La tragedia minera en Turquía, el último zarpazo de un oficio que se cobra miles de vidas cada año

Miguel Máiquez, 18/5/2014

En una con­tro­ver­ti­da respues­ta que con­tribuyó no poco a encen­der los áni­mos de los afec­ta­dos por la trage­dia ocur­ri­da el pasa­do martes en la mina de Soma, el primer min­istro tur­co, Recep Tayip Erdo­gan, inten­tó rel­a­tivizar la mag­ni­tud del desas­tre afir­man­do que se tra­ta de algo inevitable: «Los acci­dentes en las minas pasan con fre­cuen­cia, son cosas nor­males», dijo. Y, para ilus­trar­lo, acud­ió a ejem­p­los de otros sinie­stros… ocur­ri­dos en el siglo XIX: «He repasa­do la his­to­ria: unas 204 per­sonas murieron en el Reino Unido al desplo­marse una mina en 1838; otros 361 mineros fal­l­ecieron en ese mis­mo país en 1866, y 290 en 1894. Y en Esta­dos Unidos, con toda su tec­nología, murieron 307 mineros en 1907. Es algo habit­u­al». En su pro­pio país, tan solo unas horas antes y ya en pleno siglo XXI, acaba­ban de morir 302, según el recuen­to ofi­cial de víc­ti­mas dado por defin­i­ti­vo este viernes por las autori­dades locales.

El acci­dente de Soma, por el que nadie, ni en el Gob­ier­no ni en la empre­sa min­era, ha asum­i­do respon­s­abil­i­dades aún, y del que todavía se descono­cen las causas exac­tas, ha reabier­to la brecha entre el Ejec­u­ti­vo tur­co y bue­na parte de la población del país, un descon­tento que se ini­ció hace aprox­i­mada­mente un año a raíz de las protes­tas ciu­dadanas orig­i­nadas en el par­que Gezi, en Estam­bul, y que se inten­si­ficó después con el escán­da­lo de cor­rup­ción rela­ciona­do con el cléri­go islámi­co Fetul­lah Gülen. Aho­ra, la trage­dia min­era puede supon­er otro impor­tante tropiezo en las aspira­ciones de Erdo­gan para ser reelegi­do en los comi­cios pres­i­den­ciales del próx­i­mo mes de agos­to, a pesar de que el primer min­istro islamista cuen­ta todavía con un impor­tante e incondi­cional apoyo elec­toral, sobre todo en las zonas rurales.

Y, sin embar­go, las para muchos injus­ti­fi­ca­bles declara­ciones de Erdo­gan tienen, des­gra­ci­ada­mente, algo de cier­to: para dece­nas de miles de tra­ba­jadores en muchos país­es del mun­do, la mina sigue sien­do la mis­ma tram­pa mor­tal que era en el siglo XIX. La impor­tante difer­en­cia, omi­ti­da por el primer min­istro tur­co en su repa­so históri­co, es que el prob­le­ma no es aho­ra tan­to tec­nológi­co como económi­co. La búsque­da por obten­er un máx­i­mo rendimien­to hace que las leyes sobre seguri­dad lab­o­ral se ignoren o no sean lo sufi­cien­te­mente duras en muchos casos, una situación a la que hay que sumar la fal­ta de lib­er­tad para protes­tar y la debil­i­dad de los sindi­catos en algunos de los país­es, como Chi­na, Rusia o la propia Turquía, donde son más graves y fre­cuentes estos accidentes.

No exis­ten cifras ver­i­fi­cadas del número de acci­dentes mor­tales rela­ciona­dos con la min­ería, pero, según diver­sos informes de la Orga­ni­zación Inter­na­cional del Tra­ba­jo (OIT), cada año mueren en el mun­do más de 1.200 mineros como con­se­cuen­cia de desprendimien­tos, explo­siones, intox­i­ca­ciones por gas, incen­dios, inun­da­ciones y otros acci­dentes, tan­to en explota­ciones sub­ter­ráneas como en super­fi­cie. Otras fuentes y sindi­catos inter­na­cionales del sec­tor con­sid­er­an que la cifra real es mucho may­or (alrede­dor de 10.000), dado que muchos de los acci­dentes se pro­ducen en minas «irreg­u­lares» de país­es en desar­rol­lo, sin con­troles ofi­ciales. La OIT cal­cu­la que la min­ería emplea a cer­ca del 1% de la fuerza lab­o­ral mundi­al y gen­era el 8% del total de acci­dentes mortales.

Según datos de esta mis­ma orga­ni­zación, depen­di­ente de Naciones Unidas, 1.173 mineros murieron en acci­dentes lab­o­rales en Turquía entre 2001 y 2012. La OIT estable­ció en 1995 un Con­ve­nio sobre Seguri­dad y Salud en las Minas, pero Turquía, a pesar de la impor­tan­cia del sec­tor en este país, no se encuen­tra entre las 29 naciones que lo firmaron.

Estas son las claves del peor acci­dente minero en la his­to­ria tur­ca, y de la fal­ta de seguri­dad que sigue aque­jan­do al sec­tor, doscien­tos años después del apo­geo de la Rev­olu­ción Industrial.

El accidente de Soma

El acci­dente que ha con­mo­ciona­do a la sociedad tur­ca se pro­du­jo el pasa­do martes en una mina de car­bón situ­a­da cer­ca de la local­i­dad de Soma, en el oeste del país, a unos 500 kilómet­ros de Estam­bul. Aunque las causas exac­tas siguen sin cono­cerse, el ori­gen pudo estar en la explosión de un trans­for­mador eléc­tri­co que desató un incen­dio. La may­oría de las muertes (302, según el últi­mo cóm­puto ofi­cial, dado a cono­cer el viernes) se pro­du­jeron por inhalación de monóx­i­do de car­bono. La pres­en­cia de este gas com­plicó asimis­mo las labores de rescate.

Uno de los tra­ba­jadores de los equipos de rescate relató a la cade­na Euronews que después del acci­dente los mineros se abal­an­zaron hacia las sal­i­das pero «murieron de inmedi­a­to, se desplo­maron ante las puer­tas». «Por eso hizo fal­ta tan­to tiem­po para rescatar los cuer­pos, porque no se podían abrir las puer­tas, ya que esta­ban blo­queadas. Los cuer­pos tenían que recogerse uno a uno y se llev­a­ban a los hos­pi­tales, pero allí ya no había sitio, las morgues esta­ban llenas», añadió.

La mina

Pese a que el Gob­ier­no tur­co ha afir­ma­do que la mina de Soma era una de las «más seguras» del país, medios de comu­ni­cación locales han pub­li­ca­do estos días que la explotación tenía tan solo un refu­gio de cin­co met­ros cuadra­dos para los cer­ca de 6.500 mineros que tra­ba­jan habit­ual­mente en ella. La empre­sa propi­etaria, Soma Hold­ings, un con­sor­cio que com­pró la mina al Gob­ier­no, den­tro de la políti­ca de pri­va­ti­za­ciones impul­sa­da por el Ejec­u­ti­vo islamista de Erdo­gan, había declar­a­do por su parte, en diver­sas oca­siones antes del acci­dente, que las insta­la­ciones con­ta­ban con var­ios refugios.

Otro aspec­to polémi­co son las bue­nas rela­ciones exis­tentes entre el Gob­ier­no y Soma Hold­ings, y las acusa­ciones según las cuales la ven­ta de la mina se llevó a cabo en condi­ciones muy favor­ables para la com­pañía. Según se ha pub­li­ca­do, Melike Dogru, esposa del direc­tor gen­er­al de la empre­sa, es con­se­jera del par­tido del Gob­ier­no, el AKP.

Unas tres sem­anas antes de la trage­dia, diputa­dos del prin­ci­pal par­tido de la oposi­ción (CHP) denun­cia­ron la «mala gestión» de la mina en una moción pre­sen­ta­da en el Par­la­men­to tur­co. La moción fue rec­haz­a­da por el par­tido en el poder, ale­gan­do que «el úni­co obje­ti­vo era el de desa­cred­i­tar al AKP ante los tra­ba­jadores». El Min­is­te­rio de Tra­ba­jo ren­ovó en mar­zo todos los per­misos de seguri­dad a la mina. El min­istro de Energía la vis­itó en 2013 y alabó sus condi­ciones de trabajo.

Por otra parte, el Gob­ier­no tuvo que recono­cer tras el acci­dente que desconocía el número exac­to de tra­ba­jadores que esta­ban emplea­d­os en la mina de Soma, lo que ha dado lugar a espec­u­la­ciones sobre la posi­bil­i­dad de que algunos de ellos estu­viesen con­trata­dos de for­ma ile­gal, y de que hubiese inclu­so menores.

A pesar del desas­tre, la mina seguirá explotán­dose, sal­vo decisión de las autori­dades en con­tra, y según avanzó el propi­etario de Soma Hold­ing, Alp Gürkan, quien ha nega­do que la empre­sa emplease a obreros de sub­con­tratas, y ha reit­er­a­do que la mina había pasa­do todas las inspec­ciones de seguri­dad. Akin Çelik, un alto car­go de la empre­sa, reit­eró por su parte que la com­pañía «no ha cometi­do errores de neg­li­gen­cia», pese a admi­tir que la cámara de super­viven­cia, apta para 500 per­sonas, no pudo ser uti­liza­da por estar en fase de ser desmon­ta­da para ser traslada­da a otro emplazamiento.

Var­ios mineros de entre los últi­mos que salieron con vida del pozo declararon este viernes en una entre­vista con la cade­na NTV que se quita­ban las más­caras «porque esta­ban rotas». «No duran más de diez min­u­tos», aseguraron.

Tensión y protestas

Ni los tres días de luto nacional dec­re­ta­dos por el Gob­ier­no tur­co tras el acci­dente, ni las prome­sas de inves­ti­gar «has­ta el últi­mo detalle» con­sigu­ieron con­tener la rabia y el descon­tento gen­er­a­dos por la trage­dia. Var­ios sindi­catos con­vo­caron una huel­ga gen­er­al en protes­ta por la inse­guri­dad lab­o­ral, y las man­i­festa­ciones de rec­ha­zo con­tra el Ejec­u­ti­vo sac­aron a miles de per­sonas a la calle en Estam­bul y en la cap­i­tal, Ankara, así como en otras ciu­dades del país, como Esmir­na, Mersin o Antalya. En Ankara y Estam­bul la policía inter­vi­no con­tra los man­i­fes­tantes con cañones de agua a pre­sión y gas lacrimógeno, y se pro­du­jeron graves enfrentamientos.

La indi­gnación, ali­men­ta­da por las men­cionadas declara­ciones de Erdo­gan, en las que com­pa­ra­ba el acci­dente con otros ocur­ri­dos en la min­ería en el pasa­do en diver­sas partes del mun­do, alcanzó su pun­to más alto tras la difusión de un vídeo en el que podía verse a un asesor del primer min­istro pate­an­do a un veci­no de Soma mien­tras era suje­ta­do en el sue­lo por dos policías, durante la vista de Erdo­gan a la localidad.

Primeras detenciones

La policía tur­ca ha detenido ya a 24 per­sonas, entre ellas var­ios respon­s­ables de Soma Hold­ings, la empre­sa gesto­ra de la mina de Soma, según infor­maron este domin­go las emiso­ras locales. Los detenidos son sospe­chosos de causar muertes «por neg­li­gen­cia y des­cui­do» en el acci­dente minero del martes pasado.

Los arresta­dos, cuyo número podría aumen­tar en los próx­i­mos días, según la agen­cia de noti­cias Anadolu, iban a ser envi­a­dos al tri­bunal este domin­go, con­fir­maron las autori­dades turcas.

Entre los detenidos desta­can algunos altos car­gos de Soma Hold­ings, como su direc­tor gen­er­al, Ramazan Dogru; el direc­tor de opera­ciones, Akin Celik, y el sub­di­rec­tor financiero, Ali Ulu.

Las privatizaciones, en el punto de mira

La ley tur­ca no obliga a que las minas dispon­gan de una cámara de super­viven­cia, y Turquía no ha fir­ma­do la Con­ven­ción de la OIT sobre Seguri­dad y Salud en las Minas. Des­de 2004, la leg­is­lación tur­ca per­mite que las minas sean explotadas por com­pañías pri­vadas, empre­sas que, en teoría, deben some­terse a los requer­im­ien­tos de seguri­dad y salud impuestos por el Gob­ier­no (la últi­ma ley sobre seguri­dad lab­o­ral, aproba­da en 2012, obliga a estas empre­sas a lle­var a cabo análi­sis de ries­gos y a imple­men­tar las medi­das nece­sarias, incluyen­do la adop­ción de nuevas tec­nologías). Pero, según señalan los exper­tos del sec­tor, los con­troles están muy divi­di­dos entre difer­entes autori­dades, y la coor­di­nación es insuficiente.

Ozgur Ozel, un diputa­do del prin­ci­pal par­tido de la oposi­ción (CHP), resumía así el prob­le­ma en declara­ciones a SES Türkiye: «El Esta­do tiene una mina, y decide alquilar­la a alguien en lugar de explotar­la él mis­mo. Pero la mina sigue sien­do la mis­ma, tiene la mis­ma can­ti­dad de car­bón. ¿Cómo puede [la com­pañía] incre­men­tar sus ben­efi­cios si no se puede incre­men­tar la can­ti­dad de car­bón? Reducien­do los costes ¿Qué costes? Los rela­ciona­dos con la seguri­dad y la salud de los tra­ba­jadores». El diputa­do señala además que, puesto que el Esta­do es quien com­pra el car­bón y el que establece de ante­mano la can­ti­dad que puede ser explota­da, las com­pañias pri­vadas que explotan las minas «no tienen más opción que reducir costes si quieren obten­er beneficios».

Más de 3.000 tra­ba­jadores han muer­to y alrede­dor de 100.000 han resul­ta­do heri­dos en acci­dentes mineros en Turquía des­de 1941, según datos de la agen­cia guber­na­men­tal de estadís­ti­ca Turk­Stat. Más del 10% de los acci­dentes lab­o­rales ocur­ri­dos en el país el año pasa­do tuvieron lugar en el sec­tor minero.

De acuer­do con un informe pub­li­ca­do en 2010 por la Econ­o­my Pol­i­cy Research Foun­da­tion of Turkey (TEPAV), la tasa de muertes rela­cionadas con acci­dentes mineros en Turquía supera a las de los país­es may­ores pro­duc­tores de car­bón en número de fal­l­e­ci­dos por tonela­da extraí­da (sería seis veces supe­ri­or a la de Chi­na y has­ta 30 veces may­or que las de la India y Sudáfrica). El mis­mo informe sub­raya que las minas explotadas por empre­sas pri­vadas y sub­con­tratadas pre­sen­tan un may­or ries­go de acci­den­tal­i­dad, y que el número de muertes en las minas pri­vadas se ha incre­men­ta­do noto­ri­a­mente des­de 2008.

Trabajo de alto riesgo

Las minas de car­bón pro­ducen una atmós­fera alta­mente con­t­a­m­i­nante y explo­si­va, debido a la gran can­ti­dad de gas­es que se encuen­tran absorbidos en este min­er­al. La tox­i­ci­dad y explo­sivi­dad que pre­sen­tan estos gas­es hace muy peli­grosa la labor de los tra­ba­jadores. Los avances tec­nológi­cos, tan­to en el equipamien­to como en las propias insta­la­ciones, han logra­do reducir sen­si­ble­mente el número de fal­l­e­ci­dos en las últi­mas décadas, pero miles de tra­ba­jadores siguen murien­do cada año como con­se­cuen­cia de acci­dentes mineros.

La may­or trage­dia en una mina de Turquía has­ta aho­ra sucedió en 1992, cuan­do una explosión de grisú mató a 263 mineros. El segun­do y el ter­cer peor sinie­stro en este país tuvieron lugar en 1983 y en 1990, y dejaron 103 y 68 muer­tos, respec­ti­va­mente, por sendas explo­siones de gas metano.

El may­or número de acci­dentes, no obstante, lo osten­ta Chi­na, que pro­duce un ter­cio del car­bón mundi­al y emplea a la mitad de los mineros del mun­do. Según datos del Gob­ier­no chi­no, en 2013 fal­l­ecieron en acci­dentes 1.049 mineros en este país, un 24% menos que en 2012. En 2003 murieron más de 7.000.

En com­para­ción, en el Reino Unido, donde históri­ca­mente ha habido un gran número de muertes en la mina, la media entre 2007 y 2012 fue de seis fal­l­e­ci­dos al año, el 1% del total de muertes en acci­dentes lab­o­rales ocur­ri­das en el país. En Esta­dos Unidos, las muertes por acci­dentes mineros han caí­do des­de 100 al año en los años noven­ta a 35 anuales entre 2009 y 2012, según datos del Depar­ta­men­to de Tra­ba­jo estadounidense.

No solo en la mina

Las muertes rela­cionadas con la min­ería del car­bón no se pro­ducen tan solo en los pozos. La con­t­a­m­i­nación deriva­da de estas explota­ciones es asimis­mo la causa de miles de muertes pre­mat­uras al año, tan­to entre los pro­pios tra­ba­jadores como entre la población col­in­dante. En este sen­ti­do, un estu­dio cita­do por el diario británi­co The Guardian indi­ca que las emi­siones de explota­ciones de car­bón en Chi­na fueron respon­s­ables de unas 250.000 muertes en 2011. Otro informe, lle­va­do a cabo en un cen­te­nar de minas de car­bón de la India por un exger­ente del depar­ta­men­to de con­t­a­m­i­nación del Ban­co Mundi­al, cifra en entre 80.000 y 120.000 el número de muertes pre­mat­uras en este país a causa de emi­siones proce­dentes de minas de car­bón, que habrían provo­ca­do asimis­mo unos 20 mil­lones de nuevos casos de asma. Ambos estu­dios fueron patroci­na­dos por Green­peace.

Un ter­cer estu­dio, elab­o­ra­do por la Uni­ver­si­dad de Stut­gart, en Ale­ma­nia, cal­cu­la que la con­t­a­m­i­nación atmos­féri­ca que pro­ducen las 300 may­ores minas de car­bón de Europa es la causa de 22.300 muertes pre­mat­uras al año, y cues­ta a las arcas públi­cas miles de mil­lones de euros en con­cep­to de tratamien­tos san­i­tar­ios y días per­di­dos de trabajo.

Por otra parte, y como señala tam­bién en The Guardian Karl Math­iesen, peri­odista espe­cial­iza­do en infor­ma­ción medioam­bi­en­tal, la indus­tria del car­bón, cada vez más cues­tion­a­da por su impacto en el cam­bio climáti­co y por su alto coste humano, «no es solo un gran nego­cio; es tam­bién el resul­ta­do de situa­ciones de gran pobreza, ya que son a menudo los más pobres del mun­do quienes descien­den a oscuros pozos para recoger el mate­r­i­al, vivien­do cor­tas e intol­er­a­bles vidas».

Los peores accidentes de la historia reciente

  • Chi­na tiene el récord del may­or número de per­sonas fal­l­e­ci­das en un solo desas­tre minero. Ocur­rió el 26 de abril de 1942, cuan­do murieron 1.572 per­sonas en una explosión en la mina de car­bón Honkeiko.
  • Tam­bién en Chi­na, en febrero de 2005, una explosión de gas en la mina de car­bón Sun­ji­awan de la estatal Fux­in Coal Indus­try Group, dejó 214 per­sonas muer­tas. Meses más tarde, en noviem­bre de ese mis­mo año, una explosión de gas se cobró 169 vidas en la mina estatal de car­bón Dongfeng, en la provin­cia de Heilongjiang.
  • En sep­tiem­bre de 2006, 50 mineros murieron al der­rum­barse el techo de una mina de car­bón a causa de una explosión en el esta­do ori­en­tal de Jhark­hand, en la India.
  • Al año sigu­iente, el 19 de mar­zo de 2007, una explosión de metano causó la muerte de al menos 110 per­sonas en una mina de car­bón siberi­ana, en Rusia, en el peor acci­dente reg­istra­do en una déca­da en las minas del país, muchas de las cuales están obso­le­tas y care­cen de mod­er­nos equipos.
  • El 21 de noviem­bre de 2009, nue­va­mente en Chi­na, una explosión de gas en una mina de car­bón dejó 108 muer­tos. Más de 500 de per­sonas esta­ban tra­ba­jan­do en el momen­to de la explosión, pero la may­oría logró escapar. Ocur­rió en la mina Xinx­ing cer­ca de la ciu­dad de Hegang, en el noreste del país.
  • En mar­zo de 2010 al menos 200 per­sonas murieron cuan­do una zan­ja se der­rum­bó en una mina de oro en Sier­ra Leona.
  • Meses más tarde, en junio de ese mis­mo año, la acu­mu­lación de gas­es provocó una explosión en una mina de car­bón cer­ca del munici­pio de Amagá, en el depar­ta­men­to de Antio­quia, Colom­bia, dejan­do 73 per­sonas muertas.
  • El 5 de agos­to de 2010 quedaron atra­pa­dos 33 mineros en un acci­dente en el yacimien­to San José, cer­cano a Copi­apó, en Chile. Has­ta el 22 de agos­to no se supo si esta­ban con vida o no. El der­rumbe se pro­du­jo a más de 700 met­ros de pro­fun­di­dad. El 13 de octubre fue rescata­do el primero de los 33 mineros, y 22 horas después, el últi­mo.
  • En España, seis tra­ba­jadores murieron el 28 de octubre de 2013 por una intox­i­cación de gas metano, en el Pozo Emilio del Valle de la local­i­dad leone­sa de Llombera de Gordón. Fue la trage­dia más grave ocur­ri­da en la min­ería españo­la en los últi­mos 18 años, des­de que catorce mineros perdieron la vida en 1995 tras una explosión de gas grisú en el pozo San Nicolás, perteneciente a Hunosa, en la cuen­ca min­era de la local­i­dad asturi­ana de Mieres.

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