Adiós al subcomandante Marcos: la retirada del líder zapatista y su legado, en 10 claves

Miguel Máiquez, 1/6/2014

«Así que hemos deci­di­do que Mar­cos deje de exi­s­tir hoy […]. No lo extrañarán las niñas y niños que antes se junt­a­ban para escuchar sus cuen­tos, pues ya son grandes, ya tienen juicio, ya luchan como el que más por la lib­er­tad, la democ­ra­cia y la jus­ti­cia, que son la tarea de cualquier zap­atista. El gato-per­ro, y no un cisne, entonará aho­ra el can­to de des­pe­di­da. Y al final, quienes entien­dan, sabrán que no se va quien nun­ca estu­vo, ni muere quien no ha vivido».

En un largo dis­cur­so tit­u­la­do Entre la luz y la som­bra, al que pertenece el pár­rafo ante­ri­or, el sub­co­man­dante Mar­cos, fiel a su esti­lo entre líri­co, críp­ti­co y humorís­ti­co, anun­ció hace ape­nas una sem­ana que por su voz «ya no hablará la voz del Ejérci­to Zap­atista de Lib­eración Nacional» (EZLN). Mar­cos explicó que el rele­vo del man­do «no se da por enfer­medad o muerte, ni por desplaza­mien­to inter­no, pur­ga o depu­ración», sino por cam­bios que se han pro­duci­do en la guerrilla.

El por­tavoz de una rev­olu­ción que logró cap­tar la aten­ción del mun­do, el líder guer­rillero miti­fi­ca­do y desmi­ti­fi­ca­do, el per­son­aje enig­máti­co que enam­oró a la pren­sa y sacó del olvi­do pal­abras como utopía o jus­ti­cia social, ha pasa­do, con todas sus vir­tudes y todos sus defec­tos, a la historia.

Iden­ti­fi­ca­do en su día por el Gob­ier­no mex­i­cano como el pro­fe­sor de Uni­ver­si­dad Rafael Sebastián Guil­lén Vicente, el ya exlíder zap­atista rea­parecía así tras haber esta­do cin­co años ale­ja­do de la vida públi­ca. Durante un encuen­tro con orga­ni­za­ciones civiles en la comu­nidad de La Real­i­dad, en la sel­va de Chi­a­pas (sureste de Méx­i­co), el sub­co­man­dante leyó un comu­ni­ca­do expli­can­do su decisión y recordó la históri­ca irrup­ción públi­ca del EZLN en enero de 1994. Serían, según dijo, sus «últi­mas pal­abras en públi­co antes de dejar de exi­s­tir». Mar­cos recono­ció que ha sido una «decisión difí­cil», pero insis­tió en que en estos 20 años «ha habido un rele­vo múlti­ple y com­ple­jo en el EZLN», pese a que «algunos solo han adver­tido el evi­dente, el generacional».

El acto elegi­do para la des­pe­di­da fue un mul­ti­tu­di­nario hom­e­na­je al indí­ge­na José Luis Solis Sánchez, alias «Galeano», asesina­do veinte días antes. Mar­cos anun­ció que, en su memo­ria, renacía con el nom­bre de «Sub­co­man­dante Galeano»: «En lugar de Galeano ponemos otro nom­bre para que Galeano viva y la muerte se lleve no una vida sino un nom­bre sola­mente», dijo.

¿Y aho­ra? No está claro. Su men­saje no es una declaración de des­pe­di­da al uso; como tan­tos otros comu­ni­ca­dos suyos, está lleno de metá­foras, relatos, fras­es iróni­cas y ref­er­en­cias al Popol Vuh, una recopi­lación de nar­ra­ciones míti­cas, históri­c­as y leg­en­darias de la cul­tura maya en la época pre­his­páni­ca. Para algunos debe inter­pe­trarse como el ini­cio, efec­ti­va­mente, de su nue­va per­son­al­i­dad, den­tro del EZLN. Para otros, sin embar­go, Mar­cos se estaría reti­ran­do por com­ple­to del movimien­to zapatista.

A fin de cuen­tas, el EZLN ha sostenido en reit­er­adas oca­siones que son muy pocos los que entien­den la ver­dadera nat­u­raleza del movimien­to, empezan­do por la exis­ten­cia de Mar­cos, «una botar­ga», en pal­abras del pro­pio líder zap­atista, crea­da por los medios y ali­men­ta­da por los diri­gentes indígenas.

Como explicó él mis­mo en su dis­cur­so de des­pe­di­da, en los primeros momen­tos del movimien­to (1994), la mira­da de los peri­odis­tas «se detu­vo en el úni­co mes­ti­zo que vieron con pasa­mon­tañas, es decir, que no miraron. Empezó así una com­ple­ja man­io­bra de dis­trac­ción, un tru­co de magia ter­ri­ble y mar­avil­losa, una mali­ciosa juga­da del corazón indí­ge­na que somos; la sabiduría indí­ge­na desafi­a­ba a la mod­ernidad en uno de sus bas­tiones: los medios de comu­ni­cación. Empezó entonces la con­struc­ción del per­son­aje lla­ma­do Marcos».

El resul­ta­do, impul­sa­do en parte por los entonces nacientes medios dig­i­tales, fue algo que no se había vis­to des­de los años sesen­ta y (sal­van­do todas las dis­tan­cias que haya que sal­var) los tiem­pos del Che Gue­vara: un guer­rillero lati­noamer­i­cano con­ver­tido en icono global.

Estas son diez claves para tratar de enten­der­lo mejor.

1. Profesor y guerrillero

Rafael Sebastián Guil­lén Vicent, líder del mex­i­cano Ejérci­to Zap­atista de Lib­eración Nacional (EZLN), y cono­ci­do has­ta aho­ra como «Sub­co­man­dante Mar­cos», nació en Tampi­co, esta­do mex­i­cano de Tamauli­pas, el 19 de julio de 1957. Hijo de un español propi­etario de una cade­na de tien­das de mue­bles, estudió con los jesuitas y se graduó en Cien­cias de la Comu­ni­cación en Guadala­jara (Jalis­co). Después se licen­ció en Filosofía y Letras por la Uni­ver­si­dad Autóno­ma de Méx­i­co, donde se doc­toró en 1980 con la tesis Dis­cur­sos prác­ti­cos e ide­ologías prác­ti­cas. Entre 1979 y 1983 fue pro­fe­sor en la Uni­ver­si­dad de Xochim­il­co, en el sur de la cap­i­tal del país. Se le vin­cu­la sen­ti­men­tal­mente a Sil­via Fer­nán­dez Hernán­dez, alias «Sofía» o «Gabriela», y tiene una hija, Mar­i­ana, que reside en Francia.

Mar­cos llegó por primera vez a la sel­va Lacan­dona de Chi­a­pas en 1980 como emplea­do rur­al, y pos­te­ri­or­mente pasó por la sier­ra Tarahu­mara, en Chi­huahua. Su con­tac­to con la comu­nidad indí­ge­na le hizo tomar par­tido en favor de los dere­chos de los indios mar­gin­a­dos, pero su for­ma­ción como guer­rillero se remon­ta a 1969, cuan­do se fundó el Frente de Lib­eración Nacional, que actuó como guer­ril­la urbana en Mon­ter­rey (Nue­vo León), bajo influ­en­cia de los tupa­maros y del ELN colom­biano. Tam­bién en 1980 estu­vo en con­tac­to con el san­din­is­mo nicaragüense, donde colaboró en la orga­ni­zación de gob­ier­nos munic­i­pales y sindi­catos agrí­co­las en la zona de San Juan de Río Coco.

2. Todas las luchas en una

El encuen­tro con los movimien­tos indí­ge­nas de Chi­a­pas acabaría trans­for­man­do su ide­ología y acer­cán­dole a visiones rev­olu­cionar­ias que podrían con­sid­er­arse más pos­mod­er­nas. En ideas que ha expuesto en sus dis­cur­sos y acciones existe una relación, por ejem­p­lo, con los pos­tu­la­dos marx­is­tas revi­sion­istas del ital­iano Anto­nio Gram­sci, muy pop­u­lares en Méx­i­co cuan­do Mar­cos estu­di­a­ba en la universidad.

En cualquier caso, des­de el prin­ci­pio del lev­an­tamien­to de Chi­a­pas, Mar­cos aclaró a la pren­sa que el EZLN no es marx­ista, y en entre­vis­tas ha declar­a­do estar más influ­i­do por el int­elec­tu­al mex­i­cano Car­los Mon­siváis que por Karl Marx. Su visión es ant­i­cap­i­tal­ista, pero no pro­pone ni bus­ca una solu­ción glob­al a todos los prob­le­mas a los que se enfrentan los sec­tores desposeí­dos. El obje­ti­vo es, más bien, unir todas las luchas ya exis­tentes sin tratar de impon­er una visión o metodología en par­tic­u­lar. Además de por el históri­co rev­olu­cionario mex­i­cano Emil­iano Zap­a­ta, Mar­cos tam­bién ha man­i­fes­ta­do admiración por el Che Guevara.

En sus propias pal­abras, «Mar­cos es gay en San Fran­cis­co, negro en Sudáfrica, asiáti­co en Europa, chi­cano en San Ysidro, anar­quista en España, palesti­no en Israel, indí­ge­na en las calles de San Cristóbal, cha­vo ban­da en Neza, rockero en CU, judío en la Ale­ma­nia nazi, ombuds­man en la Sede­na, fem­i­nista en los par­tidos políti­cos, comu­nista en la pos­guer­ra fría, pre­so en Cin­ta­la­pa, paci­fista en Bosnia, mapuche en los Andes, mae­stro de la CNTE, artista sin galería ni portafo­lios, ama de casa un sába­do por la noche en cualquier colo­nia de cualquier ciu­dad de cualquier Méx­i­co, guer­rillero en el Méx­i­co de fin del siglo XX, huel­guista en la CTM, reportero de nota de rel­leno en inte­ri­ores, machista en el movimien­to fem­i­nista, mujer sola en el metro a las 10 p.m., jubi­la­do en plan­tón en el Zóca­lo, campesino sin tier­ra, edi­tor mar­gin­al, obrero desem­plea­do, médi­co sin plaza, estu­di­ante incon­forme, disidente en el neolib­er­al­is­mo, escritor sin libros ni lec­tores, y, es seguro, zap­atista en el sureste mexicano».

3. El levantamiento

La repre­sión a la que fueron someti­dos en Méx­i­co muchos movimien­tos campesinos, obreros y pop­u­lares durante los más de seten­ta años de gob­ier­no del Par­tido Rev­olu­cionario Insti­tu­cional (PRI) dio lugar a que muchos jóvenes disidentes apos­taran por la for­ma­ción de orga­ni­za­ciones armadas clan­des­ti­nas para bus­car el der­ro­camien­to del rég­i­men. De una de estas orga­ni­za­ciones, las Fuerzas de Lib­eración Nacional (FLN), surgió el Ejérci­to Zap­atista de Lib­eración Nacional (EZLN), con­sti­tu­i­do for­mal­mente en 1983 como «ejérci­to reg­u­lar», y con tres obje­tivos bási­cos: defend­er los dere­chos colec­tivos e indi­vid­uales nega­dos históri­ca­mente a los pueb­los indí­ge­nas mex­i­canos; con­stru­ir un nue­vo mod­e­lo de nación que incluya a la democ­ra­cia, la lib­er­tad y la jus­ti­cia como prin­ci­p­ios fun­da­men­tales de una nue­va for­ma de hac­er políti­ca; y tejer una «red de resisten­cias y rebeldías alter­mundis­tas en nom­bre de la humanidad y con­tra el neoliberalismo».

El EZLN sal­ió a la luz el 1 de enero de 1994 con una declaración de guer­ra al Gob­ier­no mex­i­cano. Aquel día, jus­to cuan­do entra­ba en vig­or el Trata­do de Libre Com­er­cio de Améri­ca del Norte (TLC), durante el gob­ier­no de Car­los Sali­nas de Gor­tari, el EZLN se alzó en armas, y los indí­ge­nas ocu­paron por la fuerza cua­tro ciu­dades del esta­do de Chi­a­pas con una exi­gen­cia clara: la propiedad de las tier­ras y un may­or repar­to de las riquezas en una zona, de entre las más pobres de Méx­i­co, donde la refor­ma agraria orde­na­da tras la rev­olu­ción de 1910 no había devuel­to la tier­ra a los campesinos.

Los enfrentamien­tos se pro­lon­garon durante doce días y hubo más de un cen­te­nar de muer­tos. Mar­cos, con­sti­tu­i­do en por­tavoz del movimien­to, se había con­ver­tido ya en el hom­bre más bus­ca­do del país, tan­to por el Ejérci­to como por peri­odis­tas e int­elec­tuales de medio mundo.

4. El icono

Tras los com­bat­es vino una serie inter­minable de treguas y de diál­o­gos fal­li­dos en los que el alza­mien­to podría haber per­di­do fuelle. Pero la figu­ra de Mar­cos, con su pasa­mon­tañas, su pipa, su humor mor­daz y su car­ac­terís­ti­ca prosa (entre 1992 y 2006 escribió más de 200 ensayos e his­to­rias, y pub­licó 21 libros en un total de al menos 33 edi­ciones) era ya demasi­a­do apeti­tosa para la prensa.

Años después, Mar­cos diría que bue­na parte de lo ocur­ri­do en aque­l­los primeros días de enero de 1994 fue impro­visa­doMar­cos fue entre­vis­ta­do por Gabriel Gar­cía Márquez, salu­da­do por Eduar­do Galeano y Noam Chom­sky, y alaba­do como el mejor escritor lati­noamer­i­cano del momen­to por Reg­is Debray (antiguo alum­no de Louis Althuss­er; ami­go del Che, a quien acom­pañó en Bolivia y ex asesor en políti­ca inter­na­cional del pres­i­dente francés François Mit­ter­rand). Como recuer­da el peri­odista Juan Car­los Pérez Salazar, «comités de sol­i­dari­dad bro­taron como hon­gos por todo el plan­e­ta y Chi­a­pas se con­vir­tió en un imán para jóvenes –muchos de ellos, europeos– en bus­ca de una causa que con­sid­er­aran justa».

Var­ios años después, Mar­cos diría que bue­na parte de lo ocur­ri­do en aque­l­los primeros días de enero de 1994 fue impro­visa­do, inclu­i­do el sim­bóli­co pasa­mon­tañas, y que en ningún momen­to pen­só en con­ver­tirse en lo que se convirtió.

5. Con nombre y apellidos

Después de algunos enfrentamien­tos, el 15 de enero de 1995 se recu­peró el diál­o­go en la sel­va Lacan­dona y, a los tres días, se decretó el alto el fuego indefinido. Poco después, el 9 de febrero, el pres­i­dente Ernesto Zedil­lo le puso nom­bre a la iden­ti­dad, siem­pre ocul­ta por el pasa­mon­tañas, del sub­co­man­dante Mar­cos, rev­e­lando que se trata­ba del pro­fe­sor de uni­ver­si­dad Rafael Sebastián Guil­lén Vicent.

No obstante, Zedil­lo sus­pendió la pre­sión sobre los zap­atis­tas e impul­só una ley de amnistía. Volvieron las nego­cia­ciones y el 30 de sep­tiem­bre Mar­cos rea­pare­ció en la reunión con la Comisión de Con­cor­dia y Paci­fi­cación (COCOPA). Al cumplirse dos años del lev­an­tamien­to, en enero de 1996, par­ticipó en un foro en el que se analizaron los dere­chos indí­ge­nas y respaldó la creación de la for­ma­ción políti­ca Frente Zap­atista de Lib­eración (FZLN). El 16 de febrero fir­mó los Acuer­dos de San Andrés sobre Dere­chos y Cul­tura Indí­ge­nas, pero el diál­o­go volvió a romperse en sep­tiem­bre, y la ten­sión con­tin­uó en Chi­a­pas. Mar­cos man­tu­vo entonces con­tac­tos con la COCOPA y la CONAI, quienes hicieron lle­gar a Zedil­lo una serie de refor­mas con­sti­tu­cionales que el pres­i­dente rec­hazó por la «desmesura­da autonomía» que otorgarían.

En diciem­bre de ese mis­mo año, 1996, la masacre de 45 campesinos en la comu­nidad de Acteal rea­v­ivó el conflicto.

6. Tira y afloja

En enero de 1998, el Ejérci­to ini­ció una ofen­si­va con­tra las bases zap­atis­tas y dos meses después Mar­cos anun­ció que man­ten­dría su silen­cio has­ta que el Gob­ier­no no cumpliese los acuer­dos fir­ma­dos. Tras meses deam­bu­lan­do por la sel­va, en los que se especuló con su muerte, rea­pare­ció en julio con dos comu­ni­ca­dos, en uno de los cuales rec­hazó retomar el diál­o­go con el Gob­ier­no y apos­tó por la inter­locu­ción con la COCOPA, con la que nego­ció sin resul­ta­dos a finales de ese año.

El entonces pres­i­dente Vicente Fox ordenó el 1 de diciem­bre de 2000, el día de su toma de pos­esión, la reti­ra­da del Ejérci­to en la zona próx­i­ma a donde se encon­tra­ba Mar­cos, quien mostró su pre­dis­posi­ción a reanudar el diál­o­go con condi­ciones (reti­ra­da del Ejérci­to de la zona, lib­eración de pre­sos políti­cos y aprobación de la ley de dere­chos indí­ge­nas), que el Gob­ier­no adoptó.

7. La gran marcha

El 24 de febrero de 2001 Mar­cos aban­donó la sel­va jun­to a sus 23 coman­dantes para encabezar una car­a­vana que le llevó des­de San Cristóbal de las Casas has­ta la cap­i­tal del país, y cuyo obje­ti­vo era exi­gir el cumplim­ien­to de los Acuer­dos de San Andrés, el doc­u­men­to fir­ma­do en 1996 entre el EZLN y el Gob­ier­no, por el que este últi­mo com­pro­metía a realizar cam­bios en la Con­sti­tu­ción para con­sagrar los dere­chos indí­ge­nas. Arropa­do por unos 10.000 indí­ge­nas y cien­tos de peri­odis­tas, el 11 de mar­zo finalizaron en Ciu­dad de Méx­i­co un recor­ri­do de 3.000 kilómet­ros. Su inter­ven­ción en el Zóca­lo fue segui­da por 150.000 per­sonas. Fue su momen­to culminante.

El 28 de ese mis­mo mes, tras ten­sas nego­cia­ciones, sus coman­dantes accedieron al Con­gre­so y cua­tro de ellos tomaron la pal­abra en favor de una Ley de Dere­chos y Cul­tura de los pueb­los indí­ge­nas. El tex­to aproba­do por el Con­gre­so de abril fue rec­haz­a­do por los zap­atis­tas, por con­sid­er­ar que muti­l­a­ba el apor­ta­do por la COCOPA en 1996.

De nue­vo en la clan­des­tinidad, Mar­cos rompió su silen­cio con con­ta­dos comu­ni­ca­dos, incluyen­do uno en la que con­den­a­ba la ile­gal­ización de Bata­suna en España (que rec­ti­ficó en enero de 2003 tras las críti­cas de escritores como Car­los Fuentes o José Sara­m­a­go), una serie de car­tas en defen­sa de la situación de los indí­ge­nas, su neg­a­ti­va a nego­ciar con Fox o sus comen­tar­ios sobre el proyec­to de López Obrador.

8. «La otra campaña» y «la genial impostura»

Tras acusar de traición a López Obrador y pedir la abs­ten­ción en las elec­ciones de 2006, entre enero y junio de ese año Mar­cos pro­tag­o­nizó des­de una moto la car­a­vana «La otra cam­paña», con la que inten­tó agluti­nar a las orga­ni­za­ciones de izquier­das. Regresó a Chi­a­pas en sep­tiem­bre, y entre mar­zo y mayo de 2007 reed­itó la caravana.

Des­de su retiro en la sel­va de Lacan­dona, a finales de 2007 recono­ció que el movimien­to esta­ba «pasa­do de moda» y anun­ció que madura­ba una nue­va for­ma de acción y que se retira­ba de la esce­na públi­ca «por un buen tiem­po». Des­de entonces sus apari­ciones han sido muy escasas.

Su ima­gen fue desmi­ti­fi­ca­da en el libro Mar­cos, la genial impos­tu­ra (1998), de los peri­odis­tas Maite Rico (El País) y Bertrand de la Grange (Le Monde). En la obra se hace ref­er­en­cia a su doble lengua­je, su deseo de pro­tag­o­nis­mo y su afán de con­ver­tirse en un nue­vo Che Gue­vara. El libro des­menuza asimis­mo la figu­ra del obis­po de San Cristóbal de las Casas, Samuel Ruiz (para muchos el prin­ci­pal respal­do de la guer­ril­la zap­atista) y desmiente la supues­ta impor­tan­cia de los indí­ge­nas en las deci­siones del EZLN.

9. El relevo

La ausen­cia de Mar­cos en estos últi­mos años ha impul­sa­do en el EZLN los lid­er­az­gos de coman­dantes como «David» y «Hort­en­sia», ambos de ori­gen tzotzil, y que dirigieron el pasa­do mes de enero los fes­te­jos del 20º aniver­sario del lev­an­tamien­to de Chi­a­pas, unos fes­te­jos a los que Mar­cos no acudió.

Para algunos anal­is­tas, la guer­ril­la (que otros comen­taris­tas ven en pro­ce­so de desapari­ción) estaría hacien­do sitio al fin, 20 años después, a los líderes indí­ge­nas, un camino que la reti­ra­da del pro­pio Mar­cos podría ayu­dar a despejar.

En este sen­ti­do, el pro­pio Mar­cos habla en su últi­mo comu­ni­ca­do de la exis­ten­cia de un rev­elo de clase (de la clase media ilustra­da al indí­ge­na campesino), de raza (de la direc­ción mes­ti­za a la direc­ción neta­mente indí­ge­na) y de pen­samien­to («de la toma del poder de arri­ba a la creación del poder de aba­jo, de la políti­ca pro­fe­sion­al a la políti­ca cotid­i­ana, de los líderes, a los pueblos»).

10. Veinte años después

Con respec­to a Chi­a­pas, donde exis­ten actual­mente diver­sas comu­nidades zap­atis­tas, con diri­gentes que aún se escon­den a la pren­sa, la región se sigue enfrentan­do a muchos de los prob­le­mas que causaron el lev­an­tamien­to de 1994. Un total de 55 munici­p­ios del Esta­do están den­tro de la lla­ma­da Cruza­da Con­tra el Ham­bre,  pero este pro­gra­ma social no lle­ga a las comu­nidades zap­atis­tas por no cumplir los cri­te­rios que pide el Gob­ier­no, como el pago de impuestos por la tier­ra. Chi­a­pas es la segun­da enti­dad del país con may­or gra­do de mar­ginación; el 78,4% de su población vive en situación de pobreza, y pre­sen­ta el índice más alto de anal­fa­betismo, un 18%, el triple de la media nacional.

Según señala al diario El País Víc­tor Hugo López Rodríguez, direc­tor del Cen­tro de Dere­chos Humanos Fray Bar­tolomé de las Casas (Fray­ba), «la vio­len­cia estruc­tur­al es más vigente que nun­ca: pobreza, impunidad, crim­i­nal­ización. Lo que cam­bió es que se vis­i­bi­lizó el actor, se creó el sen­ti­do de dig­nidad indígena».

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