Adaptarse o morir: el nuevo imperio de la música en ‘streaming’

Miguel Máiquez, 30/12/2015

La indus­tria discográ­fi­ca parece estar asim­i­lan­do al fin el dar­win­is­mo esen­cial (adap­tarse o morir) que mueve el nego­cio y, tras años de pér­di­das con­stantes y de caí­das estrepi­tosas en las ven­tas de los soportes físi­cos tradi­cionales, empieza a ver en las platafor­mas online de stream­ing un autén­ti­co sal­vavi­das, si no para el pre­sente inmedi­a­to, sí al menos para un futuro en el que ya no hay vuelta atrás.

Y el hecho de que, hace tan solo unos días, la máquina de hac­er dinero que siguen sien­do los Bea­t­les —uno de los gru­pos más ret­i­centes a incor­po­rarse a los nuevos mod­e­los dig­i­tales— deci­diera final­mente añadir su leg­en­dario catál­o­go a la ofer­ta de las nueve prin­ci­pales platafor­mas (Spo­ti­fy, Deez­er, Apple Music, Google Play, Tidal, Ama­zon Prime, Slack­er, Microsoft­’s Groove y Rhap­sody) ha venido con­fir­mar, sim­bóli­ca­mente al menos, algo que los usuar­ios tienen claro des­de hace tiem­po: el stream­ing va en serio y está aquí para quedarse.

Que Inter­net y la dig­i­tal­ización han rev­olu­ciona­do el mun­do de la músi­ca no es, obvi­a­mente, ningu­na novedad, no solo en lo que respec­ta al nego­cio, sino tam­bién en la for­ma en que se con­sume e inclu­so en que se crea. Ya ape­nas escuchamos álbumes com­ple­tos, con­sum­i­mos a la car­ta, y nos intere­sa más poder acced­er fácil­mente, en cualquier dis­pos­i­ti­vo y en cualquier momen­to, a una can­ción que poseer­la o alma­ce­narla. Es el mun­do de las playlists (lis­tas de repro­duc­ción) para cada esta­do de áni­mo, el mun­do de las can­ciones al azar, un mun­do en el que la músi­ca ha ido ocu­pan­do cada vez menos espa­cio físi­co en nues­tras vidas: las grandes colec­ciones de vini­los y los cajones llenos de cas­settes dieron paso a las colum­nas de cedés, y éstas a car­petas reple­tas de mp3 en los orde­nadores que aho­ra ape­nas abri­mos, si es que las con­ser­va­mos, ante la ofer­ta prác­ti­ca­mente infini­ta y a tan solo un click que supone ten­er una sim­ple conex­ión a Internet.

El gran prob­le­ma para el sec­tor es que jun­to con esta rev­olu­ción vino apare­ja­da una cul­tura de gra­tu­idad (la facil­i­dad de con­seguir músi­ca sin pagar por los dere­chos de autor) con­tra la que no ha resul­ta­do muy efi­caz luchar medi­ante las armas tradi­cionales de la ley o las apela­ciones a la moral del usuario. Hacía fal­ta una alter­na­ti­va al mod­e­lo imper­ante has­ta aho­ra que fuese más allá de la sim­ple ven­ta de músi­ca online (las tien­das de iTunes o Ama­zon, por baratas o acce­si­bles que sean, no lograron fre­nar la piratería y las descar­gas ile­gales), y, tras un peri­o­do de dudas y sus­pi­ca­cias, parece que la respues­ta ha lle­ga­do al fin de la mano de las platafor­mas de stream­ing.

La apues­ta, en cualquier caso, es aún de futuro, tan­to para las discográ­fi­cas como, espe­cial­mente, para los artis­tas, quienes, con la excep­ción de los con­sagra­dos o muy pop­u­lares, reciben todavía una ínfi­ma parte del pas­tel. De hecho, tam­poco para las propias platafor­mas de stream­ing el nego­cio —sus­ten­ta­do en una com­bi­nación de ofer­ta de pago y ofer­ta gra­tui­ta con pub­li­ci­dad— es pre­cisa­mente boy­ante. A pesar de los mil­lones de usuar­ios y de los abul­ta­dos ingre­sos netos (Spo­ti­fy, por ejem­p­lo, tiene unos 75 mil­lones de suscrip­tores, con al menos 20 mil­lones pagan­do una suscrip­ción anu­al, y gen­era unos ingre­sos de más de 740 mil­lones de euros), el alto coste de los dere­chos de autor (más de 900 mil­lones de euros en 2014 en el caso de Spo­ti­fy, según datos de la propia com­pañía), hace que estas empre­sas todavía estén lejos de lograr una rentabil­i­dad clara.

Estas son, en pre­gun­tas y respues­tas, algu­nas de las claves de la músi­ca en stream­ing:

¿Qué es el ‘streaming’ y cómo funciona?

Stream­ing (tér­mi­no inglés que puede tra­ducirse al castel­lano como «trans­misión», y equiv­a­lente, en el ámbito tec­nológi­co, a los con­cep­tos de lec­tura en con­tin­uo, difusión en flu­jo, lec­tura en trán­si­to, o descar­ga con­tin­ua, es decir, algo que fluye sin inter­rup­ción) es la dis­tribu­ción dig­i­tal de mul­ti­me­dia a través de una red de orde­nadores, de man­era que el usuario con­sume el pro­duc­to (gen­eral­mente un archi­vo de vídeo o de audio) a medi­da que éste se descarga.

Este tipo de tec­nología fun­ciona medi­ante un búfer de datos (un espa­cio de memo­ria en el que se guardan datos de man­era tem­po­ral) que va alma­ce­nan­do lo que se va descar­gan­do en la estación del usuario para luego mostrar­le el mate­r­i­al descar­ga­do. La difer­en­cia con la descar­ga tradi­cional de archivos es que el usuario no nece­si­ta descar­gar­los por com­ple­to para poder acced­er a su contenido.

El stream­ing se pop­u­lar­izó a fines de la déca­da de 2000, cuan­do el ancho de ban­da nece­sario para descar­gar y repro­ducir a la vez con un tiem­po de espera mín­i­mo se hizo lo sufi­cien­te­mente barato.

¿Cuáles son las principales plataformas y qué ofrecen?

  • Spo­ti­fy. La más pop­u­lar, tan­to en España como en el mun­do, y pio­nera en el nego­cio. Actual­mente ofrece ser­vi­cio en casi 60 país­es, y es el máx­i­mo ref­er­ente del nego­cio, ya que ha demostra­do que un ser­vi­cio que ofrece musi­ca gratis de man­era legal puede ser económi­ca­mente viable. La ver­sión gra­tui­ta, disponible solo para orde­nador, intro­duce pub­li­ci­dad durante la repro­duc­ción. La ver­sión de pago, que con­siste en un mes de prue­ba gra­tu­ito y una suscrip­ción men­su­al de 9,99 euros, elim­i­na la pub­li­ci­dad, per­mite escuchar músi­ca en el móvil e incluye opciones de repro­duc­ción offline. Además, los usuar­ios pre­mi­um pueden escuchar las novedades antes de su lan­za­mien­to. Spo­ti­fy fue crea­da en Sue­cia en 2008 y se ha con­ver­tido en todo un fenó­meno gra­cias en gran parte a su amplio catál­o­go de más de 30 mil­lones de can­ciones, que incluye temas de las discográ­fi­cas Uni­ver­sal Music, Sony BMG, EMI Music y Warn­er Music, entre otras. Entre sus últi­mas novedades y proyec­tos figu­ra la pues­ta en mar­cha un sis­tema de vídeos, y un nue­vo sis­tema de selec­ción musi­cal adap­ta­do no solo a los gus­tos del usuario, sino tam­bién a la hora del día e inclu­so a la inten­si­dad de la activi­dad físi­ca real­iza­da. La platafor­ma cuen­ta actual­mente con más de 20 mil­lones de suscrip­tores y 75 mil­lones de usuar­ios activos en todo el mundo.
  • Deez­er. Aunque fue crea­do en Fran­cia en 2006, este ser­vi­cio no ha alcan­za­do una pop­u­lar­i­dad masi­va has­ta hace rel­a­ti­va­mente poco, cuan­do se ha con­ver­tido en el prin­ci­pal com­peti­dor de Spo­ti­fy. Posee un catál­o­go de más de 35 mil­lones de can­ciones y acce­so a radios temáti­cas. Es com­pat­i­ble con casi todos los dis­pos­i­tivos y cuen­ta con una ver­sión pre­mi­um que, por 9,99 euros (incluye 30 días de prue­ba gra­tu­itos), elim­i­na la pub­li­ci­dad y per­mite la descar­ga de los archivos para su con­sumo offline. Uno de sus grandes pun­tos fuertes, además de su intu­iti­va inter­faz, es que per­mite subir can­ciones siem­pre y cuan­do no super­en los 10MB. Deez­er fun­ciona además como una red social en la que es posi­ble, entre otras cosas, escuchar las lis­tas de repro­duc­ción de otros usuar­ios, pun­tu­ar­las, copi­ar­las o hac­erse fan de ellas, del mis­mo modo que puede hac­erse con los artis­tas y los álbumes.
  • Apple Music. Una de las prin­ci­pales car­ac­terís­ti­cas que difer­en­cia el ser­vi­cio de stream­ing de Apple de sus com­peti­dores es la acu­sa­da per­son­al­ización, con lis­tas según los gus­tos indi­vid­uales de cada usuario: el usuario elige el género que le gus­ta y después selec­ciona los artis­tas, quienes, a su vez, pueden «seguir» al usuario indi­can­do al ser­vi­cio que tienen afinidad con ellos. Apple Music, que entró en el mer­ca­do de la músi­ca en stream­ing a finales del pasa­do mes de junio, está pre­sente en 100 país­es frente a los 60 y 85 de Spo­ti­fy y Rdio, respec­ti­va­mente. Tiene una disponi­bil­i­dad gra­tui­ta durante los tres primeros meses, y después cues­ta 9,99 euros al mes (plan indi­vid­ual), o 14,99 euros al mes (plan famil­iar, que admite has­ta 6 miem­bros). Fun­ciona para dis­pos­i­tivos iPhone, iPad e iPod Touch con iOS 8,4, y, des­de noviem­bre, tam­bién en los dis­pos­i­tivos Android y en Apple TV. No nece­si­ta conex­ión a Internet.
  • Google Play Music. For­ma parte de los ser­vi­cios de Google des­de 2011. Su planteamien­to es muy difer­ente al del resto de platafor­mas de este tipo, ya que existe una gran difer­en­cia entre su ver­sión gra­tui­ta y su ver­sión de pago. Los usuar­ios que no pagan una suscrip­ción men­su­al de 9,99 euros no pueden acced­er al cáta­l­o­go de músi­ca en stream­ing de Google. En cam­bio, pueden entrar en la tien­da para com­prar músi­ca, alma­ce­nar has­ta 20.000 can­ciones y acced­er a ellas des­de cualquier dis­pos­i­ti­vo. Los usuar­ios de pago, que dispo­nen de 30 días de prue­ba gra­tu­itos, pueden dis­fru­tar además de un catál­o­go de más de 30 mil­lones de can­ciones de for­ma ilim­i­ta­da. Tam­bién per­mite crear radios per­son­al­izadas y sug­iere músi­ca basán­dose en las pref­er­en­cias de los usuar­ios, lis­tas inteligentes que se gen­er­an de for­ma automáti­ca en base a coin­ci­den­cias. Google Play Music está disponible para todos los dis­pos­i­tivos Android, pero tam­bién para iOS.
  • Rdio. Tam­bién muy pop­u­lar, desta­ca por su intere­sante prop­ues­ta gra­tui­ta, que per­mite dis­fru­tar en la web y sin pagar de un catál­o­go de más de 32 mil­lones de can­ciones durante seis meses, con un límite de repro­duc­ciones por mes. La ver­sión de pago (tam­bién 9,99 euros) ofrece lo mis­mo pero de for­ma ilim­i­ta­da. Esta platafor­ma, al igual que Spo­ti­fy y Deez­er, le da una gran impor­tan­cia al com­po­nente social y fomen­ta la inter­ac­ción entre sus usuar­ios. Quizás su úni­ca pega es que muchos usuar­ios crit­i­can la irreg­u­lar cal­i­dad de audio que ofrece el ser­vi­cio. Rdio pertenece en la actu­al­i­dad a Pan­do­ra (que com­pró la empre­sa por 75 mil­lones de dólares cuan­do Rdio entró en ban­car­ro­ta), una com­pañía que solo es fuerte en Esta­dos Unidos, Aus­tralia y Nue­va Zelan­da, los país­es en los que está disponible. La absor­ción de Rdio ha ampli­a­do notable­mente el catál­o­go de Pan­do­ra, con­sis­tente orig­i­nal­mente en unas 800.000 canciones.
  • Xbox Music. Microsoft tam­bién ha apos­ta­do fuerte por la músi­ca dig­i­tal. Esta apli­cación, com­pat­i­ble con Win­dows, Android, iOS y sus con­so­las de video­jue­gos, cuan­ta con un gran pun­to fuerte, su inmen­so catál­o­go, que ya acu­mu­la más de 38 mil­lones de can­ciones. Tiene una ver­sión gra­tui­ta, que tiene poca pub­li­ci­dad pero bas­tante moles­ta, ya que son vídeos que hay que ver enteros. La ver­sión de pago, denom­i­na­da Xbox Music Pass, com­parte pre­cio de suscrip­ción con el resto de rivales, 9,99 euros, y per­mite acced­er a toda la músi­ca en stream­ing sin límites y sin publicidad.
  • Tidal. Lan­za­da en 2014 por la com­pañía sue­ca Aspiro, Tidal pertenece en la actu­al­i­dad a Project Pan­ther Ltd., una empre­sa propiedad del pop­u­lar rap­ero, pro­duc­tor, y empre­sario Jay Z. El ser­vi­cio ofrece más de 25 mil­lones de pis­tas y 75.000 vídeos musi­cales en alta defini­ción. No tiene ver­sión gra­tui­ta y afir­ma pagar el por­centa­je más alto del mer­ca­do de músi­ca de emisión con­tin­ua en dere­chos a los artis­tas y compositores.
  • Nap­ster. En 1999, Nap­ster dio el pis­to­le­ta­zo de sal­i­da a la era de la músi­ca dig­i­tal gra­cias a un sis­tema de tec­nología P2P que per­mitía descar­gar músi­ca de for­ma gra­tui­ta medi­ante el inter­cam­bio de archivos entre inter­nau­tas, sin necesi­dad de inter­me­di­ar­ios. Con el tiem­po, tras var­ios enfrentamien­tos legales, cier­res, com­pras y recom­pras, Nap­ster se ha con­ver­tido en un ser­vi­cio más con­ven­cional. Actual­mente pertenece a Rhap­sody, otros ser­vi­cio de músi­ca, y tiene un catál­o­go de más de 25 mil­lones de can­ciones. Sin embar­go, no posee ver­sión gra­tui­ta, así que solo se puede usar pre­vio pago de una suscrip­ción men­su­al de 9,95 euros (con un mes de prue­ba gratis), y su inter­faz deja bas­tante que desear en com­para­ción con los grandes com­peti­dores del nego­cio de la músi­ca en stream­ing.

¿Cómo ganan dinero y cuánto ingresan?

Los ingre­sos de estas platafor­mas provienen fun­da­men­tal­mente de dos fuentes: las suscrip­ciones de los usuar­ios de pago y la pub­li­ci­dad que inser­tan para los usuar­ios del ser­vi­cio gra­tu­ito. Los gas­tos se cen­tran, sobre todo, en el pago de dere­chos de autor a las discográ­fi­cas, y tam­bién en lo que invierten en inves­ti­gación en desar­rol­lo, mar­ket­ing y gas­tos gen­erales y admin­is­tra­tivos. De momen­to, y pese a los mil­lones de usuar­ios de que dispo­nen, la difer­en­cia aún no es rentable.

Según datos pub­li­ca­dos por Reuters, Spo­ti­fy gen­eró en 2014 ingre­sos por val­or de 1.000 mil­lones de euros, lo que supu­so un aumen­to del 45% com­para­do con el mis­mo peri­o­do de 2013, pero sufrió una pér­di­da oper­a­ti­va de 165 mil­lones de euros, casi el doble de lo que perdió el año ante­ri­or (91 mil­lones). Pan­do­ra, por su parte, ingresó 230.8 mil­lones de dólares en el primer timestre de 2015, pero tuvo unas pér­di­das netas de 48.26 mil­lones; y Rah­p­sody ingresó 46.3 mil­lones de dólares en el mis­mo peri­o­do, con unas pér­di­das netas de 8.9 millones.

¿Quién es el principal beneficiario de las ganancias?

De momen­to, nada nue­vo bajo el sol: las discográ­fi­cas. El pasa­do mes de febrero, el prin­ci­pal sindi­ca­to de edi­tores discográ­fi­cos de Fran­cia (Syn­di­cat Nation­al de l’édi­tion Phono­graphique, o SNEP) pub­licó un informe jun­to a la con­sul­to­ra Ernst & Young en el que anal­izana la situación de la indus­tria musi­cal en este país durante 2014. Según el estu­dio, anal­iza­do en Giz­mo­do, los ingre­sos obtenidos por los ser­vi­cios de músi­ca en stream­ing se reparten del sigu­iente modo: 45,6% para las discográ­fi­cas, 20,8% para las platafor­mas (Spo­ti­fy y Deez­er, en este caso), 16,7% en impuestos, 10% a autores, com­pos­i­tores y edi­tores, y solo un 6,8% a artis­tas e intér­pe­tres. Qui­tan­do el pro­cen­ta­je equiv­a­lente a impuestos y platafor­mas, las discográ­fi­cas se lle­van el 73,1%; autores, com­pos­i­tores y edi­tores, el 10,9%, y artis­tas e intér­pe­tres, el 16%.

A finales del año pasa­do, el Con­se­jo Inter­na­cional de Creadores de Músi­ca (CIAM) reclamó para los autores al menos el 80% de los ingre­sos fac­tura­dos por la explotación de sus obras en Inter­net a través de los ser­vi­cios de stream­ing, tras lle­var a cabo una inves­ti­gación (Una remu­neración jus­ta para los creadores de músi­ca en la era dig­i­tal), en la que denun­cia­ban que actual­mente los creadores reciben solo un 10% de los ingre­sos por la difusión en stream­ing de su obra, mien­tras que las discográ­fi­cas perciben entre un 50% y un 60%.

El autor del informe, Pierre‑E. Lalonde, indi­ca­ba que, tenien­do  en cuen­ta que estos ser­vi­cios serán el mod­e­lo pre­dom­i­nante de con­sumo de músi­ca en el futuro, la remu­neración «debería revis­arse en favor de los tit­u­lares de dere­chos», y recomend­a­ba un repar­to de ingre­sos más equi­tati­vo entre los dis­tin­tos tit­u­lares de dere­chos, con una pro­por­ción que divi­da las ganan­cias por igual entre discográ­fi­cas y com­pos­i­tores. Además, sub­raya­ba que has­ta aho­ra ha exis­ti­do una «fal­ta de trans­paren­cia» en el pro­ce­so de nego­ciación entre las discográ­fi­cas y las platafor­mas de stream­ing en detri­men­to del compositor.

El inves­ti­gador pro­pone que para solu­cionar la situación actu­al será nece­sario un pro­ce­so de nego­ciación entre todas las partes intere­sadas: platafor­mas de músi­ca dig­i­tal, letris­tas, com­pos­i­tores, intér­pretes, edi­tores de músi­ca y sel­l­os discográficos.

La inves­ti­gación con­tó con con el apoyo de la Con­fed­eración Inter­na­cional de Sociedades de Autores y Com­pos­i­tores (CISAC), Music Cre­ators North Amer­i­ca (MCNA) y la Sociedad de Com­pos­i­tores, Autores y Edi­tores de Músi­ca de Canadá (SOCAN). Con 230 sociedades de autores miem­bros en 120 país­es, la CISAC rep­re­sen­ta a más de tres mil­lones de creadores de todo el mundo.

¿Cuánto está creciendo el negocio de la música digital?

El pasa­do mes de mayo, la discográ­fi­ca Warn­er Music con­fir­mó en su informe trimes­tral que los ben­efi­cios económi­cos de la músi­ca por stream­ing super­an ya, por primera vez, a los obtenidos por la ven­ta medi­ante descar­gas. En con­cre­to, la com­pañía ingresó 297 mil­lones de dólares en ven­tas dig­i­tales, un crec­imien­to del 1% respec­to al mis­mo peri­o­do del año ante­ri­or, con unos ingre­sos totales de 677 mil­lones de dólares (un aumen­to del 4%).

En España, y según datos pub­li­ca­dos en julio por Pro­mu­si­cae, la músi­ca dig­i­tal es des­de este año, y por primera vez en la his­to­ria, el prin­ci­pal motor de las ven­tas del sec­tor, con un 53,9% del vol­u­men total de ingre­sos, por delante del tradi­cional mer­ca­do de soportes físi­cos, y gra­cias, sobre todo, al auge del stream­ing.

De acuer­do con un informe de Pro­mu­si­cae, el espec­tac­u­lar tirón exper­i­men­ta­do en los seis primeros meses de 2015 por los ser­vi­cios de repro­duc­ción en línea, que cifran en un 39,8%, con­sti­tuye a su vez un fac­tor deter­mi­nante de que el sec­tor haya segui­do cre­cien­do. El estu­dio desta­ca que el alza que las ven­tas de músi­ca en España exper­i­men­ta­ron por primera vez en 2014, tras más de una déca­da de descen­sos, se man­tu­vo en la primera mitad del año con una mejo­ra de casi el 11% (un 10,9%, conc­re­ta­mente) respec­to al mis­mo perío­do del año ante­ri­or. Con ello, la ven­ta acu­mu­la­da a lo largo de este año en España ascendía, en julio, a 70,6 mil­lones de euros, frente a los 63,6 mil­lones reg­istra­dos en la primera mitad de 2014.

«El stream­ing se con­fir­ma como tabla de sal­vación para un sec­tor que con­tinúa sufrien­do, entre la cri­sis glob­al y el expo­lio de la piratería, un cas­ti­go durísi­mo des­de el comien­zo del siglo XXI», afirma­ban en su nota de pren­sa los pro­duc­tores musi­cales aso­ci­a­dos bajo las siglas de Promusicae.

En la primera mitad del año, el stream­ing fue la úni­ca modal­i­dad de con­sumo que exper­i­men­tó un crec­imien­to, has­ta los 30,6 mil­lones de euros. Todas las demás se redu­jeron: la ven­ta de soportes físi­cos como CD y vini­los cayó en 4,9 pun­tos por­centuales (de 33,2 mil­lones a 31,6 mil­lones de euros), y las descar­gas de can­ciones y álbumes com­ple­tos a través de Inter­net y dis­pos­i­tivos portátiles, el may­or nego­cio has­ta la fecha a través de iTunes, pasó de 7 mil­lones a 6,8 mil­lones de euros, un 3,7 % menos.

Según el respon­s­able de comu­ni­cación para el sur de Europa de Spo­ti­fy, Miguel Bañón, esta platafor­ma ha con­segui­do 2.697 mil­lones de dólares para la indus­tria discográ­fi­ca des­de su lan­za­mien­to en 2008.

¿Qué grandes artistas siguen negándose?

Pese a que el nego­cio sigue sin ser espe­cial­mente ven­ta­joso para ellos, la gran may­oría de los artis­tas han pasa­do por el aro y están pre­sentes en las prin­ci­pales platafor­mas de stream­ing. Las excep­ciones, no obstante, siguen sien­do nota­bles. Los casos de Adele y Tay­lor Swift son, prob­a­ble­mente, los más conocidos.

Swift retiró en noviem­bre de 2014 su músi­ca de Spo­ti­fy tras inten­tar sin éxi­to que esta platafor­ma ofre­ciese sus can­ciones tan solo a los suscrip­tores de pago, y Adele se ha nega­do en redon­do a que su últi­mo dis­co (25, un álbum que ha bati­do récords, con 3.38 mil­lones de copias ven­di­das en EE UU solo en en su primera sem­ana en el mer­ca­do) esté disponible al com­ple­to en streaming.

Otra ausen­cia impor­tante es la de los esta­dounidens­es The Black Keys, cuyo últi­mo álbum Turn Blue, no está disponible para los usuar­ios de stream­ing, aunque sí el resto de su discografía. Tam­poco están en stream­ing los álbumes ofi­ciales o de estu­dio de gigantes como Prince o Bob Sea­ger; los del líder de Radio­head, Thom Yorke; los de la pop­u­lar ban­da de met­al Tool; los de King Crim­son y Trav­el­ing Wilburys; o, en lo que respec­ta a gru­pos españoles, los de El últi­mo de la fila. AC/DC, otro de los tradi­cionales ‘rebeldes’ no dieron su bra­zo a torcer has­ta el pasa­do mes de junio.

Caso aparte es el de Neil Young, cuyas razones para rec­haz­ar las platafor­mas de stream­ing son más téc­ni­cas que económi­cas: el músi­co cana­di­ense retiró el pasa­do mes de julio todas sus can­ciones de estos ser­vi­cios, ale­gan­do que ofre­cen «la peor cal­i­dad de sonido de la his­to­ria de la difusión». «No se tra­ta de dinero, aunque mi cuo­ta (como la de todos los otros artis­tas) haya sido dramáti­ca­mente reduci­da por mal­os acuer­dos hechos sin mi con­sen­timien­to», explicó el autor, «sino de la cal­i­dad de sonido»: «No nece­si­to que mi músi­ca sea deval­u­a­da por la peor cal­i­dad en la his­to­ria de la difusión o cualquier otra for­ma de dis­tribu­ción. No me sien­to bien per­mi­tien­do que esto se ven­da a mis seguidores. Es malo para mi música».

¿Cómo ha sido el desembarco de los Beatles?

Des­de el pasa­do 24 de diciem­bre, la músi­ca de los Bea­t­les, con­sid­er­a­dos has­ta aho­ra los grandes ausentes de la músi­ca en stream­ing, está pre­sente tam­bién en las prin­ci­pales platafor­mas dig­i­tales. Cin­co años después de unirse a Itunes Music, la com­pañía Apple Corps, fun­da­da por la míti­ca ban­da, y la discográ­fi­ca Uni­ver­sal Music, lle­garon a un acuer­do para pon­er a dis­posi­ción de los usuar­ios trece álbumes remas­ter­i­za­dos y cua­tro recopi­la­to­rios (los tres volúmenes de la colec­ción The Bea­t­les Anthol­o­gy han queda­do, de momen­to, fuera).

Según exper­tos cita­dos por Efe, como el cofun­dador de la pag­i­na web musi­cal CMU, Chris Cooke, la razón por la que el grupo ha deci­do ater­rizar por com­ple­to en el mun­do del stream­ing se encuen­tra en que por fin con­sid­er­an este ser­vi­cio «muy serio» y «parte sig­nif­i­cante de la indus­tria». Para Mark Mul­li­gan, de la com­pañía espe­cial­iza­da en análi­sis de ser­vi­cios dig­i­tales Midia, los pub­licis­tas de los Bea­t­les se resistían has­ta aho­ra al stream­ing porque no querían «dis­minuir posi­bles ven­tas de reed­i­ciones o recopi­la­to­rios, al ser un catál­o­go muy lucrativo».

Aho­ra, los Bea­t­les ten­drán que medirse con ído­los de masas actuales como el cana­di­ense Justin Bieber, el inter­prete más pop­u­lar en Spo­ti­fy, donde cuen­ta con 31,7 mil­lones de oyentes men­su­ales, y cuya can­ción Sor­ry se encuen­tra en la cima de las can­ciones más escuchadas, con 3,8 mil­lones de repro­duc­ciones diarias.

¿Está logrando el ‘streaming’ reducir la piratería?

Según un estu­dio inde­pen­di­ente real­iza­do para la Comisión Euro­pea, y pub­li­ca­do este mis­mo año, sí. El informe, elab­o­ra­do por los inves­ti­gadores Luis Aguiar, del Joint Research Cen­ter (JRC) de la CE, y por Joel Wald­fo­gel, del Nation­al Bureau of Eco­nom­ic Research esta­dounidense (NBER), anal­iza el impacto de Spo­ti­fy tan­to en la ven­ta legal de músi­ca como en las descar­gas ile­gales. Para ello, y según expli­can en El Con­fi­den­cial, estu­di­aron el vol­u­men de repro­duc­ciones en stream­ing en Spo­ti­fy de las 50 can­ciones más pop­u­lares cada sem­ana y por país entre abril de 2013 y mar­zo de 2014. Con difer­entes cál­cu­los y extrap­o­la­ciones, lle­garon a un número total de repro­duc­ciones por artista. Com­para­n­do estos resul­ta­dos con los datos públi­cos de ven­ta de músi­ca dig­i­tal y con el niv­el de descar­gas esti­ma­do para más de 8.000 artis­tas en pági­nas de tor­rents, los inves­ti­gadores con­cluyen que por cada 47 repro­duc­ciones en stream­ing que se hace de una can­ción en Spo­ti­fy, se evi­ta una descar­ga ile­gal de esa mis­ma canción.

Por otra parte, otro estu­dio reciente pub­li­ca­do en Norue­ga por la Inter­na­tion­al Fed­er­a­tion of the Phono­graph­ic Indus­try (IFPI) refle­ja cómo los jóvenes de menos de 30 años que se descar­ga­ban músi­ca en 2009 en este país suponían un 80%, mien­tras que en 2014 la cifra había dis­minui­do notable­mente, has­ta el 4%, un dato que el informe rela­ciona con el hecho de que el 75% de las ganan­cias del sec­tor musi­cal en Norue­ga pro­ce­da de ser­vi­cios de stream­ing.

¿Cuáles son los próximos pasos?

Según los exper­tos, las próx­i­mas estrate­gias de las platafor­mas de músi­ca en stream­ing se cen­trarán, aparte de en seguir exten­di­en­do su pres­en­cia a cada vez más país­es y en seguir cap­tan­do usuar­ios de pago, en la ampliación de for­matos (más vídeo), la ren­o­vación visu­al (mejores dis­eños, más acce­si­bles e intu­itivos para el usuario), la per­son­al­ización de los con­tenidos (lis­tas de repro­duc­ción cada vez más ‘inteligentes’) y la exclu­sivi­dad (Tidal, por ejem­p­lo, ofre­cerá en prim­i­cia el nue­vo mate­r­i­al de Rihan­na).

En cuan­to al mer­ca­do en sí, a par­tir del 31 de enero de 2016, Songza, platafor­ma esta­dounidense, entrará a for­mar parte de Google Play Music; Nap­ster se ha ali­a­do con Nin­ten­do para lan­zar una apli­cación de stream­ing con 34 mil­lones de can­ciones, y YouTube Music pre­tende con­ver­tirse en la platafor­ma de stream­ing más grande del mun­do, aprovechan­do los mil mil­lones de usuar­ios de su canal original.


Con infor­ma­ción de Daniel Glez.

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