Turquía vuelve a las urnas bajo una gran tensión interna y a la sombra de la guerra

Miguel Máiquez, 1/11/2015

Ape­nas cin­co meses después de las pasadas elec­ciones gen­erales de junio, más de 54 mil­lones de ciu­dadanos tur­cos vuel­ven a ten­er una cita con las urnas este domin­go, en unos comi­cios antic­i­pa­dos mar­ca­dos por una cre­ciente tesión inter­na, y con una población cada vez más polar­iza­da. Turquía, que, a pesar de todas sus con­tradic­ciones, parecía des­ti­na­da a con­sol­i­darse como ejem­p­lo de que es posi­ble ver­te­brar democ­ra­cia e islam, ori­ente y occi­dente, tradi­ción y mod­ernidad, lle­ga a esta nue­va con­vo­ca­to­ria elec­toral con el sueño de la con­viven­cia, si no ago­ta­do, sí seri­amente resquebrajado.

La cel­e­bración de estas elec­ciones es la con­se­cuen­cia de la inca­paci­dad de los prin­ci­pales par­tidos políti­cos tur­cos de lle­gar a un acuer­do para la for­ma­ción de un ejec­u­ti­vo tras los comi­cios del pasa­do mes de junio, en los que el gob­er­nante Par­tido Jus­ti­cia y Desar­rol­lo (AKP, islamista, con­ser­vador) perdió por primera vez la may­oría abso­lu­ta en 13 años, y ningu­na for­ma­ción logró tam­poco el número sufi­ciente de escaños. Para la may­or parte de los anal­is­tas y, espe­cial­mente, para los detrac­tores del actu­al pres­i­dente del país, Recep Tayyip Erdo­gan, la ver­dadera expli­cación hay que bus­car­la, sin embar­go, en el empeño del man­datario tur­co, fun­dador y líder del AKP, por acre­cen­tar su poder.

Para ello, Erdo­gan, que ha dirigi­do el des­ti­no del país des­de que su par­tido llegó al gob­ier­no en 2002, pero cuyo puesto es aho­ra —al menos, en teoría— esen­cial­mente rep­re­sen­ta­ti­vo, nece­si­ta que el AKP logre la may­oría nece­saria para refor­mar la Con­sti­tu­ción y con­ver­tir su car­go en el de un pres­i­dente con ver­dadero poder ejec­u­ti­vo, en una repúbli­ca pres­i­den­cial­ista a la man­era de Esta­dos Unidos o Fran­cia. La influ­en­cia que, a pesar de su oblig­a­da neu­tral­i­dad, aún ejerce Erdo­gan sobre el panora­ma políti­co tur­co, habría sido deter­mi­nante en el fra­ca­so de las nego­cia­ciones para for­mar gobierno.

La cri­sis políti­ca es, no obstante, tan solo una de las caras del dete­ri­oro del mod­e­lo tur­co, mina­do des­de hace años por la deri­va autori­taria del Gob­ier­no, con­tin­u­os ataques a la pren­sa críti­ca, repre­sión poli­cial ante protes­tas ciu­dadanas, casos de cor­rup­ción con altos car­gos impli­ca­dos, una división cada vez may­or entre los gru­pos más con­ser­vadores y reli­giosos, los izquierdis­tas, los ‘indig­na­dos’, los nacional­is­tas y las minorías; la eter­na ame­naza latente de los sec­tores descon­tentos del ejérci­to; la pér­di­da de la opor­tu­nidad de oro que tuvo Turquía de con­ver­tirse en una influyente ref­er­en­cia region­al tras la ‘pri­mav­era árabe’ y, espe­cial­mente, el fre­na­zo del supuesto mila­gro económi­co con­segui­do, al pre­cio de un impor­tante incre­men­to de la desigual­dad, bajo la batu­ta neolib­er­al del AKP: el crec­imien­to del 10% reg­istra­do por la economía tur­ca durante la pasa­da déca­da se ha queda­do aho­ra en un raquíti­co 3% (según la pre­visión actu­al), la lira se ha desplo­ma­do frente al dólar y el euro, y la inflación no para de subir.

Violencia

Todos estos prob­le­mas palide­cen, en cualquier caso, en com­para­ción con el repunte de la vio­len­cia exper­i­men­ta­do en los últi­mos meses. Todavía en esta­do de shock tras el bru­tal ataque ter­ror­ista del pasa­do 10 de octubre con­tra una con­cen­tración por la paz de mil­i­tantes izquierdis­tas (102 muer­tos, el peor aten­ta­do en la his­to­ria mod­er­na del país, en una doble acción sui­ci­da atribui­da a Esta­do Islámi­co —EI—), la sociedad tur­ca asiste además a un déjà vu con el que esper­a­ba no ten­er que volver a enfrentarse en mucho tiem­po: el alto el fuego roto por la guer­ril­la kur­da del PKK tras dos años de ten­sa paz, y la con­tun­dente respues­ta mil­i­tar del Gob­ier­no, han devuel­to a la memo­ria de la población los peo­res años de los enfrentamien­tos entre el ejérci­to y los mil­i­tantes kur­dos, la lla­ma­da «déca­da per­di­da», que, en los años noven­ta, se saldó con dece­nas de miles de muer­tos y desplazados.

Y, mien­tras, Turquía se ha impli­ca­do mil­i­tar­mente de un modo más claro en la guer­ra civ­il de Siria, suman­do a los esporádi­cos bom­bardeos a las bases de EI efec­tu­a­dos jun­to a la coali­ción inter­na­cional, ataques con­tra posi­ciones kur­das en el país veci­no, todo ello bajo el con­s­abido paraguas de la «guer­ra con­tra el ter­ror­is­mo», y a pesar de que son pre­cisa­mente los kur­dos quienes han logra­do fre­nar de un modo más efec­ti­vo la expan­sión de los yihadistas.

Así, el Gob­ier­no tur­co se ha con­ver­tido en uno de los actores geopolíti­cos más activos en Siria, con un respal­do diplomáti­co rotun­do a la oposi­ción arma­da que se enfrenta al rég­i­men de Bashar al Asad, pero su posi­ción ha queda­do muy debil­i­ta­da des­de que Rusia envió hace un mes a sus caz­abom­barderos a este país, inter­vinien­do a favor del rég­i­men sirio, y con­tra los gru­pos respal­da­dos por Turquía. En con­se­cuen­cia, la relación diplomáti­ca entre Ankara y Moscú es aho­ra muy ten­sa, cuan­do hace pocos años, Erdo­gan aún describía a Rusia como una alter­na­ti­va a la UE. Rusia se ha nega­do inclu­so a efec­tu­ar una reba­ja nego­ci­a­da pre­vi­a­mente en los pre­cios del gas nat­ur­al que impor­ta Turquía. Con su pos­tu­ra respec­to a Siria, el Gob­ier­no tur­co se ha dis­tan­ci­a­do inclu­so de sus ali­a­dos en el seno de la OTAN, orga­ni­zación a la que el país pertenece des­de hace 60 años.

Refugiados

Por otro lado, con más de dos mil­lones de refu­gia­dos sirios en su ter­ri­to­rio, Turquía es el país que más desplaza­dos por este con­flic­to acoge, una situación des­bor­dante para Ankara pero que, al mis­mo tiem­po, puede supon­er un pun­to de inflex­ión en su relación con la UE, al ser Turquía el ori­gen de la may­oría de los refu­gia­dos que, en un dramáti­co éxo­do sin prece­dentes des­de la Segun­da Guer­ra Mundi­al, están tratan­do de lle­gar a Europa des­de el pasa­do verano.

A medi­a­dos de octubre, el primer min­istro tur­co, Ahmet Davu­to­glu, y la can­ciller ale­m­ana, Angela Merkel, acor­daron pon­er en mar­cha un pro­ce­so para acel­er­ar algunos aspec­tos pen­di­entes en la prop­ues­ta de incor­po­ración tur­ca a la Unión Euro­pea, a cam­bio de la colab­o­ración de las autori­dades tur­cas en «la gestión» del críti­co flu­jo de inmi­grantes y refu­gia­dos proce­dentes en su may­oría del con­flic­to sirio.

Estas son las claves de unas elec­ciones cru­ciales para el futuro de Turquía, que van a ser obser­vadas por miles de vol­un­tar­ios tur­cos y por un equipo de 40 par­la­men­tar­ios europeos de la OSCE (Orga­ni­zación para la Seguri­dad y la Coop­eración en Europa), y en las que, pese a los mal­os augu­rios y a las múlti­ples som­bras que ate­nazan al país, muchos ciu­dadanos mantienen deposi­tadas grandes esperanzas:

Parálisis política e influencia de Erdogan

Las elec­ciones gen­erales cel­e­bradas en Turquía el pasa­do 7 de junio supusieron un impor­tante cam­bio en el paisaje políti­co del país. El gob­er­nante AKP logró la vic­to­ria, pero perdió la may­oría abso­lu­ta que ostenta­ba des­de 2002, y una nue­va for­ma­ción de izquier­das, el pro kur­do Par­tido Democráti­co de los Pueb­los (HDP), logró entrar en el Par­la­men­to. El resul­ta­do fue una Asam­blea frag­men­ta­da en cua­tro par­tidos: Par­tido Jus­ti­cia y Desar­rol­lo, AKP, islamista y con­ser­vador, con un 40,82% de los votos y 258 (tenía 311) de los 550 diputa­dos del Par­la­men­to;  Par­tido Pop­u­lar Repub­li­cano, CHP, laico y socialdemócra­ta, con el 24,9% y 131 escaños; Par­tido Democráti­co de los Pueb­los, HDP, con el 16,2% y 80 diputa­dos; y Par­tido de Acción Nacional­ista, MHP, reli­gioso, ultra­na­cional­ista y muy a la derecha, con el 13,1% y 79 rep­re­sen­tantes. Era nece­sario, pues, lle­gar a acuerdos.

El pres­i­dente Erdo­gan, en el car­go des­de 2014, y ante­ri­or­mente, des­de 2003, primer min­istro, encar­gó entonces for­mar gob­ier­no a Ahmet Davu­to­glu, el líder de la lista más vota­da, el AKP. Tan­to el CHP como el MHP exigieron para apo­yarle dos condi­ciones: renun­ciar al plan de Erdo­gan para acre­cen­tar sus poderes instau­ran­do una repúbli­ca pres­i­den­cial­ista, y lle­var a juicio los casos de cor­rup­ción rela­ciona­dos con miem­bros del AKP.

Ambas condi­ciones fueron rec­haz­adas, y el pla­zo de 45 días estip­u­la­do para lle­gar a un acuer­do expiró, entre acusa­ciones de la oposi­ción a Erdo­gan de entor­pecer los inten­tos para lograr un pacto, algo que el AKP nie­ga. Erdo­gan con­vocó entonces nuevas elec­ciones para este 1 de noviem­bre, y los par­tidos volvieron a sumer­girse en una cam­paña que, a pesar de que ha tenido una agen­da menos inten­sa que la ante­ri­or (los recur­sos económi­cos esta­ban, en la may­oría de los casos, muy ago­ta­dos) ha esta­do mar­ca­da por graves acusa­ciones mutuas, por el ter­ror­is­mo, y por la reac­ti­vación de los ataques de y con­tra el PKK. El pro­pio Erdo­gan ha tenido una gran pres­en­cia, par­tic­i­pan­do en numerosos mítines pre­sen­ta­dos ofi­cial­mente como actos con­tra el terrorismo.

Quién es quién: los principales candidatos

  • Ahmet Davu­to­glu (AKP). El actu­al primer min­istro vuelve a estar al frente de la lista del par­tido gob­er­nante. Oblig­a­do con­tin­u­a­mente a rebatir las acusa­ciones de que se encuen­tra por com­ple­to bajo el poder de Erdo­gan, Davu­to­glu ha inten­ta­do cen­trar la cam­paña en los aspec­tos económi­cos, prome­tien­do subir las pen­siones y, al igual que el resto de los can­didatos, el salario mín­i­mo. Tan­to Davu­to­glu como Erdo­gan piden al elec­tora­do el apoyo sufi­ciente para for­mar un gob­ier­no de may­oría, como úni­ca vía para devolver al país la esta­bil­i­dad que, en su opinión, es nece­saria para recu­per­ar el crec­imien­to económi­co, man­ten­er una pres­en­cia efec­ti­va en Siria, y solu­cionar el prob­le­ma kur­do. Antes de asumir el car­go de primer min­istro en 2014, Davu­to­glu fue durante doce años el prin­ci­pal con­se­jero de Erdo­gan en políti­ca inter­na­cional y, des­de 2009, su min­istro de Exteriores.
  • Kemal Kil­iç­daroglu (CHP). El líder de la oposi­ción y can­dida­to del par­tido laico y de cen­tro-izquier­da CHP (el más antiguo del país, fun­da­do por el padre de la Turquía mod­er­na Mustafá Kemal ‘Atatürk’), apues­ta por una socialdemoc­ra­cia a la euro­pea, en un pro­gra­ma con numerosas medi­das sociales, que incluye asimis­mo «acabar con el ter­ror­is­mo» y luchar con­tra la cor­rup­ción, aunque sin medi­das conc­re­tas. Se pre­sen­ta como el úni­co can­dida­to capaz de dialog­ar con todas las fuerzas políti­cas, pero tiene en su con­tra la pér­di­da de tirón sufri­da por su par­tido en los últi­mos años frente al auge de nuevas for­ma­ciones como el HDP, capaz de agluti­nar a los sec­tores descon­tentos de la izquier­da, a movimien­tos ciu­dadanos como los surgi­dos durante las protes­tas del Par­que Gezi, y a las diver­sas minorías, o frente a la ten­den­cia pro­movi­da por el AKP de iden­ti­ficar la iden­ti­dad tur­ca más con el islam que con el laicis­mo, una políti­ca que ha cal­a­do en amplias capas de la población, espe­cial­mente en las zonas rurales.
  • Sela­hat­tin Demir­taş (HDP). Elegi­do en 2014 como pres­i­dente de la coali­ción de izquier­das HDP, jun­to con la social­ista Figen Yük­sek­dağ, Demir­taş llevó a esta nue­va for­ma­ción a con­seguir el hito de ser el primer par­tido pro kur­do en entrar en el Par­la­men­to tur­co, al lograr 80 diputa­dos en las pasadas elec­ciones. A pesar de que exis­ten muchas difer­en­cias, algunos anal­is­tas han descrito al HDP como una ver­sión tur­ca del español Podemos, o del griego Syriza. Apues­ta por avan­zar en el pro­ce­so de paz con los kur­dos, se define como ant­i­cap­i­tal­ista y ecol­o­gista, y, tras unos orí­genes en los que sólo defendía los intere­ses kur­dos, aho­ra basa su pro­gra­ma en la inte­gración de todas las minorías, no solo étni­cas (kur­dos, arme­nios), sino tam­bién reli­giosas (alevíes, cris­tianos), o del colec­ti­vo LGBT. Es el úni­co par­tido tur­co que apli­ca una cuo­ta del 50% de mujeres en sus filas. La reac­ti­vación de la guer­ra entre el Ejérci­to y la guer­ril­la kur­da del PKK, sin embar­go, ha com­pli­ca­do sus per­spec­ti­vas electorales.
  • Devlet Bahçeli (MHP). El vet­er­a­no líder del ultra­na­cional­ista MHP (está al frente del par­tido des­de 1997), ha cen­tra­do sus ataques en el AKP, tan­to por los escán­da­los de cor­rup­ción que han afec­ta­do al par­tido gob­er­nante, como por la actuación «autori­taria» de Erdo­gan, a quien acusa de ser el ver­dadero primer min­istro en la som­bra. El MHP, de tintes mar­cada­mente reli­giosos e ide­ología derechista, prom­ete mano dura con­tra el ter­ror­is­mo y la cor­rup­ción, y más dinero para las clases des­fa­vore­ci­das. Bahçeli se ha declar­a­do dis­puesto a pactar con todos los gru­pos, menos con el HDP. El MHP está lig­a­do, aunque no ofi­cial­mente, a la orga­ni­zación para­mil­i­tar de extrema derecha nacional­ista Lobos Gris­es, orig­i­nal­mente de carác­ter neo­fascista, y que incor­poró pos­te­ri­or­mente ele­men­tos reli­giosos islamistas.

Un sistema electoral que favorece a los grandes

El Par­la­men­to tur­co, denom­i­na­do Gran Asam­blea Nacional, tiene un total de 550 escaños, con lo que para lograr la may­oría abso­lu­ta es nece­sario obten­er 276 diputa­dos. No obstante, para poder mod­i­ficar la Con­sti­tu­ción (el obje­ti­vo de Erdo­gan) son nece­sar­ios 367 votos, si bien con 330 es posi­ble con­vo­car un refer­én­dum para realizar mod­i­fi­ca­ciones en la Car­ta Magna a través del voto popular.

Los miem­bros del Par­la­men­to son elegi­dos en 85 dis­tri­tos elec­torales, medi­ante un sis­tema de rep­re­sentación pro­por­cional en el que es nece­sario super­ar el 10% de los votos para obten­er un escaño, un por­centa­je muy supe­ri­or al de otros país­es (en Ale­ma­nia es el 5%; en Sue­cia, el 4%). Ello supone que si, por ejem­p­lo, un par­tido con­sigue 40 escaños, pero con solo el 9,5% de los votos (lo que logró el DYP en 2002), sus asien­tos se reparten entre los par­tidos que sí han super­a­do ese umbral. Es decir, se tra­ta de un sis­tema en el que los par­tidos grandes parten con una gran ven­ta­ja frente a los pequeños.

«Terrorismo kurdo», «terrorismo islámico»

Uno de los fac­tores que han mar­ca­do la cam­paña elec­toral ha sido la supues­ta per­mi­sivi­dad del Gob­ier­no frente al islamis­mo extrem­ista, y la con­se­cuente escasa aten­ción que las autori­dades habrían ded­i­ca­do a las redes de Esta­do Islámi­co en Turquía, a la difusión de su ide­ología y a su labor de captación de miem­bros. De hecho, solo después del doble aten­ta­do sui­ci­da de Ankara, la masacre en la que murieron 102 per­sonas, fueron des­man­te­ladas célu­las islamis­tas, y se con­fis­có mate­r­i­al y explosivos.

Ante­ri­or­men­tre, el pasa­do 20 de julio, un sui­ci­da supues­ta­mente miem­bro de EI mató a 32 per­sonas cuan­do se inmoló en medio de un grupo de activis­tas que había via­ja­do a Suruc, en la fron­tera con Siria, para ayu­dar en la recon­struc­ción de la ciu­dad de Kobane, destru­i­da por la guer­ra. Muchos criti­caron entonces al Gob­ier­no de Ankara por no pro­te­ger a sus ciu­dadanos, y por per­mi­tir que EI hubiese con­segui­do un pun­to de apoyo en ter­ri­to­rio tur­co. Poco después, dos policías fueron asesina­dos por un grupo vin­cu­la­do al PKK. El gob­ier­no tur­co respondió bom­barde­an­do las posi­ciones del PKK, tan­to en Turquía como en el norte de Irak.

El AKP ha segui­do insistien­do en sus mítines en que la ame­naza prin­ci­pal es el PKK, y pidi­en­do la unidad del país frente a quienes quieren «despedazar­lo», a pesar de que  la guer­ril­la kur­da renun­ció hace años a sus antiguas reivin­di­ca­ciones inde­pen­den­tis­tas. Tan­to Davu­to­glu como Erdo­gan han sug­eri­do que el aten­ta­do de Ankara no fue obra solo de Esta­do Islámi­co, sino que con­tó asimis­mo con la colab­o­ración de miem­bros del PKK, e inclu­so de las mili­cias kur­das de Siria, coor­di­nadas por el Par­tido Unión Democráti­ca (PYD), una ver­sión que no ha sido con­fir­ma­da por la Fiscalía.

Así, el elec­tora­do acude a las urnas en una pro­fun­da división social en la que para unos el ene­mi­go es el «ter­ror­is­mo kur­do» respal­da­do por la izquier­da, y para otros el Gob­ier­no «que apoya a los ter­ror­is­tas islámicos».

El PKK anun­ció un nue­vo alto el fuego uni­lat­er­al tras el aten­ta­do del 10 de octubre en la cap­i­tal, y prometió sus­pender todos sus ataques, sal­vo «activi­dades de defen­sa propia», para no inter­ferir con las urnas. Este alto el fuego había sido recla­ma­do por miem­bros del HDP para impedir que el AKP explotara el prob­le­ma de la seguri­dad e impusiera zonas mil­itares restringi­das en el sureste del país con fines elec­toral­is­tas, lo que podría dañar las expec­ta­ti­vas del par­tido pro kur­do de entrar en el Parlamento.

Acoso a la prensa

La pre­sión que el Gob­ier­no tur­co ejerce con­tra los medios de comu­ni­cación críti­cos ha sido la otra gran piedra de toque en la rec­ta final de la cam­paña elec­toral. El inci­dente más son­ado ocur­rió el pasa­do jueves, con la toma de con­trol estatal de dos diar­ios y dos canales de tele­visión, todos críti­cos con el Gob­ier­no del AKP, después de que un tri­bunal ordenara inter­venir el hold­ing Koza Ipek. Los diar­ios Bugün y Mil­let no salieron a la ven­ta, y Bugün TV y Kanaltürk dejaron de emi­tir, después de que la policía tur­ca se pre­sen­tara en su redac­ción com­par­ti­da en Estam­bul. Los admin­istradores fidu­cia­r­ios nom­bra­dos por el Gob­ier­no, acom­paña­dos por la policía, expul­saron a los peri­odis­tas que no acep­taron adap­tarse a la nue­va línea edi­to­r­i­al favor­able al AKP.

For­mal­mente, la empre­sa está inter­veni­da en el mar­co de un pro­ce­so con­tra Koza Ipek por «finan­ciación y pro­pa­gan­da a favor del ter­ror­is­mo», en ref­er­en­cia a los vín­cu­los del con­glom­er­a­do con el pred­i­cador tur­co Fethul­lah Gülen, exil­i­a­do en Esta­dos Unidos, y ene­mi­go declar­a­do de Erdo­gan. Los fis­cales tur­cos describen la red de seguidores de Gülen como «orga­ni­zación ter­ror­ista», pese a no cono­cerse activi­dad vio­len­ta y no exi­s­tir sen­ten­cia judi­cial al respeto.

La pre­sión guber­na­men­tal con­tra la pren­sa críti­ca en Turquía no es, en cualquier caso, un prob­le­ma nue­vo. Uno de los peri­odis­tas más cono­ci­dos de Turquía, Ahmet Hakan, fue grave­mente apalea­do el pasa­do 1 de octubre por parte de cua­tro sicar­ios, supues­ta­mente vin­cu­la­dos al AKP. Y, en 2013, Turquía osten­tó, por segun­do año con­sec­u­ti­vo, el récord de ser el país con más pro­fe­sion­ales de la infor­ma­ción en la cár­cel, con un total de 40.

Por un lado, y como con­se­cuen­cia del largo con­flic­to con el inde­pen­den­tismo kur­do, Turquía tiene una leg­is­lación muy amplia para com­bat­ir el ter­ror­is­mo, que el Gob­ier­no usa a menudo para juz­gar a peri­odis­tas que son críti­cos con el Ejec­u­ti­vo. Muchos peri­odis­tas han sido proce­sa­dos por el mero hecho de infor­mar sobre activi­dades de gru­pos arma­dos kur­dos. Por otra parte, muchos pro­fe­sion­ales de la infor­ma­ción han sido encar­ce­la­dos tam­bién en los últi­mos años por denun­cias de con­spir­ación con­tra el Gob­ier­no por parte de los adver­sar­ios sec­u­lar­is­tas de Erdogan.

Las encuestas

La may­oría de los son­deos predi­cen un esce­nario sim­i­lar al sali­do de las elec­ciones del pasa­do mes de junio, con una subi­da del AKP, aunque insu­fi­ciente aún para obten­er la may­oría abso­lu­ta, ligeros ascen­sos tan­to del CPH como del MHP, y un descen­so del HDP, que, no obstante, se man­ten­dría por enci­ma del 10% nece­sario para entrar en el Par­la­men­to. Según los anal­is­tas, el CPH cap­taría los votos fuga­dos del HDP tras la reac­ti­vación del con­flic­to kur­do, y el MHP, los de los descon­tentos con la políti­ca del AKP.

La media de las últi­mas encues­tas pub­li­cadas otor­ga un 41,4% de los votos al AKP, un 26,8% al CHP, un 15,5% al MHP, y un 12,7% al HDP.

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