Dos meses a 700 metros bajo tierra

Miguel Máiquez, 8/10/2010
La primera nota que, a través de una son­da, enviaron al exte­ri­or los mineros atrapados.

Más de 700 peri­odis­tas de todo el mun­do, entre redac­tores, camaró­grafos, fotó­grafos y per­son­al de apoyo, acud­irán al yacimien­to minero San José, en el norte de Chile, para cubrir el esper­a­do rescate, prob­a­ble­mente la sem­ana que viene, de los 33 mineros que quedaron atra­pa­dos el pasa­do 5 de agos­to tras un derrumbamiento.

Para enfrentarse a seme­jante despliegue mediáti­co, los mineros han comen­za­do a recibir entre­namien­to psi­cológi­co, que se les facili­ta medi­ante char­las y vídeos que se envían por medio de uno de los con­duc­tos de unos 10 cen­tímet­ros de diámetro abier­tos entre el inte­ri­or de la mina y el exterior.

Estos con­duc­tos han sido el cordón umbil­i­cal que les ha man­tenido con vida a lo largo de todo este tiem­po. A través de ellos han recibido comi­da, med­i­c­i­nas y toda la ayu­da nece­saria. Gra­cias a ellos han podi­do comunicarse.

El final de dos meses sobre­vivien­do a casi 700 met­ros bajo tier­ra parece estar ya muy cer­ca. Estas son las claves, los momen­tos más impor­tantes, las anéc­do­tas y las his­to­rias per­son­ales de una odis­ea que ha man­tenido en vilo a todo Chile y a medio mundo.

17 días de angustia

El pasa­do 5 de agos­to, cer­ca de Copi­apó, en el desier­to de Ata­ca­ma (Chile), un der­rumbe a 688 met­ros de pro­fun­di­dad en el yacimien­to de cobre, pla­ta y oro San José, perteneciente a la empre­sa min­era San Este­ban, deja a 33 obreros atra­pa­dos (32 chilenos y un boli­viano). Al día sigu­iente, los equipos de rescate lle­gan al pun­to del der­rumbe, a 400 met­ros, pero las per­forado­ras se topan con una roca de 700.000 toneladas.

Tras fra­casar var­ios inten­tos por con­tac­tar con ellos, lle­ga a temerse por sus vidas. Pero el 22 de agos­to, después de per­manecer 17 días inco­mu­ni­ca­dos, los mineros con­fir­man que están vivos medi­ante una nota que logran hac­er lle­gar a través la son­da que les enviaron los equipos de rescate: «Esta­mos bien en el refu­gio los 33».

Se supo entonces que los mineros habían per­di­do entre 8 y 10 kilos, debido a las tem­per­at­uras de 36º C y la humedad del 85% exis­tentes en el refu­gio, y que habían sobre­vivi­do gra­cias a que se orga­ni­zaron y racionaron sus alimentos.

Atún, leche y media galleta

El 23 agos­to se con­sigue entre­gar a los mineros, a través de una son­da, ali­men­tos, med­i­c­i­nas y un telé­fono: «Esta­mos bien y con ham­bre», dicen, y detal­lan que han logra­do sobre­vivir a base de latas de atún, leche y media gal­leta cada 48 horas. Comien­za el rescate.

El mayor rescate subterráneo de la Historia

Las autori­dades chile­nas pusieron en mar­cha la operación «San Loren­zo», el may­or rescate sub­ter­rá­neo de la His­to­ria. En un prin­ci­pio el Gob­ier­no anun­ció que serían nece­sar­ios entre tres o cua­tro meses, pero la fecha se ade­lan­tó al lograr lle­gar una de las excavado­ras has­ta un taller aledaño al refu­gio de los mineros el 17 de septiembre.

Aseso­radas por la NASA, las autori­dades analizaron has­ta 10 alter­na­ti­vas, pusieron final­mente en mar­cha tres planes de rescate:

  • Con el «Plan A», de la empre­sa chile­na Ter­raser­vice, se empezó a excavar con una per­forado­ra el 31 de agos­to. Se tenía pre­vis­to per­forar, en 90 días, un con­duc­to de 30 cen­tímet­ros de diámetro, para ensan­char­lo luego a 70 cen­tímet­ros. Par­tic­i­pa­ban 385 trabajadores.
  • El «Plan B», de la chile­na Geot­ech, con­siste en excavar un túnel más amplio. Se empezó a per­forar el 5 de sep­tiem­bre y el día 17 se llegó al taller aledaño al refu­gio. Emo­ciona­dos, los mineros grabaron el momen­to en que la per­forado­ra pen­e­tra­ba en su refu­gio y se com­pro­metieron a ayu­dar en el tra­ba­jo, pues la máquina hace caer tier­ra, que ellos mis­mos van reti­ran­do. El 22 de sep­tiem­bre cayó un mar­tillo den­tro de la mina, que reco­gieron los pro­pios mineros.
  • Medi­ante el «Plan C», de la cana­di­ense Drilling, se exca­va, con una per­forado­ra petrol­era, un con­duc­to de 66 cen­tímet­ros de diámetro, a una veloci­dad de entre 20 y 40 met­ros diar­ios. Se empezó a excavar el 19 de septiembre.

En jaulas

El rescate se lle­vará a cabo medi­ante unas cáp­su­las alargadas con for­ma de jaula, que han sido denom­i­nadas «Fénix» (el ave mitológi­co que resurge de sus cenizas). Cada una pesa 460 kilo­gramos y tiene un ancho aprox­i­ma­do de 53 cen­tímet­ros. Están equipadas con un arnés para suje­tar a los mineros, un tubo con oxígeno y un micró­fono y altav­o­ces para man­ten­er la comu­ni­cación con el exte­ri­or durante el rescate.

Primero bajarán dos socor­ris­tas, uno médi­co y otro con expe­ri­en­cia como minero. Pese a que al prin­ci­pio se dijo que el rescate de cada minero podría durar una hora y media, las autori­dades ase­gu­raron después que cada operación se pro­lon­gará durante unos 20 minutos.

Una vez fuera de la mina, los obreros serán exam­i­na­dos inmedi­ata­mente por un grupo de médi­cos antes de ser traslada­dos al hos­pi­tal de cam­paña que está insta­l­a­do en las inmedia­ciones del yacimien­to. Cuan­do estén esta­bi­liza­dos, serán traslada­dos en helicóptero al hos­pi­tal de Copiapó.

El campamento Esperanza

Nada más ocur­rir el acci­dente se estable­ció en las inmedia­ciones de la mina el cam­pa­men­to Esper­an­za, que acogía ini­cial­mente a unas 200 per­sonas, entre famil­iares, tra­ba­jadores e informadores.

En una col­i­na cer­cana colo­caron 32 ban­deras chile­nas y una boli­viana (una por cada minero sepul­ta­do) y otra uruguaya don­a­da por los super­vivientes de la trage­dia de Los Andes. Algunos famil­iares, acon­se­ja­dos por psicól­o­gos, aban­donaron más tarde el campamento.

El día a día

Para man­ten­er a los mineros con vida le sum­in­is­tran por una triple son­da aire, comu­ni­ca­ciones y agua, y por otra, ali­men­tos y med­icación. Además, les hacen lle­gar obje­tos que facil­i­tan su per­ma­nen­cia en el refu­gio y los mantienen entretenidos para evi­tar que caigan en la depre­sión. Los atra­pa­dos han recibido pro­duc­tos de higiene, ropa, una mini cámara de vídeo, un proyec­tor de cine, libros…

En los primeros días ali­men­ta­ron a los mineros con sopas mul­ti­v­itámíni­cas, bati­dos y bar­ras de cereales. A par­tir del 26 de agos­to, con ali­men­tos sóli­dos y calientes.

El 27 de agos­to el Gob­ier­no chileno dio a cono­cer un primer vídeo de los mineros, donde aparecían con bar­ba, sin camise­tas, sudorosos y muy del­ga­dos, y explic­a­ban con humor a sus famil­iares las condi­ciones de su encierro.

A par­tir de entonces se comu­ni­caron por video­con­fer­en­cias en tiem­po real con sus famil­ias y grabaron otros vídeos, en los que aparecían con mejor aspec­to. Siguen pro­gra­mas de ejer­ci­cio físi­co y están aseso­ra­dos por psicólogos.

Celebración patriótica

El 18 sep­tiem­bre los mineros izaron la ban­dera chile­na y ento­nan el him­no nacional para cel­e­brar el bicen­te­nario de Chile.

De la sala de partos a la mina

«Lleno de emo­ción», y rodea­do de sus com­pañeros, Ariel Ticona, uno de los 33 mineros atra­pa­dos, pudo ver el nacimien­to de su ter­cera hija gra­cias a un vídeo que via­jó por la son­da has­ta el refu­gio pocas horas después de que tuviese lugar el par­to, el 14 de septiembre.

La niña iba a ser bau­ti­za­da como Car­oli­na, pero Ariel le pidió a su mujer que su hija reci­biera el nom­bre de Esper­an­za, inspi­ra­do en el cam­pa­men­to mon­ta­do por las famil­ias de los mineros en las afueras del yacimiento.

Tabaco, sí; alcohol, no

Las autori­dades san­i­tarias, que en un prin­ci­pio rec­haz­aron enviar cig­a­r­ril­los a los mineros atra­pa­dos, per­mi­tieron final­mente la entre­ga de algunos paque­tes de taba­co cuan­do mejoró la ven­ti­lación del refugio.

Esta decisión, toma­da en con­tra de las recomen­da­ciones de los exper­tos de la NASA, se tomó «para cal­mar la ansiedad de var­ios mineros fumadores» que, has­ta ese momen­to, habían recur­ri­do a chi­cles o parch­es de nicotina.

Los mineros habían pedi­do tam­bién que les enviaran bebidas alco­hóli­cas, pero esta solic­i­tud sí fue denegada.

La solidaridad del mundo del fútbol

Tan­to los mineros como sus famil­iares y el Gob­ier­no chileno han recibido innu­mer­ables mues­tras de apoyo, espe­cial­mente del mun­do fut­bolís­ti­co, ya que entre los atra­pa­dos se encuen­tra el fut­bolista pro­fe­sion­al y ex miem­bro de la selec­ción chile­na Franklin Lobos.

El Real Madrid, por ejem­p­lo, ha envi­a­do 33 camise­tas fir­madas por los jugadores, algo que tam­bién han hecho el Almería (incluyen­do un men­saje de apoyo del can­tante alme­riense David Bis­bal) o el inter­na­cional español y jugador del Barcelona David Vil­la.

Vil­la, que for­ma parte de una famil­ia asturi­ana de mineros (su padre, su abue­lo, su bis­abue­lo y muchos de sus tíos tra­ba­jaron durante años en yacimien­tos de car­bón en Asturias), dijo al diario Mun­do Deporti­vo que «quería decir­les que estoy con ellos, que todos los que sabe­mos cómo es la mina esta­mos con ellos, que todo el mun­do les está sigu­ien­do y les apoya».

Récord

El 8 de sep­tiem­bre los mineros batieron el récord mundi­al de per­ma­nen­cia oblig­a­da bajo tier­ra. Ese día pres­en­cia­ron un par­tido de la selec­ción chile­na con­tra Ucra­nia, gra­cias a un minús­cu­lo proyector.

Esposas y amantes

El acci­dente de la mina San José ha saca­do a la luz la doble vida amorosa de algunos de los mineros atrapados.

El primer caso en des­cubrirse fue el de Yon­ni Bar­rios, de 50 años, quien, según el per­iódi­co Siglo21, ha tenido durante mucho tiem­po una esposa y una amante. Martha Sali­nas, la esposa, y Susana Valen­zuela, la amante, ase­gu­raron que no se conocían ante­ri­or­mente, y que sólo supieron la una de la otra tras el acci­dente, al coin­cidir en el cam­pa­men­to Esper­an­za. Aho­ra esper­an que el minero sea rescata­do y deci­da con cuál de ellas se quedará.

Otro caso difí­cil es el de Car­los Bar­rios. Según pub­licó El País, tiene un hijo de cin­co años con una mujer de la que no se ha sep­a­ra­do ofi­cial­mente y su novia, a quien cono­ció hace siete meses, está embaraza­da des­de hace menos de nueve sem­anas, aunque él lo ignora.

Cierres, condenas, accidentes, negligencias…

La mina San José, cen­te­nar­ia y sobre­ex­plota­da, se había cer­ra­do en 2007 tras un acci­dente en el que fal­l­e­ció un tra­ba­jador. Los inspec­tores ordenaron entonces que los propi­etar­ios hicier­an arreg­los, entre ellos con­stru­ir una chime­nea como ruta de evac­uación, que no realizaron.

La Direc­ción de Tra­ba­jo no lo ver­i­ficó y autor­izó en 2008 su reaper­tu­ra. Ese año proce­saron a algunos direc­tivos por la muerte de un obrero, pero en 2010 fal­l­e­ció otro tra­ba­jador, y otro sufrió una amputación.

El pasa­do 17 agos­to el Gob­ier­no chileno recono­ció que sabía antes del acci­dente del incumplim­ien­to de las nor­mas de seguri­dad en la mina.

En los últi­mos cin­co años han ocur­ri­do en Chile un total de 23 acci­dentes mineros con víc­ti­mas mor­tales.

Las consecuencias

El 23 de agos­to, el Gob­ier­no reprochó a los dueños de la mina San José que no hubiesen adop­ta­do las nece­sarias medi­das de seguri­dad y que no garan­ti­cen los salarios de los tra­ba­jadores, al tiem­po que anun­cia­ba san­ciones. Los propi­etar­ios, por su parte, pidieron dis­cul­pas, han anun­ci­a­do los trámites para declararse en quiebra y afir­man que no tienen «ningu­na inten­ción de seguir con la mina». Por lo pron­to, la Jus­ti­cia chile­na ha retenido 1,7 mil­lones de dólares a la empre­sa para afrontar pagos.

Las famil­ias de 26 mineros atra­pa­dos han pre­sen­ta­do una querel­la con­tra los dueños de la mina y otra con­tra el Ser­vi­cio Nacional de Geología y Min­ería, y el 30 de agos­to renun­ció a su car­go el sec­re­tario del Min­is­te­rio de Salud de Chile en Ata­ca­ma, Raúl Martínez Guzmán, por su respon­s­abil­i­dad en la reaper­tu­ra de la mina.

Quién es quién

Los 33 mineros atra­pa­dos, uno a uno

Alex Vega, 31 años.
Su padre, José Vega, dio un nom­bre fal­so a las autori­dades para poder pasar los con­troles y ayu­dar así en las tar­eas de rescate, algo que no está per­mi­ti­do a los famil­iares. Ase­gu­ra que su hijo, que es mecáni­co de maquinar­ia pesa­da, ha apare­ci­do poco en los vídeos porque «es como yo, que no le gus­tan mucho las cámaras».

Ariel Ticona, 29 años
Su esposa, Elis­a­beth Segovia, dio a luz a una niña el 14 de sep­tiem­bre en la clíni­ca de Copi­apó. El nacimien­to ocur­rió por la mañana y por la tarde Ariel pudo ver­lo gra­cias a un vídeo que le envió su her­mano a través de una de las sondas.

Car­los Bar­rios, 27 años
Es el líder del grupo «Ram­pa», uno de los tres equipos de tra­ba­jo que se han for­ma­do en el refu­gio. Tras la primera comu­ni­cación con el exte­ri­or, su padre dijo a la BBC que «ha sido muy emo­cio­nante escuchar su voz, fuerte y níti­da, lo encuen­tro con ganas. Pero ha sido una de las con­ver­sa­ciones más cor­tas de mi vida».

Car­los Bugueño, 27 años
Es ami­go de la infan­cia de Pedro Cortés, otro de los mineros atra­pa­dos. Según el diario El País, en su primera car­ta des­de el refu­gio le pidió a su madre que le «rescatara» la mochi­la del ves­tu­ario porque tenía allí todo el dinero que había cobra­do: 300.000 pesos chilenos (unos 430 euros).

Car­los Mamani, 23 años
Inmi­grante boli­viano, es el úni­co del grupo que no es chileno. Había empeza­do a tra­ba­jar en la mina tan sólo cin­co días antes de que ocur­ri­era el accidente.

Clau­dio Acuña, 44 años
Llev­a­ba sólo tres días tra­ba­jan­do en la mina. Tiene pen­sa­do casarse con su novia, Fabi­o­la Araya, en febrero del año que viene. Es un gran afi­ciona­do al fút­bol y fan del equipo chileno Colo Colo.

Clau­dio Yáñez, 34 años
Su pare­ja, Cristi­na Núñez, le pro­pu­so mat­ri­mo­nio en una car­ta que le envió a la mina. Él respondió que se casarán en cuan­to salga.

Daniel Her­rera, 37 años
Ha sido con­duc­tor de camiones y taxista. Sólo llev­a­ba siete meses como minero. Su madre, Ali­cia Cam­pos, ase­gu­ra que no se moverá del cam­pa­men­to Esper­an­za has­ta que pue­da abrazar a su hijo. Jun­to a ella está María, la her­mana de Daniel.

Darío Segovia, 48 años
Empezó a bajar a la mina a los ocho años de edad, cuan­do acom­paña­ba a su padre, tam­bién minero. Su her­mana María es una de las prin­ci­pales orga­ni­zado­ras del cam­pa­men­to Esperanza.

Edi­son Peña, 34 años
Había avisa­do a su padre de las malas condi­ciones de seguri­dad en la mina. Es el úni­co que en la primera grabación de los mineros expresó abier­ta­mente su deses­peración y su necesi­dad de salir cuan­to antes. Según infor­mó El País, fue su pare­ja, Angéli­ca Álvarez, quien le con­sigu­ió el tra­ba­jo en el yacimien­to San José, hace cin­co meses.

Este­ban Rojas, 44 años
Encar­ga­do de man­ten­imien­to, lle­va 25 años casa­do por lo civ­il. Su mujer le escribió que espera que cuan­do lo rescat­en se casen por la Igle­sia. Este­ban, según infor­mó la BBC, le respondió que cuan­do sal­ga de la mina «com­pramos un vesti­do y nos casamos».

Flo­ren­cio Áva­l­os, 31 años
Es her­mano de Renán, otro de los mineros atra­pa­dos por el der­rum­bre. Tiene dos hijos.

Franklin Lobos, 53 años
Fue un cono­ci­do fut­bolista chileno en la déca­da de los ochen­ta. Con­ducía el camión que traslad­a­ba a los tra­ba­jadores y había baja­do a la mina pocos min­u­tos min­u­tos antes del acci­dente. Su hija Car­oli­na afir­ma que su preparación físi­ca como jugador pro­fe­sion­al le ha ayu­da­do a sopor­tar el encierro.

Jim­my Sánchez, 19 años
Es el más joven de todos los atra­pa­dos, y sólo llev­a­ba cin­co meses tra­ba­jan­do en el yacimien­to. Según su esposa, «nun­ca entró con­fi­a­do a la mina porque pasa­ban muchas cosas ahí den­tro y nadie se preocupaba».

Jorge Gal­leguil­los, 56 años
Lle­va toda la vida tra­ba­jan­do como minero. En uno de los vídeos decía que no se encon­tra­ba bien de salud. Sufre hipertensión.

José Hen­riquez, 54 años
Minero des­de hace 33 años, es un devo­to cris­tiano. Pro­fe­sa la fé evangéli­ca y, según sus com­pañeros, ayu­da al grupo a man­ten­er el áni­mo. Tiene dos hijas gemelas.

José Oje­da, 46 años
Tiene dia­betes y le hacen lle­gar los medica­men­tos a través de las son­das. Está viu­do y no tiene hijos. Le esper­an sus sobrinos.

Juan Aguilar, 46 años
«Esto es como un sueño. A veces espero des­per­tar y que esté mi vida de antes», dijo a la agen­cia AFP. Es supervisor.

Juan Illanes, 52 años
Cele­bró su cumpleaños en la mina con las felic­ita­ciones en vídeo de su esposa Car­men. Es electro­mecáni­co y ex militar.

Luis Urzúa, 54 años
Se le con­sid­era el líder del grupo. Fue el encar­ga­do de lle­var a cabo el primer con­tac­to ver­bal con el exte­ri­or. Es topó­grafo, y ha dibu­ja­do planos de la zona de la mina en que se encuen­tran atrapados.

Mario Gómez, 63 años
Es el may­or de los 33 mineros atra­pa­dos. Fue él quien escribió el famoso men­saje «Esta­mos bien en el refu­gio los 33». Después de haber esta­do tra­ba­jan­do en las minas des­de los doce años, quería reti­rarse el próx­i­mo mes de noviembre.

Mario Sepúlve­da, 39 años
Elec­tricista y ex diri­gente sindi­cal, tiene un carác­ter extro­ver­tido y es uno de los que más se prodi­ga a la hora de enviar men­sajes en vídeo. Lle­va dos años tra­ba­jan­do en la mina San José.

Omar Rey­gadas, 56 años
Es el líder del equipo «El Refu­gio». Es minero des­de hace 30 años . Se ha vis­to atra­pa­do bajo tier­ra en otras dos ocasiones.

Osmán Araya, 30 años
«Te amo tan­to, queri­da… Dígan­le a mi madre… Los quiero mucho. Nun­ca los dejaré, lucharé has­ta el fin para estar con ust­edes». Este fue el men­saje que mandó Osmán a su esposa, en uno de los vídeos. Lle­va cua­tro meses tra­ba­jan­do en el yacimiento.

Pablo Rojas, 45 años
Está encer­ra­do en la mina jun­to a sus pri­mos Víc­tor Segovia y Este­ban Rojas. Le cono­cen como «cañi­ta». Su esposa, Xime­na Marisol Con­tr­eras, de 41 años, con­tó a El País que «siem­pre fue tími­do y calla­do. A mí me lla­ma har­to la aten­ción que se ría en el vídeo, que haga señas, que cante el him­no nacional…».

Pedro Cortés, 24 años
Estudió en el Liceo Tec­nológi­co de Copi­apó y es ami­go de la infan­cia de otro de los atra­pa­dos, Car­los Bugueño. Es elec­tricista y está sep­a­ra­do de su esposa.

Raúl Bus­tos, 40 años
Este inge­niero hidráuli­co acaba­ba de con­seguir tra­ba­jo tras quedarse en el paro como con­se­cuen­cia del ter­re­mo­to que sufrió Chile el pasa­do mes de febrero. Había entra­do en la mina para reparar el sum­in­istro de agua.

Renán Áva­l­os, 29 años
Tra­ba­ja en la mina des­de hace cin­co meses, jun­to a su her­mano Flo­ren­cio, quien tam­bién está atra­pa­do. El padre espera a sus dos hijos en el campamento.

Richard Vil­lar­roel, 23 años
Lle­va dos años emplea­do en la mina y es mecáni­co. Su pare­ja está embaraza­da de ocho meses. Sus ami­gos le han abier­to un grupo de apoyo en Face­book.

Samuel Áva­l­os, 43 años
Dejó su tra­ba­jo de vende­dor ambu­lante para tra­ba­jar en el yacimien­to San José. Le esper­an su mujer y sus tres hijas.

Víc­tor Segovia, 48 años
Elec­tricista, minero des­de los 17 años y afi­ciona­do a la músi­ca, está escri­bi­en­do el rela­to de todo lo que sucede en el refugio.

Víc­tor Zamo­ra, 33 años
Llegó al yacimien­to San José después de que el ter­re­mo­to de febrero destruy­era su ante­ri­or lugar de tra­ba­jo en Talc­ahuano. Es mecáni­co y había baja­do a la mina para reparar un car­ro averiado.

Yon­ni Bar­rios, 50 años
Sus com­pañeros le lla­man «El Doc­tor» por sus conocimien­tos sobre primeros aux­il­ios. Se encar­ga de vig­i­lar la salud de sus cole­gas, de vac­u­narles y de curar­les las heri­das. Cuan­do sal­ga ten­drá que enfrentarse a dos mujeres que recla­man ser su pareja.

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