Pocos humos, muchas dudas: el cigarrillo electrónico

Miguel Máiquez, 23/1/2014

Puede que la ima­gen de alguien soste­nien­do entre los dedos un cig­a­r­ril­lo elec­tróni­co (e‑cig) siga des­per­tan­do curiosi­dad, pero, tenien­do en cuen­ta que su con­sumo se ha trip­li­ca­do en los dos últi­mos años, lo que está claro es que ha deja­do de ser una rareza.

Según un informe de Euromon­i­tor Inter­na­tion­al, agen­cia de inves­ti­gación de hábitos de con­sumo, las ven­tas de cig­a­r­ril­los elec­tróni­cos en el mun­do alcan­zaron en 2012 los 2.000 mil­lones de euros. En Europa super­aron los 500 mil­lones de euros y rep­re­sen­tan ya entre el 2 y el 3% de las ven­tas totales del sec­tor taba­que­ro, con un con­sumo de 7 mil­lones de vaporizadores.

En España, estu­dios real­iza­dos por el pro­pio sec­tor cal­cu­lan en unos 900.000 el número de vapeadores, lo que supon­dría cer­ca del 10% de los fumadores tradi­cionales. En todo el ter­ri­to­rio nacional exis­ten ya unas 300 tien­das espe­cial­izadas. Y todo ello a pesar de que no existe aún ningún estu­dio con­cluyente sobre sus ries­gos para la salud o sobre su efi­ca­cia como méto­do para dejar el taba­co, una de las prin­ci­pales razones que lle­van a muchos usuar­ios a probarlo.

«El pre­cio me parece lo sufi­cien­te­mente razon­able como para dar­le una opor­tu­nidad», cuen­ta Mario (34 años), fumador de cajetil­la diaria y recién ini­ci­a­do en el mun­do del e‑cig: «Yo he opta­do por la modal­i­dad sin nicoti­na. Solo lle­vo una sem­ana, pero está claro que reduce el mono psi­cológi­co. De momen­to he logra­do bajar mi con­sumo de cig­a­r­ril­los nor­males a la mitad. La clave –añade– es que, a difer­en­cia de los parch­es, los chi­cles o las pastil­las, aquí sí haces el gesto de fumar, y te lo crees, aunque, des­de luego, no tienes ese golpe de gar­gan­ta habit­u­al del cig­a­r­ril­lo. Yo lo acon­se­jaría para reducir el con­sumo, pero no diría que es un reme­dio para dejar de fumar».

En 2008, la Orga­ni­zación Mundi­al de la Salud dejó claro que no está com­pro­ba­do que los cig­a­r­ril­los elec­tróni­cos sir­van para dejar de fumar. Y la British Med­ical Jour­nal ha adver­tido de que, de hecho, pueden supon­er una vía para reten­er el hábito entre quienes quieren dejar­lo, así como para volver a socializar su con­sumo en espa­cios cerrados.

En este sen­ti­do, la Aso­ciación Españo­la Con­tra el Cáncer desta­ca que «los fumadores se han habit­u­a­do a man­ten­erse sin fumar durante horas (…) y para muchos, ha sido un ali­ciente para inten­tar dejar de fumar total­mente. Si empiezan a usar el cig­a­r­ril­lo elec­tróni­co, volverán a acos­tum­brarse a usar un susti­tu­to del cig­a­r­ro en lugares donde habían apren­di­do a vivir sin fumar».

Con respec­to a sus efec­tos para la salud, de momen­to no existe con­sen­so (en gran parte porque las sus­tan­cias que incluyen varían de una mar­ca a otra), aunque sí adver­ten­cias. La Sociedad Esta­dounidense de Neumól­o­gos  ha deter­mi­na­do que el pro­duc­to tiene efec­tos adver­sos para los pul­mones y la capaci­dad res­pi­ra­to­ria, una con­clusión que com­parte la Sociedad Españo­la de Neu­mología y Cirugía Torácica.

La Agen­cia Esta­dounidense del Medica­men­to (FDA) indi­ca que algunos de los com­po­nentes de todas las mar­cas –como el agua des­ti­la­da, la glice­ri­na veg­e­tal o el glicerol y el propilengli­col (poten­cial­mente can­cerígenos)– pueden con­ll­e­var ries­gos. Sal­vo la nicoti­na, las sus­tan­cias de estos líqui­dos son empleadas habit­ual­mente en las indus­trias ali­men­ta­ria y far­ma­céu­ti­ca. Los ries­gos que se estu­di­an se cen­tran en saber si esos pro­duc­tos, inhal­a­dos en lugar de ingeri­dos, pueden ser perjudiciales.

A prin­ci­p­ios de año, cien­tí­fi­cos del Insti­tu­to del Cáncer Roswell Park de Buf­fal (EE UU) pub­li­caron un estu­dio, finan­cia­do por una far­ma­céu­ti­ca con tratamien­tos con­tra el tabaquis­mo y por un fab­ri­cante de e‑cigarrillos, según el cual quienes inhalan el vapor de este pro­duc­to pueden estar expuestos a nicoti­na, pero no a otras sus­tan­cias quími­cas pre­sentes en el humo del tabaco.

Para Hele­na (40 años), su apues­ta por el cig­a­r­ril­lo elec­tróni­co tiene que ver con la salud y con la economía: «Nor­mal­mente solo fumo con ami­gos, y con los cig­a­r­ril­los elec­tróni­cos dis­fru­to el aspec­to social de fumar hacién­dole menos daño a mi cuer­po. No los veo par­tic­u­lar­mente adic­tivos. Tras unos cuan­tos vapeos ya no nece­si­to seguir fuman­do. Y un paque­te recar­gable es caro, pero la nicoti­na líqui­da es bara­ta, de modo que, al final, gas­to menos que con los cig­a­r­ril­los tradicionales».

En España, el pre­cio del cig­a­r­ril­lo elec­tróni­co ron­da entre 30 y 60 euros, en fun­ción de la mar­ca y los kits (se puede com­prar solo el cig­a­r­ril­lo recar­gable o incluir la batería, el car­gador y los car­tu­chos de recam­bio). Cada car­tu­cho, cuyo pre­cio varía entre 6 y 10 euros, da para una media de 600 inhalaciones.

Cómo funciona

Grá­fi­co: Henar de Pedro

El e‑cigarrillo habit­u­al con­s­ta de una batería con un car­gador y de un car­tu­cho. El car­tu­cho se rel­lena con líqui­dos (propilengli­col y glicerol para gener­ar vapor, agua y aro­mas o nicoti­na) y tiene una resisten­cia. Al acti­var la batería, la resisten­cia se calien­ta y el líqui­do se con­vierte en el vapor que aspi­ra el usuario.

En muchos aparatos se puede escoger la can­ti­dad de nicoti­na y el sabor del vapor. El primer «cig­a­r­ril­lo sin taba­co y sin humo» fue paten­ta­do en 1963 por Her­bert A. Gilbert, aunque el actu­al se basa en la inven­ción del far­ma­céu­ti­co chi­no Hon Lik, quien paten­tó el primer cig­a­r­ril­lo elec­tróni­co con nicoti­na en 2003.

Las leyes

  • Europa. El futuro del cig­a­r­ril­lo elec­tróni­co en Europa pasa por una nue­va nor­ma aproba­da por la Eurocá­mara el pasa­do 8 de octubre, y que entrará en vig­or en abril. La ley obligará a los fab­ri­cantes a infor­mar a las autori­dades de si sus pro­duc­tos son o no med­i­c­i­nales, con propiedades cura­ti­vas o pre­ven­ti­vas. En el primer caso ten­drán que cumplir con la leg­is­lación que afec­ta a chi­cles, parch­es y com­prim­i­dos de nicoti­na; en el segun­do serán trata­dos como el taba­co nor­mal. Los e‑cigarrillos no podrán exced­er los 30 mg/l de nicoti­na y deberán incluir adver­ten­cias san­i­tarias. Además, ten­drán las mis­mas restric­ciones pub­lic­i­tarias que los pro­duc­tos del taba­co. Cada país podrá decidir sobre los espa­cios en los que se per­mite “vapear”.
  • España. En diciem­bre, el Min­is­te­rio de Sanidad y las comu­nidades autóno­mas acor­daron pro­hibir los cig­a­r­ril­los elec­tróni­cos en cen­tros educa­tivos y san­i­tar­ios, en el trans­porte públi­co y en el ámbito de las admin­is­tra­ciones públi­cas. El Comi­sion­a­do para el Mer­ca­do del Taba­co (CMT), por su parte, con­sid­era que son un “artícu­lo de fumador” y ha evi­ta­do has­ta aho­ra reg­u­lar su com­er­cial­ización. Has­ta finales de octubre se vendían solo en cen­tros com­er­ciales y tien­das espe­cial­izadas, pero el CMT aprobó el día 28 de ese mes su ven­ta en estancos. Está pro­hibi­da su ven­ta a menores de 18 años.
  • Reg­u­la­do como taba­co. En Fran­cia y Mal­ta el cig­a­r­ril­lo elec­tróni­co se vende en los mis­mos establec­imien­tos que el taba­co y su con­sumo tiene las mis­mas limitaciones.
  • Reg­u­la­do como medica­men­to. Aus­tria, Ale­ma­nia, Dina­mar­ca, Eslo­vaquia, Esto­nia, Fin­lan­dia, Hun­gría, Holan­da, el Reino Unido, Rumanía y Sue­cia lo reg­u­lan de for­ma sim­i­lar a los parch­es o chi­cles de nicotina.
  • Según su com­posi­ción. En Canadá, Bél­gi­ca y Lux­em­bur­go, si tienen extrac­to de taba­co se reg­u­lan como taba­co; si solo tienen nicoti­na, como medica­men­to para dejar de fumar.
  • Per­mi­ti­do con restric­ciones. En EE UU, donde las autori­dades san­i­tarias desacon­se­jan su uso, y Cos­ta Rica.
  • Pro­hibido. En Argenti­na, Aus­tralia, Gre­cia, Brasil, Litu­a­nia, Méx­i­co, Panamá, Sin­ga­pur y Uruguay.
  • Pro­hibido a menores. En Italia (menores de 16 años).

Un comentario en “Pocos humos, muchas dudas: el cigarrillo electrónico

  1. Here are a few state­ments released by pub­lic health experts.
    Elec­tron­ic cig­a­ret­te’s seem to be the wave of the future con­cern­ing new ways of deliv­er­ing the sat­is­fy­ing dose of nico­tine in a
    safe and less harm­ful man­ner. Either that,
    or they are using the high­ly con­tro­ver­sial e‑cigarette to cover
    up the fact that the fire was the hos­pi­tal’s fault.

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