El ébola extiende su rastro mortal mientras la cura se estanca por falta de financiación

Miguel Máiquez, 6/4/2014

Es uno de los virus más letales para el ser humano, con una tasa de mor­tal­i­dad, en sus brotes epidémi­cos, de entre el 25% y el 90%. No existe aún ni tratamien­to ni vac­u­na para hac­er­le frente, y, aunque se está exper­i­men­tan­do con resul­ta­dos pos­i­tivos, el desar­rol­lo de lo con­segui­do avan­za muy lenta­mente, entre otras cosas, por prob­le­mas de financiación.

Su apari­ción, has­ta aho­ra siem­pre en país­es de África Cen­tral y Occi­den­tal cer­canos a sel­vas trop­i­cales, dis­para per­iódica­mente las alar­mas en todo el mun­do e inclu­so la imag­i­nación de Hol­ly­wood (hay varias pelícu­las basadas en una teóri­ca epi­demia mundi­al), pero los avances reales, casi 40 años después de que se detec­tara el primer brote epidémi­co, siguen sien­do espec­tac­u­lar­mente escasos.

El ébo­la, una ame­naza no solo para la salud, sino tam­bién para la seguri­dad, dado su poten­cial uso como arma bac­te­ri­ológ­i­ca, sigue tenien­do el camino libre, y la úni­ca defen­sa pasa, de momen­to, por medi­das pre­ven­ti­vas. Tal vez, has­ta que el virus dé el salto y se cuele en el Primer Mun­do, o has­ta que haya indi­cios sol­ventes de que podría ser uti­liza­do por bioter­ror­is­tas.

El brote actu­al, orig­i­na­do en Guinea hace unos dos meses y cuya gravedad ha sido cal­i­fi­ca­da como «sin prece­dentes» por la ONG Médi­cos Sin Fron­teras, se ha cobra­do ya la vida de 96 per­sonas (87 en en la propia Guinea, siete en Liberia y dos en Sier­ra Leona), y hay al menos 137 casos confirmados.

En una sem­ana, el numero de afec­ta­dos ha aumen­ta­do en un 60%, pero el prob­le­ma prin­ci­pal es que, por primera vez, el virus ha alcan­za­do una gran ciu­dad, la cap­i­tal de Guinea, Kon­akri, con una población cer­cana a los dos mil­lones de habi­tantes. Este jueves la pre­ocu­pación aumen­tó al anun­ciar el Gob­ier­no de Mali la apari­ción en este país de tres casos sospe­chosos que han sido puestos en aislamiento.

Las autori­dades locales están inten­ta­do lan­zar men­sajes de tran­quil­i­dad. La emba­ja­da de la Repúbli­ca de Guinea en España, por ejem­p­lo, ha emi­ti­do un comu­ni­ca­do en el que señala que «se ve en la obligación» de infor­mar sobre la situación en el país, al tiem­po que desta­ca que la epi­demia «está bajo con­trol» y pide que no cun­da el pánico.

Pero el miedo ha empeza­do a exten­der­se. El viernes, un vue­lo de Air France proce­dente de Guinea fue inmov­i­liza­do durante dos horas en el aerop­uer­to parisi­no de Charles de Gaulle por la sospecha, final­mente fal­sa, de que uno de sus pasajeros podía estar con­ta­gia­do por el virus. Y Ara­bia Saudí, a donde cada año via­jan miles de musul­manes en pere­gri­nación a La Meca, ha sus­pendi­do tem­po­ral­mente los visa­dos a ciu­dadanos guineanos.

Estas son las claves, en pre­gun­tas y respuestas:

¿Cómo es el virus del ébola?

El virus ébo­la pertenece a la famil­ia Filoviri­dae (género Filovirus). Es el cau­sante de la fiebre hemor­rág­i­ca viral del ébo­la, una enfer­medad infec­ciosa, alta­mente con­ta­giosa y muy sev­era, que afec­ta tan­to a ani­males como a seres humanos.

El ébo­la se detec­tó por primera vez en 1976 en dos brotes epidémi­cos casi simultá­neos ocur­ri­dos en Nzara (Sudán) y Yam­buku (actu­al Repúbli­ca Democráti­ca del Con­go). La aldea en que se pro­du­jo el segun­do de ellos está situ­a­da cer­ca del río ébo­la, que da nom­bre al virus.

Exis­ten cin­co var­iedades del ébo­la: Sudán, Zaire, Reston, Côte d’Ivoire (Cos­ta de Marfil) y Bundibu­gyo. Los tipos Sudán, Zaire y Bundibu­gyo son los que se han aso­ci­a­do a impor­tantes brotes de fiebre hemor­rág­i­ca en África.

De momen­to, el ébo­la solo está acti­vo en el con­ti­nente africano, pero con­sti­tuye una ame­naza para la salud glob­al, ya que existe el peli­gro de que se pue­da expandir a otros lugares a través de per­sonas que via­jan a zonas en ries­go y vuel­ven después a sus país­es de ori­gen sin ser con­scientes de que están incuban­do la enfermedad.

¿Cómo se contagia?

El ébo­la es trans­mi­ti­do al ser humano por ani­males sal­va­jes y se propa­ga en las pobla­ciones humanas por con­tac­to direc­to con san­gre, líqui­dos orgáni­cos (sali­va, sudor, ori­na, vómi­to) o teji­dos de las per­sonas infec­tadas. El peri­o­do de incubación varía de dos a 21 días, si bien lo más nor­mal es de cin­co a doce días.

Aunque los monos han sido una fuente de infec­ción para las per­sonas, se con­sid­era que los mur­ciéla­gos de la fru­ta de la famil­ia Pteropo­di­dae son los hués­pedes nat­u­rales del virus.

Para evi­tar el con­ta­gio, la Orga­ni­zación Mundi­al de la Salud (OMS) recomien­da evi­tar el con­tac­to con monos y el con­sumo de su carne cru­da, así como el con­tac­to físi­co estre­cho con pacientes infec­ta­dos por el virus.

Los tra­ba­jadores san­i­tar­ios que atien­den a pacientes con infec­ción pre­sun­ta o con­fir­ma­da deben aplicar medi­das de pre­cau­ción para evi­tar cualquier exposi­ción a la san­gre o líqui­dos cor­po­rales del paciente, así como el con­tac­to direc­to sin pro­tec­ción con el entorno posi­ble­mente contaminado.

Los ritos funer­ar­ios en los que los famil­iares lavan el cuer­po del difun­to tam­bién son una fuente impor­tante de ries­go de con­ta­gio en las comu­nidades afectadas.

¿Cuáles son los síntomas y por qué es tan letal?

En las primeras fas­es de la enfer­medad, los afec­ta­dos por el virus pre­sen­tan fiebres altas de casi 40 gra­dos, fuertes dolores de cabeza, debil­i­dad inten­sa y dolor de mús­cu­los, cabeza y gar­gan­ta, segui­dos de vómi­tos, diar­reas, erup­ción cutánea, fun­ciones renal y hep­áti­cas alter­adas e inten­sas hemor­ra­gias inter­nas y externas.

El virus aca­ba cau­san­do la muerte del 90% de los infec­ta­dos debido a las hemor­ra­gias que provo­ca. Al no exi­s­tir aún un tratamien­to o vac­u­na especí­fi­cos, los cuida­dos inten­sivos que requieren los casos graves se cen­tran en inten­tar bajar la fiebre y en cor­tar las hemorragias.

Según expli­ca a Efe el direc­tor del Insti­tu­to Uni­ver­si­tario de Enfer­medades Trop­i­cales y Salud Públi­ca de Canarias, Basilio Val­ladares, se ha encon­tra­do el virus en el semen de pacientes super­vivientes (el 10% del total) has­ta 60 días después de haberse detec­ta­do la enfer­medad, lo que demues­tra su alta virulencia.

El espe­cial­ista desta­ca, no obstante, que la enfer­medad se ha aten­u­a­do a medi­da que ha ido pasan­do por humanos. En el últi­mo brote detec­ta­do en Guinea ha mata­do, de momen­to, al 60% de los pacientes.

¿Cómo puede contenerse?

La pre­ven­ción e higiene en las escue­las, así como la infor­ma­ción a la población local, son fun­da­men­tales para poder con­tener el brote de ébo­la que con­tinúa propagán­dose en algunos país­es de África Occi­den­tal. Según expli­ca a Europa Press la direc­to­ra de la ONG Plan Inter­na­cional en España, Con­cha López, «los país­es afec­ta­dos tienen un bajo Índice de Desar­rol­lo Humano y se enfrentan a sev­eras difi­cul­tades por sus frágiles sis­temas de salud y saneamien­to». «Si el ébo­la con­tinúa extendién­dose sin una pre­ven­ción acti­va, podría sobrepasar fácil­mente su capaci­dad de reac­ción, que ya está alcan­zan­do sus límites», añade.

La ONG insiste en que la infor­ma­ción ade­cua­da y opor­tu­na puede sal­var vidas, ya que, aunque no hay vac­u­na ni cura para el ébo­la, hábitos como lavarse las manos pueden con­tribuir a deten­er la infec­ción y su propa­gación: «Debe­mos actu­ar ráp­i­da­mente para ase­gu­rarnos de que la infor­ma­ción cor­rec­ta lle­ga a las comu­nidades de los país­es afec­ta­dos sin más demo­ra», indi­ca el direc­tor region­al de Plan Inter­na­cional para África Cen­tral y Sudo­ci­den­tal, Adama Coulibaly, quien advierte asimis­mo de que «los rumores equívo­cos que abun­dan en las zonas afec­tadas difi­cul­tan la respues­ta del gob­ier­no y de los organ­is­mos humanitarios».

Este viernes, una tur­ba atacó un cen­tro médi­co en la local­i­dad guineana de Macen­ta donde Médi­cos Sin Fron­teras (MSF) está tratan­do a per­sonas afec­tadas por el brote, según con­fir­mó el por­tavoz de la orga­ni­zación, Sam Tay­lor: «Hemos evac­ua­do a todo nue­stro per­son­al y hemos cer­ra­do el cen­tro de tratamien­to», indicó. El ori­gen del asalto habría sido la fumi­gación de una vivien­da sin el con­sen­timien­to de sus inquili­nos. En la casa, supues­ta­mente, había fal­l­e­ci­do una per­sona con sín­tomas de fiebre hemor­rág­i­ca. Uno de los habi­tantes de esta vivien­da se opu­so a la fumi­gación y negó que la per­sona muer­ta hubiera con­traí­do el virus. El por­tavoz de la ONG afir­mó que los ata­cantes han acu­sa­do a MSF de «traer la enfer­medad a Macenta».

¿Cuáles han sido los principales brotes hasta ahora?

El primer brote, el detec­ta­do en 1976 en Sudán y la actu­al Repúbli­ca Democráti­ca del Con­go, afec­tó a 318 per­sonas y causó 280 muertes, lo que supone un índice de mor­tal­i­dad del 88%. Des­de entonces el ébo­la ha con­tin­u­a­do apare­cien­do de for­ma per­iódi­ca en África Cen­tral y Occidental.

En 1995 una epi­demia en Kiwit (en el entonces Zaire) afec­tó a 315 per­sonas y mató a 254 (81%). El brote, que tuvo su ori­gen en un leñador, se extendió a través de los hos­pi­tales. Un año después, en enero de 1996, la var­iedad ébo­la-Zaire atacó Gabón, con 31 casos diag­nos­ti­ca­dos y 21 fal­l­ec­imien­tos. Este país volvió a resul­tar afec­ta­do entre julio y diciem­bre de ese mis­mo año, esta vez en la región de Boue, donde se ais­laron 60 casos y murieron 45 per­sonas. El virus se trasladó a través de una médi­co de Gabón a Johan­nes­bur­go (Sudáfrica), donde afec­tó a dos per­sonas, una de las cuales murió.

El brote actu­al ha sido cau­sa­do por la cepa Zaire, la for­ma más letal cono­ci­da del virusEl primer brote del siglo XXI fue detec­ta­do en Ugan­da, en el dis­tri­to de Gulu, al norte del país, donde la var­iedad ébo­la-Sudán infec­tó en el año 2000 a 425 per­sonas, de las que fal­l­ecieron 224. Entre 2001 y 2002 se con­fir­mó un nue­vo brote en Gabón, que pos­te­ri­or­mente se extendió a la veci­na Repúbli­ca del Con­go. El bal­ance de la OMS fue de 65 casos con 53 muer­tos en Gabón, y de 59 casos y 44 muer­tos en Congo.

En 2003 se con­tabi­lizaron en Con­go 143 per­sonas afec­tadas por la var­iedad ébo­la-Zaire. Murieron 128 (el 90%). Y en 2007 la enfer­medad rea­pare­ció en la Repúbli­ca Democráti­ca del Con­go, donde afec­tó a 264 per­sonas y mató a 187. Tam­bién en 2007 Ugan­da reg­istró un brote en el dis­tri­to occi­den­tal de Bundibu­gyo, con 149 infec­ta­dos y 37 muertos.

El brote actu­al, declar­a­do en mar­zo en Guinea, ha sido cau­sa­do por la cepa Zaire, la for­ma más letal cono­ci­da del virus.

¿Qué avances ha habido en el tratamiento?

En 1998, el far­ma­cól­o­go nige­ri­ano Mau­rice Iwu anun­ció en el Con­gre­so Inter­na­cional de Botáni­ca que el extrac­to de la fru­ta de Garcinia kola, un árbol de África Occi­den­tal, uti­liza­do por curan­deros locales en otras dolen­cias, detenía el crec­imien­to del virus en prue­bas de lab­o­ra­to­rio. No obstante, aún no se han real­iza­do prue­bas con­cluyentes con ani­males o seres humanos.

Uno de los avances más impor­tantes tuvo lugar en 2012, cuan­do cien­tí­fi­cos del Nation­al Micro­bi­ol­o­gy Lab­o­ra­to­ry (Canadá) admin­is­traron un com­puesto lla­ma­do ZMAb a cua­tro monos, 24 horas después de ser infec­ta­dos con el virus. El ZMAb está com­puesto de tres antic­uer­pos que se obtu­vieron de ratones a los que pre­vi­a­mente se había vac­u­na­do con frag­men­tos del virus. Los monos que reci­bieron el ZMAb sanaron sin sufrir efec­tos secun­dar­ios. Un quin­to simio al que no se le había admin­istra­do el fár­ma­co murió a los cin­co días.

Según expli­caron los inves­ti­gadores, los antic­uer­pos del ZMAb ata­can y neu­tral­izan una gli­co­pro­teí­na en la super­fi­cie del virus que le per­mite entrar e infec­tar las célu­las. Los cien­tí­fi­cos anun­cia­ron entonces su inten­ción de desar­rol­lar un antic­uer­po más potente lla­ma­do Defyrus, que per­mi­tiría, jun­to a una ter­apia de genes antivi­rales, dar con la una cura defin­i­ti­va. Sus pre­vi­siones apunt­a­ban a 2014 para empezar a tra­ba­jar con humanos.

En sep­tiem­bre del año pasa­do, un estu­dio dirigi­do por Robert Sta­he­lin, de la Escuela de Med­i­c­i­na de la Uni­ver­si­dad de Indi­ana (EE UU) rev­eló cómo la pro­teí­na más abun­dante que com­pone el virus del ébo­la, VP40, le per­mite dejar célu­las huésped y dis­em­i­nar la infec­ción a otras célu­las en el cuer­po humano, un hal­laz­go que podría sen­tar las bases para el desar­rol­lo de nuevos fár­ma­cos y estrate­gias de lucha.

Antes, en febrero de 2013, el equipo de inves­ti­gadores del Ser­vi­cio de Micro­bi­ología del Hos­pi­tal 12 de Octubre de Madrid logró dar un primer paso en el blo­queo de la entra­da de los virus del VIH y el ébo­la en las célu­las del sis­tema inmu­ni­tario para impedir que se dis­em­i­nen por el organ­is­mo. El tra­ba­jo, que comen­zó hace diez años y se encuen­tra aún en sus primeras fas­es, se está real­izan­do en colab­o­ración con la Uni­ver­si­dad de Oxford y con el Cen­tro Supe­ri­or de Inves­ti­ga­ciones Cien­tí­fi­cas (CSIC) en Sevilla.

¿A qué problemas se enfrentan los científicos?

Las inves­ti­ga­ciones que se están lle­van­do a cabo actual­mente para la con­se­cu­ción de una vac­u­na y un tratamien­to con­tra el ébo­la se enfrentan a dos prob­le­mas fun­da­men­tales: por un lado, todavía no se cono­cen todas las pro­teí­nas del virus; por otro, tan solo exis­ten cin­co lab­o­ra­to­rios en el mun­do equipa­dos para tra­ba­jar direc­ta­mente con este tipo de virus, conc­re­ta­mente, en Esta­dos Unidos, Canadá, Rusia, Fran­cia y Ale­ma­nia. Los más cono­ci­dos son el lab­o­ra­to­rio del CDC (Cen­ter for Dis­ease Con­trol, Cen­tro para el Con­trol de Enfer­medades), en Atlanta (Geor­gia, EE UU), y el USAMRIID (Unit­ed States Army Med­ical Research Insti­tute for Infec­tious Dis­eases, Insti­tu­to de Inves­ti­gación Médi­ca del Ejérci­to de los Esta­dos Unidos para Enfer­medades Infecciosas).

Pero el obstácu­lo más impor­tante es la fal­ta de finan­ciación. Según expli­ca a la revista dig­i­tal Mate­ria el biól­o­go esta­dounidense Lar­ry Zeitlin, uno de los des­cubri­dores del cóc­tel de pro­teí­nas que ha con­segui­do fre­nar la infec­ción en monos, «el prin­ci­pal prob­le­ma, al menos para nosotros, es el apoyo económi­co. Recibi­mos finan­ciación del Gob­ier­no esta­dounidense, pero lle­ga a bor­botones, lo que hace muy difí­cil desar­rol­lar ráp­i­da­mente un fármaco».

Zeitlin, pres­i­dente de Mapp Bio­phar­ma­ceu­ti­cal, una far­ma­céu­ti­ca que tra­ba­ja con el Ejérci­to de EE UU en temas de biose­guri­dad, añade que «el apoyo pri­va­do podría acel­er­ar el desar­rol­lo, pero los inver­sores gen­eral­mente no están intere­sa­dos en pro­duc­tos como éste, con un pequeño número de pacientes, porque no son muy rentables».

¿Qué ha ocurrido con la farmacéutica Tekmira?

El pasa­do 14 de enero, la com­pañía far­ma­céu­ti­ca cana­di­ense Tek­mi­ra, con sede cen­tral en Van­cou­ver, anun­ció que había real­iza­do la primera prue­ba en seres humanos de su antí­do­to con­tra el ébo­la, cono­ci­do como TKM-Ebo­la, den­tro de las inves­ti­ga­ciones que real­iza bajo un con­tra­to con el Depar­ta­men­to de Defen­sa de Esta­dos Unidos.

El 5 de mar­zo, infor­ma eldiario.es, la empre­sa hizo públi­co que había recibido una ayu­da espe­cial (denom­i­na­da fast-track, y cuyo obje­ti­vo es «facil­i­tar el desar­rol­lo y acel­er­ar la revisión de medica­men­tos para una necesi­dad médi­ca insat­is­fecha»), den­tro de un con­tra­to de 140 mil­lones de dólares, para acel­er­ar su investigación.

Días después, el 22 de mar­zo, se con­fir­mó el brote de ébo­la en Guinea.

El pres­i­dente de Tek­mi­ra, Mark J. Mur­ray, afir­mó que «los nuevos datos demues­tran la super­viven­cia en pri­mates tras haber­les inyec­ta­do dosis letales», y que «la platafor­ma antivi­ral apli­ca­da incluye el antí­do­to antiébola».

Como desta­ca eldiario.es, y puede verse clara­mente en el sigu­iente grá­fi­co del índice Nas­daq, en el últi­mo trimestre las acciones de Tek­mi­ra se han disparado:


Con infor­ma­ción de Efe

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