La tensión nuclear continúa atenazando la agenda global, 20 años después de la guerra fría

Miguel Máiquez, 15/4/2012

El final de la Guer­ra Fría tras la caí­da de la Unión Soviéti­ca en 1991 acabó con décadas de temor a que un enfrentamien­to nuclear entre las dos super­po­ten­cias ter­mi­nase, lit­eral­mente, con la vida en el plan­e­ta tal y como la cono­ce­mos. Más de veinte años después, el holo­caus­to nuclear parece, efec­ti­va­mente, mucho más lejano, pero la ame­naza del uso de armas atómi­cas y su dev­as­ta­do­ra capaci­dad de destruc­ción masi­va sigue mar­can­do la agen­da políti­ca mundial.

En un mun­do someti­do ya casi por com­ple­to al uni­lat­er­al­is­mo mil­i­tar occi­den­tal (con per­miso de Chi­na y por más que le pese a Rusia), y con la con­flic­ti­va fron­tera entre India y Pak­istán algo más tran­quila, la ten­sión nuclear se cen­tra aho­ra en dos país­es ‘disidentes’ y un fantasma.

Los dos país­es son Corea del Norte, que, a pesar de la incer­tidum­bre tras la muerte de su líder, Kim Jong-il y de su pre­cariedad tec­nológ­i­ca, sigue lan­zan­do inqui­etantes desafíos mil­itares, e Irán, cuyo polémi­co pro­gra­ma de enriquec­imien­to de uranio lle­va años con­sti­tuyen­do uno de los may­ores focos de inesta­bil­i­dad inter­na­cional. El fan­tas­ma, poco definido, pero con un peli­gro poten­cial muy real, es el ter­ror­is­mo: «No nece­si­tarían mucho, tan sólo un puña­do de mate­ri­ales, para matar a cien­tos de miles de inocentes», dijo el pres­i­dente de EE UU, Barack Oba­ma, en la Segun­da Cum­bre de Seguri­dad Nuclear, cel­e­bra­da hace solo unas sem­anas en Seúl.

I. COREA DEL NORTE

Un fra­ca­so con consecuencias

La situación de con­tínua tiran­tez entre Corea del Norte y la comu­nidad inter­na­cional (espe­cial­mente los veci­nos del país asiáti­co y Esta­dos Unidos) por el desar­rol­lo de arma­men­to nuclear lle­va­do a cabo por el rég­i­men comu­nista de Pyongyang volvió a empe­o­rar este jueves al lan­zar los nor­core­anos un cohete de largo alcance con el que, supues­ta­mente, pre­tendían pon­er en órbi­ta un satélite meteorológico.

El lan­za­mien­to, que, además de un desafío, iba a servir para cel­e­brar el cen­te­nario del nacimien­to del fun­dador del Esta­do, Kim Il-sung, fue un estrepi­toso fra­ca­so (se estrel­ló en el mar a los pocos min­u­tos), pero ello no ha evi­ta­do que salten de nue­vo las alar­mas, más aún cuan­do var­ios país­es, con EE UU y sus ali­a­dos a la cabeza, habían insta­do en los últi­mos días al rég­i­men nor­core­ano a desi­s­tir de su plan, por con­sid­er­ar que escondía en real­i­dad un ensayo encu­bier­to de mis­iles balís­ti­cos. El Con­se­jo de Seguri­dad de la ONU ha denun­ci­a­do que la acción vio­la dos res­olu­ciones de Naciones Unidas y está nego­cian­do una «respues­ta apropi­a­da», y Oba­ma ha ido más allá, prome­tien­do endure­cer el blo­queo a Corea del Norte «has­ta que tomen un camino distinto».

Jugan­do al gato y al ratón

El caso del «satélite del amor» (como lo denom­inó la agen­cia ofi­cial de noti­cias nor­core­ana, KCNA, en un comu­ni­ca­do pre­vio en el que afirma­ba que «el exi­toso lan­za­mien­to del satélite procla­maría orgul­losa­mente a Corea del Norte [uno de los país­es más pobres del mun­do] como un nue­vo tigre asiáti­co y como un nue­vo miem­bro del club de poten­cias económi­cas») es el últi­mo episo­dio de una larga serie de provo­ca­ciones y tiras y aflo­jas pre­béli­cos, que se remon­ta al prin­ci­pio de los años noven­ta, y que se ha ido hacien­do cada vez más grave des­de que en 2002 Corea del Norte cer­ró sus puer­tas a los inspec­tores del Organ­is­mo Inter­na­cional para la Energía Atómi­ca (OIEA), después de que Wash­ing­ton acusase a Pyongyang de desar­rol­lar en secre­to un pro­gra­ma de enriquec­imien­to de uranio.

Tras más de dos años de des­en­cuen­tros, en 2005, los seis país­es direc­ta­mente afec­ta­dos (EE UU, Corea del Norte, Chi­na, Corea del Sur, Japón y Rusia) lle­garon a un acuer­do por el que Pyongyang se com­pro­metía a des­man­te­lar su pro­gra­ma a cam­bio de ayu­da energéti­ca y garan­tías de seguri­dad por parte de Esta­dos Unidos. El diál­o­go, sin embar­go, se rompió meses después ante el man­ten­imien­to de san­ciones por parte de Wash­ing­ton con­tra varias insti­tu­ciones financieras que tenían nego­cios con el Gob­ier­no nor­core­ano, y el 9 de octubre de 2006 Corea del Norte probó una bom­ba nuclear, que le acar­reó duras san­ciones internacionales.

En junio de 2007, ago­b­i­a­da por el boicot económi­co, Pyongyang volvió a anun­ciar el desarme atómi­co y per­mi­tió, después de cin­co años, la entra­da de los inspec­tores del OIEA. Pero el com­pro­miso duró poco: Ante la neg­a­ti­va del gob­ier­no de George W. Bush de reti­rar a Corea del Norte de su lista de país­es que apoy­an el ter­ror­is­mo, el rég­i­men comu­nista se echó de nue­vo atrás y en agos­to de 2008 declaró su inten­ción de relan­zar su pro­gra­ma atómi­co. Así, el 25 de mayo del año sigu­iente llevó a cabo con éxi­to su segun­da prue­ba nuclear, tras la real­iza­da en 2006, lo que provocó una unán­ime con­de­na inter­na­cional. El Con­se­jo de Seguri­dad amplió el embar­go de armas y el blo­queo de activos financieros.

Des­de entonces ha habido pocos avances. A finales de 2011, Corea del Norte ase­guró que su pro­gra­ma de pro­duc­ción de uranio poco enrique­ci­do, supues­ta­mente para uso civ­il, avan­z­a­ba a buen rit­mo, en un con­tex­to agrava­do por el hundimien­to de un buque sur­core­ano en el Mar Amar­il­lo y el pos­te­ri­or bom­bardeo a la isla de Yeonpyeong.

No obstante, tras la muerte en diciem­bre pasa­do del líder nor­core­ano Kim Jong-il, EE UU se mostró mod­er­ada­mente opti­mista, y hace dos meses Pyongyang anun­ció una vez más la sus­pen­sión tem­po­ral de sus activi­dades de enriquec­imien­to de uranio, así como de las prue­bas nuclear­es y de los lan­za­mien­tos de mis­iles de largo alcance. El 19 de mar­zo, las autori­dades de Corea del Norte invi­taron al OIEA a realizar una visi­ta al país, tres años después de expul­sar a los inspec­tores que ver­i­fi­ca­ban el pro­gra­ma nuclear del país asiático.

Las esper­an­zas de que se reanuden las nego­cia­ciones, sin embar­go, han vuel­to a que­brarse con el lan­za­mien­to del cohete ‘Unha‑3’, con­sid­er­a­do por Wash­ing­ton y Corea del Sur como una prue­ba de mis­iles encubierta.

Más incóg­ni­tas que certezas

Uno de los may­ores prob­le­mas en el con­flic­to con Corea del Norte es que, a pesar de que Pyongyang ase­gu­ra que tiene armas nuclear­es, y de que la may­oría de los exper­tos tienen claro que ha esta­do desar­rol­lan­do acti­va­mente su pro­gra­ma de arma­men­to durante estos últi­mos años, en real­i­dad es muy difí­cil con­fir­mar­lo, dada la impen­e­tra­bil­i­dad del rég­i­men y la fal­ta de inspec­ciones exhaustivas.

Se sabe, por ejem­p­lo, que en diciem­bre de 2002 Corea del Norte reac­tivó su reac­tor nuclear de Yong­by­on, pero no cuál ha sido el pro­gre­so obtenido des­de entonces. Según anal­is­tas con­sul­ta­dos por la BBC, si el reac­tor estu­viese en su ple­na capaci­dad opera­cional, podría pro­ducir la can­ti­dad de plu­to­nio sufi­ciente para con­stru­ir una arma nuclear por año. La CIA, por su parte, cal­culó a prin­ci­p­ios de la pasa­da déca­da que otro pro­gra­ma nuclear, basa­do no en plu­to­nio sino en uranio enrique­ci­do, ten­dría capaci­dad para pro­ducir «dos o más«bombas cada año.

En cualquier caso, los exper­tos creen que Corea del Norte podría haber extraí­do el plu­to­nio sufi­ciente para fab­ricar un pequeño número de bom­bas. Y según cál­cu­los de Wash­ing­ton, alrede­dor de 8.000 bar­ras de com­bustible para el reac­tor nuclear que habían sido alma­ce­nadas en 1994 podrían estar sien­do uti­lizadas para extraer el plu­to­nio nece­sario para desar­rol­lar varias armas más.

Dos esce­nar­ios posibles

Tras el fra­ca­so del lan­za­mien­to de su últi­mo cohete, Corea del Norte se encuen­tra aho­ra ante dos posi­bil­i­dades. Por un lado, no puede descar­tarse que el nue­vo líder nor­core­ano, Kim Jong-un, y los gen­erales que le rodean, reac­cio­nen al ridícu­lo redob­lan­do sus esfuer­zos por con­seguir una prue­ba nuclear que fun­cione, con el fin de acallar críti­cas y volver a hac­er creíbles sus desafíos a la comu­nidad inter­na­cional. En este sen­ti­do, Corea del Sur y EE UU ase­gu­ran que sus satélites han detec­ta­do una nue­va activi­dad en sue­lo nor­core­ano que sug­iere la preparación de una próx­i­ma prue­ba nuclear. Si la pre­sión con­tra Pyongyang, espe­cial­mente por parte de Chi­na, no fun­ciona, y la prue­ba se lle­va a cabo, la ten­sión puede dispararse.

Pero por otra parte, tam­bién cabe la posi­bil­i­dad de que el fias­co del cohete sea aprovecha­do por los ele­men­tos menos duros del rég­i­men y los tec­nócratas del gob­ier­no nor­core­ano para ganar peso políti­co e influ­en­cia sobre el nue­vo líder, a cos­ta de los ele­men­tos más mil­i­taris­tas, respon­s­ables de la actu­al estrate­gia arma­men­tís­ti­ca. Ello podría supon­er una rela­jación de la cri­sis y, even­tual­mente, una reanudación de las nego­cia­ciones a seis ban­das, siem­pre que Occi­dente esté dis­puesto a abrir la mano, lo que no será fácil mien­tras Oba­ma esté en año electoral.

II. IRÁN

Uso mil­i­tar, uso civ­il, uso político

La dis­pu­ta por el pro­gra­ma nuclear iraní tiene su ori­gen en la incer­tidum­bre sobre la ver­dadera nat­u­raleza de sus obje­tivos, unas dudas planteadas no solo por EE UU, sino tam­bién por la ONU, y cuya man­i­festación más evi­dente se cen­tra en la pro­duc­ción de uranio enrique­ci­do, un com­bustible de doble uso, mil­i­tar y civil.

Según un informe pub­li­ca­do en enero por el OIEA, los téc­ni­cos iraníes han logra­do pro­ducir unos 110 kilos de uranio enrique­ci­do has­ta casi el 20% de pureza, lo que estaría aún por deba­jo del 90% nece­sario para fab­ricar un arma nuclear. A esta can­ti­dad habría que añadir otras cin­co toneladas de uranio enrique­ci­do has­ta el 5%, con un rit­mo de pro­duc­ción supe­ri­or a los 100 kilos mensuales.

Tan­to el OIEA como el Con­se­jo de Seguri­dad de la ONU recla­man a Irán que sus­pen­da la pro­duc­ción de com­bustible nuclear, como medi­da de creación de con­fi­an­za has­ta que los téc­ni­cos inter­na­cionales puedan con­fir­mar que el pro­gra­ma atómi­co iraní solo tiene fines civiles y pací­fi­cos, como afir­ma Teherán. Irán insiste en que nece­si­ta ese uranio para pro­ducir en un reac­tor cien­tí­fi­co isó­to­pos para la lucha con­tra el cáncer y reivin­di­ca su dere­cho a usar la energía atómi­ca con fines civiles.

El OIEA ha prop­uesto, como solu­ción, que la Repúbli­ca Islámi­ca envíe al extran­jero (a Fran­cia o Rusia) su uranio enrique­ci­do para que sea trans­for­ma­do allí en com­bustible nuclear, pero Teherán no se fía y teme que, de hac­er­lo, ese com­bustible no le será devuelto.

Mien­tras, Irán acusa al OIEA de haber poli­ti­za­do el asun­to de su pro­gra­ma nuclear y de exced­er­se en sus atribu­ciones al exi­gir unas sus­pen­sión de sus «activi­dades nuclear­es pací­fi­cas», per­mi­ti­das por los trata­dos internacionales.

Las dis­tin­tas tan­das de san­ciones por parte de la ONU, Esta­dos Unidos, la Unión Euro­pea y otros país­es, y la respues­ta iraní de sus­pender o ame­nazar con sus­pender sus envíos de petróleo, o inclu­so de blo­quear el trá­fi­co de crudo por el estre­cho de Ormuz, han aña­di­do aún más ten­sión al conflicto.

Inspec­ciones incompletas

El OIEA insiste en pedir a Irán más colab­o­ración para aclarar algunos temas muy con­flic­tivos, como la pre­sun­ta com­pra de mate­ri­ales y la real­ización de exper­i­men­tos nuclear­es de carác­ter mil­i­tar durante las dos décadas que man­tu­vo un pro­gra­ma nuclear secre­to, e inclu­so des­de 2003, cuan­do comen­zó a colab­o­rar con este organismo.

Para ello, además de solic­i­tar doc­u­mentación y entre­vis­tas con exper­tos iraníes, el OIEA quiere que Irán per­mi­ta el acce­so de sus inspec­tores a Parchin, una base mil­i­tar cer­ca de Teherán, donde se cree que puede haberse tra­ba­ja­do en armas atómi­cas. Las dos últi­mas vis­i­tas de téc­ni­cos del OIEA, en enero y febrero pasa­dos, ter­mi­naron sin que se per­mi­tiera esa entra­da.

Irán fir­mó el Trata­do de No Pro­lif­eración Nuclear, que per­mite al OIEA inspec­cionar sus insta­la­ciones nuclear­es sin lim­ita­ciones, pero no ha fir­ma­do ni acep­ta el Pro­to­co­lo Adi­cional a este trata­do, por lo que el organ­is­mo de la ONU no tiene autori­dad legal para entrar en otros lugares.

Israel y los tam­bores de guerra

La cri­sis en torno al pro­gra­ma atómi­co iraní ha dado en los últi­mos meses un alar­mante paso pre­béli­co, al cono­cerse supuestos planes israelíes para atacar al país islámi­co, en una «guer­ra pre­ven­ti­va» ante la teóri­ca ame­naza que supon­dría para Israel un Irán con armas nuclear­es (armas que, por otro lado, posee Israel sin haber­lo declar­a­do ofi­cial­mente, sin que hayan sido inspec­cionadas por ningún organ­is­mo inter­na­cional, y con el pleno con­sen­timien­to de EE UU).

El min­istro de Defen­sa israelí, Ehud Barak, ha lle­ga­do a decir que la opción mil­i­tar «es real y está lista para ser usa­da», y ase­guró asimis­mo que «Irán es un peli­gro cre­ciente» y que «el ataque no debe esper­ar mucho más tiempo».

Durante la reciente visi­ta del primer min­istro israelí, Ben­jamin Netanyahu, a EE UU, Barack Oba­ma se mostró par­tidario de ago­tar las vías diplomáti­cas, si bien agregó que «todas las opciones están sobre la mesa» y que no dudará en «usar la fuerza cuan­do sea nece­sario», lo que añadió más leña el fuego. Esta­dos Unidos está en año elec­toral, y tan­to la oposi­ción repub­li­cana como el influyente grupo de pre­sión pro israelí y los sec­tores más con­ser­vadores de la opinión públi­ca ejercen una gran pre­sión para que Wash­ing­ton inten­si­fique su políti­ca de mano dura con Teherán. Las habit­uales declara­ciones fuera de tono de las autori­dades iraníes («Israel es un tumor can­ceroso que se debe cortar»,dijo en febrero el aya­tolá Alí Jamenei) tam­poco han con­tribui­do, pre­cisa­mente, a cal­mar los ánimos.

Los últi­mos car­tu­chos de la diplomacia

El últi­mo capí­tu­lo de la cri­sis, no obstante, ha resul­ta­do ser algo más esper­an­zador. Irán y el denom­i­na­do Grupo 5+1, for­ma­do por Ale­ma­nia, Chi­na, Fran­cia, Esta­dos Unidos, Reino Unido y Rusia, con­cluyeron este sába­do en Estam­bul un encuen­tro para des­blo­quear el diál­o­go sobre el pro­gra­ma atómi­co iraní, y la reunión, según declaró  la jefa de la diplo­ma­cia euro­pea, Cather­ine Ash­ton, se cele­bró en «un ambi­ente con­struc­ti­vo». La nego­ciación con­tin­uará en Bag­dad el próx­i­mo 23 de mayo. «El éxi­to es que hayamos podi­do anun­ciar lugar y fecha del próx­i­mo encuen­tro», dijo Ashton.

Los pilares de esta nue­va eta­pa nego­ci­ado­ra, ini­ci­a­da tras las ini­cia­ti­vas iraníes de restringir sus sum­in­istros de petróleo, serán el cumplim­ien­to por parte de Irán de sus com­pro­misos como país fir­mante del Trata­do de No Pro­lif­eración de armas nuclear­es, un diál­o­go «paso a paso y recípro­co» y el dere­cho recono­ci­do a que Irán pue­da dispon­er de un pro­gra­ma civ­il de energía atómica.

III. TERRORISMO NUCLEAR

Ame­naza real

«El ter­ror­is­mo nuclear con­tinúa sien­do una de las ame­nazas más impor­tantes para la seguri­dad nacional». Esa es, al menos, la con­clusión a la que lle­garon los 53 jefes de Esta­do y líderes de orga­ni­za­ciones mul­ti­lat­erales que par­tic­i­paron los pasa­dos días 26 y 27 de mar­zo en la Segun­da Cum­bre de Seguri­dad Nuclear, cel­e­bra­da en Seúl, la cap­i­tal de Corea del Sur.

La declaración final fue sim­i­lar a la de la primera cum­bre, cel­e­bra­da hace dos años en Wash­ing­ton, pero esta vez, quizá por la cer­canía con Corea del Norte, los líderes mundi­ales subieron el tono de la ame­naza en sus declara­ciones per­son­ales: Barack Oba­ma advir­tió de que «quedan aún muchos ele­men­tos mal­va­dos que ame­nazan con alma­ce­nar y uti­lizar peli­groso mate­r­i­al nuclear». «No se nece­si­taría mucho, tan sólo un puña­do de mate­ri­ales, para matar a cien­tos de miles de inocentes, y esto no es una exageración, es una real­i­dad a la que nos enfrenta­mos», añadió el pres­i­dente estadounidense.

El comu­ni­ca­do de la cum­bre de Seúl, sin embar­go, omi­tió una men­ción que sí aparecía en el bor­rador del tex­to, en la que se habla­ba de la necesi­dad de «dar pasos con­cre­tos» para lograr un mun­do sin armas nuclear­es. A este respec­to, el sec­re­tario gen­er­al de la ONU, Ban Ki-moon, crit­icó la nat­u­raleza no vin­cu­lante de este encuen­tro: «Seamos claros, el mun­do nece­si­ta un acuer­do legal­mente vin­cu­lante sobre el tratamien­to del mate­r­i­al fis­i­ble», dijo.

Más de 2.000 armas nuclear­es «per­di­das»

Entre 1993 y 2011 la Agen­cia Inter­na­cional de la Energía Atómi­ca (AIEA) detec­tó 2.164 casos de pér­di­da, robo o desapari­ción de mate­ri­ales nuclear­es que podrían ser emplea­d­os para fab­ricar lo que se conoce como «bom­bas sucias», arte­fac­tos que, uti­lizan­do explo­sivos con­ven­cionales, son capaces de dis­em­i­nar mate­r­i­al radi­ac­ti­vo sobre un área poblada.

Con­stru­ir un arma nuclear no es fácil, pero fab­ricar una bom­ba sim­i­lar a la que destruyó Hiroshi­ma es «muy posi­ble den­tro de las capaci­dades de un grupo ter­ror­ista avan­za­do», según explicó al diario Clarín Matthew Bunn, pro­fe­sor adjun­to en la Escuela John Kennedy de la Uni­ver­si­dad de Har­vard, EE UU. «Existe una enorme difer­en­cia entre la difi­cul­tad de pro­ducir armas seguras y con­fi­ables para usar en un proyec­til o avión de guer­ra, y fab­ricar armas inse­guras y no con­fi­ables para trans­portar en un camión», indicó.

Los cables fil­tra­dos por Wik­iLeaks rev­e­laron, por ejem­p­lo, la gran frag­ili­dad de los con­troles sobre el per­son­al impli­ca­do en el pro­gra­ma nuclear paquis­taní, lo que llevó a Wash­ing­ton a dar al prob­le­ma pri­or­i­dad estratég­i­ca, con el fin de evi­tar que emplea­d­os «rad­i­cales» accedan a las instalaciones.

El peri­o­do de may­or descon­trol sobre el arma­men­to nuclear ocur­rió tras la caí­da de la Unión Soviéti­ca, en 1991, cuan­do sus bases nuclear­es en Rusia, Arme­nia, Bielor­ru­sia, Kaza­jstán y Ucra­nia quedaron en una situación de gran vul­ner­a­bil­i­dad. Además, muchos cien­tí­fi­cos perdieron su empleo y bus­caron una sal­i­da lab­o­ral en otros país­es, lleván­dose con­si­go algunos de ellos el conocimien­to y los archivos necesarios.

En un informe que elaboró para la revista Tech­nol­o­gy Review, el anal­ista esta­dounidense de seguri­dad nacional espe­cial­iza­do en armas nuclear­es Gra­ham Alli­son indicó que «si los gob­ier­nos no hacen más de lo que están hacien­do actual­mente, las posi­bil­i­dades de que ocur­ra un ataque ter­ror­ista con armas nuclear­es con­tra una de las grandes ciu­dades occi­den­tales en el pla­zo de una déca­da son de más del 50%».

El armamento nuclear, en cifras

Ani­mación real­iza­da por el artista japonés Isao Hashimo­to, que mues­tra las bom­bas nuclear­es det­on­adas entre 1945 y 1998
  • 20.500 armas nuclear­es exis­ten actual­mente en todo el plan­e­ta, según datos del Insti­tu­to de Inves­ti­gación para la Paz de Esto­col­mo (SIPRI, por sus siglas en inglés). De ellas, alrede­dor de 5.000 están desple­gadas y lis­tas para su uso. Las cifras son aproximadas.
  • 8 país­es poseen arma­men­to nuclear: Esta­dos Unidos, Rusia, Reino Unido, Fran­cia, Chi­na, India, Pak­istán e Israel. Solo los cin­co primeros lo recono­cen legal­mente. Sudáfrica fue uno de los primeros país­es que con­struyó armas nuclear­es, pero después renun­ció a ellas y las destruyó, jun­to con los planos (las insta­la­ciones han sido des­man­te­ladas y están bajo con­trol de la Agen­cia Inter­na­cional de Energía Atómica).
  • 188 país­es for­man parte del Trata­do de No Pro­lif­eración Nuclear. A solo cin­co de los esta­dos fir­mantes (los men­ciona­dos Esta­dos Unidos, Reino Unido, Fran­cia, Rusia y Chi­na, que son, tam­bién, los cin­co miem­bros per­ma­nentes del Con­se­jo de Seguri­dad de la ONU) se les per­mite la pos­esión de armas nuclear­es. India, Israel y Pak­istán no han fir­ma­do el Trata­do, y Corea del Norte se retiró en 2003.
  • 1.550 cabezas nuclear­es por país es el límite estable­ci­do por el nue­vo Trata­do de Reduc­ción de Armas Estratég­i­cas (START II, por sus siglas en inglés), fir­ma­do entre Esta­dos Unidos y Rusia en enero de 2010, como ren­o­vación del START I, acor­da­do en 1991.
  • 2 bom­bas atómi­cas han sido det­on­adas en esta­do de guer­ra. Las lanzó EE UU sobre las ciu­dades japone­sas de Hiroshi­ma y Nagasa­ki en 1945, durante la II Guer­ra Mundial.
  • 2.000 prue­bas nuclear­es, aprox­i­mada­mente, se han real­iza­do has­ta la fecha.

Con infor­ma­ción de Efe

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