti­dad actual.

Antes de su lle­ga­da a Teherán, Davu­to­glu recono­ció que la coop­eración entre ambos es nece­saria para pon­er fin al der­ra­mamien­to de san­gre en Siria. En vísperas del ini­cio del alto el fuego, Turquía aún insistía en que la tregua no era vin­cu­lante para Ankara

Los refu­gia­dos

La idea de que el alto el fuego pue­da deten­er el ince­sante flu­jo de refu­gia­dos des­de Siria hacia los país­es veci­nos y Europa solo se sos­ten­dría en el caso de que la tregua durase no sem­anas, sino, al menos, var­ios meses.

Durante los últi­mos días ha habido infor­ma­ciones según las cuales miles de per­sonas que habían escapa­do en febrero de la ofen­si­va guber­na­men­tal y rusa con­tra Ale­po, y que per­manecían atra­padas cer­ca de la fron­tera tur­ca (más de 45.000), estarían empezan­do a regre­sar a esta ciu­dad, pero las orga­ni­za­ciones human­i­tarias de la zona aún hablan de miles de refu­gia­dos esperan­do, dur­mien­do en refu­gios impro­visa­dos, en sus coches, o inclu­so a cielo abierto.

El man­ten­imien­to del alto el fuego es indis­pens­able no solo para fre­nar el éxo­do de refu­gia­dos hacia el exte­ri­or, sino tam­bién para per­mi­tir el retorno a sus hog­a­res de los cer­ca de 8 mil­lones de desplaza­dos inter­nos que exis­ten actual­mente en el país, y que han con­ver­tido a Siria en la nación con más desplaza­dos inter­nos del mun­do.

III. Las perspectivas

Nuevas nego­cia­ciones

Lo que pue­da ocur­rir al tér­mi­no de estas dos sem­anas pactadas de alto el fuego sigue sien­do una incóg­ni­ta, espe­cial­mente si con­tinúan las vio­la­ciones de la tregua, algo que ambas partes pueden pon­er como excusa para dar por muer­to el acuer­do. En este sen­ti­do, el prin­ci­pal prob­le­ma es la ausen­cia de obser­vadores neu­trales y creíbles sobre el ter­reno, lo que hace muy difí­cil pon­er sobre la mesa un bal­ance obje­ti­vo des­de el que con­tin­uar negociando.

En cualquier caso, el envi­a­do espe­cial de la ONU ya ha con­fir­ma­do que se ha estable­ci­do la fecha del próx­i­mo 9 de mar­zo como el día para ini­ciar un nue­vo diál­o­go, definido, como lo fue el primer y fal­li­do inten­to de enero, como «encuen­tro de prox­im­i­dad». Es decir, que las partes no se encon­trarán direc­ta­mente alrede­dor de una mis­ma mesa, sino que ambas estarán en Gine­bra, y De Mis­tu­ra, el envi­a­do espe­cial de la OU para Siria, se reunirá de for­ma sep­a­ra­da con cada una de ellas.

A la ron­da de enero acud­ieron la del­e­gación del Gob­ier­no sirio y la for­ma­da en el seno de la Comisión Supre­ma para las Nego­cia­ciones. Sin embar­go, ambas del­e­ga­ciones entraron ráp­i­da­mente en una dinámi­ca de acusa­ciones mutuas. La oposi­ción exigió al rég­i­men de Dam­as­co que antes de entrar en con­ver­sa­ciones sus­tan­ti­vas lev­an­tase el cer­co mil­i­tar sobre dis­tin­tas áreas pobladas con­tro­ladas por la oposi­ción, y tam­bién el cese de bom­bardeos sirios y rusos sobre zonas civiles. Ni el cer­co ni los bom­bardeos se detu­vieron y, de hecho, los ataques se inten­si­fi­caron, por lo que las nego­cia­ciones fra­casaron y De Mis­tu­ra sus­pendió el proceso.

Rusia y EE UU

Lo que parece más o menos claro es que la con­se­cu­ción del alto el fuego, por pre­cario que sea, ha demostra­do que los com­bat­ientes en Siria pre­sen­tan un impor­tante niv­el de depen­den­cia de sus apoyos inter­na­cionales, y que la colab­o­ración entre Wash­ing­ton y Moscú sigue sien­do esen­cial si se quiere alber­gar algu­na esper­an­za para la res­olu­ción del conflicto.

Si, a pesar de sus difer­en­cias (inclu­i­da, espe­cial­mente, la exi­gen­cia esta­dounidense de que Asad deje el poder, algo que Rusia sigue rec­hazan­do), Rusia y EE UU son capaces de con­sol­i­dar una políti­ca común, a los actores sobre el ter­reno les irá resul­tan­do cada vez más difí­cil no sumarse, al tiem­po que los apoyos de otros país­es (Ara­bia Saudí, Turquía, Irán) pueden empezar a mer­mar o, al menos, a deslegitimarse.

Por últi­mo, otro efec­to de una tregua real y man­teni­da, al mar­gen de que se con­si­ga avan­zar o no en las nego­cia­ciones de paz a largo pla­zo, puede ser con­seguir al fin una may­or con­cen­tración en la lucha con­tra el que, al menos en teoría, es el ene­mi­go común de todas las partes: Esta­do Islámico.


Con infor­ma­ción de agencias

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