Venezuela: elecciones a la sombra de Hugo Chávez

Miguel Máiquez, 7/4/2013

Recién cumpli­do un mes des­de la muerte de Hugo Chávez, la figu­ra del que fuera pres­i­dente de Venezuela durante 14 años dom­i­na por com­ple­to la cam­paña para las elec­ciones pres­i­den­ciales que cel­e­brará el país el próx­i­mo domin­go, una cam­paña cor­ta (solo diez días), pero inten­sa, dura y, sobre todo, muy emocional.

El ofi­cial­is­mo, rep­re­sen­ta­do por el can­dida­to Nicolás Maduro, pres­i­dente en fun­ciones, tra­ta de cap­i­talizar el due­lo y, bajo con­stantes lla­mamien­tos a «con­tin­uar el lega­do» de Chávez, evo­ca a diario a su líder en mul­ti­tu­di­nar­ios actos elec­torales, mantiene viva su ima­gen en los medios estatales (incluyen­do repeti­ciones de su famoso pro­gra­ma de tele­visión Alo Pres­i­dente), y plantea las elec­ciones como una prue­ba de leal­tad al coman­dante y una especie de plebisc­i­to sobre su gestión. «Chávez vive, la lucha sigue», es la consigna.

Por su parte, la oposi­ción, encabeza­da por Hen­rique Capriles, inten­ta desem­barazarse del omnipresente fan­tas­ma del fal­l­e­ci­do pres­i­dente y cen­trar sus críti­cas en Maduro, a quien acusa de ejercer un «lid­er­az­go presta­do». Pero las alu­siones al difun­to son, tam­bién, con­stantes: «Nicolás no es Chávez», repite Capriles a diario en su mara­to­ni­ano recor­ri­do elec­toral por toda Venezuela.

La pre­gun­ta del mil­lón es, a fin de cuen­tas, si existe chav­is­mo después de Chávez, o si el sis­tema (un rég­i­men per­son­al­ista con tintes izquierdis­tas, mod­e­lo valiente de efi­caz gestión social para unos, desas­trosa dic­tadu­ra enmas­cara­da y pop­ulista para otros, y que no deja lugar al tér­mi­no medio entre sus apa­sion­a­dos defen­sores y sus igual­mente apa­sion­a­dos detrac­tores) ha muer­to con él.

De momen­to, las encues­tas favore­cen a Maduro, si bien Capriles jue­ga con la baza de ser la úni­ca alter­na­ti­va real de cam­bio, y con la esper­an­za que le dan los resul­ta­dos de las últi­mas elec­ciones, cuan­do, pese a ser der­ro­ta­do, obtu­vo el may­or apoyo a una can­di­datu­ra opos­i­to­ra durante toda la era Chávez. Aún así, la car­ga emo­cional de la muerte del pres­i­dente, que fal­l­e­ció con un índice de pop­u­lar­i­dad en torno al 70%, cin­co meses después de haber obtenido su ter­cera reelec­ción, y, sobre todo, la poderosa her­ramien­ta que supo­nen los pro­gra­mas sociales de ayu­da direc­ta a los pobres crea­d­os por Chávez, y man­tenidos a toda máquina por Maduro durante la actu­al cam­paña, serán hue­sos muy duros de roer.

«Es una situación com­ple­ja, porque son 14 años de deci­siones aso­ci­adas a una vol­un­tad, a un úni­co caris­ma, y la ausen­cia de Chávez agre­ga incer­tidum­bre al pro­ce­so», expli­ca a Efe el politól­o­go Xavier Rodríguez, direc­tor de Entorno Par­la­men­tario. «Tras el due­lo el país sigue igual de divi­di­do. Los prin­ci­pales prob­le­mas no se los llevó Chávez. El luto ha tenido secuestra­da la agen­da de otros temas, como la economía o la inse­guri­dad», agrega.

Estas son las diez claves prin­ci­pales de unos comi­cios des­ti­na­dos no solo a definir el futuro próx­i­mo de una Venezuela más polar­iza­da que nun­ca, sino tam­bién a juz­gar, a través de las urnas, el lega­do de uno de los per­son­ajes más con­tro­ver­tidos de la políti­ca lati­noamer­i­cana y mundi­al en las últi­mas décadas.

1. Los candidatos

Los dos can­didatos que cuen­tan con más opciones de vic­to­ria son Nicolás Maduro, des­ig­na­do por Chávez como su heredero y líder en fun­ciones del Par­tido Social­ista Unido de Venezuela (PSUV), y Hen­rique Capriles, prin­ci­pal líder de la oposi­ción, al frente de la Mesa de Unidad Democráti­ca (MUD).

El PSUV, bra­zo políti­co del chav­is­mo, define su ide­ología (izquierdista) como una mez­cla de «social­is­mo del siglo XXI», marx­is­mo, gue­varis­mo (por el Che Gue­vara), boli­var­i­an­is­mo rev­olu­cionario, nacional­is­mo pop­u­lar, anti­im­pe­ri­al­is­mo y ant­i­cap­i­tal­is­mo. La MUD, por su parte, es una coali­ción de una trein­te­na de par­tidos y agru­pa­ciones que abar­ca un amplio espec­tro ide­ológi­co entre el cen­tro-derecha y el cen­tro-izquier­da, y que incluye des­de socialdemócratas y democris­tianos has­ta cen­tris­tas y laboristas.

Se pre­sen­tan, además, otros cin­co can­didatos, con mucho menos apoyo: María Boli­var, del Par­tido Democráti­co Unidos por la Paz y la Lib­er­tad (inde­pen­di­ente, dueña de una panadería); Reina Sequera, de Poder Lab­o­ral (sindi­cal­ista e inde­pen­di­ente, famosa por prom­e­ter en los pasa­dos comi­cios dar un mil­lón de dólares a cada vene­zolano como fór­mu­la para erradicar la pobreza y la vio­len­cia); Euse­bio Mén­dez, de Nue­va Visión para mi País (pas­tor cris­tiano apos­tóli­co); Julio Mora, de Unidad Democráti­ca (inde­pen­di­ente y prác­ti­ca­mente sin pro­gra­ma elec­toral); y Fredy Tabar­quino, del par­tido JOVEN (fun­dador del Cole­gio Nacional de Policía y cer­cano al chavismo).

2. Maduro, «el apóstol»

Naci­do en Cara­cas en 1962 (tiene 50 años), Nicolás Maduro Moros se ini­ció en políti­ca como líder estu­di­antil y des­de joven tra­ba­jó como con­duc­tor de auto­bus­es en la cap­i­tal, lle­gan­do a ser un desta­ca­do líder sindi­cal en los años noven­ta. Está casa­do con Cil­ia Flo­res, abo­ga­da, políti­ca chav­ista y sec­re­taria ejec­u­ti­va de su cam­paña electoral.

Maduro cono­ció a Hugo Chávez cuan­do éste cumplía con­de­na en prisión por su fal­li­do golpe de Esta­do de febrero de 1992, y fue uno de los fun­dadores del Movimien­to V Repúbli­ca (MVR), ante­cesor del PSUV. Más tarde par­ticipó en la cam­paña pres­i­den­cial de 1998 en la que Chávez resultó elegi­do pres­i­dente. For­mó parte de la Asam­blea Nacional Con­sti­tuyente que redac­tó la nue­va Con­sti­tu­ción en 1999, y fue elegi­do diputa­do en 2000, sien­do reelegi­do en 2005. En enero de 2006 fue des­ig­na­do pres­i­dente del Par­la­men­to y en agos­to de ese año nom­bra­do min­istro de Asun­tos Exte­ri­ores. En 2012 fue des­ig­na­do vicepres­i­dente ejec­u­ti­vo, y con­tin­uó ejer­cien­do como respon­s­able de Exte­ri­ores has­ta enero de 2013.

Hom­bre de máx­i­ma con­fi­an­za de Hugo Chávez, Maduro tomó las rien­das del país en los peri­o­dos que éste pasó hos­pi­tal­iza­do en Cuba debido al cáncer que le fue detec­ta­do en junio de 2011. El 8 de diciem­bre de 2012, Chávez, antes de some­terse a su cuar­ta inter­ven­ción quirúr­gi­ca, le con­fir­mó como «hom­bre fuerte» del Gob­ier­no y se refir­ió a él como su suce­sor. El 5 de mar­zo de 2013 Maduro fue quien anun­ció el fal­l­ec­imien­to de Chávez, y tres días después juró como «pres­i­dente encar­ga­do» de Venezuela, a pesar de que la Con­sti­tu­ción estip­u­la que el puesto debe ser ocu­pa­do por el pres­i­dente de la Asam­blea Nacional. «Somos los após­toles de Chávez», dijo en el ini­cio de la cam­paña electoral.

3. El «pajarito chiquitico»

Incondi­cional del chav­is­mo —su pro­gra­ma elec­toral, con­tinuista, no es otro que el que dejara redac­ta­do el pro­pio Chávez—, y con­sid­er­a­do rad­i­cal por sus opos­i­tores, Maduro se ha lle­ga­do a definir como «el hijo de Chávez», a quien, según un por­tal de Inter­net, nom­bra has­ta 100 veces al día.

Su admiración por el fal­l­e­ci­do pres­i­dente tiene inclu­so con­no­ta­ciones reli­giosas. Este sába­do se refir­ió a él como «Cristo ren­detor de los pobres», ante­ri­or­mente afir­mó que Chávez había influ­i­do en la elec­ción del nue­vo papa, y el pasa­do martes, al arran­car la cam­paña elec­toral, Maduro dijo haber sen­ti­do que Chávez se le había apare­ci­do en for­ma de «pajar­i­to chiq­ui­ti­co» y lo había ben­de­ci­do: «De repente entró un pajar­i­to, chiq­ui­ti­co, y me dio tres vueltas acá arri­ba», dijo seña­lan­do su cabeza e imi­tan­do un ale­teo. El pájaro, prosigu­ió, «se paró en una viga de madera y empezó a sil­bar, un sil­bido boni­to», dijo, imitán­do­lo. Miem­bros de la oposi­ción pidieron una «eval­u­ación del equi­lib­rio men­tal» del can­dida­to ofi­cial­ista, quien se defendió apelando a su «espir­i­tu­al­i­dad».

Quienes cono­cen a Maduro ase­gu­ran que es un hom­bre de equipo, que sabe apo­yarse en los gru­pos con que tra­ba­ja, y que tiene grandes dotes de nego­ciación, adquiri­das durante su pasa­do sindi­cal­ista, del que tam­bién obtu­vo una pro­fun­da y estruc­tura­da for­ma­ción ide­ológ­i­ca maoís­ta. «En el tra­to per­son­al es muy cor­dial, con buen sen­ti­do del humor, pero cuan­do tiene que apre­tar apri­eta, y con el adver­sario es duro, por supuesto», ase­guró a Efe el peri­odista y exvicem­i­nistro de asun­tos Exte­ri­ores Vladimir Villegas.

Sus detrac­tores le acu­san de haber destroza­do la Can­cillería sacan­do a diplomáti­cos de car­rera y colo­can­do a per­sonas que le habían acom­paña­do durante su vida lab­o­ral, y que ter­mi­naron entran­do en el Min­is­te­rio de Exte­ri­ores jun­to a él.

El gran reto de Maduro es man­ten­er las cor­ri­entes ofi­cial­is­tas unidas. Maduro sabe que no podrá hac­er el tra­ba­jo solo, como lo hacía Chávez, y que deberá tejer alian­zas den­tro del movimien­to chav­ista. «Todos jun­tos somos Chávez, pero por sep­a­ra­do no somos nada, podemos perder­lo todo», dijo en un reciente acto del Par­tido Comunista.

4. Capriles, «el burguesito»

Hen­rique Capriles Radon­s­ki, el líder opos­i­tor, nació en Cara­cas en 1972 (tiene 40 años), en el seno de una famil­ia de inmi­grantes con impor­tantes intere­ses empre­sar­i­ales en Venezuela. Es descen­di­ente de judíos del gue­to de Varso­via y de víc­ti­mas del cam­po de exter­minio de Tre­blin­ka, y pertenece a la clase alta caraque­ña, por lo que sus detrac­tores le lla­man «el bur­gue­si­to». Por el lado pater­no, su famil­ia tiene medios de comu­ni­cación y empre­sas inmo­bil­iarias, y por el ala mater­na sus pari­entes poseen un impor­tante com­ple­jo de salas de cine. Se declara católi­co prac­ti­cante, está soltero y es abogado.

Apo­da­do tam­bién «el fla­co», Capriles comen­zó su car­rera políti­ca en el par­tido democ­rat­acris­tiano COPEI, del que sal­dría para for­mar el par­tido Primero Jus­ti­cia, una for­ma­ción que se define como cen­tro human­ista, jun­to a otros políti­cos jóvenes de ten­den­cia con­ser­vado­ra. Con 26 años fue elegi­do diputa­do, y se con­vir­tió después en el pres­i­dente más joven del Par­la­men­to. Aban­donó el Leg­isla­ti­vo en 2000, año en que fue elegi­do alcalde de Baru­ta, uno de los munici­p­ios de Cara­cas donde se con­cen­tra la población más aco­moda­da. Al frente de esa insti­tu­ción vivió en primera per­sona los acon­tec­imien­tos del fal­li­do golpe de Esta­do de 2002 con­tra el pres­i­dente Chávez.

Ese mis­mo año fue acu­sa­do de par­tic­i­par en los actos lle­va­dos a cabo con­tra la Emba­ja­da de Cuba, de no evi­tar el ase­dio a la sede diplomáti­ca y de deten­er ile­gal­mente al entonces min­istro del Inte­ri­or, acusa­ciones que le lle­varon a estar 119 días pre­so. En 2006  fue exon­er­a­do de responsabilidad.

Su vic­to­ria sobre el can­dida­to chav­ista en las elec­ciones de 2008 a gob­er­nador del esta­do de Miran­da, uno de las más impor­tantes del país, cat­a­pultó su pro­tag­o­nis­mo en las filas opos­i­toras, y en febrero de 2012 fue elegi­do can­dida­to a las pres­i­den­ciales por la la alian­za opos­i­to­ra MUD. En los comi­cios del 7 de octubre de 2012 no con­sigu­ió arrebatar­le la Pres­i­den­cia a Chávez (reelegi­do con el 55% de los votos), pero obtu­vo 6,42 mil­lones de votos (44%).

En diciem­bre de 2012 fue elegi­do de nue­vo gob­er­nador de Miran­da, al vencer otra vez a un can­dida­to de Chávez, y el pasa­do mes de mar­zo, tras la muerte del pres­i­dente, acep­tó volver a ser el can­dida­to de la oposi­ción venezolana.

5. Como Lula, pero sin Lula

Capriles está con­sid­er­a­do un hom­bre de dis­cur­so mod­er­a­do, ale­ja­do de los extrem­is­mos. Se autode­fine como «cen­troizquierdista» y par­tidario de un mod­e­lo de libre mer­ca­do con acen­to social, y afir­ma que su ref­er­ente es «el Brasil de Lula», aunque, paradóji­ca­mente, el expres­i­dente brasileño ha expre­sa­do públi­ca­mente su apoyo a Maduro en estas elec­ciones. El can­dida­to opos­i­tor sí cuen­ta, no obstante, con el apoyo ofi­cial de Esta­dos Unidos.

En la actu­al cam­paña elec­toral, Capriles ha inten­ta­do desmi­ti­ficar al «coman­dante-pres­i­dente». El líder de la oposi­ción, que lla­ma a Maduro siem­pre por su nom­bre de pila, e insiste en demostrar que su rival está muy lejos del molde de Chávez, ha prometi­do der­ro­tar a los «vagabun­dos» el 14 de abril. «Nicolás no le lle­ga ni al tobil­lo al pres­i­dente Chávez», dijo en una reciente entre­vista a la agen­cia Reuters. «Me medí con Cas­sius Clay. Si me pones otro box­eador, ya es otro juego», añadió.

Capriles prom­ete una «regen­eración democráti­ca» y el impul­so de la economía, «man­te­nien­do lo pos­i­ti­vo» de las políti­cas sociales chav­is­tas. Pese a que sus apel­li­dos están aso­ci­a­dos al poder empre­sar­i­al vene­zolano, el can­dida­to ha procu­ra­do des­mar­carse de esa ima­gen, y sus más cer­canos colab­o­radores lo describen como un políti­co cer­cano que se mueve en moto, jue­ga al balon­ces­to y atiende per­sonal­mente a la gente que lo requiere.

6. Acusaciones

La cam­paña para las elec­ciones del domin­go se ha vis­to empaña­da por var­ios cruces de acusa­ciones entre los prin­ci­pales candidatos.

Primero, el coor­di­nador de la cam­paña de Capriles denun­ció que un téc­ni­co de la cam­paña de Maduro tenía el «códi­go» para «el mane­jo y la con­fig­u­ración» de una máquina de reg­istro de votos, a lo que el Con­se­jo Nacional Elec­toral (CNE) de Venezuela respondió cal­i­f­i­can­do el sis­tema elec­toral de «invul­ner­a­ble, invi­o­lable e inque­brantable».

Capriles tam­bién ha echa­do en cara a Maduro el uso indis­crim­i­na­do de recur­sos públi­cos y el abu­so de las cade­nas de radio y tele­visión para impul­sar su can­di­datu­ra. Car­los Vec­chio, de su equipo de cam­paña, pre­sen­tó en un solo día 35 denun­cias, al tiem­po que protesta­ba por el «des­bal­ance total en la uti­lización de los medios públi­cos, que pagan todos los vene­zolanos, para favore­cer una par­cial­i­dad políti­ca». «Aquí la úni­ca ven­ta­ja que hay es que hay un pueblo may­ori­tari­a­mente rev­olu­cionario, patri­o­ta y chav­ista», respondió Maduro.

Por su parte, el can­dida­to ofi­cial­ista acusó la sem­ana pasa­da a la oposi­ción de «quitar­le la luz a media Cara­cas» como parte de un «plan para deses­ta­bi­lizar el país». En con­cre­to, Maduro anun­ció que mil­i­ta­rizará las esta­ciones eléc­tri­c­as, tras denun­ciar un sab­o­ta­je en el sis­tema de energía y un com­plot opos­i­tor para provo­car «un apagón gen­er­al». Tam­bién ame­nazó con sacar los sol­da­dos a la calle. «Le quitaron la luz a todos los sec­tores pop­u­lares del esta­do de Aragua», veci­no a Cara­cas, dijo Maduro, aña­di­en­do que ello derivó en la des­ti­tu­ción del respon­s­able region­al del ente nacional de elec­t­ri­ci­dad. «Van a ir pre­sos todos los fun­cionar­ios com­plota­dos [sic] con­tra el pueblo», dijo.

Maduro tam­bién ha ase­gu­ra­do ten­er «infor­ma­ción pre­cisa de que el can­dida­to de la derecha está preparan­do sus male­tas para irse a Nue­va York y reti­rar su can­di­datu­ra». Y Capriles, mien­tras, ha acu­sa­do al suce­sor del coman­dante de homofóbo después de que, en un acto mul­ti­tu­di­nario, Maduro hiciera gala de que tiene «mujer» y le gus­tan las mujeres. «Yo sí ten­go mujer, oyeron, me gus­tan las mujeres», dijo al pre­sen­tar a Cil­ia Flo­res, «su com­pañera y ama­da esposa», durante un dis­cur­so. «Qué bueno es un beso de una mujer, ¿ver­dad? O de un ser que uno ama», añadió.

7. Los retos

Los logros sociales y la redis­tribu­ción de la riqueza que, en bue­na parte gra­cias a los grandes ingre­sos de la nacional­iza­da indus­tria del petróleo, se han con­segui­do durante los gob­ier­nos de Chávez, con­viv­en en Venezuela con graves prob­le­mas, entre los que desta­can las altas tasas de crim­i­nal­i­dad, el déficit de vivien­das, la inflación y la escasez de pro­duc­tos bási­cos en muchas zonas.

Con respec­to a la seguri­dad ciu­dadana, Capriles acusa al Gob­ier­no de fal­ta de efi­ca­cia y de care­cer de vol­un­tad para resolver el prob­le­ma, mien­tras que Maduro mantiene que los respon­s­ables de la cre­ciente vio­len­cia son los «val­ores del cap­i­tal­is­mo» y los men­sajes lan­za­dos por los medios de comu­ni­cación privados.

La tasa de homi­cidios, según el Gob­ier­no, se sitúa en 54 por cada 100.000 habi­tantes, mien­tras que para el Obser­va­to­rio Vene­zolano de Vio­len­cia son 73 los homi­cidios cometi­dos por cada 100.000 habi­tantes. El Pro­gra­ma de las Naciones Unidas para el Desar­rol­lo indicó hace unos días que solo Hon­duras, El Sal­vador, Cos­ta de Marfil y Jamaica tienen peo­res tasas de vio­len­cia crim­i­nal que Venezuela. Los exper­tos señalan que las raíces del prob­le­ma de la crim­i­nal­i­dad en el país se encuen­tran en la pro­lif­eración de armas de fuego y en el trá­fi­co de dro­gas, aí como en un débil sis­tema de jus­ti­cia que deja impunes muchos delitos.

Por otra parte, y según denun­cia Amnistía Inter­na­cional, en las pri­siones de Venezuela per­sis­ten des­de hace años el haci­namien­to y la vio­len­cia gen­er­al­iza­da. En 2012 murieron al menos 591 per­sonas en las cárce­les vene­zolanas, donde hay tres veces más reclu­sos de los que se con­sid­er­a­ba que el sis­tema debía acoger. En todas las pri­siones pro­lif­er­an las armas y los explo­sivos, y los enfrentamien­tos vio­len­tos y los motines son frecuentes.

En cuan­to a la economía, Venezuela es el país mejor admin­istra­do de la región, de acuer­do con el coe­fi­ciente de Gini, que mide la desigual­dad económi­ca entre los ciu­dadanos. Además, la pobreza en 2012 se había reduci­do en casi un 25% con respec­to a 2003, según Naciones Unidas. La oposi­ción, no obstante, ase­gu­ra que estos datos se sus­ten­tan en una inflación dis­para­da (más del 20%), y en el desabastec­imien­to de los mercados.

Otro de los desafíos del nue­vo pres­i­dente será hac­er frente al déficit de lib­er­tad de expre­sión que, según denun­cian defen­sores de los dere­chos humanos, existe en el país. Amnistía Inter­na­cional afir­ma que «quienes expre­san oposi­ción a las políti­cas del Gob­ier­no, en espe­cial los peri­odis­tas y los activis­tas de los dere­chos humanos, son a menudo obje­to de acusa­ciones infun­dadas, que las autori­dades y los medios de comu­ni­cación ofi­ciales vierten con­tra ellos con el fin de desle­git­i­mar su tra­ba­jo. Algunos defen­sores de los dere­chos humanos han denun­ci­a­do inclu­so agre­siones físi­cas, y los respon­s­ables raras veces se enfrentan a la justicia».

8. Las encuestas

La may­oría de las encues­tas real­izadas has­ta aho­ra otor­gan una cómo­da ven­ta­ja para Maduro. La empre­sa de son­deos GIS XXI, perteneciente a un exmin­istro chav­ista, sitúa la inten­ción de voto en un 55% para Maduro y un 44% para Capriles, un resul­ta­do sim­i­lar al de las últi­mas elec­ciones pres­i­den­ciales. Hin­ter­laces da el mis­mo 55% a Maduro, pero una menor inten­ción de voto para Capriles, que obten­dría el 35%, y Datanáli­sis ofrece un 49% para Maduro y un 34% para Capriles.

9. La abstención

Tenien­do en cuen­ta que la par­tic­i­pación elec­toral no es oblig­a­to­ria en Venezuela, el índice de abs­ten­ción puede ser impor­tante e influir en el resul­ta­do de un modo que, según algunos exper­tos, podría ben­e­fi­ciar a Capriles.

La últi­ma reelec­ción que ganó Hugo Chávez con­tó con más de un 80% de par­tic­i­pación, mien­tras que en los comi­cios regionales, con Chávez ya hos­pi­tal­iza­do en La Habana, la par­tic­i­pación no llegó al 54%. La apues­ta de la oposi­ción es con­ser­var el 100% del voto obtenido por Capriles en octubre y con­fi­ar en que Maduro pier­da al menos un ter­cio de los que cosechó Chávez entonces.

«En las regionales la abs­ten­ción fue pare­ja, pero la juga­da es que sea dis­pare­ja. Esa es la úni­ca for­ma de alter­ar el juego», indicó a la BBC el politól­o­go Javier Cor­rales, espe­cial­ista en asun­tos lati­noamer­i­canos del Amherst Col­lege, en EE UU.

La Con­fer­en­cia Epis­co­pal Vene­zolana (CEV) ha lla­ma­do a par­tic­i­par en los comi­cios y ha dicho que la «abs­ten­ción nun­ca favore­cerá al pueblo». Al pro­nun­cia­rse sobre la votación, el Epis­co­pa­do pidió dar­le «la may­or impor­tan­cia» a este even­to elec­toral y par­tic­i­par «de man­era con­sciente, libre y responsable».

10. La votación

Las elec­ciones del domin­go fueron con­vo­cadas, tal y como establece la Con­sti­tu­ción, en el pla­zo de 30 días tras la muerte del pres­i­dente. La fecha elegi­da, el 14 de abril, coin­cide con la con­mem­o­ración de la lib­eración de Hugo Chávez en 2002 tras el fra­ca­so del golpe de Estado.

El sis­tema elec­toral se basa en un recuen­to autom­a­ti­za­do de los votos y es con­sid­er­a­do por el pro­pio Gob­ier­no vene­zolano como el mejor del mun­do, opinión que com­par­tió recien­te­mente el expres­i­dente esta­dounidense Jim­my Carter.

La orga­ni­zación Human Rights Foun­da­tion solic­itó al sec­re­tario gen­er­al de la Orga­ni­zación de los Esta­dos Amer­i­canos (OEA), José Miguel Insulza, que inter­cediera ante el CNE de Venezuela para que este organ­is­mo invi­tase a una mis­ión de obser­vadores de la OEA, con el fin de ver­i­ficar que las elec­ciones pres­i­den­ciales se cel­e­bran de man­era libre y jus­ta. Insulza se lim­itó a señalar que «sería bueno para Venezuela que acep­tara» la mis­ión de la OEA, y final­mente el CNE suscribió un con­ve­nio con­fir­man­do que úni­ca­mente la Unión de Naciones Suramer­i­canas (UNASUR) «acom­pañará» el pro­ce­so electoral.

El ganador en las elec­ciones pres­i­den­ciales podrá ocu­par el car­go has­ta el año 2019.


Con infor­ma­ción de Efe y Reuters

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