Edward Snowden contra el poder de los estados

Miguel Máiquez, 7/7/2013

El pasa­do 23 de junio, jus­to dos días antes de que se cumpliesen 110 años del nacimien­to de George Orwell, ater­riz­a­ba en Moscú proce­dente de Hong Kong la may­or prue­ba viviente de las tur­bado­ras cual­i­dades proféti­cas de 1984, la gran nov­ela dis­tópi­ca del escritor británi­co. Edward Snow­den, el joven extéc­ni­co de la CIA y de la NSA que rev­eló el espi­ona­je masi­vo de lla­madas y datos de Inter­net por parte de las autori­dades esta­dounidens­es, sigue vara­do des­de entonces en uno de los tres prin­ci­pales aerop­uer­tos de la cap­i­tal rusa (o cer­ca, no se sabe exac­ta­mente), con una orden de extradi­ción dic­ta­da por Wash­ing­ton pen­di­en­do sobre su cabeza como la espa­da de Damo­cles, y tratan­do de con­seguir asi­lo en algún lugar donde la som­bra de Oba­ma no alcance, o donde no sea, al menos, bienvenida.

La odis­ea de Snow­den ha desa­ta­do una tor­men­ta diplomáti­ca que ha lle­ga­do a salpicar a España y que está cues­tio­nan­do la ver­dadera inde­pen­den­cia de los gob­ier­nos cuan­do se tra­ta de hac­er frente a la pre­sión esta­dounidense. Y, entre tan­to, nuevos datos sobre espi­ona­je estatal (nece­sario para unos en aras de la seguri­dad, inad­mis­i­ble para otros por respeto a la lib­er­tad) han ido salien­do a la luz. En estas últi­mas sem­anas hemos sabido que EE UU espió tam­bién a la Unión Euro­pea, a la ONU, a al menos a 38 emba­jadas y misiones diplomáti­cas euro­peas y has­ta a una de las uni­ver­si­dades más pres­ti­giosas de Chi­na; que el Gob­ier­no británi­co espió a sus socios del G‑20, y que el francés espía a sus ciu­dadanos con un pro­gra­ma sim­i­lar al uti­liza­do por la Admin­is­tración estadounidense.

Nada nue­vo bajo el sol, aunque sí un poco menos en la som­bra. Quizá este­mos lejos aún del Gran Her­mano orwelliano, pero el hecho mis­mo de que la ref­er­en­cia sea posi­ble resul­ta, cuan­do menos, inquietante.

Estas son algu­nas de las claves de la peripecia vivi­da por Snow­den des­de que deci­diera pon­er pun­to y final a la tran­quil­i­dad de su exis­ten­cia ante­ri­or, y de los efec­tos políti­cos que están tenien­do sus inten­tos por no caer en manos de la jus­ti­cia de su país.

De Hong Kong a Moscú

En una entre­vista con­ce­di­da al diario The Wash­ing­ton Post el 9 de junio, Snow­den, que se encon­tra­ba entonces en un hotel de Hong Kong, declaró que pens­a­ba bus­car asi­lo en cualquier país, sigu­ien­do los pasos del fun­dador de Wik­iLeaks, Julian Assange, quien lle­va un año reclu­i­do en la emba­ja­da de Ecuador en Lon­dres. Tam­bién ase­guró que sus razones para rev­e­lar que la NSA (Agen­cia de Seguri­dad Nacional de Esta­dos Unidos) toma­ba reg­istros diari­a­mente de lla­madas tele­fóni­cas de mil­lones de usuar­ios en vir­tud de una orden judi­cial sec­re­ta, esta­ban moti­vadas por el interés público.

El Gob­ier­no esta­dounidense solic­itó el 22 de junio a las autori­dades de Hong Kong la extradi­ción de Snow­den, acusán­dole de haber rev­e­la­do pro­gra­mas de carác­ter secre­to. Antes, las autori­dades de EE UU habían pre­sen­ta­do tres car­gos de espi­ona­je y robo de propiedad guber­na­men­tal con­tra él. Un día después, el 23 de junio, Snow­den aban­donó la excolo­nia británi­ca rum­bo a Moscú en un vue­lo com­er­cial. Según infor­mó el South Chi­na Morn­ing Post, la cap­i­tal rusa era tan solo un lugar de escala para un des­ti­no final que podría ser Islandia o Ecuador.

El 25 de junio, el pres­i­dente de Rusia, Vladímir Putin, reconoce final­mente que Snow­den está en la ter­mi­nal de trán­si­to del aerop­uer­to moscovi­ta de Sheremétie­vo y descar­ta su extradi­ción a EE UU, país con el que Rusia no tiene un trata­do bilat­er­al. Como pasajero en trán­si­to, Snow­den tiene, en prin­ci­pio, dere­cho a com­prar un bil­lete y a volar donde quiera. «El señor Snow­den llegó en efec­to a Moscú. Fue una abso­lu­ta sor­pre­sa para nosotros», dijo el líder del Kremlin.

El plan fracasa

Al pare­cer, el plan ini­cial de Snow­den esta­ba per­fec­ta­mente dis­eña­do para burlar a las autori­dades esta­dounidens­es. Apoy­a­do por Wik­iLeaks, el extéc­ni­co con­ta­ba con la per­mi­sivi­dad de Chi­na para poder salir de Hong Kong (aprovechan­do un error de for­ma en la peti­ción de Esta­dos Unidos para anu­lar su pas­aporte), y pens­a­ba hac­er una escala de un día en Moscú para lle­gar después has­ta Ecuador tras una para­da en La Habana.

La clave, aparte del per­miso cubano que nun­ca llegó, era un salvo­con­duc­to expe­di­do por el cón­sul de Ecuador en Lon­dres. Sin embar­go, el pres­i­dente ecu­a­to­ri­ano, Rafael Cor­rea, afir­maría a los pocos días que su país no está con­sideran­do la peti­ción de asi­lo de Snow­den y que nun­ca fue su inten­ción facil­i­tar­le la sal­i­da. Según Cor­rea, su Gob­ier­no no ayudó de man­era inten­ciona­da a Snow­den a via­jar a Moscú con un pase de via­je tem­po­ral. El man­datario afir­mó que se trató de «un error de nues­tra parte» y anun­ció que el cón­sul que extendió el salvo­con­duc­to será san­ciona­do. Más tarde, Cor­rea condi­cionaría el asi­lo de Snow­den a algo prác­ti­ca­mente imposi­ble: el esta­dounidense ten­dría que lle­gar a ter­ri­to­rio ecu­a­to­ri­ano antes de que Quito pue­da eval­u­ar la petición.

A prin­ci­p­ios de julio, las opciones de Snow­den se habían reduci­do ya con­sid­er­able­mente: catorce de los 21 país­es a los que solic­itó asi­lo ini­cial­mente habían indi­ca­do que no iban a con­sid­er­ar su peti­ción, o que la habían rec­haz­a­do direc­ta­mente, entre ellos, el pro­pio Ecuador e Islandia, dos de las may­ores esper­an­zas que tenía el extéc­ni­co de la CIA cuan­do llegó a Moscú. Le quedan, aparte de la opción de volver a su país, tres posi­bil­i­dades en Lati­noaméri­ca: Venezuela, Nicaragua y, la más reciente, Bolivia. Las tres han esta­do moti­vadas por el choque diplomáti­co sus­ci­ta­do por la reten­ción de un avión en el que via­ja­ba el pres­i­dente boli­viano, Evo Morales, y en el que se llegó a pen­sar que iba tam­bién Snowden.

El avión de Morales y la ‘rebelión’ latinoamericana

Evo Morales afir­mó este sába­do que dará asi­lo a Edward Snow­den si se lo pide, en «protes­ta» con­tra los país­es europeos que impi­dieron el trán­si­to de su avión esta sem­ana bajo sospe­chas de que con él via­ja­ba el extéc­ni­co de la CIA. «Decir­les a los europeos y a los norteam­er­i­canos [que] ayer esta­ba reflex­io­nan­do, [y que] como jus­ta protes­ta quiero decir­les aho­ra que vamos a dar asi­lo si nos lo pide ese norteam­er­i­cano persegui­do por sus com­pa­tri­o­tas, no ten­emos ningún miedo», dijo Morales. Bolivia se unía así a Venezuela y Nicaragua, que tam­bién han ofre­ci­do asi­lo al exanal­ista. El pres­i­dente vene­zolano, Nicolás Maduro, le ofre­ció «asi­lo human­i­tario» con acusa­ciones a EE UU de «desa­tar la locu­ra» y la «per­se­cu­ción» tras el inci­dente sufri­do en el via­je de Morales de regre­so a su país.

Morales pasó 13 horas en el aerop­uer­to de Viena y su avión fue reg­istra­do por la policía con per­miso del pilo­to, pero Snow­den no esta­ba a bor­do. El inci­dente ha provo­ca­do una exi­gen­cia masi­va de expli­ca­ciones. Bolivia denun­cia que se ha vio­la­do la Con­ven­ción de Viena sobre rela­ciones diplomáti­cas y ha anun­ci­a­do que con­vo­cará de urgen­cia a los emba­jadores de Fran­cia, Italia y la cón­sul de Por­tu­gal en La Paz. Entre otras cosas, la con­ven­ción dice que los locales de una mis­ión diplomáti­ca «su mobil­iario y demás bienes situ­a­dos en ellos, así como los medios de trans­porte de la mis­ión, no podrán ser obje­to de ningún reg­istro, req­ui­sa, embar­go o medi­da de eje­cu­ción». Los emba­jadores en París de Bolivia, Cuba, Ecuador y Nicaragua han protes­ta­do por la reti­ra­da del per­miso de vue­lo al pres­i­dente boliviano.

Por su parte, el min­istro español de Exte­ri­ores, José Manuel Gar­cía Mar­gal­lo, se ha apresura­do a negar que España haya rec­haz­a­do en ningún momen­to las peti­ciones de escala y sobre­vue­lo del avión de Morales, que a las 13.30 horas de este miér­coles pasa­ba por enci­ma de Mataró (Barcelona) y hacia 14.30 ater­riz­a­ba en las Islas Canarias. Gar­cía Mar­gal­lo sí ha admi­ti­do, no obstante, que «nos dijeron que Snow­den esta­ba den­tro [del avión]», y no ha queri­do aclarar si España recibió o no pre­sión por parte de Esta­dos Unidos, o si se pro­du­jo algu­na comu­ni­cación al respec­to entre Wash­ing­ton y Madrid: «Eso for­ma parte del secre­to de sumario», dijo.

Aunque la Comisión Euro­pea ha ase­gu­ra­do que es com­pe­ten­cia de cada Esta­do miem­bro decidir si acep­ta o rec­haza el acce­so a su espa­cio aéreo, Morales ha cal­i­fi­ca­do lo ocur­ri­do de «agre­sión» y ha acu­sa­do, al emba­jador de España en Viena, Alber­to Carnero, de quer­er «tomarse un café» en su avión para inspec­cionarlo, cosa que el min­istro Gar­cía Mar­gal­lo tam­bién ha negado.

La Orga­ni­zación de Esta­dos Amer­i­canos (OEA) ha pedi­do expli­ca­ciones y la Unión de Naciones Suramer­i­canas (Una­sur) ha con­vo­ca­do una reunión extra­or­di­nar­ia para analizar la situación. «Esta­mos pen­san­do en recur­rir a la Corte Inter­na­cional de Jus­ti­cia (CIJ)», ha avan­za­do la emba­jado­ra de Bolivia en España, María del Car­men Almendras.

Dónde está exactamente

La teoría más exten­di­da has­ta aho­ra es que Snow­den se encuen­tra, como señaló Putin, en la zona de trán­si­to de una de las ter­mi­nales de vue­los com­er­ciales del aerop­uer­to de de Sheremétie­vo, en Moscú. Pero, como infor­ma el cor­re­spon­sal de RTVE en la cap­i­tal rusa, Car­los Fran­ganil­lo, «esto es real­mente difí­cil», puesto que se requiere de cier­ta infraestruc­tura (ali­mentación, lavar la ropa, etc…) y además la zona está «llena de peri­odis­tas y de via­jeros que han vis­to su cara en televisión».

Sin embar­go, la zona de trán­si­to incluye tam­bién algu­nas plan­tas de un hotel próx­i­mo al que se derivan los via­jeros indoc­u­men­ta­dos has­ta que aban­do­nan el país en otro vue­lo. La cade­na esta­dounidense FOX explicó, tras vis­i­tar esta área, que el pasajero no puede salir de su habitación y que los pasil­los están vig­i­la­dos por guardias. Si está allí, añade Fran­ganil­lo, nadie podría ver­le excep­to las per­sonas que lo vig­i­lan y le lle­van la comi­da a él y a su colab­o­rado­ra Sarah Harrison.

Otras infor­ma­ciones apun­tan a que estaría den­tro de la ter­mi­nal A, reser­va­da a las autoridades.

El papel de Rusia

Moscú insiste en que no tiene con­trol sobre Snow­den ya que, ofi­cial­mente, el extéc­ni­co de la CIA no se encuen­tra en su ter­ri­to­rio, al estar en la zona de trán­si­to del aerop­uer­to. Este argu­men­to, sin embar­go, es dis­cutible des­de el pun­to de vista de la leg­is­lación inter­na­cional, puesto que el con­jun­to del aerop­uer­to sí está en ter­ri­to­rio ruso.

Las autori­dades del Krem­lin mantienen asimis­mo que no han influ­i­do en los planes de Snow­den ni pre­tenden obten­er infor­ma­ción del joven esta­dounidense, pero ambas cosas resul­tan, tam­bién, difí­ciles de asumir. Por un lado, no es fácil que Snow­den haya podi­do ocul­tarse sin la ayu­da de los ser­vi­cios secre­tos rusos; por otro, la can­ti­dad de infor­ma­ción reser­va­da con la que via­ja el exanal­ista es una tentación demasi­a­do grande para cualquier ser­vi­cio de inteligencia.

En cualquier caso, a Moscú le resul­ta cada vez más incó­mo­da la per­ma­nen­cia de Snow­den en su sue­lo. El pro­pio extéc­ni­co ha descar­ta­do pedir asi­lo a Rusia, pero extra­di­tar­lo a Esta­dos Unidos no es una opción viable para Putin. Al mar­gen de que no exista un trata­do bilat­er­al en ese sen­ti­do, la medi­da sería muy impop­u­lar en un país donde el sen­timien­to anti­es­ta­dounidense es muy inten­so. Al Krem­lin le que­da esper­ar a que la situación se resuel­va a través de ter­ceros, o a que la cri­sis se enfríe en un pla­zo más o menos cor­to de tiem­po, algo poco probable.

Las consecuencias

El lla­ma­do ‘caso Snow­den’ ha supuesto un autén­ti­co ter­re­mo­to políti­co, tan­to en EE UU como en el ámbito inter­na­cional. Aparte del aumen­to de la ten­sión en las rela­ciones de Wash­ing­ton con Chi­na, la Unión Euro­pea, Rusia y var­ios país­es de Améri­ca Lati­na, deriva­do de las rev­ela­ciones del extéc­ni­co de la CIA y de los inci­dentes pos­te­ri­ores, Oba­ma ha per­di­do mucha de la bue­na ima­gen que aún con­serv­a­ba, sobre todo en Europa. Asimis­mo, var­ios líderes enfrenta­dos a EE UU, y no todos ellos ejem­p­los de trans­paren­cia y respeto por las insti­tu­ciones democráti­cas, están tratan­do de obten­er crédi­to (hon­es­ta o intere­sada­mente), alineán­dose con Snow­den y en con­tra de Washington.

El dete­ri­oro de las rela­ciones entre Europa y EE UU lle­ga, además, en un momen­to muy poco opor­tuno, en ple­nas nego­cia­ciones para un trata­do de libre com­er­cio. La min­is­tra de Jus­ti­cia ale­m­ana, Sabine Leutheuss­er-Schnar­ren­berg­er, dijo este sába­do que se podrían derivar con­se­cuen­cias penales del pro­gra­ma de espi­ona­je esta­dounidense: «Sería total­mente equiv­o­ca­do descar­tar a pri­ori una inves­ti­gación penal», pre­cisó. A su juicio, la «cod­i­cia por los datos» de EE UU «debe ter­mi­nar», ya que una may­or can­ti­dad de infor­ma­ción recogi­da no impli­ca una may­or pro­tec­ción de la ciu­dadanía, el supuesto fin de esta estrate­gia. «Cuan­to más grande sea el pajar, más difí­cil será encon­trar la agu­ja escon­di­da», indicó.

Como escribe Anto­nio Caño, cor­re­spon­sal de El País en Wash­ing­ton, «dejan­do al lado a algunos de los impli­ca­dos, como Rusia, Chi­na, Ecuador o Venezuela, cuyos intere­ses en este juego son patentes, la ira desa­ta­da entre los ami­gos europeos de EE UU resul­ta, como ha dicho un edi­to­r­i­al de The New York Times, ‘fin­gi­da’. Es evi­dente que ellos tam­bién espían a los ami­gos. Quién puede dudar, por ejem­p­lo, de que los ser­vi­cios secre­tos france­ses inten­tan averiguar qué sucede en España o en Ale­ma­nia que pue­da ser valioso para su país».

Las posibles salidas

Con su pas­aporte revo­ca­do y sin vue­los com­er­ciales direc­tos entre Moscú y las cap­i­tales de los país­es que, de for­ma más o menos efec­ti­va, le han ofre­ci­do asi­lo, a Snow­den no le va a ser sen­cil­lo salir de Moscú, sal­vo que su des­ti­no sea Esta­dos Unidos y, a con­tin­uación, el ban­quil­lo de los acusados.

El país que tal vez ten­ga más posi­bil­i­dades de hac­er lle­gar a Snow­den es Venezuela. A difer­en­cia de Bolivia, cuyos aviones no tienen la autonomía de vue­lo nece­saria, Venezuela dispone de más recur­sos logís­ti­cos, y el Gob­ier­no de Maduro podría exten­der, si hiciese fal­ta, algún tipo de salvo­con­duc­to. Tenien­do en cuen­ta que los rusos están dese­an­do que Snow­den se vaya, no es prob­a­ble que Moscú pusiese muchos impedimentos.

El prob­le­ma es que el vue­lo habit­u­al entre Moscú y Cara­cas hace escala en La Habana y, de momen­to, las autori­dades cubanas no se han pro­nun­ci­a­do sobre si con­ced­erían el per­miso o no. Eso, y que EE UU ya ha deja­do claro, tras el inci­dente con el avión de Evo Morales, que, gra­cias a sus dis­ci­plina­dos socios europeos, es capaz de blo­quear a cualquiera (jefes de esta­do inclu­i­dos) que intente trasladar a Snow­den en avión hacia el hem­is­fe­rio occidental.

Una alter­na­ti­va para Snow­den podría ser tratar de refu­gia­rse en la emba­ja­da de Venezuela en Moscú, como está refu­gia­do el fun­dador de Wik­iLeaks, Julian Assange, en la emba­ja­da de Ecuador en Lon­dres. Otra es seguir esperan­do en la ter­mi­nal, a la espera de que las aguas se cal­men o inclu­so de que Rusia acabe ofre­cién­dole asi­lo, pese a que él mis­mo no con­tem­pla esa posi­bil­i­dad en estos momentos.

Mien­tras, la Casa Blan­ca mantiene un tono dis­cre­to sobre el caso, sin ape­nas declara­ciones. El pres­i­dente de EE UU, Barack Oba­ma, afir­mó el 27 de junio que no enviará aviones para inter­cep­tar a Snow­den: «No voy a enviar un avión a reac­ción para deten­er a un háck­er de 29 años, pero hare­mos todo lo posi­ble para que sea arresta­do y juz­ga­do», dijo.

El pres­i­dente de EE UU afir­mó que no enviará aviones esta­dounidens­es para inter­cep­tar a Snow­den. «No voy a enviar un avión de reac­ción para deten­er a un háck­er (pira­ta infor­máti­co) de 29 años, pero hare­mos todo lo posi­ble para que sea detenido y juz­ga­do», afirmó.

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