¿Camino de Marte? Las claves de un resucitado reto espacial

Miguel Máiquez, 7/12/2014

Las últi­mas sem­anas han sido espe­cial­mente inten­sas para la explo­ración espa­cial. El pasa­do 12 de noviem­bre, el módu­lo Phi­lae, de la Agen­cia Espa­cial Euro­pea (ESA), se con­vertía en el primer inge­nio humano en posarse en un cometa, tras sep­a­rarse de la son­da Roset­ta, lan­za­da hace una déca­da. Y este viernes, la NASA logró com­ple­tar con éxi­to el primer vue­lo de prue­ba de la cáp­su­la Orión, en lo que el pro­pio direc­tor de la agen­cia espa­cial esta­dounidense, Charles Bold­en, cal­i­ficó como «el prin­ci­pio de la era de Marte».

Con una for­ma sim­i­lar a la de las naves Apo­lo que nos lle­varon a la Luna, Orión tiene capaci­dad para trans­portar a cua­tro astro­nau­tas, y supone una impor­tante mate­ri­al­ización de la apues­ta más ambi­ciosa del ser humano has­ta aho­ra en su deseo, o necesi­dad, de explo­rar otros mun­dos; el primer paso para enviar una mis­ión trip­u­la­da al Plan­e­ta Rojo a par­tir del año 2030.

La cáp­su­la es tam­bién el sím­bo­lo de una nue­va era en la car­rera espa­cial de Esta­dos Unidos, país que, al reti­rar su flota de trans­bor­dadores en 2011, perdió la capaci­dad para realizar via­jes trip­u­la­dos en un vehícu­lo pro­pio y ha depen­di­do des­de entonces de las naves rusas Soyuz para enviar a sus astro­nau­tas a la Estación Espa­cial Inter­na­cional (EEI), con un cos­to de unos 70 mil­lones de dólares por viaje.

El lan­za­mien­to de Orión ha revi­tal­iza­do la ilusión por la explo­ración espa­cial y ha inyec­ta­do una gran dosis de opti­mis­mo entre quienes pien­san que nue­stro des­ti­no como especie pasa ine­ludi­ble­mente por lograr pon­er el pie en otros plan­e­tas. Pero el entu­si­as­mo no es unán­ime. Más allá de los que con­sid­er­an un despil­far­ro económi­co cualquier gas­to en el espa­cio mien­tras nue­stro pro­pio mun­do siga sien­do ape­nas hab­it­able para mil­lones de per­sonas, la propia comu­nidad cien­tí­fi­ca está, tam­bién, dividida.

Muchos exper­tos creen que los inten­tos de enviar hom­bres y mujeres al espa­cio supo­nen, al final, una car­ga para otros avances cien­tí­fi­cos más factibles, más baratos y más fruc­tífer­os, y mantienen que el futuro de la explo­ración espa­cial sigue estando, al menos de momen­to, en robots como Philae.

La EEI, en la que actual­mente orbi­tan la Tier­ra tres astro­nau­tas, y que ha sido vis­i­ta­da ya por cer­ca de 200, es quizá el gran ejem­p­lo para los críti­cos de la explo­ración espa­cial con seres humanos. Según señala al diario The Guardian el esta­dounidense Steven Wein­berg, pre­mio Nobel de Físi­ca en 1979, la Estación no ha apor­ta­do a la cien­cia nada ver­dadera­mente impor­tante, con la excep­ción de un exper­i­men­to con rayos cós­mi­cos que podría haberse real­iza­do sin prob­le­mas con un satélite no trip­u­la­do. «La úni­ca tec­nología real desar­rol­la­da en la EEI tiene que ver con la tec­nología nece­saria para man­ten­er a seres humanos en el espa­cio, algo que no tiene sen­ti­do cuan­do entien­des que man­ten­er seres humanos en el espa­cio no nos lle­va a ningu­na parte», indi­ca el científico.

En este sen­ti­do, Wein­berg recuer­da que tan solo unos días después de que, en 2004, el entonces pres­i­dente de EE UU, George W. Bush, anun­cia­ra la recu­peración de los pro­gra­mas para volver a la Luna y via­jar, después, a Marte, la NASA se vio oblig­a­da a realizar grandes recortes en su pre­supuesto para inves­ti­gación astronómi­ca en gen­er­al, y para proyec­tos no trupu­la­dos en par­tic­u­lar. «La inmen­sa may­oría de los des­cubrim­ien­tos impor­tantes real­iza­dos en el Sis­tema Solar, como el hal­laz­go de los grandes lagos de hidro­car­bono en Titán, una de las lunas de Sat­urno, los han lle­va­do a cabo son­das y robots», indi­ca el astrónomo británi­co Mar­tin Rees.

El valor humano

La necesi­dad de explo­rar con seres humanos, no obstante, sigue sien­do esen­cial para muchos otros cien­tí­fi­cos. El tam­bién astrónomo Ian Craw­ford, por ejem­p­lo, desta­ca el con­traste entre lo «rel­a­ti­va­mente poco» apor­ta­do por el robot Oppor­tu­ni­ty des­de que se posó en Marte en 2004, y lo con­segui­do por los tres astro­nau­tas de la mis­ión Apo­lo 17 durante los tres días que pasaron en la Luna: «Recor­rieron más de 30 kilómet­ros en la super­fi­cie lunar, lograron per­forar un agu­jero de tres met­ros, dejaron fun­cio­nan­do un mon­tón de instru­men­tos y tra­jeron a la Tier­ra 76 kilos de rocas para ser estudiadas».

Stephen Hawk­ing, prob­a­ble­mente el cien­tí­fi­co vivo más pop­u­lar cuan­do se tra­ta de mirar al cos­mos, tam­bién lo tiene muy claro: «Las misiones con robots son mucho más baratas y nos pro­por­cio­nan más infor­ma­ción, pero no logran atra­par la imag­i­nación de la gente del mis­mo modo, y tam­poco son capaces de exten­der la especie humana hacia el espa­cio, algo que debería ser nues­tra estrate­gia a largo pla­zo. Si quer­e­mos sobre­vivir durante otro mil­lón de años, ten­dremos que ir donde nadie ha ido nun­ca aún. La vida en la Tier­ra está cada vez más ame­naza­da por peli­gros y desas­tres como el calen­tamien­to glob­al, las armas nuclear­es, virus mod­i­fi­ca­dos genéti­ca­mente… Creo que el úni­co futuro del ser humano pasa por via­jar al espacio».

Estas son las claves del relan­za­do proyec­to de enviar seres humanos a Marte, y del efer­ves­cente momen­to que vive actual­mente la explo­ración espacial.

¿Por qué Marte?

Marte es el plan­e­ta más acce­si­ble des­de la Tier­ra (Venus está dece­nas de mil­lones de kilómet­ros más cer­ca, pero sus tem­per­at­uras infer­nales y su atmós­fera cor­ro­si­va lo con­vierten en un des­ti­no mucho más com­pli­ca­do), y sus simil­i­tudes con nue­stro mun­do natal (super­fi­cie rocosa, posi­bil­i­dad de que algu­na vez haya alber­ga­do una atmós­fera sim­i­lar a la ter­restre, gravedad de ape­nas el 38% de la de la Tier­ra) lo con­vierten en el can­dida­to ide­al a la hora de plantearnos una hipotéti­ca col­o­nización interplantearia.

Ambas cir­cun­stan­cias han hecho del Plan­e­ta Rojo uno de los obje­tivos más impor­tantes de la inves­ti­gación espa­cial, y actual­mente dos robots (Curios­i­ty y Oppor­tu­ni­ty) explo­ran incans­ables la super­fi­cie mar­ciana. A ellos se suman varias son­das pues­tas en órbi­ta (Odyssey y Recon­nais­sance, de la NasaMars Express, de la ESA; la son­da india Man­galyaan) que envían con­tin­u­a­mente datos a la Tierra.

Des­de que en 1960 la entonces Unión Soviéti­ca lan­zase la Marsnik 1, el primer arte­fac­to dis­eña­do para via­jar al Plan­e­ta Rojo (se desin­te­gró en el lan­za­mien­to), los secre­tos de Marte han ido desen­trañán­dose uno tras otro, incluyen­do el más esper­a­do: la exis­ten­cia de agua. Porque donde hay o hubo agua, pudo haber vida tal y como la entendemos.

El sueño del gran viaje

Los via­jes trip­u­la­dos a Marte han sido moti­vo de dis­cusión cien­tí­fi­ca des­de los años cin­cuen­ta, y varias agen­cias espa­ciales desar­rol­lan en la actu­al­i­dad o han desar­rol­la­do en el pasa­do proyec­tos que abar­can des­de la real­ización de misiones cor­tas has­ta la fun­dación de colo­nias en el plan­e­ta. Marte es el segun­do des­ti­no estu­di­a­do para su explo­ración después de la Luna.

Edi­ción ale­m­ana de «El Proyec­to Marte», de Wern­her von Braun

El primer estu­dio téc­ni­co detal­la­do de un via­je a Marte lo real­izó Wern­her von Braun (El Proyec­to Marte, 1952). La idea era enviar una flota de diez naves con 70 trip­u­lantes cada una, y tres aeron­aves que se posarían en Marte, en un proyec­to que requería de un total 400 lan­za­mien­tos. Más tarde, en 1962, el proyec­to Empire del Cen­tro Mar­shall de vue­los espa­ciales de la NASA incluyó asimis­mo estu­dios de via­jes trip­u­la­dos a Marte, medi­ante el lan­za­mien­to de ocho cohetes Sat­urno V y la con­struc­ción de  una nave en la órbi­ta de la Tier­ra, o bien lan­zan­do una hipotéti­ca nave con tec­nología pos­te­ri­or a Saturno.

En 1989, el entonces pres­i­dente de Esta­dos Unidos, George H. W. Bush, anun­ció una Ini­cia­ti­va de Explo­ración Espa­cial, con el obje­ti­vo final de enviar per­sonas a Marte, y con la Estación Espa­cial Inter­na­cional como eje prin­ci­pal. No obstante, el Con­gre­so de los Esta­dos Unidos can­celó el proyec­to por su ele­va­do costo.

Tam­bién la Unión Soviéti­ca exploró las posi­bil­i­dades de un via­je trip­u­la­do a Marte con el lla­ma­do Com­ple­jo Mar­ciano Pilota­do, una prop­ues­ta de Mijail Tikhon­ravov desar­rol­la­da entre 1956 y 1962. Ya en los años sesen­ta, la URSS llevó ade­lante el proyec­to TMK, que incluía via­jes orbitales a Marte y via­jes con amar­ti­za­je. Otro proyec­to fue el MEK, que se ini­ció en 1969.

Después de la Guerra Fría

Des­de el final de la Guer­ra Fría a prin­ci­p­ios de la déca­da de 1990, la NASA ha desar­rol­la­do numerosos pro­gra­mas de eval­u­ación de via­jes a Marte, entre ellos varias itera­ciones de NASA Design, el Vision for Space Explo­ration y el Hun­dred Year Star­ship.

Rusia, por su parte, está elab­o­ran­do una estación espa­cial orbital lla­ma­da MARPOST (Mars Pilot­ed Orbital Sta­tion), mien­tras que el Pro­gra­ma Auro­ra de la Agen­cia Espa­cial Euro­pea, ini­ci­a­do en 2001, pro­pone via­jes para den­tro de 20 años. El obje­ti­vo prin­ci­pal de Auro­ra es elab­o­rar, y pos­te­ri­or­mente lle­var a cabo, un plan europeo a largo pla­zo para la explo­ración robóti­ca y humana del Sis­tema Solar; un plan en el que Marte, la Luna y los aster­oides con­sti­tuirán los prin­ci­pales objetivos.

En 2006 la NASA ini­ció el Proyec­to Con­stelación para preparar via­jes trip­u­la­dos a Marte, y un año después la Agen­cia Espa­cial Euro­pea fijó 2025 como el año para enviar su primera mis­ión tripulada.

El may­or sim­u­lacro de via­je espa­cial a Marte real­iza­do hast aho­ra con­cluyó el pasa­do 4 de noviem­bre de 2011 con la «lle­ga­da» a la Tier­ra de los «marte­nau­tas», seis vol­un­tar­ios que per­manecieron ais­la­dos del mun­do exte­ri­or en un módu­lo en Moscú durante los 520 días que duró el exper­i­men­to Marte-500, de la Agen­cia Espa­cial Euro­pea. Los par­tic­i­pantes en el proyec­to realizaron más de un cen­te­nar de exper­i­men­tos, tuvieron que reparar averías y efec­tu­aron inclu­so cam­i­natas sim­u­ladas en el Plan­e­ta Rojo.

La nueva hoja de ruta

El pasa­do día 3, la NASA anun­ció que está desar­rol­lan­do la tec­nología nece­saria para enviar seres humanos a Marte en la déca­da de 2030. Cin­co años antes, tienen pre­vis­to con­seguir otro hito: la primera mis­ión trip­u­la­da a un aster­oide, para 2025.

La agen­cia espa­cial esta­dounidense hacía así ofi­cial la recu­peración de uno de los grandes desafíos en la con­quista del espa­cio: «Marte es un des­ti­no rico para el des­cubrim­ien­to cien­tí­fi­co y para la explo­ración robóti­ca y humana, a medi­da que expandi­mos nues­tra pres­en­cia en el Sis­tema Solar», indicó.

Después de que son­das espa­ciales y robots de explo­ración hayan estu­di­a­do Marte durante más de 40 años, la NASA con­sid­era que ya es posi­ble trazar una hoja de ruta para plantear el sigu­iente gran reto, el via­je tripulado.

Grá­fi­co con el plan para la primera mis­ión trip­u­la­da al plan­e­ta Marte. Ima­gen : NASA

Orión

El primer paso del camino se dio este mis­mo viernes, con el exi­toso primer vue­lo de prue­ba de la cáp­su­la Orión, una nave dis­eña­da para aco­modar a cua­tro trip­u­lantes, y que servirá en el futuro para lle­var astro­nau­tas más allá de la órbi­ta baja ter­restre, y, quizá, a Marte.

Tras un primer inten­to frustra­do el jueves por prob­le­mas téc­ni­cos y mete­o­rológi­cos, Orión par­tió al amanecer del viernes a bor­do de un cohete Delta IV, des­de Cabo Cañav­er­al (Flori­da), y amer­izó en el Océano Pací­fi­co cua­tro horas y vein­tic­u­a­tro min­u­tos después, tal y como esta­ba pre­vis­to, a unos 965 kilómet­ros de San Diego (Cal­i­for­nia).

La cáp­su­la amer­izó sobre su base en posi­ción estable después de realizar dos órbitas a la Tier­ra, una elíp­ti­ca a una altura sim­i­lar a de la Estación Espa­cial Inter­na­cional, a unos 380 kilómet­ros, y otra a una dis­tan­cia quince veces may­or. Este vue­lo era cru­cial para pro­bar el escu­do tér­mi­co de la nave, que en su entra­da en la atmós­fera ter­restre alcan­za una veloci­dad de 32.000 kilómet­ros por hora y está expues­ta a unas tem­per­at­uras de más de 2.200 ºC, y para analizar la radiación a la que podrían estar expuestos los astronautas.

La cáp­su­la alcanzó una dis­tan­cia de 5.793 kilómet­ros del plan­e­ta, la may­or que ha recor­ri­do cualquier nave espa­cial dis­eña­da para el trans­porte de humanos en las últi­mas cua­tro décadas, des­de las misiones Apo­lo con las que se con­sigu­ió lle­gar a la Luna.

Equipos de la NASA y dos bar­cos de la Mari­na esta­dounidense recu­per­aron la cáp­su­la, para trasladar­la después al Cen­tro Espa­cial Kennedy, en Flori­da, y analizar los datos recogi­dos por más de 1.200 sen­sores de vue­lo y telemetría.

Orión portó en su breve via­je algunos obje­tos sim­bóli­cos, como un microchip con más de un mil­lón de nom­bres; un fósil del dinosaurio Tyran­nosaurus rex del Museo de Cien­cia de Den­ver (Col­orado, EE UU), músi­ca y poesía.

La cáp­su­la, con­stru­i­da por Lock­heed Mar­tin para la NASA, pesa 21 toneladas en el lan­za­mien­to y 8,6 toneladas la cáp­su­la sola, una vez despren­di­da del módu­lo de ser­vi­cio. Con for­ma de cono trun­ca­do, la nave mide 3,3 met­ros de altura y cin­co de diámetro, con dos veces y media el vol­u­men de las cáp­su­las que se uti­lizaron en el pro­gra­ma Apolo.

¿Y ahora?

Actual­mente, sin los gen­erosos recur­sos económi­cos con los que con­ta­ba durante la era Apo­lo, la NASA solo puede avan­zar a un paso muy lento. El lan­za­mien­to de Orión ha supuesto un paso impor­tante en el camino hacia Marte, pero, de momen­to, la agen­cia espa­cial esta­dounidense no cuen­ta aún con finan­ciación para un autén­ti­co pro­gra­ma de via­jes trip­u­la­dos al Plan­e­ta Rojo. Y el otro gran proyec­to, acer­car un aster­oide a la Luna para que pue­da ser alcan­za­do por astro­nau­tas (la mis­ión ARM, Aster­oid Redi­rect Mis­sion, pre­vista para 2020), tiene el apoyo del pres­i­dente esta­dounidense, Barack Oba­ma, pero aún le fal­ta la aprobación del Con­gre­so y la nece­saria dotación presupuestaria.

Por otra parte, el proyec­to rela­ciona­do con Orión ha sus­ci­ta­do duras críti­cas. La Fun­dación de la Fron­tera del Espa­cio (Space Fron­tier Foun­da­tion), por ejem­p­lo, afir­mó que los 3.900 mil­lones de dólares de la fase ini­cial del con­tra­to por la nave duplic­a­ban la fun­cional­i­dad del pro­gra­ma de la NASA Com­mer­cial Orbital Trans­porta­tion Ser­vices (COTS), de 500 mil­lones de dólares, y denun­ció el hecho de que el con­tra­to de la NASA con Lock­heed Mar­tin sea un con­tra­to de ben­efi­cio, un méto­do propen­so a exced­er pre­supuestos y provo­car retra­sos, mien­tras que los con­tratis­tas del pro­gra­ma COTS solo reciben pagos en los éxitos.

El problema de la radiación

Uno de los prin­ci­pales prob­le­mas con que se ha enfrenta­do la cáp­su­la Orión, exten­si­ble al proyec­to de un hipotéti­co via­je trip­u­la­do a Marte, es el efec­to de la radiación.

Como expli­ca a la BBC Mark Gey­er, direc­tor del Pro­gra­ma Orión de la NASA, «esta­mos hablan­do de atrav­es­ar regiones del cin­turón de radiación de Van Allen, debido a que nos encon­tramos quince veces más arri­ba que la Estación Espa­cial Inter­na­cional. La EEI no tiene que lidiar con la radiación, pero nosotros sí, y tam­bién cualquier vehícu­lo que vaya a la Luna. Eso es un prob­le­ma muy grande para los orde­nadores, ya que los proce­sadores son aho­ra muy pequeños, es decir, muy buenos para la veloci­dad, pero muy sus­cep­ti­bles a la radiación».

¿Qué es ‘Mars One’?

Mars One (Marte Uno, en castel­lano) es un proyec­to pri­va­do y tele­vi­si­vo lle­va­do a cabo por el inves­ti­gador holandés Bas Lans­dorp y alen­ta­do por el físi­co Ger­ard ‘t Hooft, para estable­cer una colo­nia humana per­ma­nente en Marte.

El plan es man­dar satélites de comu­ni­cación al plan­e­ta en el año 2018 y, después de varias eta­pas, lan­zar en 2023 un primer equipo de seres humanos en Marte para que vivan per­ma­nen­te­mente allí. Un nue­vo equipo de cua­tro astro­nau­tas sería envi­a­do cada dos años.

Mars One está inten­tan­do con­seguir patroci­nadores e inver­sores, en una especie de real­i­ty show que incluiría algunos astro­nau­tas elegi­dos por el públi­co. Se ha cal­cu­la­do que solo pon­er los primeros cua­tro astro­nau­tas en Marte costaría aprox­i­mada­mente 6.000 mil­lones de dólares.

En un aparta­do inde­pen­di­ente sobre el establec­imien­to de la colo­nia, el proyec­to con­tem­pla que, si se lograra, después de 130 meses, los recam­bios para hac­er repara­ciones supon­drían el 62% de la masa de la car­ga envi­a­da des­de la Tier­ra. En este esce­nario habría que con­tin­uar envi­a­do sum­in­istros para los colonos, que a la vez desar­rol­larían otras necesi­dades para los que la tec­nología puede ser que no esté preparada.

Plantas letales

Un grupo de cien­tí­fi­cos del pres­ti­gioso Insti­tu­to Tec­nológi­co de Mass­a­chu­setts (MIT), en Boston (EE UU), pub­licó el pasa­do mes de octubre sus con­clu­siones sobre la via­bil­i­dad de un proyec­to basa­do en las premisas de Mars One. A la veloci­dad que se puede lan­zar actual­mente una nave espa­cial, un via­je trip­u­la­do des­de la Tier­ra has­ta Marte de ida y vuelta, en las mejores condi­ciones de dis­tan­cia y gravedad, se cal­cu­la que duraría entre 400 y 450 días ter­restres. Y, según el estu­dio del MIT, con la tec­nología actu­al la trip­u­lación de una supues­ta expe­di­ción al Plan­e­ta Rojo moriría en los primeros 68 días de viaje.

La razón, según explicó Syd­ney Do, miem­bro del equipo que elaboró el estu­dio y doc­tor­an­do del MIT, es que las plan­tas que está pre­vis­to que lleven los colonos para ali­men­ta­rse «pro­ducirían un exce­so de oxígeno, lo que lle­varía a la asfix­ia de la trip­u­lación». Para evi­tar­lo, Do indi­ca que las plan­tas deberían ir en otro módu­lo ais­la­do o habría que emplear un sis­tema para elim­i­nar el oxígeno extra acu­mu­la­do, algo que todavía no existe.

Este equipo del MIT lle­va más de una déca­da real­izan­do inves­ti­ga­ciones sobre los planes de misiones espa­ciales y ha colab­o­ra­do con la NASA cuan­do la agen­cia espa­cial esta­dounidense se planteó a prin­ci­p­ios de este siglo volver con una mis­ión a la Luna y con­stru­ir un base per­ma­nente, proyec­to que no sal­ió adelante.

La carrera espacial en el siglo XXI

Con o sin seres humanos, lo cier­to es que el interés por la explo­ración espa­cial ha exper­i­men­ta­do un notable auge en los últi­mos años, a pesar de la cri­sis económi­ca glob­al que lle­va ate­nazan­do al plan­e­ta des­de hace aprox­i­mada­mente una déca­da. Además, la car­rera espa­cial hace tiem­po que dejó ser exclu­si­va de las grandes poten­cias tradi­cionales (EE UU, Rusia, y, más tarde, Europa). Otros país­es (India, Chi­na, Japón) han empeza­do ya a hac­er his­to­ria más allá de nue­stro plan­e­ta, con el con­sigu­iente crédi­to políti­co y propagandístico.

Des­de el pasa­do mes de sep­tiem­bre, por ejem­p­lo, la son­da india Man­galyaan orbi­ta en torno a Marte, todo un hito si con­sid­er­amos que esta mis­ión ha con­ver­tido a la India en el primer país de Asia y el cuar­to del mun­do que con­sigue lle­gar has­ta allí, y en el úni­co que lo ha logra­do en el primer inten­to. Man­galyaan es, además, una de las misiones inter­plan­e­tarias más baratas de la his­to­ria, con un pre­supuesto «low cost» de 74 mil­lones de dólares, frente a los 671 mil­lones de la mis­ión Maven, de la NASA, que llegó has­ta la órbi­ta mar­ciana 48 horas antes.

De las 51 inten­tos para alcan­zar Marte real­iza­dos has­ta aho­ra, solo 21 han tenido éxi­to. La duración total del proyec­to indio fue de tres años, inclu­i­dos los nueve meses que le tomó al Man­galyaan alcan­zar Marte. La últi­ma mis­ión mar­ciana de la NASA nece­sitó seis años. EE UU acu­muló cua­tro fra­ca­sos y Rusia dos antes de cul­mi­nar con éxi­to sus misiones al Plan­e­ta Rojo. Chi­na y Japón no lo han con­segui­do aún. Japón lo inten­tó en 1998, pero su satélite se perdió en el espa­cio en 2003. Chi­na lanzó un satélite a Marte en 2011 en una mis­ión con­jun­ta con Rusia, pero tam­poco alcanzó su objetivo.

Marte no es, en cualquier caso, el úni­co des­ti­no en el que se cen­tra la explo­ración espa­cial en la actu­al­i­dad. Una relación de los prin­ci­pales hitos con­segui­dos en lo que va de siglo:

  • 12.07.2000. El cohete ruso Protón‑k pone en órbi­ta el módu­lo Zvezdá, que hace hab­it­able la EEI.
  • 02.11.2000. Tres astro­nau­tas, dos rusos, Ser­guei Krikaliov y Yuri Guidzenko, y uno esta­dounidense, William Shep­ard, se con­vierten en los primeros habi­tantes la EEI.
  • 23.03.2001. Rusia hunde la estación espa­cial Mir en el Pací­fi­co Sur.
  • 30.04.2001. El mul­ti­mil­lonario esta­dounidense Den­nis Tito se con­vierte en el primer tur­ista espacial.
  • 01.02.2003. Se desin­te­gra en pleno vue­lo el trans­bor­dador Colum­bia. Fal­l­e­cen los siete miem­bros de su tripulación.
  • 02.06.2003. La son­da Mars Express, con des­ti­no a Marte, es la primera mis­ión de la ESA a otro planeta.
  • 10.06.2003. La NASA reanu­da la explo­ración a Marte. Lan­za una nave no trip­u­la­da con el robot Spir­it («Espíritu») a bordo.
  • 15.10.2003. Chi­na lan­za al espa­cio su primera nave espa­cial trip­u­la­da, Shen­zhou.
  • 31.01.2004. El vehícu­lo espa­cial Oppor­tu­ni­ty (NASA) se posa en Marte.
  • 21.06.2005. Rusia lan­za des­de un sub­mari­no nuclear el «velero espa­cial» Cosmos‑1, impul­sa­do por vien­to solar.
  • 26.07.2005. EE UU lan­za el trans­bor­dador Dis­cov­ery a la EEI. Por primera vez, una mujer fue la coman­dante del vuelo.
  • 19.01.2006. El cohete Atlas impul­sa la cáp­su­la Nuevos Hor­i­zontes (NASA) hacia Plutón.
  • 14.09.2007. Japón lan­za su primera mis­ión de explo­ración lunar.
  • 25.09.2008. Chi­na lan­za su ter­cera mis­ión trip­u­la­da al espa­cio, la Shen­zhou VII, con tres astro­nau­tas a bor­do. Uno de ellos, Zhai Zhi­gang, se con­vierte en el primero en realizar un paseo espacial.
  • 22.10.2008. India lan­za con éxi­to su primera son­da lunar no trip­u­la­da, la Chan­drayaan I.
  • 14.05.2010. Últi­ma mis­ión del trans­bor­dador Atlantis a la EEI.
  • 24.02.2010. El trans­bor­dador Dis­cov­ery parte a la EEI en su últi­ma mis­ión.
  • 18.03.2011. La son­da Mes­sen­ger de la NASA entra en la órbi­ta de Mer­cu­rio.
  • 13.02.2012. Vue­lo inau­gur­al del cohete Vega, primera nave espa­cial de la ESA.
  • 16.06.2012. Chi­na lan­za la nave trip­u­la­da Shen­zhou IX, con la primera mujer taiko­nau­ta, Liu Yang.
  •  28.12.2013. Rusia lan­za con éxi­to el primer cohete espa­cial ligero Soyuz 2.1v.
  • 25.09.2014. Yele­na Sero­va, primera cos­mo­nau­ta rusa del siglo XXI que via­ja a la EEI.
  • 12.11.2014. El robot Phi­lae, de la ESA, se con­vierte, tras despren­der­se de la son­da Roset­ta, en el primer inge­nio humano en posarse sobre un cometa (el 67P).

Con infor­ma­ción de Efe, NASA, ESA y Wikipedia

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *