Bares sin humo y bodas gays

Miguel Máiquez, 3/7/2015

Hace quince años, alguien que hubiese queri­do casarse con una per­sona de su mis­mo sexo no habría podi­do hac­er­lo, legal­mente, en ningún lugar del mun­do, pero sí habría podi­do encen­der­se un pit­il­lo mien­tras dis­cutía sobre los dere­chos de los homo­sex­u­ales (o de los no fumadores) en prác­ti­ca­mente cualquier bar del plan­e­ta, o inclu­so en su lugar de tra­ba­jo. A menos, claro, que el cig­a­r­ril­lo fuese de mar­i­hua­na, en cuyo caso habría tenido que fumárse­lo en su casa (y en algunos país­es, ni eso) o coger un avión, via­jar has­ta Holan­da y vis­i­tar algu­na de sus famosas cof­fee shops.

El via­je has­ta Ams­ter­dam, de todos mod­os, habría sido bas­tante menos molesto que aho­ra. Nadie le habría impe­di­do lle­var con­si­go en el avión una botel­la de agua, ni habría tenido que plan­tar sus huel­las dig­i­tales en un dis­pos­i­ti­vo elec­tróni­co como si le acabasen de deten­er. Tam­poco le habrían oblig­a­do a cam­i­nar descal­zo mien­tras lucha­ba por suje­tarse los pan­talones tras quitarse el cin­turón. Y al volver a casa no habría tenido may­or prob­le­ma en encen­der el orde­nador y rela­jarse escuchan­do los últi­mos éxi­tos de Celine Dion, San­tana, Brit­ney Spears, Eminem, los Back­street Boys, Madon­na o Radio­head (todos ellos números uno el año 2000), después de bajárse­los de Inter­net a través de Nap­ster, tal vez con algún reparo moral, pero sin ningún miedo legal.

La evolu­ción de una sociedad bien puede medirse por lo que sus leyes van per­mi­tien­do o pro­hi­bi­en­do a lo largo del tiem­po, en aque­l­las cues­tiones que los gob­ier­nos con­sid­er­an nece­sario, o se ven oblig­a­dos a, reg­u­lar. La salud, la famil­ia, la pri­vaci­dad, la seguri­dad, la cul­tura… Son pocas las fac­etas de la vida que escapan, para bien o para mal, al con­trol de los Esta­dos, pero tam­bién son pocas las que per­manecen inmuta­bles. Y quince años dan para mucho.

Has­ta 18 país­es recono­cen hoy en día como legal el mat­ri­mo­nio entre homo­sex­u­ales; unos 70 tienen leyes antitaba­co y en la may­oría de ellos se pro­híbe fumar en lugares públi­cos; la mar­i­hua­na es legal en Uruguay, está descrim­i­nal­iza­da en Por­tu­gal y su con­sumo se autor­iza en cada vez más Esta­dos de EE UU, mien­tras crece la tol­er­an­cia legal hacia su uso ter­apéu­ti­co; y bajarse músi­ca (o pelícu­las) de Inter­net, aunque sea com­par­tien­do archivos con otros usuar­ios, está persegui­do por la ley en muchos país­es, con penas que pueden supon­er grandes mul­tas, aunque rara vez se apliquen o resul­ten poco efectivas.

La pro­gre­si­va implantación del mat­ri­mo­nio legal entre per­sonas del mis­mo sexo, a menudo tras apa­sion­a­dos debates y todavía con una fuerte oposi­ción de los sec­tores más con­ser­vadores, ha sido, sin duda, uno de los cam­bios sociales más desta­ca­dos de estos últi­mos quince años, al menos en Occi­dente. El pasa­do 23 de mayo, Irlan­da se con­vir­tió en el primer país del mun­do en apro­bar­lo medi­ante un refer­én­dum, y el 26 de junio fue recono­ci­do como un dere­cho en todo Esta­dos Unidos tras una históri­ca decisión del Tri­bunal Supre­mo, que cul­mina­ba décadas de lucha. El mat­ri­mo­nio entre homo­sex­u­ales era ya legal en 37 Esta­dos de este país y el pro­pio pres­i­dente Oba­ma se había declar­a­do a favor de que las per­sonas del mis­mo sexo puedan casarse.

En bue­na parte del resto del mun­do, sin embar­go, la homo­sex­u­al­i­dad sigue sien­do el gran tabú: al menos 76 país­es tienen aún leyes que la crim­i­nal­izan, en 39 puede supon­er la cár­cel, y en siete se cas­ti­ga con la pena de muerte. La homo­fo­bia ha exper­i­men­ta­do, además, un aumen­to pre­ocu­pante en lugares como Rusia, donde el Gob­ier­no de Vladimir Putin aprobó recien­te­mente leyes que pro­híben la «pro­pa­gan­da homo­sex­u­al» y la adop­ción de niños rusos por parte de homo­sex­u­ales extranjeros.

España fue el cuar­to país del mun­do en reg­u­lar los mat­ri­mo­nios homo­sex­u­ales, dos días después que Canadá. Impul­sa­da por el entonces Gob­ier­no social­ista, la ley españo­la fue aproba­da por el Con­gre­so de los Diputa­dos en junio de 2005 con 187 votos a favor, 147 en con­tra (PP y Unió) y cua­tro abs­ten­ciones (CiU).

Pero entre los cam­bios pro­duci­dos en estos últi­mos años pocos hay que hayan sus­ci­ta­do más debates a pie de calle, y tam­bién con­flic­tos de intere­ses, que la pro­hibi­ción de fumar en lugares públi­cos, prác­ti­ca­mente inex­is­tente hace ape­nas dos décadas, y hoy en día un hecho en medio mun­do. Series de tele­visión como Mad Men nos recuer­dan aho­ra cómo en los años sesen­ta se fum­a­ba impune­mente en todas partes, pero la real­i­dad de hace tan solo quince años (en EE UU, en España, y en casi cualquier otro país) no era, para mor­ti­fi­cación de los no fumadores, tan distinta.

En el año 2000 solo algu­nas ciu­dades, muchas de ellas, pre­cisa­mente, en EE UU, habían comen­za­do a pro­hibir fumar en deter­mi­na­dos lugares, una ten­den­cia que no comen­zó has­ta los años noven­ta. Des­de entonces, sin embar­go, cada vez más país­es han ido aproban­do leyes antitaba­co y dester­ran­do los cig­a­r­ril­los no solo de los hos­pi­tales, las escue­las o el trans­porte, sino tam­bién de bares, restau­rantes, locales de ocio y cen­tros de tra­ba­jo. Lo que has­ta hace no tan­to parecía impens­able (un pub irlandés sin humo, una redac­ción sin ceniceros) es percibido ya como algo del pasa­do, aunque aún sean muchos los fumadores que siguen recla­man­do una may­or tol­er­an­cia mien­tras no se per­judique a ter­ceros. Y la tran­si­ción que supu­so la exis­ten­cia de zonas de fumadores en estos espa­cios tam­bién ha ido restringién­dose poco a poco. En la gran may­oría de los aerop­uer­tos, por ejem­p­lo, ya no es posi­ble encontrarlas.

En España, la nue­va ley antitaba­co, aproba­da en 2010, extendió la pro­hibi­ción de fumar a cualquier tipo de espa­cio de uso colec­ti­vo o local abier­to al públi­co que no esté al aire libre, y tam­bién a cier­tos lugares abier­tos, como los de cen­tros educa­tivos (excep­to uni­ver­si­tar­ios) y san­i­tar­ios, y las zonas aco­tadas en los par­ques infan­tiles. España se con­vir­tió así en unos de los primeros país­es en pro­hibir fumar en algunos lugares al aire libre, restric­ción que solo existía en algunos esta­dos de EE UU y Japón, además de en Bután, dónde está pro­hibido fumar en toda la nación des­de 2004.

La pro­hibi­ción de fumar no es, en cualquier caso, la úni­ca novedad en los aerop­uer­tos. Los aten­ta­dos del 11‑S, cometi­dos por islamis­tas rad­i­cales a bor­do de aviones com­er­ciales en los que habían logra­do intro­ducirse con rel­a­ti­va facil­i­dad, cam­biaron rad­i­cal­mente los planteamien­tos vigentes has­ta entonces en la seguri­dad de los vue­los, un cam­bio que comen­zó en EE UU, pero que ha ido implan­tán­dose poco a poco en los aerop­uer­tos de todo el mun­do. Las largas colas para pasar estric­tos con­troles de seguri­dad, con escáneres y has­ta cacheos, son el pan nue­stro de cada día para mil­lones de via­jeros, y la lista de obje­tos que ya no es posi­ble lle­var en el avión se ha ampli­a­do des­de las evi­dentes armas de fuego a obje­tos pun­zantes, aerosoles y envas­es con líqui­dos, cre­mas o geles de más de 100 milil­itros de capaci­dad. Todo ello sin con­tar la pér­di­da de dere­chos y de pri­vaci­dad que a menudo supone ten­er que respon­der a pre­gun­tas de carác­ter per­son­al, o el hecho de que la nacional­i­dad (o inclu­so la raza) de algunos pasajeros les con­vier­ta a veces en poten­ciales sospechosos.

Los aerop­uer­tos españoles rela­jaron en 2014 las restric­ciones en el trans­porte de líqui­dos, de acuer­do a la nue­va nor­ma­ti­va de la UE, y ya no son req­ui­sa­dos los aerosoles, bebidas y geles com­pra­dos en aerop­uer­tos de ter­ceros país­es, que aho­ra solo son escanea­d­os. Además, los líqui­dos que hayan sido adquiri­dos en tien­das libres de impuestos en aerop­uer­tos de fuera de la UE, o a bor­do del avión, pueden ser lle­va­dos en el vue­lo de conex­ión siem­pre que los pro­duc­tos sigan empa­que­ta­dos en una bol­sa de seguri­dad. Has­ta aho­ra, si, por ejem­p­lo, si un pasajero adquiría una botel­la de whisky en Hong Kong y via­ja­ba a Madrid hacien­do escala en Helsin­ki, por regla gen­er­al el líqui­do le era req­ui­sa­do en los con­troles de seguri­dad de la cap­i­tal española.

De Napster a la ley Sinde

En el año 2000, Nap­ster se con­vir­tió en la primera gran red de inter­cam­bio de archivos de músi­ca en Inter­net, al per­mi­tir a los usuar­ios (has­ta 26,4 mil­lones) com­par­tir sus colec­ciones de for­ma sen­cil­la y sin inter­me­di­ar­ios. Pron­to comen­zaron las protes­tas de las insti­tu­ciones de pro­tec­ción de dere­chos de autor y de las discográ­fi­cas, y final­mente un juez ordenó el cierre del ser­vi­cio. Los usuar­ios emi­graron a otras platafor­mas, pero des­de entonces las autori­dades y el sec­tor han ido estrechan­do el cer­co. La may­oría recurre aho­ra a archivos tor­rent para descar­garse músi­ca, al tiem­po que han ido implan­tán­dose ser­vi­cios legales en stream­ing como Spo­ti­fy o Deez­er. En España, el Gob­ier­no aprobó en 2013 la lla­ma­da ‘ley Sinde’, una polémi­ca nor­ma que per­mite blo­quear webs que infrin­jan los dere­chos de autor.


* Datos ante­ri­ores a la sen­ten­cia del Tri­bunal Supre­mo de EE UU que declaró legal el mat­ri­mo­nio entre homo­sex­u­ales en todo el país, el 26 de junio de 2015.


Pub­li­ca­do en el Espe­cial 15 aniver­sario de 20Minutos «Así éramos, así somos»
Ver tam­bién: Un plan­e­ta en cri­sis, La guer­ra que no cesa

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