Una deuda insostenible en el imperio de los mercados: la crisis que acabó con Berlusconi

Miguel Máiquez, 13/11/2011

La lla­ma­da cri­sis de la deu­da y la respues­ta que ante esta cri­sis están tenien­do los mer­ca­dos se han lle­va­do por delante ya a dos gob­er­nantes europeos en menos de una sem­ana. Primero fue el primer min­istro griego, Yor­gos Papan­dréu. Este sába­do le ha toca­do el turno a su homól­o­go ital­iano, el polémi­co y has­ta aho­ra incom­bustible Sil­vio Berlus­coni.

El man­datario ital­iano esta­ba con­tra las cuer­das. Había per­di­do la may­oría par­la­men­taria, llev­a­ba casi dos décadas sien­do el prin­ci­pal respon­s­able de un gob­ier­no que ha colo­ca­do al país en una de las peo­res cri­sis de su his­to­ria mod­er­na, y se encuen­tra, además, envuel­to en cin­co pro­ce­sos judi­ciales, con tres juicios pen­di­entes por cor­rup­ción, abu­so de poder e incitación a la pros­ti­tu­ción de menores.

Prob­a­ble­mente, sin embar­go, nada de esto habría bas­ta­do para hac­er­le renun­ciar. A lo largo de sus 17 años de poder políti­co, Berlus­coni ha logra­do salir airoso de otras situa­ciones difí­ciles y de mul­ti­tud de escán­da­los. A fuerza de impunidad, pop­ulis­mo y un innegable respal­do electoral,‘Il Cav­a­liere’ había sabido apañárse­las para man­ten­erse a flote.

La clave, esta vez, ha venido de fuera. En una situación de páni­co inter­na­cional por la mag­ni­tud de la economía ital­iana, con la euro­zona luchan­do deses­per­ada­mente por no desin­te­grase, y con el prece­dente de la dimisión de Papan­dréu, Berlus­coni ha opta­do final­mente por la reti­ra­da después de que la Unión Euro­pea y los mer­ca­dos pidier­an su cabeza al pres­i­dente de la Repúbli­ca, Gior­gio Napolitano.

La dimisión de Berlus­coni servirá, en prin­ci­pio, para devolver a los mer­ca­dos y a los acree­dores algo de con­fi­an­za en una Italia en prác­ti­ca quiebra, con una deu­da mas­todón­ti­ca y un gob­ier­no descom­puesto. O eso es, al menos, lo que esper­an en Bruselas…

¿Cuál es el problema de Italia?

En una pal­abra: la deuda.

La deu­da de Italia, la ter­cera economía de la euro­zona, asciende a 1,9 bil­lones de euros (el 120% del PIB), y es casi seis veces más grande que la de Gre­cia. Seme­jante can­ti­dad, uni­da al com­por­tamien­to de los mer­ca­dos, gen­era un cír­cu­lo vicioso del que, a estas alturas, es muy difí­cil salir: La con­fi­an­za en la capaci­dad del país para pagar a sus acree­dores se reduce, y, en el caso de Italia, con un gob­ier­no fuera de juego y una economía en retro­ce­so (se reducirá un 0,2% este trimestre y un 0,1% en el primero del próx­i­mo año, según la CE), más aún. Cuan­ta menos con­fi­an­za hay, más alto es el interés de los bonos que el país tiene que pedir si quiere obten­er más dinero para poder pagar. Y si, para col­mo, las agen­cias cal­i­fi­cado­ras bajan la nota de la deu­da, como ha ocur­ri­do recien­te­mente con Italia, peor aún.

Como expli­ca el edi­tor de Nego­cios de la BBC, Robert Peston, «nadie quiere prestar­le dinero a un país que va a usar ese dinero para pagar los intere­ses de prés­ta­mos anteriores».

La con­fi­an­za en Italia está en estos momen­tos en su niv­el más bajo des­de que entró en vig­or el euro. Es decir, Italia está pagan­do para finan­ciar su deu­da más de lo que había paga­do nun­ca. Solo en 2012 el país deberá obten­er 300.000 mil­lones de euros para sal­dar intere­ses y otras obligaciones.

Pero lo peor es que las tasas de interés de los bonos ital­ianos (el interés que tiene que pagar el país a los prestamis­tas que com­pran los bonos que emite el Gob­ier­no) han sobrepasa­do el 7%, un umbral tras el que, según muchos espe­cial­is­tas, ya no hay vuelta atrás. La prue­ba es que Gre­cia, Irlan­da y Por­tu­gal tuvieron que ser rescatadas cuan­do el rendimien­to de sus bonos superó ese pun­to y se man­tu­vo por enci­ma de él durante un tiem­po prolongado.

Se cal­cu­la que si Italia tuviera que pagar el 7% de interés por toda su deu­da, el país ten­dría que can­ce­lar 70.000 mil­lones de euros extra al año sólo por intere­ses, lo que anu­laría los 45.000 mil­lones de euros que Italia plane­a­ba ahor­rar has­ta 2013 con su paque­te ini­cial de ajuste. De no haber ayu­da, a largo pla­zo podría ter­mi­nar en insolvencia.

La clave aho­ra es ver por cuán­to tiem­po se man­ten­drán los bonos ital­ianos en ese niv­el, y si descen­derán o no, una vez que se forme el nue­vo gob­ier­no que susti­tuya al de Berlusconi.

¿Cómo ha llegado hasta aquí?

Por un lado, Italia no ha sido inmune en los últi­mos años a las con­se­cuen­cias de una cri­sis glob­al que, según algunos econ­o­mis­tas, está suponien­do el final de un mod­e­lo económi­co basa­do la capaci­dad de Esta­dos, empre­sas, famil­ias y per­sonas físi­cas para endeudarse.

Las raíces del prob­le­ma ital­iano, sin embar­go, se hun­den más allá. La pros­peri­dad de la pos­guer­ra per­mi­tió que cien­tos de miles de tra­ba­jadores se jubi­lasen con todos los ben­efi­cios antes de cumplir los 50 años, y hubo «exce­sos» en el gas­to públi­co que, aparte de men­guar las arcas del Esta­do, han dado lugar des­de entonces a una enorme buro­c­ra­cia que con­sume bue­na parte de la riqueza gen­er­a­da por el país todos los años.

Un ejem­p­lo son las pen­siones. Según infor­ma El País, si se cruzan los datos de la edad de jubi­lación y las expec­ta­ti­vas de vida, Italia es el país del mun­do donde se viv­en más años cobran­do la pen­sión —22,2 años los hom­bres y 26,9 las mujeres—. Más de 130.000 per­sonas se jubi­laron en 2010 con menos de 60 años, casi cua­tro mil­lones de ital­ianos cobran actual­mente la pen­sión y el Esta­do se gas­ta cada año 73.000 mil­lones de euros.

A lo largo de la últi­ma déca­da, no obstante, Italia sal­ió ade­lante con un gran endeu­damien­to públi­co y un lim­i­ta­do crec­imien­to (un 0,2% anu­al, frente a la media euro­pea del 1,1%, entre 2001 y 2010), sin que sonasen las alar­mas. A difer­en­cia de su gob­ier­no, además, los ital­ianos tienen un niv­el gen­er­al de ahor­ro alto y, por otra parte, Italia no ha sufri­do la cri­sis inmo­bil­iaria que ha gol­pea­do a otras economías, como la española.

Estos y otros fac­tores, unidos al hecho de que Italia no tuvo que salir al rescate de sus ban­cos, porque no habían cor­ri­do exce­sivos ries­gos con sus políti­cas de prés­ta­mos, hicieron que el país superase en fal­so la cri­sis mundi­al de 2008. Has­ta que la deu­da sober­ana con­traí­da en los últi­mos dos años explotó, y el Gob­ier­no de Berlus­coni fue inca­paz de apro­bar medi­das al respec­to para cal­mar a los mer­ca­dos con la veloci­dad suficiente.

¿Qué culpa tienen los mercados?

Mucha. Numerosos exper­tos mantienen que el ver­dadero prob­le­ma no es el endeu­damien­to, sino la estamp­i­da de los mer­ca­dos, es decir, el páni­co financiero y espec­u­la­ti­vo que hace dis­parar la pri­ma de ries­go y hunde la con­fi­an­za, por motivos que serían más «psi­cológi­cos» que reales.

De hecho, el niv­el de deu­da actu­al de Italia, por más que haya cre­ci­do en estos últi­mos años, no es tan supe­ri­or al que ha venido arras­tran­do el país durante los últi­mos 20 años. Además, y según infor­ma el diario Expan­sión, el déficit públi­co de Italia ha sido en estos años de cri­sis de los menores de Europa, con un prome­dio anu­al de un 4%, frente al 9% del Reino Unido, el 8% de España y el 6% de Fran­cia. Com­para­do con otros gob­ier­nos europeos, el ital­iano no es, pre­cisa­mente, de los que más gastan.

¿Se puede rescatar a Italia?

Los país­es de la euro­zona no tienen pre­vis­to prestar asis­ten­cia financiera a Italia, pese a que su pri­ma de ries­go mar­có máx­i­mos el pasa­do lunes (ha lle­ga­do a rozar los 500 pun­tos bási­cos) y los intere­ses super­aron el men­ciona­do niv­el del 7%, por­centa­je que des­en­ca­denó los rescates de Gre­cia, Por­tu­gal e Irlanda.

El prin­ci­pal moti­vo es que no hay bas­tante dinero en el fon­do de rescate de la UE para cubrir las necesi­dades de una economía como la ital­iana. Al igual que España, Italia es, según los exper­tos, demasi­a­do grande para ser rescatada.De los 440.000 mil­lones de euros disponibles ini­cial­mente, sólo quedan ya alrede­dor de 250.000 mil­lones si se des­cuen­tan los fon­dos com­pro­meti­dos para Irlan­da, Por­tu­gal y el segun­do rescate de Grecia.

El fon­do europeo de esta­bil­i­dad financiera está ya autor­iza­do a dar líneas de crédi­to pre­ven­ti­vas a los país­es someti­dos a la pre­sión de los mer­ca­dos, para evi­tar que sea nece­sario lle­gar a un rescate com­ple­to. Sin embar­go, estos nuevos poderes no podrán empezar a uti­lizarse al menos has­ta diciem­bre, cuan­do está pre­vis­to que se apruebe el refuer­zo del mecan­is­mo para que alcance la poten­cia pre­vista de 1 bil­lón de euros. De todos mod­os, según los anal­is­tas financieros, un rescate a Italia podría alcan­zar los 1,4 bil­lones de euros.

Y entonces, ¿qué?

Por un lado, Fran­cia y Ale­ma­nia, los país­es que han toma­do las rien­das de la cri­sis en la euro­zona, esper­an que el nue­vo gob­ier­no ital­iano sea capaz de devolver con­fi­an­za a los mer­ca­dos, y que la pri­ma de ries­go baje.

Roma, por su parte, insiste en quitar hier­ro a la escal­a­da de la pri­ma de ries­go porque prác­ti­ca­mente la mitad de su deu­da está en manos de los ban­cos del país, lo que, según el Gob­ier­no ital­iano, facili­ta la refi­nan­ciación. De hecho, la situación sería sim­i­lar a la de Japón, que tam­bién tiene un niv­el de deu­da muy alto, pero con­tro­la­da por las enti­dades nacionales, de man­era que no nece­si­ta recur­rir a finan­ciación exterior.

Lo que parece claro es que la UE está cada vez más con­ven­ci­da de que no hay mucho más que pue­da hac­er por Italia, aparte de man­ten­er la pre­sión para que acelere los recortes y refor­mas ya aproba­dos, con el obje­ti­vo de esta­bi­lizar su economía. De ello se inten­tará ase­gu­rar la mis­ión de inspec­tores de la Comisión y del Ban­co Cen­tral Europeo (BCE) que se encuen­tra ya en Roma.

En cualquier caso, los país­es de la euro­zona con­fían en que el BCE no dejará caer a Italia y seguirá com­pran­do bonos ital­ianos mien­tras sea nece­sario. Es más, la may­oría de los exper­tos con­sid­era que solo el BCE tiene la capaci­dad sufi­ciente para resolver la cri­sis. El prob­le­ma es que, en prin­ci­pio, el trata­do de la zona euro no lo per­mite, ya que su artícu­lo 101 pro­híbe al Ban­co Cen­tral ofre­cer crédi­tos a los gob­ier­nos (por eso la com­pra de bonos se hace a través de intemediarios,o de ter­ceros), y el 103 sostiene que la euro­zona no debería respon­s­abi­lizarse de la deu­da de los esta­dos miembros.

¿En qué consisten las reformas?

Cuan­do se habla de «refor­mas», de lo que real­mente se está hablan­do es de recortes, es decir, de meter la tijera para reducir el gas­to públi­co. En el caso de Italia, las lla­madas «refor­mas estruc­turales» que, con carác­ter de «urgen­cia», exige la UE, supo­nen un duro rea­juste que afec­tará no solo a las cuen­tas macro­económi­cas del país, sino, espe­cial­mente, al bol­sil­lo de los ciu­dadanos. Las líneas bási­cas son comunes a las medi­das pues­tas en mar­cha en Gre­cia, Por­tu­gal, Irlan­da o la mis­ma España. En gen­er­al, con­tem­plan un ahor­ro de de 59.800 mil­lones de euros con una com­bi­nación de reduc­ción de gas­tos y aumen­to de impuestos, con el obje­ti­vo de equi­li­brar el pre­supuesto para finales de 2014.

Para empezar, una refor­ma lab­o­ral: Bruse­las exige la revisión del actu­al sis­tema de presta­ciones por desem­pleo, tenien­do en cuen­ta «la reduc­ción del pre­supuesto». La UE no entra en muchos más detalles, pero los sindi­catos ya se temen, tam­bién, el abaratamien­to de los despi­dos. La refor­ma lab­o­ral deberá ir uni­da a un aumen­to de la edad de jubi­lación has­ta los 67 años, de aquí a 2026.

La exi­gen­cia fun­da­men­tal, no obstante, es que Italia sanee sus cuen­tas y reduz­ca su deu­da sober­ana. Así, el país deberá alcan­zar el equi­lib­rio pre­supues­tario (no ten­er déficit) en 2013 (no sólo eso, sino lograr un superávit en 2014) y ten­drá que reducir el por­centa­je de la deu­da sobre su PIB has­ta el 113% (actual­mente está en torno al 120%).

Por últi­mo, Bruse­las pide a Italia «revis­ar las pri­or­i­dades» de los proyec­tos finan­cia­dos con fon­dos de la UE para dar may­or rel­e­van­cia a la «edu­cación, el empleo y la agen­da dig­i­tal, así como a las redes fer­roviarias y de transporte.

La Ley de Pre­supuestos para 2012, que incluye las refor­mas económi­cas exigi­das por la UE, sal­ió ade­lante este sába­do en el Con­gre­so ital­iano con 380 votos a favor, 26 en con­tra y dos abs­ten­ciones, después de más de cin­co horas de debate.

¿Servirán de algo?

Según la doc­t­ri­na económi­ca de la euro­zona, no hay otra sal­i­da. Para los líderes europeos, la causa de la enfer­medad es el despil­far­ro estatal; la con­se­cuen­cia, el endeu­damien­to masi­vo, y la solu­ción, la aus­teri­dad. Mien­tras, debido sobre todo a la neg­a­ti­va frontal de Ale­ma­nia, se siga descar­tan­do la inter­ven­ción direc­ta del Ban­co Cen­tral Europeo a la man­era en que inter­viene, por ejem­p­lo, la Reser­va Fed­er­al de EE UU, no hay otra.

Otros econ­o­mis­tas y anal­is­tas, sin embar­go, ponen en duda el efec­to sanador de los recortes. Por un lado, afir­man, drás­ti­cas medi­das de aus­teri­dad como las impues­tas a Gre­cia podrían empu­jar a la economía ital­iana a la rece­sión (crec­imien­to neg­a­ti­vo), al reducirse la activi­dad económi­ca y el con­sumo, lo que haría imposi­ble bajar el por­centa­je de deu­da sobre el PIB.

Por otra parte, excep­to en el peri­o­do inmedi­ata­mente pos­te­ri­or a la cri­sis cred­iti­cia mundi­al y a la rece­sión de 2008, el déficit pre­supues­tario de Italia no ha sido par­tic­u­lar­mente grande. En la actu­al­i­dad, se sitúa en el men­ciona­do prome­dio del 4% del PIB, y se cal­cu­la que habría caí­do a alrede­dor de 3% el próx­i­mo año si se hubiesen aproba­do las medi­das prop­ues­tas el pasa­do mes de agos­to por el min­istro de Economía, Giulio Tremonti.

No hay que olvi­dar que la economía grie­ga ha tenido que ser rescata­da ya en dos oca­siones. A pesar de haber empren­di­do las refor­mas y recortes exigi­dos por la UE y el Fon­do Mon­e­tario Inter­na­cional (FMI) tras el primer paque­te de rescate, un año después volvió a verse en un pun­to en el que no podía afrontar sus deu­das. Como con­se­cuen­cia acud­ió a un segun­do rescate. Y la UE y el FMI le exigieron más recortes.

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