Las fiestas con maltrato a animales resisten pese al creciente rechazo social

Miguel Máiquez, 22/9/2013

Más de 50.000 per­sonas asistieron esta sem­ana al tradi­cional fes­te­jo del Toro de la Vega, en Torde­sil­las (Val­ladol­id), una cel­e­bración de ori­gen medieval en la que lanceros a pie y a cabal­lo acu­d­en para matar a un toro. Dejan­do a un lado las cor­ri­das tau­ri­nas, pocos fes­te­jos pop­u­lares despier­tan cada año una may­or polémica.

Las críti­cas de los defen­sores de los ani­males han ido cre­cien­do, espe­cial­mente a través de las redes sociales en Inter­net, y en la cel­e­bración de este año un cen­te­nar de man­i­fes­tantes se con­cen­traron en Torde­sil­las para inten­tar (sin éxi­to) impedir que se llevase a cabo. El Par­tido Ani­mal­ista entregó en el Con­gre­so 85.000 fir­mas por la abol­i­ción de la fies­ta (el año pasa­do fueron 71.000); entre 10.000 y 15.000 per­sonas se man­i­fes­taron en Madrid con el mis­mo obje­ti­vo, y la orga­ni­zación Anony­mous llegó a ‘hack­ear’ una web de tur­is­mo de la local­i­dad val­liso­le­tana, inser­tan­do una ‘noti­cia’ en la que protesta­ba con­tra el fes­te­jo: «un muer­to todavía vivo, un muer­to con la muerte anun­ci­a­da. Un muer­to que antes de estar­lo será tor­tu­ra­do», indi­ca­ban en el men­saje. Un muer­to del que, sin embar­go, dis­fru­taron 50.000 personas.

El artícu­lo 3 de la Declaración Uni­ver­sal de los Dere­chos de los Ani­males, aproba­da por la ONU en octubre de 1978, dice: «Ningún ani­mal será someti­do a mal­os tratos ni actos de cru­el­dad. Si es nece­saria la muerte de un ani­mal, ésta debe ser instan­tánea, indo­lo­ra y no gen­er­ado­ra de angus­tia». El con­cep­to de mal­tra­to ani­mal abar­ca, pues, todas aque­l­las acciones de vio­len­cia infringi­das por el hom­bre a otros ani­males con ensañamien­to y «de man­era injus­ti­fi­ca­da». No en todos los casos, sin embar­go, existe con­sen­so por parte de la sociedad.

Jun­to a con­duc­tas abier­ta­mente bru­tales, como el ahor­camien­to de los per­ros de caza cuan­do dejan de ser útiles, con­viv­en otras que se con­sid­era que cumplen un fin social, como el uso de ani­males en docen­cia, inves­ti­gación y exper­i­mentación, o para la pro­duc­ción y con­sumo humano. En España, la leg­is­lación reg­u­la y per­mite, además, espec­tácu­los pro­tag­on­i­za­dos por ani­males, como las cor­ri­das de toros, los encier­ros y otras fies­tas tradi­cionales, y es aquí donde reside la prin­ci­pal controversia.

Aunque no exis­ten datos ofi­ciales, orga­ni­za­ciones como Ecol­o­gis­tas en Acción cal­cu­lan que alrede­dor de 60.000 ani­males son uti­liza­dos entre los meses de mar­zo y sep­tiem­bre como pla­to fuerte en las fies­tas pop­u­lares de muchos pueb­los españoles. Además de las cor­ri­das de toros, las calles, plazas y cam­pos de estos pueb­los son lugares para encier­ros, «toros de fuego», toros enso­ga­dos, car­ruse­les de ponis, cor­ri­das de gan­sos… En cuan­to al número de fes­te­jos, los cál­cu­los anuales oscilan entre los 3.000 —según el Obser­va­to­rio Jus­ti­cia y Defen­sa Ani­mal— y los 16.000 —según la Fun­dación para la Adop­ción, Apadri­namien­to y Defen­sa de los Ani­males (FAADA). En muchos de estos fes­te­jos «tradi­cionales», algunos con­sid­er­a­dos fies­tas de interés turís­ti­co, se provo­ca a los ani­males sufrim­ien­to, estrés y nervio­sis­mo, y en algu­nas oca­siones su muerte.

Las com­pe­ten­cias, tan­to de pro­tec­ción de los ani­males como de los fes­te­jos, pertenecen a las admin­is­tra­ciones autonómi­cas y locales, y no existe una unidad de cri­te­rio. La primera comu­nidad que pro­hibió los espec­tácu­los san­gri­en­tos con ani­males en «peleas, fies­tas, espec­tácu­los y otras activi­dades que con­lleven mal­tra­to, cru­el­dad o sufrim­ien­to» fue Canarias, en 1991. No obstante, la ley aproba­da per­mi­tió, por tradi­ción, las peleas de gal­los. Extremadu­ra, por su parte, pro­híbe los toros enso­ga­dos y embo­la­dos—con fuego—, y  Cataluña pro­hibió las cor­ri­das de toros en 2010. En Castil­la y León están per­mi­ti­dos los fes­te­jos con más de 200 años de tradi­ción, y en Cataluña y Madrid están pro­hibidos los toros de fuego y toros embo­la­dos. El País Vas­co tam­bién ha impe­di­do medi­ante decre­to el mal­tra­to de ani­males en los festejos.

El Códi­go Penal cas­ti­ga des­de octubre de 2004 con san­ciones de tres meses a un año de cár­cel el mal­tra­to de ani­males domés­ti­cos, una cat­e­goría que no incluye a los toros, las aves de cetr­ería y los ani­males exóti­cos o silvestres.

Los gru­pos ecol­o­gis­tas con­sid­er­an ina­cept­able que este tipo de fes­te­jos se jus­ti­fiquen y man­ten­gan apelando a su supuesto carác­ter tradi­cional. Para los defen­sores de estas tradi­ciones, las fies­tas son parte de la cul­tura y de la his­to­ria, y un lugar común para las dis­tin­tas gen­era­ciones de las pobla­ciones en las que se celebran.

Las más polémicas

Entre los cien­tos de fes­te­jos pop­u­lares que se cel­e­bran en España con ani­males, la inmen­sa may­oría tienen al toro como ele­men­to cen­tral. En otros el pro­tag­o­nis­mo se lo lle­van diver­sas especies como gan­sos, gal­los, pavos o bur­ros. Estos son los más polémicos:

  • Toro de la Vega (Torde­sil­las, Val­ladol­id). El toro es con­duci­do al cam­po donde jinetes a cabal­lo se enfrentan al ani­mal con lan­zas has­ta matar­lo. La per­sona que con­sigue dar­le muerte regre­sa a la local­i­dad con el rabo del toro pren­di­do en su lan­za. Se cel­e­bra el primer domin­go después del 8 de sep­tiem­bre y está declar­a­do fies­ta de interés turís­ti­co. Este año se llevó a cabo con nor­mas más estric­tas para los par­tic­i­pantes, y el Con­gre­so debatirá este miér­coles una proposi­ción no de ley de la Izquier­da Plur­al para que se eviten situa­ciones de mal­tra­to ani­mal como el Tor­neo del Toro de la Vega.
  • Toro de San Juan (Coria, Cáceres). Fies­ta basa­da en una leyen­da medieval, según la cual cada año, en las fies­tas de San Juan, un joven elegi­do entre los mozos del pueblo era cor­ri­do por las calles con dos nava­jas como úni­ca defen­sa, en un macabro espec­tácu­lo que acaba­ba con su muerte, has­ta que otro joven con­sigu­ió que un toro ocu­pase su puesto en el juego. En nue­stros días se suelta un toro en el recin­to amu­ral­la­do de la local­i­dad, donde los veci­nos le lan­zan dar­d­os con cer­batanas durante horas has­ta que el toro agon­i­za y es remata­do de un dis­paro. La fies­ta está declar­a­da de interés turístico.
  • Toros enso­ga­dos o enmaro­ma­dos. Fies­ta típi­ca en diver­sas regiones (Castil­la y León, Aragón, Navar­ra, La Rio­ja), y que con­siste en cor­rer a un toro con las astas atadas a una maro­ma suje­ta por los mozos. La más famosa es la que cada año tiene lugar en Benavente (Zamo­ra). Está declar­a­da de interés turís­ti­co regional.
  • Toros embo­la­dos. El fes­te­jo con­siste en pon­er un artilu­gio en los cuer­nos del toro, donde se colo­can unas bolas ardi­en­do, lo que provo­ca el ter­ror en el ani­mal, que corre des­ori­en­ta­do, inten­ta­do zafarse del fuego. El toro embo­lao más famoso es el «Toro Júbi­lo», que se cel­e­bra en noviem­bre en Med­i­naceli (Soria).
  • Los espantes de Fuente­saú­co (Zamo­ra). La fies­ta tiene su ori­gen en una reivin­di­cación social de los veci­nos del pueblo que, deseosos de par­tic­i­par en la diver­sión, espan­taron a los toros que eran dirigi­dos a la plaza para ser lidi­a­dos. En la actu­al­i­dad se cel­e­bra en un pra­do cer­cano al pueblo, donde la man­a­da será con­duci­da por cabal­lis­tas hacia un grupo de per­sonas, «espan­ta­dores», que ahuyen­tarán las reses hacia otro grupo colo­ca­do en frente de estos. Tras los «espantes» las reses se diri­gen hacia el pueblo, donde se cel­e­bra un encier­ro urbano.
  • Encier­ros por el cam­po. Muy pop­u­lares en difer­entes local­i­dades de Guadala­jara. Los más cono­ci­dos se cel­e­bran en Bri­hue­ga, Mondé­jar o Sacedón. Los toros son persegui­dos en cam­po abier­to con cabal­los, aunque tam­bién par­tic­i­pan coches, trac­tores y motocicletas.
  • Suelta de patos de Sagun­to (Valen­cia). Tras un lan­za­mien­to masi­vo de patos al mar, los par­tic­i­pantes reco­gen a los ani­males des­de el agua. El Ayun­tamien­to dice que quiere «reducir esta prác­ti­ca», y argu­men­ta que ha mod­i­fi­ca­do la nor­ma­ti­va para evi­tar mul­tas. Enti­dades ani­mal­is­tas denun­cian que los patos sufren «estrés, angus­tia y miedo».

Algu­nas orga­ni­za­ciones de defen­sa de los ani­males incluyen tam­bién entre los fes­te­jos cru­eles tradi­ciones como la famosa «Rapa das bestas», que tiene lugar en Sabuce­do (Pon­teve­dra), y que, en pal­abras del Par­tido Ani­mal­ista PACMA, con­siste «en acor­ralar cabal­los sal­va­jes para mar­car­los a fuego y cor­tar­les las crines».

El pasa­do mes de agos­to, por otra parte, el par­tido Equo denun­ció la car­rera de bur­ros de Are­ta, en Llo­dio (Ála­va) y «los golpes que reciben en la cara y en difer­entes partes del cuer­po» los ani­males. Y en las fies­tas de El Car­pio de Tajo (Tole­do) «cor­ren» los gan­sos: var­ios jinetes «cap­turan» la cabeza de estas aves, atadas por las patas a una cuer­da, des­de su cabal­lo. Los ani­males no están vivos, pero esta prác­ti­ca sigue generan­do críticas.

Fuera de los pro­gra­mas ofi­ciales, aunque den­tro de las ferias locales de ver­a­no, pueden encon­trarse asimis­mo los lla­ma­dos «car­ruse­les de ponis», obje­to de múlti­ples denun­cias. En sep­tiem­bre de 2012 Ecol­o­gis­tas en Acción ponía el foco en Tomel­loso (Ciu­dad Real) y este año tan­to Marchena (Sevil­la) como Mála­ga han recibido protes­tas ciudadanas.

Fiestas prohibidas

Debido a su espe­cial cru­el­dad, algu­nas de estas fies­tas han sido pro­hibidas. Desta­ca la de la cabra de Man­gane­ses de la Polvorosa (Zamo­ra), que no se cel­e­bra des­de el año 2000, cuan­do los «quin­tos» se negaron a lan­zar una cabra dis­eca­da expre­sa­mente por el Ayun­tamien­to, en susti­tu­ción de un ani­mal con vida. Ante­ri­or­mente una cabra viva era arro­ja­da des­de lo alto del cam­pa­nario de la igle­sia ante el rego­ci­jo de las per­sonas con­cen­tradas al pie del mis­mo. La fies­ta había sido pro­hibi­da en 1992, pero los inci­dentes provo­ca­dos por los lugareños con­tra la pro­hibi­ción hicieron que las autori­dades dier­an mar­cha atrás.

Durante la fes­tivi­dad de San Blas (3 de febrero) se cel­e­bra la fies­ta cono­ci­da como «La pava de Cazalil­la», con­sis­tente en el lan­za­mien­to de una pava viva des­de un cam­pa­nario de la local­i­dad jienense de Cazalil­la has­ta una plaza abar­ro­ta­da de públi­co, que espera hac­erse con el ani­mal. En 2004 la Jun­ta de Andalucía incoó un expe­di­ente san­cionador con­tra el Ayun­tamien­to que acabó con una mul­ta de 2.000 euros para el con­sis­to­rio. A par­tir de ese año el ani­mal volvió a ser lan­za­do inin­ter­rump­i­da­mente has­ta 2010, aunque en estos casos las mul­tas fueron para los infrac­tores y no para el Ayuntamiento.

Otra tradi­ción posi­ble­mente des­ti­na­da desa­pare­cer es la de «La cor­ri­da de gal­los» que tiene lugar en Guar­rate (Zamo­ra). Se tra­ta de una fies­ta ances­tral, conec­ta­da con el rito del paso de la infan­cia a la edad adul­ta, y que con­siste en col­gar un gal­lo (actual­mente, muer­to) en la plaza del pueblo, al que se le debe arran­car la cabeza tras haberse pro­nun­ci­a­do un dis­cur­so en ver­so. La for­ma de hac­er­lo es mon­tan­do a cabal­lo y blan­di­en­do una espada.


Con infor­ma­ción de Efe

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