Latinoamérica, ¿un oasis económico?

Miguel Máiquez, 18/9/2012
Publicado en Abanico, Toronto

Acos­tum­bra­dos a perder toda la vida en grandes com­pe­ten­cias inter­na­cionales, a muchos españoles les cues­ta creer que su selec­ción de fút­bol sea con­sid­er­a­da aho­ra la mejor del mun­do. Demasi­a­do boni­to para ser ver­dad, o, según los más pes­imis­tas, a ver qué tan­to dura. Algo sim­i­lar, guardadas pro­por­ciones, está ocur­rien­do en los últi­mos años con la economía lati­noamer­i­cana, que ha pasa­do de ser una de las más débiles del mun­do – la memo­ria de la ter­ri­ble cri­sis de la deu­da hace 30 años sigue viva en Argenti­na, Brasil y Méx­i­co –, a gozar de una salud, si no de hier­ro, al menos lo sufi­cien­te­mente sól­i­da como para aguan­tar la embesti­da de la cri­sis económi­ca mundi­al. No en vano la región fue cal­i­fi­ca­da como «un oasis» de esta­bil­i­dad, crec­imien­to y opor­tu­nidades, en el últi­mo Foro Económi­co Mundi­al de Davos, Suiza.

La rece­sión que está dev­a­s­tan­do bue­na parte de los país­es europeos no ha cruza­do, de momen­to, el Atlán­ti­co, como tam­poco pare­cen notarse los efec­tos de la cri­sis ban­car­ia y financiera de Esta­dos Unidos. Es más, var­ios gob­ier­nos lati­noamer­i­canos han recibido elo­gios de organ­is­mos como la Orga­ni­zación de Naciones Unidas – ONU -, el Ban­co Mundi­al o el Fon­do Mon­e­tario Inter­na­cional por haber acu­mu­la­do reser­vas y por man­ten­er, en gen­er­al, nive­les bajos, o razon­ables, de deu­da públi­ca. Es decir, lo con­trario que en Europa, donde país­es como Gre­cia, España, Italia, Por­tu­gal o Irlan­da se esfuerzan, sin mucho éxi­to, por salir a flote entre políti­cas que, dic­tadas por los diri­gentes de la Euro­zona, con Ale­ma­nia a la cabeza, insis­ten en pri­orizar la aus­teri­dad sobre el crecimiento.

No es posi­ble gen­er­alizar en un con­ti­nente donde con­viv­en economías tan pujantes como la brasileña con situa­ciones tan difí­ciles como las de Hon­duras o Haití, pero lo cier­to es que, por primera vez en décadas, muchos gob­ier­nos de la región están en condi­ciones de uti­lizar sus abun­dantes reser­vas para escapar, a través del gas­to, de la caí­da de la activi­dad económi­ca mundi­al. Algunos ejem­p­los: Según infor­mó el diario británi­co The Guardian, las reser­vas inter­na­cionales de Brasil pasaron de 38.000 mil­lones de dólares en 2002 a más de 370.000 mil­lones en 2012; Chile cuen­ta con un crec­imien­to del PIB cal­cu­la­do en un 4.5 por cien­to para este año, y con un fon­do de esta­bi­lización de cer­ca de 14.000 mil­lones de dólares; Perú vive una expan­sión sosteni­da; Venezuela podría cre­cer más del 5.0 por cien­to y en Colom­bia, con un crec­imien­to anu­al del 4.5 por cien­to, aumen­ta la tasa de inver­sión exter­na y baja el desempleo.

El peli­gro, como suele ocur­rir, está en con­fi­arse. La cri­sis económi­ca en Europa y Esta­dos Unidos, no ha toca­do fon­do, y sus efec­tos empiezan a sen­tirse tam­bién, poco a poco, en Améri­ca Lati­na. Se tra­ta todavía de un cole­ta­zo poco peli­groso, pero que puede ser mucho may­or en el futuro si no se toman medi­das opor­tu­nas. Así lo cree la Sec­re­taría Gen­er­al Iberoamer­i­cana – SEGIB –, dirigi­da por Enrique Igle­sias, quien, en declara­ciones a la agen­cia de noti­cias EFE, recordó que la cri­sis incluye una subi­da, aparente­mente irre­versible, en los pre­cios de los ali­men­tos, algo que ame­naza a mil­lones de pobres en Lati­noaméri­ca. En este sen­ti­do, Igle­sias señaló que la cri­sis «está aho­ra con­cen­tra­da en Europa y Esta­dos Unidos, donde nació y se asen­tó, pero el mun­do está vin­cu­la­do, y ya comien­za a afec­tar a Améri­ca Lati­na, lo que se nota en la baja­da de las tasas de crec­imien­to». «Es inevitable ten­er ese tipo de impacto, y puede ser mucho may­or de lo que ha sido has­ta aho­ra, aunque, en este momen­to, en com­para­ción con otros, Améri­ca Lati­na está mucho mejor prepara­da», añadió Iglesias.

Según las pre­vi­siones del Ban­co Inter­amer­i­cano de Desar­rol­lo – BID –, Lati­noaméri­ca volverá a cre­cer un 4.2 por cien­to en 2013, pero ello suced­erá tras una mod­es­ta expan­sión de un 3.5 por cien­to este año, refle­jo de la cri­sis mundi­al, pues la región cre­ció un 4.3 por cien­to el año ante­ri­or. Y es que en los últi­mos años, el crec­imien­to de Améri­ca Lati­na y su resisten­cia a los golpes de la cri­sis de deu­da en la Euro­zona, han esta­do ali­men­ta­dos por la exportación de mate­rias pri­mas y el con­tin­uo aumen­to del con­sumo por parte de una clase media emer­gente. Pero la per­sis­ten­cia de las tur­bu­len­cias en Europa, uni­da a una desacel­eración de la economía chi­na – prin­ci­pal mer­ca­do de las mate­rias pri­mas lati­noamer­i­canas –, está ensom­bre­cien­do el hor­i­zonte económi­co de la región. Brasil, por ejem­p­lo, cre­cerá este año, según las pre­vi­siones, por deba­jo del 2.0 por cien­to, muy lejos del 7.5 por cien­to en 2010.

Por otra parte, el cli­ma para los nego­cios en Lati­noaméri­ca bajó el pasa­do mes de julio a su peor niv­el en nueve meses, y mues­tra «ries­go de rece­sión» – depre­sión de las activi­dades económi­cas en gen­er­al que tiende a ser pasajera –, según el índice que el cen­tro de estu­dios económi­cos brasileño Fun­dación Getulio Var­gas (FGV) mide trimes­tral­mente. Así, el lla­ma­do Índice de Cli­ma Económi­co (ICE) para Améri­ca Lati­na bajó des­de 5,2 pun­tos en abril has­ta 4,8 pun­tos en julio, quedan­do por deba­jo del prome­dio de la últi­ma déca­da que fue de 5,1 puntos.

A esta cifra neg­a­ti­va hay que agre­gar que las 500 empre­sas más grandes de Améri­ca Lati­na, lid­er­adas por las petrol­eras Petro­bras, de Brasil; PDVSA, de Venezuela y Pemex, de Méx­i­co, ganaron el año pasa­do un 8.9 por cien­to menos que el año ante­ri­or, y ello a pesar de que sus ingre­sos se incre­men­taron casi en la mis­ma pro­por­ción, ya que se ele­varon un 8.3 por cien­to, alcan­zan­do los 2,4 bil­lones de dólares. Esta dis­pari­dad, según infor­mó la pub­li­cación dig­i­tal esta­dounidense Latin Busi­ness Chron­i­cle, se debería al efec­to que ha tenido la cri­sis euro­pea y esta­dounidense en los pre­cios de las mate­rias pri­mas, en para­le­lo a la men­ciona­da reduc­ción del crec­imien­to económi­co regional.

En gen­er­al, y según resum­ió en el diario español El País Ali­cia Bárce­na, sec­re­taria ejec­u­ti­va de la Comisión Económi­ca para Améri­ca Lati­na y el Caribe – CEPAL –, los prin­ci­pales desafíos que afronta la región pasan por la necesi­dad de con­tro­lar una inflación cre­ciente, fru­to del referi­do aumen­to de las mate­rias pri­mas inter­na­cionales; por asumir la apre­ciación de los tipos de cam­bio, que favore­cen las importa­ciones, en detri­men­to de las exporta­ciones, dañan­do la cuen­ta cor­ri­ente, y por man­ten­er una pos­tu­ra firme frente a la inesta­bil­i­dad de los mer­ca­dos financieros. Tam­bién será impor­tante acor­tar la brecha exis­tente entre las pequeñas y medi­anas empre­sas y las grandes cor­po­ra­ciones, y mejo­rar una políti­ca fis­cal que sigue sien­do defi­ciente, pues se recau­da poco y mal.

Pero el gran reto de Lati­noaméri­ca sigue sien­do la reduc­ción de la pobreza, una lacra que afec­ta a 174 mil­lones de per­sonas, es decir, el 31 por cien­to de la población total. Este por­centa­je es mucho menor que el de hace unas décadas, y supone el índice más bajo en 20 años, pues la tasa ha descen­di­do más de un 10 por cien­to con respec­to a 1990. Pese a esto, la reduc­ción en la pobreza total con­trasta con un alza en el número de per­sonas que viv­en en extrema pobreza o indi­gen­cia, que aumen­tó de 70 a 73 mil­lones de per­sonas en 2011, con lo que la tasa se elevó has­ta el 12.8 por cien­to. Las causas, según la CEPAL, hay que bus­car­las en el aumen­to del pre­cio de los ali­men­tos, algo que se deja sen­tir con más fuerza en los hog­a­res más pobres, y que con­trar­res­ta el incre­men­to en los ingresos.

En todo caso, la desigual­dad con­tinúa dis­min­uyen­do poco a poco. Entre 2008 y 2010, el índice Gino, que mide la inequidad, se redu­jo a un rit­mo supe­ri­or al 2.0 por cien­to, y en El Sal­vador y Perú por ejem­p­lo, bajó por enci­ma del 1.0 por cien­to. Este pro­gre­so, según la CEPAL, ha ido de la mano de un aumen­to sig­ni­fica­ti­vo del gas­to social en las últi­mas dos décadas, gas­to que, en esos 20 años, llegó al 62.2 por cien­to del gas­to públi­co total.

La propia CEPAL advierte, sin embar­go, que la reduc­ción de la pobreza y la desigual­dad están lim­i­tadas por una estruc­tura pro­duc­ti­va basa­da en mer­ca­dos lab­o­rales seg­men­ta­dos, con mucho empleo de baja pro­duc­tivi­dad, baja remu­neración y escasa pro­tec­ción social. Así, en 2009 los estratos sociales bajos en Améri­ca Lati­na rep­re­sen­taron el 50.2 por cien­to de la fuerza lab­o­ral, pero solo el 10.6 por cien­to del Pro­duc­to Inter­no Bru­to (PIB) – la medi­da macro­económi­ca que expre­sa el val­or mon­e­tario de la pro­duc­ción de bienes y ser­vi­cios de un país durante un perío­do deter­mi­na­do de tiem­po –, mien­tras que el estra­to alto supu­so el 19.6 por cien­to del empleo, pero el 66,9% del PIB. Por otra parte, solo cua­tro de cada diez tra­ba­jadores con­tribuyen a la seguri­dad social, aso­ci­a­da al empleo for­mal. Son los hog­a­res con may­or can­ti­dad de miem­bros y de sec­tores rurales los que tienen menor acce­so a la pro­tec­ción con­tribu­ti­va en la región.

En resumen, Améri­ca Lati­na aguan­ta, pero las ame­nazas están a la vuelta de la esquina. Los gob­ier­nos de la región, y espe­cial­mente los de aque­l­los país­es que están lid­eran­do el tirón económi­co, encabeza­dos por Brasil y Méx­i­co, con Colom­bia, Argenti­na y Perú sigu­ién­doles de cer­ca, tienen ante sí un triple desafío: Man­ten­er esta situación de cier­to priv­i­le­gio, pro­te­gerse ante lo que está por venir y, sobre todo, aprovechar esta coyun­tu­ra favor­able para avan­zar en el com­bate con­tra una pobreza y una desigual­dad que siguen sien­do endémi­cas en muchos país­es latinoamericanos.

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