Trump: de broma extravagante a amenaza real

Miguel Máiquez, 6/9/2015

Cuan­do el pasa­do 16 de junio Don­ald Trump anun­ció su can­di­datu­ra a las elec­ciones pri­marias del Par­tido Repub­li­cano esta­dounin­dese, como primer paso en la car­rera para ocu­par la Casa Blan­ca en 2016, pocos, por no decir nadie, le tomaron en serio. Los pre­sen­ta­dores de los pro­gra­mas noc­turnos de la tele­visión se fro­taron las manos ante el sum­in­istro ase­gu­ra­do de mate­r­i­al humorís­ti­co durante unas sem­anas, pero de ahí a pen­sar que el excén­tri­co mul­ti­mil­lonario neoy­orquino tuviese algu­na opción de sen­tarse jun­to al botón rojo de las armas nuclear­es medi­a­ba, aún, un mundo.

Tres meses después, sin embar­go, Trump no solo lid­era las encues­tas de inten­ción de voto entre los elec­tores repub­li­canos, sino que, además, ha logra­do forzar a sus rivales a seguir su paso —sus zan­cadas—, a golpe de declara­ciones y prop­ues­tas, a cada cual más polémi­ca y heterodoxa.

Un son­deo nacional real­iza­do por la Uni­ver­si­dad Mon­mouth, y pub­li­ca­do el pasa­do día 3, daba al mag­nate su may­or índice de pop­u­lar­i­dad has­ta aho­ra, muy por enci­ma de los otros 15 con­ten­di­entes a la nom­i­nación pres­i­den­cial repub­li­cana, con el 30% del apoyo, cua­tro pun­tos por­centuales más que tras el primer debate públi­co entre los aspi­rantes, cel­e­bra­do el mes pasa­do. El neu­ro­ciru­jano reti­ra­do Ben Car­son aparecía en un dis­tante segun­do lugar, con el 18% del respal­do, mien­tras que el exgob­er­nador de Flori­da y her­mano del ante­ri­or pres­i­dente, Jeb Bush, ape­nas alcan­z­a­ba el 8%, empata­do en ter­cer lugar con el polémi­co senador de Texas Ted Cruz. Mar­co Rubio, senador por Flori­da, obtenía un 4%, y Scott Walk­er, gob­er­nador de Wis­con­sin, y con­sid­er­a­do una de las opciones más fuertes antes de la irrup­ción de Trump, un 3%.

Otra encues­ta, real­iza­da por Reuters/Ipsos, y pub­li­ca­da el 1 de sep­tiem­bre, mostra­ba a Trump con un respal­do de casi el 31% de quienes se iden­ti­f­i­can como repub­li­canos, frente al 14% de Ben Car­son y casi el 12% de Jeb Bush, aunque por detrás aún del apoyo glob­al a la, de momen­to, prin­ci­pal pre­can­di­da­ta demócra­ta, Hillary Clin­ton, quien, a pesar de sus recientes caí­das en la inten­ción de voto, le lle­va seis pun­tos de ven­ta­ja, según un son­deo de la cade­na CNN y el per­iódi­co USA Today del pasa­do 18 de agosto.

Un dolor de cabeza

Para los repub­li­canos, así como para los medios con­ser­vadores que les apoy­an, espe­cial­mente la cade­na de tele­visión Fox, Trump se ha con­ver­tido en un autén­ti­co dolor de cabeza. Su escan­dalosa cam­paña está con­sigu­ien­do echar por tier­ra una posi­ble estrate­gia de ganar votos medi­ante un dis­cur­so más mod­er­a­do y más neu­tral (o direc­ta­mente inex­is­tente) con las minorías, y puede estar minan­do seri­amente las opciones de vic­to­ria frente al futuro rival demócrata.

Por un lado, es muy prob­a­ble que la posi­bil­i­dad de que Trump llegue a la Casa Blan­ca, en el caso de que se acabase imponien­do en las pri­marias, se tradu­jese en una masi­va par­tic­i­pación demócra­ta para evi­tar­lo, inde­pen­di­en­te­mente de quién fuese el can­dida­to de este par­tido, e inclu­so en el rec­ha­zo de los votantes repub­li­canos menos rad­i­cales. Por otra parte, los exper­tos indi­can que un can­dida­to repub­li­cano nece­si­ta al menos el 40% del voto lati­no para lograr la pres­i­den­cia (los his­panos rep­re­sen­tan el 8% del total del elec­tora­do esta­dounidense), y el apoyo de esta comu­nidad a Trump está por los suelos.

Sus ataques a los inmi­grantes de ori­gen his­pano, su prop­ues­ta de con­stru­ir un muro para evi­tar la entra­da de ‘sin pape­les’ des­de Méx­i­co (muro que, según él, pagaría este país), su ya famoso encon­tron­a­zo con el pop­u­lar peri­odista his­pano Jorge Ramos (a quien echó de una rue­da de pren­sa), su rec­ha­zo al uso del idioma español en EE UU, o su prop­ues­ta de elim­i­nar el dere­cho a la ciu­dadanía de los hijos de inmi­grantes irreg­u­lares, han hecho que, según una encues­ta de Gallup de agos­to pasa­do, el 65% de los lati­nos declar­en ten­er una opinión neg­a­ti­va del can­dida­to repub­li­cano, a quien solo ven de for­ma favor­able el 14%.

Por libre

En ape­nas un par de meses, el mul­ti­mil­lonario neoy­orquino no solo ha con­segui­do ganarse la ene­mis­tad de la may­oría del voto his­pano, sino que se las ha arreglado tam­bién para ofend­er a Chi­na, a las mujeres, a los vet­er­a­nos de guer­ra y a sus pro­pios rivales, aparte de demostrar que desconoce los entre­si­jos de la situación en Ori­ente Medio. Para muchos, ni siquiera es un ‘autén­ti­co’ repub­li­cano, al menos en lo que respec­ta a algunos aspec­tos clave para este par­tido en políti­ca inte­ri­or, y siem­pre que sea uno capaz de inter­pre­tar sus con­tradic­ciones: sobre el abor­to, Trump se ha declar­a­do a favor de la libre elec­ción de la madre, pero tam­bién ha ase­gu­ra­do ser «pro-vida»; sobre las armas ha dicho que «nada me gus­taría más que nadie las tuviese», pero tam­bién ha expre­sa­do su total apoyo a la Segun­da Enmien­da (que garan­ti­za el dere­cho a poseer­las); sobre la sanidad, ha dicho que solo susti­tuiría la refor­ma de Oba­ma con «algo estu­pen­do», pero en el pasa­do se mostró par­tidario de que cada cual pague sus gas­tos san­i­tar­ios; en religión no es pre­cisa­mente un asid­uo de ir la igle­sia, pero repite una y otra vez que la Bib­lia es su «libro favorito». Hace una déca­da ase­gura­ba que «prob­a­ble­mente me iden­ti­fi­co más como demócra­ta», y hoy se pos­tu­la a la pres­i­den­cia como republicano.

Y luego están sus opin­iones en políti­ca exte­ri­or: la mejor opción para fre­nar el avance del grupo Esta­do Islámi­co es, según ha dicho, «enviar tropas, machacar­los y coger el petróleo»; Esta­dos Unidos «volverá a ser grande», tan­to mil­i­tar como económi­ca­mente, «sien­do mejores nego­ci­adores que los ton­tos que nos rep­re­sen­tan hoy»; y el dinero que Chi­na «se ha lle­va­do de EE UU» es «el may­or robo en la his­to­ria de este país» (en ref­er­en­cia a la com­pra de pro­duc­tos chi­nos por parte de ciu­dadanos esta­dounidens­es). El «con­cep­to» de calen­tamien­to glob­al, por cier­to, fue crea­do, según Trump, «por y para los chi­nos, para volver no com­pet­i­ti­va a la indus­tria man­u­fac­tur­era estadounidense».

Reforzado

Tras su no del todo con­vin­cente actuación en el debate tele­visa­do con el resto de los can­didatos repub­li­canos, muchos anal­is­tas pen­saron que Trump había alcan­za­do su techo. Pero tam­bién le habían dado por acaba­do cuan­do, en el anun­cio ofi­cial de su can­di­datu­ra, tachó a los inmi­grantes irreg­u­lares mex­i­canos de «vio­ladores», cuan­do ironizó con el heroís­mo del excan­dida­to repub­li­cano a la pres­i­den­cia y vet­er­a­no de guer­ra John McCain, o cuan­do, tras el men­ciona­do debate, dijo sobre la mod­er­ado­ra, Meg­yn Kel­ly, que «podías ver cómo le salía san­gre de sus ojos. Le salía san­gre de su… de donde sea». Cualquiera de estas declara­ciones habría supuesto un duro golpe en una car­rera políti­ca con­ven­cional. A Trump, sin embar­go, pare­cen haber­le dado alas.

Sus con­tro­ver­tidas afir­ma­ciones, ampli­fi­cadas aho­ra con­stan­te­mente por los medios de comu­ni­cación, y que a menudo pub­li­ca, cor­rob­o­ra o apos­til­la (mati­zar, rara vez) el pro­pio Trump en su cuen­ta de Twit­ter (más de 4 mil­lones de seguidores), no son, en todo caso, ningu­na novedad. El mejor ejem­p­lo tal vez sean sus ataques a Barack Oba­ma, y sus «dudas» sobre la proce­den­cia del actu­al pres­i­dente. Trump llegó a ase­gu­rar que donaría 5 mil­lones de dólares a causas de cari­dad si Oba­ma mostra­ba un cer­ti­fi­ca­do que demostrara que había naci­do en Esta­dos Unidos, algo que final­mente hizo el pres­i­dente en 2011, «para acabar de una vez por todas con las ton­terías», refir­ién­dose a los rumores difun­di­dos, no solo por Trump, sino tam­bién por la derecha más rad­i­cal, según los cuales había naci­do en Kenia.

Popularidad

Trump es, cier­ta­mente, muy pop­u­lar entre un sec­tor de la población con­ser­vado­ra de su país. Sus mil­lones, su ima­gen de tri­un­fador hecho a sí mis­mo, su a menudo insul­tante incor­rec­ción políti­ca, su rec­ha­zo a dis­cul­parse diga lo que diga y su lengua­je ale­ja­do de los lugares comunes del estab­lish­ment, han con­segui­do granjear­le la sim­patía de muchos votantes (prin­ci­pal­mente entre una parte de la población blan­ca con­ser­vado­ra de extrac­ción económi­ca media y baja), que le ven como alguien sin pelos en la lengua y que se atreve a decir en voz alta lo que muchos callan por miedo a perder votos. Has­ta aho­ra, el con­tenido a menudo xenó­fobo, mis­ógi­no y pop­ulista de su dis­cur­so, así como su fal­ta de expe­ri­en­cia políti­ca real (nun­ca ha ocu­pa­do car­go públi­co alguno), parecían un muro lo sufi­cien­te­mente alto como para fre­nar sus aspira­ciones. Ya no.

Una de las claves de su tirón es, sin duda, su pres­en­cia en la tele­visión y, en con­cre­to, sus apari­ciones en su pro­pio pro­gra­ma, El apren­diz, un real­i­ty show donde var­ios can­didatos com­piten por un empleo en su cor­po­ración, con con­tratos, despi­dos y «prob­le­mas resuel­tos en una hora» inclu­i­dos. El pro­gra­ma, cuya con­tinuidad está aho­ra en duda después de que la cade­na NBC, en la que se emite, cor­tara sus lazos con Trump debido a sus polémi­cas declara­ciones sobre los emi­grantes mex­i­canos, llegó a ten­er la tem­po­ra­da pasa­da unos seis mil­lones de espec­ta­dores de media, una cifra disc­re­ta para un pro­gra­ma en abier­to, pero el doble de lo que con­siguen muchas cade­nas de not­i­cas por cable en sus mejores momen­tos. Trump es, además, el pro­duc­tor de los con­cur­sos de belleza Miss Uni­ver­so y Miss América.

Los rivales

Otra clave es, prob­a­ble­mente, la debil­i­dad de sus rivales, y espe­cial­mente la de Jeb Bush, con­sid­er­a­do has­ta hace no tan­to como la prin­ci­pal baza repub­li­cana para las próx­i­mas elec­ciones, como lo fueron en su momen­to su her­mano (George W. Bush), John McCain, o Mitt Rom­ney. Bush se vio benefi­ca­do, aparte de por el nom­bre, por ten­er un apoyo económi­co sufi­ciente des­de el prin­ci­pio, pero sus pos­turas más cen­tris­tas con respec­to a la inmi­gración (de hecho, está casa­do con una his­pana, naci­da en Méx­i­co), o su fal­ta de defini­ción en otros asun­tos polémi­cos, le han resta­do respal­do entre los sec­tores más duros, influ­i­dos por el huracán Trump. Tam­poco le está ayu­dan­do su bajo per­fil como can­dida­to, que ha dado pie a que Trump le tache de «per­sona sin energía».

Scott Walk­er, por su parte, ha trata­do de girar todo lo posi­ble hacia posi­ciones más con­ser­vado­ras para con­trar­restar el empu­je de Trump, pero, según los son­deos, con poco éxi­to. Tam­poco Mar­co Rubio ha acaba­do de despun­tar, a pesar de las expec­ta­ti­vas y de su bue­na pren­sa entre una parte de la comu­nidad lati­na. Y Ted Cruz y Ben Car­son, con­sid­er­a­dos los vence­dores del debate, están demasi­a­do a la derecha como para ten­er opciones reales de lle­gar más arri­ba. La incóg­ni­ta sigue sien­do el gob­er­nador de Ohio, John Kasich, con posi­bil­i­dades entre los votantes más mod­er­a­dos, aunque demasi­a­do lejos aún en las encuestas.

El úni­co respiro para los Repub­li­canos ha sido has­ta aho­ra el com­pro­miso de Trump, real­iza­do el pasa­do jueves, de respal­dar a quien resulte elegi­do como can­dida­to de este par­tido, y no pre­sen­tarse con otra agru­pación, algo que no había queri­do ase­gu­rar durante el debate inau­gur­al de la campaña.

«Culminación lógica»

La ter­cera razón, más de fon­do, puede encon­trarse en la propia deri­va del Par­tido Repub­li­cano durante estos últi­mos años. En este sen­ti­do, el colum­nista políti­co Michael Tomasky señala, en un artícu­lo pub­li­ca­do The New York Review of Books, que Trump es «la cul­mi­nación lóg­i­ca» del camino empren­di­do por los Repub­li­canos des­de la pres­i­den­cia de Bill Clin­ton, en dos aspec­tos: un incre­men­to del resen­timien­to cul­tur­al y racial entre la población blan­ca con­ser­vado­ra de may­or edad, ante el empu­je lib­er­al exper­i­men­ta­do por el país (mat­ri­mo­nio homo­sex­u­al, may­or «cor­rec­ción políti­ca», más peso de los inmi­grantes, etc); y un debate políti­co basa­do cada vez más en la con­frontación, donde se dis­cuten los prob­le­mas domés­ti­cos con una com­bi­nación de agre­sivi­dad, espec­tácu­lo y descal­i­fi­ca­ciones, des­de los pre­sen­ta­dores radiofóni­cos más con­ser­vadores has­ta las ter­tu­lias en la cade­na Fox o los foros y las redes sociales en Inter­net. Según esta tesis, el ter­reno para Don­ald Trump, el per­fec­to hom­bre-espec­tácu­lo, esta­ba per­fec­ta­mente abonado.

¿Tiene entonces opciones reales Don­ald Trump de lle­gar has­ta la Casa Blan­ca? Según la may­oría de los anal­is­tas, no. Inclu­so si ganase las pri­marias repub­li­canas, algo que cada vez más peri­odis­tas y politól­o­gos empiezan a ver como posi­ble, la may­or parte de los exper­tos coin­ci­den en que sus posi­bil­i­dades de alcan­zar la pres­i­den­cia serían muy escasas.

Otra cosa, sin embar­go, es la huel­la que su car­rera elec­toral acabe dejan­do en sus rivales, y cómo afecte ésta al Par­tido Repub­li­cano en gen­er­al y a sus bases, no solo en estas elec­ciones, sino en los próx­i­mos años. ¿Has­ta dónde puede lle­gar? Hay que ten­er en cuen­ta que, en Esta­dos Unidos, un fac­tor deter­mi­nante en la duración y el éxi­to de cualquier cam­paña políti­ca es el dinero. Para muchos can­didatos, la obten­ción de fon­dos sufi­cientes deter­mi­na su super­viven­cia. Trump tiene fon­dos ilim­i­ta­dos sin necesi­dad de mover ni un dedo.

Sus frases más polémicas

  • «Méx­i­co no es nue­stro ami­go. Cuan­do Méx­i­co envía su gente, no envían a los mejores. Envían gente con muchos prob­le­mas. Traen dro­gas, crimen, son vio­ladores, y, supon­go, algunos son bue­nas personas».
  • «Yo con­stru­iría un gran muro en la fron­tera sur, y haría que Méx­i­co lo pagase […]. Nue­stros líderes, nue­stros políti­cos, son estúpi­dos. Ten­emos que con­stru­ir un muro lo antes posi­ble. Y no me molestaría en pon­er­le una gran y boni­ta puerta».
  • «Es un héroe de guer­ra porque fue cap­tura­do. A mí me gus­ta la gente que no ha sido cap­tura­da» (sobre el excan­dida­to repub­li­cano a la pres­i­den­cia John McCain).
  • «Podías ver cómo le salía san­gre de sus ojos. Le salía san­gre de su… de donde sea» (sobre la úni­ca mod­er­ado­ra femeni­na del debate inau­gur­al de la cam­paña, Meg­yn Kelly).
  • «Me gus­ta Jeb [Bush]. Es un buen hom­bre. Pero debería dar ejem­p­lo hablan­do inglés mien­tras está en Esta­dos Unidos».
  • «Hilary Clin­ton fue la peor Sec­re­taria de Esta­do de la his­to­ria de Esta­dos Unidos. Nun­ca ha habido uno tan malo como ella. El mun­do explotó a nue­stro alrede­dor. Perdi­mos todo, incluyen­do todas las rela­ciones. No hubo ni una cosa bue­na de esa admin­is­tración, ni de ella sien­do Sec­re­taria de Esta­do. Fue la peor Sec­re­taria de Esta­do en la his­to­ria de nues­tra nación. ¿Por qué habría de ser bue­na pres­i­den­ta? Creo que sería una pres­i­den­ta horrible».
  • «A Hillary Clin­ton le dije: ‘Ven a mi boda’, y vino a mi boda. No tenía elec­ción porque hice una donación a su fundación».
  • «La gente tiene tra­ba­jo porque Chi­na tiene nue­stros tra­ba­jos, y Méx­i­co tiene nue­stros tra­ba­jos. ¿Cuán­do fue la últi­ma vez que alguien nos vio ganar a Chi­na en un trata­do com­er­cial? Nos asesinan. Yo gano a Chi­na a cada rato. Voy a recu­per­ar nue­stros tra­ba­jos de Chi­na, de Méx­i­co, de Japón, de tan­tos sitios. Voy a devolver nue­stros tra­ba­jos y voy a devolver nue­stro dinero. Chi­na se ha hecho rica con nosotros. Chi­na se ha recu­per­a­do con el dinero y los empleos que ha absorbido de Esta­dos Unidos».
  • «Es idio­ta. No parece un tipo muy bril­lante. Prob­a­ble­mente no sea más bril­lante que Rick Per­ry [exgob­er­nador de Texas y aspi­rante repub­li­cano a la Casa Blan­ca]. Puede que has­ta Per­ry sea más inteligente» (sobre el senador por Car­oli­na del Sur Lind­sey Gra­ham, tam­bién pre­can­dida­to repub­li­cano, antes de rev­e­lar el número pri­va­do de telé­fono de este último).
  • «No los conoz­co» (sobre Nas­ral­lah, líder de Hizbulá; Al Zawahiri, líder de Al Qae­da; y Al  Bagh­da­di, líder de Esta­do Islámico).

Trump, en síntesis

  • Don­ald John Trump, fun­dador y propi­etario del grupo inmo­bil­iario Trumps Hotels and Casi­no, nació en 1946 en Nue­va York (EEUU), descen­di­ente de una famil­ia de emi­grantes suecos.
  • En 1968 se licen­ció en Economía Financiera por la Uni­ver­si­dad de Pensilvania .
  • Comen­zó tra­ba­jan­do en el nego­cio inmo­bil­iario de su padre, con­struc­tor de vivien­das en bar­rios de clase media de Nue­va York.
  • A los 28 años tomó el rele­vo de la empre­sa famil­iar y pasó a trans­for­marse en un líder inmo­bil­iario con la adquisi­ción de edi­fi­cios como el Hotel Com­modore en Man­hat­tan. Pos­te­ri­or­mente se aden­tró en el sec­tor de los casi­nos y el mun­do del transporte.
  • El impe­rio Trump se comen­zó a ges­tar a par­tir de 1982 con la con­struc­ción de la Trump Tow­er en la Quin­ta Aveni­da y la aper­tu­ra del primer casi­no en Atlantic City (New Jer­sey), el Trump Plaza. Es propi­etario tam­bién de otros dos casi­nos, el Taj Mahal y el Trump Cas­tle, de la aerolínea Trump Shut­tle y del com­ple­jo turís­ti­co de Mia­mi Doral Golf Resort & Spa.
  • A comien­zos de la déca­da de los noven­ta tuvo que remon­tar una deu­da de 2.000 mil­lones de dólares y recom­pon­er su impe­rio inmo­bil­iario gra­cias a sus casi­nos. Tras su primera sus­pen­sión de pagos, perdió los emblemáti­cos hote­les Gran Hyatt y el Plaza.
  • Actual­mente es pro­duc­tor de los con­cur­sos de belleza Miss Uni­ver­so y Miss Améri­ca, y tiene su pro­pio pro­gra­ma de tele­visión, El aprendiz.
  • Un edi­fi­cio de la ciu­dad core­ana de Seúl y una mar­ca de vod­ka esta­dounidense se denom­i­nan «Trump».
  • En 2015 ocu­pa­ba el puesto 405 entre los mul­ti­mil­lonar­ios de la revista Forbes, con una for­tu­na per­son­al esti­ma­da en unos 4.100 mil­lones de dólares.
  • Ha pub­li­ca­do libros como Trump o el arte de vender, Trump: Sobre­vivien­do en la cúspi­de, Trump: Cómo hac­erse rico y El arte del regreso.
  • Está casa­do con la mod­e­lo eslove­na Mela­nia Knauss des­de 2005, con la que tiene un hijo. S divor­ció en 1990 de la deportista Ivan­na Winkerl­mayr, con la que tuvo tres hijos, y en 1997 de la actriz Mar­la Maples, con la que tuvo una hija.

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