Codo con codo con las mujeres de Lima

Miguel Máiquez, 25/4/2012
La fotó­grafa Glo­ria Nieto, en Lima, Perú. Foto: Swamy de León

Lucha con­tra la vio­len­cia de género, talleres de salud sex­u­al y repro­duc­ti­va, asesoría legal, apoyo al desar­rol­lo económi­co a través de micro­crédi­tos, impul­so a la par­tic­i­pación políti­ca… El Movimien­to Manuela Ramos lle­va más de tres décadas tra­ba­jan­do con y para las mujeres de Perú, pele­an­do por el reconocimien­to de sus dere­chos, asum­ien­do su gran diver­si­dad (étni­ca, ide­ológ­i­ca, cul­tur­al, reli­giosa…) y, en defin­i­ti­va, cues­tio­nan­do día a día la legit­im­i­dad de las estruc­turas sociales, políti­cas y económi­cas que mantienen (o, como pre­fieren decir ellas, “inten­tan man­ten­er”) sub­or­di­nadas a las mujeres.

Glo­ria Nieto, una fotó­grafa y dis­eñado­ra grá­fi­ca españo­la res­i­dente en Toron­to, aca­ba de pasar cua­tro meses en Lima tra­ba­jan­do codo con codo con ‘las Manue­las’, como se lla­man a sí mis­mas las inte­grantes de esta orga­ni­zación, a través del pro­gra­ma para coop­er­antes de la ONG cana­di­ense Cuso Inter­na­cional.

Talleres de fotografía para mujeres de las zonas más des­fa­vore­ci­das de la cap­i­tal, desar­rol­lo de cam­pañas para que la labor del movimien­to llegue al may­or número de per­sonas posi­bles… Como tan­tos otros coop­er­antes en todo el mun­do, Nieto ha trata­do de pon­er su gran­i­to de are­na, al tiem­po que ha tenido la opor­tu­nidad de cono­cer de primera mano la real­i­dad de una ciu­dad en la que, a pesar de haber mejo­ra­do mucho en los últi­mos años, aún que­da, tam­bién, mucho por hacer.

Glo­ria Nieto, en el cen­tro de Lima. Foto: Swamy de León

Si tuviera que resumir en tres pal­abras su expe­ri­en­cia como coop­er­ante de Cuso Inter­na­cional en el Movimien­to Manuela Ramos, ¿qué tres pal­abras elegiría?

Sat­is­fac­ción, por el tra­ba­jo real­iza­do, ilusión por for­mar parte de un proyec­to que mejo­ra la vida de la gente, y sen­sación de inclusión por la acogi­da tan amis­tosa brinda­da por el equipo de Cuso Inter­na­cional Perú y el Movimien­to Manuela Ramos.

En su tra­ba­jo, ust­ed ha uti­liza­do la fotografía no solo como un medio para mostrar la real­i­dad, sino tam­bién como una opor­tu­nidad para el aprendizaje…

Sí, una de las cosas que se espera de noso­tras y nosotros como coop­er­antes de Cuso Inter­na­cional es que prop­iciemos un inter­cam­bio de infor­ma­ción, ya sea en for­ma de talleres o de char­las, o a través de mate­ri­ales infor­ma­tivos. De esta man­era, el alcance de nues­tra colab­o­ración va más allá de la estancia en el país. Este inter­cam­bio, además, es bidi­rec­cional, ya que el o la coop­er­ante aprende tam­bién de la orga­ni­zación en la que tra­ba­ja, tan­to a niv­el per­son­al como pro­fe­sion­al. En mi caso, he tenido la opor­tu­nidad de impar­tir un cur­so de fotografía bási­ca, y la expe­ri­en­cia resultó muy interesante.

¿Cuáles son los prin­ci­pales retos y prob­le­mas a los que, a su juicio, se enfrentan las mujeres de las zonas más des­fa­vore­ci­das de una ciu­dad como Lima?

Las mujeres peru­a­nas, como ocurre en todo el mun­do, sufren una situación de dis­crim­i­nación, tan­to en la esfera social, como en la políti­ca y la económi­ca. El pro­gra­ma en el que yo tra­ba­jo con las com­pañeras de Movimien­to Manuela Ramos se lla­ma “Dere­cho a una vida sin vio­len­cia”, y se cen­tra en la elim­i­nación de la vio­len­cia sex­u­al y domés­ti­ca, a través de la asesoría legal en temas de vio­len­cia, capac­itación, asesoría espe­cial­iza­da y activi­dades de pre­ven­ción, sen­si­bi­lización y difusión. La vio­len­cia sex­u­al y domés­ti­ca es sin duda un prob­le­ma social de primer orden en Perú, un país donde cada mes mueren 10 mujeres a manos de sus pare­jas, expare­jas o familiares.

¿Qué le llevó a con­tac­tar con Cuso?

Quería pon­er mis habil­i­dades como fotó­grafa y dis­eñado­ra grá­fi­ca al ser­vi­cio de una causa con la que me sin­tiera iden­ti­fi­ca­da y Cuso Inter­na­cional me brindó esa opor­tu­nidad a través de su pro­gra­ma de voluntariado.

¿Qué ha sido lo más sat­is­fac­to­rio de su trabajo?

El sen­tir que estoy ponien­do algo de mi parte para mejo­rar las condi­ciones de una comu­nidad desfavorecida.

¿Y lo más difícil?

Dado que mi vol­un­tari­a­do es de cor­to pla­zo ‑sólo tres meses‑, ha sido un reto la elab­o­ración de un plan de tra­ba­jo que incluy­era todo aque­l­lo que podría hac­er durante mi estancia en Perú. No es fácil cal­cu­lar cuán­to tiem­po va a lle­var cada activi­dad y enca­jar­la en el cal­en­dario, pero al final hemos ido aju­s­tan­do tiem­pos y todo ha sali­do bien.

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