El tesoro de ‘La Mercedes’ se acerca por fin a puerto: las claves del ‘caso Odyssey’

Miguel Máiquez, 19/2/2012

Más de dos sig­los después de que los cañones ingle­ses enviaran al fon­do del mar la fra­ga­ta españo­la Nues­tra Seño­ra de la Mer­cedes, una bue­na parte del tesoro que la nave traía des­de Lima lle­gará final­mente a su des­ti­no, tras cin­co años de liti­gio con la empre­sa que lo encon­tró, la esta­dounidense Odyssey Marine Explo­ration.

Las valiosas telas de vicuña y el carga­men­to de quina y canela que trans­porta­ba tam­bién el bar­co se perdieron para siem­pre, al igual que las vidas de los 249 marineros que fal­l­ecieron en la batal­la, pero las más de medio mil­lón de mon­edas de pla­ta y oro que Odyssey con­sigu­ió extraer del fon­do mari­no, el may­or tesoro jamás encon­tra­do bajo el agua, cruzarán de nue­vo el Atlán­ti­co, esta vez des­de Esta­dos Unidos, para ser estu­di­adas, restau­radas y, final­mente, expues­tas al públi­co en España.

Según decretó el juez Mark Piz­zo, del Tri­bunal Fed­er­al de Tam­pa (Flori­da, EE UU), el próx­i­mo viernes, 24 de febrero, el Gob­ier­no español podrá hac­erse final­mente con la cus­to­dia del tesoro, que ha sido val­o­rado en unos 500 mil­lones de dólares (380 mil­lones de euros). Antes, una comisión téc­ni­ca españo­la via­jará a Tam­pa este lunes para, a par­tir del martes, inspec­cionarlo, cat­a­log­a­r­lo y, en fun­ción del exa­m­en, decidir cuán­do orga­ni­zar su trasla­do. Esta comisión estará for­ma­da por seis téc­ni­cos espe­cial­is­tas de los museos de Arque­ología y de Arque­ología Sub­acuáti­ca de Carta­ge­na, jun­to con rep­re­sen­tantes de la Sub­di­rec­ción Gen­er­al de Pro­tec­ción del Pat­ri­mo­nio Históri­co. Has­ta entonces el tesoro estará cus­to­di­a­do por la policía judi­cial esta­dounidense, a peti­ción de España.

Estas son las claves una his­to­ria que comen­zó hace 207 años con una der­ro­ta en una batal­la naval, y está a pun­to de cul­mi­nar aho­ra con una vic­to­ria en otra batal­la, esta vez, legal.

‘La Mercedes’

El navío Nues­tra Seño­ra de las Mer­cedes, una fra­ga­ta perteneciente a la Arma­da españo­la, fue bota­da en el puer­to de La Habana en 1786 y forma­ba parte del con­voy que cubría la ruta com­er­cial entre España y sus colo­nias de Améri­ca, una ruta con­tin­u­a­mente ame­naza­da por los bar­cos del Reino Unido. Iba arma­da con 36 cañones y llev­a­ba a bor­do 300 tripulantes.

La his­to­ria de ‘La Mer­cedes’ está ampli­a­mente doc­u­men­ta­da en tes­ti­mo­nios bib­li­ográ­fi­cos y doc­u­men­tales, incluyen­do tres lega­jos del Archi­vo de Indias que detal­lan la car­ga del navío. El bar­co emprendió su via­je des­de El Fer­rol el 27 de febrero de 1803 con la orden de traer a España «los cau­dales y efec­tos de la Real Hacien­da que hubiese pron­tos en aque­l­la Améri­ca». Atrav­es­an­do el Cabo de Hornos, la nave llegó al puer­to del Callao, en Lima, en mar­zo de 1804 y, al mes sigu­iente par­tió rum­bo a Mon­te­v­ideo, donde for­mó una escuadra con otras tres fra­gatas de guer­ra: ‘La Clara’, ‘La Fama’ y ‘La Medea’. La flota zarpó de la actu­al cap­i­tal uruguaya con des­ti­no a Cádiz en agos­to de 1804.

Dinero para Napoleón

Parte del carga­men­to guber­na­men­tal de ‘La Mer­cedes’ esta­ba des­ti­na­do a cumpli­men­tar una alian­za defin­i­ti­va entre la España de Godoy y Car­los IV y la Fran­cia napoleóni­ca, ya ini­ci­a­da con la fir­ma en 1803 del Trata­do de Sub­sidios. El acuer­do oblig­a­ba a España a pagar al gob­ier­no francés «con el fin de man­ten­er la neu­tral­i­dad», según un informe del Cen­tro de Arque­ología Sub­acuáti­ca de Andalucía que ha sus­ten­ta­do cien­tí­fi­ca­mente los argu­men­tos del Esta­do español con­tra Odyssey. Con Fran­cia y Gran Bre­taña enzarzadas ya en un cli­ma de ten­sión pre­béli­co, el tra­to con Napoléon había puesto a España en la diana de Londres.

El Pearl Harbour español

A las nueve y cuar­to de la mañana del 5 de octubre de 1804, cuan­do nave­g­a­ba ya muy próx­i­ma a su des­ti­no, cer­ca de las costas por­tugue­sas del Algarve, ‘La Mer­cedes’ fue alcan­za­da de lleno por un cañon­a­zo del bar­co inglés HSM Amphion. En el com­bate y pos­te­ri­or naufra­gio murieron 249 marineros. Los 51 super­vivientes, entre ellos el teniente de navío Pedro Afán de Rivera, fueron hechos pri­sioneros y traslada­dos al Reino Unido. Las otras fra­gatas que con­forma­ban la flota españo­la fueron cap­turadas y trasladadas tam­bién a Inglater­ra meses después.

El ataque tuvo como con­se­cuen­cia el final del ya frágil acuer­do de paz entre Gran Bre­taña y España, y fue el pre­lu­dio de la Batal­la de Trafal­gar. El hecho de que se pro­du­jese sin declaración de guer­ra pre­via, que causase un gran número de muer­tos y que con­du­jese final­mente a un con­flic­to béli­co llevó al Gob­ier­no español a com­para­r­lo, durante el liti­gio con Odyssey, con el ataque japonés a Pearl Har­bour,  que des­en­ca­denó en 1941 la par­tic­i­pación de EE UU en la Segun­da Guer­ra Mundial.

Proyecto Cisne Negro

En mayo de 2007, los arqueól­o­gos sub­mari­nos de la empre­sa «caza tesoros» esta­dounidense Odyssey Marine Explo­ration des­cubren, en la zona del gol­fo de Cádiz, a más de 1.100 met­ros de pro­fun­di­dad, el pecio de ‘La Mer­cedes’. En su inte­ri­or se escondía el may­or tesoro encon­tra­do has­ta aho­ra en el fon­do del mar: alrede­dor de 595.000 monedas(reales de a ocho y escu­d­os con la efigie del monar­ca español Car­los IV, acuña­dos en Lima en 1803), la may­oría de pla­ta, y otra serie de objetos.

En una operación que Odyssey bau­tizó como «Black Swan Project» (Proyec­to Cisne Negro), un mod­er­no robot sumergi­ble y teledi­rigi­do extra­jo más de 500 tro­zos de fan­go solid­i­fi­ca­do del fon­do mari­no, con miles de mon­edas en cada uno de ellos. El tesoro, casi 17 toneladas, fue trans­porta­do des­de Gibral­tar, a bor­do de un un Boe­ing 757, has­ta una ubi­cación segu­ra de direc­ción descono­ci­da en Flori­da, EE UU.

Nick Bruy­er, un exper­to de mon­edas antiguas con­trata­do por Odyssey que exam­inó una mues­tra de 6.000 mon­edas del naufra­gio, dijo sobre el des­cubrim­ien­to: «Creo que [lo encon­tra­do] no tiene prece­dentes… No conoz­co nada com­pa­ra­ble a esto».

Jugando al gato y al ratón

Ini­cial­mente,  Odyssey alegó que esta­ba bus­can­do el pecio del Sus­sex, un bar­co de ban­dera británi­ca hun­di­do en 1694. Sin embar­go, tras pon­er el tesoro a buen recau­do en Flori­da, la empre­sa cam­bió la ver­sión de los hechos, afir­man­do que el hal­laz­go provenía de otro bar­co británi­co, el Mer­chant Roy­al, que se hundió a 40 mil­las de la cos­ta de Cor­nu­alles (Reino Unido) en 1641.

Tras el anun­cio del des­cubrim­ien­to del tesoro, el Min­is­te­rio de Cul­tura español aler­ta a la Guardia Civ­il, que abre una inves­ti­gación, y el 30 de mayo de 2007 España pre­sen­ta la primera deman­da con­tra Odyssey ante un tri­bunal fed­er­al de Tam­pa (Flori­da).

La empre­sa insiste en que la operación de rescate no se desar­rol­ló en aguas ter­ri­to­ri­ales españo­las y se nie­ga a dar más infor­ma­ción sobre el hal­laz­go, incluyen­do datos solic­i­ta­dos por el Gob­ier­no español, como la local­ización exac­ta del yacimien­to y el número de piezas extraí­das. España habla de «deli­to con­tra el pat­ri­mo­nio históri­co español» y de «con­tra­ban­do». Comien­za la batal­la legal.

En los tribunales

Después de haber solic­i­ta­do sin éxi­to a Odyssey y al Gob­ier­no español que lle­gasen a un acuer­do, el juez de Tam­pa encar­ga­do del caso, Mark A. Piz­zo, orde­na en enero de 2008 a Odyssey que pro­por­cione a España infor­ma­ción detal­la­da sobre el tesoro y el buque, y que per­mi­ta a las autori­dades españo­las exam­i­nar los obje­tos extraídos.

La infor­ma­ción que sum­in­is­tra la empre­sa es con­sid­er­a­da insu­fi­ciente por el Gob­ier­no español, y el juez le da a Odyssey un pla­zo de 30 días para que facilite el nom­bre real del ‘Cisne Negro’, per­mi­tién­dole con­ser­var la con­fi­den­cial­i­dad sobre los planos del lugar donde se encuen­tra el bar­co, las fotografías del lecho mari­no y otras imágenes.

En mayo de ese mis­mo año España afir­ma que el navío del ‘caso Odyssey’ es la fra­ga­ta Nues­tra Seño­ra de las Mer­cedes, pero Odyssey mantiene que no hay prue­bas sufi­cientes. España pre­sen­ta sus evi­den­cias, argu­men­ta que los restos del navío pertenecen a un cemente­rio mari­no y que se encuen­tran pro­te­gi­dos por la Ley de Inmu­nidad de Sober­anía Extran­jera, y acusa a Odyssey de haber excava­do en secreto.

De recurso en recurso

El 3 de junio de 2009 el juez Piz­zo dic­t­a­m­i­na que el tesoro debe ser devuel­to a España, dado que el naufra­gio cor­re­sponde, efec­ti­va­mente, a la fra­ga­ta Nues­tra Seño­ra de las Mer­cedes, y que la car­ga está someti­da, por tan­to, a la inmu­nidad soberana.

Odyssey recla­ma, pero en sep­tiem­bre de ese mis­mo año, otro juez, Steven D. Mar­ry­day, tam­bién del dis­tri­to fed­er­al de Tam­pa, le vuelve a ordenar que devuel­va a España el tesoro. La empre­sa recurre entonces ante el Undéci­mo Tri­bunal de Apela­ciones de Atlanta, que deses­ti­ma tam­bién su deman­da, como volverá a hac­er, el 31 de enero de 2012 ante un nue­vo recur­so inter­puesto por la compañía.

Odyssey quemó su últi­mo car­tu­cho acu­d­i­en­do al Tri­bunal Supre­mo de EE UU con un recur­so de urgen­cia en el que pedía que se sus­pendiese la eje­cu­ción de la sen­ten­cia, pero el alto tri­bunal tam­bién lo rechazó.

El pasa­do 14 de febrero, final­mente, el Tri­bunal de Tam­pa recibe la orden de con­vo­car a las partes para fijar una audi­en­cia en la que se establez­ca el pla­zo y pro­ced­imien­to de entrega.

Pagar por la custodia

Una vez per­di­das las posi­bil­i­dades de man­ten­er el tesoro en su poder, Odyssey inten­tó, al menos, cobrar por haber­lo guarda­do durante todo este tiem­po, y reclamó al Esta­do español unos 412.000 dólares (algo más de 313.000 euros), en con­cep­to de custodia.

La moción pre­sen­ta­da por la com­pañía esta­dounidense indi­ca­ba que, como «cus­to­dia legis», había desem­bol­sa­do ya unos 227.000 dólares (172.000 euros) a Numis­mat­ic Guar­an­ty Cor­po­ra­tion (NGC), la empre­sa encar­ga­da por Odyssey para la «con­ser­vación del car­go», incluyen­do el tratamien­to y man­ten­imien­to de las mon­edas y las piezas.

De acuer­do con Odyssey, se debe todavía a NGC unos 185.000 dólares y «el total de gas­tos paga­dos o por pagar en con­cep­to de ‘cus­to­dia legis’, a fecha de 3 de noviem­bre de 2011, es de 412.814 dólares».

El recur­so fue dene­ga­do por el Tri­bunal Fed­er­al de Tam­pa el 17 de febrero.

Los argumentos

La recla­mación de Odyssey se ha sus­ten­ta­do siem­pre en que ‘La Mer­cedes’ no nave­g­a­ba en mis­ión mil­i­tar cuan­do fue hun­di­da en 1804, sino en mis­ión com­er­cial, por lo que, según la empre­sa, la car­ga no esta­ba suje­ta al prin­ci­pio de inmu­nidad soberana.

Al final, sin embar­go, en todos los recur­sos pre­sen­ta­dos han prevale­ci­do los argu­men­tos del Esta­do español: Des­de el Tri­bunal del Dis­tri­to de Flori­da has­ta la Corte de Apela­ciones de Atlanta y el Tri­bunal Supre­mo, todas las instan­cias judi­ciales esta­dounidens­es han rec­haz­a­do la ver­sión de Odyssey, al con­sid­er­ar que la fra­ga­ta era un buque de Esta­do, mil­i­tar, que via­ja­ba bajo ban­dera españo­la en una mis­ión orde­na­da por el rey cuan­do fue cañonea­do por ingleses.

La historia sobre la mesa

Un aspec­to cen­tral en la vic­to­ria de España, aparte de la exhaus­ti­va instruc­ción lle­va­da a cabo por el juez Piz­zo, ha sido la labor de recopi­lación de lega­jos, tes­ti­mo­nios bib­li­ográ­fi­cos y doc­u­men­tales rel­a­tivos a la his­to­ria de ‘La Mer­cedes’, así como la efi­caz defen­sa real­iza­da por James Goold, abo­ga­do del Gob­ier­no español en el caso.

«Un día triste»

La decisión judi­cial ha supuesto un maza­zo para los intere­ses de Odyssey, que cal­i­ficó el pasa­do 17 de febrero, día en que se hizo públi­ca la sen­ten­cia final, de «día triste». «[A par­tir de aho­ra] cualquier cosa hal­la­da que ten­ga un poten­cial interés para España será escon­di­da o, lo que es inclu­so peor, fun­di­da o ven­di­da en eBay», indicó la com­pañía en un comunicado.

El ger­ente gen­er­al de Odyssey, Greg Stemm, ase­guró que el «perde­dor final» en este caso es «la rica heren­cia cul­tur­al españo­la». Según afir­mó, se tra­ta de «una vic­to­ria pír­ri­ca» que ha costa­do mil­lones de euros a los con­tribuyentes españoles. «La gente no cesará de bus­car bar­cos hun­di­dos españoles, pero dejarán de infor­mar de sus hal­laz­gos. No se hará ningún estu­dio arque­ológi­co y no habrá libros, exposi­ciones ni doc­u­men­tales sobre el des­cubrim­ien­to de estos yacimien­tos arque­ológi­cos», añadió.

Oro peruano

En junio de 2009 el Gob­ier­no peru­ano y una trein­te­na de descen­di­entes de los com­er­ciantes propi­etar­ios del tesoro impug­naron el fal­lo del juez Piz­zo. Perú reclam­a­ba la propiedad de las mon­edas y los descen­di­entes ale­ga­ban que el buque trans­porta­ba bienes privados.

En agos­to de ese mis­mo año los tri­bunales esta­dounidens­es deses­ti­maron la solic­i­tud, después de que España argu­men­tara que en el momen­to del naufra­gio el país sudamer­i­cano pertenecía al Vir­reina­to del Perú, parte del Impe­rio español.

Del mar a la Bolsa

Odis­sey Marine Explo­ration, cofun­da­da en 1994 por John C. Mor­ris y Greg Stemm, y pre­si­di­da por este últi­mo, se ded­i­ca, medi­ante el uso de la tec­nología más mod­er­na, a la explotación de los restos de hundimien­tos de bar­cos, ya sea ven­di­en­do direc­ta­mente los hal­laz­gos o com­er­cial­izan­do repor­ta­jes sobre las opera­ciones de recuperación.

Entre los des­cubrim­ien­tos más nota­bles de Odyssey figu­ra, además de la fra­ga­ta españo­la, el lugar donde naufragó el buque esta­dounidense SS Repub­lic, hun­di­do por un huracán frente a las costas de Geor­gia (EE UU) en 1865, y del que se recu­per­aron, en 2003, más de 50.000 mon­edas y 14.000 arte­fac­tos, que repor­taron grandes ben­efi­cios a la compañía.

Odyssey, la may­or empre­sa espe­cial­iza­da en la búsque­da de pecios, coti­za en la bol­sa de Nue­va York des­de 2003.

¿Piratas o románticos?

Las activi­dades de Odyssey Marine Explo­ration han dado lugar a grandes con­tro­ver­sias y han sido fuerte­mente crit­i­cadas por orga­ni­za­ciones cul­tur­ales como la Unesco, el Con­se­jo Británi­co de Arque­ología o el Insti­tu­to de Arqueól­o­gos del Reino Unido, que insis­ten en cal­i­ficar de «saqueo» la supues­ta inves­ti­gación arque­ológ­i­ca de naufra­gios que real­izan algu­nas empre­sas privadas.

Las críti­cas tam­bién se extendieron a Esta­dos Unidos a raíz de una serie de doc­u­men­tales de Odyssey que fueron emi­ti­dos en enero de 2009 en la cade­na Dis­cov­ery Chan­nel. La revista Archae­ol­o­gy, del Archae­o­log­i­cal Insti­tute of Amer­i­ca, señaló en un edi­to­r­i­al de abril de 2009 que «los obje­tos con los que com­er­cia Odyssey podrían servir de inspiración para que mucha gente se pre­gun­tase cómo era la vida en un bar­co hace cien­tos de años, cuan­do estos navíos juga­ban un papel fun­da­men­tal en el ascen­so y la caí­da de las naciones. Pero para poder obten­er respues­tas reales sobre la his­to­ria es nece­sario que los restos de los naufra­gios sean extraí­dos y estu­di­a­dos cien­tí­fi­ca­mente, y que los resul­ta­dos sean com­par­tidos y debati­dos, de modo que puedan for­mar parte de los reg­istros históri­cos y arque­ológi­cos. De lo con­trario estos obje­tos no son más que adornos, tema de con­ver­sación o detalles dec­o­ra­tivos en las mesas de café de quienes puedan pagarlos».

Otros, sin embar­go, ven en la labor de empre­sas como Odyssey la úni­ca posi­bil­i­dad, no exen­ta de un halo román­ti­co y aven­turero, de recu­per­ar tesoros arque­ológi­cos que de otro modo per­manecerían ocul­tos en el fon­do del mar, ante la fal­ta de recur­sos y, en muchas oca­siones, de interés, por parte de los Esta­dos. Pre­gun­ta­do en una entre­vista en 2007 si se con­sid­er­a­ba un «caza tesoros», Greg Stemn respondió: «No. Esa es una for­ma neg­a­ti­va para referirse a la gente que arran­ca los pecios del mar sin pre­ocu­parse por el val­or históri­co y la infor­ma­ción que con­tiene. Nosotros nos com­pro­m­e­te­mos con la preser­vación del lega­do humano que se encuen­tra en las pro­fun­di­dades y nos basamos en prin­ci­p­ios cien­tí­fi­cos y en las leyes internacionales».

4 comentarios en “El tesoro de ‘La Mercedes’ se acerca por fin a puerto: las claves del ‘caso Odyssey’

  1. me parece injus­to. Si no fuera ellos, ese tesoro estaría para siem­pre en el fon­do del oceano. Pero cuan­do recu­per­aron el tesoro, surgieron los buitres.

    • Mucho mejor, des­de luego, en el bol­sil­lo de esta dudosa com­pañía con áni­mo de mucho lucro de «arquól­o­gos» que en el fon­do del mar. Por cier­to ¿alguien les encar­gó que «rescataran» el tesoro?

      • y te pre­gun­to, este tesoro sal­dría algún día del mar si no fuera ellos?

        Es con­tra­dic­to­rio. El Esta­do español jamás lo sacaría, pero cuan­do alguien bus­ca y encuen­tra, los buitres se acercan.

        Es un tesoro per­di­do, en aguas inter­na­cionales… es de quien encuen­tre! Simples!

  2. Creo q min­i­mo una bue­na com­pen­sa­cion Les hubier­an dado a esta empre­sa. Fue muy injusto.

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