La crucial batalla entre Apple y el FBI, en preguntas y respuestas

Miguel Máiquez, 22/2/2016

El pasa­do 2 de diciem­bre, Syed Farook, ciu­dadano esta­dounidense, y su esposa, Tash­feen Malik, paquis­taní, atac­aron un cen­tro de asis­ten­cia para dis­capac­i­ta­dos en San Bernardi­no (Cal­i­for­nia, EE UU), mataron a catorce per­sonas e hirieron a más de veinte, antes de morir abati­dos por la Policía cuan­do huían de las autori­dades. Los inves­ti­gadores vin­cu­laron el aten­ta­do con el «extrem­is­mo islamista» (al pare­cer, los autores de la matan­za se habían declar­a­do «seguidores» de Esta­do Islámico).

Como parte de la inves­ti­gación, y a peti­ción del FBI, el martes pasa­do una jueza de EE UU ordenó a Apple que ayude a la policía fed­er­al a des­blo­quear y acced­er al telé­fono iPhone 5C usa­do por Farook. Apple se ha nega­do en redon­do: el direc­tor ejec­u­ti­vo del gigante tec­nológi­co, Tim Cook, cal­i­ficó la orden judi­cial de «peli­grosa» y «escalofri­ante».

La actu­al dis­pu­ta entre Apple y el FBI es un nue­vo capí­tu­lo en el eter­no debate entre el dere­cho a la pri­vaci­dad de los indi­vid­u­os y las necesi­dades de seguri­dad invo­cadas por el Esta­do. El año pasa­do, y ante la fuerte oposi­ción que gen­eró en el sec­tor pri­va­do, la Casa Blan­ca decidió aparcar la intro­duc­ción de nuevas medi­das legales que habrían oblig­a­do a las empre­sas de tec­nología a per­mi­tir a las autori­dades saltarse las pro­tec­ciones cifradas de los dis­pos­i­tivos. Y el pasa­do mes de octubre, el direc­tor del FBI, James Comey, renun­ció a su recla­mación de que las com­pañías tec­nológ­i­cas ten­gan que habil­i­tar algún tipo de sis­tema que per­mi­ta a los inves­ti­gadores des­blo­quear los telé­fonos inteligentes.

La solic­i­tud real­iza­da aho­ra por el FBI y la neg­a­ti­va de Apple, sin embar­go, han vuel­to a pon­er sobre la mesa una batal­la cuya res­olu­ción puede supon­er un impor­tante prece­dente, no solo en Esta­dos Unidos, sino tam­bién fuera de las fron­teras de este país, ya que posi­bles mod­i­fi­ca­ciones en la seguri­dad de los dis­pos­i­tivos podrían acabar afectan­do a cualquier usuario del mun­do (des­de que pre­sen­tó el primer iPhone en 2007, Apple ha ven­di­do más de 700 mil­lones de telé­fonos en todo el planeta).

Para el próx­i­mo martes ya hay con­vo­cadas man­i­festa­ciones de apoyo a Apple frente a tien­das de la com­pañía en 30 ciu­dades de Esta­dos Unidos (Nue­va York, Chica­go, San Fran­cis­co y Wash­ing­ton, entre ellas), el Reino Unido y Ale­ma­nia, además de en Hong Kong. La protes­ta ha sido orga­ni­za­da por el grupo Fight for the Future.

Estas son las claves del caso, en pre­gun­tas y respuestas.

¿Qué pide el FBI?

El FBI exige a Apple que haga posi­ble el acce­so de las autori­dades a infor­ma­ción con­teni­da en el iPhone de Syed Farook, uno de los autores de la matan­za de San Bernardi­no, y ha acu­sa­do a la empre­sa tec­nológ­i­ca de obstruc­ción a la inves­ti­gación por negarse. La solic­i­tud la ha real­iza­do, a peti­ción de la agen­cia fed­er­al esta­dounidense, la jueza Sheri Pym, del Tri­bunal de Dis­tri­to de Los Ángeles.

Más exac­ta­mente, lo que el FBI recla­ma es, en primer lugar, poder intro­ducir un número ilim­i­ta­do de con­traseñas para des­blo­quear el telé­fono de Farook (actual­mente hace fal­ta un códi­go de cua­tro cifras para acced­er a los datos, y si se intro­duce uno erró­neo diez veces, el sis­tema bor­ra toda la infor­ma­ción). Tam­bién pide que un orde­nador pue­da intro­ducir las difer­entes com­bi­na­ciones de códi­gos (un total de 10.000), en lugar de ten­er que hac­er­lo manualmente.

¿Es técnicamente posible?

El prob­le­ma es que el acce­so que solici­ta el FBI está actual­mente fuera inclu­so del alcance de Apple. En sep­tiem­bre de 2014, y como reac­ción, en parte, a las rev­ela­ciones del exanal­ista de la CIA Edward Snow­den sobre el espi­ona­je elec­tróni­co a ciu­dadanos esta­dounidens­es lle­va­do a cabo por el Gob­ier­no de este país, Apple decidió encrip­tar automáti­ca­mente los datos de sus dis­pos­i­tivos (men­sajes de tex­to, fotografías, vídeos…), quedan­do estos inac­ce­si­bles has­ta para la propia com­pañía. Este sis­tema de seguri­dad, al que solo puede acced­er el pro­pio usuario con su con­traseña, no es exclu­si­vo de Apple. Los últi­mos dis­pos­i­tivos con el sis­tema oper­a­ti­vo Android, de Google, tam­bién lo tienen incorporado.

Para com­plac­er la peti­ción del FBI, Apple tendía que crear una nue­va vía capaz de romper este mecan­is­mo de seguri­dad, a través de una ver­sión mod­i­fi­ca­da de su sis­tema oper­a­ti­vo (el iOS); conc­re­ta­mente, alteran­do el denom­i­na­do Sys­tem Infor­ma­tion File, o SIF, el soft­ware que usan los dis­pos­i­tivos. Esta nue­va ver­sión per­son­al­iza­da del iOS igno­raría los retra­sos y errores pro­duci­dos al intro­ducir las difer­entes con­traseñas, per­mi­tiría un número ilim­i­ta­do de inten­tos de acce­so y haría posi­ble que el FBI conec­tara el telé­fono a un dis­pos­i­ti­vo exter­no (el orde­nador con el que los fed­erales pre­tenden pro­bar los difer­entes códi­gos has­ta dar con el correcto).

¿Qué ha contestado Apple?

Has­ta aho­ra, Apple ha colab­o­ra­do en más de 70 casos en los que se le ha solic­i­ta­do ayu­da para resolver deli­tos, pero todos ellos esta­ban rela­ciona­dos con la extrac­ción de datos de mod­e­los ante­ri­ores de iPhone, no blo­quea­d­os, y con sis­tema oper­a­ti­vo iOS 8. Esta vez, sin embar­go, la com­pañía se ha nega­do a acced­er a la peti­ción del FBI. En una car­ta dirigi­da a sus usuar­ios y pub­li­ca­da esta sem­ana en Inter­net, el direc­tor ejec­u­ti­vo de Apple, Tim Cook, expresó su total rec­ha­zo a crear lo que denom­i­na una «puer­ta trasera» para sus dis­pos­i­tivos, es decir, un sis­tema alter­na­ti­vo a las con­traseñas para poder acced­er a, en este caso, al iPhone.

Las lla­madas «puer­tas traseras» (vías despro­te­gi­das o vul­ner­a­bles a través de las que es posi­ble acced­er a datos) son esen­ciales para la seguri­dad de los sis­temas infor­máti­cos. En muchos casos se tra­ta de errores de pro­gra­mación que puden ser des­cu­bier­tos por ter­ceros (hack­ers); en otros son opciones habil­i­tadas de for­ma delib­er­a­da para con­ced­er acce­so a deter­mi­na­dos usuarios.

Aparte de las impli­ca­ciones que pue­da ten­er para el dere­cho a la pri­vaci­dad y las garan­tías democráti­cas, Apple argu­men­ta que crear una nue­va puer­ta trasera con­ll­e­va inevitable­mente el ries­go de que este soft­ware caiga «en manos equiv­o­cadas» (crim­i­nales, gob­ier­nos dic­ta­to­ri­ales que inten­tan espi­ar a sus ciu­dadanos), con la posi­bil­i­dad de que se pue­da des­blo­quer no solo el telé­fono de Farook, sino tam­bién cualquier otro iPhone. «No puedes crear una puer­ta trasera solo acce­si­ble a los buenos»,  afir­mó Cook, en unas declara­ciones real­izadas el año pasa­do. «Cualquier puer­ta trasera puede ser usa­da por los mal­os», añadió.

Un direc­ti­vo de Apple cita­do por el diario británi­co The Guardian indi­ca­ba, bajo condi­ción de anon­i­ma­to, que la orden judi­cial con­tra la com­pañía «no tiene prece­dentes», y añadía que ningún otro país, «ni siquiera Chi­na», ha pedi­do nun­ca un acce­so pare­ci­do. Cabe recor­dar, en este sen­ti­do, que, según infor­ma­ciones recientes, Chi­na, un enorme mer­ca­do para Apple, ha solic­i­ta­do poder inspec­cionar los pro­duc­tos tec­nológi­cos occi­den­tales por motivos de «seguri­dad».

¿Qué garantías da el FBI?

La agen­cia fed­er­al esta­dounidense ase­gu­ra que se tra­ta de un caso excep­cional y no de una peti­ción gen­er­al­iza­da. Tam­bién indi­ca que, pese a que quiere con­tro­lar los resul­ta­dos del pro­ce­so, ello no impli­ca nece­sari­a­mente saber cómo lo lle­varía a cabo Apple. De este modo, el FBI estaría dan­do a enten­der que podría per­mi­tir a Apple oper­ar el móvil de Farook en sus pro­pios lab­o­ra­to­rios, sin que el nue­vo soft­ware para acced­er al iPhone ten­ga que salir de la com­pañía. En ese caso, el sis­tema sería cono­ci­do solo por Apple, y podría ser destru­i­do o inuti­liza­do pos­te­ri­or­mente por la empresa.

¿Quién apoya a Apple?

La pos­tu­ra de Apple ha obtenido el apoyo de, entre otros, el exanal­ista de la CIA Edward Snow­den; el con­se­jero del­e­ga­do de Google, Sun­dar Pichai, y el cofun­dador y actu­al con­se­jero del­e­ga­do de Twit­ter, Jack Dorsey, quien expresó en su propia red social su total respal­do y «agradec­imien­to» a Tim Cook.

Snow­den, quien se encuen­tra actual­mente asi­la­do en Rusia, defendió el pasa­do miér­coles, tam­bién en Twit­ter, el dere­cho de Apple a negarse a la solic­i­tud del FBI, e indicó que la agen­cia esta­dounidense «está cre­an­do un mun­do en el que los ciu­dadanos con­fían en Apple para defend­er sus dere­chos, y no al revés», al tiem­po que cal­i­fi­ca­ba la actu­al dis­pu­ta como «el caso de tec­nología más impor­tante en una déca­da».

Por su parte, el con­se­jero del­e­ga­do de Google tuiteó que «forzar a las com­pañías a piratear podría com­pro­m­e­ter la pri­vaci­dad de los usuar­ios». «Con­stru­imos pro­duc­tos seguros para pro­te­ger la infor­ma­ción y damos a las fuerzas de seguri­dad acce­so a los datos en base a órdenes legales. Pero eso es muy difer­ente de exi­gir a las empre­sas que per­mi­tan el pira­teo de aparatos y datos. Podría ser un peli­groso prece­dente», añadió.

Tam­bién Jan Koum, el creador de What­sapp (actual­mente propiedad de Face­book), se sumó a la defen­sa de Apple, afir­man­do que «no podemos per­mi­tir crear un antecedente tan peli­groso. Hoy nues­tra lib­er­tad está en juego».

El resto de las grandes tec­nológ­i­cas han pub­li­ca­do un comu­ni­ca­do en la pági­na web del Movimien­to de Refor­ma de Vig­i­lan­cia Guber­na­men­tal, una agru­pación en la que, además de Google, Twit­ter y la propia Apple, están integradas asimis­mo AOL, Drop­box, Ever­note, Face­book, LinkedIn, Yahoo! y Microsoft. En la nota recono­cen que es «extremada­mente impor­tante proce­sar órdenes judi­ciales de infor­ma­ción para dis­uadir a ter­ror­is­tas y ayu­dar a la Policía a man­ten­er­nos a todos a sal­vo», pero añaden que, «no obstante, las empre­sas de tec­nologías no deberían ser oblig­adas a con­stru­ir puer­tas traseras en los sis­temas que mantienen segu­ra la infor­ma­ción de los usuarios».

¿Quién defiende la postura del FBI?

En el ban­do con­trario, el por­tavoz de la Casa Blan­ca, Josh Earnest, dijo el miér­coles que el FBI «sim­ple­mente está pidi­en­do algo que solo impactaría sobre un dis­pos­i­ti­vo en con­cre­to», y el Depar­ta­men­to de Jus­ti­cia ha pre­sen­ta­do un tex­to legal en el que acusa a Apple de realizar «una fal­sa inter­pretación de la ley», y de «antepon­er sus obje­tivos de mar­ket­ing a la seguri­dad nacional», hacién­dose así eco de algu­nas críti­cas ver­tidas con­tra la com­pañía tec­nológ­i­ca, según las cuales Apple estaría aprovechan­do la polémi­ca para pub­lic­i­tar la seguri­dad de sus telé­fonos móviles.

El pre­can­dida­to repub­li­cano a la pres­i­den­cia de EE UU Don­ald Trump llamó este sába­do a boicotear los pro­duc­tos de Apple has­ta que la empre­sa tec­nológ­i­ca cumpla la orden del FBI de ayu­dar a des­blo­quear el iPhone de Farook: «Boicotead todos los pro­duc­tos de Apple has­ta que Apple dé la infor­ma­ción del móvil a las autori­dades en relación con la pare­ja de ter­ror­is­tas rad­i­cales islámi­cos de Cal­i­for­nia», escribió Trump en Twit­ter. «Nue­stro país nece­si­ta y debería deman­dar seguri­dad. Es hora de ser duros e inteligentes», añadió.

Mien­tras, el jefe de la Policía de Nue­va York, William Brat­ton, dijo que «los crim­i­nales son cada vez más con­scientes de la pro­tec­ción que les ofre­cen los telé­fonos inteligentes», y agregó que un pri­sionero retenido en una cel­da de la ciu­dad fue graba­do recien­te­mente dicien­do que el cifra­do en los iPhone es «un rega­lo de Dios».

¿Podría haber estado desprotegido el iPhone de Farook?

Sí. A Syed Farook le había pro­por­ciona­do el móvil la com­pañía públi­ca en la que esta­ba emplea­do, el Con­da­do de San Bernardi­no, donde Farook tra­ba­ja­ba como inspec­tor medioam­bi­en­tal. Según ha pub­li­ca­do la agen­cia Reuters, esta empre­sa obliga a algunos de sus tra­ba­jadores, con el obje­ti­vo de pro­te­ger infor­ma­ción cor­po­ra­ti­va, a insta­lar en sus telé­fonos un soft­ware, fab­ri­ca­do por Mobile­Iron Inc, que per­mite des­blo­quear­los remo­ta­mente por los téc­ni­cos del pro­pio con­da­do. Esta apli­cación, sin embar­go, no esta­ba insta­l­a­da en el telé­fono de Farook, ya que su depar­ta­men­to no la utiliza.

¿Qué pasa con la copia almacenada en iCloud?

Según infor­ma el por­tal tec­nológi­co xataca.com, el FBI sí habría acce­di­do a los datos del iPhone del autor del tiro­teo de San Bernardi­no alma­ce­na­dos en iCloud. No obstante, la últi­ma copia de seguri­dad guarda­da en la nube de Apple pertenece al 19 de octubre, varias sem­anas antes del aten­ta­do, y el FBI cree que Farook podría haber desac­ti­va­do esta opción pos­te­ri­or­mente. Por eso solic­i­tan a Apple que inhab­ilite el límite de inten­tos al intro­ducir el códi­go de seguri­dad, ya que creen que es la úni­ca for­ma de acced­er a datos más actuales.

A difer­en­cia de los datos alma­ce­na­dos en el telé­fono, los que se guardan en iCloud son cifra­dos con claves de la propia Apple, por lo que, ante un requer­im­ien­to judi­cial, como en este caso, la com­pañía no puede ale­gar su imposi­bil­i­dad de acced­er a la información.

¿Qué puede ocurrir ahora?

En el ter­reno judi­cial, Apple dispone todavía de algunos días (has­ta el 26 de febrero) para respon­der ofi­cial­mente a la orden de la jueza Sheri Pym. Según fuentes judi­ciales citadas por Reuters, en el caso de lle­gar a los tri­bunales, la com­pañía podría basar su defen­sa en argu­men­tos rela­ciona­dos con la lib­er­tad de expre­sión, apelando a prece­dentes en los que el códi­go infor­máti­co ha sido admi­ti­do por un tri­bunal como una for­ma de expre­sión. En este sen­ti­do, Apple podría ale­gar que es ile­gal obligar a la com­pañía a crear y pro­por­cionar un códi­go específico.

El Comité Judi­cial de la Cámara de Rep­re­sen­tantes (Con­gre­so) de Esta­dos Unidos ha invi­ta­do a Apple a par­tic­i­par en una reunión que cel­e­brará sobre este asun­to el próx­i­mo 1 de marzo.

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