Gracias, pero no: la lista de rechazos a grandes premios, cada vez más larga

Miguel Máiquez, 4/1/2015

Decía el siem­pre mor­daz Mark Twain que rec­haz­ar un pre­mio es otra man­era de acep­tar­lo, pero hacien­do más rui­do. Y es posi­ble que algo de eso haya en las razones que han lle­va­do a muchos pre­mi­a­dos a negarse a ser recono­ci­dos ofi­cial­mente. No parece ser el caso, sin embar­go, de los cada vez más int­elec­tuales y artis­tas que están rec­hazan­do últi­ma­mente las más altas dis­tin­ciones, con un denom­i­nador común: su oposi­ción a las políti­cas que real­izan los gob­ier­nos que les con­dec­o­ran. Con car­reras con­sagradas o éxi­to más que con­segui­do, no es pre­cisa­mente rui­do lo que nece­si­tan. El rec­ha­zo al pre­mio es, más bien, un posi­cionamien­to éti­co o una for­ma públi­ca de protesta.

El últi­mo en sumarse a la lista ha sido el econ­o­mista Thomas Piket­ty, autor del ‘best sell­er’ inter­na­cional El cap­i­tal­is­mo en el siglo XXI, un libro que ha ven­di­do más de un mil­lón de ejem­plares solo en España, y en el que este econ­o­mista, exper­to en desigual­dad y dis­tribu­ción de la renta, sostiene, entre otras cosas, que «el cap­i­tal­is­mo gen­era automáti­ca­mente desigual­dades arbi­trarias e insostenibles que dañan rad­i­cal­mente los val­ores mer­i­tocráti­cos sobre los que se asien­tan las sociedades democráticas».

Piket­ty, que había sido prop­uesto para recibir la Legión de Hon­or, man­i­festó este jueves su rec­ha­zo al pre­mio más impor­tante de Fran­cia, y aprovechó para criticar la políti­ca del Gob­ier­no social­ista de François Hol­lande.

El econ­o­mista francés seguía así los pasos de otros ilus­tres per­son­ajes que se negaron a ser con­dec­o­ra­dos en su país (Jean-Paul Sartre, Albert Camus, Claude Mon­et, Marie Curie…), y tam­bién el ejem­p­lo de var­ios pre­mi­a­dos a este lado de los Piri­neos que, en desacuer­do asimis­mo con el Gob­ier­no, han rec­haz­a­do recien­te­mente los más altos galar­dones con­ce­di­dos en España en sus respec­ti­vas dis­ci­plinas (la fotó­grafa Col­i­ta, el músi­co Jor­di Savall, el escritor Javier Marías, el dibu­jante Juan Lopez, Jan…).

Una lista de son­ados rec­ha­zos en la his­to­ria de los grandes pre­mios, y de las razones que los causaron:

Legión de Honor

La Legión de Hon­or, estable­ci­da por Napoleón y otor­ga­da por primera vez en 1804, es la más cono­ci­da e impor­tante de las dis­tin­ciones france­sas. La orden se con­cede a hom­bres y mujeres, ya sean france­ses o extran­jeros, por méri­tos extra­or­di­nar­ios real­iza­dos den­tro del ámbito civ­il o mil­i­tar. Para poder recibir la con­dec­o­ración es nece­sario que un min­istro pre­sente al can­dida­to al lla­ma­do Con­se­jo de la Orden, y que el Con­se­jo apruebe la prop­ues­ta ministerial.

Al rec­haz­ar su des­i­gnación para ser con­dec­o­ra­do con la Legión de Hon­or de este año, el econ­o­mista Thomas Piket­ty declaró: «Acabo de enter­arme de que me habían prop­uesto para la Legión de Hon­or. Rec­ha­zo esta des­i­gnación porque no creo que sea el papel del Gob­ier­no decidir quién es hon­or­able. Val­dría más que se con­sagrara a la recu­peración del crec­imien­to en Fran­cia y en Europa». «Nadie me avisó de esta nom­i­nación. Les habría dis­ua­di­do de hac­er­lo», agregó.

Piket­ty, que fue una figu­ra muy próx­i­ma al Par­tido Social­ista, crit­i­ca con fre­cuen­cia la políti­ca del actu­al pres­i­dente francés, el social­ista François Hol­lande, a quien reprocha que haya enter­ra­do su prome­sa elec­toral de empren­der una pro­fun­da refor­ma fis­cal, con una may­or pro­gre­sivi­dad de los impuestos, una de las ideas que defiende el economista.

Entre los que, como Piket­ty, han rec­haz­a­do la Legión se encuen­tran fig­uras tan rel­e­vantes como los filó­so­fos y escritores Jean-Paul Sartre («Un escritor debe negarse a ser trans­for­ma­do en una insti­tu­ción, inclu­so si esto se hace del modo más hon­or­able, como es el caso», argu­men­tó), Simone de Beau­voir, George Sand, Albert Camus, Louis Aragon («Está muy bien rec­haz­ar la Legión, pero mejor aún es no mere­cer­la», le dijo después Jacques Prévert al poeta sur­re­al­ista) y Juan Goyti­so­lo («Todos los mil­itares france­ses que tenían la Legión de Hon­or la habían logra­do matan­do, ese no era mi hon­or. Ese tipo de cosas me hor­ror­izan», dijo en una entre­vista el escritor español, últi­mo –y rea­cio– Pre­mio Cer­vantes).

Tam­bién rec­haz­aron la dis­tin­ción los pin­tores Gus­tave Courbet («Ten­go cin­cuen­ta años y siem­pre he vivi­do libre. Per­mí­tan­me ter­mi­nar mi exis­ten­cia libre, y que puedan decir de mí cuan­do muera que nun­ca pertenecí a ningu­na escuela, a ningu­na igle­sia, a ningu­na insti­tu­ción, a ningu­na acad­e­mia, y espe­cial­mente, a ningún rég­i­men sal­vo el de la lib­er­tad») y Claude Mon­et; los com­pos­i­tores Hec­tor Berlioz («No me impor­ta nada vues­tra Cruz, ¡dadme mi dinero!») y Mau­rice Rav­el; las actri­ces Cather­ine Deneuve (acabó acep­tan­do la con­dec­o­ración pos­te­ri­or­mente) y Brigitte Bar­dot («Mi Legión de Hon­or es para los ani­males que sufren»); los cien­tí­fi­cos Pierre Curie («No veo la necesi­dad») y Marie Curie; el dibu­jante Jacques Tar­di («Pre­fiero seguir sien­do un hom­bre libre, y no el rehén de ningún poder»); o el can­tante Georges Brassens («[La Legión] es la insignia fatal que no perdona»).

Premio Nacional de Música

Los Pre­mios Nacionales de Músi­ca de España son parte de los Pre­mios Nacionales que con­cede cada año el Min­is­te­rio de Cul­tura, a través del Insti­tu­to de las Artes Escéni­cas y de la Músi­ca, en las modal­i­dades de inter­pretación y com­posi­ción. Se otor­gan en rec­om­pen­sa y reconocimien­to de la mer­i­to­ria labor de los galar­don­a­dos en el ámbito de la músi­ca, pues­ta de man­i­fiesto pref­er­ente­mente a través de una obra o actuación hecha públi­ca o rep­re­sen­ta­da durante el año ante­ri­or a la concesión.

Para la con­ce­sión de estos pre­mios se tiene en cuen­ta «la cal­i­dad de las obras o activi­dades rec­om­pen­sadas, y su sig­nifi­cación como aportación sobre­saliente e inno­vado­ra a la vida musi­cal españo­la». Los galar­don­a­dos en 2014 fueron María de Alvear en la cat­e­goría de com­posi­ción, y el vio­lagam­bista, com­pos­i­tor, direc­tor y espe­cial­ista en músi­ca antigua Jor­di Savall, en la de inter­pretación. Savall rec­hazó el pre­mio y los 30.000 euros de dotación.

El musicól­o­go catalán agrade­ció «pro­fun­da­mente» el reconocimien­to, pero señaló que renun­cia­ba al mis­mo «con pro­fun­da tris­teza» y «esperan­do que este sac­ri­fi­cio sea com­pren­di­do como un acto revul­si­vo en defen­sa de la dig­nidad de los artis­tas y pue­da, quizás, servir de reflex­ión para imag­i­nar y con­stru­ir un futuro más esper­an­zador para nue­stros jóvenes».

Savall explicó que no acept­a­ba esta dis­tin­ción para «no traicionar» sus «prin­ci­p­ios y con­vic­ciones más pro­fun­das», al ser un pre­mio que «pro­cede de la prin­ci­pal insti­tu­ción del Esta­do español respon­s­able del dramáti­co desin­terés y de la grave incom­pe­ten­cia en la defen­sa y pro­mo­ción del arte y de sus creadores». En este sen­ti­do, añadió que con­sid­era «insu­fi­cientes los esfuer­zos y las inver­siones que des­de el Gob­ier­no se con­cede a las artes y la cul­tura en gen­er­al». «La igno­ran­cia y la amne­sia son el fin de toda civ­i­lización, ya que sin edu­cación no hay arte y sin memo­ria no hay jus­ti­cia», dijo.

Premio Nacional de Fotografía

El Pre­mio Nacional de Fotografía, otor­ga­do tam­bién por el Min­is­te­rio de Cul­tura, supone el reconocimien­to de la obra de un fotó­grafo español que con su creación artís­ti­ca haya «con­tribui­do al enriquec­imien­to del pat­ri­mo­nio cul­tur­al de España». Está dota­do asimis­mo con 30.000 euros, y fue crea­do en 1994. Has­ta entonces, el reconocimien­to a los artis­tas de la fotografía esta­ba inclu­i­do en el Pre­mio Nacional de Artes Plás­ti­cas, que en diver­sas edi­ciones ya había pre­mi­a­do a fotó­grafos, como Francesc Catalá Roca en 1983 y Agustí Cen­telles en 1984.

La galar­don­a­da en 2014 fue la fotó­grafa cata­lana Isabel Ste­va Hernán­dez, cono­ci­da artís­ti­ca­mente como Col­i­ta, quien, al igual que había hecho antes Jor­di Savall, rec­hazó el pre­mio: «De momen­to, sr. Wert, no me apetece salir con vd. en la foto», indicó la pre­mi­a­da, en una car­ta dirigi­da al al min­istro de Cul­tura y Edu­cación, José Igna­cio Wert.

En su car­ta, Col­i­ta señal­a­ba que igno­ra «dónde reside este min­is­te­rio, e inclu­so si existe como tal. En cualquier caso, yo no lo conoz­co», refir­ién­dose al Min­is­te­rio de Cul­tura y Edu­cación, insti­tu­ción que, afirma­ba, se encuen­tra en una situación de «pena, vergüen­za y dolor de corazón».

Col­i­ta agrade­ció el galardón al jura­do, pero jus­ti­ficó su decisión «pre­cisa­mente» en uno de los val­ores que se le habían recono­ci­do: «el com­pro­miso con su época». «Habrá que esper­ar, con ilusión, otros tiem­pos, otras gentes, otros gob­ier­nos que nos devuel­van a nosotros el orgul­lo y a ellos el hon­or», escribió.

Premio Nacional de Narrativa

El Pre­mio Nacional de Lit­er­atu­ra en la modal­i­dad de Nar­ra­ti­va es un pre­mio lit­er­ario que otor­ga asimis­mo, y tam­bién anual­mente, el Min­is­te­rio de Cul­tura. En él se reconoce la mejor obra en la modal­i­dad de nar­ra­ti­va escri­ta por un autor español, en cualquiera de los idiomas españoles, y entre todas las obras de este género pub­li­cadas en España en el año ante­ri­or. Está dota­do con 20.000 euros.

En 2012, el escritor y académi­co Javier Marías, pre­mi­a­do por su nov­ela Los enam­oramien­tos, rec­hazó el pre­mio al no quer­er acep­tar «galar­dones de carác­ter ofi­cial o insti­tu­cional otor­ga­dos por el Esta­do», una pos­tu­ra que ya había expre­sa­do con anterioridad.

Marías man­i­festó que haber acep­ta­do el pre­mio habría sido «una sin­ver­gonzon­ería», y explicó que la razón prin­ci­pal del rec­ha­zo fue su vol­un­tad de «no quer­er ser eti­que­ta­do como autor favore­ci­do por este o aquel Gob­ier­no», ni ser «involu­cra­do en jue­gos políti­cos, al mar­gen del par­tido que esté en el poder». Tam­bién influyó en su decisión, según dijo, el hecho de que muchos autores a los que con­sid­era mae­stros suyos, entre ellos su padre, Julián Marías, y Juan Benet, Juan Gar­cía Hort­e­lano o Eduar­do Men­doza, jamás hubiesen recibido un Pre­mio Nacional.

Premio Nacional de Artes Plásticas

Otro de los pre­mios que con­cede cada año el Min­is­te­rio de Cul­tura es el Pre­mio Nacional de Artes Plás­ti­cas, inte­gra­do en el aparta­do de Pre­mios Nacionales de Cul­tura a las Bel­las Artes. El galardón fue crea­do en el año 1980, con el fin de recono­cer la labor mer­i­to­ria de los artis­tas plás­ti­cos con­tem­porá­neos. Con el mis­mo se reconoce la obra o actuación pub­li­ca­da en el año ante­ri­or a su con­ce­sión que haya con­tribui­do de un modo más sig­ni­fica­ti­vo al enriquec­imien­to del pat­ri­mo­nio cul­tur­al de España. Está dota­do con 30.000 euros.

Los can­didatos al galardón se pre­sen­tan a través de los miem­bros del jura­do o de las enti­dades rela­cionadas con las activi­dades artís­ti­cas o cul­tur­ales obje­to del pre­mio, medi­ante prop­ues­tas dirigi­das al min­istro de Cul­tura, o a los pro­pios jura­dos, una vez constituidos.

En noviem­bre de 2010 el escul­tor San­ti­a­go Sier­ra rec­hazó el pre­mio. En una car­ta dirigi­da a la entonces min­is­tra de Cul­tura, Ánge­les González Sinde, Sier­ra afir­mó que el arte le había otor­ga­do una lib­er­tad a la que no esta­ba dis­puesto a renun­ciar, y pre­cisó que este pre­mio instru­men­tal­iz­a­ba en ben­efi­cio del Esta­do el pres­ti­gio del galar­don­a­do. «Los mis­mos» que le habían con­dec­o­ra­do, añadió, «piden a gri­tos legit­i­mación ante un desaca­to sobre el manda­to de tra­ba­jar por el bien común sin impor­tar qué par­tido ocupe el puesto, y par­tic­i­pan en guer­ras dementes alin­ea­d­os con un impe­rio criminal».

«El esta­do –dijo Sier­ra– dona ale­gre­mente el dinero común a la ban­ca y desmon­ta el esta­do de bien­es­tar en ben­efi­cio de una minoría inter­na­cional y local. El esta­do no somos todos. El esta­do son ust­edes y sus ami­gos. Por lo tan­to, no me cuenten entre ellos, pues yo soy un artista serio». El Min­is­te­rio le había pre­mi­a­do, pre­cisa­mente, por «su obra críti­ca, que reflex­iona sobre la explotación y la exclusión de las per­sonas y gen­era un debate sobre las estruc­turas de poder».

Medalla al Mérito en las Bellas Artes

La Medal­la de Oro al Méri­to en las Bel­las Artes es una medal­la que con­cede el Min­is­te­rio de Cul­tura a aque­l­las per­sonas o insti­tu­ciones que destaquen en los cam­pos lit­er­ario, dramáti­co, musi­cal, core­ográ­fi­co, de inter­pretación, etc. Dis­tingue asimis­mo a quienes hayan presta­do noto­rios ser­vi­cios en el fomen­to, desar­rol­lo o difusión del arte y la cul­tura, o en la con­ser­vación del pat­ri­mo­nio artís­ti­co. El galardón se incluye entre los pre­mios y medal­las de Artes Escéni­cas y Músi­ca otor­ga­dos cada año por el Ministerio.

En 2012, el min­is­te­rio que dirige José Igna­cio Wert con­cedió la Medal­la al his­to­ri­etista Juan López, más cono­ci­do como Jan, quien renun­ció a la con­dec­o­ración. El creador de per­son­ajes tan pop­u­lares como Super­lópez o Pul­gar­ci­to señaló que en ningún momen­to se le había comu­ni­ca­do ofi­cial­mente la obten­ción de la Medal­la, y explicó que renun­cia­ba al reconocimien­to por cues­tiones éticas.

«Ante las cir­cun­stan­cias sociales y políti­cas actuales no puedo, por éti­ca per­son­al, acep­tar la Medal­la de Oro al Méri­to en las Bel­las Artes, que, según he sabido por la pren­sa, me con­cede el Min­is­te­rio de Cul­tura de España», dijo, aña­di­en­do que «siem­pre he inten­ta­do sen­tirme bien con­mi­go mis­mo y sé que para con­seguir­lo he de actu­ar lo más ceñi­do posi­ble a mis convicciones».

Premio Nacional de Diseño

Crea­d­os en 1987 para pre­mi­ar a dis­eñadores desta­ca­dos y empre­sas inno­vado­ras, los Pre­mios Nacionales de Inno­vación y Dis­eño no tuvieron en un prin­ci­pio dotación económi­ca. Hace tres años, sin embar­go, se equipararon al resto de Pre­mios Nacionales, y actual­mente están dota­dos con 30.000 euros. Los con­cede el Min­is­te­rio de Economía y Com­pet­i­tivi­dad (ante­ri­or­mente, el de Cien­cia y Tecnología).

En 2001, el dis­eñador grá­fi­co madrileño Daniel Gil, autor de miles de cubier­tas de libros de Alian­za Edi­to­r­i­al, rec­hazó la dis­tin­ción extra­or­di­nar­ia que se le había otor­ga­do con moti­vo del déci­mo aniver­sario de estos pre­mios. «No es fácil renun­ciar a un pre­mio, y menos al máx­i­mo galardón al que puede aspi­rar un pro­fe­sion­al del dis­eño en España», dijo. «Pero esa men­ción hon­orí­fi­ca está crea­da, según dicen las bases, para dis­tin­guir a la gente que no reúne los req­ui­si­tos nece­sar­ios para optar al primer pre­mio. Recoger aho­ra esta men­ción, crea­da para aque­l­los que no reú­nen req­ui­si­tos sufi­cientes para ganar el pre­mio, sería para mí renun­ciar a la labor de tan­tos años por un pequeño pero ten­ta­dor momen­to de glo­ria», añadió.

Premio Nacional de Teatro

El Pre­mio Nacional de Teatro es un pre­mio de larga trayec­to­ria que otor­ga tam­bién anual­mente el Min­is­te­rio de Cul­tura. Fue crea­do en los años cin­cuen­ta y, en la actu­al­i­dad, es con­ce­di­do por el Insti­tu­to Nacional de las Artes Escéni­cas y la Músi­ca. Está des­ti­na­do a recono­cer y rec­om­pen­sar la labor de toda una car­rera pro­fe­sion­al, o a destacar nuevas aporta­ciones sobre­salientes en el cam­po del teatro.

En 1994, la com­pañía teatral Els Joglars, dirigi­da por Albert Boadel­la, rec­hazó el Pre­mio. Boadel­la explicó entonces que el grupo teatral se sen­tía paga­do sufi­cien­te­mente con el entu­si­as­mo del públi­co, un apoyo que siem­pre habían tenido en los momen­tos más com­pli­ca­dos, cuan­do nadie se atrevía a con­ced­er­les un pre­mio oficial.

«La ofi­cial­i­dad no estu­vo con nosotros en los momen­tos difí­ciles; aho­ra resul­ta que sí les ha con­venido, segu­ra­mente porque se han ago­ta­do todos los pre­mi­ables. Pero a nosotros aho­ra no nos con­viene… Es un prob­le­ma de estéti­ca», afir­mó Boadel­la. «Renun­ci­amos rotun­da­mente no solo al hon­or sino tam­bién al dinero [el pre­mio esta­ba dota­do con 2,5 mil­lones de pese­tas], que se lo den al señor Heras [Guiller­mo Heras, direc­tor entonces del Cen­tro Nacional de Nuevas Ten­den­cias Escéni­cas], que ha sido un fun­cionario obe­di­ente, nosotros no hemos sido obe­di­entes ni lo vamos a ser jamás», añadió.

En 2004, Boadel­la rec­hazó tam­bién la Cruz de Sant Jor­di, la máx­i­ma dis­tin­ción de la Gen­er­al­i­tat cata­lana. El direc­tor artís­ti­co de Els Joglars agrade­ció el gesto y dijo que con esta dis­tin­ción el Gob­ier­no catalán quería «com­pen­sar agravios ante­ri­ores», pero indicó que «todos los cata­lanes se la merecían más que yo».

Nobel y Oscar

Los dos pre­mios más famosos del mun­do, los pre­mios Nobel y los Oscar de Hol­ly­wood, tam­bién tienen en su his­to­ria a var­ios disidentes.

El Nobel ha sido rec­haz­a­do por tres pre­mi­a­dos: el escritor y filó­so­fo francés Jean-Paul Sartre (Nobel de Lit­er­atu­ra en 1964), el mil­i­tar y políti­co viet­na­mi­ta Le Duc Tho (Nobel de la Paz, jun­to con Hen­ry Kissinger, en 1973), y el escritor ruso Boris Paster­nak (Nobel de Lit­er­atu­ra en 1958).

En una car­ta a la Acad­e­mia Sue­ca, Sartre indicó que rec­haz­a­ba el pre­mio porque tenía por regla dec­li­nar todo reconocimien­to o dis­tin­ción, y porque «los lazos entre el hom­bre y la cul­tura deben desar­rol­larse direc­ta­mente, sin pasar por las insti­tu­ciones». Sartre pagó asimis­mo un anun­cio en el diaro francés Le Figaro en el que indi­ca­ba que no acept­a­ba el pre­mio porque no quería ser «insti­tu­cional­iza­do ni por el Oeste ni por el Este».

Por su parte, el rev­olu­cionario Le Duc Tho, uno de los prin­ci­pales nego­ci­adores de los acuer­dos alcan­za­dos con Esta­dos Unidos tras la Guer­ra de Viet­nam, en 1973, rec­hazó el pre­mio argu­men­tan­do que su país «todavía no esta­ba en paz».

El caso de Boris Paster­nak, por últi­mo, es más com­ple­jo: el autor de Doc­tor Zhiva­go envió una car­ta de agradec­imien­to a la Acad­e­mia Sue­ca, expli­can­do lo «agrade­ci­do» y «sor­pren­di­do» que se sen­tía por la dis­tin­ción. Días después, sin embar­go, envió otra car­ta, bajo una inten­sa pre­sión del gob­ier­no soviéti­co: «Con­sideran­do el sig­nifi­ca­do que este pre­mio ha toma­do en la sociedad a la que pertenez­co, debo rec­haz­ar este pre­mio inmere­ci­do que se me ha con­ce­di­do. Por favor, no lo tomen a mal».

En cuan­to al Oscar, el máx­i­mo reconocimien­to de la indus­tria cin­e­matográ­fi­ca esta­dounidense ha sido rec­haz­a­do, tam­bién, por tres per­sonas: el guion­ista Dud­ley Nichols (El dela­tor, 1936), y los actores George C. Scott (Pat­ton, 1971), y Mar­lon Bran­do (El Padri­no, 1973).

Nichols, que era entonces el pres­i­dente del Gremio de Guion­istas, rec­hazó el pre­mio por encon­trarse en ese momen­to en huel­ga este colec­ti­vo. Autor de más de 70 guiones a lo largo de toda su car­rera, su tra­ba­jo más desta­ca­do fue el que real­izó, jun­to con Hagar Wilde, para La fiera de mi niña (Bring­ing Up Baby, 1938), pro­tag­on­i­za­da por Katharine Hep­burn y Cary Grant.

George C. Scott, quien había afir­ma­do que «los Oscar se han con­ver­tido en un par­que de atrac­ciones inter­na­cional donde las car­reras de los actores viv­en o mueren en fun­ción de si ganan o no el pre­mio», pre­fir­ió pasar la noche de la cer­e­mo­nia «vien­do un par­tido de hock­ey en la tele­visión». El actor tam­bién había dicho que la entre­ga de los Oscar es «un des­file de carne y pura ostentación públi­ca, con tra­ma de sus­pen­so por razones económicas».

Bran­do, final­mente, envió a una activista siux, Sacheen Lit­tle­feath­er, a leer su dis­cur­so de renun­cia. En él, el míti­co actor argu­menta­ba que no acept­a­ba el Oscar debido al mal­tra­to que los indios norteam­er­i­canos recibían en el cine y la tele­visión de Esta­dos Unidos.

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